DE LAS POBLACIONES DEL
ACTAS DE LA
1 REUNIÓN PARA EL ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO
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ACTAS DE LA
1 REUNIÓN PARA EL ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO (HUESCA, 14-15 DE DICIEMBRE DE 1990)
INSTITUTO
de ESTUDIOS ALTOARAGONESES
(Diputación de Huesca)
OILIOTECA «AZUL INSTITUTO DE ESTUDIO, ALTI/ARAGONESES MUESCA
Edita:
Instituto de Estudios Altoaragoneses (Diputación de Huesca)
I.S.B.N.:
84-86856-70-1
Depósito Legal: Imprime:
HU: 59/92 Grafic RM Color, S.C. C/. Comercio, parcela I, nave 3. Huesca
Comité Científico Dr. Domingo Campillo Universidad Autónoma de Barcelona
Dr. Francisco Etxeberria Universidad del País Vasco
Dr. José L. Nieto Universidad de Zaragoza
Dr. Pedro Ramos Universidad del País Vasco
Dr. René Sarrat Universidad de Zaragoza
Dr. Eugenio Simón Universidad de Zaragoza
Dirección y coordinación Dr. José L. Nieto Dr. Eugenio Simón Dr. Miguel Zazo (Secretario)
Relación de posters presentados a la I Reunión para el Estudio Antropológico de las Poblaciones del Pirineo
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Estudio antropométrico de la mandíbula en el Pirineo aragonés (autores: Álvarez Martín, J.L.; Pérez Aradros, C.; Nieto Amada, J.L.).
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Estudio craneométrico del Pirineo aragonés. Mujeres (autores: Álvarez Martín, J.L.; Pérez Aradros, C.; Nieto Amada, J.L.).
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Estudio craneométrico del Pirineo aragonés. Hombres (autores: Álvarez Martín, J.L.; Pérez Aradros, C.; Nieto Amada, J.L.).
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Antropología del sistema HLA en la población aragonesa. Frecuencias fenotípicas y génicas (autores: Valles Valle, V.; Simón Gros, E.; Larrad Mur, L.; Nieto Amada, J.L.).
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Antropología del sistema HLA en la población aragonesa. Desequilibrios de linkaje y frecuencias de Haplotipos (autores: Vallés Valle, V.; Simón Gros, E.; Larrad Mur, L.; Nieto Amada, J.L.).
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Antropología del sistema HLA en la población aragonesa. Distancias genéticas con otras poblaciones caucasoides (autores: Vallés Valle, V.; Simón Gros, E.; Larrad Mur, L.; Nieto Amada, J.L.).
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Antropología molecular de las poblaciones pirenaicas (autores: Morales Castrillo, P.).
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Parámetros cefálicos en niñas aragonesas de 0-4 años (autores: Latre, A.; Tajada, N.; Nieto, J.L.).
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Parámetros cefálicos en niños aragoneses de 0-4 años (autores: Latre, A.; Tajada, N.; Nieto, J.L.).
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Biometría cefalofacial de la población aragonesa. Niños de 4-14 años (autores: Tajada, N.; Latre, A.; Nieto, J.L.).
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Biometría cefalofacial de la población aragonesa. Niñas de 4-14 años (autores: Tajada, N.; Latre, A.; Nieto, J.L.).
ÍNDICE
Biología de las poblaciones del Pirineo José L. Nieto Amada y Eugenio Simón Gros
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Bioantropología del Pirineo aragonés Jaime Whyte
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Algunos apuntes de la craneometría vasca Pedro Ramos
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Observaciones acerca de la consanguinidad de las poblaciones de la vertiente ibérica de los Pirineos Domingo I. Toja
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Paleopatología de las poblaciones del Pirineo vasco-navarro Francisco Etxeberria
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Seroantropología del Pirineo aragonés Eugenio Simón y José L. Nieto
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Grupos sanguíneos en la Edad Media Francisco Rosell, Mercedes Catasús y Domingo Campillo
79
Marcadores genéticos moleculares en la población aragonesa Begoña Martínez-Jarreta
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Estudio paleopatológico de las comarcas pirenaicas de Cataluña Domingo Campillo
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BIOLOGÍA DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO José L. Nieto Amada* Eugenio Simón Gros**
La llamada del Instituto de Estudios Altoaragoneses ha hecho posible esta Reunión para debatir la Antropología de las poblaciones actuales y pretéritas del Pirineo. El tema no es original pero debemos reconocer que se encontraba injustamente abandonado. Las poblaciones pirenaicas constituyen uno de los núcleos humanos más interesantes de la actual antropología española. Por un lado, los factores geográficos, especialmente el clima y el relieve, han intervenido, decisivamente, en la diferenciación tipológica de estas gentes; por otra, los restringidos movimientos migratorios ocurridos hasta ahora en estas tierras pueden transformarse, con nuestra integración europea, en contactos fluidos y permanentes con poblaciones hasta ahora muy distantes. La intensa endogamia de algunas zonas pirenaicas debe verse remodelada sin duda con nuevos flujos genéticos, de indudable incidencia en la antropología física de estas comarcas. La iniciación de estas Jornadas exige una rápida síntesis de los estudios realizados hasta ahora. A este respecto hay que resaltar la labor pionera ejercida durante más de veinte años por el doctor don Santiago Alcobé, catedrático de Antropología de la Universidad de Barcelona, con meritosos trabajos iniciales sobre la antropología de los altos valles de Arán, Andorra y Cerdeña, ampliados más tarde a otras comarcas pirenaicas, en especial altoaragonesas. Muy extensa e importante es la obra antropológica del profesor D. Miguel Fuste, todavía imprescindible para conocer a las poblaciones antiguas no modernas, asentadas en la cordillera, y cuyo fruto más conocido y polémico es la descripción de un tipo conocido como pirenaico-occidental. El mismo Fuste publicará en 1962, en colaboración con Pons, su conocida monografía Universidad de Zaragoza. Colegio Universitario de Huesca.
Actas de la I Reunión para el Estudio Antropológico de las Poblaciones del Pirineo (Huesca, 14-15 de diciembre de 1990), Instituto de Estudios Altoaragoneses, Huesca, 1992.
Índice
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ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO
titulada "La población aragonesa. Estudio antropológico", obra muy meritoria, con un planteamiento metodológico muy acertado y en la que abordarán, de forma exhaustiva, las diferentes antropologías existentes de los altos valles de Echo y Tena con la comunidad limítrofe de Jaca. Igualmente hay que incidir en las publicaciones de Hoyos, Carrión y Hernández sobre la hematología aragonesa, trabajos por otro lado que mantienen hoy un valor más testimonial que práctico. Con un cariño especial recordamos aquí las descripciones antropológicas recogidas, casi siempre con más voluntad que rigor científico, en algunos textos etnológicos, ya con vitola de clásicos como los de Violant y Simorra, recientemente reeditado, o Bosch Gimpera, y que pese a su superficialidad han servido para estereotipar determinados rasgos antropológicos de las gentes pirenaicas. Por otra parte, desde hace algunos años se asiste con esperanza a un renacer del saber antropológico en España, circunstancia a la que no es ajena la actividad desplegada por las cátedras de Anatomía de algunas Universidades españolas. En Zaragoza, nuestro Seminario Universitario de Antropología ha desarrollado un ambicioso programa de Bioantropología, iniciado con un modelo de Crania aragonesa, realizado por los coordinadores de estas Jornadas y que incluye trabajos sobre somatometría y cefalometría de la población adulta e infantil aragonesa, incluyendo la aceleración adulta diacrónica, la craneometría y los marcadores genético-moleculares, con especial referencia a las frecuencias y principales haplotipos de los grupos sanguíneos ABO, Rh, HLA y a la captación gustativa de la feniltiourea. Junto a estos trabajos, ya concluidos, otros sobre los caracteres no métricos del cráneo aragonés y del esqueleto apendicular acaban de perfilar la bioantropología de las comarcas aragonesas y entre ellas de las pirenaicas. En su monografía, Violant y Simorra recoge que los individuos del Pirineo aragonés son hombres de alta estatura, raza fuerte y vigorosa, hechos a un clima adusto y recio. Los vasconavarros también muestran talla elevada, cabeza de sienes abultadas y cara alargada y estrecha que afecta la forma de un triángulo invertido. En los Pirineos catalanes, el tipo ribagorzano y el pallarés no son generalmente tan altos como sus compatriotas occidentales, aunque tampoco pequeños, abundando más los tipos altos en el valle de Aneo. Los andorranos, como sus vecinos del Urgellet, son delgados de estatura media, más bien pequeños, aunque vigorosos y apacibles de carácter. Nuestros estudios confirman la elevada estatura de las poblaciones pirenaicas, especialmente en el Serrablo y la Jacetania, con diferencias que, como señalan FUSTE y PONS, llegan a ser significativas entre los habitantes de los altos valles de Echo y Tena y los de tierras más abiertas y relativamente próximas. El ansotano también es alto y delgado, muy tieso, no escaseando las tallas de 1,80 m y aun superiores. La sagacidad popular también acierta cuando sitúa en estas tierras pirenaicas a grupos étnicos de notable estatura. Sallentino era Fermín Arrudi, gigante de 2 m 29 cm, tañedor de laúd, guitarra y requinto, jotero de voz potente y que ha pasado a la pequeña historia aragonesa tanto por los méritos artísticos como por su excepcional anatomía. Es sabido que en la talla, por su carácter polialélico, intervienen varios segmentos corporales. Según los valores de nuestros estudios, el índice córmico señala que los bustos pirenai-
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JOSÉ L. NIETO AMADA Y EUGENIO SIMÓN GROS: BIOLOGÍA DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO
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cos resultan proporcionalmente más cortos que los encontrados en el valle del Ebro. En cambio, la altura ilioespinal, la más precisa para conocer la longitud del miembro inferior, resulta de nuevo favorable a las poblaciones del Pirineo aragonés. Lo mismo sucede con el peso, con valores máximos en Jacetania, Serrablo, Sobrarbe y en la franja prepirenaica de Huesca y Barbastro. Los brazos son cortos, tanto en longitud absoluta como al relacionarlos porcentualmente con las piernas. Es conocido que la población española está considerada como una de las más dolicocéfalas de Europa. Según nuestros datos, las actuales poblaciones pirenaicas tienden hacia la mesocefalia, con mayoría de dolicocéfalos en la porción central del Pirineo, circunstancia ya señalada por OLÓRIZ. En cuanto a la altura cefálica de los aragoneses, nuestros estudios demuestran que estos valores son máximos en la mitad septentrional de Aragón, sobre todo en las comarcas próximas a Cataluña, entre ellas las del Sobrarbe y la Ribagorza. Respecto al índice facial, los índices de la mitad oriental del Pirineo aragonés resultan inferiores a los de su mitad occidental. Los pómulos salientes y las narices leptorrinas parecen ser comunes en todo el Pirineo. En las poblaciones pirenaicas el cabello y los ojos muestran una intensa pigmentación, con fuerte incidencia de pelo negro y de ojos castaños oscuros, tanto en los valles navarros como en los de la Jacetania y el Serrablo. Los cabellos rubios, según los datos que hemos aportado, sólo abundan en la zona prepirenaica de las Bardenas y Cinco Villas. Los perfiles nasales son rectos, siendo poco frecuentes los convexos y los cóncavos, estos últimos con apenas significación entre las gentes del Pirineo. El estudio de marcadores genético-moleculares ha significado un avance importante en el conocimiento de las poblaciones pirenaicas, gracias sobre todo a los ambiciosos trabajos de Serena, Vallés y de nosotros mismos. Según estos resultados, el Pirineo aragonés se caracteriza por los elevados porcentajes de individuos pertenecientes al grupo O, que llega a alcanzar valores superiores al 52%. Otro hecho significativo recogido por nosotros es la baja incidencia que tiene el grupo B, con promedios que igualan o se sitúan por debajo de los valores descritos para la población vasca (6%), como sucede en el Sobrarbe y Ribagorza, cifras que deben considerarse entre las más bajas de Europa. En cuanto al grupo Rh negativo se mantienen porcentajes altos en la mitad occidental del Pirineo aragonés (Jacetania, Serrablo) y más bajos en la oriental (Ribagorza). Los temas esbozados van a ser motivo de discusión en las presentes Jornadas y, por qué no, en otras sucesivas. Es probable que tras su conclusión no hayamos encontrado una individualización categórica de las gentes del Pirineo. Nuestra experiencia nos inclina a sostener que, en los valles pirenaicos, los rasgos biológicos de sus gentes suelen confundirse con los de las comunidades vecinas, recorriendo en pausada transición las diferencias antropológicas entre uno y otro extremo. Por eso, al menos nosotros consideramos que el patrimonio genético que poseen estas poblaciones del Pirineo está, hoy por hoy, mucho más compartido que sus acervos culturales. Confiamos en que al finalizar los debates propuestos en estas Jornadas conozcamos mejor la morfología y la genética de los habitantes de estas tierras.
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BIOANTROPOLOGIA DEL PIRINEO ARAGONÉS
Jaime Whyte*
El Pirineo aragonés está situado en el norte de la provincia de Huesca. Desde el punto de vista antropológico constituye una supracomarca, que nada tiene que ver con las comarcas geográficas o político-económicas. Dentro del Pirineo, nuestro grupo antropológico lo subdivide en dos comarcas: una occidental, la Jacetania, y otra oriental, Sobrarbe y Ribagorza. Las medidas bioantropológicas que nosotros vamos a analizar son tanto somaticométricas como cefalométricas, aplicándolas solamente a varones. Como medidas somatométricas, estudiaremos la talla, altura del busto, índice córmico, anchura biacromial, tanto absoluta como relativa, longitud del brazo y pierna y perímetro torácico. Como medidas cefalométricas, longitud y anchura de la cabeza, índice cefálico, índice auriculobregmático, índice auriculotransversal, índice frontoparietal, anchura y altura de la cara, índice facial, índice frontocigomático, índice goniocigomático, así como anchura, altura y prominencia de la nariz.
Somatometría La talla constituye uno de los parámetros fundamentales para la fijación de las distintas razas.
Colegio Universitario de Huesca.
de 1990). Actas de la l Reunión para el Estudio Antropológico de las Poblaciones del Pirineo (Huesca, 14-15 de diciembre Instituto de Estudios Altoaragoneses, Huesca, 1992,
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ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO
ARANZADI estima la talla para la provincia de Huesca en 164 cm. FUSTE y PONS dan promedios de 167 cm para los habitantes del valle de Tena, 163 cm para los de Jaca y 166 cm para los del valle de Hecho. AZNAR, consultando los registros de quintas entre los años 1856 a 1985, encuentra que la media de la talla de los habitantes del Altoaragón ha ido aumentando desde 160 cm en el período comprendido entre 1856-60 a 173 cm en el período 1981-85. En el cuadro observamos cómo ese crecimiento no ha sido uniforme, con períodos cuya media sufría aumentos y otros períodos en los que desciende. A partir de 1925 va aumentando progresivamente. En los cuadros II y III se analiza la talla por comarcas: la talla media para la Jacetania es de 174 cm mientras que en el Sobrarbe-Ribagorza es un poco inferior, 173. Estas medias son superiores a la media interracial que TOPINARD estimó en 165 cm, con lo que podemos considerar a la población del Pirineo aragonés como alta. Las medidas del busto presentan unos valores para el conjunto de la población de 898,8 mm, siendo algo mayores en la Jacetania (899,3 mm) que en Sobrarbe-Ribagorza. Si hallamos el índice córmico de VALLOIX, que nos relaciona la altura con el busto, presenta un valor de 51,7 para la población pirenaica. Este valor encuadra a los habitantes del Altoaragón como metriocórmicos. La longitud media del miembro superior es de 766 mm para el total, 768,9 mm para Jacetania y 764,5 mm para Sobrarbe-Ribagorza, medidas en ambos casos que superan la media interracial de TILDESLEY. La longitud relativa del brazo es de 44,1 cm, con lo que podemos englobar a la población pirenaica como individuos de brazo largo. La longitud del miembro inferior se toma con referencia a la ilioespinal, con unas medidas de 999 mm en el total, siendo más elevadas (1.006,9 mm) en la Jacetania que en Ribagorza, que presenta medias de 989 mm. La longitud relativa del miembro inferior (que nos relaciona la medida absoluta con la talla) es de 55,5 para la Jacetania y 54,9 para Ribagorza-Sobrarbe. En los índices se engloba a la población del Altoaragón como individuos de piernas largas. La anchura biacromial da una media de 372,6 mm para el total, 374,4 mm para la Jacetania y 369 mm para Ribagorza-Sobrarbe. Todas estas medidas son muy superiores a la media interracial (270 mm). El índice biacromial, que se obtiene relacionando la anchura biacromial con la talla, muestra un valor de 21,4 para el total de la población y 21,5 y 21,3 para las subcomarcas. El índice denota cómo los individuos del Pirineo presentan espaldas estrechas (índices inferiores a 22). Para terminar los valores somatométricos, analizaremos el perímetro torácico máximo y mínimo, siendo respectivamente de 937,7 mm y 877,7 mm para el total de la población; 940 mm y 879,5 mm para Jacetania, y 936 mm y 876,2 mm para Ribagorza-Sobrarbe. El índice torácico es de 93,5, valor que está muy por encima de la media española que PÉREZ DE BARRADAS estimó en 82,5. Índice
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JAIME WHITE: BIOANTROPOLOGÍA DEL PIRINEO ARAGONÉS
Cefalometría La forma de la cabeza, junto con algunos rasgos de la cara, constituyen una base firme para definir una población. La longitud se expresa por el diámetro antero-posterior, con un valor medio de 195,6 mm. Por comarcas la Jacetania con 196 mm y Ribagorza-Sobrarbe con 195 dan valores que están por encima de la media interracial (187,9 mm). La anchura es de 152,8 mm para el total y nos expresa el diámetro transversal. Para Jacetania es de 152,9 mm y para Sobrarbe de 152,4 mm. La relación entre longitud y anchura nos da el índice cefálico, que tiene un valor de 78 para la totalidad del Pirineo, siendo de 77,9 en Jacetania y 78,3 el Sobrarbe. Según la clasificación de RETZIUS los englobamos dentro de los cráneos mesocefálicos (75 a 80). FUSTE y PONS en su estudio sobre la población del Pirineo dan unos porcentajes de 60% de cráneos mesocefálicos, 35% dolicocéfalos y un 5% braquiocéfalos. La altura máxima del cráneo es de 125,4 mm, siendo mayores en la comarca de Ribagorza-Sobrarbe (128 mm) que en la de Jacetania (124,5 mm). La correlación de la altura de la cabeza con su anchura máxima se refleja en el índice auriculotransversal, siendo éste de 82,2 para el total de la población, 81,6 en Jacetania y 84 en Sobrarbe-Ribagorza. En ambos casos los individuos se encuadran en el grupo de los metriocefálicos. La altura de la cara tiene una media de 119 mm, siendo de 119,9 para la Jacetania y de 116,2 para Ribagorza-Sobrarbe. La anchura bicigomática es de 138,2 para el total, dando en Jacetania 138,7 y 137,8 en Ribagorza-Sobrarbe. La relación de altura y anchura de la cara viene dada por el índice facial, que es de 86,2 para el total de la población, siendo 86,8 en la Jacetania y algo más inferior (84,4) en Ribagorza-Sobrarbe. El índice facial encuadra a las poblaciones del Pirineo dentro de la categoria de mesoprosopas o caras intermedias. En la comarca de la Jacetania estas caras se aproximan mucho a leptoprosopas o caras alargadas. El índice frontocigomático relaciona la anchura frontal mínima con el diámetro bicigomático, que es de 82,5 para el total de la población, 82,9 para la Jacetania y 81,4 para RibagorzaSobrarbe, denotando en los índices cómo las caras de los habitantes de la Jacetania son más anchas que las de los habitantes de Ribagorza-Sobrarbe. El índice goniocigomático es de 77,1 para el total, 77,3 para la Jacetania y 76,7 para Ribagorza-Sobrarbe. Este índice nos da una idea de la morfología de la mitad inferior de la cara, existiendo un predominio al estrechamiento en la zona de Ribagorza-Sobrarbe. La altura de la nariz es de 51,2 mm de media para la totalidad de la población, siendo muy parecidas en ambas comarcas. La anchura de la nariz es de 34,3 mm para el total de la población, siendo más anchas en Ribagorza-Sobrarbe (35,4) que en Jacetania (34 mm).
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ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO
La prominencia nasal tiene una media de 20,9 mm, siendo más prominentes las narices de los habitantes de Jacetania (21,1 mm) que las de los de Ribagorza-Sobrarbe (20 mm). Comparando estas medidas con las interraciales de TILPESLEY la altura presenta valores superiores, mientras que los de la anchura son inferiores. Para terminar analizaremos el índice nasal, que tiene un valor medio de 66,3 en el total de los habitantes, siendo de 65,6 para la Jacetania y de 68,3 para Ribagorza-Sobrarbe. Este índice incluye a la población del Pirineo dentro de los individuos leptorrinos (nariz alargada y estrecha, índices hasta 69,9).
