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Jaume Sanllorente
Periodista y creador de la Fundación Sonrisas de Bombay
Jaume Sanllorente es un conocido activista por los Derechos Humanos. En 2005, fundó Sonrisas de Bombay, una ONG que centra su acción en combatir la pobreza en las zonas más deprimidas de la India ofreciendo formación y asistencia sanitaria a niños y mujeres.
En 2003, trabajabas como periodista económico en Barcelona y un viaje cambió tu vida. Mi vida era maravillosa tenía trabajo, muchos amigos, familia, comodidades y, entonces, realicé un viaje de turismo a la India.
El último día de viaje conocí un pequeño orfanato con 40 niños que estaba en una situación logística y financiera muy difícil. Venían de pasados muy difíciles, como la trata de personas y la explotación sexual, a edades muy jóvenes.
Allí entendí que si el destino me había colocado en ese lugar era porque debía hacer algo para asegurar la continuidad de aquellos niños en su camino hacia un futuro digno y lleno de esperanza. Regresé a Barcelona para dejar mi vida y mi trabajo, volviendo poco después a la India para apoyar aquel centro.
¿Descubriste el verdadero significado de la pasión?
Descubrí, y tal vez por azar, lo que es asumir un verdadero compromiso vitalicio.
¿Cuál fue la primera prioridad de la Sonrisas de Bombay?
La primera fue, lógicamente, el orfanato: mejorar algo las infraestructuras, reforzar la educación y la salud de aquellos niños e incluir actividades, más allá de sus Derechos Humanos más básicos, que les permitieran vivir su infancia con relativa normalidad.
¿Cómo ha cambiado la ONG en estos casi 20 años de actividad? Ha tenido distintas etapas. Hemos trabajado aspectos comunitarios, dar apoyo a enfermedades como la lepra, proyectos educativos, sanitarios y de desarrollo socio-económico... Con los años se ha profesionalizado, el equipo ha crecido y hace ya años que el "alma" también está muy reforzada, muy alineada con los inicios de la organización, ya que estamos muy centrados en la lucha contra la trata.
Actualmente ya no sólo trabajamos en Bombay, sino también en otros lugares de India, como Calcuta, Pondicherry o zonas rurales de Maharashtra. Incluso en Nepal, Bangladesh y España, siempre desde la prevención, rescate y rehabilitación y apoyo a víctimas de la trata de personas.
Una persona absoluta y ordinariamente normal puede hacer cosas extraordinarias que hagan del mundo un lugar mejor
De esos primeros 40 niños a los que ayudaste hasta hoy. ¿Cuántos han podido vivir un futuro mejor gracias a todos estos años de Sonrisas de Bombay? Y no sólo menores. También mujeres y hombres de entornos vulnerables a la trata o, directamente, víctimas de ella. Han sido más de 10.000 a lo largo de estos años. Si a eso le sumamos las acciones de emergencia -como la pandemia de la COVID, ciclones y otras calamidades que han venido durante estos añosestaríamos hablando de más de 22.000.
¿Mantienes contacto o sabes cómo es la vida actual de alguno de ellos?
Aunque la organización cuenta con casi 100 trabajadores y áreas muy definidas, nunca he querido perder el contacto directo y cercano con los beneficiarios, así que intento realizar periódicamente visitas a sus casas, reunirme con ellos... Y con los 40 niños de orfanato…¡tengo más contacto que nunca! Me atrevería decir que con todos ellos mantengo el contacto casi semanalmente.
La ONG tiene iniciativas para mejorar la educación, el desarrollo económico de esa zona, pero también la salud. Un aspecto muy importante en el que insistimos es la educación para la salud. Es fundamental para poder ser consciente de la importancia que tiene y poder exigirla como derecho fundamental.
También tenéis talleres de formación ocupacionales para las mujeres. ¿Cuál es el papel de las mujeres en esa sociedad? Las mujeres con y para las que trabajamos son víctimas y/o supervivientes de la trata de seres humanos, la gran mayoría en su componente de explotación sexual. Tras las investigaciones y las operaciones de rescate, en las que trabajamos estrechamente con las fuerzas policiales, contamos con facilidades residenciales y centro de acogida donde, además de ser atendidas en aspectos relacionados con salud física y mental, rehabilitación de adicciones…
¿Sin formación pueden avanzar? No. Ni sin formación, ni sin apoyo psicológico, ni sin sentimiento de red, ni sin muchas de las coberturas transversales que Sonrisas de Bombay les brinda para que paulatinamente recuperen la libertad. Y más allá de ellas, en general, la educación es el arma más poderosa contra la trata de personas.
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Has publicado varios libros, cortos y participas en conferencias por todo el país. ¿Por qué es tan necesario dar a conocer tu labor?
Mi deber es que nada me supere y reciclar, dentro de mi, esa pena en rigor, constancia y tenacidad para seguir trabajando en pro de un mundo más justo tus conferencias o leen tus libros? Que una persona absoluta y ordinariamente normal puede hacer cosas extraordinarias que hagan del mundo un lugar mejor. Para estar comprometido con la mejora del mundo sólo hace falta eso, compromiso. Y el compromiso lo puede entregar cualquier persona.
Hace pocos meses estuve una semana entera con uno de ellos, Agnel, en Barcelona. Actualmente es profesor en Ginebra y está creando, paralelamente a su labor docente, una ONG para ayudar a otros niños de las mismas calles en las que él estaba él antes de cruzarse con Sonrisas de Bombay.
Siempre digo que estudié periodismo y que jamás imaginé que lo terminaría ejerciendo de esta manera, que en mi opinión es la más privilegiada. Porque parte de mi trabajo consiste en comunicar la existencia de la trata de personas en el mundo y las numerosas maneras que tenemos de poder, poco a poco, luchar pacíficamente contra él.
¿Cómo consigues mantener tu paz y bienestar mental viendo tanta pobreza y problemas sociales a diario?
Pues al principio me costaba. Ahora he entendido que es algo que debes afrontar. Ese dolor no nos pertenece. Ya nos tocará de cerca en algún momento de la vida, de eso no se libra nadie; pero el de las personas para las que trabajo no me pertenece. No debo apropiarme de él, porque eso me haría trabajar con menos fuerza, rigor y profesionalidad.
Y Tras 20 años enamorado de la India ¿te arrepientes de algo?
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¿Qué valores te enseñan todos esos niños y mujeres a los que ayudas?
¡He recibido y sigo recibiendo cada lección! Creo que el sentido de la palabra es casi lo más valioso. A veces en Occidente decimos o prometemos casi sin establecer un compromiso verdadero de que cumpliremos aquello que estamos diciendo. En cambio, en India u otros países en los que trabajamos, si alguien te dijo hace diez años que te esperará en determinado lugar a una hora concreta, allí estará esperándote diez años después.
Y ¿con qué aprendizaje te gustaría que se quedaran las personas que acuden a
No me arrepiento absolutamente de nada. Aunque toda esta lucha y esfuerzo hubiera servido únicamente para devolver la libertad y hacer feliz a una sola persona, ya habría merecido la pena. No debe haber nada más triste que irse de este mundo sin haber logrado, aunque sea un poco, convertirlo en un lugar mejor.