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Liz Cramer

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In Vino Veritas

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LIZ CRAMER Imponer la marca Paraguay

Se preparó toda la vida para la misión que hoy concluye al frente de la Secretaría de Turismo. En 7 años y 3 períodos presidenciales, logró un cambio que posicionó a Paraguay como marca de potencial en el mundo.

Esto es Paraguay ¡y no photoshop!”, aclara la ministra de turismo, Liz Cramer, ante un auditorio sorprendido. Lo hizo cientos de veces por trabajo y para cumplir una misión de vida. Buscó cambiar paradigmas culturales y hacer entender a los paraguayos que su país es un destino turístico con mucho que ofrecer al mundo. Liz dice que decidió dedicarse al turismo porque viajó toda su vida. Vivió en Alemania, Italia, Estados Unidos y recorrió más de cincuenta países en todos los continentes. “Comenzó en mi infancia, mi papá era piloto de línea aérea. Así me vinculé con el turismo, con hambre por descubrir y conocer. A los 17 años había recorrido Europa de mochilera”. Cada vez que iba a viajar, su padre le decía: “¡Mirá que vas a representar a tu país!”. “¡Me sentí abanderada mucho antes de ser ministra!”. Liz Cramer tiene en sus manos la memoria de gestión de la Secretaría Nacional de Turismo (SENATUR), que incluye el Plan Maestro Nacional de Turismo creado para guiar las acciones del gobierno entre 2008 y 2018. Paraguay cuenta con un plan validado con el sector privado, gremios y autoridades de todo el país. “Es un material actualizado que dejamos a la nueva administración”, dice Cramer, quien dejará la función pública en agosto, luego de ser la única ministra de tres gabinetes presidenciales ininterrumpidamente desde 2006. “Al comienzo fue frenético, tenía solo 18 meses para completar el periodo de gobierno (de Nicanor Duarte). Estos años representaron un gran desafío y una oportunidad de trabajar por mi país. Fueron un regalo de la vida”.

¿Qué objetivo definió su gestión?

Hacer que la gente entienda que el turismo es importante y que Paraguay puede. El cambio de conciencia, que ya se empezó a dar. Durante los primeros años me volvía loca escuchando a la gente que tenía que vender el país. Fue cambiando a medida que se le fue mostrando el país bello que tenemos. La frase “¡Qué lindo que es, no parece Paraguay!”, es la síntesis de la baja autoestima y del poco conocimiento del territorio que tenemos. Pero si mostrás el enorme potencial del país, es imposible no enamorarse. La mayor satisfacción es escuchar decir a los paraguayos: “¡Qué hermoso es nuestro país!” No tiene precio y está empezando a suceder.

COCINA Y TURISMO: UN BUEN MATRIMONIO

“Gastronomía y turismo están ligados. Es un matrimonio inseparable”, asegura Liz Cramer citando experiencias como “Perú, mucho gusto” y las rutas del vino y la cocina en Argentina y Chile. “En Paraguay esto es todavía un desafío. Es necesario desarrollar productos con identidad. Por ejemplo, no hemos hecho uso de nuestra caña, premiada y reconocida por expertos, al mismo tiempo subvalorada en el país. Con ella deberíamos preparar un trago típico que fuera la marca de Paraguay”.

¿Cree que la cocina paraguaya gusta en el mundo?

La cocina paraguaya tiene el mismo nivel de exposición que el país. Hay muchos desafíos para hacerse conocer internacionalmente. Se consigue con inversión en los mercados que reditúan primero. Hay que posicionar los productos de identidad. La carne paraguaya como sinónimo de calidad. Los restaurantes deben incluir la mención en el menú. Hay mucho por crecer en el ámbito de la gastronomía tradicional en su presentación y difusión, y en el desarrollo de la cocina propia de vanguardia. Los restaurantes deberían llevar adelante la renovación de la gastronomía, con una cocina fusión de base tradicional. En las distintas regiones del país, los pequeños emprendedores tienen que usar los elementos de la zona para dar identidad a sus platos.

¿Qué platos prefiere?

En el ámbito local, casero, milanesa con arroz quesú y el vori vori. También me gusta mucho la cocina mediterránea... ¡Mi problema es que me gusta todo! (se ríe) Si estoy en San Pablo o en otra ciudad donde es posible “de todo”, aprovecho: un día sushi, luego árabe, después, hindú. Me encanta la cocina étnica con identidad.

En Miami come frutos de mar en el Rusty Pelican. En Londres platos con curry en el barrio hindú, en Buenos Aires prefiere la pasta rellena en Marcelo, en Puerto Madero. Entre los platos más extraños que probó menciona carne de caballo en Kazajistán; de canguro en Australia y de llama en el noroeste argentino. Pero la milanesa con arroz quesú es para ella el sabor a su infancia. “Cuando la como en otro país, me transporta a Asunción un sábado en familia, con mi madre, que ya no la tengo”.

Liz Cramer confiesa que cocina muy poco. “A veces hago pastas y woks de verduras para la familia y amigos. Pero en Italia dejé de cocinar. Allá todos hacen unos platos maravillosos y la gente te ofrece condimentar una ensalada como si fuera un honor. Era tanta la presión por llegar al standard que decidí dedicarme a lavar platos”, cuenta riendo.

¿Qué plato podría reflejar su personalidad?

Es imposible definirme en un solo plato. Tendría que estar dividido en seis partes, o mejor, debería ser un buffet… (se ríe).

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