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Gema E. Cerón Bracamonte

Desvaríos de la freaky neurosis.

Cambios necesarios.

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“Hoy, empezamos una nueva vida Orfeo. ¿No sientes que el mundo es más grande, más puro el aire y más azul el cielo?”. Niebla, Miguel de Unamuno

“El progreso consiste en renovarse” cita una frase atribuida al filósofo y escritor Miguel de Unamuno; la cual, la sabiduría popular convirtió en “Renovarse o morir”. Incluso Gregorio Samsa, en la , se transformó, después de un Metamorfosis sueño intranquilo, en un monstruoso insecto. Después murió, es verdad, porque esa mutación no era en absoluto conveniente; pero al menos, en algo cambió su historia.

Así como los personajes de las novelas, nuestras vidas pueden tomar rumbos insospechados. Vueltas de tuerca, para las cuales no estamos preparados. “En determinadas circunstancias, puede pasar cualquier cosa en cualquier lugar”, cita Margaret Atwood en el prólogo de “El cuento de la Criada”. Nada más cierto, y que no quede evidenciado en este precipitado 2020, donde hemos atravesado desde el peligro latente de una Tercera Guerra Mundial, incendios en Australia y Chernobyl, inundaciones en Indonesia y algunos estados de la República, el surgimiento de un avispón asesino, amenaza de tormentas tropicales y huracanes; terremotos, hasta la pandemia del Coronavirus que ha matado a miles de personas en el mundo entero; y nos obliga a recluirnos como si fuéramos animales de zoológico o alguna especie de circo humano. ¡Vaya! Hemos visto incluso la caída del petróleo y esos mentados videos de ovnis que el pentágono liberó. ¿Quién lo diría, no? ¿Podemos esperar algo más? No lo dudo ni un segundo.

La epidemia hizo evidente las carencias no sólo en nuestro país, sino en el mundo entero ante la incapacidad de todos los gobiernos para reaccionar ante una catástrofe de tal magnitud. La mayoría de los mandatarios, no creyeron en la amenaza del virus y tampoco tomaron las medidas pertinentes para evitar que los sistemas de salud en sus países, colapsaran. Se contaban decenas de muertos en Italia, y se hablaba de cadáveres apilados en todos lados, en espera de ser cremados.

En México, entramos a Fase Uno de contingencia, mucho antes de lo esperado; creyendo que estas acciones, lograrían frenar el avance del virus, pero no fue así. Seguimos esperando el mentado pico máximo, que jamás llega; y la población, harta del confinamiento; sale masivamente a las calles para celebrar a los niños, las madres y los padres; que para inventar fiestas, el mexicano se pinta solo.

La pandemia hizo evidente, no solamente las carencias de nuestro país, en el sector salud; sino también en educación y economía. Las desigualdades se hicieron más evidentes, y

muchas personas se quedaron sin empleo; sobre todo aquellas dedicadas al comercio informal o microempresarios considerados en el rubro de “negocios no esenciales”. ¿Puede acaso una despensa o un dinero mensual, cubrir todos los gastos de una familia mexicana promedio, durante toda la pandemia? Evidentemente no. A muchos jamás les llegó el apoyo y quedaron a la espera de una promesa por un México más justo, con cero corrupción y de oportunidades para todos. Promesas de campaña, vacías. Muchos debieron salir a buscar el pan, al costo de lo que fuera. Les quedaba claro que primero morirían de hambre, antes que por el virus.

Y ¿qué decir sobre la educación? Las mentadas clases de “Aprende en Casa”, parecían una burla para el intelecto de los estudiantes. Pero no solamente se trataba de eso; sino de la enorme carga de tareas, que los profesores enviaban por correo electrónico; sin siquiera explicar los conceptos abordados. En las comunidades donde no había acceso a internet; o en familias de escasos recursos, no se podía acceder a estos materiales; y muchos alumnos quedaron a la deriva. Y, ante un panorama incierto sobre si regresarán los estudiantes al aula de manera presencial; resulta necesario replantear los métodos actuales de enseñanza- aprendizaje.

Definitivamente, la pandemia nos hace reflexionar sobre las enormes desigualdades que existen entre los diversos sectores de la población. Asimismo, resulta una llamada de auxilio al gobierno; para invertir en Salud, educación e impulsar la economía de la gente más vulnerable. Al final, todo se traduce en aquella frase: Renovarse o morir..

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