NĂşmero 24 Abril 2016.
delatripa: narrativa y algo mĂĄs, No. 24, Abril 2016
Revista
Número 24. Abril. 2016. Es un proyecto de la Catarsis Literaria El Drenaje, editada en Ensenada, Baja California. Revista de circulación mensual. Dirigida por Adán Echeverría. Edición. Larissa Calderón. Colaboraciones a romeolobos@yahoo.com.mx / Consejo Editorial: Narrativa y algo más
Alejandra Aké Sustersick, Joelia Dávila, Cristina Leirana, Larissa Calderón, Roberto Cardozo, Mario Pineda Quintal y Édgar Damián.
Contenido Contra la cultura: El deseo Abraham Martínez González .................................. 3 El yo poético: la configuración narrativa en Morir más de una vez de Álvaro Uribe Luis Ricardo Palma de Jesús .................................. 8 Simplemente perfecta Jéssica de la Portilla Montaño ............................ 12 Water Club Andrés Galindo ..................................................... 15 De los niños de Charlestown Emmanuelle Kubrick ............................................ 18 Track Jorge Correa ......................................................... 20 Des-Enlace Jorge Martín García Campos ............................... 25 Diario de campo Jorge Correa ........................................................ 28 La tinta Manuel Crespo ...................................................... 29 Sentencia Gema Cerón .......................................................... 35 Reencuentro de dos almas Judith Almonte Reyes ............................................ 41 Trásnfuga José Trinidad Aranda Aranda .............................. 42 Lizet JC Valdovinos ....................................................... 44 Lectores de poesía mexicana: gustos y recomendaciones Adán Echeverría ................................................... 54 Chukulmach José Trinidad Aranda Aranda .............................. 67 Habitar poéticamente el mundo. En memoria de Zacarías Jiménez Víctor Olguín Loza ................................................ 75
Columnas Ko’oten xook (Ven a leer) Ángel Augusto Uicab. ........................................... 79 Mi punto de risa Roberto Cardozo ................................................... 81 La Niña TodoMePasa dice... Jéssica de la Portilla Montaño. ............................ 83 Incipit Blanca Vázquez ..................................................... 85 Desvaríos de la freaky neurosis Gema E. Cerón Bracamontes ................................ 87 Nos vemos en el slam Mario Pineda Quintal ........................................... 89
Imágenes portada e interiores del Artista
Deken Kodeak delatripa: narrativa y algo más, No. 24, Abril 2016
Contra la cultura: El deseo Abraham Martínez González1
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uando lo que llamamos cultura se ofrece como un espectro enajenante que invade y corroe todo, se hace necesario ir contra corriente. ¿Pero de cuál cultura hablamos? Como término polisémico es difícil de especificar, pero para los fines que nos proponemos, diremos que de la cultura que trataremos aquí se ubica precisamente en un plano espectral, es decir; no existe tangiblemente, no así como ente palpable, pero es de considerar sus alcances y poderes que expone en el mundo de la cotidianidad. Iniciemos con las manifestaciones de ésta. LA
CULTURA QUE PROPONEN LOS MEDIOS DE
COMUNICACIÓN. Por ejemplo, la televisión pública con
las dos televisoras más poderosas de nuestro país, que ofrece una "cultura" con una proyección de la imagen del supuesto mexicano, victima, pobre, iletrado, que vive su vida en un drama constante ante la consigna repetida de "es lo que nos toco vivir", que se traduce en programas de una muy mala calidad, pero de enorme aceptación social. Programas que se ven favorecidos por la falta de cuestionamiento en su público, y que aprovechándose de eso, venden sus espacios publicitarios a cantidades exorbitantes, convirtiéndose en monstruos de hacer dinero, apoderándose de terrenos que no parecieran de su incumbencia pero que les resulta de gran conveniencia: educación, arte, política. LA CULTURA DE LOS POLÍTICOS PERVERSOS, no de la política (que como disciplina representa cosa muy distinta de la practicada). Los que generan discursos falaces que se sustentan en una sola premisa, siempre una, siempre la misma: "denme su voto, y los representaré". Que transcrito de acuerdo a lo que
demuestran casi siempre en sus acciones es: confíenme su vida, su dinero (sus impuestos), y yo los aprovecharé en mi beneficio. Uno a uno, han desfilado ante nosotros, partidos políticos, individuos que o no han querido cambiar las cosas en nuestro país o en definitiva, y pensando muy positivamente, no han podido, porque "no se puede". Si tomamos como ejemplo al gobierno de Felipe Calderón (20062012), y su política en contra del crimen organizado, veremos que sumó más muertes que muchas de las anteriores administraciones juntas. La violencia no sólo aumentó, además se coló en las mentes de los mexicanos que la violencia es parte de la cotidianidad, como si fuera ahora algo "natural", donde ya no extraña ver encabezados en los periódicos de las matanzas, las guerras internas, o peor aún, ver los cuerpos colgados o las cabezas como si fueran adornos de nuestras ciudades furiosas. Ahora con esta administración (Peña Nieto), la suma de muertes parece que se duplicará. En este sentido, el sujeto actual se enfrenta a una realidad en nuestro país que no había experimentado, no así. Y busca la manera de asimilarlo, ¿cómo lo está logrando? a través de la negación, del desinterés por el otro, o como se comienza a decir desde hace tiempo: nos acostumbramos. LA CULTURA DEL MUNDO FELIZ, en las ideas "humanistas" de las psicologías light, las de la superación personal, y de la autoayuda. Acá se desplaza lo real del cuerpo, del síntoma, para darle lugar al imaginario de "no pasa nada… eres maravilloso". En estas ideas que se encadenan con las de una cultura oficialista o tecnocrática como señalara Roszak2, va implícito el olvido, el no tomar en cuenta el pasado
1. Psicoanalista, profesor de la UMSNH y del IMCED. Miembro activo de Espacio Analítico Mexicano. EAM. Contacto: amstoa78@hotmail.com 2. Roszak, Theodore (1968-69) El nacimiento de una contracultura. Barcelona: Editorial Kairós. delatripa: narrativa y algo más, No. 24, Abril 2016
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porque se sobre entiende que no tiene implicancias en el presente. Cosa por demás equivocada si consideramos que el pasado se hace presente en tanto no realizado el deseo histórico invariable del sujeto. Agregamos que, en este medio cultural parece crearse una especie de red de negocios piramidales, donde los seguidores de tales pseudo disciplinas soportan a los gurús de la salud, de la "verdad", de la cura definitiva. Y como en todo negocio de esta índole, los que obtienen las grandes ganancias son los que se ubican en la cima de la pirámide. A ésta anterior, se anuda el discurso cientificista de la medicina que prevalece como un gran amo en la actualidad. Hacer lo que dice el médico se vuelve irrevocable. Su palabra es ley porque la ciencia fundamenta su práctica, la cual es un tipo de atención al sujeto donde no se trata de escucharlo, diríamos sin temor a equivocarnos, se reduce a una práctica de la sedación. Esto es, que cuando el sujeto llega con algún dolor que busca ser escuchado, el doctor como parte del engranaje de una cultura "sin dolor", se encarga de silenciarlo a través de los medicamentos. En las instituciones públicas de salud es común que la atención al paciente se realice con suma crueldad, donde se le regaña e insulta de varias maneras, una de ellas; cuando el médico pasa más tiempo llenando formatos que le exige el sistema, en lugar de poner auténtica atención en la persona que tiene enfrente. En la educación también podemos ver la misma realidad: la normalización del componente salvaje en la sociedad. Sloterdijk denuncia que los actuales sistemas "humanistas" educativos domestican literariamente al estudiante desde un frente impensable de abandonar: la escuela3. Exigencias etnoglobales que deparan síntomas sociales en tanto que el deseo constitutivo del sujeto es inadvertido, ocultado4. ¿Qué quiere el alumno, qué le interesa aprender? Está lejos de ser respondido en el actual contexto escolar,
invadido por la violencia y la demarcación política de los docentes. Seguiríamos con una lista infernal de embalajes culturales que se ensamblan a una gran maquinaria de hacer cultura, es decir; de modelar cómo debe ser el hombre. Pero hasta puede ser molesto para el lector, leer una y otra vez que se trata del mismo molde. Avanzaremos delimitando lo que en esencia hace girar a estas prácticas de la sociedad en torno a un mismo vacío, el que refería Sartre, el que escuchamos en la clínica psicoanalítica todos los días. No hay manera de saturar, de llenar ese vacío porque es constitucional al ser humano. Más adelante profundizaremos. ¿Qué tienen en común las formas de cultura antes descritas? El dinero, la ilusión del poder y el miedo. Todas van por el codiciado brillo de la moneda, como emblema fálico de la vida posmoderna. El asunto aquí es que, cuando la moneda atraviesa la cultura, la cual a su vez, atraviesa al sujeto en su conformación psíquica, entonces nos enfrentamos con el hombre que configura su existencia y hasta la manera de relacionarse en torno al valor dinero, del poder sobre el otro y en base al miedo. Y se preguntará: ¿qué tiene de nuevo esto? Que el dinero como valor universal y fin de la vida se suspende en un universo contrario al del deseo del sujeto, al igual que con dicha ilusión y el miedo. Ya que nada tienen que ver con la posición de sujeto deseante que se ubica frente a la cultura del bienestar que venden en la cultura del acceso a todo. Podemos señalar que el deseo es de la infancia y como tal, no se mueve entre los productos que se ordenan comprar. Lo que se desea siempre es otra cosa, no está en las vitrinas o ahora en las páginas de los ciber mercados. El deseo es del orden de un movimiento, considerando que el sujeto como decíamos, es del orden de un vacío, de una ausencia. En otras palabras,
3. Sloterdijk, Peter (2000) Normas para el parque humano. Madrid: Ediciones Ciruela. 4. Para mayor análisis de relación educación y síntoma social, véase nuestro artículo De las competencias etnoglobales a los síntomas sociales, publicado en el texto Competencias educativas y resistencias docentes (2015), editado por el IMCED, Michoacán.
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si hay falta, el sujeto se mueve a buscar lo que hace falta, pero como precisamente eso que desconoce es lo que hace la falta, su estado constitutivo de ser es en falta. El dinero como tal no sutura esa falta en el sujeto, lo comprueba cada vez que compra lo que creía le traería la anhelada felicidad, y al tener el objeto comprado en sus manos, se percata que no es eso lo que deseaba. Puede llenarse de tantos objetos creyendo que eliminaran el malestar pero eso no sucede, la magia de la mercadotecnia se desvanece ante el estado del sujeto. Entre las formas de la cultura que describíamos, el dinero, los productos para la felicidad o para callar el dolor, se ofrecen como panacea, y no es de eso de lo que habla el dolor, el síntoma de la sociedad. Se trata de un deseo no expuesto, que no se le ha dado lugar para poder ser realizado. Decíamos que el deseo es un deseo de la infancia, más allá aún; es un deseo de la pre-historia del hombre. ¿Cómo va querer escuchar tal deseo el Estado, la educación, la medicina, el político, si esto incumple con la "desarmonización" de un mundo controlado? Desear implica lo prohibido que persiste en lo inconsciente. Para esto diremos que surge la prohibición en la sociedad como elemento inmanente para conformar comunidad. Freud retomará la prohibición como necesaria productora del malestar: ante el sacrificio de la individualidad, la permanencia del lazo social. Y agrega el creador del psicoanálisis: una prohibición tan fuerte sólo puede haber sido dirigida contra un impulso igualmente fuerte5. Por ejemplo, el trabajador hace su labor para obtener ganancias con lo cual espera la felicidad, pero ésta no llega y surge la desilusión y con ello el malestar; se percata que no se trata del dinero. La educación en la escuela más cara no trae tampoco ese bienestar. El deseo se mueve en otra línea de
exigencia, pues bordea el vacío y exige su materialización. Los libros y eventos de realización humana espiritual desfallecen ante la arremetida del carácter pulsional en el cuerpo, el que sigue deseando y esperando ser escuchado. Continuando con lo iniciado en Sartre, y confrontando con la propuesta mercantil de "consuma y será feliz", Lacan dirá: el sujeto está en busca del objeto de su deseo, más nada lo conduce a él6. El sujeto queda en suspenso en cuanto a la consecución del objeto de su deseo porque es de otro tiempo y ha dejado en su lugar un vacío. El objeto a, el cual representa el deseo del sujeto a través de la separación del cuerpo respecto de cuatro objetos: el pecho, las heces, la voz y la mirada. Objetos que Lacan condensa en su invento del objeto a, y que evidencia la falta en ser del sujeto. Otra manera provocadora de entender ese deseo en contra de la cultura, lo ubicamos en la película de Luis Buñuel, Ese obscuro objeto del deseo (1977). Ahí el deseo se personifica, se transforma y se desvanece para mostrarse otra vez pero con otra cara, para después desilusionar y escaparse con otro. Pero es el motor que hace mover al protagonista. O como decía García Lorca, se trata de ese duende que atrapa y provoca para hacer lo impensable. La cultura institucional es deshumanizante y consolida un status quo, como afirmaba José Agustín, donde además se obstruye la expresión auténtica7. El pintor Arturo Rivera en su obra La última cena, plantea la posibilidad de desentrañar la supuesta realidad. De forma desconcertante, macabra, diríamos, invita al espectador a re-conocer una imagen difundida desde hace siglos: Jesús y sus discípulos, para plasmar otra mirada, la que no se ha tomado en cuenta. Rivera le otorga un espacio en su creación a lo real: el cuerpo y la muerte. ¿Y ante la muerte qué
5. Freud, Sigmund (1915/1982) Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico. Trabajos sobre metapsicología y otras obras. "De guerra y muerte. Temas de actualidad". Tomo XIV. Buenos Aires: Amorrortu Editores. P. 297. 6. Lacan, Jacques (1955-1966/1984) El Seminario. Libro 3. Las Psicosis. Buenos Aires: Ediciones Paidós. P. 123. 7. Agustín, José (1996) La contracultura en México. México: Grijalbo. P. 129 delatripa: narrativa y algo más, No. 24, Abril 2016
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dice la sociedad actual, la propuesta cultural? Se calla, o le da vuelta con otros temas que distraigan los oídos del sujeto. Es ante la muerte, ante lo real del cuerpo que desea, que se sustrae la cotidianidad actual y entonces emerge la angustia, el miedo. Este es, creemos, el asunto radical en nuestra exposición: el miedo que provoca en lo establecido todo aquello que incluye la mortalidad, la piel, los nervios, las comisuras de la existencia que reclaman su lugar en el mundo. Por eso, una cultura idiotizante o como vemos en las series y películas de moda: un mundo de zombies que no piensan en su deseo, no se cuestionan, ni siquiera hablan, sólo les apetece tragar y tragar. Pero el deseo que abordamos aquí, va en otro sentido como ya denunciamos. El artista, el sujeto creador no va por el dinero, aunque éste último vaya de por medio o añadidura, pero no como finalidad. La obra del sujeto creador que pulsiona por exteriorizarse cumple un circuito que no acaba, por eso el verdadero artista no se contenta ni se
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conforma, es rebelde. Lo mismo sucede con el síntoma que no logra ser capturado en la anestesia de la medicina, se mueve a otra parte del cuerpo, hasta que logre expresarse y ser escuchada por alguien que sí preste oídos. O como el alumno incontenible que no se calla o que sigue manifestando su molestia porque no hay quien lo confronte en su puesta en acto, en tanto se trata de un joven rebelde. EN CONTRA DE LA CULTURA: EL DESEO. La apuesta debe ser otra, la del sujeto que se hace cargo de su deseo, que se cuestiona y se anima a apalabrarlo. Para eso se requiere cierto grado de valentía, pues implica irremediablemente enfrentarse al miedo que provoca lo real, la angustia que incluye la esencia del deseo: la pérdida. Y la cultura oficial o tecnocrática o como se le quiera llamar, pero que tenemos bien identificada, no quiere perder nada, es voraz, sutil pero voraz. Sin embargo ahí se mantiene muchas veces, una cultura firme, estática y caduca frente al deseo que se renueva y que no deja de moverse.
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El yo poético: la configuración narrativa en Morir más de una vez de Álvaro Uribe Luis Ricardo Palma de Jesús
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a novelística de Álvaro Uribe (1953) forma parte de una nueva propuesta narrativa, cuya historia es la palanca para articular, a través de un narrador que no sabemos quién es, la condición humana y la azarosa vida de entrañables personajes como José Juan y el mismo Manuel Artigas. Morir más de una vez, ambientada a finales de los años setentas, en París y México, narra la historia de Manuel Artigas que convalece en un hospital después de recuperarse de una extracción de un lóbulo canceroso en el pulmón y su relación que tuvo en el pasado cuando estuvo en París. El autor de El taller del tiempo además de novelista fue agregado cultural en Nicaragua y consejero cultural en Francia, cuya experiencia le permitiría escribir su novela más exitosa, utilizando la analepsis y la prolepsis, recursos que le permitieron abordar los temas más íntimos que ha tenido a lo largo de su vida. Como lo refiere el mismo novelista: "Morir más de una vez es una novela donde me siento más desnudo ante el lector.”1 El uso del narrador (cuyo tema ahondaré más adelante) le permite al autor dibujar su pasado, presente y futuro a través del recuerdo, la nostalgia y la muerte. El yo poético de Álvaro Uribe se inserta en la ficción al relatar su propia experiencia: la experiencia de la muerte y la salvación como una segunda oportunidad para habitar el mundo. ¿Se puede morir más de una vez? En la vida real nadie muere sino una sola vez, que es la irreductibilidad de la existencia humana. Es la propuesta, hasta cierto punto fantástica,
en que Álvaro Uribe presenta a los personajes para narrar la vida común que llevan personas hechas de carne y hueso en los fragorosos distritos de una ciudad agitada e inmersa en la pintura, el cine y la literatura; pero que a la vez están conectados con la muerte y cada día uno muere al abandonarse a sí mismos. Desde que nacemos traemos un reloj biológico que comienza su decurso, como Benjamín Button, el fantástico personaje creado por Fitzgerald, que nace siendo un anciano carcomido por la vejez y muere convertido en un bebé, rejuvenecido pero olvidando su pasado y hasta la facultad de articular palabras; o aquel personaje de "El viaje a la semilla", de Carpentier, cuyo manejo narrativo nos pone un presente para llevarnos al pasado, hasta desaparecer y formar sólo un concepto que en algún momento existió; o el famoso cuento de Borges, "El otro", cuyos personajes de distinta época (pero que resultan ser el mismo) se encuentran y dialogan y que al final se desconocen; y sin lugar a duda, el personaje de Cortázar, en "La noche boca arriba", que de pronto se pierde en el delirio de un sueño, todo por un accidente de moto que cambió la realidad del personaje. Por supuesto que Álvaro Uribe encontró en Borges mucho de los recursos narrativos para escribir Morir más de una vez, que también tiene un halo fantástico y realista. En este sentido, lo fantástico y lo real se mezclan para producir una sensación de extrañeza y melancolía, pues: "Morir más de una vez es una novela que trata de la muerte; pero no una muerte trascendente
1. Entrevista a Álvaro Uribe en Revista de la Universidad de México, publicada el 9 de agosto de 2012.
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ni metafísica. Más bien trata sobre cómo la muerte de los seres queridos y nuestros propios acercamientos a la muerte nos van definiendo". El desdoblamiento de personalidad ocurre en los personajes como uno de los elementos de la literatura fantástica. Esto no quiere decir, sin embargo, que Álvaro Uribe modifique los conceptos de la literatura fantástica o haya intentado de hacer una novela biográfica y fantástica. Las referencias antes mencionadas, se relacionan con ese desdoblamiento: el acto de que un personaje se ve a sí mismo escribiendo su propia historia, casi como sumergido en un sueño (que bien este sueño podría ser el acto de la escritura) como en el caso del cuento "La historia según Pao Cheng", de Salvador Elizondo, en donde el personaje se sienta a adivinar su suerte en el caparazón de una tortuga y reflexiona sobre su propia condición y el riesgo que corre si deja de narrar. Tal es el caso de Morir más de una vez, pues en el prólogo y en el epílogo, capítulos que forman parte del libro, se resume el presente del personaje que está en el hospital, con su esposa y Saúl Sajarías, recordando las lecturas —Rayuela y Muerte sin fin— que hizo cuando estuvo en París y la relación que tuvo con el gremio artístico durante la época de los setenta. Los cuatro capítulos que componen la novela sólo narran las peripecias y vicisitudes que sufren los personajes y su infalible relación con la muerte y con la tragedia. En este sentido, el narrador aparece como una figura importante: es el que dicta lo que ocurre, lo que ocurrió y lo que pudo haber ocurrido. Su identidad parece disfrazada; posee una voz portentosa, pero a la vez silenciada porque sólo menciona a un yo, que es el personaje. Antes de profundizar en este aspecto, veamos algunas definiciones.
