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Entrevista
from Revista Valle Arriba Nº32
by DiCrea
ERNESTO AMENGUAL Es parte de la historia del golf nacional
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Su gran bagaje como representante de Venezuela en competencias internacionales lo hace figura inequívoca de la disciplina
Por Antonio Castillo
El apellido Amengual es sinónimo de golf en Venezuela desde hace muchísimos años. Vicente Amengual Badaracco fue el que marcó el camino que siguieron después sus hijos Vicente y Ernesto, quienes supieron mantener la dinastía con talento, enjundia y disposición.
“Mi papá fue presidente de la Federación Venezolana de Golf entre 1981 y 1983, pero mucho antes de eso ya habíamos desarrollado una pasión por el golf, inculcada en las praderas del Club Valle Arriba, donde prácticamente nos desarrollamos desde niños”, así lo recuerda Ernesto Amengual, el popular “Catire”, quien reconoció que el golf formó desde siempre parte importante en su formación como deportista y ciudadano integral.
“Mis padres fueron casi fundadores del Club Valle Arriba, por lo que mis comienzos en el golf fueron desde muy temprana edad. Toda nuestra vida giraba alrededor del club, cuya única actividad deportiva –aparte de nadar o jugar tenis en las pocas canchas que había entonces- era el golf. De hecho pasábamos toda la semana y las vacaciones metidos en el club. Razón por la cual estuvimos inmersos en el golf desde muy chiquitos. Mi papá llegó a ser presidente del VAGC y mi mamá Ilse también jugaba bastante bien, ya que tenía 10 de handicap o algo así”.
Si alguien dudaba de su futuro en el deporte, pues se equivocó, ya que tanto Vicente como Ernesto resultaron tremendos golfistas, de los que representaron a Venezuela con gallardía en contiendas internacionales.
Una prolífica carrera
Hoy, con un recorrido que lo ha llevado “casi al sexto piso”, como asegura con una gran sonrisa (tiene 59 años), el “Catire” puede vanagloriarse (cosa que no
hace) de haber llevado adelante una fecunda carrera, tanto nacional como internacionalmente.
Es historia viva, ya que luego de lograr diversos títulos a nivel local, el nombre de Ernesto Amengual se hizo recurrente en las selecciones de Venezuela que se abrieron paso en los torneos suramericanos, en los cuales también acumuló galardones gracias a su particular precisión y destreza en greens y fairways.
“Fui tres veces representante de Venezuela en Campeonatos Suramericanos Juveniles, en trece Copas Los Andes, cinco Copas Simón Bolívar, en una de las cuales, en 1997, quedé subcampeón al lado de Mario Maya. También competí en cuatro Campeonatos Mundiales e integré en tres oportunidades la selección de Suramérica que se enfrentó a golfistas de Europa. Resulté campeón con el equipo venezolano que intervino en el Suramericano de Golf de 1980, y también quedé campeón suramericano presenior en Ecuador en 2001 haciendo equipo con mi hermano Vicente y Luis Soto. Ya viviendo en Estados Unidos, clasifiqué en 2005 para un torneo del Majors Bank Tour, hoy Korn Ferry Tour y en 2019 participé en el Florida Senior Open, en el cual logré pasar el corte y compartí con mi gran amigo Eduardo Herrera”.
Pero como todo en la vida no siempre son momentos positivos, recuerda también dos episodios en Copas Simón Bolívar, en las cuales Venezuela resultó perjudicada por diferentes razones. El primero en 1993 en el Guataparo Country Club, que le costó el subcampeonato a Venezuela, y el segundo en 1997, con resultados similares.
“El refrán: ´nadie es profeta en su tierra´, bien pudiera aplicarse en estos dos casos. En el Guataparo, haciendo pareja con Juan Nutt, nos castigaron con dos golpes a cada uno por llegar tarde al tee de salida, cuando nunca fuimos notificados del cambio de horario por la organización del torneo. Y luego, en 1997, jugando con Mario Maya, perdimos el título por un golpe con el equipo de Japón, en un campeonato en el que sucedieron cosas irregulares que debieron haber conducido a la descalificación de los japoneses. Allí Venezuela perdió el título en un torneo catalogado de jerarquía mundial”.
Recuerda asimismo una anécdota realmente extraña y que en buena medida puso en evidencia su coraje en momentos complicados, por decir lo menos. “Resulta que después de intervenir en el Campeonato Mundial de Golf del año 1982 en Suiza, al lado de mi hermano Vicente, Carlos Plaza y Carlos Whaite, tomé solo un vuelo a Londres, ya que allí hacía escala para trasladarme a Hamburgo donde debía competir en la Copa Paco Rabanne, en la cual intervenían ocho jugadores de Europa y ocho de Suramérica. Entonces tenía 21 años y mi inglés no era bueno y llegué a un aeropuerto en Londres con una maleta de golf y otra de ropa. No sabía que había seis aeropuertos en Londres y yo había llegado a uno equivocado. Como pude, desesperado, me hice entender y la verdad es que hoy todavía no sé quién y cómo me ayudaron, lo cierto es que me montaron en un helicóptero y me trasladaron a la terminal correcta y pude viajar a Hamburgo. Me imagino que hoy por hoy esa situación no se hubiese podido solventar por las medidas de seguridad que imperan actualmente”.
Un camino labrado a través del golf
Reconoce Ernesto Amengual que el golf es una disciplina única, en la cual la mente juega un papel fundamental. “Es un reto personal difícil, ya que depende de una coordinación de mente y cuerpo, los cuales tienes que entrenar a diario. En el golf, si no entrenas la mente
pues será muy difícil alcanzar el éxito. En mi época no contábamos con ayuda en ese sentido (apoyo psicológico) y yo particularmente, hacia el final de mi carrera activa –cuando ya era viejito- fue que logré la ayuda de Alberto Cohen, quien me puso las cosas en otro contexto. Fue una experiencia realmente positiva poder haber trabajado con Alberto”.
Reconoce Amengual que a través del golf pudo forjar una vida pródiga en amistades y relaciones, las cuales le han ayudado en el plano profesional y en todos los aspectos que le rodean en la actualidad.
“Gracias al golf me involucré en la Federación y a través de mis viajes por Suramérica específicamente, pude cosechar amistades que aún perduran en el tiempo. Viajo a Colombia casi una vez al año para compartir con amigos a los que considero familia. Gracias al golf he logrado relaciones que me han ayudado en Estados Unidos donde radico desde hace más veinte años. El destino me alejó de Venezuela, pero aquí he logrado echar raíces y todo eso se lo debo al deporte en general y al golf en particular”, dijo.
Por supuesto que siente nostalgia por Venezuela y un halo de impotencia se desprende de sus palabras. “Me imagino la situación en Venezuela con el golf. He estado alejado, pero pienso que debe ser bien complicada, como todo lo que sucede por allá. Sé que increíblemente hay bastante talento, a pesar de las circunstancias negativas que aquejan a mi país. Ojalá todo cambie para bien”, finalizó Ernesto Amengual.