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ALGUNOS APUNTES DE LA CRANEOMETRíA VASCA
Pedro Ramos*
Introducción Durante los próximos minutos trataremos de exponer con la mayor claridad y precisión que nos sea posible cuáles son las peculiaridades craneométricas de los vascos, englobando también bajo esta denominación a los navarros. Al mismo tiempo describiremos los principales resultados de los estudios comparativos que han tomado como objeto material a vascos y otras razas pirenaicas. No podemos olvidar que todos los órganos del individuo, y cómo no el cráneo es uno más de sus elementos corporales, son susceptibles de variación y modificación por el paso de décadas y generaciones. El medio desempeña un papel relevante como agente selectivo en la determinación de algunas características estructurales del hombre. Como ejemplos de esta influencia directa podemos citar la provisión y utilización de alimentos; las prácticas culturales que inciden en la forma como la primitiva costumbre china de vendar los pies a las mujeres o la preferencia occidental de los hombres delgados y fuertes. En definitiva, y al igual que sucede en otros animales, las formas primitivas del hombre faltan o están profundamente modificadas en las actuales. Por citar algunos ejemplos baste decir que el índice cefálico de los cráneos alaveses hallados en Sobrón y correspondientes a cuando menos veinte siglos atrás era de 73,68,
Universidad del País Vasco (Vitoria).
Actas de la I Reunión para el Estudio Antropológico de las Poblaciones del Pirineo (Huesca, 14-15 de diciembre de 1990), Instituto de Estudios Altoaragoneses, Huesca, 1992.
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ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO
mientras que en la actualidad este parámetro para la misma provincia se sitúa en 79,10. Por esta razón nuestro trabajo de revisión se centrará en las particularidades craneométricas de la raza vasca del siglo actual y sus posibles relaciones con otras sociedades lindantes con los Pirineos. Ya nuestro recordado y admirado Telesforo de Aranzadi dijo en 1910 que "a pesar de la variedad tan grande de tamaños y proporciones que presenta el cuerpo humano en los diversos individuos y razas, en los dos sexos y las diversas edades, la amplitud de variación dista mucho en la realidad de ser ilimitada", por lo que, añadimos, es obvia la relación entre razas. En otro orden de cosas, y recordando en parte la Historia reciente, hace algo más de siglo y medio que la craneometría se puso a disposición de la antropología etnológica. En aquel momento y a partir del empleo de ésta los antropólogos expresaban su interés por los componentes y elementos que podrían estar relacionados con la conducta del individuo y de la sociedad en la que estaba integrado. En definitiva trataron de localizar aquello que se suponía radicaba dentro del cráneo. De forma específica la frenología surgida allá por 1825 con los trabajos de John Gall, aunque también debemos recordar las actividades de William Lawrence en 1819 y W.F. Edwards en 1841, constituyen las primeras experiencias en esta línea. Siguiendo a Gall la mente humana engloba treinta y siete facultades diferentes, cuya mayor o menor intensidad podía quedar reflejada en las correspondientes porciones del cráneo y en consecuencia eran susceptibles de ser cuantificadas. En esta línea su discípulo Samuel Morton dio vida a una de las mejores colecciones de cráneos de la época. Definitivamente el interés científico de estas determinaciones por las magnitudes del cráneo como estructura de cubierta del cerebro queda asentado con la inicial utilización de Anders Retzius en 1840 del llamado Índice Cefálico, convirtiendo este dato en pieza básica de la antropometría durante las décadas siguientes. Sin embargo, la craneometría, a pesar de su explosión inicial, discurre por un momento delicado en el que muchos antropólogos prefieren olvidarla por considerarla anticuada a la vez que poco decisoria en tanto en cuanto las magnitudes craneales son susceptibles de modificarse en pocas generaciones y quizás en una sola, por la influencia de factores ambientales. Sin embargo no debemos olvidar que por sí sola define uno más de los muchos criterios que objetivamente debemos utilizar para definir un tipo racial, y cuantos más sean éstos mucho más precisa y real será la caracterización. Los estudios craneométricos, o para ser más exactos de antropología etnológica, tienen entre los vascos un lejano origen dentro de su relativa juventud, ya que entre 1850 y 1900 algunos de nuestros estudiosos ya se dedicaron a estos temas. Fue con el nuevo siglo cuando Telesforo de Aranzadi centra su labor en este tipo de investigaciones, dotándolas de gran importancia y fecundidad. Entre 1815 y 1936 se crea un equipo de antropólogos que ninguno podemos olvidar por las grandes aportaciones realizadas al saber vasco y a la cultura en general. Nos referimos en concreto al citado Aranzadi, al guipuzcoano J.M. de Barandiarán y al vitoriano Eguren. Dos años después del fallecimiento de Aranzadi en 1945 se funda la Sociedad de Ciencias de Aranzadi, que contará en 1949 con una publicación periódica denominada "Munibe" en honor del socio fundador de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, el conde de Peñaflorida. Los años siguientes engloban y representan la importante fecundidad de los discípulos de aquel noble trío, como es el caso de I. Barandiarán, J.M. Apellániz, A. Llanos, J.M. Merino, J. Altuna, etc.; a los que se les pueden añadir en fechas más recientes los trabajos de Calderón, De la Rúa, Rebato Ochoa y otros. Índice
PEDRO RAMOS: ALGUNOS APUNTES DE LA CRANEOMETRÍA VASCA
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De una forma u otra, los estudios craneométricos han estado siempre presentes dentro de la ciencia vasca durante las últimas décadas. Los parámetros y datos craneométricos que podemos utilizar son demasiado numerosos como para poder relatarlos en el corto período de tiempo con el que contamos para realizar esta exposición. Por este motivo centraremos la misma en la descripción tanto en el vivo como en muestras craneales de las siguientes medidas e índices: MEDIDAS CRANEOFACIALES
Longitud máxima de la cabeza Anchura máxima de la cabeza Altura auricular Anchura frontal mínima Altura de la cara Anchura bicigomática Anchura bigoniaca Anchura nasal Altura nasal
ÍNDICES CRANEOFACIALES Índice cefálico Índice vértico-longitudinal Índice vértico-transversal Índice frontoparietal Índice facial Índice transverso-cefálico Índice gonio-cigomático Índice frontocigomático Índice nasal Longitud máxima de la cabeza (L.M.C.) Los datos correspondientes a la L.M.C. de acuerdo con los estudios de De la Rúa y Rebato, tal y como se muestra en la parte superior de la imagen (fig. n.' 1), presentan un claro dimorfismo sexual con predominio masculino en cualesquiera de las provincias vascas, y al mismo tiempo de éstos frente a los vasco-franceses. Así, por ejemplo, mientras aquéllos tienen una media de 197 mm, éstos apenas llegan a 191 mm. En el caso de los datos referidos a las muestras craneales, y siguiendo especialmente a Aranzadi, se presenta la misma tónica entre sexos en cualquier territorio histórico, esto es, mayores medias en los varones apreciándose una mayor significancia de este parámetro para Guipúzcoa que para Vizcaya, Álava o Navarra. Con otras regiones, como es el caso del área mediterránea, la L.M.C. vasca es también significativamente superior. Índice
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ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO
Altura auricular (A.A.) Los estudios en vivo siguen mostrando un predominio significativo de este parámetro para el sexo masculino con medias globales de 131 mm aproximadamente frente a 125,8 mm de las mujeres, si bien en este caso las medias para vasco-franceses son significativamente superiores. En la misma línea se muestran las mediciones craneales directas, no apreciándose apenas diferencias significativas interprovinciales dentro de un mismo sexo. Los varones presentan una media de 131 mm frente a 125 de las hembras. No obstante, se aprecian claras diferencias cuando, como en el caso de la L.M.C., se compara la etnia vasca con la correspondiente al área mediterránea, siendo superior la A.A. en los vascos sobre estos últimos. Anchura máxima de la cabeza (A.M.C.) Si bien dentro de los estudios en el vivo no se aprecian diferencias interprovinciales, éstas son manifiestas entre ambos sexos y en cualesquiera de los territorios estudiados. Mientras los varones vizcaínos y guipuzcoanos presentan medias de 155,5 y 155 mm, respectivamente, las mujeres dentro de una media global apenas superan los 149 mm. Igualmente, tal como se puede apreciar en la imagen (fig. n.º 3), dentro de este parámetro los vasco-franceses muestran medias superiores para el mismo, tal y como acertadamente representó en su momento Telesforo de Aranzadi dentro de un amplio estudio comparativo entre diversas regiones francesas y la comunidad vasca. Este hecho, como tendremos oportunidad de comprobar más adelante, incidirá de forma notable en el desarrollo del índice cefálico. En las muestras craneales, el predominio del sexo masculino sigue siendo manifiesto, aunque en menor medida (142 mm frente a 139 mm), no existiendo diferencias significativas entre los diferentes territorios históricos. Al igual que sucedía para la L.M.C. o para la A.A., la A.M.C. es superior en la etnia vasca que en el caso de las poblaciones mediterráneas. Índice cefálico (Í.C.) Como resultado directo de los parámetros anteriores el Í.C. en el vivo muestra para la etnia vasca una clara tendencia mesocefálica, con un valor medio global de 78,6 approximadamente. No existen diferencias significativas entre las provincias vascas si bien en general este parámetro es superior en Álava sobre el resto y de forma especial sobre Navarra. La comparación de sexos, como era de esperar, arroja una media superior para este parámetro en las vascas aunque de forma no significativa. Siguiendo los estudios de Olóriz de 1893 y años posteriores, es curioso comprobar cómo la distribución del Í.C. seguiría una trayectoria más o menos recta y decreciente que se origina en Guernica y concluye en Barbastro, tal y como se muestra en la parte inferior de la imagen (fig. n.º 5). Como se puede apreciar el valor máximo del Í.C. coincidirá con aquella población vizcaína para luego ir decreciendo y por este orden en dirección hacia Álava, Guipúzcoa, Navarra y Aragón, alcanzando su valor mínimo en Teruel con 76,6. Explotando aún más estos datos, podemos observar igualmente cómo los porcentajes de braquicéfalos disminuyen en las provincias próximas a los Pirineos y siguiendo una línea recta imaginaria en dirección oeste-este, aumentando en su tramo final dentro de Cataluña. Paralelamente, los porcentajes de dolicocéfalos se incrementan siguiendo esta misma línea, aportando un mínimo para Álava de 7,83% y un máximo para Huesca de 21,12%. Índice
PEDRO RAMOS: ALGUNOS APUNTES DE LA CRANEOMETRÍA VASCA
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El I.C. en muestras craneales presenta una tendencia similar con predominio no significativo del sexo femenino y sin apenas diferencias de interés interprovinciales, aunque siguen siendo Vizcaya y Álava las que muestran medias superiores. En la parte inferior de la imagen (fig. n.9 7) presentamos una gráfica de Aranzadi donde se presenta la distribución del Í.C. en las distintas provincias vascas.
Índice vértico-longitudinal ( 1. V-L.) Como también era de esperar a raíz de los valores obtenidos en los parámetros anteriores, el Í. V-L. en vivos es superior en las vascas aunque de forma no significativa, existiendo en ambos sexos una clara tendencia tapeinocéfala, esto es, cabeza baja o aplanada. En el caso de las muestras craneales la tendencia se mantiene con un ligero predominio del sexo femenino aunque de forma no significativa. La distribución por provincias siguiendo los estudios de Aranzadi expuestos en la fig. n.º 9 presenta en ambos sexos medias superiores en Navarra y Álava sobre Vizcaya y Guipúzcoa.
Índice vértico-transversal (Í. V-T.) Como se aprecia en la fig. 10, las medias obtenidas para el Í. V-T. tanto en el caso del vivo como de las muestras craneales no presentan diferencias significativas entre ambos sexos dentro de la etnia vasca, ni tan siquiera en el ámbito interprovincial. Sin embargo, y por razones obvias, el valor de este parámetro es sensiblemente superior en el caso de los cráneos que en las muestras en vivo, aportando valores de 91,5 y 85 respectivamente. En consecuencia, nos encontramos ante un típico caso de cráneo orto-hipsicéfalo.
Anchura frontal mínima (A.F.M.) Siguiendo la tónica marcada por los parámetros anteriores, en éste tampoco se aprecian diferencias significativas entre sexos o de carácter interprovincial. Para las muestras en vivo se obtiene una media de 106,5 mm, aproximadamente, la cual es significativamente inferior si se compara con la media de los vasco-franceses, para los que éste parámetro se eleva de forma global a 111 mm. En las muestras craneales se sigue en la misma línea, obteniéndose una media general para los vascos de 96 mm en el caso del hombre y 95 mm para la mujer.
Índice fronto-parietal ( 1. F-P.) Quizás sea éste uno de los parámetros que mayores diferencias presenta desde un punto de vista interprovincial, ya que mientras que en el vivo los guipuzcoanos apenas sobrepasan los 68,5 mm, los vizcaínos se acercan a los 71 mm en las mujeres y a los 69,5 en los hombres. En una línea muy similar se muestran las medias tomadas directamente de las preparaciones craneales, si bien lo hacen con valores ligeramente inferiores. En conjunto, nos encontramos ante un cráneo típicamente metriometope.
Índice
22
ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO
Altura morfológica de la cara (A.M.C.) Este parámetro, al igual que el anterior, muestra una clara diferencia entre sexos, si bien no se comporta de la misma forma en el estudio interprovincial. Los datos obtenidos de los estudios realizados en el vivo presentan claramente magnitudes medias significativamente superiores para el hombre sobre la mujer. Mientras los varones muestran valores de 129 mm, las mujeres no sobrepasan los 119 mm en cualquiera de las provincias estudiadas. En definitiva el sexo masculino presenta una clara tendencia a la cara alargada en mayor medida que la mujer. Anchura bicigomática (A.B.) También la A.B. se comporta de forma diferente entre vascos y vascas con valores superiores para los primeros. Como se aprecia en la parte inferior de la imagen (fig. n.' 11) el cráneo del varón vasco muestra por término medio una A.B. de 129 mm frente a 122 mm de la mujer. Los estudios en vivo se comportan de forma aún más acentuada, pues frente a una media para los varones de 140 mm, las hembras apenas alcanzan los 133 mm. No se aprecian diferencias interprovinciales ni tampoco entre la etnia vasca de uno y otro lado de la frontera. Índice facial (1. F.) La primera conclusión interesante es la diferencia significativa que se aprecia al comparar los valores que toman los vascos de cada lado de la frontera. Los estudios en vivo muestran una media de 96,3 mm para los vasco-franceses y apenas 92 mm para los vasco-españoles. Dentro de estos últimos, y si bien son los varones quienes poseen medias más elevadas en las distintas provincias, no se aprecian diferencias entre ambos sexos. Por témino medio este índice oscila alrededor de 91,5 para los hombres y 89,5 para las mujeres, mostrando en general una clara tendencia a la leptoprosopia. Apréciese en el gráfico expuesto en la imagen inferior (fig. n.2 12) y realizado por D. Telesforo de Aranzadi una clara tendencia a la simetría en la distribución de este índice para ambos sexos y en las diversas provincias vascas. Índice transverso-cefálico (Í. T-C.) La tendencia a la cara ligeramente ancha de la etnia vasca queda patente tras el estudio de este índice, que dicho sea de paso apenas muestra diferencias entre sexos y entre provincias. Sus valores medios se aproximan en el caso de los varones a 90,5 mm, mientras que en las mujeres se presenta ligeramente inferior a 89 mm. Anchura bigoniaca (A. BG.) Quizás sea éste el parámetro que mayores diferencias muestra entre las diversas provincias vascas y entre ambos sexos. Las observaciones en vivo demuestran un predominio del mismo en el caso del vizcaíno varón con medias de 105 mm aproximadamente, esto es, clara tendencia a la mandíbula ancha significativamente superior a la de, por ejemplo, el guipuzcoano, cuya media apenas sobrepasa los 101,5 mm. Del mismo modo, el varón vizcaíno tiene una mandíbula ligeramente más ancha que la vizcaína, presentando esta última medidas en torno a los 102 mm, mientras que la guipuzcoana no sobrepasa los 95 mm, es decir, muestra una mandíbula mucho más estrecha. Índice
PEDRO RAMOS: ALGUNOS APUNTES DE LA CRANEOMETRÍA VASCA
23
Índice gonio-cigomático (Í. G-C.) Como consecuencia de los datos anteriormente descritos y de forma especial los concernientes a la A. BG., el Í. G-C. es superior en vizcaínos, tanto en hombres como en mujeres, que en guipuzcoanos, no apreciándose dentro de cada provincia diferencias entre sexos. El vizcaíno muestra un Í. G-C. de casi 75 mm, mientras que el guipuzcoano no alcanza los 73 mm. La tendencia entre las hembras es muy pareja. Índice fronto-cigomático (Í. F-C) También como resultado directo de los parámetros anteriores, esto es, la A.F.M. y la A. B-C., se aprecian en este índice diferencias significativas entre sexos y, cómo no, interprovinciales, tanto en las observaciones en vivo como en las muestras craneales. En el primer caso, las mujeres alcanzan el 78%, mientras que los hombres no sobrepasan el 75,1%. Las mediciones de cráneos arrojan unas medias aproximadas de 78,5% para las hembras y 76% para los varones. Altura nasal (A.N.) En este parámetro los estudios en vivo demuestran una clara diferencia entre ambos sexos. Mientras para los varones guipuzcoanos o vizcaínos la media de la A.N. se sitúa en 61,5 mm, para las mujeres es de 57,5 mm, con ligero predominio en ambos casos de los representantes guipuzcoanos, esto es, presentan apéndices nasales ligeramente más altos que sus vecinos vizcaínos. En el caso de Álava y Navarra las medias son muy similares a estos últimos. De forma general se aprecia una disminución significativa en los vasco-franceses. Los datos referidos a las muestras craneales se mantienen en la misma línea. A este respecto, los vascos aportan una media de 52,1 mm mientras que las vascas no superan los 50 mm. Anchura nasal (A.N.) Dos aspectos destacan a este respecto. En primer lugar, la existencia de un claro dimorfismo sexual sugerido y confirmado por las medias globales de las muestras tomadas en vivo. Así mientras los varones presentan una A.N. media de 35,3 mm, en las mujeres se sitúa alrededor de 31,5 mm. Sin embargo, en el caso de las muestras craneales apenas se presenta este dimorfismo sexual, ni tan siquiera interprovincial. Índice nasal (Í.N.) Como se puede apreciar en la imagen (fig. n.' 14) lo primero que destaca es el elevado Í.N. de los vasco-franceses frente a sus homónimos del otro lado de la frontera con una clara diferencia en favor de los primeros. Esto se debe fundamentalmente a su menor altura nasal. De otra parte, tanto en los datos tomados en vivo como en las muestras craneales se aprecian diferencias interprovinciales en ambos sexos. En esta línea, las medias vizcaínas son superiores a las guipuzcoanas, y tal y como nos presenta Aranzadi en la gráfica superior (fig. n.' 14), las correspondientes a Álava y Navarra lo son a su vez sobre Vizcaya. En general, se aprecia un ligero dimorfismo sexual en favor del varón y una clara tendencia leptorrina. Índice
24
ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO
Conclusiones De acuerdo con los datos presentados se aprecian entre los varones ciertas diferencias interprovinciales. Así por ejemplo en los guipuzcoanos, la altura auricular, la leptoprosopia, la estrechez mandibular y la leptorrimia es mayor, mientras que los vizcaínos poseen una mayor anchura frontal mínima y mayor anchura facial, lo que les proporciona una cabeza redondeada y propicia en general, una frente medianamente ancha respecto al óvalo craneal y casi estrecha en relación con las sienes. A su vez los alaveses presentan un mayor índice cefálico y vérticolongitudinal, junto con hiperleptorrimia al igual que los navarros. Tanto vizcaínos como guipuzcoanos, entre los que apenas existen diferencias significativas, presentan un contorno facial ovalado y alto, con estrechamiento hacia el mentón, siendo la nariz alta, estrecha y prominente. Hay neta mesocefalia, acusada leptoprosopia y marcada leptorrimia, y por la acusada reducción mentoniana se presenta un aspecto alargado en la totalidad del macizo facial. De forma resumida los vizcaínos presentan una marcada mesocefalia, cara leptoprosopa, estrechez mandibular y nariz leptorrina. De la misma forma, los guipuzcoanos presentarían igualmente mesocefalia, leptoprosopia, estrechez mandibular y leptorrimia. En general el cráneo vasco masculino se caracteriza por una clara tendencia a la mesocefalia, acrocefalia, orto-hipsicefalia, metrio-estenometopía, leptoprosopia, mesopsidia, estrechez mandibular y leptorrimia. En el caso de las mujeres la situación es muy similar existiendo algunas diferencias interprovinciales. En este sentido las vizcaínas presentan mayor anchura frontal mínima; las alavesas mayor índice cefálico y vértico-longitudinal; en fin las guipuzcoanas mayor leptoprosopia, estrechez mandibular y leptorrimia. Las mujeres de forma muy similar a los varones son mesocefálicas, acrocefálicas, hipsicéfalas, metrio-estenometopes, leptoprosopas, mesópsidas, con estrechez mandibular y clara leptorrimia. Por lo que hasta el momento hemos expuesto se puede apreciar un claro dimorfismo sexual en el que del lado del varón se encuentra un predominio de la longitud, anchura y altura cefálica, así como de la altura facial, anchura bicigomática, bigoniaca y de la altura y anchura nasales. Sin embargo son las mujeres las que muestran medias globalmente superiores en los índices cefálico, frontocigomático, transverso-frontoparietal y gonio-cigomático. Estas diferencias sexuales pueden apreciarse en este gráfico de Aranzadi donde en línea gruesa se marca el contorno del cráneo masculino y en línea más fina el femenino. En comparación con otras etnias debemos apuntar de forma muy concisa que hay autores como De la Rúa que entienden que "los cráneos vascos pueden considerarse como un grupo más dentro del rango de las series mediterráneas diferenciándose, no obstante, en las variaciones morfológicas de la cara y de forma especial en las anchuras faciales más estrechas en los vascos, y en la altura de la cara, principalmente la del sexo femenino, por su mayor valor". Para Telesforo de Aranzadi "el índice vértico-longitudinal vasco (70,7) deduce que la mesocefalia vasca no puede ser resultado de mezcla de alpinos (76) y mediterráneos (73) como aseguraron otros autores, pues de bipsicéfalos y ortocéfalos no pueden derivarse camecéfalos". Índice
PEDRO RAMOS: ALGUNOS APUNTES DE LA CRANEOMETRIA VASCA
25
En este mismo sentido expone que "el vasco es intermedio entre los alpinos y mediterráneos en el índice cefálico por ser mesocéfalos y en el índice vértico-transversal, no siéndolo en cambio por el índice vértico-longitudinal pues deja a un lado a alpinos y mediterráneos". Finalmente concluiremos citando algunos de los resultados obtenidos en este sentido por el alavés Eguren, quien de forma muy resumida afirmaba certeramente hate casi un siglo que "coincidiendo con Aranzadi los rasgos del vasco son sienes abultadas por fuera de la frente, cara larga y estrecha quijada".