La diégesis es la historia; es decir, todos los acontecimientos de los cuales se habla, relatados, por un narrador. Si la historia es la diégesis, el relato es: "el proceso por el cual un sujeto asume la función de narrar a otro la historia" (La voz y la mirada: 9). En Morir más de una vez, el autor del relato y el narrador parecen ser el mismo, aunque sabemos que son dos entes totalmente diferentes, ya que el narrador forma parte del relato, que constituye la ficción; el autor, no. Álvaro Uribe olvida al narrador omnisciente para tomar a la primera persona y para fabricar un yo que no está definido sino por el mismo personaje que es él. De este modo, el autor, más que preocuparse por la historia, por la diégesis, se preocupó por la forma, por el relato, por el cómo iba a contarnos una historia. ¿Por qué habrá utilizado la primera persona o las experiencias personales para narrarnos una novela de muerte y segundas oportunidades? Como en Elizondo y Borges, el yo poético de Álvaro Uribe sobrevive en el uso de la primera persona para poder expresar su visión del mundo. En este sentido, Filinich nos dice que: Este efecto de lirización no solamente aparece vinculado con ciertos desplazamientos en el arte de narrar una historia sino también con fenómenos concomitantes tales como un creciente interés por las pasiones del yo, paralelo a un relativo desinterés por los hechos que constituyen la historia, una interiorización de lo narrado, una modificación de la distancia temporal entre el relato o discurso narrativo y la historia, todo lo cual contribuye a depositar las inflexiones de la voz del narrador, mucho más que sobre lo que esta voz informa, la carga emocional y el contenido estético del relato (La voz y la mirada: 16).
Álvaro Uribe toma la experiencia personal para desnudarse y ponerse en evidencia ante el lector. Ahí nació el germen para este desglose empírico de la novela. "¿Quién es yo?", título delatripa: narrativa y algo más, No. 24, Abril 2016
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del prólogo, ofrece un panorama amplio de lectura. El autor no se cuestiona quién es él, sino quién es yo. Entonces, ¿quién es ese yo? Ese yo, que no sabemos quién es, aparece como personaje, como parte de la historia, como el narrador y el personaje. En su inicio, cuando dice que: "El 26 de mayo de 1979, día de su vigésimo sexto cumpleaños, la persona o el personaje que para efectos de esta narración se llamará yo estaba en carretera" (Morir más de una vez: 13) sitúa al personaje en un presente (claro, todas las historias son acontecimientos pretéritos pero el lector lo toma como presente y lo actualiza a la hora de leer), en el momento en que el auto en que viaja está a punto de estrellarse con un tractor. En este apartado, el autor refleja su preocupación sobre el futuro y su percepción que adopta al soñarse y verse en unos años, pues como lo menciona el mismo Manuel Artigas, cuando le detectaron el tumor: "Se dice que quien está a punto de morir ve pasar frente a los ojos de su espíritu, como en una película en cámara rápida, las escenas más importantes de tu vida" (Morir más de una vez: 94). El pasado no existe. Tampoco el futuro. Ese espacio que hay entre el pasado y el futuro es lo que ocurre en el resto de la novela: encuentros idílicos, sueños frustrados, soledad y segundas oportunidades. En el prólogo se narra el futuro: la fatalidad que el accidente pudo haber ocasionado; pero hasta después nos damos cuenta que éste no se efectuó, que el miedo a morir los hizo pensar, en un lapso de tiempo, lo que pudo haber hecho y nunca hizo. Por esta razón, la suerte del personaje es reflexionar sobre su condición, sobre lo que pensó y que finalmente se llevó a acabo muchos años después, cuando se encontró en el hospital, recordando todo lo que vivió en Francia. Aquí la prolepsis: 10
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Se ve doctor en letras hispánicas por la Sorbona, maestro de español en la Universidad de Rennes, profesor de literatura hispanoamericana en Nanterre. Se ve con algunas mujeres, menos de las que hubiera querido y tarde o temprano enajenado de todas ellas salvo, quizá, la más distante en el tiempo. Se ve en Paris, todavía muchos años más en París, aunque en el fondo del calidoscopio en que se abisma su mirada asoma la ciudad de México, adonde nunca ha dejado de regresas. Se vé escribir algunos libros, acaso no los que le hubiera gustado. Se ve escribir, sobre todo, uno que narra la historia que está viendo. Se ve escribirse como el narrador y también como el protagonista de la narración, y llamarse en ella Manuel Artigas como yo, y darle al relato el título Por su nombre, que oculta más de lo que parece nombrar (Morir más de una vez: 16).
Inevitablemente, la referencia de "El grafógrafo", de Salvador Elizondo, nos revela la construcción narrativa de un mundo complejo, que busca, en la forma, desprenderse de su propia escritura. La semejanza que hay en Álvaro Uribe y Salvador Elizondo, es que en el texto, a modo de cajas chinas (el de Elizondo), habla sobre la misma literatura e intenta explicarse a sí mismo, haciendo una metaficción, una construcción en abismo. Bien es cierto que Manuel Artigas, el personaje, sólo se ve como una visión futura; y en el narrador de "El grafógrafo", lo hace, en modo presente. La temporalidad diegética de Morir más de una vez está divida en dos: en este sentido, la primera temporalidad es la concepción de la historia, que es el tiempo presente, el tiempo en que se encuentra escribiendo; y el tiempo del pasado, que es el recuerdo que tuvo el personaje en su estancia en Francia. Dos temporalidades que se hilvanan a modo de monólogo consigo mismo en la sala de urgencia de un hospital. Ya instalado en el futuro, se vuelve al pasado y el narrador que es yo recuerda todo lo que
vivió en París. Esta manera de presentar la historia le permite al narrador desplazarse con facilidad y moverse en el tiempo. La narración está configurada por ese yo, que es un participante más; es decir, el yo elegido por Álvaro Uribe presupone la conexión del narrador con el lector. Esta comunicación verbal entre el narratario y el narrador constituye el relato, es decir, en cómo está construida la historia. No sólo la participación de éstos es que funciona el texto, sino también la del lector. ¿De qué manera el lector interactúa con la historia y con el relato? Entonces, como lo comenta Filinich: La narración o situación narrativa pone en escena a dos interlocutores: el narrador y el narratario. Para que haya historia es imprescindible que una instancia narrativa asuma una perspectiva, una posición desde la cual organizar los acontecimientos que configuran la historia y, además, construya una imagen de destinatario que le permita articular su discurso (La voz y la mirada: 22).
Este ejercicio de la interacción entre el narrador y el narratario se da en el mismo acto de leer; pero lo particular de esta novela es que en el prólogo, como lo mencioné con anterioridad, aparece un yo que no es revelado nunca pero que el lector asume. Si el narrador es quien cuenta la historia, ese yo, que aparece como narrador, no es un yo personaje sino un yo lector. En este sentido, el narrador configura al lector para que éste no sólo cumpla la función de pasar la vista en cada línea sino para que él mismo se sienta narrador y personaje al mismo tiempo, se sienta en París y como Manuel Artigas, testigo de incontables historias que le ocurren a los amigos que se encuentra. La historia —o diégesis— configura al relato por medio de la narración, es decir, de quien cuenta la historia. Los dos primeros capítulos configuran esto: el personaje que es
yo —ya contada la historia desde la primera persona del singular— habla sobre cómo percibe el mundo a través de los demás personajes. En este caso, por la muerte de José Juan, amigo entrañable que conoció en París y cuya profesión era la pintura. La relación que establecen estos personajes es fundamental en la concepción de la vida, puesto que José Juan le cuenta al yo personaje lo que le había ocurrido una ocasión mientras trabajaba. El desdoblamiento ocurre cuando Pierlucas —otro personaje mexicano, estudiante de cinematografía— intenta reconstruir el milagro —el acto de haberse salvado José Juan de una muerte fatal—. José Juan habla de una segunda oportunidad: Me sabía muerto (después del accidente) […] todo era ya como un sueño. Todo. Como si le pasara cuando te mueres. Que tú sigues tan campante y quieres hablar con la gente y de sopetón te das cuenta de que nadie te oye, aunque tú sí los oigas. Nadie te ve, aunque tú sí los veas. Hasta que, en una de ésas, miras adonde no deberías y allí estás tú. Es decir, tu cuerpo. Tu cadáver (Morir Más de una vez: 35).
El hecho de que el narrador este configurado de esta manera presupone una interacción casi mística con el lector. No sólo aborda un tema filosófico que trastoca temas de la vida diaria, como la que se enfrenta una persona común, sino que además cuenta una historia que transgrede y seduce al lector. En el epílogo Manuel Artigas se encuentra sano y se siente vivo al escribir los recuerdos que tuvo en París y se sabe meditabundo. La temporalidad tanto diegética como discursiva, en esta ocasión, parece difuminarse. Quiero concluir el trabajo con una cita que revela todo: es la urdimbre narrativa que construye la historia: Todo el mundo, como yo, ha oído o leído que escribir, especialmente aunque no sólo en primera persona, es una de las formas canónicas del delatripa: narrativa y algo más, No. 24, Abril 2016
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desdoblamiento de la personalidad […] Y, a la hora infinitamente dudosa del despertar, yo no era el mismo. No era yo. No era el que yo había sido antes, ni yo hubiera sabido antes de qué. No era sino, apenas, la esperanza de ser yo (Morir más de una vez: 228:229).
La obra de Álvaro Uribe pertenece a una nueva generación de narrativa que se publica en el siglo XXI. Hay que mencionar que autores como Mario Vargas Llosa con Conversación en la Catedral, Carpentier con El reino de este mundo y Rulfo con Pedro Páramo alcanzaron importante renombre por su destacada aportación a las formas que incorporaron en la
narrativa hispanoamericana. Sin embargo, Álvaro Uribe también, en Morir más de una vez, no sólo presenta una historia inquietante, llena de filosofía y de experiencias personales, sino una forma distinta de contar historias, de modo que la incorporación de una voz narrativa de este tipo enriquece a la literatura y sumerge al lector en el ámbito de la ficción y la realidad. La configuración de la voz en la novela, ese yo narrativo que no conocemos, es la cartografía literaria de Álvaro Uribe que traza con su imaginación desaforada una segunda oportunidad de inventar el mundo.
Simplemente perfecta Jéssica de la Portilla Montaño.
La belleza no está en los ojos de quien la mira sino en los brazos que te arrullan porque eres hermosa, no podrías serlo más ni aunque quisieras. Con tus ojos oscuros y el cabello marrón, los dientes separados que van surgiendo y te dan una sonrisa de pequeña Tribilina. Simplemente eres perfecta, con tus dos brazos y piernas, con tus manitas y pies, con cada dedo y el ombligo cerrado, esa naricilla que tocas cuando te pregunto dónde está. Me encantas, de una forma amorosa que no había sentido antes y que no tiene que ver con enamorar. Crecerás para seguir siendo bella, tan hermosa como tu futuro hermano o futura hermana...
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Water Club Andrés Galindo
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l invierno llegaba a su fin. Tenía varias revistas literarias atrasadas sin leer; entre ellas el número cinco de Lenguaraz, que me obsequió una guapa jovencita de caderas firmes, pechos breves pero sustanciosos, ojos claros mediados por un par de cristales que reflejaban el sol de medio día, y lo más importante: un radiante rostro plagado de pecas. No sé qué demonios tienen las mujeres que no pueden ir a ningún lado solas. Eso no es lo peor: cuando salen, lo hacen excusando que van por esto o aquello; pero después de pasearse horas y horas, regresan con todo de esto y aquello menos de eso por lo que iban originalmente. Lo mejor, sin duda, es permitir que la mujer se afane en esas excursiones en manada; excluido el siempre cortés caballero, por supuesto.
Ese día, Susana revisó la agenda entera y, cosa extraña, ninguna de sus amigas estaba disponible. La segunda opción fue Carolina, mi cuñada. A sus cuarenta y cinco, había ido a una cita a ciegas. Como cada vez que teníamos noticia de un intento más por encontrar el amor de Carola, compadecía al susodicho, de veras ciego citado a ciegas; y pensaba con nostalgia en mis días de soltero. La última opción fue la "querida" suegra, que para mi mala fortuna ese día quedó para un almuerzo, laaarga charla de café incluida, con su grupo de la tercera edad. Susana no pidió, ordenó que la acompañara al centro comercial "in" por un vestido "di vi no" que haría juego con sus "zapatitos de piel marrón y su bolso de domingo", que tanto me excitaba hace ya no sé cuantos años. Ahí supe que mi día ya había valido madres. delatripa: narrativa y algo más, No. 24, Abril 2016
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No he de negar que afuera el sol se estrellaba esplendorosamente sobre las aceras, a una temperatura de veintitrés grados. Sólo que esa no era la mejor manera de disfrutar el día. Como sea, Susana ya estaba con las manos en el volante; y apenas me dio tiempo de echar en la mochila de siempre la chamarra de siempre, un royo de papel, Libertad bajo palabra, el cinco de Lenguaraz, y mi libreta de notas. El ruido de los cláxones, de los vendedores en los cruceros, y su laaarga perorata sobre los beneficios de los modernos centros comerciales y las "virtudes" de sus amigas y los defectos de sus enemigas no me dejaron leer. Yo asentía con un ligero movimiento de cabeza. La esperanza muere al último, y no quería resignarme a vivir la infelicidad de esa tarde. En el centro comercial "in" fui tajante en voz baja: saqué Libertad bajo palabra y me arrellané en una de esas banquitas muy monas, cuyo estoico uso es que púberos domingueros, tejedoras ancianas y esposos desesperados se sienten a contemplar el desgarrador canto de las sirenas-compradoras-compulsivas. Nunca me han gustado las lecturas a medias; me considero un lector siempre ávido de la meta en la última página, para así forjar nuevos, misteriosos, sublimes horizontes. Aparcado en las bancas antes referidas la lectura fue así, quiero decir: coitus interruptus. A veces Susana entraba a una tienda y demoraba tanto que podía leer con contemplación mística tres o cinco poemas completos. Los púberes se reían furtivamente mientras que las ancianas decían "¡ah! que bonito lee, joven". Para afinar el oído, llevo veinte años leyendo poesía en voz alta; y agradezco que las canas no hagan mella en la percepción de los otros hacía mí. Otras veces apenas caminaba por los senderos de tres o cinco versos y ya era conminado a 16
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cargar las bolsas, siempre con la esperanza de de llegar pronto a otra banca. Pasadas las horas —después de una laaarga travesía de aparadores, ofertas, bolsas de papel y toda esa basura que una semana después se encuentra en el cuarto de los chunches y que, por supuesto, ella no cargó—, llegamos a la sección de comederos. Como "no" es lógico, pretextó estar dolida de los pies; y yo, que había estado de inútil en las bancas, era el más indicado para formarse en la laaarga cola del cruji fast food. Susana no me consultó, ordenó dos cruji-paquetes con muñequito de promoción (a mí me importaba un carajo el par de pedantes y malcriados hijos de mi hermana, a la "tía Susy" no). El tiempo que estuve formado en la crujifila me permitió maquinar una escapada para evitar la especializada conferencia de mi mujer sobre modas y ofertas "sólo por hoy". Llevé la cruji-charola a la mesa e inmediatamente me excusé: "no me tardo, voy al baño". Leer poesía mientras uno caga es más bien grosero, es un acto inverecundo (a falta de lenguaje natural, apelo al diccionario de sinónimos /antónimos. Los más doctos pueden elegir entre los siguientes adjetivos: seglar, laico, ateo, sacrílego, impío, licencioso, deshonesto, mundano, libertino, indocto, irrespetuoso, insolente, etc.), mierda. Esa, y no otra, fue la razón por la que, en mi viaje al místico trono, me hice acompañar del cinco de Lenguaraz. Lo primero que uno tiene que hacer cuando visita un baño público es revisar puertas y paredes del presunto. Todo baño público, que se precie de serlo, tiene que contar con al menos un mediano bagaje cultural impreso en sus cuatro paredes. Por increíble que parezca, ninguno de los cubículos de aquel recinto
estaba herido por la sabia pluma de ningún amanuense divino. No diré la ubicación de aquel centro comercial "in" para no quebrar el idílico sueño de omnívoros lectores. Resignado, cerré la puerta de uno de los confesionarios. Una vez puestas las reales de cara al mismísimo infierno, abro la revista literaria en azarosa página y ¡oh! sorpresa: lo primero con lo que se topan mis pujantes y cristalinos ojos es un texto intitulado "W.C." El ambiente no podía ser más idóneo: línea tras línea las vívidas imágenes se sucedían en mi cerebro. Lástima que no soy muy dado al positivismo: imaginé que si no era yo quien sanguinariamente bajara la palanca, alguien más lo haría. Los ojos se me inundaron de tristeza al pensar en unos adveniesizos jovensuelos yéndose por el caño. Pobres de las tiernas ancianitas que caían en el abismo con todo y sus madejas de hilo, sus agujas y sus inimaginados ulises. Pobres de las polveadas mujeres compradoras compulsivas que giraban y giraban de cuerpo entero, porcelana abajo. En ese momento no supe si dejar a mano ajena el siempre inminente fin del paraíso. Por un momento pensé que los habitantes de ese universo divino, del que quizá yo fuera demiurgo, al verse amenazados por aquella que nos pone de frente ante nuestro creador, quisieran que yo y sólo yo fuera su dulce verdugo. En el cubículo contiguo, entonces, comenzó un sonoro concierto que me recordó a cualquier masivo de rock mexicano; si es que a eso se le puede llamar rock, y si es verdad que existe algo llamado México. He aquí el dilema: ¿jalar la manija o no jalarla? Cerré los ojos para contener el llanto, para pensar, para orar en auxilio de una respuesta:
las nubes se cierran y el rey de los astros se esconde en el abismo celeste, no quiere ser testigo de la final revelación. Crueles rayos surcan el encrespado cielo. Los truenos retumban y todo comienza a girar: el centro comercial se hunde y los adolescentes vanamente se aferran al borde de la taza. Los vestidos de las mujeres vuelan en un baile final; las sonrisas se apagan al fondo del escenario. Las ancianas mueren sin alcanzar a gritar que al fin ha regresado Ulises. Los truenos del baño son el fuego del infierno que todo lo absorbe. La revista cae al fondo del abismo y mi mano derecha se aferra con toda su fuerza al tubo del cortapapel, ya carente de todo significado. Un niño pasa volando a mi lado y se pierde en el agujero infernal. Las paredes se contraen y mi mano comienza a resbalar. Las bolsas de Susana, y Susana misma, giran en el huracán, cuyo abominable ojo mira exactamente debajo de mí. Larga cola, cruji-paquetes, cruji fast food y todo el centro comercial entran en el omnívoro agujero. Mis dedos se aferran con lo último. El mundo entero, con sus rockandculeros nacionalistas, es absorbido por el temible caño. Me aferro con el pulgar y el índice. El universo se colapsa. Abro los ojos y sé que todo está en orden: mis entrañas son divinas, el concierto al otro lado se apaga, dejando a su paso angelicales efluvios. No quiero abandonar el recinto con mácula alguna: refriego mis manos y las enjuago del pecado concebido. Afuera me espera una hermosa jovencita de caderas firmes, sustancia concentrada en un par de pechos breves, ojos claros mediados por el reflejo del sol de medio día en sus cristales, radiante rostro plagado de pecas y manos desbocadas de poemas. delatripa: narrativa y algo más, No. 24, Abril 2016
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De los niños de Charlestown Emmanuelle Kubrick
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l martes a temprana hora, mi madre me envió al mercado. Caminaba sobre la acera, cuando un pequeño rubio me llamó desde un carro con insistencia. Vacilante me aproximé . Dijo que quería un pastelillo de coco y si le acompañaba a la repostería, me compraría uno. —Bueno, pero no he de tardar mucho, mi madre me aguarda. El chico bajó del carro, le tomé la mano y pregunté dónde se encontraban sus padres. —Mi madre se ha marchado de compras y mi padre se encuentra en casa del gobernador. Yo le he acompañado, pero me ha hecho esperarle demasiado, tanto, que mi pancita gruñe. Al llegar a la repostería, escogió el de coco y yo uno de vainilla. Pagó con una moneda de cincuenta centavos, mientras yo apenas llevaba cinco centavos que había hurtado de la tienda de mi madre. Con ello supe que era un niño de familia rica, y comprendía el porqué de sus buenos atuendos. Al salir de la tienda, el pequeño mantenía esa sonrisa, tan jubilosa y yo tan pusilánime, ¡qué pesado! Le sostenía la mano, aún con más fuerza, como para asegurarme de que nada grave pudiese ocurrirle. No podía controlar mis impulsos y supe desde el primer instante que deseaba asesinarle. Pero en esta ocasión tenía que estar seguro de que nadie me interrumpiera o me pillase acribillando a aquel crío. Así que le engañé, le envolví en una treta diciendo que si no gustaba trepar a un barco de vapor. Él se entusiasmó y pidió de inmediato que le llevase 18
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a las orillas de la playa. Caminamos un largo rato, hasta llegar a un paraje arenoso, en donde nos sentamos un momento para descansar. Ese océano de olas titánicas gruñía feroz, como tratando de decirle al pequeño: ¡Huye… huye lejos! Mientras que él, aún no se percataba de que la idea de subir a un barco de vapor no era más que una falacia para asesinarle. La brisa caliente me quemaba la cara, me revolvió el cabello y cubrió mis pies de arena. —¿Todavía desea saber más? —Sí… continúa. El pequeño sonreía aún más, y miraba con atención a aquellos barcos pesqueros; dijo que nunca había mirado algo semejante. Y yo, nunca me había sentido tan fastidiado con tanta felicidad desmesurada. Se puso de pie y corrió cerca de la orilla, donde las olas se desintegran en espuma, saltaba señalando a los barcos con pesadez: ¡Mira… mira! Era cerca del medio día y volví la vista en ambas direcciones, cerciorándome de que no se encontrase ni un alma en la playa. Mis puños oprimieron con fuerza la arena, intentándola hacerle añicos, como si eso fuera posible. El pequeño seguía saltando y diciendo: ¡Mira… mira! Me puse de pie y me le acerqué. Coloqué mi mano derecha sobre de su hombro y le palmeé en dos ocasiones. Él repitió que mirase lo inmenso que era aquel barco. Respondí: ¡Es realmente gigantesco! Cuando descargué un furioso ataque; clavando mi navaja en el cuello de aquel angelical niño.
