4 minute read
Rodrigo Weiberlen
RODRIGO WEIBERLEN El negocio de las ideas
Chiliburger con papas al romero y salsas de la casa, Polka y una conversación sobre una industria nacional limpia, renovable y potencialmente ilimitada: la de las ideas.
Rodrigo Weiberlen nació y creció en Las Mercedes, donde ahora vive y trabaja. El núcleo de su vida —trabajo y familia— se resume en cuatro manzanas. En una de esas manzanas está Walterio, fruto del amor marital de Weiberlen y Paola del Vecchio por el buen comer en general y por la hamburguesa en particular y collage del hobby familiar de probar hamburguesas compulsivamente durante sus viajes. Que el entrevistado admita que lo suyo es más comer que cocinar, sobre todo por razones de tiempo, para luego mandarse una hamburguesa en el restaurante de su esposa se presta a suspicacias. Pero doy fe que Weiberlen se tomó muy a pecho esto de Hoy Cocino Yo (y nadie más), y que la idea y ejecución de su chiliburger con papas al romero y salsas de la casa fueron exclusivamente suyas, excepto el input de las salsas de la casa, lo cual es comprensible.
Mientras pica el locote rojo, la cebolla y el chile rojo, que forman la personalidad de esta hamburguesa, Weiberlen describe su ideal: “La hamburguesa perfecta, por más que le des la vuelta a la cuestión quinientas veces, parte de una buena carne, un buen pan, un buen queso derretido, y una buena salsa”. Las papas y el pan están en el horno. Las hamburguesas chisporrotean sobre la plancha, cubiertas de fetas de cheddar y mozzarella. Le pregunto si de verdad va a dejar la semilla de los chiles picantes en la salsa. “Por supuesto” me contesta, “esta es mi hamburguesa.”
En junio de este año, Rodrigo Weiberlen y su socio Camilo Guanes —dueños y fundadores de Oniria—volvieron del festival de publicidad más importante del mundo con los tres primeros Leones para la publicidad paraguaya. Creada para Unicef, la campaña #ElPartidoSinNombre se sirvió del partido Paraguay-Uruguay por las eliminatorias al Mundial de Brasil 2014 para llamar la atención sobre el derecho de los niños a la identidad. Durante los minutos iniciales, los dos canales de TV y las cuatro radios de mayor rating transmitieron el partido sin decir el nombre de los jugadores, sino solo los números. Luego de la sorpresa, el mensaje: uno de cada cuatro niños paraguayos no están inscritos en el Registro Civil antes de cumplir el año. En pleno periodo electoral, el remate: preguntale a tu candidato qué piensa hacer sobre esto.
Con #ElPartidoSinNombre, Oniria volvió de Cannes con un León de Plata y un León de Bronce en la categoría Relaciones Públicas, y un tercer León de Bronce en la categoría Contenido de Marca, recibido sobre los noventa en la gala final del festival. “Nosotros somos unos convencidos de que hay un montón de lugares desde los cuales no podemos compararnos con otros países. Pero sí hay un lugar en el que no podemos achicarnos, es en el mundo de las ideas. ¿Por qué existirían mejores ideas en la República Checa o en Estados Unidos que acá en Paraguay? Esa es una barrera mental nomás. Nosotros estamos en el negocio de las ideas”, dice Weiberlen. Malditos en el fútbol, benditos en publicidad: el mundial del cual quedamos fuera —y el único al que los paraguayos hubiéramos podido asistir en masa, así sea a dedo y en carpa— es el mismo gracias al cual se desarrolló la idea que marcó un antes y un después para nuestra publicidad. Y no solo para la publicidad. Porque es una prueba de que como país chico y tercermundista no tenemos por qué conformarnos con vender materia prima. También podemos exportar capacidad mental. De tres pibes a tres Leones de Cannes hay trece años. “Fundamos Oniria porque éramos jóvenes e irresponsables. Camilo y yo habíamos estado trabajando un par de años en la agencia que
nos enseñó todo y queríamos hacer algo nuestro. Cuando se sumó Laucha [Arce], el proyecto Oniria se formalizó. Fuimos creciendo. La primera vez que participamos en Cannes fue una cuestión totalmente emocional, con una pieza para WWF. De eso hace siete años. Realmente hace tres años que comenzamos un proyecto planificado y programado para llegar a esto. El primer año volvimos con las manos vacías, pero con un montón de lecciones que nos ayudaron a entender el circuito y cómo presentar las piezas. El segundo, volvimos con una pieza que llegó a finalista. Y el tercero fue este”, cuenta Weiberlen.
Lista, emplatada y fotografiada la chiliburger con papas al romero y salsas de la casa, podemos sentarnos a comer. Pica justito, y pasa con un sorbo de Polka negra. Las papas hay que mojar en el ketchup y la mayonesa de la casa. A veces, lo simple es la mejor idea.