8 minute read
Floridita: La cuna del Daiquiri
BARES CON HISTORIA O POR LA RUTA DE HEMINGWAY
FLORIDITA
LA CUNA DEL DAIQUIRI
DE LA PIÑA DE PLATA AL FLORIDITA
La tienda de bebidas se llamó en sus orígenes La Piña de Plata, casi un siglo más tarde su nombre cambió. Situada en el exterior de uno de los principales portones de La Muralla de La Habana, en las calles de Obispo y Montserrate, cuentan las crónicas de la época que frente a las puertas de la Piña de Plata se aglomeraban los peatones, allí todo se sabía, todo lo que pasaba en la ciudad. Era una taberna estratégica donde "el viajante caía en una celada cordial para pasarse por la garganta vinos y aguardientes".
En el año de 1820 se sitúa la inauguración de la Piña de Plata; ya desde el año 1810 se ha introducido en la Habana "la era del hielo", entró en sorbeteras por barco desde la ciudad de Boston. El contar con este importante elemento empezó a ampliar las ofertas de las frutas licuadas y congeladas que rápidamente se hicieron populares en el caluroso clima del país. La fusión de mangos, guayabas, plátanos, anones, piñas con sus variantes de refrescos, batidos, horchatas y helados, abrió una brecha para la asistencia de las damas al local, hasta entonces reservado a los hombres. Años más tarde hubo que hacer algunos cambios en la arquitectura del local para hacerlo más agradable y reservado a la vista del público. Desde entonces tomaron asiento en La Piña de Plata las damas cubanas para degustar, entre mamparas y persianas, las refrescantes bebidas.
En el periodo de la intervención norteamericana en Cuba (1898- 1902), La Piña de Plata cambia su nombre por el de La Floridita, de acuerdo a los gustos y modas de los nuevos gobernadores de la isla. Comienzan a variar las costumbres, y a imponerse el gusto por los cocteles. El bar es rebautizado y cubanizado por los clientes como El Floridita. Nunca más cambió su nombre.
LA CUNA DEL DAIQUIRI
En 1914 comienza a trabajar en El Florida como cantinero (luego se le llamaría barman) Constantino Ribalaigua, un catalán emigrante que con el tiempo fue también rebautizado por los clientes y pasó de llamarse Constantino a Constante.
Con el tiempo, Constante pasó a ser propietario del Floridita. La arquitectura siguió siendo la misma. Surgió así el estilo del Floridita: una especie de neoclásico criollo de columnas y armazón de madera con grandes espejos detrás de una amplia barra de caoba con banquetas altas de madera y mesas en su salón. En ese ambiente se reunían en los años 40, a las 12 del día, las personalidades más importantes de la sociedad cubana de esos años. Era el lugar perfecto para reunirse y hablar de negocios. Constante ganó fama como un maestro en su oficio. Más de 150 recetas llegó a inventar basadas en ron, azúcar y frutas cubanas, pero su creación magistral fue el Daiquiri. El Daiquiri clásico es un compuesto de ron, limón, azúcar sobre hielo frappé y a veces un toque de marrasquino. Una de las historias sobre el origen de este famoso cóctel dice que ese nombre procede de una mina de hierro llamada Daiquiri, un lugar cercano a Santiago de Cuba, ciudad situada al oriente de la isla. Según cuentan se convirtió en un hábito de los trabajadores y sobre todo de los ingenieros cubanos y norteamericanos que trabajaban en la mina, refrescar con un trago hecho con limón, ron y hielo, al cual se le añadía azúcar y a veces un poco de agua para disminuir el ácido del limón. Fue en 1900 cuando el ingeniero jefe norteamericano, Jennings S. Cox, dijo que un trago tan fino y exquisito merecía tener un nombre y sugirió el de Daiquiri por el lugar donde había surgido. De ser así, el gran mérito de Constante fue el de añadirle hielo frappé, licuarlo y agregarle algunos elementos para realzar su textura y sabor.
Si esa historia es cierta –y es la más aceptada de todas– Constante en verdad no fue el inventor de ese famoso cóctel, ni el Floridita sería como se anuncia "la cuna del Daiquiri". Sin embargo en otro sentido sí lo es: El Daiquiri adquirió su fama internacional, su nivel de elaboración en El Floridita de Constante; allí las medidas exactas de sus ingredientes, el tiempo en la licuadora y su elegante copa, alcanzaron su cumbre.
EL FLORIDITA DE HEMINGWAY
La historia de El Floridita está ligada al tránsito por la Habana de la mayoría de las celebridades que visitaron el país, un centro de atracción de fama mundial al que sin dudas la presencia cotidiana del escritor norteamericano Ernest Hemingway contribuyó.
Desde que Hemingway se radicó en Cuba a finales de 1940 en el hotel Ambos Mundos, en la calle Obispo, a pocas cuadras de El Floridita, hizo de este lugar su cuartel general alcohólico, su preferido para comer y beber e intercambiar con sus coterráneos de todas las profesiones que visitaban La Habana. Innumerables estrellas de cine, escritores y figuras políticas buscaban en el Floridita el lugar para encontrarse con el célebre escritor. Desde allí promovió el Daiquiri y una variante especial acorde a sus gustos con la complicidad de Constante, al que se le denominó: Daiquiri Salvaje o Papa Special, o sea eliminó el azúcar y añadió el doble de ron y hielo frappé sin
batir en la licuadora.