Cayó sobre de la arena, pero a pesar del sorpresivo ataque, no había muerto y peleaba por su vida. Le desprendí la navaja del cuello y comencé a apuñalarle sin detenerme, sonriendo, como lo hago ahora: Me sentía feliz. Él gritaba: ¡Papito! Una y otra vez. Pero vamos, solo fueron unas cortadas, nada como para morirse. Después le arrastré por la arena, agonizante, y le tiré detrás del herbaje, cerca de los pantanos. Tomé una vara y se lo inserté en el ojo derecho. Le bajé los pantaloncillos e intente castrarle como lo hacía a los perros y
gatos de mis vecinos. Pero de pronto, dejé de escuchar sus sollozos, y le vi estático, pusilánime, con la boca entreabierta, ¿y su fulgurosa felicidad, dónde quedó? Le clavé nuevamente la navaja al cuello, pero no logré arrancarle otro grito. Fue ahí qué, por primera vez, el miedo se apoderó de mi y escapé de la playa, acudiendo al mercado para cumplir con el recado que mi madre me había encargado, pues haberlo hecho, no me hace un hijo desobligado.
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Track Jorge Correa
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n el jazz prefiero las baladas románticas, y lentas piezas que me hacen sentir mejor cuando escribo mi mísera alegría o mi nostalgia.
Debo confesar que no soy un erudito en el tema, pero escucho a los maestros con regularidad; sobre todo cuando escribo. A nivel neuronal no sé qué efectos tenga, pero por algún motivo esa música me ayudar a fluir, a soltar la mano, quizá sin mucha técnica pero con la decisión de un púgil fajándose en pleno cuarto round. Cuando la cosa ya entro en calor suficiente, pero aun el cansancio no merma tanto como para dejar de soltar combinaciones. Entonces ocurre, llega un momento en el que me permito ser atrapado por las cadencias y atmósferas emanantes de cada pieza de música, hecho un respiro, hondo y profundo, cierro los ojos y las cosas suceden. En ocasiones la naturaleza del sonido me transporta a los años 50, algún bar de Manhattan donde un trio toca algo de jazz clásico y yo bebo unos tragos de whisky o cerveza; estoy escuchando y sintiendo como todo eso en verdad pasa, que casi pudiera ver acercarse a mí a una mujer con un vestido color durazno (que se moldea perfectamente al contorno y curvas de su cuerpo), pelo lacio, ojos grandes y que con una voz sutil comienza diciéndome: —¿Qué te trae por aquí? —Tú— contesto mientras veo sus labios color carmín, que combinan con su vestido, que combinan con lo que bebo y con la pieza que el grupo está tocando. 20
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—Te he visto antes, pero no vienes muy seguido— y mira mi vaso de whisky. —Quisiera estar aquí todas las noches pero la vida me lo impide— le contesto y simultáneamente veo el camino de sus ojos a mi vaso y el de mi vaso a sus ojos. Ella lo nota y sonríe, pero no apenada, si no coqueta. —No hablas como los chicos de por aquí, ¿de dónde vienes? ¿Del barrio latino? —De donde no te imaginas… —Gracioso… —Hermosa...—me detengo a mirarla un poco más — ¿gustas un trago? —Claro— contesta antes de que termine de pronunciar la palabra ‘trago’. —Harry, un trago igual al mío para la dama. —¡Enseguida George! —Harry siempre está ahí, a veces solo platico con él, me cuenta cómo va el negocio, el clima, o quien es la rata de moda en la política. Harry siempre es muy amable, un gran barman— ¡aquí está, un whisky doble para la dama!. —¿Eres boxeador? —¿Lo dices por la nariz?, pues en alguna ocasión he tenido que dar y recibir golpes pero nunca eh estado en un cuadrilátero. —¿Entonces qué haces? —Escucho jazz y a veces escribo pero no soy ni critico musical, ni escritor; ¿y tú a que te dedicas? —A lo que se te ocurra…
—Harry otro wiski doble para mí, por favor. —Enseguida George- en lo que Harry prepara el trago observo a la chica beber el suyo— ¡Aquí esta! Un whisky doble para el caballero. Después de varias rondas la vida tiene otro sabor. El fluir de las cosas parece aligerarse. Llega el momento donde los muchachos ya están tocandoalgo de Kind of Blue de Miles Davis, o quizás algo de Ballads de Dexter Gordon, yo sigo con mi mujer del vestido durazno. Harry sigue sirviendo más tragos y todo está perfecto. —No tienes que irte si no quieres —me pide la dama, que para ese entonces sé que se llama Violeta— o ¡llévame contigo! —Me sería imposible, ¿Por qué no me llevas tú a donde quieras? Después de eso pago la cuenta, me despido de Harry y le pido que se quede con la propina. Saliendo del bar nos dirigimos al departamento de Violeta, un lugar en un sexto o décimo piso; sé que es un lugar alto porque ver las luces de la ciudad desde su ventana fue todo un espectáculo de pequeñas esferas luminosas como bollas flotando en un océano por la noche, y da sensación de estar varado como náufrago en medio de todo eso. —Querido, solo tengo cerveza ¿no importa?
—Ponte cómodo, voy por las botellas— me siento en un sillón blanco, en una sala amplia, iluminada con un foco que irradia una luz amarilla; de algún modo me hace sentir en un hogar, cálido e íntimo. Desde la cocina Violeta pone algo de Paul Desmond, y regresa con las botellas para sentarse conmigo en el sillón blanco que queda frente a la ventana y el espectáculo de luces. Después de un rato Violeta esta acostada sobre mi pecho, solo ahí, sin decir ni una palabra y de algún modo la siento vulnerable, como un pajarito postrado en un nido sobre la copa de un almendro. Violeta me besa la mejilla y yo giro mi rostro hacia ella, estamos cara a cara, cada vez más carca, pero justo en esos momentos —a veces pasa que— todo se disipa de una manera repentina y brusca con un: ¡¡Jorge, te vinieron a ver!! o algo por el estilo; podría ser mi amigo Marco o los de la tienda de crédito, como sea; así es que regreso al mundo real, veo a mi alrededor y estoy en mi recamara, por mi ventana no se ven las luces de Manhattan (que en persona no he tenido el gusto); la vista que hay es la de mi vecina colgando la ropa de su lavado sobre un tendedero de soga y entonces sé que el día transcurrirá y seguramente tendré que aguardar hasta la noche o algún otro momento de intimidad para poder sentarme, reproducir un buen disco y sumergirme en mis asuntos del bar, de pedirle un trago a Harry y ver a Violeta acercarse a mí.
—Mejor.
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Des-Enlace José Martín García Campos
"Los primeros incidentes graves en torno a la aplicación de la prueba ENLACE han salido ya a la luz pública, esto tras ocurrir un grave suceso en el municipio de Zacapu, donde un grupo de docentes enardecidos quemaron parte de las pruebas que se aplicarían a estudiantes de la región. Esta circunstancia vino a echar abajo la declaración que el martes hiciera en el municipio de Chilchota el Secretario de Educación, Jesús Sierra, quien indicó que no había incidentes mayores en los tres días de la aplicación de la prueba." 5 de junio del 2013
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ues, quemaron todas las pruebas, Secretario, así nada más— me dijo Ruiz sudando a chorros. —Cómo que así nada más, no ves que acabo de decir que no ha pasado nada —tomé un poco de agua—. Si ya sé que fueron los de la CNTE, Ruiz, ¿por qué quieres protegerlos? —pregunté parándome de mi cómodo asiento acolchonado. —¡No, no! Para nada, Secretario… Vi a mi empleado directamente a los ojos intentando sacarle más información. Su camisa de manga larga estaba empapada, sus pupilas no me decían nada. —Ya, abre la ventana, está haciendo un chingo de calor, te estás derritiendo cabrón y esto parece un interrogatorio— ordené mientras tomaba el vaso con agua que reposaba en mi escritorio. —Qué pinche calorcito, ¿no cree, Secretario? —Qué pinche confiancita, ¿no cree, Ruiz?... No vuelva a decir groserías en esta oficina, cabrón.
—Sí, sí… Secretario— titubeó. Quién me manda a estar con estos problemas, pudiendo estar en Cancún tomándome unas cervecitas. Deja tú los problemas, las personas que provocan esos problemas: los maestritos de Michoacán. —¡Ya! deje de hacerse pendejo, ¡dígame de una vez la razón por la que quemaron las pruebas o está despedido! —Pero que no ha visto las marchas que hacen a cada rato quejándose de sus problemas, y todavía pregunta que por qué las quemaron, si usted ya sabe… Pinches marchas, ¿cuáles serán sus problemas?, de seguro el dinero, para qué quieren dinero si sólo se hecha a perder uno con eso. —Mira, Ruiz, primero, pásame el Torres 20 que está detrás de ti, luego nos servimos y me platicas exactamente lo que sucedió, y por favor, deja de hacerte güey, si cuando llegaste me dijiste que venías de Zacapu. Suspiró. —Ah, qué Secretario; bueno, sólo porque es mi jefe y tengo familia que alimentar. Le delatripa: narrativa y algo más, No. 24, Abril 2016
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voy a contar, pero va quedar más decepcionado de lo que está. —No creo; ya, suelte la sopa. Tomó la botella que estaba recargada en un taburete, se sirvió un brandy, me sirvió y empezó a hablar: Estaba esperando en la entrada de la primaria a que fueran las diez de la mañana, pues como sabe, a esa hora se iba a aplicar el examen. Veía cómo pasaban los niños, todos observaban las dos cajas de cartón que estaban a mi lado, los profesores me dedicaban sonrisas, me saludaban, en fin, era una mañana tranquila hasta que justo diez para las diez, llegaron tres hombres y se sentaron a mi lado.
No podía permitir que las vieran, ni las tocaran, ni nada, pues tenían que llegar intactas a los pupitres de los niños según sus ordenes y conocía bien las mañas de esos cabrones. —No, pues eso no va ser posible, son órdenes del Gobierno, no puedo dejar que nadie las vea hasta las diez de la mañana— dije con mucha seguridad. —Pues faltan cinco minutos, haga de cuenta que sólo llegamos temprano a hacer la prueba, ¿verdad?— dijo García viendo a sus compañeros. Me sentía desprotegido, eran tres contra uno, intenté pararme, pero Velasco me sentó de nuevo con un simple movimiento de su mano.
—¿Usted es el que va aplicar las pruebas?— preguntó el más alto de todos; tenía una barba dispareja, la nariz chueca y un aliento a alcohol barato.
—No va ir a ningún lado hasta que no veamos la prueba…
—Así es, ¿con quién tengo el gusto? — saludé esperando a que se fueran de inmediato.
No podía hacer nada, bueno, al fin y al cabo, qué tenía de malo que vieran la prueba un poquito antes.
—Mi nombre es Severiano Martínez, éste que está a mi derecha es Julián García y este otro es Antonio Velasco. Observé a los otros dos, Julián era bajo, de bigote finito, con orejas grandes y con un sombrero café como el de los detectives; Antonio era el más atlético, aunque casi no tenía cabello, pero lo recompensaba con sus brazos.
—Ya déjense de cosas, abre la caja y pásame una de esas chingaderas— ordenó Martínez.
—Tome… Severiano sostuvo en sus manos la serie de cincuenta hojas de una de las pruebas, la hojeó por un momento.
—Yo soy Heriberto Ruiz, ¿en qué puedo ayudarles?
—Hay que ver qué chingados les preguntan… veamos, historia, pregunta uno… pongan atención muchachos ¿Quién estaba a la derecha de Miguel Hidalgo al dar el grito de Dolores o de Independencia?
Los tres se me quedaron viendo por unos segundos.
Los tres se quedaron viendo la pregunta, asentían muy confiados, estaban a punto de reír.
—Mire, señor Ruiz, nosotros somos los supervisores de la CNTE en esta zona, y pues tenemos que darle una checada a la prueba, usted sabe— dijo Velasco rascándose la barbilla.
—¿No es de opción múltiple?— preguntó Velasco seguido de las carcajadas de sus compañeros.
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—No seas pendejo, Toño, para qué ocupas opciones si la respuesta está bien fácil— alegó García. —¿Quién estaba? -Pues, Morelos, ¿quién más?, qué pendejo estás, hasta da pena que haya maestros como tú- respondió García tocándose su bigotito. —Bruto es otro, cabrón, voy a pasar a creer chingado, cómo que no saben la respuesta, por eso nos dan tanta mala reputación en la televisión— aseguró Severiano. —Pues ya dinos si tanto sabes… —Pues estaba a su lado… estaba a su lado… ah, el cabrón éste… el de la albóndiga… ya saben quién. —Ah sí cierto, ¡El Pípila!, el prieto ese… ¿si era ése el que estaba a su lado?— cuestionó Velasco viendo seriamente a su compañero. —Pues claro que estoy seguro. —Severiano apretó los dientes—. Saben qué, déjense de mamadas, para no estar con la duda, hay que quemar estas chingaderas, así no quedamos en ridículo. Órale Velasco, traite las cajas y ahorita les prendemos fuego.
Me quedé viendo a Ruiz por unos segundos. Sus lentes cuadrados, su cabello chino y pequeño, su sudor incesante; volví a repetir su historia en mi cabeza, le di vueltas al asunto, hasta que decidí hablar. —Casi me hace pendejo Ruiz, pero casi, cómo usted fue a creer que me iba tragar semejante estupidez… que quemaron la prueba por brutos, ¡la quemaron por pinches revoltosos!, no hay de otra. ¡Sálgase de mi oficina y no vuelva más cabrón incompetente! —Pero, Secretario, si es la puritita verdad. —¡Que se largue! Sujetaba con fuerza el vaso con brandy que tenía en mi mano mientras veía como Heriberto salía de mi oficina con la mirada cabizbaja. Respiré profundamente, esperé a que cerrara la puerta, saqué mi celular, me metí a Google y me puse a buscar quién chingados había estado a la derecha de Miguel Hidalgo al dar el grito de Dolores.
Antonio tomó las cajas que estaban a mi lado, no podía hacer nada, si me rehusaba igual y yo no estaría aquí contando esto, y pues ni modo, las quemaron. Así fue como sucedieron las cosas…
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Diario de campo Jorge Correa
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orantes observa y analiza con detenimiento, y suma dedicación, la no escasa, pero tampoco extensa colección de libros de Farid. —¿¡Ya mero!?— grita Dorantes a Farid, que en ese momento se está dando una ducha, mientras con un dedo recorre una pila de libros buscando uno que se le haga familiar o que ya haya leído antes. —¡Ya casi, espera!— contesta Farid desde la regadera. —¡Yo igual leí Rayuela!— grita ella desde la sala mientras sostiene el libro mencionado. —¿¡Qué!?— por la distancia y el sonido del agua Farid no alcanza a escucharla con claridad. — ¡Nada, YAAPURATE!— y regresa el libro, y sigue buscando libros conocidos. Farid termina de ducharse, se viste y va hacia la sala, donde la encuentra dedicada a mirar libros; está tan concentrada que no se percata de la presencia de Farid en la sala, a pocos pasos de ella. Farid saca una pequeña libreta del bolsillo trasero de su pantalón y justo cuando estáa punto de anotar algo, Dorantes nota su presencia. —¿Qué haces…?— pregunta frunciendo el ceño. —Nada…— y discretamente regresa la libreta a su bolsillo. —Ya sé que ahora no haces nada, me refería a qué tanto hacías en la regadera que tardaste mucho. —Disfrutaba la ducha, lo siento— contesta sonríente y alzando los hombros. 28
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—¿Por qué no me habías dicho que te gustaba la literatura?; tienes muy buenos libros. No he leído todos pero se ve que son muy interesantes… me gusta hablar con personas que leen, siempre tienen de que platicar y son muy creativas, además tienen mucha cultura. —No he leído todos; ¿qué hora tienes? —Las seis.Vamos, ¡ya quiero estar ahí!, traje mi cámara para tomar muchas fotos. —Sí, sí, espera un momento, me faltaron los dientes— Farid regresa al baño, ahí saca de nuevo su libreta que en la portada dice, marcado con plumón negro permanente, notas para diario de campo y anota: 22 de enero del 2015 / 6:02 pm Dorantes estaba mirando, con un oficio peculiar pero algo torpe, los libros exhibidos en una mesa de mi sala. Tales libros fungieron como elemento detonante, despertaron un notable interés en ella, a tal grado de no percatarse de mi presencia por su concentración. Dorantes afirmó que prefiere amistades o desenvolverse en un círculo social de lectores, pues a su percepción son personas más interesantes por su nivel cultural. Parece ansiosa por llegar a un bazar de arte. Me interesa saber cómo se comportará en su ambiente o hábitat natural, donde con seguridad interactuará con mismos de su tribu urbana. En ése sitio pienso recolectar información acerca de los conceptos que estos tengan del arte, la cultura y las ciencias. Por lo pronto seguiré en mi labor de amigo falso o infiltrado para seguir copilando datos cada vez más específicos.
La tinta Manuel Crespo
N
i poco interés por la lectura. Ni su analfabetismo literario. Ni las malas notas de cuarto año. Nada ni nadie le quita de la cabeza sus nuevos ideales. El niño futbolista sueña con ser poeta (como esos que no existen). Él ya piensa como los poetas, ya observa como poeta. En sus recuerdos emergen palabras rompecabezas. Bitácoras incompletas. Rastros de un amor que tuvo o que se imagina que tendrá. Sus pequeños pasos son lentamente imaginativos. Todo lo que mira lo convierte en poesía. Si es un voceador gritando las primeras notas del día, quiere decir que declama algún poema. Si es un claxon desesperado por la llegada tarde al trabajo, es sin duda alguna canción inédita con letra de Juan Gélman. Si es un payaso sin chiste, de seguro está convirtiendo un globo cualquiera, en flor. Si es una mujer hermosa con una linda sonrisa, es de nombre norita y él lo complementa; a norita modelo. Si es un policía dirigiendo el transito, probablemente, es un dragón muerto en manos de un pájaro azul. Si es una viejita cruzando la calle con el semáforo en rojo, es la tía chofis. Si es otro poeta. Entonces, camina de prisa, pues su narcisismo inconsciente no quiere comparaciones ni influencias.
II En el desayuno. Bebe café con leche. Devora todos los panecillos de la mesa. Mamá le pregunta ¿De seguro reprobaste español?, Sí responde de inmediato con altanería. Papá interrumpe premeditadamente una discusión,
ya de todos los días. Se sabe que a mamá no le agrada la idea de que el niño futbolista quiera ser poeta.
III En el almuerzo. Observa con minucia como papá tararea una melodía cursi y fastidiosa a mamá. En tanto, una tarántula despistada cae en el licuado de abuelito. Como sus hojas sueltas transcriben el nombre de norita modelo en la sopa de letras (el tiempo transcurre). Papá y mamá se besan. Abuelito bebe el licuado de plátano con avena y rajitas de tarántula. El gato duerme plácidamente debajo de la cama. El televisor informa los últimos acontecimientos del día "todos los cari políticos se han extinguido". La gente se desborda de emoción y celebran su libertad con versos al aire. Todo es algarabía en el pueblo.