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BIBLIOTECA <AZLBlb
Índice
IINTITUTO DE ESTUDIO? £LTOARAOOI iuv
7-V17" MÁXIMA CABEZA (171:015) VASCO-FRANC. (1941)
1191
VIZCAINOS (1988)
197.4
GUIPUZCOANOS (1988)
197
VIZCAINAS (1986)
_j 186.9
GUIPUZCOANAS (1986)
186.5
0
60
100
150
200
250
(mm)
LONGITUD MAXIMA CABEZA (CL AMEOS) VASCOS (1922)
1 186
VIZCAINOS (1913)
187
GUIPUZCOANOS (1913)
188
VASCAS (1922)
VIZCAINAS (1913)
li 178
178
r-
GUIPUZCOANAS (1913)
J 182
0
50
100
150 (mm)
Fig. 1.
Índice
200
250
ALTURA AUTICc
A
(VIVOS) VASCO—FRANC. (1941)
135
VIZCAYA (y) (1988)
130.4
GUIPUZCOA (V) (1988)
132.3
VIZCAYA (1-) (1986)
125.7
GUIPUZCOA (H) (1986) 11111.1~1111111.111111111111 125.9 0 20 40 60 80 100 120 140 160 (mm)
A' TURA AURICULAR (CRÁNEOS) VASCOS (1922) 111111~~1~131,5 I
GUIPUZCOA (y) (1913)
131
VIZCAYA (y) (1913)
131
VASCAS (1922)
125 20 40 60 80 100 120 140 160 (mm) Fig. 2. Índice
ANCHURA MAXIM CABEZA (VIVOS) VASCO—FRANC. (1941)
158.0
VIZCAINOS (1988)
155.5
GUIPUZCOANOS (1988)
155
VIZCAINAS (1986)
.1 149.3
GUIPUZCOANAS (1986)
148.6
20 40 60 80 100 120 140 160 180 (mm)
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Proyección en el plano anterior nasio-prostio del cráneo medio masculino y del femenino de Vizcaya. Ilregina, prostio, porio y diámetro transverso de saboyano, auvergnats, parisiense, inerovingios de Chainplien y de Clanes, galobretones, bajobretones y San Juan de Luz; supuesta la coincidencia del nasio.
Fig. 3. Índice
ANCHURA MAXIMA CM-1=A (C/,'AMEOS) VASCOS (1922)
142.
VIZCAÍNOS (1913)
142
GUIPUZCOANOS (1913)
i 143
VASCAS (1922)
138
VIZCAÍNAS (1913)
138
GUIPUZCOANAS (1913)
141
20
40 60 80 100 120 140 160 (mm)
\leditertancos Va,,cos
Fig. 4. Índice
CEFALICO (VIVOS) VASCOS (1900)
78
VASCOS (1900)
79.8
ALAVA (1986)
J
79.1
(1986)
110111111111111.111~1~1111
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GUIPUZCOA (1986)
i
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VIZCAYA
NAVARRA (1986)
78.4
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78.8
GUIPUZCOA (V) (1988)
78.7
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79.8
GUIPUZCOA (H) (1986)
79.7
VIZCAYA (H)
20
40
60
80
GERN1CA 80'2
77 HUESCA
78 BARBASTR0
78'4 ZANA6CZA
TUUELA 76 '6 TERUEL
DECREMENT0
indice cefálico. Datos tomados de Olóriz (1893) tras observaciones en vivos.
Fig. 5.
Índice
100
PROVINCIA
% BRAQUICÉFALOS
% DOLICOCÉFALOS
ÁLAVA
36,52
7,83
GUIPÚZCOA
35,45
7,28
NAVARRA
31,59
11,93
VIZCAYA
31,25
7,14
LÉRIDA
30,28
10,09
BARCELONA
23,89
11,94
ZARAGOZA
18,18
19,49
HUESCA
11,27
21,12
Fig. 6. Porcentajes de braquicefálicos y dolicocefálicos en provincias próximas a los Pirineos (datos tomados de F. Olóriz, 1893, tras observaciones en vivo).
Índice
INDICE CEFAL giC0 (CRÁNEOS) VIZCAYA (H) (1913)
77.8
GUIPUZCOA (H) (1913)
77.4
VIZCAYA (V) (1913)
78.3
GUIPUZCOA (V) (1913)
1 76.2
VASCOS (H) (1922)
77.8
VASCOS (1890)
77.64
VASCOS (V) (1922)
' 76.6 0
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20 7" • c.41
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17 79
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S 8
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1
u
er Fig. 7.
Índice
80
100
LIAD CE VER TICO-LONGITUDIM4L (VIVOS)
VIZCAYA (V) (1988)
66.1
GUIPUZCOA (y) (1988)
67.2
VIZCAYA (H) (1986)
67.7
GUIPUZCOA (H) (1986)
J 67.5 0 10 20 30 40 50 60 70 80
INDICE VERTICIO-LONGITUDINAL (CRANEOS) VASCOS (V) (1922)
70.7
VIZCAYA (V) (1913) "11111111111.11111111111111111 GUIPUZCOA (y) (1913)
70.1, 69.9
VASCOS (H) (1922) 1.1111~~1111111~111 70.2 GUIPUZCOA (H) (1913)
68.8
VIZCAYA (H) (1913)
68.4 20 Fig. 8.
Índice
40
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ERTICO-TRANSVERSAL GUIPUZKOA (H) (1986) VIZCAYA (H) (1986) GUIPUZCOA (V) (1988) VIZCAINOS (V) (1988) VASCO—FRANC. (1941) VASCOS (1900) VASCOS (V) (1930) GUIPUZCOA (V) (1913) VIZCAYA (V) (1913) VASCOS (H) (1922) GUIPUZCOA (H) (1913) VIZCAYA (H) (1913)
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(VIVOS)
Fig. 9 y 10.
Índice
(CRANEOS)
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VASCOS (H) (1922) VASCOS (V) (1922)
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Fig. 11.
Índice
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(1986)
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Fig. 12. Índice
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54.3 66.6
GUIPUZCOA (V) (1988) VIZCAYA (V) (1988)
62.5 616
VASCO-FRANC (1941)
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VASCOS (V) (1922)
52.1
GUIPUZCOA (V) (1913)
61
VIZCAYA (V) (1913)
61
VASCOS (H) (1922)
49.3
GUIPUZCOA (H) (1913) VIZCAYA (H) (1913)
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(CRANEOS)
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GUIPUZCOA (H) (1986) VIZCAYA (H) (1986)
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GUIPUZCOA (V) (1988)
35.1
VIZCAYA (V) (1988) VASCO-FRANC (1941) VASCOS (V) (1922) GUIPUZCOA (V) (1913) VIZCAYA .(V) (1913) VASCOS (FI) 11922) GUIPUZCOA (11) (1913)
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IIIII (VIVOS)
Fig. 13. Índice
23
23
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(CRANEOS)
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VASCO-FRANC. (1941) GUIPUZCOA (H) (1986) 81.0 VIZCAYA (H) (1986) Sa 7 GUIPUZCOA (V) (1988) 6.6 VIZCAYA (V) (1988) 07.0 VASCOS (1900) 61.0 VASCOS (1900) ~11=~ „ VASCOS (V) (1922) IMI:I~ ......W",->--- -_-,--....-----. 46.7 GUIPUZCOA (V) (1913) ~:=M5z3I-J2._,.~:~521 „.. VIZCAYA (V) (1913)g..T.---3=-.- --rozw. •,--,,1---..~.--- ~,Aj „ VASCOS (H) (1922) 1.71.7 3., -'-'; I„ GUIPUZCOA (H) (1913) 1;-.-,-.~--- ,,-.-- ...-.., ..-----,--->,,.f •50 VIZCAYA (H) (1913) W 12:1 1 .93
IIIIII (VIVOS)
Fig. 14.
Índice
(CRANEOS)
67 4
MESOCEFALICAS , N\
ACROCEFALICAS HIPSICEFALAS METRIO-ESTENOMETOPE LEPTOPROSOPA MESOPSIDA MANDIBULA ESTRECHA LEPTORRINA
GRANEO VASCO FEMENINO
MESOCEFALOS ACROCEFALOS ORTO-HIPSICEFALOS METRIO-ESTENOMETOPE LEPTOPROSOPA MESOPSIDO ESTRECHEZ MANDIBULAR PTORRINOS
GRANEO VASCO MASCULINO
Fig. 15.
Índice
PREDOMINIO MASCULINO
PREDOMINIO FEMENINO
•
Longitud, anchura y altura cefálica
•
Índice cefálico
•
Altura facial
•
Índice fronto-cigomático
•
Anchura bicigomática y bigoniaca
•
Índice transverso-frontoparietal
•
Altura y anchura nasal
•
Índice gonio-cigomático
Fig. 16.
Dimorfismo sexual.
Índice
OBSERVACIONES ACERCA DE LA CONSANGUINIDAD DE LAS POBLACIONES DE LA VERTIENTE IBÉRICA DE LOS PIRINEOS
Domingo 1. Toja*
Introducción La consanguinidad es, de un modo general, la relación entre dos individuos debida al hecho de descender de antecesores comunes. En esta definición no existe mayor trascendencia que la inmediata de suponer que dos individuos consanguíneos se parecerán entre sí más que otros dos no emparentados y que este parecido aumentará cuanto mayor sea el parentesco, es decir, cuantas menos generaciones se interpongan entre los individuos y sus comunes antecesores. La trascendencia de la consanguinidad se manifiesta cuando los individuos emparentados se aparean entre sí y procrean, lo que es fácil de comprender en términos genéticos: dado que los padres son parientes, existe una mayor probabilidad de que en cualquier "locus" del genoma de los hijos aparezcan combinaciones homozigóticas por haber heredado los padres el mismo alelo de sus antepasados comunes. En este sentido, como incremento de la probabilidad de homozigocia, la consanguinidad se constituye en un factor genético a considerar, como mecanismo evolutivo "direccional" (FREIRE-MAZA, 1974). Es más, teniendo en cuenta la incidencia generalmente admitida de los mecanismos de selección y mutación en la mayoría de las poblaciones humanas actuales o recientes, resulta que dentro de esta categoría de procesos evolutivos la consanguinidad es el único mecanismo que puede contrarrestar el aumento de variabilidad que implican los procesos migratorios. Por otra parte, el incremento de la probabilidad de homozigocia se traduce en una mayor aparición de determinadas patologías generadas por ale-
Laboratorio de Antropología. Facultad de Biología. Universidad de Barcelona.
Actas de la I Reunión para el Estudio Antropológico de las Poblaciones del Pirineo (Huesca, 14-15 de diciembre de 1990), Instituto de Estudios Altoaragoneses, Huesca, 1992.
Índice
42
ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO
los recesivos, por lo que la consanguinidad también es la responsable, en gran medida, de la mayor frecuencia de tales patologías en la población (CAVALLI-SFORZA y BODMER, 1981). El hecho de que el matrimonio consanguíneo pueda tener consecuencias desagradables en su descendencia con mayor frecuencia que el no consanguíneo ha creado una especie de mito popular, en nuestra sociedad, que sostiene que tal tipo de emparejamientos son rechazables y, generalmente, rechazados. A este respecto se suele hacer toda una serie de observaciones bastante superficiales en las que no faltan referencias a la debilidad de los Habsburgo o a la hemofilia de los Hannover, cuando no a la blandura de remos del toro de lidia. La conclusión de estos razonamientos suele ser la idea de que el matrimonio consanguíneo (y con la palabra matrimonio me refiero a todo emparejamiento estable) tiene lugar sólo cuando no existe otra posibilidad, como puede ser en el caso de las pequeñas poblaciones insulares. Suele, por esto, resultar una sorpresa para el profano comprobar que la situación no es ésta, sino que la variabilidad de respuestas de las poblaciones humanas a esta cuestión es enorme y no existe una disposición única, "natural", al respecto en nuestra especie. Si se repasan algunos de los tópicos más firmemente asentados en el mito (frecuente e incorrectamente asociado al llamado "tabú del incesto"), se puede ver hasta qué punto es erróneo. Por ejemplo, no es cierto que todas las poblaciones fuertemente consanguíneas arrastren necesariamente un mayor lastre de patologías congénitas, como se puede comprobar en las poblaciones insulares de Tristán da Cunha (Atlántico Sur) o Pitcairn (Polinesia) (ROBERTS, 1976). Por ejemplo, no es cierto que todas las poblaciones rechacen los matrimonios entre parientes: mientras los esquimales los evitan cuidadosamente, en muchas zonas del Japón se favorecen las bodas entre primos hermanos (ScHuLL y NEEL, 1965) y muchas poblaciones indias propician los enlaces tío-sobrina (SANGHVI, 1966). Por ejemplo, no es cierto que el aislamiento geográfico sea el responsable fundamental del incremento de la consanguinidad: los mayores valores de consanguinidad se detectan en poblaciones aisladas por motivos socioculturales, particularmente religiosos (CAVALLI-SFORZA y BODMER, 1981). Por ejemplo, no es cierto que la consanguinidad sea impensable en condiciones de urbanización: la frecuencia de matrimonios entre primos hermanos es, en la España actual, mayor en las ciudades que en el medio rural (VALLs, 1982). La situación real tiene más que ver con el hecho de que la especie humana es fuertemente homógama (SussANNE, 1967) y el matrimonio con un pariente es la mayor expresión de homogamia posible; y cuando a esta circunstancia se le unen los posibles beneficios que se desprenden de la pertenencia a una casta o clan, la presión en favor del matrimonio consanguíneo puede ser muy fuerte. Sólo hay razones para oponerse sistemáticamente a los mismos cuando el incremento del lastre genético inherente a estos enlaces sea particularmente evidente (por la propia estructura genética de la población) o cuando razones sociales o políticas lo impongan, como ha sido el caso de la Iglesia católica, cuya prevención contra la consanguinidad arranca de la medida política de favorecer (¡en el siglo IX!) la mezcla entre germanos e italianos. No obstante, ni siquiera la presión sistemática en contra puede evitar la acumulación de la consanguinidad en las poblaciones, como se verá más adelante en este mismo trabajo. El estudio de la consanguinidad en las poblaciones ibéricas cuenta ya con un "corpus" bastante nutrido de observaciones, que permiten sacar algunas consecuencias bastante definidas. Dentro de este campo, siguiendo una tradición de casi medio siglo de estudio de las poblaciones pirenaicas, varios miembros de este Laboratorio y yo mismo hemos prestado atención a la consanguinidad de estas poblaciones, llamados por las especiales condiciones que se preÍndice
DOMINGO I. TOJA: LA CONSANGUINIDAD DE LAS POBLACIONES DE LA VERTIENTE IBÉRICA DE LOS PIRINEOS
43
sentan en las mismas. La particular orografía y paralela hidrografía de la vertiente sur de los Pirineos determinan la existencia de comarcas bien delimitadas, en general ceñidas a los valles o conjuntos de valles de origen glacio-fluvial, en las que pequeñas poblaciones humanas se asientan desde hace decenas de generaciones, practicando una economía usualmente ligada al pastoreo con trashumancia limitada, con el resultado de una gran estabilidad demográfica y cultural que sólo se ha visto desequilibrada en las últimas generaciones, paralelamente a la crisis de despoblamiento de estas comarcas en una medida igual o superior a la del resto de las comarcas rurales de la península o, en general, de Europa. Estas poblaciones entran, en gran medida, dentro de la definición de "isolates", es decir, poblaciones de tamaño limitado y alto grado de aislamiento reproductor, que constituyen desde hace un par de décadas el paradigma de la muestra poblacional humana utilizable para la investigación de los fenómenos evolutivos en nuestra especie (JAcouARD, 1974). Además, la amplitud de la vertiente ibérica de los Pirineos permite que, dentro de una unidad que postulamos muchos investigadores, pueda analizarse una variabilidad significativa en muchos aspectos, de modo que muchos parámetros genéticos pueden ser interpretados en función de los condicionantes ambientales, siempre entendiendo que la ecología humana tiene una dimensión biocultural. En este tema, no se deben olvidar los particulares sistemas de transmisión patrimonial (ya sea mayorazgo forzoso, "donatio propter nuptias"...), ni el peculiar concepto del valor de la tierra (que convierte a la casa en el bien económico por excelencia), que han modelado la familia pirenaica hacia una baja fecundidad, lograda por una tardía edad de matrimonio y un estricto control de la natalidad. Las poblaciones pirenaicas son las primeras entre las ibéricas que alcanzan el régimen de transición demográfica y son el ejemplo más esclarecido de lo que se ha dado en llamar "modelo europeo de nupcialidad" (HAJNAL, 1974). La consanguinidad pirenaica Las poblaciones de la vertiente sur de los Pirineos para las que se dispone en la actualidad de datos sobre el fenómeno de la consanguinidad pueden verse reflejadas en la figura 1, donde también se indican los estudios que a este efecto tenemos en curso o en proyecto: puede observarse que la cobertura, particularmente en los Pirineos centrales, intenta ser exhaustiva. Desgraciadamente, si bien el alcance geográfico de los estudios es amplio, no lo es tanto el cronológico, y de algunas poblaciones sólo tenemos datos para el presente siglo. Las razones de esta dificultad se comprenden mejor si repaso algunos elementos de la metodología. La detección de la consanguinidad se realiza por dos vías distintas, siempre relacionadas con el registro (escrito o tradicional) de los actos matrimoniales: por un lado se pueden examinar uno por uno los matrimonios, reconstruyendo su genealogía a fin de establecer cuáles (y en qué manera) presentan parentesco entre los contrayentes; por otro lado, se pueden estudiar los apellidos de los cónyuges, deduciendo su parentesco a partir de la coincidencia de estos elementos nominales. El primer método es el más utilizado, particularmente en poblaciones católicas, en las que la prohibición de contraer matrimonios entre parientes cercanos obliga a solicitar una dispensa a las autoridades eclesiásticas cuando tales matrimonios (por la causa que sea) han de celebrarse. En la práctica, la Iglesia sólo se opone radicalmente a los matrimonios entre parientes de primer grado (padres-hijos y hermanos), igual que la práctica totalidad de las sociedades humanas, lo que implica que la mayor parte de los matrimonios consanguíneos pueden realizarse con pocos problemas y, además, dejando tras de sí un importante y generalmente Índice
Índice Andorra Cerdanya (Lérida-Gerona)
D. E.
Llivia (Gerona)
Vall de Camprodón (Gerona)
6.
7.
Fig. 1. Situación de las comarcas pirenaicas estudiadas o en curso de estudio.
Pallars Jussá -Baja Ribagorza (Lérida-Huesca) Alt Urgell (Lérida)
C.
Pallars Sobirá (Lérida)
5.
Val d'Aran (Lérida)
B.
4.
A.
Pirineo aragonés oriental
Alta Ribagorza (Lérida)
3.
Valle de Salazar (Navarra)
Alisé (Huesca)
1.
2.
Valle de Roncal (Navarra) Obispado de Jaca b.
Límite de población
Límite estatal
Estudios previstos
Poblaciones en curso de estudio
Poblaciones estudiadas
a.