Pero para Hemingway El Floridita fue algo más. Fue escenario de numerosos pasajes de su novela "Islas en el Golfo", tomando prestado como protagonistas a muchos personajes reales que asistían a El Floridita. "La bebida no podía ser mejor, ni siquiera parecida, en ninguna parte del mundo" dice del Daiquiri en el referido libro. En otra parte dice de Thomas Hudson, protagonista de la novela, "bebía Daiquiri doble helado, el grandioso Daiquiri que prepara Constante, que no sabía a alcohol".
En 1954 cuando Hemingway es galardonado con el Nobel por su novela El Viejo y el Mar, los trabajadores del lugar develaron un busto del escritor con una placa donde se lee: "A nuestro amigo Ernest Hemingway, Premio novel de literatura, Floridita". "Yo no merezco tanto - dijo el artista a los camareros - es demasiado honor"
En 1953, la revista norteamericana "Esquire" selecciona a El Floridita como uno de los 7 bares más importantes del mundo, junto a el Rafles Bar, de Singapur; el del hotel Shelbourne de Dublín; el Ritz Bar, de Londres; el Ritz de París; y el Pied Piper Bar, en el Palace Hotel de San Francisco.
Y comentaba: "El bar Floridita, en La Habana, Cuba, es una institución de integridad en una ciudad que por obtener turistas ha corrompido la idea de lo que debe ser un bar honesto… Es una institución donde el espíritu del hombre puede ser elevado por la conversación y la compañía. Es una encrucijada internacional. El ron, necesariamente, domina, y como en el caso de muchos grandes bares, el estímulo de la presencia de un hombre famoso presta una atmosfera especial, una sensación de amistosa filosofía por la bebida: al residente cubano Ernest Hemingway…..se le pude encontrar fácilmente, rodeado de una corte, y cuando no se encuentra en persona existe un recuerdo seguro de él en una esquina, en forma de un busto".
EL FLORIDITA DE HOY
El Floridita hoy día se mantiene como uno de los bares más emblemáticos de La Habana. Su renovada barra y decoración ya no recuerda la imagen de antaño, pero en él se respira la mística de estar en un lugar muy especial, testigo de una historia plagada de sucesos, personajes, estrellas de cine, mujeres fatales y borracheras memorables. En su lujosa barra o sus confortables mesas puede saborearse el mítico Daiquiri su forma tradicional. El 21 de julio del año 2012 en celebración de la fecha de nacimiento de Hemingway y a los 195 años de su fundación, en su barra se elaboró el Daiquiri más grande de la historia, preparado para 1100 personas, este acontecimiento está en manos del record Guinness para su reconocimiento. La copa gigante con capa- datos Útiles cidad para 140 litros en la Dirección: Obispo y que se elaboró el Daiquiri, se Montserrate conserva en el lugar. La Habana Vieja, Cuba
En el año 1992, El Horario: 11: 30 a 00 hs diario Floridita recibe el premio: Daiquiri Floridita: U$s 7 Best Five Star Diamond Award de la Academia Norteamericana de Ciencias Gastronómicas, como Rey del Daiquiri y Restaurante Especializado en Pescados y Mariscos más representativo.
A la izquierda de la entrada encontramos una escultura de Hemingway elaborada en bronce a escala natural, donde aparece el escritor en su lugar acostumbrado apoyado sobre el mostrador, mudo testigo de los tiempos diferentes que transcurren. Es la misma esquina en donde se sentaba temprano en la mañana y mandaba a su chofer Juan a buscar los periódicos al hotel Plaza, a una cuadra de distancia, y si alguien lo interrumpía en su rutina bien podía buscarse un golpe directo al mentón.
El Floridita cuenta como siempre, con un elegante y laureado restaurante especializado en mariscos, con platos muy apreciados por los que lo visitan. Teniendo de fondo música en vivo interpretada por un excelente conjunto musical, en el bar se disfruta de ritmos y canciones inolvidables del cancionero Latinoamericano.
La atmósfera nos hace recordar que estamos en uno de los templos mundiales del arte etílico, lejos están ya los tiempos en que Errol Flyn, Eva Gardner, Gary Cooper o Spencer Tracy competían con el amigo Ernest a ver quien se derrumbaba primero vencido por el alcohol. Fueron los tiempos del gran sueño americano, arropado por un Hollywood que inventaba sueños y héroes de celuloide. Sin embargo esa presencia se siente viva por alguna razón casi mágica.
En ocasión de su visita a Cuba en 1977, Mary Welsh última esposa de Hemingway, fue invitada como parte del protocolo oficial, a visitar a El Floridita. Ella se negó a ir al lugar, dijo: "que allí ya no habían ni putas ni maricones" "sic" y que le parecía forzado su regreso a ese lugar.