IV Suena el teléfono. Es norita que le llama para felicitarlo por el poema que le dedico en clase. Mamá interrumpe. Galletas y café con leche para la cena. Algo nostálgico deja caer un suspiro y cuelga el teléfono. Se recuesta. Trata de dormir lo antes posible pero ni los borregos poetas, ni los gatos poetas, ni los mismos poetas, ayudan al insomnio del niño futbolista. Observa un rato la foto de norita para contemplar sus ojos negros. Y luego escribe "Un beso de norita modelo, dos besos de norita modelo, tres besos de norita modelo" y cae plácido en su nube terrestre.
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Sentencia Gema Cerón
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ue en defensa propia— dije.
—¿Defensa propia?, ¿cómo es posible eso? Usted actuó con alevosía y ventaja. —No… así no fueron las cosas.— Rompí en llanto, cubriendo mi rostro con las manos. —Entonces, explique la saña con la cual fue tratado el cadáver de la señora Altamirano. —Yo…no lo sé. No recuerdo todo con claridad. Sentía mis manos temblar y la voz quebrada. —¿De modo que ahora quiere alegar locura temporal? El fiscal se dirigió al juez. Intentaba convencerlo de mi culpabilidad. Yo sólo podía escuchar frases entrecortadas, lejanas, difusas. Pensaba en las razones que me orillaron a cometer aquel crimen. Cuatro años de matrimonio teñidos con sangre, ¿quién lo hubiera imaginado?. Recuerdo el día de mi boda y ese hermoso vestido blanco. ¡Nunca me sentí tan dichosa!, como princesa en cuento de hadas. ¡Qué decir de Rogelio!, tan guapo, con ese frac negro, corbata de moño y sus ojos marrones mirándome embelesado. Todo era perfecto, hasta que Rogelio decidió que debíamos abandonar la casa para vivir con su madre. "Así le harás compañía y te cuidará cuando nazca el bebé. Mi viejita es un ángel, estarás muy contenta". Al principio no quise, pero sabía lo importante que era para mi esposo y acepté. Imaginaba sencillo convivir con mi suegra ¡cuán equivocada estuve!.
Eugenia Altamirano era una arpía. Mientras Rogelio estaba se deshacía en mimos y palabras cariñosas. Cuando él trabajaba, surgían los problemas. Nada era suficiente, mis esfuerzos nunca eran valorados. Con el pretexto de su diabetes me ponía a limpiar la casa, lavar los trastes, la ropa sucia y hacer las compras. Cocinar era su única tarea. "Rogelio ama mi sazón. Además, no sabes guisar y podrías envenenarnos a todos", repetía constantemente. No importaba cuántas actividades realizara en casa. De cualquier forma, ella hacía creer a Rogelio que nunca le ayudaba. Él siempre la defendió. Después de todo, estábamos de arrimados y era mi deber auxiliar a su madre por la enfermedad. Al nacer mi hijo, se encargó de mantenerlo alejado. Ni siquiera pude amamantarlo. Cuando lo abrazaba, corría presurosa a quitármelo, no quería que el niño se acostumbrara a mis brazos y me impidiera realizar quehaceres. Ella podía sostenerlo cuanto quisiera. "Las abuelitas estamos para consentir y tenemos más experiencia". Entonces vino el recorte de personal, Rogelio perdió el empleo. Conseguí trabajo en un Maxicarne como encargada y me tocó hacer frente a los gastos. Aprendí a usar el molino de carne y las hachas para realizar algunos cortes, pues yo capacitaba al personal de nuevo ingreso. No planeaba un nuevo embarazo pero sucedió. Eugenia envenenaba lentamente los pensamientos de mi esposo. "Sabrá Dios si aquel chiquillo es tuyo, con esos turnitos extra y lo tarde que regresa". La tensión era de esperar, los celos de Rogelio estaban al límite. delatripa: narrativa y algo más, No. 24, Abril 2016
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Comenzaba a pensar que todo sería mejor cuando mi suegra falleciera, pero era una mujer fuerte. El médico siempre decía que gozaba de inmejorable salud, a pesar de su padecimiento. Para el tercer cumpleaños de mi hijo Carlitos, Rogelio lo llevaría a la feria de Xmatkuil con su hermanita, de apenas seis meses. Para ese entonces, pensaba que tal vez Eugenia podría desaparecer misteriosamente y dejarme en paz. Así que urdí un plan. El día del paseo, programé un inventario y retiré a todos temprano. Mi suegra estaría sola, descansando. Llevé algunas herramientas del trabajo a casa. Le vi dormir plácidamente. La rabia contenida durante aquellos años me dio valor. Primero usé el cuchillo. El hacha fue para partirla en trozos y dar de comer a sus perros. Debía darme prisa, limpiar la escena antes que
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Rogelio volviera. Algunas partes, de las cuales no pude deshacerme, las empaqué con cuidado. Regresé al trabajo y las metí en el molino. Ese día llegué a casa más tarde de lo habitual. Me sentí aliviada, los problemas se esfumaron. ¿Cómo podría explicarlo?, yo sólo quería alejar a mis hijos de aquella bruja. Liberar a Rogelio de su mala influencia. Salvarme de sus reproches y humillaciones. ¡Cuántas veces anhelé huir y empezar de nuevo!. Amaba a mi esposo, pero estaba harta de escuchar que su madre era perfecta, incapaz de cometer alguna injuria. Sumida en mis recuerdos, no escuché con claridad la sentencia. Al parecer, jamás podría ver a mis hijos, esto me derrumbó. ¡No podía creerlo!, ¿por qué me condenaban?, la víctima era yo.
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Reencuentro de dos almas Judith Almonte Reyes.
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nolvidable esa cálida noche de verano del año 1991, cuando sus miradas se cruzaron por primera vez. Para él, ella siempre será su dulce niña y para ella, él será su flaco… eternamente, divina coincidencia ante la majestuosidad del amor.
Recuerdos imborrables que permanecen intactos en sus memorias, impregnados de poesía con esos matices de libertad en cada diminuto detalle que se convierten en gigantescas anécdotas que nos llevan a conocer una bella historia de amor. Comparten una complicidad bilateral, sueños, alegrías y esa admiración mutua que todo ser humano necesita para emerger de la profundidad de sí mismo, con la certeza y la permanencia de una sonrisa eterna, de que un verdadero amor nunca muere; creo que se fortalece a pesar de las circunstancias… ironías de la vida. El aroma de antaño, las calles recorridas evocan el retorno al reino feliz de su infancia, de ellos que se aman; sus corazones habitados por la esperanza, la ilusión y ternura... La gloria de sus besos permite cautivar la grandeza de sus almas.
No todo está dicho. La vida se encarga de mostrar las mejores lecciones, muchas veces difíciles de creer; estas almas se reencontraron veintitrés años después y lograron reconocer su esencia, su amor permanece aún en sus latidos… ambos jamás lograron olvidarse. La luz que irradia cada uno ilumina la existencia del otro, son el complemento perfecto de esos seres que nacen para amarse desde siempre… su pertenencia es admisible; sí existe el amor genuino, el amor incondicional, cuando sabes que tu primer pensamiento es para esa persona con la cual anhelas vivir esa ambivalencia que te lleva a la debilidad, y a la vez significa esa fortaleza de saber que existe alguien en este mundo que es tu alma gemela. Gratitud al Dios benévolo que permitió este maravilloso reencuentro por un amor que perdura, y entiende que sus tiempos son los ideales para llevar a la plenitud de la manera más sublime su lealtad y devoción.
El tiempo y el reloj nos delatan un destino irremdiable asiduo de lo absurdo, una existencia condenada a la remembranza a través de los años; al desasosiego por no entender los designios de la vida, por la fugacidad de los mejores momentos tatuados en sus mentes.
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Tránsfuga José Trinidad Aranda Aranda
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o sé cómo sucedió. Sólo recuerdo que nací en el corral y aprendí a beber la leche de mi madre inmediatamente. El instinto me indicaba que tenía que golpear las ubres con la frente para que ella las dejara llenarse de una tibia y dulce leche que era una delicia, al igual que las caricias del pastor que se ocupaba de todas las ovejas, pero a las pequeñas nos consentía más. Siempre estaba pendiente de nosotros y cuidaba que mamá no se alejara mucho para que pudiéramos alimentarnos a tiempo. Yo sabía todo esto aunque no entendía su manera de hablar, no entendía las palabras pero sí sus emociones cuando se ponía a cantar mientras nos llevaba de un pastizal a otro. Me encariñé con él. Sin saber por qué, cuando me miraba a los ojos me daba la impresión de que nos entendía, que sabía lo que sentíamos y por eso nos cuidaba de la manera como lo hacía. Transcurrió el tiempo y empezamos a comer pastos y otros alimentos que cariñosamente nos daba, pero ya no estábamos todos. Me di cuenta de que algunos compañeros salían del corral y nunca más regresaban. Se presentían cosas, algunas veces cuando entraba el pastor nos invadía una sensación extraña, pero no adivinábamos de qué se trataba. Un día soleado vino por mí y me llevó a una parte del rancho que yo no conocía y que me hizo sentir temor. Antes de que pudiera saber la razón de mi miedo sentí que me ataron las patas traseras y de un tirón quedé colgando boca abajo.
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La sangre se agolpaba en mi cabeza y sentía dolor. Cuando quise gritar, vi que en el extremo de su mano derecha algo brillaba. El brillo se acercó a mi cuello, y dejó de ser visión para convertirse en una horrible sensación que seccionaba mi piel y otros tejidos. Mis músculos estaban muy tensos, y por el miedo y el odio que instantáneamente sentí hacia el pastor, lo miré a los ojos por última vez y sucedió: ¡Apreté los músculos de mis extremidades delanteras y cerré los ojos con la fuerza de toda mi rabia e impotencia juntas; al abrirlos vi que con mi mano derecha casi rompía el mango del cuchillo, mientras atravesaba con él la tráquea del borrego! En su mirada, que iba apagándose, pude distinguir el alivio de regresar al orden de las cosas, y entendí por qué el pastor sabía muy bien lo que sentíamos. No era yo el que moría colgado boca abajo, sino el pastor en su ser y forma original, al cual alguna vez yo también regresaré una mañana, cuando me toque sacrificar a la oveja que más quiera.
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Lizet O un viaje de hora y media JC Valdovinos
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esde que Joel llegó a la terminal de autobuses le atrajo una chica. Tendría unos 20 ó 21 años; la vio de reojo cuando pasó a comprar su boleto, pues tenía prisa por llegar a Acapulco. Pidió en el mostrador uno para el próximo autobús, y una vez comprado el ticket se fue a sentar exactamente frente a la chica; sacó su libro y se dispuso a leer mientras esperaba los quince minutos que restaban para abordar el autobús. Disimuladamente, de su mochila sacó una cerveza que destapó, la cubrió con una servilleta y le dio un gran sorbo. Antes de llegar a la terminal se había comprado un six, ya que la noche anterior había ido al famoso jueves pozolero con unos amigos y se bebió varios mezcales. Ella vestía una falda cortita de tela plástica color negro, unas botitas con estoperoles, una blusita con encaje, tanto en el pecho como en los hombros, y una bolsita coqueta. Se concentró en la lectura y de vez en cuando le lanzaba una mirada por encima de los lentes. Ella, inquieta, trataba de atraer su atención: ya sea abriendo las piernas y dejando ver su tanguita color verde-agua, o levantándose, intentando que sus miradas chocaran, mientras ella sonreía coqueta, con malicia en los ojos. Era una joven muy hermosa: tenía el cabello rizado color negro azabache, un cuerpo bien delineado que resaltaba con su atuendo, sus ojos y labios cuidadosamente pintados, unos dientes blancos de sonrisa perfecta, una piel trigueña deseosa de ser tocada. Por los altoparlantes, se escuchó el anuncio de la salida del autobús. Cerró su libro, lo acomodó en su mochila, no sin antes lanzarle una 44
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última mirada a manera de despedida silenciosa, mientras sostenía la cerveza que estaba en el asiento contiguo y se encaminó al andén donde se encontraba el autobús. Subió y buscó un asiento de su agrado, acomodó la mochila en la parte superior y se sentó de lado del pasillo; se dio cuenta que casi no había pasajeros en ese autobús, pues subieron unos ocho que se acomodaron en los asientos delanteros. Le dio otro sorbo a la cerveza y cerró los ojos mientras esperaba el momento de partir, y ver qué película pondrían en el sistema de pantallas del autobús. Recordaba cómo la noche anterior sus amigos y él, entre mezcal y mezcal, se habían puesto al tanto de esos casi diez años de no verse, cuando escuchó una voz cerca de su oído que decía: "¿Me das permiso?" Abrió los ojos sorprendido, pues sabía que había muchos asientos como para que alguien quisiera sentarse a su lado. Era la chica que estaba sentada frente a él en la sala de espera, la dejó pasar, oliendo su perfume y el aroma de su cuerpo. Ella se acomodó junto a la ventanilla, corrió la cortina para ver hacia fuera del autobús, como si se fuera a despedir de alguien, pero no vio a nadie que la despidiera ni que estuviera con ella en la sala de espera; el autobús arrancó y ella cerró la cortina al mismo tiempo que preguntó: —¿Me invitas una cerveza? No sé cómo se dio cuenta que llevaba más de una cerveza, quizás porque la mochila se veía pesada. Joel estaba sorprendido, en automático respondió Sí, mientras se levantaba del asiento para alcanzar su mochila, bajarla y ponerla en el asiento de adelante, de dónde sacó una lata
la destapo y se la dio. Mientras ella la acercaba a sus labios para beber un trago, el autobús dio un salto, lo cual provocó que el líquido se le tirara mojándole la barbilla, el cuello y el encaje de su blusa, e hiciera espuma al contacto con la tela. Por inercia, Joel imaginó acercársele y sorber la espuma, el perfume y el sabor de su piel juntos. Cuando la vio a los ojos, pareció que ella había escuchado sus pensamientos y con su sonrisa perversa le dijo: —¡Hazlo! Acto seguido y obedeciendo la orden, se inclinó y sorbió la espuma que había caído en su blusa, subió por el cuello haciendo que su piel se erizara al contacto de sus labios y lengua, siguió por la barbilla hasta fundirse en un beso lleno de deseo que se prolongó unos cinco minutos en donde sus lenguas esgrimían un "yo acepto lo que sea y donde sea". Joel se sentó, dio un largo trago a la cerveza hasta que le vio el fin, mientras ella preguntaba: —¿Sorprendido? —Sí, no esperaba que te subieras a este autobús. —Ja ja ja ja ja ja ja, desde que entraste te estuve viendo, pero por más señales que te hice, no te acercaste, y cuando vi que tomabas el mismo autobús me dije: Me voy a subir al último y lo voy a sorprender, ja ja ja ja ja ja ja, ¿te gustó? ¿a qué te dedicas? —Soy escritor. —Ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja… No te creo, no pareces escritor, pareces más guarura que otra cosa, ja ja ja ja ja ja ja. —Bueno, soy guarura ¿y tú cómo te llamas? —Lizet y estudio la carrera de periodismo ¿y tú cómo te llamas?
—Joel y soy guerrerense, aunque parezco más chilango, soy de Zihuatanejo. —Ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja, no te creo, no tienes acento de guerrerense, yo soy de Playa Ventura ¿conoces para allá? —Sí, he ido unas tres veces. —Pues de ahí soy, pero estoy estudiando aquí en Chilpo, ahorita voy a Acapulco y de ahí me voy a Playa Ventura a ver a mi familia, pero digamos ¡salud! Joel estiró el brazo para alcanzar la mochila donde estaban las demás cervezas y cuando se levantó, maliciosamente ella le dio una nalgada, la cual festejó con una carcajada; abrió la cerveza y dijeron salud. Ella se puso la cerveza entre las piernas, Joel vio como la lata quedaba separada de su piel sólo por la tela delgada de la tanga. Apretó la lata con las piernas y lanzó un pequeño grito de satisfacción. Joel no dejaba de ver todas las acciones. Ella tomó su mano al mismo tiempo que le dijo: —Mira cómo me dejo frías las piernas—, mientras llevaba la mano al lugar donde había puesto la lata. Empezaron otra vez a besarse con muchas ganas mientras él, hábilmente, movía su mano sobre la tela de la tanga, y ella entreabría más sus piernas. Para ese momento, Joel ya estaba muy excitado y se notaba el bulto en su pantalón. Le subió la blusita y desabrochó el sostén para liberar esos pechos juveniles que estaban ya con la piel chinita y el pezón totalmente erguido. Sin esperar, empezó a succionarlos y mordisquearlos con maestría para hacerle sentir más placer. Ella se dejaba llevar. Así estuvieron un buen rato hasta ser interrumpidos por una señora que iba hacia el baño. Lizet se bajó la blusa hábilmente y acomodó la falda mientras la señora pasaba, cada quien tomaba delatripa: narrativa y algo más, No. 24, Abril 2016
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de su cerveza y dirigían la mirada hacia el monitor donde pasaban una película que ya habían visto ambos, pues en esos camiones parece que siempre pasan las mismas. Cuando la señora salió del baño, Lizet con toda cachondería —y después de darle un trago de cerveza boca a boca— le dijo al oído: ¿Lo has hecho en el baño de un autobús? Al separarse de él, se pasó la lengua por los labios, mientras se levantaba de su asiento y tomados de la mano se dirigieron al baño. Él no decía palabras, sólo seguía el movimiento de esas caderas juveniles que lo tenían hipnotizado, esa cabellera ondulada y negra que casi llegaba a la cintura y el olor a perfume que emanaba de ese cuerpo. Ella abrió la puerta que separaba el pasillo de una especie de cafetería que divide el baño de hombres y el de mujeres y ahí recargados estuvieron besándose unos cinco minutos más, mientras el deseo en ambos crecía tan desmesuradamente, que Joel sentía sofocarse. Lizet abrió la puerta del baño de hombres y se metió seguida por Joel, quien no lo podía creer, todo había pasado muy rápido, ella parecía seguir un guion ya estudiado cuando ambos estaban dentro del baño, tomó una toallita de papel, bajó la tapa del pequeño inodoro y se sentó en ella. De la bolsa de su faldita, Lizet sacó un preservativo y después de abrirlo, se lo puso en la boca. Joel estaba realizando uno de sus sueños, ya que todo lo que Lizet hacia le parecía como un deja vu, que él en algún lado ya lo había escrito o soñado, o lo había vivido. En eso pensaba, cuando ella le desabrochó el cinturón y los jeans, bajándoselos hasta las rodillas, quedando completamente al descubierto. Lizet lo rodeó con sus brazos y agarrándolo de las nalgas lo fue atrayendo sobre su cara hasta que el preservativo quedó completamente puesto. Lizet le lanzó una mirada para que siempre ese 46
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recuerdo le quedara grabado en su memoria. Se subió la falda, se quitó su tanguita color verde-agua que mostraba una línea de humedad exactamente donde quedaba su sexo y se volteó dejando ver sus exquisitas nalgas al aire. Por lo reducido del lugar, Joel quedó a la distancia correcta mientras ella tomó su miembro y lo introdujo en su sexo. Con la otra mano, lo atrajo agarrando su nalga y marcó el ritmo de las acciones: primero lento, luego rápido, después lento, más rápido, más rápido, más rápido, hasta que los dos estallaron al mismo tiempo. Lizet se quedó en la posición, mientras Joel sintió cómo el interior del sexo de ella vibraba y apretaba cada vez que él quería salir. Así estuvieron un rato hasta que ella se volteó y le sonrió con una sonrisa de satisfacción al haber logrado lo que deseaba. Mientras Joel se limpiaba el miembro con las toallitas que hay para las manos, ella le ayudó a subirse el pantalón y abrocharse el cinturón. Se dieron un largo beso, mientras ella se acomodaba la faldita, la blusa y el sostén. Ella abrió la puerta al momento que lanzó un ¡uuufff! y Joel la tomó de la mano. Salieron del baño escurriendo sudor, abrió la siguiente puerta y el aire acondicionado les golpeó de lleno en todo el cuerpo. La rodeó con sus brazos por el cuello como queriendo cubrirla del aire frío. Llegaron a sus asientos y Joel sacó dos cervezas, destapó una y se la extendió a Lizet, destapó otra y al mismo tiempo que las chocaban, dijeron salud. Ambos dieron un largo trago. Lizet se recargó en Joel para acurrucarse entre sus brazos, y así permanecieron por lo que restaba del camino, dormitando, pues todo estaba dicho. Al pasar la última caseta, Lizet se despertó y comenzó a retocarse el maquillaje. Acomodó su pelo y su ropa, mientras cantaba bajito una canción, Joel como no queriendo despertarse
por completo, le dio un sorbo a la cerveza que aún tenía en la mano y volvió a cerrar los ojos. No habían pasado cinco minutos, cuando ella le dio un beso y le anunció que bajaría en Las Cruces. Joel no salía de su modorra, cuando ella ya lo estaba saltando para salir al pasillo al mismo tiempo que le dio un largo beso. El autobús estaba a punto de detenerse, y mientras por los altavoces el conductor preguntó si alguien bajaría, ella interrogó:
—Yo creo que sí, respondió. —Bueno, mientras ten… te la dejo de recuerdo, cuando nos veamos me la regresas. Y sonriendo, corrió para bajarse del autobús. Joel se asomó por la ventanilla y observó cómo bajaban la maleta al tiempo que ella lo veía, cuando sus miradas se cruzaron ella le envió un beso y le dijo adiós, en tanto que el autobús seguía su camino.