GZ3
11111
DOMINGO I. TOJA: LA CONSANGUINIDAD DE LAS POBLACIONES DE LA VERTIENTE IBÉRICA DE LOS PIRINEOS
45
exhaustivo expediente, en el que muy a menudo podemos encontrar todo tipo de información acerca del parentesco y cualquier otra circunstancia. Por otra parte, la propia partida de matrimonio en el registro de la parroquia contiene la mención de la dispensa especificando el grado de parentesco. De esta manera, conociendo qué matrimonios son consanguíneos y en qué medida, podemos calcular tanto la consanguinidad correspondiente a cada matrimonio (F) como la consanguinidad media de la población en ese momento (coeficiente a de Bernstein) (WRIGHT, 1951 y Apéndice). Los valores de a en las poblaciones pirenaicas estudiadas para este carácter se indican en la tabla I. Los datos de Salazar, Pallars Sobirá y Alta Ribagorza proceden de trabajos propios (ToJA, 1987 y sin publicar); los del Pirineo aragonés oriental son de PALACIOS-ARAUS (1986); los de Ansó y Llivia los he adaptado a partir de los autores respectivos (VALES, 1983 y PALLARÉS, 1990). Como los valores de a suelen ser bajos, del orden de milésimas, de aquí en adelante, tanto en las tablas como en el texto me referiré a ellos en este orden de magnitud, aunque debe entenderse que cuando, por ejemplo, digo 1.22 quiero decir 0.00122. Por otra parte, el análisis temporal se hace por períodos de 25 años, que se citan por las tres últimas cifras de su año inicial. Para la indicación de los grados de parentesco se usa la simbología de DEFRISEGUSSENHOVEN et al. (1963), con los parentescos representados por tres cifras, la primera referente al número de antepasados comunes y las otras dos que representan el número de generaciones entre el tronco y cada uno de los cónyuges: así, tío(a)-sobrino(a) sería 212, primos hermanos 222, hasta el 244 que representaría primos terceros.
Tabla I. Evolución de los valores de consanguinidad medidos mediante el coeficiente a en poblaciones pirenaicas.
Período
Salazar
Ansó
Pirineo aragonés oriental
601
.12
626
.00
651
.05
676
.15
701
.14
.66
726
.23
.55
751
.82
851
.25 .26 .41 .38 .54
1.48
.52
876
3.20
4.91
901
4.51 2.98 .44
3.08
776 801 826
926 951
Alta Ribagorza
Pallars Sobirá
Llivia
2.20
1.22 .23 .16 .17 .12 .36 1.59
2.05
.71
4.56
3.43
3.20
.95
1.11
3.84
.31
2.90
2.61 1.68 .36
2.45
.42
.19 .15
.38 .28
976
Índice
.43
1.00
46
ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO
El análisis de la consanguinidad mediante los valores de a tiene el inconveniente de que sólo se pueden contar las consanguinidades que han sido específicamente detectadas, y sólo dentro de los grados más próximos de parentesco (por ejemplo, desde 1918 la Iglesia no pide dispensa para parentescos más allá de primos segundos, y desde 1965 sólo precisan dispensa tíos-sobrinos y primos hermanos). Por ello, se hace necesario un estimador de la consanguinidad que obvie estos problemas. El método más utilizable en este sentido es el de la isonimia, que se basa en la suposición de que dos personas presentan el mismo apellido por haberlo heredado de antepasados comunes (CROw y MANGE, 1965 y Apéndice); naturalmente, las posibilidades de uso del método mejoran en las poblaciones que presentan dos apellidos por persona (BERTRANPETIT, 1981). Cierto es que el procedimiento presenta limitaciones, pero la experiencia demuestra que en las poblaciones pirenaicas se puede aplicar mejor que en cualesquiera otras (ToJA, 1987). Los valores de la consanguinidad calculada por isonimia se representan en la tabla II, donde puede apreciarse que, en las poblaciones donde disponemos de las dos estimas, el valor de F es mayor que el de a, lo que corrobora la idea de que la isonimia detecta mejor la consanguinidad que los métodos genealógicos. Los datos de la tabla tienen las procedencias ya indicadas, salvo los de Camprodón, que son de TORREJÓN y BERTRANPETIT (1986).
Tabla II. Evolución de los valores de consanguinidad en poblaciones pirenaicas
estimados a partir de la isonimia.
Período
Salazar
601
.50
626
2.10
651
.00
676
.80
701
.80
726
.50
751
.60
776
1.40
801
1.30
826
1.60
Pirineo aragonés oriental
Pallars Sobirá
851
1.60
876
5.60
901
6.00
9.48
4.39
926
5.90
7.80
4.05
951
2.00
6.39
2.88
Índice
Llivia
Camprodón
2.99 5.40 2.48
2.50
601 626 651 676 701 726 751 776 801 826 851 876 901 926 951 976 1
1
1
1
i
1
1
1
1
1
I
1
1
Valle de Salazar (Navarra)
-7 -6 -5 -4 -3 -2 -1
Ansó (Huesca)
-7 -6 -5 -4 -3 -2 -1
Pirineo aragonés oriental
-9 -8 -7 -6 -5 -4 -3 -2 -1
Alta Ribagorza (Lérida)
-5 -4 -3 -2 -1
I Pallars Sobirá (Lérida) T
-5 -4 -3 -2 -1 -3
Llivia (Gerona) erona)
-2 -1 I i Vall deICamprodón l (Gerona)
-5 -4 -3 -2 -1
601
626 651 676 701 1 726 ' 751 1 776
6 851 876 80 1 1 826
901
926 51 1 976
Fig. 2. Evolución de los valores de la consanguinidad aparente en poblaciones pirenaicas. Línea continua: valores de a. Línea discontinua: valores de F por isonimia.
Índice
48
ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO
A la vista de estas dos tablas, se ha elaborado la figura 2, donde se refleja la evolución de los coeficientes de consanguinidad de las poblaciones estudiadas. Dos son los aspectos que más llaman la atención en esta gráfica: por un lado, el paralelismo de la evolución en todas las poblaciones de las que tenemos información suficiente; por otro lado, los valores que alcanzan los coeficientes de consanguinidad. En lo que se refiere al primer tema, se ha de hacer constar que esta evolución es común a la de la mayoría de las poblaciones europeas, pero que no se conoce, realmente, la razón de esta conducta de la población. Se sabe que el incremento que se produce en los valores de a en la segunda mitad del s. XIX está relacionado con la aparición de matrimonios de consanguinidad muy cercana que antes eran rarísimos en todas las poblaciones; pero no ha podido certificarse la existencia de modificaciones del Derecho Canónico que abonen una mayor permisividad de la Iglesia (G000v, 1985), ni se conoce ningún mecanismo sociocultural común a todas las poblaciones que manifiestan esta evolución (ToJA, 1987). El único factor común que aparece asociado a esta tendencia es demográfico: la genéración de máxima consanguinidad coincide (PETTENER, 1985) o sigue inmediatamente a la generación de mayor densidad de población. Sin ir más lejos, la población hurdana de Casares, que crece aún en la actualidad, sigue manifestando un alza en los valores de a (GARciA-MORO, 1982). No obstante, más adelante intentaremos dar una justificación posible de esta evolución por lo menos en lo rererente al marco pirenaico. La segunda cuestión se puede plantear de un modo muy sencillo: ¿son las poblaciones pirenaicas particularmente consanguíneas? Si observamos la tabla III, podemos llegar a la conclusión de que los valores máximos (de a, puesto que es el estimador más conocido de muchas poblaciones) no son especialmente altos, y si los comparamos con poblaciones en las que la consanguinidad se ha visto favorecida por factores culturales o por aislamiento estricto, son claramente moderados. Aquí se ilustra perfectamente un aspecto inusitado en la introducción: no sólo a nivel mundial, sino también en el marco ibérico las condiciones de aislamiento sociocultural son tan determinantes o más para el incremento de la consanguinidad como los factores geográficos. De cualquier manera, hay que señalar que varias poblaciones pirenaicas han alcanzado en algún momento consanguinidades aparentes equivalentes a un parentesco promedio para toda la población equivalente o superior a primos terceros (lo que equivale a decir que tomando al azar dos miembros de la población algún tatarabuelo de uno sería hermano de algún tatarabuelo del otro).
Índice
DOMINGO I. TOJA: LA CONSANGUINIDAD DE LAS POBLACIONES DE LA VERTIENTE IBÉRICA DE LOS PIRINEOS
49
Tabla III. Consanguinidad máxima aparente en diversas poblaciones. El grupo superior incluye poblaciones católicas europeas. El grupo medio comprende poblaciones en que se favorecen los matrimonios consanguíneos. El grupo inferior incluye poblaciones particularmente aisladas.
Población
Período
a
Reggio-Emilia
1910-17
1.28
Moroni, 1967
Cerdeña
1920-24
3.33
Moroni et al., 1972
Sicilia
1960-64
2.88
Moroni y Menozzi, 1972
Burdignin
1850-99
3.50
Dodinval y Klein, 1963
Loire-et-Cher
1855-99
1.91
Sutter y Tabah, 1955
1930
2.03
Pinto C. y Moroni, 1967
Alpujarra occidental
1900-19
2.63
Marín, 1977
Alpujarra oriental
1900-56
2.36
Luna, 1981
Casares Hurd.
1950-63
8.40*
García-Moro, 1982
Maragatería
1880-49
4.64+
Bernís, 1974
Cabrera Alta
1870-69
9.62*
Diago, 1980
Tarragona
1850-00
.98
Gual, 1985
1925
2.01
Pinto C. y Moroni, 1967 Toja y Luna, 1985
España
Navarra
Fuente
SALAZAR
1901-25
4.51+
PIRINEO ARAGONÉS ORIENTAL
1901-25
4.56+
Palacios-Araus, 1986
ANSÓ
1876-00
4.91+
Valls, 1983
India (Andra Prad.)
1957-58
32.00"*
Sanghvi, 1966
Guinea (Futa-Yalon)
1955
26.00++
Cantrelle y Dupire, 1964
Japón
s. XX
4.60+
Schull y Neel, 1965
Huteritas (U.S.A.)
1874-60
21.60++
Mange, 1964
Dunkers (U.S.A.)
1950
25.40++
Glass et al., 1952
Tristán da Cunha
1938
36.50"*
Bailit et al., 1966
Samaritanos
1933
43.40**
Bonné, 1960
+ = Parentesco medio equivalente o superior a 244. * = íd. a 234. ++ = íd. a 233. ** = íd. a 223.
Consanguinidad aparente y consanguinidad real Las estimaciones que hasta ahora he presentado están basadas en el cálculo de la consanguinidad en períodos determinados y referida a aquellas manifiestamente emparentadas. Es por ello la llamada consanguinidad "aparente". Pero esta consanguinidad aparente no recoge Índice
50
ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO
realmente toda la presente en la población, cosa que se puede comprender perfectamente si recordamos la base genética del fenómeno consanguíneo: si el descendiente de una pareja entre parientes es homozigótico para determinados "loci" por haber heredado alelos iguales de sus dos padres, sólo podrá transmitir este alelo a sus descendientes, independientemente del tipo de matrimonio que contraiga. Si la población es de tamaño limitado, es evidente que, en ausencia de cualquier otro mecanismo evolutivo y con tiempo suficiente, la homozigocia sería total (CAVALLI-SFORZA y BODMER, 1981). Esto se puede comprender perfectamente si pensamos en el fenómeno de la "pérdida de antepasados": un individuo debe tener 2 padres, 4 abuelos, 8 bisabuelos... 1.024 antepasados 10 generaciones atrás; puesto que las poblaciones que consideramos raras veces tienen ese tamaño debe entenderse que estos antepasados lo son también comunes con la mayoría de los otros componentes de la población, aunque no haya consanguinidades aparentes. Si hay consanguinidad aparente, el número de antepasados necesarios se reduce, lo que se acomoda mejor a los tamaños reales de población con que nos enfrentamos, como puede verse en la figura 3, donde se representa el árbol genealógico de dos parejas de hermanos que pidieron dispensas en 1907 en el Pallars Sobirá. Pero los otros mecanismos sí existen y aunque la mutación y la selección probablemente no tengan una importancia decisiva, la renovación genética por migración sí es mensurable y en principio decisiva. Así, podemos imaginar un modelo de población en que cada individuo tendría tantos primos hermanos de distinto sexo como el doble del tamaño medio de las progenies, tantos primos segundos como ocho veces ese tamaño y así sucesivamente. Si la población es lo bastante pequeña, todos los individuos estarán más o menos emparentados y la renovación genética (la pérdida de homozigocia) sólo podrá venir por la introducción de alelos por inmigración. En otras palabras, en ausencia de selección a favor o en contra de los matrimonios consanguíneos y obviando el efecto despreciable de la mutación, la consanguinidad esperable en una determinada generación es una función del tamaño efectivo de la población (número de individuos con capacidad reproductora, un tercio o menos de los componentes de la población) y de la frecuencia de inmigración (FALCONER, 1981 y Apéndice). El cálculo de la consanguinidad esperable en estas circunstancias (suele llamarse "consanguinidad por deriva") se ha realizado para algunas de las poblaciones pirenaicas con los siguientes resultados: • La consanguinidad por deriva alcanzaría valores comparables a los máximos de la consanguinidad aparente. • La consanguinidad por deriva tiene valores superiores a los de la consanguinidad aparente durante la mayoría de los períodos, lo que indica que hasta mediados del s. XIX ha existido una selección en contra de los matrimonios consanguíneos, para cambiar a una selección a favor particularmente basada en parentescos muy próximos a partir de esa fecha. • Los valores de consanguinidad por deriva se han calculado suponiendo la existencia de una generación de consanguinidad cero y que la población inmigrante es genéticamente diferente de la población estudiada; en el primero de los casos la presunción es falsa, puesto que la constitución de estas poblaciones es muy anterior al primero de los períodos considerados y, en el segundo, la mayoría de las inmigraciones proceden de comarcas vecinas, genéticamente muy similares, y, aproximadamente la mitad de las veces, los individuos inmigrantes son hijos de miembros de la misma población (Tm, 1987). Índice
(AlL011,
Índice
hfurt) DE ESTUDIOS ALTOARAOOKIES 11111111111111011
ca
52
ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO
Pero aun en el caso de que la consanguinidad aportada en cada generación sea inferior a la esperada por deriva, la homozigocia que se acumula de generación en generación puede llegar a alcanzar valores muy altos. A este respecto se puede aplicar el modelo desarrollado por PALACIOS-ARAUS (1986) (véase también el Apéndice). Éste es un modelo muy conservador, pues tiene en cuenta los mismos parámetros de consanguinidad. cero y calidad de la inmigración usados para el cálculo de la consanguinidad por deriva, aparte de considerar como consanguinidad aportada de nuevo en cada generación el valor de a. Aun así, los valores máximos de consanguinidad acumulada alcanzados en las poblaciones de los valles de Salazar y Gistaín triplican los valores máximos de consanguinidad aparente por dispensas y, cosa importante, los cálculos muestran que, para que la consanguinidad deje de acumularse, hacen falta proporciones de inmigración muy importantes (más del 25%) y una desaparición total de la consanguinidad aparente (figura 4, A y B). Si se utiliza una perspectiva menos restrictiva, aunque igualmente conservadora, suponiendo que la generación cero coincide con el primer censo fiable de la población (en el Salazar en 1366) y que la estima de la consanguinidad aparente más útil es la isonimia, podemos llegar a resultados espectaculares, como se puede ver en la figura 4C, en la que se aprecia que la consanguinidad acumulada alcanzaría valores tales que todos los miembros de la población estarían emparentados en un nivel correspondiente al de primos segundos (dos individuos tomados al azar tendrían cuando menos un bisabuelo común). Pero, además, se comprueba que un nivel relativamente bajo de isonimia, en torno a un 1% de matrimonios isónimos, compensaría el efecto de entre un 7 y un 10% de inmigración incluso con tamaños eficaces de población superiores a 1.000 individuos.
Resumen final La consanguinidad aparente en las poblaciones del Pirineo ibérico sigue una pauta común a las de otras poblaciones del ámbito católico europeo, dentro de las que alcanza valores destacados, aunque no los mayores. El comportamiento de todas las poblaciones estudiadas es muy similar, lo que refuerza la idea de una unidad de comportamiento en el área considerada. Aplicando determinados modelos matemáticos, se puede postular que la consanguinidad real de las poblaciones pirenaicas es bastante alta y que hasta la generación anterior a la actual ha constituido el principal mecanismo de modelado de las frecuencias génicas de estas poblaciones, es decir, el principal mecanismo evolutivo.
Apéndice El cálculo del coeficiente de consanguinidad se basa en la probabilidad de que un individuo reciba el mismo alelo de su padre y de su madre, los cuales lo habrían heredado de sus antecesores comunes: por ejemplo, dos hermanos comparten, por término medio, la mitad de su genoma; si tuvieran hijos, la probabilidad de que cualquier "Iocus" fuera homozigótico sería el producto 0.5 x 0.5 = 0.25. Generalizando, se puede observar que la consanguinidad F correspondiente a cada tipo de enlace se puede calcular según:
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o
cp
T
701
801 1
' 901 '
701
801
901
2018161412108—
I
t
401
501
I
601
II
I
I
1
701
801
901
Fig. 4. Evolución de la consanguinidad acumulada y por deriva en poblaciones pirenaicas. Línea continua: acumulada. Línea discontinua: por deriva. A: valle de Salazar, suponiendo consanguinidad cero en 1676 y aporte de nueva representado por a. B: lo mismo, en el valle de Gistaín. C: valle de Salazar, con consanguinidad cero en 1376 y aporte de nueva representado por F por isonimia.
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F 2n+1
donde n es el número de generaciones que se interponen entre los cónyuges incluyendo el tronco (antecesores comunes). Partiendo de esto, la consanguinidad promedio de la población se asimila al coeficiente a, que se calcula: pi Fi
a=
donde pi es la probabilidad de un determinado tipo de matrimonio consanguíneo y Fi la consanguinidad propia de ese tipo. La estima del coeficiente de consanguinidad F de Wright a partir de la isonimia es un poco más complicada, aunque el principio es muy sencillo. Si pi es la probabilidad de que un apellido sea llevado por un hombre y q, la probabilidad de que ese apellido lo lleve una mujer, la probabilidad de que se junten por matrimonio es el producto y este valor será cuatro veces mayor de la consanguinidad implicada; por lo tanto, la consanguinidad que se espera en función de las frecuencias nominales es:
Fr = 4 Aplicando el mismo razonamiento, y llamando P a la proporción de matrimonios isónimos detectada en la población, puede calcularse la parte de F que no se debe al azar: P—
pich
Fn — ( 4 (1-
prq,)
Puede observarse que F„ puede tomar tanto valores positivos como negativos, según la frecuencia de matrimonios isónimos sea mayor o menor de los esperados por azar. La relación entre los dos componentes de F es: F = Fn + (1-F,) Fr La consanguinidad teórica de una población esperable únicamente por su tamaño y por la migración (consanguinidad por deriva) se calcula según la fórmula: 1 Fdt =
P[
1
+ (1 2Ne
2Ne
) Fdt.l]
donde Fdt es la consanguinidad en una generación, Fdr-i es la consanguinidad de la generación anterior; P es la probabilidad de autoctonía y N, es el tamaño eficaz de la población. Índice
DOMINGO I. TOJA: LA CONSANGUINIDAD DE LAS POBLACIONES DE LA VERTIENTE IBÉRICA DE LOS PIRINEOS
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La consanguinidad acumulada se calcula suponiendo la intervención en cada generación de tres subpoblaciones: la subpoblación 1 es la autóctona que no presenta consanguinidad aparente; la 2 es la autóctona que presenta consanguinidad aparente, bien por ser isónima o por genealogía; la 3 está constituida por los inmigrantes, que en un principio se supone que no aportan consanguinidad. La fórmula utilizada será: Ft = Pi Ft- i + P2 [Ft-1 + (1 -Ft.1 ) F*2]
donde P1 y P2 son las probabilidades de pertenecer a las respectivas subpoblaciones, F1,1 la consanguinidad total en la generación anterior y P"2 la consanguinidad aparente aportada por la subpoblación 2.
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PALEOPATOLOGÍA DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO VASCO-NAVARRO
Francisco Etxeberria *
Introducción Resulta lógico presentar en esta I Reunión para el Estudio Antropológico de las Poblaciones del Pirineo aquellas observaciones sobre la patología que pudieron presentar los grupos humanos que habitaron este territorio en sus dos extremos: el oriental o región de Cataluña y el occidental o región vasca. La primera de estas regiones ha sido ampliamente investigada por el Dr. Campillo Valero, cuya trayectoria en los estudios de Paleopatología es reconocida con carácter internacional. De la segunda se ocupa el firmante de este escrito, que debe comenzar señalando su modestia y reconocimiento ante el profesor Domingo Campillo, en quien se reúne la circunstancia de ser maestro y amigo. Por ello, mi intervención en estas jornadas dedicadas al estudio de las poblaciones del Pirineo, organizadas por el Colegio Universitario de Huesca bajo la coordinación de los Dres. Nieto y Simón, exige mi agradecimiento sincero a estos últimos.