—¿Crees que nos volvamos a ver?
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Lectores de poesía mexicana: gustos y recomendaciones Adán Echeverría Un autor no leído es un autor víctima de la peor censura: la de la indiferencia. Octavio Paz
Primer Fragmento. Una pequeña encuesta El 1 de abril de 2016, luego de una enorme campaña de egos y súper egos respecto de la poesía mexicana contemporánea y sus animadores, desatada en las redes sociales, en especial la de Facebook, tuve a bien leer el comentario que la compañera poeta Mavi Robles-Castillo posteara, y que entre otras cosas decía algo como esto: "Hay un problema grave con la poesía mexicana, más allá de que gracias a la moda de los slams ahora parecen más merolicos que poetas, hay demasiados. México es el país con más poetas, según las redes, es decir, cualquiera dice soy poeta; eso sí, pocos o casi ninguno pueden defender su poema con el poema mismo, hacen todo tipo de aracles en el escenario que distraen del texto mismo, cuya calidad es regularmente mala; si fuese buena, esos aracles excesivos no serian necesarios". Ya Malva Flores en el prólogo de su libro La culpa es por cantar, señalaba que pocos son los poetas que aun gustan de leer sus poemas sentados tras de una mesa, a los que denominó "poetas de mantel". Y uno tiene que recordar, que claro que la poesía es oralidad, claro que la poesía debe ser contada, cantada, gritada a los demás, a los oyentes. Pero desde hace algunos siglos se tuvo la fortuna de desarrollar los procesos de imprenta, el lenguaje que había pasado de la oralidad a guardarse en otros tipos de papeles —papiros, pieles, telas—, pasó a ser difundido de manera masiva por las imprentas vía los libros, folletos, periódicos, revistas, panfletos. Este 2016 continuamos mirando cómo esas nuevas tecnologías nos arrebatan la mirada, y nos 54
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permiten ver que la poesía va tomando nuevos rumbos, se va expandiendo en nuevas formas; pasa del papel impreso al papel imaginario de una serie de programas, en el que el mismo romanticismo nos representa la simulación de una hoja de papel en los procesadores de textos, un espacio para poder asentar los caracteres mediante un teclado, o mediante el dictado por medio de la voz. Pero a pesar de que esta era digital, que empezara a finales del siglo XX, permite un mundo diferente de soportes técnicos y tecnológicos que día a día se van descubriendo y en los cuales la creatividad y la ciencia computacional serán los límites, el resultado continúa siendo la transmisión de conocimientos. Voces, videos, sonidos, imágenes, figuras que se mueven, se han vuelto el medio por el cual el lenguaje se transmite. Algunos pensamos aún, que esas nuevas formas de expresión artística, que permiten la mezcla visual, sonora, e incluso táctil, y se presentan como poemas, no necesariamente lo son, dependerá del valor estético que queramos asignarle. Definitivamente el consumo multiplataforma nos permitirá acercarnos a esas nuevas tendencias, valorarlas y validarlas, e incluso comenzar a degustarlas para compartirlas con otros contactos, por medio de las redes sociales en que nos desenvolvemos día con día. Pero también es cierto, que a pesar de todo lo bueno que uno puede encontrarse en la red, de igual manera, podemos encontrar, —y nos encontramos— con posturas egóticas más que estéticas, amparados en esa situación necesaria de "No necesitar la validación del otro sobre nuestra expresión", que en un principio es una idea muy sana, pero que tampoco nos da derecho para despreciar a pie juntillas los
bastantes años de tradición artística y literaria que nos ha precedido. Es singular la postura de aquellos que dicen: "Yo no leo escritores muertos, solo me deleito con los escritores que están vivos y con los que puedo, incluso, intercambiar mi trabajo. Valoro a esos nuevos artistas, nuevos poetas que se arriesgan en los nuevos materiales, las nuevas formas, las nuevas tecnologías. Y por eso no leo el Canon, ni me interesa, por eso no soy fanático de lo que marcan las historias, y no me dejaré convencer de las autoridades universitarias y de todos esos críticos obtusos que siguen pensando arcaicamente, y no miran el cambio y las nuevas propuestas." Cada quien sus filias y sus fobias. Seguro estoy que ni Chaucer ni Spinoza, ni Cioran o Cervantes, ni Dante ni Goethe, van a protestar porque un grupo de "estetas" decidan no leerlos. Lo cierto es que, quizá —me atrevo a señalar— aquellos a los que nos gusta la literatura, leerla, platicarla, consumirla, recomendarla, no tomaremos muy en serio a aquellos grandilocuentes que gritan por todos lados Su No Necesidad de Conocer un Canon Literario, su No Necesidad de Lectura de Clásicos, por una simple razón: Lo que hoy somos es el resultado de la inventiva y creatividad de los que nos precedieron. Cualquier buen lector, cualquier autor contemporáneo estará de acuerdo conmigo en ello. Que abrevar de la tradición, conocer aquello que nos precedió, jamás irá en detrimento de nuestro trabajo. Necesario es conocer primero, para poder romper después. No se puede romper aquello que no se conoce. Porque no conocerlo, en definitiva no te brinda el impulso de querer romperlo. Pienso en el Ateo que no le preocupan las religiones y sus mitos, totalmente alejado de aquel que actúa en un claro: 'Gracias a Dios, soy Ateo', e intenta que todos los que lo rodean, piensen como él. Mi preocupación y mi olvido consistirán en darme cuenta de lo ridículo del asunto, dado que si fueras Ateo, tus preocupaciones no pueden ser las de los Creyentes, porque deberías sentirte ajeno a sus sentimientos. Lo mismo
con el canon literario, negarlo no lo inhabilita, ni conseguirá la no existencia de su corpus. Pero conocerlo, permitirá criticarlo. En este sentido, las nuevas tecnologías, las mutables tecnologías que día a día evolucionan, nos irán brindando nueva plataformas para lo mismo: expresar nuestro pensamiento y comunicarlo, crear diversos corpus para compartir con el otro, todo posible lector que se acerque. Y el proceso continuará siendo: EmisorMensaje-Receptor, lo que cambia son los medios, y la temporalidad para alcanzarlos. Para qué confundirnos. Volviendo a la poesía, volviendo a la palabra escrita en la búsqueda estética de la construcción y comunicación de ideas, luego de leer las muchas posturas que todos asumen, con tanta ligereza, sobre lo que es y no es poesía, es o no es poema, sobre quién es o quién no es poeta, he tenido la idea de que en primer lugar habría que medir en qué agua estamos nadando, es decir: ¿cuál es el conocimiento que los lectores de poesía, lectores de poemas, discutidores de literatura, tenemos acerca de la poesía mexicana, escrita por mexicanos, escrita y editada desde México? Para contestarme, desarrollé un pequeño cuestionario que publiqué en mi página de Facebook con siete puntos: (1) Para ti, ¿cuál es el poeta mexicano o la poeta mexicana más importante?, y una vez que los encuestados definieran qué poetas consideran los más importantes para México, enmarcar la propuesta de lectura de este trabajo, entre los poetas nacidos a partir de 1960, para considerar la poesía contemporánea en este mismo artículo, sobre lo que ahora, para este 2016, se está distribuyendo y dando lectura, toda vez que a partir de esa década de nacimiento, los y las poetas de mayor edad flucturarán alrededor de los 50 años, y ese medio siglo de existencia les habrá permitido ser publicados y leídos, y los más jóvenes, si consideramos incluso a los nacidos a partir del año 2000, ya tendrán 16 años, y podríamos considerarlos —de ser editados y leídos— nuestros poetas más jóvenes; considerar que la mayoría de los autores delatripa: narrativa y algo más, No. 24, Abril 2016
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que se encuentren en el rango de edad entre 16 y 56 años, puedan tener acceso a una red social en la intenet, y hayan tenido contacto con las nuevas tecnologías, para la edición, lectura, y para compartir su trabajo con la infinidad de lectores que puede brindarnos la red. Bajo este considerando se establecieron los siguientes puntos (2) Menciona el nombre de tus cinco poetas favoritos nacidos en México a partir de 1960. (3) ¿Cuáles cinco libros de poesía de autores nacidos a partir de 1960 recomendarías leer a un nuevo lector de poesía? (4) ¿Cuáles poetas mexicanos han influido en tu trabajo poético? (5) ¿Qué poetas de tu generación (considera la década de tu nacimiento) recomendarías leer? (6) Menciona las tres revistas literarias (impresas o de internet) publicadas en México (o desde México) que recomendarías a los nuevos lectores. (7) ¿Qué importancia tienen el ISBN o el ISSN para ti y para las obras literarias? Esta última pregunta permite conocer si los lectores de poesía tienen alguna valoración por estos sistemas establecidos para la identificación a nivel internacional de una publicación, qué opinan de ello, ya que muchas ediciones en la actualidad no privilegian el uso de estos índices.
disculparon conmigo, y me dijeron que "no les gustaba entrar en este tipo de polémicas en la que se hieren demasiadas susceptibilidades". Otros simplemente no decidieron participar, e hicieron caso omiso a la solicitud de contestar el cuestionario, los que decidieron contestar enviaron sus respuestas por correo electrónico. No queda más que agradecer a todos la oportunidad que me brindaron tanto de acercarles el cuestionario, como en disculparse de no participar tanto como a los que hicieron un esfuerzo por brindarme algo de su gusto literario. Como todos mis proyectos, el que ahora expongo tiene como principal ideal el homenajear a los autores, a la literatura toda, y valorar el esfuerzo y las intenciones de los lectores. He acá los resultados:
Como antecedente, uno puede consultar un ejercicio similar al que ahora presento realizado por la revista Letras Libres, en febrero de 2005, titulado "Los diez mejores poetas mexicanos vivos", cuyo resultado fue el siguiente: 1 José Emilio Pacheco / 2 Eduardo Lizalde / 3 Alí Chumacero / 4 Gabriel Zaid / 5 Rubén Bonifaz Nuño / 6 David Huerta / 7 Ramón Xirau / 8 Francisco Hernández / 9 Homero Aridjis / 10 Coral Bracho. Hagamos notar que de los 10 poetas que se sugieren, solamente hay una mujer.
De esos más de 50 cuestionarios resueltos por los lectores, evidenció que el género, en este caso, no resultó factor para su participación: hombres (29) y mujeres (27), procedentes de 14 de los 32 estados de la república mexicana, (43.75%), lo que evidencia que los lectores están suficientemente representados para la república mexicana.
Los resultados de nuestra encuesta que estuvo abierta del 1 al 3 de abril de 2016 arrojó los siguientes datos de interés para todo lector de poesía: se superaron los 50 encuestados, que decidieron contestar el cuestionario, ya sea tomándolo del Facebook, ya porque algunos contactos lo fueron compartiendo, además de que a un variado número de contactos se los hice llegar por mensaje. Muchos contactos se 56
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Segundo Fragmento. El poeta más importante de México He visto las mejores mentes de mi generación destruidos por la locura, famélicos, histéricos, desnudos, arrastrándose de madrugada por las calles de los negros en busca de un colérico picotazo Ginsberg
A la pregunta número 1, sobre a quién consideran como el poeta o la poeta de más importancia nacido en México, se mencionaron un total de 22 poetas, entre los que el más mencionado fue Octavio Paz (1914-1998, nacido en la Ciudad de México, murió a los 84 años); es interesante que el segundo lugar en menciones fuera la indicación de que es 'Imposible dar el nombre de un solo poeta'. En tercer lugar privilegiaron a Amado Nervo (1870-1919, nacido en el estado de Jalisco, murió a los 48 años); a Nervo le siguieron, con el mismo número de
menciones Rubén Bonifaz Nuño (1923-2013, nacido en Veracruz, murió a los 89 años), José Gorostiza (1901-1973, nacido en Tabasco, murió a los 71 años), Jaime Sabines (1926-1999, nacido en Chiapas, murió a los 72 años), Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695, nacida en lo que hoy se conoce como el Estado de México, murió a los 43 años), Rosario Castellanos (1925-1974, nacida en lo que hoy se conoce como Ciudad de México, murió a los 49 años) y Coral Bracho (nacida el 22 de mayo de 1951 en la Ciudad de México, tiene 64 años), ocupando el cuarto lugar de menciones. El quinto lugar fue para los poetas Enriqueta Ochoa (1928-2008, nacida en Coahuila, murió a los 80 años), José Emilio Pacheco (1939-2014, nacido en la Ciudad de México, murió a los 74 años), José Carlos Becerra (1936-1970, nacido en Tabasco, murió a los 34 años) y Efraín Bartolomé (nacido el 15 de diciembre de 1950 en Chiapas, tiene 65 años). Con una sola mención, por lo que todos ocuparon el sexto lugar en el gusto por los lectores fueron mencionados: Concha Urquiza (1910-1945, nacida en Michoacán, murió a los 35 años), Ramón López Velarde (1888-1921, nacido en Zacatecas, murió a los 33 años), Xavier Villaurrutia (1903-1950, nacido en la Ciudad de México, murió a los 47 años), Jorge Cuesta (1903-1942, nacido en Veracruz, murió a los 38 años), Efraín Huerta (1914-1982, nacido en Guanajuato, murió a los 67 años), Nezahualcóyotl (1402-1472, nacido en lo que hoy se denomina Texcoco en el Estado de México, murió a los 70 años), Alejandro Aura (1944-2008, nacido en la Ciudad de México, murió a los 64 años), Francisco Hernández (nacido en Veracruz en 1946, tiene 70 años), José Luis Rivas (nacido en Veracruz en 1950, tiene 66 años), y alguien decidió incluir a Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893, nació en Guerrero, murió a los 58 años), que aunque escribiera poemas, su obra de mayor significancia fuera la novela. De los datos anteriores podemos observar que de los 22 poetas el más veces mencionado fue Octavio Paz. Observamos también el gusto de los
lectores de poesía por el trabajo de cinco autoras (Sor Juana Inés de la Cruz, Rosario Castellanos, Coral Bracho, Enriqueta Ochoa y Concha Urquiza). Un poeta perteneció a la época prehispánica (Nezahualcóyotl), y otra de la época colonial (Sor Juana Inés de la Cruz). Es interesante que los lectores no mencionaron a ningún poeta novohispano del siglo XVIII. Un escritor es del siglo XIX (Ignacio Manuel Altamirano). Dos poetas vivieron entre los siglos XIX y XX (Amado Nervo y Ramón López Velarde). Observándose una preferencia por los poetas nacidos en el siglo XX (17), de los cuales cuatro están vivos: Coral Bracho, Efraín Bartolomé, Francisco Hernández y José Luis Rivas. Igual se debe señalar la preferencia por tres poetas que murieron jóvenes: Ramón López Velarde (33 años), José Carlos Becerra (34) y Concha Urquiza (35 años). Para situarlos en la geografía de México, podemos señalar que los autores acá mencionados se reparten en 11 de los 32 estados de la república, ordenados por el mayor número de autores por estado: Ciudad de México (6 autores), Veracruz (4 autores), Estado de México (2), Chiapas (2), Tabasco (2), y representados con un solo autor: Coahuila, Guanajuato, Guerrero, Jalisco, Michoacán, Zacatecas. Al comparar nuestros resultados con la lista de diez autores vivos publicada por la revista Letras Libres, se puede observar que solo se comparten cuatro poetas: José Emilio Pacheco, Rubén Bonifaz Nuño, Francisco Hernández y Coral Bracho, con nuestra encuesta; Serrato-Córdoba en un análisis del 2008 señala que los lectores de poesía de México declararon que su autor favorito era Amado Nervo (60 por ciento), Pablo Neruda (35 por ciento) y Jaime Sabines (5 por ciento). De esta forma tenemos que en dos estudios que utilizaron la encuesta a lectores, solo coincidimos en seis autores, por lo que nuestros encuestados brindan a 16 autores más, como preferentes en el gusto para los lectores de poesía en México, y que uno de esos nuevo autores que se encuentra ya en el gusto de los lectores es Octavio Paz, quien ganara el Premio Nobel de Literatura en 1990 (hace ya 26 años). delatripa: narrativa y algo más, No. 24, Abril 2016
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Para esclarecer estas preferencias, Serrato Córdoba intenta que creamos que: "El lector promedio está preparado para asimilar el lenguaje de la poesía modernista, que es lo que su comprensión y gusto le permiten 'digerir'", y que "la poesía es un género cuyo lenguaje es tan especializado, o más especializado como las matemáticas o la física espacial". No concuerdo con una ‘especialización poética’ para la comprensión o el gusto por la poesía, porque reconozco la mutabilidad del lenguaje, tanto como las aportaciones que todos los autores (poetas) hacen al habla cotidiana. No es el habla cotidiana el que se inscribe en las creaciones poéticas, sino las creaciones literarias las que con el paso de los años se inscriben en el habla cotidiana, en la sociedad toda. Recuérdese la obra de Jonathan Swift y la extracción de los vocablos 'yahoo', utilizado ahora todos los días como parte de nuestra vida en la transmisión de correos electrónicos, o aquellos poemas de Vanessa, nombre de mujer que no existía antes de ser nombrado por el autor de Los viajes de Gulliver. Los autores nombran el mundo, y los lectores van adquiriendo esos temas, esos poemas, esas letras como parte de su gusto, haciendo que pasen a formar parte de la comunicación diaria entre los pueblos y las sociedades. De esta forma no me parece posible nombrar a los lectores "poco capaces", o "de educación poética limitada" por no gustar de los trabajos poéticos de ciertos autores. Seguro estoy que uno de los principales factores para que los autores sean leídos o sean poco leídos, es que se distribuyan poco, mucho, suficiente -qué sería suficiente-, que sus trabajos lleguen a muchos más sitios, a muchos más lectores, a mucho más personas. Limitarse a pensar que los autores no son del gusto de los lectores, porque los lectores no tienen la formación que se requiere para entenderlos, es un equívoco, una postura cargada de egocentrismo, que pretende poner a los poetas como pináculos de las sociedades, ajenos al común de las personas. Toda vez que las aptitudes de su talento, y capacidades creativas, no 58
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los hacen más humanos, ni súper héroe, mucho menos semidioses, sino personas suficientemente leídas, capaces de utilizar el lenguaje como una herramienta mediante una estética propia para la comunicación de sus ideas. Quizá el que un poeta no se encuentre en el gusto actual de los lectores tenga que ver comn su poca distribución para ser leído, y no con lo que algunos denominan "falta de estética". El abanico de posibilidades lectoras y el gusto de los poemas de los autores de poesía, es tan amplio como lo es la sociedad humana en la que nos desenvolvemos. De esta forma habría que considerar en qué punto de la definición de poeta queremos estar, como autores. De acuerdo a lo que frita Rubén Darío: "¡Torres de Dios! ¡Poetas!"; con lo que acusa Heberto Padilla: "¡Al poeta, despídanlo! / Ese no tiene aquí nada que hacer. / No entra en el juego. / No se entusiasma. / No pone en claro su mensaje". O más cerca del pueblo, como indicara Manuel Machado: "Hasta que el pueblo las canta, / las coplas, coplas no son, / y cuando las canta el pueblo, / ya nadie sabe el autor. / / Procura tú que tus coplas / vayan al pueblo a parar, / aunque dejen de ser tuyas / para ser de los demás. // Que, al fundir el corazón / en el alma popular, / lo que se pierde de nombre / se gana de eternidad."