Antecedentes históricos en los estudios de Paleopatología En el País Vasco podemos establecer tres etapas sucesivas. Entre los ejemplos de la primera de ellas, dentro de estudios concretos sobre Antropología Física, destaca el fragmento de una tiba procedente del dolmen navarro de Sokillete, que estudiaron Telesforo de Aranzadi y José Miguel de Barandiarán en 1926. No obstante estos mismos autores no establecen el diagDepartamento de Medicina Legal. Universidad del País Vasco (San Sebastián).
Actas de la I Reunión para el Estudio Antropológico de las Poblaciones del Pirineo (Huesca, 14-15 de diciembre de 1990), Instituto de Estudios Altoaragoneses, Huesca, 1992.
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nóstico de la llamativa exóstosis que presenta la tibia y que nosotros estimamos corresponde a un osteocondroma o tumor benigno osteocartilaginoso relacionado con un desorden del crecimiento de la placa metafisaria del hueso durante el crecimiento del individuo, sin que llegara a ocasionar mayores problemas al sujeto. En una segunda etapa, a comienzos de los años setenta, Juan María Apellániz publica varios trabajos en los que presenta algunos problemas concretos de patología descritos en restos esqueléticos de la cueva sepulcral de Ereñuko Arizti, en Vizcaya. Basado en las opiniones de algunos especialistas del momento, como los profesores Moller-Cristensen y Gerhardt, discute el diagnóstico diferencial entre la lepra y la intoxicación crónica por cornezuelo del centeno (ergotismo), sin dejar el asunto definitivamente aclarado, ante la evidencia de unas constantes perforaciones y pérdidas de sustancia ósea en la diáfisis de los huesos cortos de varios individuos, algunos de ellos infantiles, de este yacimiento (APELLÁNIZ, 1971a y 1971b). El comienzo de la tercera etapa puede situarse en el año 1980. En concreto, tuvimos la oportunidad de estudiar las lesiones que presentaba un carnívoro de gran valor paleontológico a solicitud del profesor Jesús Altuna. Tres años más tarde dábamos comienzo a los estudios sistemáticos de Paleopatología que se fueron aplicando a todas las colecciones disponibles del País Vasco (Sociedad de Ciencias Aranzadi, Museo Arqueológico de Álava y Museo de Arqueología y Etnografía de Bilbao).
Enfermedades reumáticas Las evidencias de reumatismo son los hallazgos más frecuentes en los restos esqueléticos de todas las épocas, aun cuando el condicionamiento de la menor esperanza de vida en las poblaciones prehistóricas sea uno de los factores principales determinantes. Si bien la mayoría de las observaciones que hemos realizado pueden ser descritas como simples espondilosis, caracterizadas por el desarrollo más o menos importante de osteofitos, no dejan de existir lesiones de artropatía degenerativa muy avanzada en vértebras cervicales de muchos de los individuos de época prehistórica. En efecto, en nuestra investigación resulta más frecuente encontrar estas lesiones en el segmento cervical que en el lumbar. Ello coincide plenamente con la opinión de DASTUGUE y LUMLEY (1976: 158), basada en los trabajos de COMODE (1975), que establece la siguiente frecuencia de afectación: 72% cervical, 4% dorsal y 24% lumbar para una población calcolítica de 160 individuos. El ejemplo más llamativo de artropatía degenerativa en extremidades superiores corresponde a dos determinaciones efectuadas en el yacimiento de la Edad del Bronce de Gobaederra (Álava). Se trata de dos individuos masculinos que presentan similares alteraciones consistentes en la presencia de un tejido ebúrneo sobre la superficie articular de la cabeza humeral, así como osteofitosis intensa marginal. Del mismo modo, la articulación del codo está afectada hasta el punto de que la presencia de osteofitos en la fosa olecraniana impide la extensión completa del miembro. Esta limitación se situaría en los 150-160 grados de extensión del antebrazo. A su vez, el desgaste preferente de la cabeza radial en el contacto con el cóndilo humeral se produce de forma muy localizada en la cara anterior de éste, es decir, en un punto de flexión del antebrazo que se sitúa a los 90 grados. La artropatía, en este caso secundaria, estaría relacionada probablemente con la intensidad y repetición de ejercicios con empuje de la extremidad cuando Índice
FRANCISCO ETXEBERRIA: PALEOPATOLOGÍA DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO VASCO-NAVARRO
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ésta se encontraba flexionada en ángulo recto, esto es, tal y como se requiere en labores manuales de manufactura del cuero y cestería. Por otra parte son frecuentes las entesopatías, que afectan con mayor preferencia a la rótula. En ellas es más frecuente la osificación de la inserción del tendón del músculo recto anterior frente a la osificación del ligamento rotuliano. El proceso culmina con la osificación de la inserción del ligamento rotuliano en la espina tibial anterior. Resulta evidente la bilateralidad del proceso cuando asienta sobre las extremidades inferiores, rótula y calcáneo, y no necesariamente cuando se manifiesta en las superiores, en las que predominará sobre el lado derecho. Existe una relación predominante en el sexo masculino y no parece necesario que las entesopatías se desarrollen obligatoriamente en los individuos de mayor edad.
Traumatismos, fracturas Todas las descritas pueden ser consideradas como fracturas menores y afectan con mayor incidencia a las extremidades superiores. Un ejemplo de ello lo constituye la fractura diafisaria, con excelente callo de consolidación, encontrada en un metacarpiano del yacimiento neolítico de Fuente Hoz (Álava). Salvo en una fractura diafisaria de fémur localizada en el dolmen de El Sotillo (Álava), que consolidó sin reducción y por ello muestra un cabalgamiento significativo que supondría el acortamiento de la extremidad y la cojera consiguiente, el resto de las fracturas no son complicadas y ello favorecería su buena resolución. Merecen atención especial las fracturas diafisarias de cúbito, que supondrían en nuestra investigación el 40% de las descritas. Se trata de una fractura corriente cuando se produce un traumatismo en el dorso del antebrazo al tratar de exponerlo como defensa y protección del rostro. Mientras que en época prehistórica predominan este tipo de fracturas del antebrazo (similar a la de Monteggia), durante la Edad Media son más frecuentes las fracturas del extremo distal del radio (fractura de Colles), cuyo mecanismo de producción se debe al impacto de la extremidad en extensión contra el suelo en caídas accidentales. Por otra parte, los traumatismos craneales con resultado de fractura no son hallazgos frecuentes. El caso más interesante que hemos descrito corresponde a un cráneo perteneciente a la cueva sepulcral de Kobazar (Gipuzkoa), que muestra una fractura perpendicular al arco supraorbitario izquierdo, con evidentes signos de cicatrización del hueso. En este mismo grupo pueden incluirse las erosiones craneales que presentan remodelación activa del tejido. De este modo las lesiones traumáticas del cráneo suponen el 23% respecto del total. De todas las lesiones de carácter violento destacan con preferencia los hallazgos del enterramiento colectivo neolítico de San Juan ante Portam Latinam (Álava). Por el momento se han identificado trescientos individuos, de los cuales seis presentan puntas de flecha de sílex clavadas en el hueso. Incluso en dos de estos casos se observan signos de cicatrización del hueso como demostración de la supervivencia de los individuos tras sufrir la herida por impacto de las flechas. Este tipo de evidencias no son frecuentes en el territorio peninsular, aunque algunas de las pinturas rupestres del arte levantino demuestren la existencia de conflictos guerreros en los que era empleado el arco como arma de ataque (CAMPILLO y VIÑAS, 1980).
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Paleoestomatología Todos los autores están de acuerdo en señalar que, analizando el proceso desde la Prehistoria, se observa un ligero descenso de la incidencia de la caries durante el Neolítico a la Edad del Bronce para comenzar el ascenso progresivo hasta nuestros días con un gran incremento en la Edad Media. De este modo, de la totalidad de las piezas dentarias revisadas por nosotros obtenemos unos porcentajes ralativamente bajos, aunque marcados con la misma tendencia señalada: Neolítico 3.3%, Calcolítico y Edad del Bronce 1.1%, Edad del Hierro 6.2%, Altomedieval 4.5% y Bajomedieval 16.1%. En todos los yacimientos se observa que la caries asienta con preferencia en el cuello dentario, y particularmente en los espacios interdentales, con predominio de las piezas molares. Para IGARTUA y LINAZA (1985) la distribución de la caries en la población calcolítica de las cuevas sepulcrales de Gipuzkoa es la siguiente: el 69.5% asientan en la región cervical, el 24% en la superficie oclusal y el 6.5% en la corona. Respecto a la brasión o desgaste dentario, aspecto de mayor interés en las poblaciones prehistóricas, observamos una extraordinaria incidencia del desgaste sobre los primeros molares desde las edades más tempranas en todos los individuos. El porcentaje de piezas dentarias expulsadas en vida supone el 13.2% durante el Neolítico y el 4.5% durante el Calcolítico y la Edad del Bronce (en la Alta Edad Media asciende al 20%). La determinación de lesiones propias de la enfermedad periodontal es una constante en todas las épocas y ello nos orienta a la identificación de la llamada "boca séptica". El resultado de la suma del número de caries, reabsorciones y abscesos se convierte en el mejor estimador de la salud dental. De este modo obtenemos una incidencia de 7.5% durante el Neolítico, 9.8% en el Calcolítico y Edad del Bronce, 23.7% en la Alta Edad Media y 51.5% en la Baja Edad Media.
Paleodemografía La muestra investigada supera en poco el millar de individuos. La esperanza de vida al nacer durante el Calcolítico y la Edad del Bronce puede situarse en los 22 años (entre 20 y 25 años según el yacimiento). En la cueva sepulcral de Gobaederra (Álava), con 81 individuos representados, encontramos un 4.9% de infantiles, 6.2 de juveniles, 87.7 de adultos, entre jóvenes y maduros, y 1.2% de seniles. Frente a ello, en la cueva sepulcral de Iruaxpe (Gipuzkoa) los subadultos alcanzan el 53.3% (26.7% infantiles y 26.6% juveniles), con un 40% de adultos jóvenes y un 6.7% de maduros y ausencia de seniles. A modo de conclusión podemos resumir que la edad crítica de mayor mortalidad se sitúa en la infancia, especialmente en la etapa anterior a los tres años. A edad juvenil asciende la tasa de mortalidad. Es decir, una vez superada la primera etapa crítica resulta relativamente fácil sobrevivir hasta los 20 años. Sin embargo, es en la década de los 20 a los 30 años donde se localiza un importante aumento de la mortalidad. De hecho una minoría de la población calcolítica llega a la edad madura. En el límite entre la edad juvenil y la madura predomina la mortalidad femenina. Por ello están más representados los individuos adultos masculinos. Probablemente la prematura mortalidad de las mujeres se relacione con las dificultades propias de su capacidad reproductora. Índice
FRANCISCO ETXEBERRIA: PALEOPATOLOGÍA DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO VASCO-NAVARRO
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SEROANTROPOLOGíA DEL PIRINEO ARAGONÉS
Eugenio Simón" José L. Nieto**
La sangre es uno de los tejidos corporales que refleja con más fidelidad el polimorfismo de las poblaciones humanas. Así ocurre con la diferente antigenicidad de los grupos eritrocitanos y leucocitarios, la tipificación de proteínas séricas y las variantes electroforéticas de numerosos enzimas e isoenzimas. Lo mismo sucede con algunos comportamientos fisiológicos como la captación de determinados olores y sabores, en especial tiourea, con amplios rangos de variación según las poblaciones estudiadas, lo que convierte a cada uno de estos sistemas en destacados marcadores genéticos de la Antropología molecular. El descubrimiento del polimorfismo genético de la sangre parte de las observaciones de LANDOIS (1875), LANDSTEINER (1901), DECASTELLO y BTURLI (1902), de reacciones de isoaglutinación en transfusiones sanguíneas, aceptadas al principio como resultado de una enfermedad neumónica y reumatismo sobre todo, y más tarde relacionadas con la variabilidad sanguínea de los individuos. Pronto se vio que estas características de la sangre estaban estrechamente ligadas a la antropología de las grandes poblaciones (HIRSZFELD, 1918 y 1919) con incidencias genéticas muy peculiares recogidas en las grandes revisiones de MOURANT (1954), WALTER (1962), SCHWARZFISCHER (1962), BERNARD y RUFFIE (1966) y en especial en las recientes recopilaciones de MOURANT (1972), BECKER (1976) y sus colaboradores. Menos difundido es el comportamiento de los marcadores del gusto y del olfato. La sensibilidad a la feniltiourea, puesta casualmente de manifiesto por Fox (1931), considera uno de Colegio Universitario de Huesca. Facultad de Medicina de Zaragoza. Actas de la I Reunión para el Estudio Antropológico de las Poblaciones del Pirineo (Huesca, 14-15 de diciembre de 1990). Instituto de Estudios Altoaragoneses, Huesca, 1992.
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ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO
los mejores ejemplos del carácter mendeliano de la herencia, se ha demostrado la desigual distribución de perceptores y agéusicos en las comunidades humanas, como recogen las tablas de SCHWIDETZKY (1962). En los últimos años, la antropología de los marcadores sanguíneos y gustativos ha progresado notoriamente, ampliando su acción a los campos de la patología, los trasplantes y los estudios médico-legales, lo que ha obligado a precisar, cada vez con más detalle, la distribución genético-demográfica de estos sistemas. La Antropología confía en que estos resultados, además de revelar las diferencias individuales y raciales, ayuden a resaltar la biología común de los individuos humanos. Sistemas sanguíneos Los grupos sanguíneos son un conjunto de fenotipos moleculares de la sangre que se hallan bajo el control de un mismo locus o de un grupo de loci fuertemente ligados (RACE y SANGER, 1975). Aunque reservado en sentido restringido a los antígenos eritrocitarios genéticamente determinados y detectables por anticuerpos específicos, el concepto puede aplicarse a todos los sistemas polimórficos de la sangre. El fenotipo se determina normalmente analizando los hematíes con antisueros estándar. En algunos sistemas sanguíneos, el fenotipo es una expresión exacta del genotipo. Desgraciadamente, en otros sistemas, como el Rh, esto no sucede. En estos casos la determinación del genotipo más probable exige complejos cálculos estadísticos a partir del fenotipo. Conviene recordar que ciertas combinaciones de genes se producen con mayor frecuencia en unas poblaciones que en otras. Estas variaciones étnicas son fundamentales en la concepción de la moderna Antropología molecular. En la actualidad el concepto de grupos sanguíneos se ha extendido a otros tejidos corporales. Los antígenos ABO se han localizado en la saliva, el meconio y en el líquido de quistes ováricos pseudomucinosos de individuos secretores. También en momias, huesos subfósiles, en la córnea y en normoblastos, leucocitos y plaquetas. No se sabe, con seguridad, si los antígenos ABH de los espermatozoides se encuentran intrínsecamente en estas células o si han sido absorbidos secundariamente del líquido espermático. Poblaciones españolas y portuguesas En la península Ibérica han sido varios los autores que han llevado a cabo estudios sobre los distintos grupos sanguíneos de sus poblaciones. Entre éstos hay que destacar las recopilaciones de los sistemas ABO y Rh de los españoles, llevadas a cabo por Hoyos (1938, 1947), CARRIÓN y HERNÁNDEZ (1942, 1946) y que durante mucho tiempo han servido como modelo seroantropológico español. Lo mismo puede decirse de las recopilaciones de PICAZO (1964). Otros trabajos fundamentales sobre la hematología española han sido publicados por GUASCH (1952), HERNÁNDEZ (1944), PLANAS, FUSTE y VIÑAS (1966), los dos últimos con una importante aportación sobre la distribución de los subgrupos Al y A2. Estudios sobre el sistema MNS de los españoles han sido llevados a cabo por COLINO y CAMPILLO (1977) y mas recientemente por CABEZAS y MARTÍN-BARRIENTO (1973), sin duda el estudio más amplio de este grupo. La distribución del grupo Kell en diversas poblaciones españolas ha sido llevada a cabo por CAMPILLO,
Índice
EUGENIO SIMÓN: SEROANTROPOLOGÍA DEL PIRINEO ARAGONÉS
65
GALLARDO y SENRA (1973). Otras determinaciones se refieren al sistema P (CASADO, 1975). Revisiones completas más recientes de la hematología española han sido realizadas por VEGA (1975) y en especial por VALLS (1975), este último en su monografía Seroantropología de la población española. Especial interés ha despertado el estudio sanguíneo de la población vasca, sobre todo desde que BROCA anunció los elevados porcentajes de Rh negativo, que alcanza para ELÓSEGUI (1951) a más del 80% de esta población. Frecuencias menores han sido descritas por GOTI (1967) entre los actuales habitantes de Bilbao. También llama la atención, al estudiar esta población, el escaso número de individuos pertenecientes al grupo B, inferior al 6,5%, cifra que podemos considerar entre las más bajas de Europa. Los trabajos de BOYD (1939), Hoyos (1947) y ELÓSEGUI (1951) han confirmado estos sorprendentes hallazgos. Estos hallazgos fueron confirmados por Hoyos SÁINZ en 1947 en España; JAUREGUIBERRY en 1945 en Francia; VACARO, STAEDING y GANZARÁIN en vascos de Chile en 1948; MOULINIER en Navarra en 1946; CHALMERS, IKIN y MOURANT en 1949 y por ETCHEVERRY en 1949 en Argentina. EYQUEM, en 1950 en Navarra, en 400 determinaciones, no apreció un solo caso del grupo B. También ELÓSEGUI y cols. en 1951, así como VALLOIS y el equipo de holandeses y franceses de HEIDE y cols. en Biarritz en 1951, NIJENHUIS, en 1956, RUFFIE, MOULINIER y Ducos en 1957, PICAZO con su mapa grupal de España en 1964 confirmaron los mismos datos. También durante este período se sucedireron las publicaciones de ETCHEVERRY sobre la sorprendente frecuencia de Rh negativo entre los vascos residentes en Argentina, confirmando SUS hallazgos CHALMERS y cols. en 1948; GUASCH, en 1948 y 1950; ALBERDI, ALLISON y cols. en 1957; LAUGHLIN y cols. en vascos de Idaho en 1957; GRAY en su tesis con vascos de Boise y Shoshone, en 1955; AGUIRRE y URCÁREGUI en Vascongadas en 1963, así como ELÓSEGUI y cols., EYQUEM, HEIDE y cols. y MOULINIER. La hematología vasca, por otra parte, cuenta con determinaciones de los grupos MNS (CABEZAS y MARTÍN-BARRIENTO, 1973), grupo P (CASADO, 1975) y sistema Xg (VEGA, 1975). En Navarra GOÑI-VIAMONTE (1980) ha comunicado al Seminario Universitario de Antropología diversos porcentajes del grupo ABO y Kell-cellano para cada una de las zonas poblacionales. Por su parte GOEDDE (1973) ha investigado el sistema ABO en la población vasco-navarra de Pamplona. El mismo GOEDDE, junto a SUS colaboradores HIRTH, BENKMANN y PELLICER, aborda en este trabajo el polimorfismo hemático de Castilla la Nueva, aunque centra sus investigaciones en la población de Madrid. Un año más tarde, en 1974, CABEZAS y MARTÍN-BARRIENTOS (1974) han llevado a cabo trabajos más concretos, como los realizados en las zonas castellanas de Valladolid, Salamanca y en las cercanías de la Vera y las Hurdes. Simultáneamente a estos estudios, MESA (1973) ha tratado de obtener la distribución manchega del grupo sanguíneo Kell y del factor Rh. Por su parte LLAMAS (1874) ha estudiado el sistema Lewis en esta misma población. Muy abundante es la bibliografía referida a la antropología sanguínea (ABO, Rh) de las poblaciones catalanas, en especial la referida a VALLS, CAMPILLO y GUASCH. Muy recientes son
Índice
66
ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO
los trabajos de CALDERO (1989) referidos a la distribución de diversos grupos sanguíneos en la región catalana. En este aspecto tiene especial importancia la distribución de grupos sanguíneos (ABO, Rh) en la provincia de Lérida, comunicada por ALONSO-SANCHO (1982) al Seminario Universitario de Antropología. En 1973, GOEDDE, HIRTH, BENKMANN y PELLICER, entre otros, señalan el polimorfismo sanguíneo del sistema ABO en la población andaluza. En 1976 también fue estudiada la serología de algunas etnias gitanas andaluzas por MARTÍNEZ-TORMO (ABO, Rh, MNS, Kell y Duffi) y por RODRÍGUEZ-MORENO (haptoglobinas). La frecuencia de los grupos MNS catalanes aparece recogida por CABEZAS y MARTÍNBARRIENTOS (1973) en su trabajo referido a las regiones españolas, así como por VALLS (1973), en este caso referida a la población de Barcelona. Este último autor ha estudiado igualmente la distribución en Cataluña de los sistemas P, Lutheran, Kell, Lewis, Duffi, Kidd y Xg. Las poblaciones pirenaicas españolas, en especial las aragonesas, también se ven afectadas por un descenso en la frecuencia del grupo B, (6,47%), como ha señalado VALLOIX (1951) en su estudio sobre la distribución sanguínea de las poblaciones de una y otra vertiente. Los resultados, en general, muestran la homogeneidad de uno y otro grupo. El grupo O ha demostrado ser predominante en las poblaciones españolas del valle medio del Ebro. Sin embargo, en La Rioja, al menos para MARTÍNEZ-FLÓREZ (1980), el porcentaje de este grupo no sería tan elevado y su incidencia sería similar a la que presenta el grupo A. Asimismo, el porcentaje del grupo B en La Rioja difiere del resto de las comunidades asentadas en el valle, con valores del 7%, algo superiores a los de sus vecinos, aunque todavía se mantienen inferiores a la media española. Especial importancia tienen para nosotros los estudios realizados hasta ahora acerca de la seroantropología aragonesa, por otra parte una de las poblaciones españolas mejor atendidas desde que Hoyos, en 1938, le dedicara una monografía específica. Este trabajo, junto al de CARRIÓN y HERNÁNDEZ (1942), aporta la primera distribución sanguínea (ABO, Rh) de las provincias aragonesas. Los resultados indican una disminución nortesur del grupo O y un aumento del grupo B. Llama ya la atención el escaso porcentaje de este grupo en las provincias de Huesca y Zaragoza. PIE JORDA (1964), en un trabajo sobre distribución de grupos sanguíneos (ABO, Rh) en estudiantes universitarios de origen aragonés, vendrá a confirmar estos resultados. Respecto a la frecuencia génica, los valores señalados por PIE JORDA coinciden con los calculados por FUSTE y PONS (1960) a partir de las estadísticas de HOYOS, CARRIÓN y HERNÁNDEZ. Según estos datos, los alelos más abundantes en la población aragonesa son los tipos "r", descendiendo la frecuencia al considerar los alelos "p" y "q". También son de destacar las revisiones antropológicas realizadas por SERENA (1980) en la población oscense y por BUÑUEL (1981) en la aragonesa, en especial la zaragozana y la turolense, y que han servido a NIETO (1982, 1990) para establecer un mapa seroantropológico comarcal de Aragón.