Tercer Fragmento. Sobre los poetas nacidos en México a partir de 1960 He visto, durante toda mi vida, a los hombres de estrechos hombros, sin exceptuar uno solo, cometer actos estúpidos y numerosos, embrutecer a sus semejantes y pervertir las almas por todos los medios. Lautréamont
La segunda mitad del siglo XX en México nos trajo la "revuelta" de los pensamientos y las ideas transformadas en movimientos sociales de organizaciones pacifistas con un número creciente de estudiantes que se fueron sumando de manera progresiva. Si para finales de la década de los 50's las confron-
taciones se dieron por parte del movimiento obrero y campesino en contra de las políticas de austeridad salarial del Estado mexicano, para los años sesenta, esta batalla corrió por los salones de las escuelas de formación universitaria, tanto la Universidad Autónoma de México (UNAM) como en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) (Domínguez Chávez, 2011). Si consideramos que la UNAM, fundada a inicios del siglo XX, se fue cargando de una ideología liberal, pintándose de rojo hacia la mitad del siglo, y que tuvo su punto más álgido en las décadas de los sesenta y setenta, cuando este pensamiento de las izquierdas comenzó su declive hacia los ochenta, hasta volverse una ideología plana, y heterogénea para finales del siglo XX. Como señala Francisco Zapata, los líderes de algunos de movimientos sociales como Arturo Gámiz, Rubén Jaramillo o Genaro Vázquez, situados al margen del partido gobernante y sus organizaciones sociales, se distanciaron y radicalizaron, y en ese espíritu la juventud mexicana va poniendo los cimientos para la construcción de una nueva ideología (Zapata, 2012). Cimientos que no fueron construidos en buena roca, porque con los asesinatos de estudiantes ocurridos en 1968 y 1973, los levantamientos armados, —el de Lucio Cabañas de los setentas, el del EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) y el EPR (Ejército Popular Revolucionario) en los noventas—, aunados a las devaluaciones que ha venido sufriendo la moneda nacional mexicana frente al dólar norteamericano, y el crecimiento de la cultura del Crimen Organizado, y vivir día con día para nombrarse, renombrarse hasta descubrirnos sitiados en un sistema político, rebasado por el Narcotráfico y su cultura de violencia indiscriminada, de desapariciones forzadas, cobros de piso, asesinatos y captura de migrantes, como por el secuestro de jóvenes y niños para volverlos asesinos bajo el control de los cárteles y sus brazos armados, así como la pobre confianza de la mayoría de los ciudadanos en los partidos políticos y sus representantes de todas las facciones, los cuarenta últimos años del siglo XX nos ha entregado un México con doscientos años de "simulada indepen-
dencia" y "simulado estado de paz y armonía". Este apenas sobrevivir como país, ha permitido que en este 2016 se pueda sentir la "inminente desesperanza de la banalización para todo tema nacional", lo que todos los días ocurre mediante el uso y abuso de los avances en la tecnología de la información, que ha situado a las conciencias mexicanas dentro de una enajenación-educativa-reticente, y una lucha unipersonal para salir adelante respecto de los ideales de vida y sobrevivencia. Como bien señala José María Espinasa "El 68, con la represión a los estudiantes y los fastos olímpicos fue un año clave y se inició, pasada la primavera sesentera, un periodo de hondas decepciones en el terreno político y de distanciamiento del creador y el artista respecto del papel que la Revolución le había asignado en la construcción de una identidad que se caía a pedazos". (Espinasa, 2012). Y hay que añadir que ante las críticas de los "intelectuales" el sistema político mexicano respondió con oídos sordos y un endurecimiento del autoritarismo, desde la propia presidencia de la República, que veía la amenaza de una conjura comunista que los alejara de ser "el buen vecino" de los Estados Unidos de América (Domínguez Chávez, 2011). Con base en todo lo anterior es que ha ido evolucionando la cultura y el arte en México, durante la segunda mitad del siglo XX y los primeros años del XXI. La poesía y los poetas, no han podido quedar inmunes a esta "banal desesperanza". Los años que van de 1960 a 1982 trajeron cambios profundos en la estructura productiva de la economía mexicana, y de esa misma manera, y por la convivencia con estos sistemas político económico de México, los "intelectuales" de nuestro país y de nuestra literatura han ido decreciendo en su búsqueda del conocimiento, para poder siquiera precisar sus impresiones sobre la "(in)cultura política" que ha secuestrado a este país. Estos intelectuales del siglo XX, alguna vez representados por Justo Sierra, Alfonso Reyes, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Carlos Monsivais, José Emilio Pacheco, con sus muertes, delatripa: narrativa y algo más, No. 24, Abril 2016
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han dejado un vacío de orfandad en la expresión del pensamiento, que ha sido trastocado a favor de la mercadotecnia de la industria editorial, como bien lo ha apuntado Gabriel Zaid en muchos de sus textos, y representada en sus Ferias de Libros y Lecturas, Premios Literarios de Poesía, Cuento, Novela y Ensayo, Becas de Creadores Jóvenes, todo con tal de sitiar al creador, y maltratarlo económicamente por la burocracia institucional, y volverlos rehenes de contadores y administradores de los Institutos y Secretarias de Cultura regidas bajo cualquier partido en el poder; todo con la aparente idea de llegar a las masas, pero manteniendo el precio de los libros en detrimento de las sociedades minoritarias, que los miran en ocasiones inalcanzables, porque apenas cobran el salario mínimo; o desdeñando la figura de la "beca por excelencia" hacia un "artista mendigante" al que se le puede decir: "Venga el próximo mes, su cheque aún no sale". Como ha dicho Zermeño, "la palabra "intelectual" sustituye a la del "pensador" (como individuo que se concibe a sí mismo como constructor de la nación en proceso), fraguada durante el siglo XIX. Así, el intelectual se define en principio como un hombre de letras y de cultura que remeda a la época del humanismo y, sólo posteriormente y según las circunstancias políticas, podrá concebirse como un hombre que puede tener influencia social y política." Esa figura del intelectual que se encuentra ahora moribunda en México, por la situación financiera, social y política: estudiar en México no es motivo ya de mejora económica. Los escritores mexicanos, a partir de 1950 comenzaron con la imitación a los escritores gringos y dieron mayor impulso sobre las creaciones respecto de la "volátil y vida de las grades ciudades" como en la literatura norteamericana, alejándose de las búsquedas que perseguían imitar la cultura europea, e incluso el oriental (Juan José Tablada el arte japonés, Octavio paz el arte hindú). La lucha entonces, entre el intelectual, la cultura, la política, la economía en el país, para este 2016, es una carrera de alcances y lejanías, donde la figura 60
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totémica del internet juega una parte primordial para aquella sociedad que se permite la "incipiente resistencia del ordenador", cuya enajenación en sus aparatos de acceso a la red, les permite informarse, educarse, consumirse, y enviarse unos a otros, los motivos de su pensamiento. He acá, uno de los puntos primordiales en la recreación de la "poesía contemporánea de la internet": Si no alcanzo a comprarme libros, los descargo de las páginas de la red, si no logro ser considerado por una editorial, creo la propia, y llego a los lectores que tengo en la cercanía, y discuto con aquellos que se creen dueños de las verdades absolutas. Este es el México que le fue heredado a los poetas que nacieron en la segunda mitad del siglo XX, en particular a partir de los sesenta (década de clara inflexión social y cultural). Y es sobre esos poetas, que al año en que escribo estas líneas, 2016, son parte fundamental en el reconocimiento de la tradición literaria y poética de todos los mexicanos que hoy pueden leerlos. Es por ello que los siguientes cinco puntos del cuestionario entregado a los lectores participantes pretende mostrar el conocimiento y reconocimiento que sobre estos autores se puede verter, y determinar si se les está permitiendo formar parte de la tradición poética de este país. Para analizar y desmenuzar las respuestas, podemos referirnos punto por punto. a) Los poetas favoritos Los encuestados mostraron tener preferencias variadas, y mencionaron a un total de 57 autores (33 hombres y 24 mujeres), por supuesto que entre sus autores favoritos no todos son nacidos a partir de 1960, haya algunos que nacieron en la primera mitad del siglo XX como las poetas Rosario Castellanos, Enriqueta Ochoa y Guadalupe Amor, y los poetas José Gorostiza, José Carlos Becerra, así como los poetas Baudelio Camarillo quien naciera en Tamaulipas en el año de 1959, y Neftalí Coria nacido en Michoacán (1959). La preferencia por los poetas del México actual situó a Ernesto Lumbreras (Jalisco, 1966) con el mayor número de menciones, seguido por Armando Alanís Pulido (Nuevo León, 1969),
Julián Herbert (Guerrero, 1971), Jeremías Marquines (Tabasco, 1968), Baudelio Camarillo y A.E. Quintero (Sinaloa, 1969). Los demás poetas tuvieron el mismo número de menciones. Entre los hombres se mencionaron a: Jorge Fernández Granados (Ciudad de México, 1965), Armando Salgado (Michoacán, 1985), José Agustín Solórzano (Guanajuato, 1987), Balam Rodrigo (Chiapas, 1974), Fernando Trejo (Chiapas, 1985), Juan Joaquín Péreztejada (Veracruz, 1962), Rubén Chávez Ruiz Esparza (Aguascalientes, 1967), Benjamín Valdivia (Aguascalientes, 1960), Alí Calderón (Ciudad de México, 1982), Manuel Iris (Campeche, 1983), Ramsés Salanueva (Hidalgo, 1972), Aldo Robinson Butzman (Durango, 1988), Lorenzo Morales (Tabasco, 1973), Mario Bojórquez (Sinaloa, 1968), Óscar de Pablo (Ciudad de México, 1979), Álvaro Solís (Tabasco, 1974), Francisco Alcaraz (Sinaloa, 1979), Roberto Rico (Chiapas, 1960), Marco Fonz (Ciudad de México 1965 Chile, 2014), Luis Armenta Malpica (Ciudad de México, 1961), Félix Suárez (Estado de México, 1961), Samuel Noyola (Nuevo León, 1965) y Guillermo Vega Zaragoza (Ciudad de México, 1967). Y entre las mujeres poetas mencionaron a Rocío Cerón (Ciudad de México, 1972), Dolores Dorantes (Veracruz, 1973), María Cruz (Ciudad de México, 1974), Jennifer Clement (nació en EEUU en 1960, viviendo en la Ciudad de México desde 1961), Claudia Posadas (Ciudad de México, 1970), Esther M García (Chihuahua, 1987), Hanna Figueroa (Nayarit, 1988), Maricarmen Gerardo (Veracruz, 1969), Sara Uribe (Querétaro, 1978), Ileana Garma (Yucatán, 1985), Gabriela Balderas (Ciudad de México, 1973), María Baranda (Ciudad de México, 1962), Natalia Toledo (Oaxaca, 1967), Irma Linares (Michoacán, 1960), Aída Valdepeña (Ciudad de México, 1976), María Rivera (Ciudad de México, 1971), Malva Flores (Ciudad de México, 1961), Angélica Santa Olaya (Ciudad de México, 1962), Roxana Elvridge-Thomas (Ciudad de México, 1964), Adriana Tafoya (Ciudad de México, 1974) y
Estrella del Valle (Veracruz, 1971). Si agrupamos a estos autores en la geografía mexicana, por el lugar donde nacieron, entonces podemos observar que su distribución fue la siguiente: Ciudad de México (17 autores), Veracruz (4), Chiapas (3), Michoacán (3), Sinaloa (3), Tabasco (3), Aguascalientes (2), Nuevo León (2), mientras que en los estados de Campeche, Chihuahua, Durango, Estado de México, Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Nayarit, Oaxaca, Querétaro, Tamaulipas, Yucatán, y EEUU se mencionaron solamente a un autor. De las 24 mujeres sugeridas como favoritas, 11 son nacidas en la Ciudad de México (45.8%), lo que parece indicar que no se está leyendo a las mujeres poetas nacidas en provincia, como sucede con los hombres poetas nacidos en provincia, ya que de los 33 poetas varones citados, solamente 6 son nacidos en la Ciudad de México (18.2%). Es interesante mirar que los poetas favoritos de los encuestados para este 2016 en su mayoría son nacidos en provincia: de los 57 autores, solamente 17 son nacidos en la Ciudad de México (29.8%). Es de importancia reconocer lo que Serrato Córdoba nos dice: "Los poetas prácticamente escriben para otros poetas especializados en temas literarios, lo que implica que el lector común y corriente tiene que hacer un esfuerzo mayor de comprensión" (Serrato Cordoba, 2008). b) Los libros de poemas que se recomiendan A los encuestados se les pidió que nombraran algunos de los libros de autores nacidos a partir de 1960 y que recomendarían a aquellas personas que se quieran acercar a la poesía en México. Estos son algunos de los libros que fueron mencionados: El mayor número de menciones lo tuvo el libro El cielo de Ernesto Lumbreras; después, empatados en número de menciones, los poemarios 200 gramos de almendras de A.E. Quintero, El nombre de esta casa de Julián Herbert y Bitácora de Mujeres Extrañas de Esther M García. Resulta sumamente delatripa: narrativa y algo más, No. 24, Abril 2016
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refrescante que los lectores encuestados tengan entre sus recomendaciones el texto de esta poeta del norte de México, no sólo por el tema que se aborda, sino por tratarse de una autora nacida a finales de la década de los 80. De Ernesto Lumbreras también mencionaron como uno de los libros que recomendarían leer a alguien que quiera acercarse a la poesía mexicana de nuestros días Lo que dijeron las estrellas en el ojo de un sapo. Del escritor Armando Alanís Pulido recomendaron dos de sus libros: Gritar por poder gritar y Combustión espontánea. También fueron nombrados dos libros del poeta Baudelio Camarillo: En memoria del reino y Poemas de agua dulce. Otros escritores de los que se mencionaron dos de sus libros como recomendables fueron: Francisco Alcaraz con La musa enferma y Tiempo en vuelo; Jorge Fernández Granados con Si en otro mundo todavía y Los hábitos de la ceniza; de Jeremías Marquines ¿Dónde tiene el hoyo la pantera rosa? y Acapulco golden. Para los encuestados estos libros fueron los que consideraron como favoritos por el número de menciones que recibieron. Sin embargo, también fueron mencionados: Me llamo Hokusai de Christian Peña; Ni las flores del mal, ni las flores del bien de José Agustín Solórzano; Estancia de Ánimas de Armando Salgado; Braile para sordos de Balam Rodrigo; Solana de Fernando Trejo; El deseo postergado de Mario Bojórquez; Los endemoniados de Óscar de Pablo; Cantalao de Álvaro Solís; Atavismos del caminante de Lorenzo Morales; Ciencia del Alejamiento de Ramsés Salanueva; Ebriedad de Dios de Luis Armenta Malpica; Legiones de Félix Suárez; Bestiario íntimo de Neftalí Coria; En los brazos de Urania de Alejandro Farfán; Los disfraces del fuego de Manuel Iris; Mímesis para gusanos de Daniel Medina Rosado; La casa de la pereza de Juan Joaquín Péreztejada; Un naipe de picas de Rubén Chávez Ruiz Esparza; Toda la lluvia de Sergio Cordero; Nectáfora de Fernando Reyes; Desde la patria del insomnio de Guillermo Vega Zaragoza; 62
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El próximo extraño de Jennifer Clement; Pájaros de Kenia Cano; Ternura de Ileana Garma; Antígona González de Sara Uribe; Traslación de dominio de María Rivera; El libro de las grietas de María Cruz; Universo de Náufragos de Aída Valdepeña; Isla o sirena de Mary Carmen Gerardo; La selva afuera de Estrella del Valle; Imágenes para una anunciación de Roxana Elvridge Thomas; El árbol de la esperanza de Angélica Santa Olaya; y el libro Imperio de Rocío Cerón. También recomendaron: Hablemos de poesía, 20 ensayos sobre poesía actual mexicana, compilación Adriano Rémura y Sergio García Díaz. Además, los encuestados nombraron libros de autores nacidos antes de 1960 como: Ojo de Jaguar y Cuadernos contra el Ángel de Efraín Bartolomé; Muerte sin fin de José Gorostiza; El otoño recorre las islas de José Carlos Becerra; Retorno de Electra de Enriqueta Ochoa; Yo soy mi casa de Guadalupe Amor; y Poesía no eres tú de Rosario Castellanos. De esta forma podemos concluir que lo observado es indicativo de que la poesía mexicana para el 2016 es nutrida, desbordada y lo que es más importante leída. Más allá de las relaciones editorialeslectores, las posibilidades de las nuevas tecnologías permiten el acercamiento desde diversos espacios del orbe, para la captura de los autores mediante sus obras literaria. Las plataformas electrónicas para poder levantar, trepar, subir los archivos en PDF de los poemarios ahí quedan, para que nosotros, los lectores nos podamos acercar a ellas. El tiempo que toda persona tiene frente a un ordenador, una tableta electrónica, un teléfono móvil que permite la descarga y lectura de archivos, brinda esa gran facilidad para llegar a un mundo incontable de lectores y lecturas. Que sean entonces nuestras lecturas de las obras, las que puedan enriquecer el gusto lector por la poesía mexicana, para poder consumirla, recomendarla a otros nuevos lectores. Este pequeño ejercicio que no duró más de una semana, nos ha ofrecido una variedad de
nombres, y de obras poéticas que no tendríamos por qué desdeñar de principio, y que sí nos podría permitir el acercamiento hacia nuevos conocimientos de la literatura que se está escribiendo y leyendo en esta república mexicana. Sea pues este un ejercicio que permita el diálogo, que permita igual establecer la posibilidad del gusto, de un fragmento de lectores de poesía, que tuvieron a bien responder los siete puntos de la encuesta. Referencias Domínguez Chávez, H. 2011. 1940-1970: el contexto socioeconómico y político. Historia de México II. Tercera Unidad. Programa de Cómputo para la Enseñanza. UNAM. 11 pp.
Serrato Córdoba, 2008. La enseñanza de un nuevo canon de poesía mexicana. Un diagnóstico y una propuesta. pp: 181-196. Zapata, F. 2012. Movimientos sociales y conflicto laboral en el siglo XX. En: Los grandes problemas de México. Coordinadores generales Manuel Ordorica y JeanFrançois Prud'homme. 2. MOVIMIENTOS SOCIALES. El Colegio de México. Ilán Bizberg y Francisco Zapata. 374 pp. Zermeño, G. 2012. La invención del intelectual en México. En: Los grandes problemas de México. Coordinadores generales Manuel Ordorica y Jean-François Prud'homme. 2. MOVIMIENTOS SOCIALES. El Colegio de México. Ilán Bizberg y Francisco Zapata. 374 pp.
Espinasa, J. M. 2012. Nacionalismo, cultura e identidad en el siglo xx mexicano. En: Los grandes problemas de México. Coordinadores generales Manuel Ordorica y Jean-François Prud'homme. 2. MOVIMIENTOS SOCIALES. El Colegio de México. Ilán Bizberg y Francisco Zapata. 374 pp.
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Chukulmach José Trinidad Aranda Aranda
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ues bien, ahí me encontraba. Tal como estaba programado, llegué dos horas antes del vuelo, con una sensación de vacío en el estómago, no obstante haber desayunado un par de huevos estrellados cubiertos con jamón. Comí no tanto por saciar el hambre, como por complacer a mi esposa quien, como siempre, sentía la necesidad de estar haciendo algo útil para tranquilizarse. Miré el reloj: 9:30 de la mañana. En una hora más debería estar levantando el vuelo el aparato que me llevaría de Mérida a la capital del país. Mugrosa comisión.Para qué me la dieron, si ya casi salíamos de vacaciones, por esto ya no pude disfrutar igual la preparación del viaje a la playa. Pero en fin, la chamba es la chamba. A las 9:50, la agradable empleada de la aerolínea nos llamó para darnos las indicaciones de abordaje. Siendo mi primer vuelo y apenas aguantándome el miedo de imaginarme tan lejos de la tierra firme traté de tranquilizarme poniendo mucha atención a las explicaciones. Ya en mi lugar, el corazón se fue acelerando aún más, aunque en realidad la ansiedad la sentía en las tripas. Por un momento temí que de verdad me asaltara tal ataque de pánico que tuvieran que bajarme del avión para no ser un peligro. Al mirar alrededor pude observar caras de indiferencia en los demás pasajeros, aunque seguramente en algunas esa indiferencia no era tan auténtica. El piloto nos habló por el equipo de intercomunicación, y escupió su repertorio de chistes baratos, a los que apenas pude prestar atención pues otras cosas ocupaban mi mente.
Cuando el avión empezó a moverse lento, podía sentir que las palpitaciones de mi corazón, retumbaban con gran estruendo en mis oídos. Al encontrarse en posición y empezar la maniobra de aceleración tuve que aguantar la respiración y cerrar los ojos para no caer en verdadero pavor. La aeronave alcanzó la máxima velocidad en tierra y en ese momento creí desmayarme, me aturdían el sonido de las turbinas y la vibración del avión sobre la pista. Entonces, súbitamente me sentí desprendido de la tierra, me pareció que mi peso y el del avión desaparecieron en ese instante y al maniobrar el piloto para tomar rumbo al Golfo, en ese vaivén de la nave que proporciona la verdadera sensación del vuelo,sucedió: Tengo 6 años y observo desde la puerta de la tienda de papá —abarrotada de gente—, cómo otros niños y adultos del pueblo se divierten jugando con un papagayo que me parece muy grande. Cada jugador toma el extremo del hilo, que es de sosquil atado a un manojo de hierbas — como si fuese el carrete—, y corren haciendo que el juguete se eleve, y ya que ha tomado considerable altura lo sueltan. Entonces el siguiente participante tiene que coger el manojo en el aire antes de que el papagayo pierda sustentación, y echarse a correr también, repitiendo la acción. El juego se llama "chukulmach", y lo conozco desde que tengo conciencia del mundo; pero nunca lo he jugado, soy muy pequeño para eso, no sólo por mi edad, sino también por mi talla, pero me divierto mirando. Mientras sucede esto veo que Maduch, dejando por un delatripa: narrativa y algo más, No. 24, Abril 2016
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momento la cocina con su colección de ollas, recados y condimentos, ha salido también a ver el juego, animada por los gritos de chicos y grandes, quienes se alternan para lanzar el papagayo. Cuando Maduch se sienta en uno de los pretiles del frente de la tienda, uno de los niños más gritones pasa corriendo enfrente para alcanzar el manojo, sin callarse, —describiendo la acción con el estilo de un cronista de deportes—, lo toma, corre más rápido y lo lanza hacia adelante. Ufano, "el Mono" ve como el papagayo se eleva más que en otras ocasiones, inmediatamente "la Cosa", el único niño que podía superar lo hecho por "el Monarca", sin esperar su turno toma el manojo de un salto, corre aún más rápido y volviendo a saltar lo lanza todavía más arriba. Embelesado, seguí observando el juego un rato más, en ese momento Maduch, quien después de las hazañas de "el Mono" y "la Cosa", había estado observándome me preguntó de sopetón: "¿Por qué no vas a jugar? Se ve que te mueres por lanzar el papagayo también." Le contesté que no, que me gustaba ver que jugaran, pero nada más. "No te creo, cómo va a ser más divertido ver, que jugar", dijo mientras descansaba su mano izquierda en la cintura. Al fin reconocí que sí, que tal vez me gustaría jugar pero que era muy pequeño para hacerlo, y ella me respondió: "Nadie es muy pequeño para divertirse, si quieres jugar lo vas a hacer ahora". Y sin darme tiempo de decir nada, llamó al "Godzila" y le dijo que me ayudara para que pudiera jugar. "El Godzila", auténtico pan de Dios que sólo hacía honor al apodo por su tamaño, me llamó y tomándome de la mano me llevó hacia el centro de la calle; ahí donde se formaba un 68
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enorme charco en las épocas de lluvia y que marcaba el centro de la pista de juego. Mientras tanto era el turno de "la Garrapata", de lanzar el papagayo. Hizo un gran esfuerzo pero no logró emular lo hecho por "el Mono" y "la Cosa". Mientras tanto "el Godzila", me daba indicaciones: "esto es fácil", me dijo, "toma el hilo, voy a empezar a correr contigo, después te voy a bajar y en ese momento tienes que correr con todas tus fuerzas y lanzarlo como si fuera una pelota". Luego, cuando el manojo de hierbas que hacía las veces de carrete, empezó a acercarse mientras perdía altura el papagayo, "el Godzi" me levantó del suelo con su brazo derecho y con el izquierdo sujetó el sosquil, corrió junto conmigo, y me dio el manojo que apreté con todas las fuerzas de mis dos manos y bajándome dijo: "¡Corre!; pero en ese momento sucedió algo que quedó grabado en la mente de todos los vecinos, pero que con el andar del tiempo se perdió en mi memoria: Al momento en que empecé a correr, aferrado al manojo de hierbas, sólo alcancé a dar dos zancadas sobre los guijarros de la calle, pues un viento de esos que sólo se dan en el mes de noviembre sopló con tal fuerza que el papagayo, recuperando rápidamente la altura que había perdido, se elevó con tal potencia que ignorando mi poco peso me levantó del suelo más de un metro y me hizo recorrer volando un gran tramo de la calle. No me pregunten cuánto, no lo supe entonces y menos ahora, sólo sé que pasé por todo el frente de la tienda en donde papá y mamá atendían a la clientela que llenaba el local. Todo el mundo gritó de asombro y cuando abrí los ojos para ver lo que pasaba, pues no sentía el suelo a pesar de estar pataleando como loco, pude apreciar la situación y disfrutar con
cada uno de mis sentidos lo que estaba viviendo; pero lo que más me maravilló, fue la sensación de liviandad, de no tener peso, de estar flotando. Vi debajo de mí, con sus bocas abiertas "al Mono", a "la Cosa", y también vi a Maduch, quien sonriente aplaudía, y gritaba vivas a mi nombre, me parecía que todos disfrutaban de mi vuelo tanto como yo; al fin el mismo "Godzila", me atrapó en el aire, solté el manojo de hierbas que alguien más recogió, y yo, henchido de alegría fui corriendo a abrazar a Maduch, y también, como si fuera un cronista deportivo le decía todo lo que había pasado, de soslayo vi a mi padre con los ojos muy abiertos y que mi madre aún se tapaba la boca con las manos.
No recuerdo qué pasó después esa tarde, sólo sé que transcurrieron treinta años de una existencia extraordinariamente común y aquel recuerdo había desaparecido de mi memoria; y como antídoto para mi miedo a las alturas, resurgió invitado por la sensación del vuelo de la aeronave. En lugar dela ansiedad me llenó un delicioso sabor de nostálgica alegría, pues cada vez que abordara un avión, todo mi ser regresaría a ese momento en que a los seis años mis amigos y vecinos vieron, incrédulos, un enorme papagayo volando y en su extremo inferior un niño aferrado a un manojo de hierbas con los ojos cerrados y pataleando en el aire.
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Habitar poéticamente el mundo En memoria de Zacarías Jiménez Víctor Olguín Loza
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ormía en la Central de Autobuses cuando lo conocí, en 2001. Se confundía entre los familiares de enfermos del Hospital Universitario, con tal de hacerse con un lonche y un café, cortesía de un grupo organizado de samaritanos cristianos. Había muerto su esposa Gloria, a quien acompañó en un auténtico calvario desatado por el cáncer; los hijos de ella lo corrieron con lujo de violencia. Tal fue el tema de una novela, yo diría que terapéutica, en la que invirtió más de diez años. En ese tiempo, resultaba familiar la imagen de Zacarías Jiménez llegando a la Casa de la Cultura con el tufo de vagabundo tan suyo, comprensible y por lo mismo tolerable. Usaba un paliacate sucio enredado a una mano y una maleta en la que llevaba a todas partes "su casa", cuanto poseía. El Día de la Bandera, de este 2016, Zaira Espinoza, vocal del Gremio de Escritores de Nuevo León nos comunicaba por Facebook: "Muy triste noticia: se nos fue Zacarías Jiménez. Hay poca info. Si conocen a familiares es muy importante que se les avise".
En ese tiempo me sorprendió que un cuento suyo figurara en un libro de texto de preparatoria; y que tuviera un libro publicado: "La eternidad comienza a las siete de la noche", editado por la UANL. Sus claves tiene el destino: este 24 de febrero salía de la Biblioteca Magna, en la citada Universidad, donde laboraba como corrector de la revista Ciencia, cuando sufrió un paro cardíaco, a las siete de la noche. "Que jodida noticia",escribió Xavier Araiza, director de teatro."Zacarías, un querido amigo, buen hombre tocado por la incertidumbre y la angustia permanente convertida en humor negro y talento literario". Y Gabriela Cantú, poetiza, escribió "Muy triste noticia. Fuimos compañeros en el Centro de Escritores en 2006". Habíamos formado el Taller Barrio Antiguo en 2002, y a Zacarías otorgamos el título de coordinador. Nos reunimos durante cerca de nueve años en casa de Lety Damm, escritora, donde frecuentemente alternábamos la crítica de nuestros textos con alguna
Las únicas referencias que escuché a Zacarías hacer de su familia se remontaban siempre a su infancia en Rioverde, San Luis Potosí. Su padrastro, dueño de una cantina, lo trató con dureza, sin consideraciones. Los primeros cuentos que le leí narraban historias sórdidas ocurridas en el Bar Saboy, todas con la violencia de fondo. En aquel diciembre de ese 2001, disponía de un cuarto desocupado en mi casa, así que lo invité a habitarlo mientras hallaba un hogar. El primer domingo en casa, se disponía a salir cuando le pregunté ¿A dónde vas, Zacarías? Con su voz entre atropellada y tartamuda me respondió: "A andar como un perro por la calle, igual que siempre". delatripa: narrativa y algo más, No. 24, Abril 2016
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bebida relajante. El más ávido de tal relajación era siempre nuestro coordinador. Ese fue otro de sus distintivos, siempre ligado a los amores imposibles. Mi agradecimiento hacia Zacarías aumentó con los años; por la sencilla razón de que a sus tallereos y conversaciones debo gran parte de lo que he aprendido al respecto de las letras. Y no temo equivocarme al asegurar que somos bastantitos los escritores de Nuevo León que debemos algo o mucho de nuestra formación a Zacarías. Ximena Peredo, editorialista y narradora, escribió: "Ya sé que todos nos vamos a morir pero ayer lo hizo Zacarías Jiménez, un escritor auténtico, sin pretensiones, humilde y corajudo. Su prosa, leída por él, lograba tensar todo mi cuerpo hasta retorcer mis dedos. Su afecto era como una bendición desértica, no sé explicarlo mejor. ¡¡¡Zaca!!! Ahora desde el más allá, tíranos un poco de tu poder!! ¡¡Mándanos al diablo como sólo tú lo harías!!" Adelaida Caballero, poetiza, escribió: "A él voy a rendirle tributo todos los días de mi vida, aquí, allá, o donde esté". Y Guillermo Jaramillo, estudiante de Letras y reportero, el último de sus entrañables, escribió: "Le dije a una amiga tapatía, amante del box, que yo acababa de perder a mi Nacho Beristáin, que nunca podría ser campeón. Ella me replicó "¿Qué, no
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aprendiste nada? Síguele tirando golpes". Este es mi jab de estudio. Te amaba antes de conocerte, Zacarías. Te amamos. Ya tienes tu lugar entre los más fieros, mi campeón con corona de espinas. Para muchos de los escritores nuevoleoneses Zaca fue un personaje. No pocos narradores y poetas recrearon en sus textos las excentricidades que lo caracterizaban. De modo que su deceso viene a ser como una mera graduación del personaje que desde un principio fue. El recuerdo más grato que me queda de Zacarías fue durante su lectura en el desaparecido Encuentro de Escritores Sanmillanos, que se celebraba en el bar cultural Gargantua´s. Como solía ocurrir, la timidez lo obligaba a leer con la cabeza gacha, sin mirar al público, lo que no hacía falta para tener a todos sin pestañar. Esa noche, el alboroto se desató y dividió a la concurrencia entre los que le aplaudían y quienes lo imprecaban en acaloradas protestas. Sucedió cuando en su cuento Legión en el bar Saboy, a una mesera golpeada por su padrote, el personaje testigo (siempre él) la conmina a no permitirlo, a lo que la mesera responde: "Si no me pega, ¿después qué les cuento a mis amigas? Nosotras las de mi condición, preferimos los golpes a andar con puñetines que escriben poesía".
En alusión al gran poeta Hölderlin, pregunta Heidegger qué sería habitar poéticamente el mundo. Quizás el sentido no sea el mismo, pero desde su condición y con un sello muy propio, es eso lo más predicable de Zacarías Jiménez. De su vida atribulada, nutrida de frustraciones y carencias, hizo poesía. Su narrativa es una recreación poética de la violencia cruda, que de muchas maneras vivió, en coexistencia inexplicable, mas verosímil, con los afectos y la sensibilidad. En cuanto a su poesía, en ella levantó acta puntual de su paso por este mundo, de la sordidez
humana como él la experimentó, con la muerte insinuándose a cada tres versos. Amén de los homenajes ya iniciados en memoria del Quijote que fue Zacarías Jiménez, nos queda, a quienes conservamos algún cuento, poema, novela, obra de teatro suyos, además del cálido recuerdo, la tarea de reunir tan prolífica obra, ordenarla y encausarla a las instancias que ya se han manifestado dispuestas a publicarla.
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La noche toca la puerta del rencor Zacarías Jiménez
Vago por la noche en busca de dónde caerme vivo con una certeza: estoy de más en el mundo sin refrigerio ni para las cicatrices en el duelo de las miradas Si me cortara las venas acabaría con este nudo en la garganta que taladra el recuerdo como punzada La noche pulpo enorme escupe tristeza me toca el corazón de gallina y espulga el mito de la dignidad La noche toca la puerta del rencor y nada hay qué decir somos mudos cuando el dolor nos enseña el nombre exacto de las cosas Hoy puse en balanza mi vida y la muerte ha jineteado mis pensamientos todavía antier pensaba que algo valía yo como escritor pero me impulsaba más la vanidad que una razón verdadera Cuánto pesa la luz cuando la vida de un hombre vale menos que una paloma Vago por la calle en espera de que en alguna esquina una daga me joda la existencia que me parta la madre lo extraordinario porque hoy no habría llanto ni de puta ni de santa que oxidara el semblante de mis días Cruzo la noche a pie con la muerte de incógnito en blanco y negro y me consuelo cuando digo a mi sombra la ciudad necesita un leprosario o un cementerio de luciérnagas
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Ko’oten xook (Ven a leer) por Ángel Augusto Uicab Tocados por el trueno. Apuntes desde el VIH/SIDA ¿Es esto un sueño? Todo es muy confuso. // Me encuentro en un hospital. Lo sé porque hay mucha gente con el rostro demacrado por la espera. Sentada en bancas metálicas, en el suelo, agazapada contra las paredes. De pie como atlantes con los brazos cruzados. Ancianos que no se sabe si toman una siesta o ya duermen, de manera definitiva, en el regazo de Ah Puch. Madres atesorando a niños de perfiles cadavéricos que por momentos dejan salir de su jaula a los pájaros del llanto. // Lo sé por ese olor característico de los hospitales. Esa mezcla de desinfectantes, enfermedad y muerte. // Estoy frente a una ventanilla "Resultados Laboratorios". La servidora pública me extiende la mano para entregarme el sobre. Cuando lo toco, el blanco del sobre se torna del color de la hojarasca, se agrieta. En sus ojos toscos leo mi propia vergüenza. Hace una señal de cabeza y entiendo que debo retirarme. // Abro el sobre. Del interior vuela una mariposa negra que revolotea ante mis ojos. Mis placas tectónicas, todas, se sacuden. Mi corazón es un caballo desbocado que amenaza con romper las paredes de mi pecho al leer esa palabra ensangrentada, que estigmatiza, que aún en vida significa muerte: "Positivo".// Levanto la vista y la gente me mira con ojos afilados. Todos se alejan de mí. Yo estoy en el centro. Las luces parpadean, chirrían. Me muerdo el labio superior para despertar del sueño. Nada. Lo intento pellizcándome el hombro. Nada. Esto es la realidad. Dejo caer el papel con el diagnóstico, y éste se rompe como cristal en mil pedazos. Así mi ser.
Lo anterior lo escribí a propósito de la lectura de Diagnóstico Po(e)sitivo de Raúl Lugo Rodríguez. Como mínimo así debe sentirse alguien que acaba de enterarse que es seropositivo, la forma correcta de llamarle a un portador de VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana), de la misma forma a un enfermo de SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida), conceptos diferentes ya que no todo portador del virus es un enfermo del Síndrome. En D.P. —de aquí en adelanteasí me referiré al poemario— el autor describe la agonía que vive una persona portadora de VIH/SIDA. En primera instancia la agonía sicológica, desde el momento en que se sabe seropositivo; esa palabra horrenda que significa muerte, que marca, que estigmatiza. Por eso la obra comienza con el poema Diagnóstico en el que la voz lírica pertenece a un portadorde VIH, y describe de mejor forma lo que yo quise decir en el texto del principio: "Dentro del sobre está,/ dormida,/ agazapada,/la sentencia final,/ …la flor marchita de mis placeres sucios,/la burla del destino,/ el guiño obsceno,/ odio de Dios transformado en palabra,/ escupitajo amargo:/ "positivo". Algo estalla por dentro, y en las piernas/ dos temblores sin freno me sacuden, / todo tiene final, todo se acaba…/ ¡No pensé que tan pronto!" delatripa: narrativa y algo más, No. 24, Abril 2016
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En los siguientes poemas la voz lírica muda a la piel de un enfermo de sida. Retrata el sufrimiento, sus miedos, principalmente el de morir; y es que dicha enfermedad es una pistola, una "mortífera pistola destructiva" que en cualquier momento accionará el gatillo, por eso la voz desesperada, desgarradora en el poema Urgente Compraventa dice: "Necesito esa arma pues la noche/ de angustia que he narrado/ puede ocurrir/ dentro de media hora./ Estoy solo en mi cuarto tengo sida/ no tengo a nadie cerca/ y no estoy preparado…". Nunca nadie está preparado para morir, menos un seropositivo que vive a la expectativa de la enfermedad. "Hay noches en que siento… / la muerte esperada que se acerca / caminando de puntas.", en el poema Hay Noches.
por absorber —como el título del poema lo dice— todos los sufrimientos y miedos de aquellos a los que la vida ha tratado mal: la mujer golpeada, los niños pobres y hambrientos, la prostituta, el travesti, el homosexual, el drogadicto, los enfermos de cáncer y de sida... "Dadme todas las muertes inocentes. / Dadme todo el dolor… / Cuando llevéis mi cuerpo en el cementerio / enterrad en mi tumba / la enfermedad que quiera escabullirse / y el dolor que aun persista. / No derraméis más lágrimas. / Echad tierra y más tierra: / me llevaré todos los males." Nos damos cuenta que el que escribe es una persona de extrema bondad que ha querido arrancar el dolor de los inocentes para inyectárselo en sus propias venas.
También se pone los zapatos del familiar de un enfermo. Demuestra la angustia y la tristeza de ver a un ser amado deteriorarse progresivamente, en que le es arrebatada la esperanza, la alegría "la sonrisa de siempre se quebró/ en un amargo rictus de agonía.", en Elegía 1. En el poema Nadie Puede Saber: "Nadie puede saber lo que se siente / perder al ser amado / y menos de VIH." Qué difícil, ¿no?, mirar como la vida de un ser amado se marchita y luego muere, sentir cómo sangran las heridas.
Además el autor alza la voz para no olvidar la masacre del 68, aquel oscuro y sangriento 2 de octubre en Tlatelolco: "Regaladme la plaza ensangrentada, / cubierta de cadáveres anónimos / en ese dos de octubre", "Aprendí Tlatelolco, asesinato, / injusticia y tortura…", "Si sucediera que seguí tranquilo / al ver una masacre…", "Odios acumulados, rebeldía / que no se olvida, que despierta / puntual el dos de octubre". Es de esta forma que Raúl Lugo, en cuatro de los poemas de D.P. exige que no quede impune la masacre de Tlatelolco 68, que no se extravíe en la memoria.
Hay que decir que D.P. es fruto de las vivencias de Lugo Rodríguez en los más de quince años que ha acompañado a las personas afectadas por el VIH/SIDA, como bien se lee en la contraportada del libro. Un hombre que conoció de cerca el dolor. En el poema Tu Llanto, escribe:"No hay pena más grande,/ — espada más filosa— / que una lágrima surcando tu mejilla, / hoy conocí el dolor." Es una obra de denuncia social. El autor demanda acabar con la delincuencia, la violencia, la corrupción, la injusticia… En Todos los Sufrimientos, escrito a modo de oración, reza 80
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Raúl Lugo exhorta a respetar a los enfermos de VIH/SIDA, a la no discriminación, a evitar los prejuicios. Porque como expresa en el poema Todo Sale Mal: "A veces todo sale mal: uno se infecta. / A veces todo sale mal / hasta el poema." Nadie pide infectarse. A nadie le gustaría ser tocado por el rayo. Raúl Lugo Rodríguez. 2011. Diagnóstico: Po(e)sitivo. Editorial Dante. 64 p.
Mi punto de risa por Roberto Cardozo
Las "benditas" redes sociales. Cuando me llegó una invitación para abrir una cuenta en Facebook, nunca imaginé lo que vería o leería alguna vez. En esos lejanos nueve años, cuando la red social estaba en inglés, solamente se podía escribir en el "muro" de nuestros amigos y había otras redes sociales en las que se compartía más contenido (Metroflog, Hi5, MySpace), por lo que esta nueva red social parecía no tener un futuro prometedor. Sin embargo, este fenómeno creció a tal grado que, cuando conoces a alguien en estos tiempos, una de las primeras cosas es preguntar por su "feis". La mayoría de nuestros momentos están registrados en la red social, muchos de nosotros sentimos que ya no existimos si no compartimos nuestras acciones cotidianas. Dentro de este movimiento, se ha dado cabida para toda clase de manifestaciones de ideas, incluyendo el plano artístico y habiendo cerca de dos mil millones de usuarios, es completamente probable que nos encontremos con manifestaciones que no nos agraden; como en mi caso, que no me gusta que la gente ande publicando cosas sobre religión y accidentes. Las expresiones artísticas, desde el punto de vista de los artistas, deben generar un sentimiento en el público. Si no causa escozor no es arte, si no te mueve algún sentimiento no es arte.