Índice
EUGENIO SIMÓN: SEROANTROPOLOGÍA DEL PIRINEO ARAGONÉS
67
En este mapa antropológico se observa el predominio del grupo o en todas las comarcas, con porcentajes máximos en el Pirineo y Prepirineo, valores que superan el 49%. También llama la atención el escaso número de individuos pertenecientes al grupo B, con valores que en algunas comarcas no alcanzan siquiera el 6% y que deben considerarse como los más bajos de Europa. De la misma manera destacan los numerosos portadores de Rh negativo y que superan el 20% en la vertiente aragonesa del Pirineo, el 20,4% en los Monegros y el 22% en los alrededores del Moncayo (NIETO, 1982), circunstancia que parece ser característica según este autor de todas las poblaciones del valle medio del Ebro. Respecto al sistema MNS, la población aragonesa fue tipada primeramente por GUASCH (1952) y más tarde por COLINO y CAMPILLO (1977), en ambos casos con resultados concordantes. CABEZAS y MARTÍN-BARRIENTOS (1973) también han tipado esta población, aportando valores de 51,43% para el genotipo M y de 48,57% para el N. Citemos para terminar las investigaciones sucesivas de BUÑUEL, MARZO, NIETO y de manera muy especial de VALLÉS sobre la distribución del sistema HLA en Aragón, de gran valor antropológico y médico-legal. Vamos a cerrar este estudio hematológico de la península Ibérica señalando la completa investigación hematológica (ABO, Rh, MNSs) llevada a cabo por CRUZ (1974) en la población portuguesa.
Índice
Índice
3251 1636
370
170
327 108 53
Jalon Medio
Tierra de Belchite
ARAGON
ZARAGOZA CAPITAL
115
45,45% 103
50,00% 86
40,71% 27
42,15% 9
41,36% 67
42,98% 84
41,81% 27
42,06% 214
38,88% 9
38,83% 21
41,79% 13
42,91% 17
40,66% 60
37,37% 29
36,61% 31
36,92% 60
35,68% 30
40,67% 22
37,35% 52
41,34% 18
35,00% 30
43,35% 40
42,72% 115
41,40% 203
42,72% 14
39,78% 43
40,75% 57
A
L1294716523
40.66%1851
7,70% 11
6,50% 32
6,24% 66
3,34% 5
4,50% 28 5,07% 23
6.57%1308
6,66% 55
10,67% 8
4,41% 7
6,92% 42
7,09% 25
6,13% 14
7,02% 96
8,33% 4
6,44% 9
6,87% 9
6,69% 6
6,83% 28
9,76% 8
7,27% 8
8,29% 16
6,41% 15
9,32% 4
7,38% 19
4,04% 16
5,76% 7
B
Tabla I. Sistema ABO.
50.38%15265
3077 1583 51,44% 1234 40,10% 205
253
Sierras sudorient.
102
458 47,36% 400
967 204
Teruel
Albarracin
47,80% 509
1184 566
47,76% 1282
48,86% 184
Jiloca Medio
215
440
3048 1456
49,07% 42
51,98% 127
46,56% 79
48,03% 109
49,31% 357
50,16% 111
54,22% 156
52,55% 267
54,70% 167
48,30% 96
52,55% 263
51,01% 184
57,88% 182
46,82% 225
48,95% 755
50,32% 1346
52,74% 179
52,52% 516 52,42% 337
O
Calatayud
SISTEMA IBERICO
88
189
Campo de Cariñena
433 122
878 254
Borja-Tarazona
149
231
380
256
114
SOMONTANOS IBERICOS
297
Montalban
723 426
BAJO ARAGON
Caspe-Hijar
468
Ebro Bajo
704 236
Ribera-Bajo Gallego
RIBERA DEL EBRO
227
445
Litera-Bajo Cinca
243
519 520 301
Violada-Monegros
Cinco Villas
1767 865
Somontano Oscense
PREPIRINEO
221
419
Jacetania
Ribagorza-Sobrarbe
n4 1266 665 847 444
PIRINEOS
P
23,78
25,09
26,24
26,33
25,92
25,85
25,67
24,24
23,59
26,91
26,03
24,63
22,63
21,59
22,09
21,71
24,23
22,59
25,50
20,21
26,25
25,59
24,78
25,10
24,07
24,40
2,37%1 1 24.54 I
1,78%
3,16%
3,43%
4,34%
2,11%
3,18%
3,14%
3,70%
2,75%
4,76%
2,36%
3,18%
2,69%
1,87%
2,21%
3,20%
1,69%
2,69%
3,59%
1,34%
2,11%
1,81%
2,03%
1,19%
2,71%
2,21%
A8
q
4,59
4,50
7,18
4,01
4,86
4,95
4,78
5,23
5,72
4,71
4,86
4,64
5,15
6,45
4,78
5,42
4,84
5,78
5,19
3,64
3,62
5,14
4,31
4,27
2,29
3,70
3,33
r
I 70,87
71,72
67,73
69,75
68,81
69,13
69,37
69,10
70,04
71,70
68,23
69,33
70,22
70,92
73,63
72,49
73,45
69,99
74,22
70,86
76,17
68,61
70,10
70,95
72,61
72,23
72,27
PIRINEOS Jacetania Ribagorza-Sobrarbe
Rh + Rh n2 1266 1006 79,46% 260 20,53% 847 658 77,68% 189 22,31% 419 348 83,05% 71 16,94%
D 54,69 52,76 58,83
d 45,30 47,23 41,16
PREPIRINEO Somontano Oscense Violada-Monegros Cinco Villas Litera-Bajo Cinca
3 251 1767 51 9 520 445
2605 1442 396 413 354
80,12% 81,60% 76,30% 79,42% 79,55%
646 325 123 107 91
19,87% 18,39% 23,69% 20,57% 20,44%
55,42 57,11 51,31 54,63 54,77
44,57 42,88 48,68 45,36 45,22
RIBERA DEL EBRO Ribera-Bajo Gallego Ebro Bajo
704 236 468
567 195 372
80,53% 137 82,62% 41 79,48% 96
19,46% 17,37% 20,51%
55,89 58,32 54,70
44,11 41,68 45,29
BAJO ARAGON Caspe-Hijar Montalban
723 426 297
592 344 248
81,88% 131 80,75% 82 83,50% 49
18,11% 19,24% 16,49%
57,43 56,12 59,38
42,56 43,87 40,61
SOMONTANOS IBERICOS Borja-Tarazona Campo de Cariñena Jalon Medio Tierra de Belchite
878 254 189 327 108
681 196 148 252 85
77,56% 77,16% 78,30% 77,06% 78,70%
197 58 41 75 23
22,43% 22,83% 21,69% 22,93% 21,29%
52,64 52,21 53,42 52,10 53,85
47,36 47,78 46,57 47,89 4 6,1 4
79,13% 77,50% 79,30% 78,49% 82,35% 81,02%
636 99 245 208 36 48
20,86% 22,50% 20,69% 21,50% 17,64% 18,97%
54,32 52,56 54,51 53,62 57,99 56,44
45,67 47,43 45,84 46,37 42,00 43,55
3077 2430
78,97% 647
21,02%
54,14
45,85
1 29 47 10293
79,50% 2654
20,49%
54,74
45,26
3048 2412 SISTEMA IBERICO 440 341 Calatayud 1184 939 Jiloca Medio 967 759 Teruel 204 168 Albarracin Sierras Sudorientales 253 205
ZARAGOZA CAPITAL
ARAGON
Tabla II. Sistema Rh.
Índice
Índice
n2
2949 481 16,31 1197
8706 1602
ZARAGOZA CAP.
ARAGON
18,4 3815
2012 446 22,16 980 48,71415 20,62 66
SISTEMA IBERICO
43,8 1794
6,4 697
7,5 332
n2
8,0 92
11,2 40
3,62 11
9,64 9
11,86 8
6,58 6
5,40 14
5,14 4
%
R2 r n2
1,05 3
1,35 2
0,52 o
0,93
1,20 1
0,93
1,21
1,04 0
%
15
16
5
n9
0,03 124
0,07 43
19
12
0,15 14
% n2
1,44 1
1,45
0,90
1,24 1
2,15
2,40
1,39
1,42
%
4
1
O
n9
0,01 5
0,10
%
5
1
2
1
n2
0,05 15
0,13 5
0,04 1
°,1‹,
0,17
0,16
0,04
0,51
0,15
0,31
0,08
%
Dce/dce DCe/DCe DcE/DcE DCe/Dce DCE/DcE DCEJDCe RO r R1 R R2 R2 R1 RO Rz R2 Rz R1
Tabla III. Tabla de fenotipos.
20,4 558
21,0 224
3,28 73
975 116 11,89 462 47,38 216 22,15 60
SOMON. IBERICOS
40,5 621
6,13 94
649 132 20,33 252 38,82 122 18,79 42
BAJO ARAGON 6,47 77
9,79 41
623 124 19,90 251 40,28 123 19,74 61
5,71 18
%
DcE/dce
RIBERA DEL EBRO
20,57 20
n2
R1 R2
DCe/DcE
7,4C 62
22,57 152 43,42 72
n "A,
r r
dce/dce
1148 224 19,51 521 45,38 225 19,59 85
350 79
%
R1 r
R11=11
n "/0 n9
DCe/dce
DCeIDCe
PREPIRINEO
PIRINEOS
nº
Índice
46,64 46,34 45,39 46,32
1,22 1,217 1 ,00
7,06 9,49
10,54 1,40
45,32 44,11 41,74
225 123 122
6 8
cde
6,35
cdE
45,78
48,04 1,10
Tabla IV. Tabla de genotipos
8,25 42,60 1794
92
821
578 5421
8706
ARAGON
45,02 11,47 1,61 41,88
621
40
375
233 1680
2949
ZARAGOZA CAP.
54,91 0,48 3,38 41,23
415
11
92
68 1426
2012
SISTEMA IBERICO
46,14
106
579
65
975
SOMONT. IBERICOS
1,05
91
385
43
649
BAJO ARAGON
9,36
56
375
63
623
RIBERA DEL EBRO
43,43
14
78
745
86
1148
PREPIRINEO
216
72
4
23
231
20
350
PIRINEOS
Cde
cDe
CDe
cDE
CDee Cdd E Cddee cc DE cc Dee ccddE ccddee
CDE
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ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO
Sistema ABO Al analizar el modelo antropológico aragonés del sistema ABO destaca el elevado número de individuos pertenecientes al grupo O (50,38%), así como las escasas tasas del grupo B (6,57%), situadas entre las europeas más bajas. El grupo A, considerado hasta HOYOS, CARRIÓN y HERNÁNDEZ como el más extendido entre los aragoneses, sólo lo hemos encontrado en el 40,66% de esta población. En cuanto al grupo AB, su significación es muy pequeña (2,37%) en Aragón. La distribución de estos caracteres sobre el mapa aragonés confirma, actualizándolas, las peculiaridades señaladas por SERENA (1980) y NIETO (1983, 1989) en sus estudios antropológicos. De acuerdo con nuestros resultados, los porcentajes de distribución del grupo sanguíneo O descienden progresivamente en dirección norte-sur, con máximos en la Jacetania, Sobrarbe y Ribagorza, donde llegan a alcanzar valores superiores al 52%, y mínimos en las sierras sudorientales de Teruel, con algo más del 45%. Por nuestra parte hay que insistir en los elevados porcentajes del grupo O encontrados en las Cinco Villas (57,88%) y en la zona de Caspe-Híjar (54,22%), superiores a los publicados por NIETO y que rompen, sobre todo en el último caso, este peculiar gradiente geográfico de distribución sanguínea. En las comarcas ribereñas del Ebro, el grupo sanguíneo O alcanza porcentajes superiores (52%), a consecuencia sobre todo de la elevada incidencia de este grupo en la zona del Ebro Bajo. Esta observación nos permite configurar un eje de dirección noroeste-sudeste de máxima aparición del grupo 0, sobre todo en sus extremos, que ayudaría a matizar la distribución señalada anteriormente por NIETO. Otro punto a destacar en el estudio del grupo O es la homogeneidad de su distribución en las comarcas del Sistema Ibérico y de su somontano, con porcentajes de distribución entre 47-50%, inferiores a la media aragonesa de este grupo. Igual que sucede en otros muchos parámetros antropológicos, los promedios de Zaragoza capital (51,44%) apenas difieren de los de Aragón. La distribución comarcal aragonesa del grupo sanguíneo A es bastante uniforme en Aragón. Según nuestro estudio, las diferencias más llamativas vuelven a presentarse en el eje Cinco Villas, Ebro Bajo y Bajo Aragón, con porcentajes muy bajos de portadores de este grupo, apenas superiores al 35% en algunas de estas zonas. El resto de las comarcas aragonesas muestran promedios muy próximos, casi siempre entre 40-42%, tanto las situadas al norte como al sur de Aragón, con valores extremos en Violada-Monegros, algo superiores al 43%, y mínimos en Jalón Medio y Belchite, en este caso muy próximos al 39%. También en este caso Zaragoza capital (40,10%) confunde sus valores con los de Aragón (40,66%). Es sabido que en las poblaciones caucasoides aproximadamente el 80% de los individuos del grupo A son clasificados dentro del subgrupo Al (VALLs, 1980). Esto es válido para casi todas las comarcas de Aragón, en las cuales se cumple este porcentaje (81,04%) con excepción de las zonas de Borja-Tarazona, donde desciende y se sitúa próximo al 73%, y del Bajo Aragón, donde el porcentaje se eleva hasta rebasar el 87%. Ya hemos señalado que lo más significativo de la hematología aragonesa quizá sea la baja incidencia que tiene el grupo B (6,57%), con promedios en muchas comarcas que igualan o Índice
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se sitúan por debajo de los valores descritos para la población vasca, considerados como los más bajos de Europa. Así sucede en algunas poblaciones pirenaicas y prepirenaicas, especialmente en Cinco Villas (5,76%), Jacetania (5,07%), Sobrarbe-Ribagorza (3,34%) y La Litera-Bajo Cinca (4,04%), con valores muy próximos e incluso inferiores a los reseñados por GOTI (3,60%) para la población vasca más genuina. Del resto de las comarcas aragonesas, la mayoría mantiene porcentajes de B entre el 68%, incluyendo a las poblaciones del Sistema Ibérico y de su somontano, sólo alterados por los resultados aislados de Albarracín (4,41%) y del Maestrazgo en sierras sudorientales (10,67%), verdaderamente excepcionales y que sin duda reflejan el carácter endogámico de estas zonas. Los porcentajes de este grupo B obtenidos en Montalbán (9,76%) ampliarían a esta zona montañosa bajoaragonesa la peculiar distribución sanguínea de las sierras sudorientales. En la capital zaragozana el promedio del 6,66% descrito para el grupo B sigue siendo prácticamente similar al obtenido para el conjunto de Aragón. El grupo sanguíneo AB es el de menor incidencia en Aragón. Su distribución comarcal es bastante uniforme, con porcentajes que difieren muy poco de la media aragonesa (2,37%), sólo alterados circunstancialmente en el Campo de Cariñena y en el área de Teruel, con valores superiores al 4%. Dentro de esta uniformidad, nosotros creemos observar una distribución contraria a la señalada para el grupo 0, con promedios que en este caso van disminuyendo progresivamente conforme nos desplazamos desde el sur hacia el norte, con promedios en Cinco Villas, Sobrarbe y Ribagorza similares a los propuestos por GOTI (1,2%) para los vascos. Los habitantes del área urbana de Zaragoza muestran porcentajes de AB de 1,78%, más de medio punto en este caso por debajo del promedio aragonés. Ya hemos hecho referencia a la distribución de los subgrupos Al y A2 en esta investigación. Respecto al grupo AB, el predominio se decanta a favor de Al B, presente en el 0,93% de los portadores del fenotipo AB. Los resultados comarcales carecen de significación. Los resultados que presentamos difieren de manera muy significativa de los aportados para Aragón por HOYOS (1947), CARRIÓN y HERNÁNDEZ (1946). Están mucho más próximos, por el contrario, con los propuestos para esta población por PIE (1964), SERENA (1980) y NIETO (1983, 1989). Los primeros señalan un predominio del grupo sanguíneo A en la provincia de Huesca, con valores que alcanzan el 50%, notoriamente superiores a los del grupo O (entre 38 y 41%). En la de Zaragoza la primacía corresponde de nuevo al grupo A, al menos en las observaciones de CARRIÓN y HERNÁNDEZ (49,96%). Las estadísticas de HOYOS, muy parejas para ambos grupos, invierten las posiciones (46,14% para el grupo O y 44,26% para el A). En la provincia de Teruel tanto Hoyos como CARRIÓN observan predominio de individuos del grupo 0 (44,84% y 46,10% respectivamente) sobre los del grupo A (44,39% y 41,91%). Los resultados de estos autores reflejan, como puede comprobarse, un gradiente geográfico de distribución del grupo O inverso al propuesto por nosotros. Por el contrario los totales aragoneses de los grupos O y A propuestos por PIE JORDA (49,64% para el 0; 49,29% para el A) y por NIETO (47,57% y 43,22%) están muy próximos a los nuestros. Índice
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Para el grupo B, los trabajos de Hoyos proponen porcentajes de 7,18% para Zaragoza y bastante más altos para Huesca (8,65%) y Teruel (8,63%). Los valores de CARRIÓN y HERNÁNDEZ, muy dispares para este grupo (3% en Huesca, 7,69% en Zaragoza, 10,17% en Teruel), podrían explicarse a la vista de nuestros resultados comarcales por una procedencia demasiado selectiva de la muestra. Por su parte, los porcentajes para el total aragonés de este grupo B, propuestos por PIE JORDA (6,47%) y NIETO (6,61%), encajan muy bien entre los nuestros (6,57%). Menos acuerdo existe al establecer los porcentajes aragoneses del grupo AB. Los valores propuestos por NIETO para la totalidad de la población (2,59%), así como los de Hoyos para sus series provinciales de Huesca, Zaragoza y Teruel (2,66%, 2,42% y 2,12%, respectivamente), son plenamente concordantes con los nuestros. Más discutibles nos parecen, en este caso, las cifras dadas por PIE (3,60%) y en especial por CARRIÓN (2,52% en Zaragoza, 1,79% en Teruel), en cuyas estadísticas del grupo AB los portadores oscenses no alcanzan representación. Más difícil de comparar resulta la distribución comarcal del sistema ABO propuesto por nosotros. En las comarcas oscenses los valores aportados por SERENA indican predominio del grupo A sobre los restantes en Monegros y Sobrarbe. En las otras comunidades altoaragonesas la distribución sanguínea concuerda con la nuestra. Hay que hacer constar que en este trabajo SERENA ya llama la atención sobre los bajos porcentajes de los grupos B y AB en la población oscense, muy por debajo de las medias asignadas hasta entonces. Más cercanas todavía se encuentran las señaladas por NIETO. En este caso, las diferencias más notables con nuestro modelo se centran en el predominio del grupo A en VioladaMonegros, Bajo Aragón y Belchite. Sin embargo, este investigador ya incide en los elevados porcentajes del grupo O en Cinco Villas y del grupo B en el Sistema Ibérico turolense, incluyendo al Maestrazgo. También acierta al señalar los escasos porcentajes del grupo AB de todas las comarcas aragonesas. Respecto a las frecuencias génicas, nuestros valores de "p" (24,54%), "q" (4,59%) y "r" (70,87%) coinciden plenamente con los señalados por PIE JORDA para estudiantes aragoneses, distanciándose algo más de los calculados por FUSTE y PONS a partir de las estadísticas de Hoyos, CARRIÓN y HERNÁNDEZ. De acuerdo con estos últimos resultados, los valores de "p" descienden al desplazarnos desde el norte hacia el sur, con porcentajes para Hoyos de 30,9% para Huesca, 27,1% para Zaragoza, y 26,6% para Teruel. Los datos calculados a partir de los promedios de CARRIÓN y HERNÁNDEZ todavía amplían más estas diferencias provinciales (33,7%, 31,1% y 25,0% respectivamente). En cuanto a los valores de "q", si exceptuamos el promedio adjudicado por CARRIÓN a los oscenses (1,5%), sin duda circunstancial, los restantes muestran una gran uniformidad, situándose entre 5,2-6,2%, lo que reafirma nuestra observación de que en Aragón los valores de "r" (entre 63,5-68,0%) aumentan o disminuyen en dependencia indirecta de los valores de "p". En cuanto a la distribución aragonesa de estos genotipos, hemos de destacar la homogeneidad con que se reparten en todas las comarcas. Lo más destacado, a nuestro juicio, son los bajos porcentajes de "p" en Cinco Villas (20,21%), muy próximos a los vascos y navarros calculados por PIE (21,11%). Para el resto de genotipos sobresalen los elevados porcentajes de "q" comprobados en las sierras sudorientales (7,18%) y de "r" en Cinco Villas (76,16%), también en este caso muy próximos a los de la población navarra (75,96%).