Este ha sido el caso de varios escritores en los últimos días, uno acusado de presunto pederasta y el otro con su cuenta inhabilitada por publicar unas fotografías que no le habrán gustado a alguna persona que no entiende la búsqueda artística. Estar detrás de un teclado, a kilómetros de distancia de nuestros contactos, nos vuelve valientes y bravucones. Las redes sociales no son más que un reflejo maximizado de la sociedad, de la doble moral de la sociedad. Todos publican lo que desean y piden respeto a sus publicaciones, pero en el anonimato intentan juzgar, y reprueban aquello que no les gusta. Es cierto que cuando uno se hace de una cuenta en alguna red social, acepta los términos y condiciones, también es cierto que constantemente se actualizan estos términos y condiciones, pero las condiciones reales terminan siempre rebasando a las ideales de convivencia en línea. Como siempre, desde hace siglos, el que termina pagando es el que pertenece a una minoría. Aquí no importa el respeto por las ideas de los demás, importa la imposición. Si uno se declara ateo, la mayoría creyente lo va a linchar en el ámbito social; si compartes alguna fotografía de desnudos, seguramente eres un delatripa: narrativa y algo más, No. 24, Abril 2016
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pervertido, porque no cualquiera comparte ese tipo de material, como si solamente uno amara los cuerpos, como si solamente uno disfrutara del sexo. Todo esto me hace pensar que las personas, los usuarios de las redes sociales, nunca han disfrutado de una sesión sexual satisfactoria, que no están cómodos con sus cuerpos, que
quieren seguir con esa falsa —y farsa— moral en la que pretenden que esas cosas "son del diablo". Dicen que "todo depende del cristal con que se mira", por lo que el artista seguirá viendo arte en textos, imágenes, audios y videos, mientras que los pervertidos seguirán viendo la perversión. ¿Quién está mal?
Una sonrisita. Julión Álvarez, un cantante de música de banda, sumó a la polémica al declarar que una mujer que no "trapea" no le sirve. Si a él no le sirve, pues qué bueno, su esposa seguramente es feliz así: trapeando, lavando, cocinando. Si a alguna mujer le ofendió ese comentario, pues tenga cuidado de no casarse con Julión. Fierro pariente.
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La Niña TodoMePasa dice: por Jéssica de la Portilla Montaño
Panama Papers para dummies Panama Papers para pobres, que diga, para dummies… La nueva patraña internacional alias cortina de humo se llama "Panama Papers". Panama Papers consiste en una cosa extraña que involucra a personas super mega híper importantes de todo el mundo: políticos, deportistas y otros que son ricos wannabe (no ricos-ricos al nivel digamos de Mark Zuckerberg, Bill Gates, Warren Buffett o ya de perdis nuestro inolvidable Carlos Slim). El rollo explicado con palitos y bolitas consiste en: Gracias a una filtración masiva de casi 12 millones de documentos electrónicos se dio a conocer que personalidades de renombre como nuestra queridísima actriz mexicana Edith González (la misma del sospechosismo del que hablábamos hace años en TodoMePasa.com, mi intento de blockkk) tiene por ahí lana escondida en algún paraíso fiscal gracias a un despacho de abogados panameño llamado Mossack Fonseca. Este dichoso despacho es algo así como del top ten de proveedores de compañías offshore, esto es, empresas (fantasmas o no) constituidas
en países o "paraísos fiscales" donde los impuestos son nulos o casi. Lo anterior, aclara Sergio Sarmiento en una de sus columnas del día sobre Panama Papers (Papeles sin papeles), no es ningún delito. Así han creado sociedades, compañías ficticias, fundaciones, fideicomisos y otras por el estilo tan embrolladas que al final no se sabe de quién son ni cuánto dinero hay de por medio. Por ello es que se puede hablar con cierto "sospechosismo" tanto de estructuras que bien pueden lavar dinero malhabido o simplemente evadir impuestos en los países donde los fulanos residen. Ahora: los periódicos están tratando este asunto de Panama Papers como si fuera la gran panacea del siglo, como si fuera una novedosísima novedad el que los ricos escondan su dinero en las Islas Caimán, mientras los pobres lo esconden debajo del colchón de la cama… o en una cuenta de Guardadito Azteca. Por cierto: Ricardo Salinas Pliego, dueño de TVAzteca, está entre los mexicanos nombrados en los Panama Papers. delatripa: narrativa y algo más, No. 24, Abril 2016
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Hablando de personalidades: uno de los presidentes poderosos involucrado es nadie menos que Vladimir Putin, con la consigna de que solamente las empresas de sus amiguitos valen como dos mil millones de dólares… …pero díganme: ¿A QUIÉN DEMONIOS LE SORPRENDE??? No es como que un fulano cualquiera se metió de presidente de un país porque quiere hacer el bien a los pobres pobres, o para promulgar reformas constitucionales que van a ayudar a quienes más lo necesitan, o para mejorar la educación del país evaluando a los profesores para elegir a los mejores. HELLO. También mencionan al futbolista Leo Messi, quien ya había estado metido en algún asunto de evasión fiscal, lo cual a fin de cuentas resulta intrascendente porque ni va a dejar de jugar bien y sus impuestos no benefician de ninguna forma a nadie EXCEPTO a quienes los desvían a sus cuentas privadas. Bah: si el cardenal Bertone, de la cúpula misma del Vaticano, desvió dinero destinado a un hospital pediátrico para reformar su departamento de soltero, ¿qué se puede esperar de los simples pecadores? Alfonso de Angoitia, Omar Yunes Márquez, Armando Hinojosa Cantú, Rafael Caro Quintero, Ramiro García Cantú… sí, serán muy parte de los Panama Papers. ¿Y??? Aún si llega mañana Hacienda a auditarlos, ¿a mí de qué me sirve? ¿Van a crear un "Fondo PPP" (Para Pinches Pobres) que rescate al país del alza del dólar? ¿Van a llevar agua potable a comunidades perdidas donde no hay caminos decentes, pero sí llega internet? ¿Van a subsidiar la luz para que paguemos menos, como prometió el asno de Felipe Calderón Hinojosa al apagar la Compañía de Luz y Fuerza?
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NO: las cosas van a seguir igual, con la diferencia de que algunos delincuentes de cuello blanco irán a la cárcel, otros pagarán lo que les digan y ese dinero terminará siendo robado del presupuesto de algún municipio cuya existencia desconoce la mayoría de los mexicanos. Piénsenlo así: una mujer de la sierra que llega a la ciudad para vender tres mazapanes por cinco pesos y con esa miserable ganancia alimentar a sus cinco chilpayates, esa mujer de todas formas paga un IVA de 16% para beneplácito de Humberto Roque Villanueva. Al adquirir ella sus mazapanes está ayudando a que Videgaray pueda fincarse una hermosa casa nueva, ya sea blanca o del color que se le antoje. Por eso y muchas cosas más no le veo la mayor importancia a que los ricos que ya obtuvieron sus ganancias de forma cuestionable cuiden que ese dinero no termine en manos de ladrones con licencia como son los de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Veamos el lado positivo de los Panama Papers, señores: al ser parte de esta enredada trama, Edith González ha demostrado que SÍ es posible que una actriz de televisión se haga de una lanita con la que pueda costearse un jacalito de Higa. Y tú, ¿qué opinas? ¿Los castigos causados por los Panama Papers harán menos ricos a esos ricos?, ¿harán que los pobres nos sintamos menos pobres que de costumbre?
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Incipit
por Blanca Vázquez
De censuras y otros placeres "Las palabras de aliento después de la censura son como el sol tras el aguacero" Goethe
En nuestra sociedad a pesar de nuestros avances tecnológicos y médicos, aún no es fácil hablar de erotismo porque "...sexo o la sexualidad son reprimidos, todo lo que a su respecto atañe se encuentra en esa posición de proscripción y clandestinidad" (Rubalcava 1976 : 10). Sin embargo, gracias a los estudios de Sigmund Freud, Alfred C. Kinsey, Henry Havelock Ellis y otros realizaron, hoy podemos comprender un poco más acerca de los comportamientos sexuales y eróticos. Los estudios psicoanalíticos muestran que el instinto sexual es un combinado de diversos instintos, lo cual nos lleva a comprender que la actividad erótica requiere de un sinfín de mensajes a través de los sentidos y de las estructuras biológicas para lograr un estado de erotismo. Freud llegó a la conclusión de que la excitación de diversas partes de nuestro cuerpo lograban una satisfacción al instinto sexual, pero esa exaltación no necesariamente tenía que ser en las partes genitales, sino en todo ese mapa humano que es nuestro cuerpo, y "...a estos puntos excitables... los llamó zonas erógenas" (Covo 1986 : 49). Refería que el individuo adulto tenía traumas o conductas poco sanas debido a trastornos psicológicos producidos en la edad infantil por la represión al placer sexual en
esa etapa de su vida. Un niño o niña que se tocaba, sentía o disfrutaba de su cuerpo (aún en nuestro tiempo) era sentenciado y enseñado a bloquear ciertos disfrutes, y entonces su libido (energía psíquica y cuyo origen es sexual) se ceñía a comportamientos poco normales. Tal vez estos que bloquean o censuran una página de alguna red social mantienen un problema serio con su sexualidad y por eso les espanta que se muestre el cuerpo. La constante búsqueda del principio del placer decía Freud, mostraba el "ello" que busca la satisfacción total de los impulsos instintivos, y que éstos eran canalizados por el "yo" el cual mantenía una estrecha relación con el medio social y cultural del individuo y que se asociaba con el "super yo" que representa los patrones o reglas morales que dictan las diferentes instituciones sociales. Estos tres elementos eran los que Sigmund Freud consideraba como parte de cada individuo, y la disociación de alguno de éstos, llevaba a un desorden emocional por reprimir sus deseos.
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Y aunque éste hombre de ciencia descubrió algunas incógnitas acerca de la libido, del deseo y el cómo ser feliz a través de la sexualidad, también era un escéptico al creer que no podía darse una transformación social a través de las conductas sensoriales o del Eros (a diferencia de Marcuse). Freud creía que "la evolución cultural es un proceso conflictivo entre el deseo de satisfacción individual y las impresiones del grupo" (Covo 1986 : 65). El ser humano en las artes ha buscado exponer todos los sentimientos que el hombre y la mujer cobijan en su interior, sus deseos reprimidos, los placeres exacerbados, las manifestaciones eróticas y sensuales, la alegría y la tristeza que conllevan cada uno de los actos que —según la época— coartan la libertad o bien la externan a través de la sublimación que es "...la actividad que sustituye al objetivo sexual natural..." y tiene un asentimiento social. Alfred C. Kinsey, llevó a cabo diversos estudios a cerca de la sexualidad humana, diversificó los placeres entre mujeres y hombres, porque a pesar de que ambos son humanos, cada uno mantiene una sexualidad diferente y la goza de distinta manera, los temas que más fuerza le dieron a sus estudios fueron tres: "la actividad sexual orgásmica, la masturbación y la homosexualidad" (Gispert 1993: 28). Kinsey exponía que el disfrute sexual era diferente porque hombre o mujer se erotizaban de distinta manera y mantenían el goce del placer en puntos diferentes según sus prácticas cotidianas. El autoerotismo también ha sido revisado y uno de sus más fuertes defensores fue H. H. Ellis, quien es considerado como "…el autentico padre de la
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investigación sexológica moderna" (Gispert 1993 : 23), él mencionaba que la auto estimulación o autoerotismo, era necesaria para que el sujeto liberara las tensiones sociales y culturales impuestas, sin necesidad de tener al lado a alguien quien le ayudase al disfrute. El individuo solo puede auto complacerse, y esto no debe generar culpa ninguna. Nuestro cuerpo es un extenso campo receptivo de sensaciones, y cotidianamente nuestros sentidos exploran en ellos provocando placer. Ese placer es en algunos casos provocado por nosotros mismos; al aspirar un perfume gozamos, al manipular una materia viscosa o frágil —en algunos casos— percibimos ansiedad, al degustar un dulce o alimento de nuestra preferencia la alegría o complacencia se dibuja en nuestro rostro. Los estímulos de cada individuo son diferentes, las formas en cómo satisfacerlos también varían, por ello hay que tomar en cuenta que el erotismo mantiene una estrecha relación con la psique. La palabra erotismo se reviste no sólo de sexualidad, va más allá de lo que significa el coito, es la sublimación de los sentidos, es la configuración de lo bello para alcanzar el placer, para el disfrute de las sensaciones. Los besos, las caricias, las miradas, los olores, las palabras, los sonidos inesperados, los jugueteos corporales, la música o la poesía revisten de fuerza erótica que brinda al individuo el goce pleno de su sensibilidad. Qué nos importa que nos censure Facebook si seguimos teniendo la conciencia para ser libres. Si tienes comentarios, escríbeme: itasavi@hotmail.com
Desvaríos de la freaky neurosis por Gema E. Cerón Bracamonte
De Textos enajenados y otras digresiones "Cada escritor tiene su tiempo" Ermilo Abreu Gómez
A cada capillita le llega su fiestecita, reza un refrán popular, y cuando un escritor tiene la oportunidad de proyectarse en un foro tan importante como la Feria Internacional de la Lectura Yucatán (FILEY), no existen palabras para describir las emociones desbocadas. Tal vez no sea una conferencia magistral, quizá no te encuentres en una enorme sala repleta de gente admirándote. Quizá te haya tocado un pequeño cubículo donde se encuentran solamente tus familiares y amigos, pero por algo se empieza. Ya de por sí es un logro mantenerte en el oficio de escribir. Participar en concursos, aunque no ganes la mayoría de ellos, y a pesar de todo seguirlo intentando. Porque no es un sendero fácil de recorrer, pero poco a poco vas allanando el camino. Textos enajenados y otras digresiones, fue una presentación realizada en conjunto entre la Escuela de escritores de Yucatán "Leopoldo Peniche Vallado", la Red de Educación Artística en Línea de la Secretaría de Cultura y las Artes de Yucatán (Redalicy) y la Universidad Mesoamericana de San Agustín (UMSA) a propósito de los avances para la publicación de una antología donde se reunirán 15 textos ganadores de una convocatoria realizada por la Escuela de escritores.
Siempre es una grata experiencia conocer a nuevos talentos cuya versatilidad en géneros y estilos no deja de sorprender. Algunos de losautores seleccionados fueron: Alicia Ramírez Abraján (Ecuación perfecta), Ana Cristina Peniche Ayora (De Poe, a Ogniov y Chejov y a Kafka, como a Quiroga y a Cortázar), Yarelmi Ávila Mena (Lo sublime), Juan Carlos Quiñones Salazar (Lotería mexicana), Johnny Euán Canul (Montaña de fuego), Adolfo Calderón Sabido (Enjambre), Mauricio Sánchez de Mier (LeslaZu), además de los textos: ¿Cómo se dice?, Bulevar, Malvavisco prehispánico, Donde la piel se cambia, Época de violetas, y Fobia (éste último, de mi autoría). Tengo la impresión de que aún falta mucho para ver físicamente la antología publicada, y lo confieso, a veces creo que jamás sucederá. Pero, no por ello dejó de ser una experiencia maravillosa. A pesar de caminar por los pasillos de la FILEY viendo los enormes afiches con fotografías de renombrados escritores, y sentir delatripa: narrativa y algo más, No. 24, Abril 2016
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que aún falta un largo camino para ubicarme en aquel sitio. Y quizá alguno de aquellos noveles escritores, lo logre un día.
existen fórmulas mágicas para crear un texto que enganche al público o a un grupo de jueces en un concurso.
Cabe mencionar, que en el caso de Johnny Euán y Adolfo Calderón también participaron en otras convocatorias y resultaron ganadores. Lo más interesante del asunto, al menos para mí, ha sido poder entablar amistad con algunos de los seleccionados intercambiando nuestras experiencias al respecto.
No se trata de suerte, sino de constancia. El escritor debe ser lector asiduo, investigador incansable, con espíritu crítico y autodidacta. Aprender en base al ensayo y error, corregir nuestros textos considerando sobre todo los malos comentarios como una oportunidad de mejorar el proceso creativo. Valorar la experiencia de quienes tienen mayor trayectoria, pedir un consejo en caso necesario y no claudicar nunca, por más difícil que parezca.
Me quedé con ganas de leer todos los textos seleccionados, pues algunos autores tuvieron oportunidad de hablar sobre sus obras y resultan propuestas bastante interesantes. Pero, quizá lo que más me intriga es imaginar la forma en cómo lograrán compaginar todos los relatos en un mismo libro. Siendo de géneros tan diversos, que comprendencuentos, poesíae incluso ensayo y los textos van dirigidos a todo tipo de público, pasando desde el infantil, hasta jóvenes y adultos. Quizá a esto se deba lo de "digresiones", en el título. ¡Cuánta fuerza parecen tomar ahora las palabras del gran Ermilo Abreu Gómez!, sobre el tiempo inherente a cada escritor. A esto añadiría aún más: no
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Alguna vez me dijeron: "Escribir es una aventura extraordinaria, nadie es ajeno a ella" para referirse a la escritura como un hecho sublime al cual todos podemos aspirar. La creatividad es una cualidad que todo ser humano posee, pero no cualquiera se anima a desarrollarla. ¡Escribamos textos, participemos en convocatorias!, quizá no ganemos el Nobel de Literatura, pero emprenderemos una trayectoria y sobre todo, iremos adquiriendo las tablas para quizá, en un futuro, realizar una joya literaria.
Nos vemos en el slam por Mario Pineda Quintal
¿Y dónde consigo su disco? Los flyers que informan sobre toquines para el fin de semana o días laborales son el primer reflejo de los diversos cambios que he planteado en esta columna acerca de la dinámica de la música alternativa del estado. Distribuidos en su mayoría por internet, principalmente por la plataforma de Facebook (creo que terminó la era de ser pegado en las paredes del centro histórico de Mérida o volanteados en sus calles) estos documentos gráficos nos encaminan actualmente a lugares como el Delorean, la Mezcalería, Casa Nohoch, Café Momento, Tapanco, entre otros sitios, para escuchar las rolas de las bandas que surten al acervo musical de Yucatán con rock, metal, ska, reggae, punk, electrónica, rap, cumbia y demás géneros o la combinación de éstos para hacer más creativos los sonidos del escenario. Y también, estos documentos, coleccionables algunos por su originalidad, demuestran que en el avance de los años del tercer lustro del siglo XXI varias agrupaciones desaparecieron y nuevas tomaron sus lugares, uniéndose a las ya consolidadas en la historia del rock local. Lo lamentable, desde mi punto de vista, es que algunas que callaron tuvieron el potencial para atraer un público cautivo o variado que aprendió las letras de sus rolas, bailaron con la pasión de los instrumentos y pedían a la banda "otra, otra, otra", sin importar que el vocalista respondiera con "mota, mota, mota". Parte importante del protagonismo de las fiestas, sin importar la sede, sin importar el número de personas, las agrupaciones desaparecidas provocan en mí una nostalgia musical que me lleva al YouTube u otras plataformas con la capacidad de registrar
sonido para volver a escuchar esas canciones que me motivaron a entrar al slam, quedarme en la tocada a pesar de la falta de alcohol, pagar cualquier costo de cover o aguantar en las primeras horas de la madrugada sin la preocupación de irme caminando a casa. A veces tengo suerte, a veces solo me queda tratar de recordar y recordar, hacer tarareo de los ritmos hasta aceptar que no volveré escuchar esa canción que, sin duda, merecía su registro musical más allá de algo personal para sus creadores o de algún medio de difícil acceso. Esta situación nostálgica, de la cual no creo ser el único en sufrirla, debe ser vista por las bandas actuales, refiriéndome a las nuevas, como una petición para que graben sus canciones, ya sea poner el REC al momento del ensayo o en plena tocada, con la idea que en un futuro, si el destino decide bajar a la banda de los escenarios, además de la clásica tocada de despedida o el mensaje en Facebook con agradecimientos a todos los seguidores, exista un link accesible para descargar las canciones o discos para darles un espacio en la colección musical. Registrar una discografía en la trayectoria musical, según yo, debe ser difícil. Siempre se buscará la perfección de los sonidos con que los músicos la imaginaron, la ensayaron. No dudo que pueda existir el objetivo de grabar equis canción como sonó en tal tocada o como sonó en su quinta práctica en el ensayo. Además de la aportación económica, pues todo cuesta. Por eso, las bandas de hoy deben aprovechar las ventajas tecnológicas que no existían hace tiempo, delatripa: narrativa y algo más, No. 24, Abril 2016
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no deben caer en la flojera que se resuma en un "para qué" o en la simple visión de "solo tocamos hasta cuando se pueda y ya", el público que las sigue no las olvidará, quizás, años después, si se da una separación, anden buscando las rolas porque se despertaron con cierto ritmo en la cabeza. No es necesario grabarlas en un estudio profesional con
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todos los gastos y esfuerzos que respaldan la gran labor de estos sitios. Si no se requiere de ellos, si no hay el interés de recurrir a ellos, por lo menos, grabar todo, desde un celular o cualquier cosa que registre sonidos y tenerlo disponibles a todos aquellos que se metieron al slam o aplaudieron cuando escucharon las canciones… disponible para siempre.