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Sistema Rh La distribución del sistema Rh resulta también muy interesante en la actual antropología aragonesa, debido al elevado número de individuos Rh negativos que encontramos (20,49%), lo que a juzgar por las afirmaciones de NIETO parece ser una característica de todas las poblaciones del valle del Ebro. En este caso, nuestros resultados de Rh negativo difieren notoriamente de los aportados por PIE JORDA (13,5%) para universitarios de origen aragonés. Ya SERENA, BUÑUEL y NIETO, en sus trabajos, hicieron notar la notable incidencia de Rh negativo en algunas comarcas aragonesas. Nuestra investigación confirma esta peculiaridad, sobre todo en el cuarto noroccidental del territorio, con valores máximos en Jacetania (22,31%), Violada-Monegros (23,69%), áreas del Moncayo (22,83%), Calatayud (22,50%) y Jalón medio (22,93%), porcentajes que deben situarse entre los más elevados de España, pero que quedan todavía alejados de los observados por ELÓSEGUI entre los moradores de los caseríos vascos. En el resto de las comarcas aragonesas los porcentajes de Rh negativo se mantienen elevados, casi siempre con valores superiores a la media española (entre 18,50-21,50). Sólo circunstancialmente hemos obtenido porcentajes inferiores en grupos de la Ribera, Ribagorza y Montalbán. En Zaragoza capital, el número de individuos Rh (-) puede asimilarse al de Aragón. Comparados estos resultados con los obtenidos previamente por SERENA, SUÑUEL y NIETO, puede observarse una buena correspondencia. Las diferencias estriban en el aumento de portadores Rh (-) observados por estos últimos en las zonas de Sobrarbe-Ribagorza, próximas a las de Jacetania-Serrablo, así como la notoria disminución de estos porcentajes, recogida por NIETO, en las comarcas de Cariñena-Belchite, bastante inferiores a la media nacional de este carácter. Los bajos resultados obtenidos por éste en la Ribera (17,79%) parecen confirmarse en nuestro modelo. Asociaciones sanguíneas Las combinaciones más frecuentes en Aragón corresponden a las asociaciones entre Rh positivo y grupo 0 (39,30) y A (32,59%). Las menos habituales se dan entre Rh negativo y grupos B (1,31°/0) y AB (0,74%). No conocemos modelos españoles que permitan establecer comparaciones. También en este caso la distribución comarcal de estas asociaciones permite reconocer algunas peculiaridades de interés antropológico. Así, en las comarcas pirenaicas aumenta la preponderancia de la agrupación Rh positivo-grupo O hasta alcanzar valores superiores al 42% sobre todo en Sobrarbe-Ribagorza (43,19%). En el Prepirineo, se mantienen valores elevados de esta combinación, proximos al 40%, tanto en el somontano de Huesca-Barbastro como en las riberas de La Litera y el Bajo Cinca. Sorprenden, en cambio, los elevados porcentajes que esta frecuencia Rh positivo-grupo O alcanza en las Cinco Villas (46,73%), a costa sin duda, en este caso, de un notable descenso de la asociación Rh positivo-grupo A. También destaca el descenso de la combinación Rh positivo-grupo O en VioladaMonegros (35,26%), todavía predominante entre sus gentes, aunque con una incidencia ya muy próxima a la de la asociacion Rh positivo-grupo A (34,29%). En este caso, la explicación habría que buscarla en el discreto aumento de esta última agrupación (Rh-grupo A) y desde luego en la elevada frecuencia de individuos Rh negativos entre la población monegrina. Índice
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Las gentes de la Ribera, Ebro Bajo y Bajo Aragón mantienen combinaciones elevadas de Rh positivo-grupo 0, muy próximas o superiores al 40% (entre 39,40-42,46%). Lo mismo sucede en las de Zaragoza capital (39,64%). En cambio, al sur del Ebro, en las tierras del Sistema Ibérico y en sus somontanos se observa un notable descenso de esta combinación (entre 35,44-37,36%) dominante. Sólo en las sierras de Albarracín, con la peculiar antropología de su escasa población autóctona, se rompen estos predominios (43,14%). Este descenso de las frecuencias Rh positivo-grupo O en el Aragón meridional no parece condicionado por la combinación Rh positivo-grupo A, con porcentajes muy parecidos en este territorio a los de las restantes comarcas aragonesas. En cambio, al observar las tablas de contingencia llama mucho la atención el aumento de la incidencia Rh negativo-grupo O en todo el somontano Ibérico (12,87%) y en algunas comarcas del Sistema Ibérico, con máximos aragoneses en el área de Calatayud y La Almunia-Épila (Jalón Medio) que pueden alcanzar a más del 14% de esta población (12,50-14,67%). A excepción de Albarracín (6,88%), las restantes comarcas turolenses del Sistema Ibérico muestran incidencias de Rh negativo-grupo O próximas al 10% y similares a las del resto de Aragón. Ya hemos señalado, en su momento, la escasa incidencia que los grupos sanguíneos B y AB tienen en Aragón, por lo que no extraña que las combinaciones en que participan sean las de mayor rareza entre los aragoneses. Así la agrupación Rh negativo-grupo B sólo alcanza regularmente valores superiores a 1% al sur del Ebro (entre 1,40-1,70%), además de en los Monegros, donde llega al 2,50%. También son de destacar los resultados parciales de la comarca Jalón Medio, con 2,44%. En cuanto a la combinación Rh negativo-grupo AB, sólo, se alcanzan valores superiores a 0,5% en el Pirineo, Prepirineo (0,50-0,63%) y en algunas comarcas del Sistema Ibérico (0,65%), especialmente en Calatayud, Maestrazgo y área de Teruel, observándose en esta última porcentajes incluso superiores a 1 (1,24%), los más elevados de nuestro estudio, próximos sin embargo a los resultados parciales de Litera-Bajo Cinca (1,12%). Destaquemos que, en nuestro estudio, la incidencia de la asociacion Rh negativo-grupo B es siempre superior a la observada para Rh negativo-grupo AB a excepción de Cinco Villas y Litera-Bajo Cinca, con porcentajes para ambas combinaciones sanguíneas de 0,38-0,76% y de 0,67-1,12% respectivamente. Igualmente, la frecuencia de Rh negativo-grupo B es inferior a la de Rh positivo-AB, excepto en Violada-Monegros (2,50-1,54% respectivamente). Señalemos por último la ausencia de combinaciones Rh negativo-grupo AB en las comarcas zaragozanas de Borja-Tarazona, Jalón Medio y en las turolenses de Montalbán y Albarracín. El escaso número de individuos que determinan estos porcentajes obliga a ser muy prudente en la generalización de estos resultados. Hasta ahora, los trabajos publicados sobre hematología aragonesa no han profundizado en el establecimiento de niveles más complejos del sistema Rh. Nuestros resultados indican que la combinación preferente en Aragón es DCe/dce (R1r de WIENNER), presente en el 42,52% de la población y dominante en todas las comarcas estudiadas. Otras combinaciones frecuentes son DCe/DCe o R1R1 de WIENNER (19,40%) y dce/dce o rr de WIENNER (20,60%). El resto (DCe/DcE, DcE/dce, Dce/dce, DCe/DCe, DcE/DcE, DCe/Dce, DCE/DcEE, DCE/DCe, DcE/DCe) sólo están presentes, según nuestros datos, en algo más del 16%, con porcentajes en algunos casos testimoniales (DCe/Dce, 0,01%; DCE/DCe, 0,17%; DCE/DcE, 0,05%).
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La distribución comarcal de este carácter muestra algunas peculiaridades. La combinación predominante (DCe/dce) registra su máxima frecuencia entre los habitantes del Sistema Ibérico (48,70%), con mínimos en Ribera (40,28%) y Bajo Aragón (38,82%). En el resto de las comarcas aragonesas los porcentajes son extremadamente homogéneos, con variaciones entre ellas que apenas alcanzan el medio punto (entre 43,11 y 43,64%). La combinación DCe/DCe también resulta muy uniforme, con porcentajes máximos en los Pirineos (22,57%) y mínimos en el área urbana de Zaragoza (16,31%) y el somontano Ibérico (11,89%), en estos últimos probablemente compensando el elevado número de combinaciones DCe/dce. En cuanto a dce/dce, su distribución coincide, en la práctica, con la del fenotipo Rh-. En cuanto a los genotipos que caracterizan a este sistema de complejidad, según nuestros datos, en la población aragonesa sólo tienen representatividad los tipos CDe (42,60%), cDE (8,25%), cDe (1,10%) y cde (48,04%). Como se observa en los mapas de distribución, el primero de estos genotipos (CDe) aparece mayoritariamente al norte del Ebro, con porcentajes máximos en Pirineo (45,78%), Prepirineo (45,32%) y Ribera-Ebro bajo (44,11%) y mínimos en Bajo Aragón (41,74%), Sistema Ibérico (41,23%) y Zaragoza capital (41,88%). El genotipo cDE presenta también una distribución muy característica, con porcentajes máximos en la franja central de Aragón, especialmente en la Ribera (9,49%), Bajo Aragón (10,54%) y somontano Ibérico (9,36%), y mínimos en las tierras periféricas del Pirineo (6,35%) y Sistema Ibérico (3,38%). Los habitantes de Zaragoza capital, con un 11,47%, alcanzan los porcentajes más altos de este genotipo. Las frecuencias de cDe, muy bajas en todas las comarcas aragonesas (entre 0,481,48%), agrupan sus máximos porcentajes al norte del Ebro y sobre todo entre los habitantes del Bajo Aragón. De nuevo, el Sistema Ibérico turolense es el que presenta los porcentajes más bajos. Los residentes en Zaragoza capital, con porcentajes de cDe de 1,61%, se convierten en los máximos representantes de este genotipo. Igual que sucede en otras comunidades caucasoides, el genotipo cde es el que cuenta con más representación entre la población aragonesa. Al contrario de lo que ocurre con los restantes genotipos estudiados, los máximos porcentajes de cde se observan en el área supracomarcal del Sistema Ibérico (54,91), muy superiores a los del resto de las comarcas aragonesas, en las que, además, la distribución apenas presenta diferencias (entre 45,0-46,64%).
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GRUPOS SANGUÍNEOS EN LA EDAD MEDIA
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El sueño de muchos investigadores de poder conocer los grupos sanguíneos de poblaciones antiguas parece conseguido. Desde las experiencias iniciales de autores como BOYD (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7) y CANDELA (8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15), que ya pertenecen a la historia, el recorrido ha sido largo y probablemente queda pendiente un largo trecho. Durante todo este tiempo, algunos autores han puesto en entredicho las diversas técnicas de determinación de los grupos sanguíneos (16, 17), que a la vez han sido defendidas por muchos otros (18, 19). Se debe a la escuela italiana de Pisa el desarrollo y el perfeccionamiento de las técnicas que actualmente son aceptadas por la gran mayoría de autores. La escuela de Pisa y en especial la doctora Silvana Maria BORGOGNINI son los máximos exponentes de la progresión en el tema (20, 21, 22, 23, 24, 25). En la actualidad, el reto queda planteado en aumentar aún más la sensibilidad y la especificidad de las técnicas. A la vez, la simplificación de la complejidad técnica. También, en lo posible, se intenta el ahorro de la máxima cantidad de material óseo antiguo en los estudios. Debe tenerse también presente que nuevas técnicas bioquímicas y de biología molecular abrirán en un futuro próximo nuevos campos y nuevos horizontes en los estudios de Historia y Antropología (26). La historia de la determinación de los grupos sanguíneos en restos óseos antiguos nos muestra determinados aspectos a considerar: desde un principio, los resultados mostraban alguBarcelona.
Actas de la I Reunión para el Estudio Antropológico de las Poblaciones del Pirineo (Huesca, 14-15 de diciembre de 1990), Instituto de Estudios Altoaragoneses, Huesca, 1992.
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nas discrepancias que no parecían a primera vista tener lógica, tal es el caso de la relativa elevada frecuencia de grupos AB (4, 6, 9). La respuesta de distintos autores fue pensar en una contaminación y, por tanto, intentaron mejorar las técnicas con maniobras de concentración y purificación de los extractos antigénicos responsables de los grupos sanguíneos ABO. Unos años más tarde, ocurrió exactamente lo mismo al grupo de investigadores de Pisa (27), siendo la respuesta análoga a la de los investigadores que les habían precedido en unos 35 años. Las técnicas sufrieron un nuevo proceso de acentuación de su complejidad para eliminar una supuesta contaminación. Como se expondrá posteriormente, los resultados obtenidos por muchos autores difícilmente pueden interpretarse como artefactos dado que la reproductibilidad de las técnicas queda fuera de duda. La explicación a un predominio aparentemente inexplicado de grupos AB no puede ser la contaminación de los antígenos. Según nuestra hipótesis de trabajo, el predominio de AB podría valorarse como consecuente a una marcada endogamia, que aumenta los homocigotos sin variar el equilibrio genético (28). En determinadas poblaciones estudiadas en los últimos años, se aprecia claramente un gran predominio del grupo AB, que llega a ser del 57.89% en judíos que vivieron en Jerusalén 100 años a. C. (29).
Técnica En el desarrollo de la nueva técnica de determinación del grupo sanguíneo ABO en restos óseos medievales, pueden considerarse las modificaciones realizadas en distintos niveles y pasos intermedios. También, las aportaciones de cada modificación en la consecución de una nueva técnica de aplicación más sencilla y más fiable. Los esfuerzos realizados en la puesta a punto de la técnica se han orientado de un modo distinto a los referidos hasta la actualidad. No se ha pretendido extraer mayor cantidad de antígeno responsable del grupo sanguíneo ABO. Tampoco se han orientado las modificaciones hacia la purificación de los antígenos, dado que no se nos ha presentado problema con los no diagnosticables. En muchas series, el 20-30% de huesos no son diagnosticables con las técnicas clásicas descritas (30). En nuestro caso, a partir de la técnica de CONNOLLY (31), y probablemente por la introducción de potenciadores de las reacciones de antígeno y anticuerpo, así como por el uso de anti H monoclonales, se ha alcanzado una máxima sensibilidad y especificidad (32). Se logra un máximo aprovechamiento de los antígenos extraídos sin necesidad de añadir complejidad a la técnica. Las maniobras de purificación y concentración hacen que una técnica sea más accesible a parasitaciones y, por tanto, puede obtenerse un resultado totalmente opuesto al objetivo inicial.
a) Extracción antigénica Como ya se ha comentado, la evolución de las técnicas de determinación de los grupos sanguíneos en restos antiguos viene marcada, entre otros aspectos, por un esfuerzo en mejorar la extracción de los carbohidratos, glucolípidos y glucoproteínas responsables de la determinación de los grupos sanguíneos.
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FRANCISCO ROSELL, MERCEDES CATASÚS Y DOMINGO CAMPILLO: GRUPOS SANGUÍNEOS EN LA EDAD MEDIA
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En 1951, KITAGAWA usó etanol y la técnica de extracción fue mejorada por YEN unos años más tarde (33, 34). Más recientemente, MUKOYAMA, de la escuela japonesa, mejoró los resultados obtenidos usando extracción con cloroformo y metanol. KELLERMAN (35, 36) y fundamentalmente la escuela italiana liderada por BORGOGNINI (25) usaron EDTA para decalcificar y extraer antígenos libres de componentes inorgánicos con posibles componentes inhibitorios. La escuela de Budapest representada por LENGYEL usó también la extracción de EDTA como paso previo a una técnica de inmunofluorescencia. Con todas estas variaciones no fue posible bajar del 20% de huesos no diagnosticables (29). En nuestro caso, se usó la extracción acuosa de antígeno mediante el uso del reactivo de Alsevers en el desarrollo de la primera parte de la técnica modificada de CONNOLLY (31). También se usó la extracción acuosa para el desarrollo de la segunda parte de la técnica de detección de sustancia H. Los resultados fueron buenos al superarse el problema de los posibles restos óseos no diagnosticables, lo que interpretamos como debido a las variables ya mencionadas de buena extracción antigénica y buena detección de los antígenos con anticuerpos monoclonales con alta sensibilidad y especificidad para los determinantes de grupo ABO humanos.
b) Filtración y concentración Constituye un apartado al que históricamente se le ha dado una gran importancia. La doble razón que lo justifica ya se ha comentado: por un lado, la aparición de determinados predominios de grupos, en especial del grupo AB (9, 29, 32), en el estudio de poblaciones antiguas. Estos predominios llevaron a pensar que existían interferencias y que la solución era filtrar repetidamente los antígenos para evitarlas. Por otro lado, el hecho de existir entre un 20 y un 30% de restos no diagnosticables se intentó mejorar a base de concentrar los extractos antigénicos responsables de los grupos sanguíneos ABO. Se pensaba que los antígenos extraídos eran escasos y que una buena manera de ponerlos en evidencia era concentrarlos. Fundamentalmente, las maniobras de filtración y de concentración se realizan o bien con la ayuda de una columna Sephadex G-25 o mediante un aparato tipo Amicon 52 usando una membrana UM2 (29, 37). Otros autores han usado la filtración con Sephadex G-75 y Sephadex G-200 (38). Es evidente que la posibilidad de determinar el grupo sanguíneo ABO en un resto óseo está relacionada con la posibilidad de obtención del antígeno responsable. Diversos autores han demostrado la correlación entre la posibilidad de diagnóstico de grupo sanguíneo ABO, y por tanto la presencia de los antígenos responsables, con la cantidad de Nitrógeno orgánico de la muestra estudiada. PAOLI (30) correlacionó el contenido de Nitrógeno orgánico con la intensidad de la reacción de inhibición de la hemaglutinación. BORGOGNINI (25-38) la correlacionó con la cantidad de Nitrógeno orgánico y también con los niveles de proteínas y de hidratos de carbono que presentaban las glucoproteínas responsables del grupo sanguíneo ABO. Se acepta que para poder determinar el grupo sanguíneo en un determinado resto óseo antiguo se precisa un 1-4% de Nitrógeno orgánico en el hueso estudiado (21).
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En nuestro estudio no se ha determinado la cantidad de Nitrógeno orgánico, tampoco el nivel de proteínas ni de carbohidratos dado que los niveles de antígeno con los que hemos trabajado han posibilitado la determinación del grupo ABO. El problema de los huesos no diagnosticables al que ya se ha hecho referencia ha sido explicado de distintas formas por diversos autores. KELLERMAN (35) ha sido el autor que más ha difundido la idea de que al menos un grupo importante de los restos óseos no diagnosticables se debería a la existencia de los individuos denominados no secretores. Los antígenos responsables de los grupos ABO no aparecen en las secreciones, principalmente saliva, y se hallan también escasamente representados en otros tejidos. Esta explicación parece estar bien aceptada por autores de gran prestigio como PAOLI (30). De acuerdo con nuestros resultados, la posibilidad de una baja representación antígena tisular de las glucoproteínas responsables de los grupos sanguíneos ABO en los individuos no secretores no constituye una dificultad insalvable para su determinación. Posiblemente, nuestra técnica es lo suficientemente sensible para la detección antígena de estos individuos. Otros autores que han usado anticuerpos monoclonales han tenido una experiencia análoga (32). Se han dado otras explicaciones para justificar la existencia de los huesos antiguos no diagnosticables. Una de las más citadas es la posible destrucción de los componentes bioquímicos que componen los antígenos del grupo ABO (24, 25). La doctora BORGOGNINI (24) demostró que la sustancia orgánica que aporta la antigenicidad desaparece con el tiempo, el ritmo de desaparición es máximo durante el primer siglo, posteriormente la disminución del Nitrógeno orgánico es más lenta, siendo posible el diagnóstico siempre que exista un mínimo de 1-4% de Nitrógeno orgánico (20). En nuestro caso, tal como se ha comentado no nos hemos encontrado con esta situación. La posibilidad de que existan determinadas sustancias con carácter inhibidor de la reacción de aglutinación, que pone de manifiesto un determinado grupo ABO, también ha sido completada por diversos autores (25-27). Constituye otra idea muy citada para explicar el problema de los restos óseos no diagnosticables. Ya se ha comentado que los esfuerzos para mejorar este aspecto se han dirigido a intentar mejorar las técnicas de filtración con resultados dudosos. Nuestra experiencia no apoya la existencia de sustancias inhibitorias significativas en los restos óseos estudiados. La posibilidad teórica de que un determinado resto óseo no sea diagnosticable por pertenecer al fenotipo Bombay probablemente no deba ser tenida en cuenta dada la rareza de esta situación, consistente en la posibilidad de heredar los genes A y B pero no el gen H. Por lo tanto, los tejidos de estos individuos no pertenecientes al grupo A, B o AB son análogos a los del grupo O pero sin que se demuestre la sustancia H.
c) Reacción antígeno y anticuerpo Estas reacciones se ponen en evidencia mediante la presencia o ausencia de una reacción de hemaglutinación. Se conoce por sensibilización el proceso mediante el cual el anticuerpo se une al antígeno en la superficie del hematíe, la aglutinación se produce cuando el anticuerpo fijado se une a los hematíes adyacentes formando grumos (39).
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La superficie del hematíe tiene una carga eléctrica negativa debido a las moléculas de ácido siálico de las membranas. Cuando los hematíes están en suspensión en soluciones que contienen iones libres, los cationes cargados positivamente son atraídos por las cargas negativas de la superficie del hematíe, de modo que se forma una nube alrededor de los hematíes que por estar constituida por cargas eléctricas del mismo signo creará una repulsión entre aquéllos que se conoce como potencial Z (39). El potencial Z puede alterarse al variar las cargas eléctricas de los hematíes o por la variación de la concentración de cationes libres en el medio de suspensión. Los cambios indicados pueden hacer variar la sensibilización y por tanto la aglutinación de los hematíes, que en definitiva es el marcador de la existencia de una reacción de antígeno y anticuerpo. En nuestro caso, la mayor dificultad encontrada en la lectura de las reacciones de los antígenos y anticuerpos surgió en la primera fase de la técnica modificada a partir de CONNOLLY (31). En ella tropezamos con la aparición de hemólisis, que impedía la lectura correcta. Para evitar dicha hemólisis, la técnica sufrió variaciones en cuanto al pH, temperatura, concentración relativa de antígeno y anticuerpo, así como en el potencial iónico del medio. Todas estas modificaciones influyen decisivamente en la sensibilización de los hematíes y en las reacciones de aglutinación (39). En el desarrollo de la técnica hemos introducido un paso muy importante que incide en la facilitación de la reacciones de antígeno y anticuerpo. Se trata del uso de Enlisst II (Low lonic Strenght Solution), que facilita estas reacciones (40, 51). La modificación se fundamenta en el uso de un medio con bajo poder iónico para la suspensión de los hematíes. Todo ello nos aporta diversas ventajas a la hora de valorar las reacciones de los antígenos con sus respectivos anticuerpos, que se ponen de manifiesto mediante una reacción de aglutinación. En primer lugar las soluciones de bajo poder iónico (LISS) facilitan la detección de anticuerpos; por ejemplo, se ha demostrado su utilidad en la evaluación de los títulos de anticuerpos ante los antígenos eritrocitarios A, c, D, e, E, M, K, Le, Fy, Jk (42). El aumento de sensibilidad se ha comprobado por diversos autores (46) y los resultados son superiores a los obtenidos con solución de albúmina (45). Se ha calculado la potenciación de la reacción de antígeno y anticuerpo entre dos y cuatro veces como mínimo (40). También se ha demostrado una importante reducción del período de incubación necesario para apreciar las reacciones de los antígenos y sus anticuerpos (44). GARRATTY estudió 30 anticuerpos distintos de bajo poder de los que sólo pudo detectar un 80% sin el uso de soluciones LISS, tras una incubación de 30 minutos. Con el uso de soluciones LISS y 10 minutos de incubación detectó el 100% de los anticuerpos (47). No se han apreciado reacciones inespecíficas significativas (44, 47). Nuestra técnica ofrece un equilibrio entre la inhibición de la hemólisis y la facilitación de las reacciones de aglutinación de los hematíes. Esto permite una buena lectura en la determinación de los antígenos responsables de los grupos sanguíneos ABO. Este equilibrio se ha logrado mediante la modificación idónea de las condiciones de pH, eléctricas, temperatura y proporción de antígeno y anticuerpo en el medio.
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84 d) Detección de las reacciones de aglutinación
Históricamente la detección de las reacciones de aglutinación se ha realizado mediante lectura macroscópica. También mediante lectura microscópica especialmente desde el micrométodo propuesto por CONNOLLY (31). La escuela italiana intentó mejorar los resultados de lectura añadiendo una técnica colorimétrica para cuantificar el grado de hemaglutinación (25, 37, 38, 52). En nuestra técnica, la valoración microscópica ha sido la base de la lectura de las reacciones de aglutinación. A partir de la técnica de CONNOLLY (31) difícilmente se puede aplicar una fase colorimétrica por tratarse de un micrométodo. La lectura de los resultados no ofrece complicaciones por lo que creemos que los esfuerzos dirigidos en mejorar la técnica en este sentido no son rentables. En la segunda parte de la determinación del grupo sanguíneo ABO se confirma la presencia de antígenos H mediante inhibición de la hemaglutinación con anti H monoclonal. La lectura macroscópica comparativa de la serie de tubos no ofrece dificultades y es la base de la lectura que también se realiza microscópicamente. Hemos considerado también que una colorimetría ayudaría poco a mejorar la técnica. El principal problema que hemos encontrado en la detección de las reacciones de aglutinación ha sido el mismo que se planteaba en la evaluación de la reacción de antígeno y anticuerpo. Se trata de la posibilidad de hemólisis que impide una lectura posterior. En el apartado anterior, ya se ha comentado el equilibrio necesario para inhibir la hemólisis y poder valorar correctamente las reacciones de aglutinación que son la base de la lectura de los resultados (53-56).
e) Confirmación de los grupos A, B, AB. Diagnóstico del antígeno H (Grupo O). Inhibición de la hemaglutinación Una vez determinados los antígenos Ay B a partir de la técnica ya descrita, modificada a partir del micrométodo de CONNOLLY (31), debe confirmarse la presencia de antígenos A y B mediante inhibición de la hemaglutinación. Podría suponerse que los restos óseos que no corresponden al grupo A o B pertenecen al grupo O. Con esta suposición podrían confundirse huesos no diagnosticables con huesos pertenecientes al grupo O. Ya se ha referido que los huesos no diagnosticables representan para diversos autores un 20-30% del total de huesos estudiados (24, 25, 30, 32). Resulta necesario no sólo diagnosticar el grupo O mediante la ausencia de los antígenos A y B sino mediante la detección de la presencia de antígeno H. Para la determinación de antígeno H se partió de la técnica de inhibición de la hemaglutinación descrita por HART (57) y por BORGOGNINI (23). Se usó anti H de carácter lectínico (58) procedente de Ulex europaeus comercializado por Gamma Biologicals Inc. (Houston) y también anti H monoclonal de origen murino. Las diluciones óptimas de los hematíes O usados fueron del 2%, siendo las reacciones de aglutinación más evidentes con el uso de anti H monoclonal. Los resultados positivos mostraban una diferencia con el control no inferior a 4 tubos. Índice
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En todos los restos estudiados, la ausencia de detección de antígenos A y B se acompañó de la detección de antígeno H y por tanto del diagnóstico del grupo O. Esta diferencia respecto a otros autores creemos que puede ser explicada por tres razones: 1) El uso de una técnica de micrométodo inspirada en la técnica de CONNOLLY (31). La mayoría de los estudios se han realizado mediante una técnica de inhibición de la hemaglutinación, que es una técnica específica pero menos sensible, al menos con las variaciones descritas hasta la actualidad. 2) El uso de un potenciador de las reacciones antígeno y anticuerpo que ha favorecido notablemente las reacciones de aglutinación, que en definitiva son las que marcan la existencia de los antígenos del grupo ABO. 3) El uso de anti H monoclonal en la segunda fase de la técnica, que confiere una alta especificidad y sensibilidad. Las explicaciones que se han venido dando para justificar el 20-30% de huesos no diagnosticables (24, 25, 30, 32) a la vista de nuestros resultados probablemente pueden ser matizadas en el sentido de que los restos óseos de individuos supuestamente no secretores tienen restos antigénicos suficientes para ser diagnosticados. La degradación antigénica de las glucoproteínas responsables del grupo sanguíneo ABO impide al menos en los restos óseos estudiados por nosotros la determinación de dicho grupo a partir de los antígenos residuales. La presencia de posibles sustancias inhibitorias para la demostración del grupo ABO no ha tenido ninguna relevancia en nuestro estudio. La posibilidad de que determinados grupos sanguíneos en huesos antiguos puedan ser artefactados por antígenos bacterianos que den reacciones inespecíficas ha sido citada en la literatura (21, 59). Tal como se han expresado diversos autores (60, 61), esta posibilidad es muy remota dado que nunca se han demostrado cultivos positivos a gérmenes que pudieran dar estas falsas reacciones. En nuestro caso, el uso de anticuerpos monoclonales confiere una especificidad para la detección de antígenos H humanos. Nuestros resultados apoyarían la hipótesis de la escasa o nula significación de los antígenos bacterianos en la aparición de falsas reacciones de aglutinación en la determinación de los grupos ABO.
Los controles Los controles directos realizados mediante repeticiones seriadas y ciegas mostraron una elevada concordancia del orden del 77.27%. Esta cifra es similar a la referida por los grupos más prestigiosos en el tema (62, 63, 64, 67). Dentro de los controles directos podríamos incluir la comparación de las dos fases de la técnica (68, 69) con coincidencia total de huesos que no pertenecen al grupo A y tampoco al B con la existencia del antígeno H. Esta coincidencia en los huesos estudiados prácticamente asimila el grupo O a la no determinación de antígenos A y B en la primera fase de la técnica. Estos datos contrastan con lo referido en la literatura y una vez más minimizan el papel de los denominados huesos no diagnosticables en el presente estudio. Dentro de los controles indirectos, el uso de huesos del grupo ya conocido como control y el equilibrio genético (70) mostraron también unos resultados muy satisfactorios.
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86 Necesidades de material óseo
No cabe duda que un aspecto importante a ser valorado es la cantidad de material óseo necesario para poder realizar los estudios de la determinación de los grupos sanguíneos (71). La técnica de inhibición de la hemaglutinación es probablemente la más usada en la investigación de los grupos sanguíneos de restos óseos antiguos. Al precisarse una importante batería de tubos para la evaluación de cada grupo sanguíneo, y dado que en cada tubo debe colocarse una determinada cantidad de hueso, las necesidades de material son importantes. Nuestra técnica está basada en el micrométodo de CONNOLLY (31), que precisa pequeñas cantidades de material óseo, en concreto, sólo se precisa 1 gr de polvo óseo. En la segunda fase de la técnica, se determina mediante inhibición de la hemaglutinación la existencia del antígeno H, se precisan 450 mgr por cada batería de detección del antígeno H y una cantidad idéntica para la batería control. En conjunto, las necesidades de material son muy inferiores a las de otros métodos, lo que a nuestro juicio constituye una evidente ventaja. En resumen, con una cantidad de polvo óseo de 1.900 mgr puede evidenciarse la presencia de los antígenos A, B, H responsables de los grupos sanguíneos, por lo que el material arqueológico que se destina para estos estudios es mínimo.
Análisis de los resultados En todos los yacimientos estudiados aparece un franco predominio del grupo O, en los restos óseos analizados. En todos los casos, tal como ya se ha referido, el diagnóstico de grupo O se ha realizado mediante la ausencia de antígenos A y B, además de la detección del antígeno H. De los 149 restos óseos estudiados, 130 son pertenecientes al grupo O lo que representa un 87.24%. No podemos descartar un problema de muestrario; no obstante, nos parece poco probable dada la magnitud de los restos analizados. Creemos que a pesar de todo debe tenerse en cuenta que la mayoría de los yacimientos son de la provincia de Barcelona y además situados en zonas no litorales, lo que en teoría podría constituir un sesgo de la muestra. Se han utilizado dichos yacimientos en función de la accesibilidad que hemos tenido al estudio de sus restos óseos. En estudios realizados en yacimientos de la meseta de la Edad del Bronce se aprecia también un predominio franco del grupo sanguíneo 0 (72). Este predominio no aparece en restos del siglo I estudiados en Italia (73), donde se ha descrito un predominio del grupo A. Las diferencias en los resultados de los grupos sanguíneos de los yacimientos analizados no son significativas pero podrían tener interés algunas consideraciones sobre determinadas necrópolis. El gran predominio del grupo sanguíneo O en los yacimientos con escasos individuos se confirma en yacimientos con un número considerable de individuos. Así, Santa Maria del Rubió y Sant Martí de Lleida constituyen un buen ejemplo del gran predominio del grupo O en yacimientos notablemente distanciados. En el caso de Santa Maria del Rubió, los 16 restos analizados pertenecen al grupo O, y en el caso de Sant Martí de Lleida, de los 19 huesos, 18 corresponden al grupo sanguíneo O.
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El notable predominio del grupo O encontrado asimila la población analizada a la población iberovasca estudiada por MOURANT (28). Muchos autores consideran la población vasca como un vestigio de la primera población paleolítica europea. Se cree que la población que vivía en Europa en el Paleolítico era una población perteneciente al grupo O y en el Neolítico las poblaciones provenientes del Mediterráneo aportaron genes A y las de origen indoasiático genes B. Por ello creemos que el gran predominio del grupo O en nuestra población medieval sugeriría un comportamiento diferenciado de la población europea, al menos en la zona no litoral. La población analizada en nuestro estudio tendría un comportamiento muy parecido al de la población vasca, que por razones probablemente de carácter geográfico, lingüístico y cultural permaneció aislada. Se sabe que el idioma vasco junto al de los lapones son los dos únicos idiomas europeos cuyo origen no puede considerarse europeo. Cabe la posibilidad de que el origen inmediato de la población analizada deba encontrarse en repoblaciones a partir de núcleos cerrados pirenaicos de raíz vasca, que pudieron evolucionar a posteriori lingüística y culturalmente de un modo distinto. Resulta sorprendente la representación del grupo sanguíneo AB, que aparece con más frecuencia de la que en principio podría esperarse. Por ejemplo, en el yacimiento de Sant Llorens prop de Baga, del que se han analizado 22 restos óseos, además del ya mencionado predominio del grupo O aparece el grupo AB en segundo lugar. En el yacimiento de Santa Margarida de Martorell, la notoria frecuencia del grupo AB es aún más marcada. En el yacimiento de Sant Miguel de Cardona de nuevo aparece esta tendencia. En una evaluación global de todos los restos óseos estudiados, el grupo AB ocupa el segundo lugar en orden de frecuencia con el 7.38% del total que contrasta con el 3.35% que corresponde al grupo A y con el 2.01% del grupo sanguíneo B. La elevada frecuencia del grupo AB respecto a la de los otros grupos en poblaciones antiguas constituye un viejo tema con el que se han encontrado desde siempre muchos investigadores. Desde los estudios iniciales de BOYD (6), hasta los más recientes de la doctora BORGOGNINI (27), el predominio inexplicado del grupo AB es una constante en las publicaciones sobre el tema. Creemos que una posible explicación del problema podría basarse en una elevada endogamia de estas poblaciones. El marcado predominio del grupo sanguíneo O en los habitantes de la Edad Media catalana constituye un marco extraordinario para evaluar movimientos de población a partir de la llegada de grupos sanguíneos A y B procedentes del exterior. La descripción original de MOURANT (74), en la que se evidenciaba la llegada de antígenos del grupo A a través del Mediterráneo así como de antígenos B a partir de los Pirineos con procedencia indoeuropea, tuvo su influencia en la población a partir de la Edad Media. El análisis de los grupos sanguíneos en la actualidad según las distintas provincias aún muestra diferencias con significación estadística. El grupo O es más frecuente en Lleida, lo que podría explicarse por un mayor aislamiento interior. El grupo A es más frecuente en Girona, lo que sugeriría una mayor accesibilidad de los antígenos del grupo sanguíneo A a través del Mediterráneo.
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Historia y determinación del grupo sanguíneo ABO Creemos que la determinación de los grupos sanguíneos constituye una potencial ayuda para el historiador, que puede completar los datos obtenidos mediante otras técnicas. En un futuro cercano, el desarrollo y la aplicación de técnicas modernas de Inmunología, Bioquímica y Genética pueden sumarse a estas nuevas aportaciones. Resulta evidente que la evolución del idioma de origen indoeuropeo en su progresión desde Asia a Europa (75) ha seguido una progresión idéntica a la del grupo sanguíneo B. Constituye un ejemplo de la utilidad complementaria de distintas técnicas en la evaluación de un determinado fenómeno. El análisis de la toponimia y de la onomástica, en muchas ocasiones y de un modo complementario con el idioma, constituye un excelente marcador de los movimientos de población, que evidentemente quedan también reflejados en el análisis de los grupos sanguíneos. No hace falta resaltar la toponimia vasca en el Pirineo de Catalunya. Esto concuerda con la hipótesis de una población de origen iberovasco y por tanto con un grupo sanguíneo fundamentalmente O, que se encontraba en núcleos aislados en el Pirineo, a partir de los que tuvo lugar la repoblación de otros territorios catalanes. En determinadas ocasiones, la determinación del grupo sanguíneo ABO puede resultar útil en el análisis de parentescos. Un ejemplo lo constituye el yacimiento de Santa Margarida de Martorell, en el que apareció una agrupación de tumbas muy peculiar (76) que hacía presagiar un núcleo familiar. Curiosamente, el grupo sanguíneo de los restos óseos de dicha agrupación fue el AB, lo que sugiere fuertemente que se trataba de un núcleo familiar dentro de una comunidad fundamentalmente homocigótica, probablemente de una marcada endogamia. En ocasiones, los estudios hacen sospechar acerca de una notable reutilización de tumbas, que puede dificultar la catalogación de determinados restos arqueológicos. Un ejemplo puede verse en el yacimiento de San Vicenc de Malla, donde pudimos demostrar la existencia del grupo sanguíneo A en el análisis de restos óseos de tumbas con una elevada sospecha de reutilización. Podría establecerse la hipótesis de que los huesos con grupo A pertenecían a una época posterior al resto, en los que el grupo O era el predominante.
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Índice
MARCADORES GENÉTICOS MOLECULARES EN LA POBLACIÓN ARAGONESA
Begoña Martínez-Jarreta*
Introducción En la Península Ibérica conviven grupos poblacionales muy distintos, cada uno con tradiciones y cultura propias claramente identificables, que son producto de las influencias históricas que como tal grupo ha experimentado. Estas diferencias se reflejan a veces en rasgos genéticos particulares, por lo que resulta muy interesante conocer cómo ciertos caracteres se distribuyen entre las distintas poblaciones de nuestro país. Esta circunstancia ha determinado que en los últimos años hayan sido muchos los investigadores dedicados al estudio de las peculiaridades genéticas de las distintas comunidades que componen la población española (1-10). Las perspectivas desde las que estos estudios genético-poblacionales se han abordado son, sin embargo, muy variadas y muchas veces transcienden lo meramente antropológico para situarse en el terreno de las Ciencias Médicas, esto es dentro de la Genética Médica y de la Medicina Legal. No obstante, los métodos de los que se sirven todas estas ciencias para llevar a cabo estudios genético-poblacionales suelen ser coincidentes y tan sólo varía la aplicación que cada una da a la información que de ellos se deriva. Los progresos de la Inmunología y de la Genética permiten actualmente individualizar al ser humano por un número de caracteres que le son propios y que se pueden poner de mani-
Universidad de Zaragoza.
Actas de la I Reunión para el Estudio Antropológico de las Poblaciones del Pirineo (Huesca, 14-15 de diciembre de 1990), Instituto de Estudios Altoaragoneses, Huesca, 1992.
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ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO
fiesto con gran precisión y especificidad. Nos referimos a marcadores genéticos que se pueden seguir a través de varias generaciones cumpliendo las leyes de transmisión de Mendel y que son los que se utilizan habitualmente cuando se trata de caracterizar una población desde el punto de vista genético. Desde el descubrimiento del grupo ABO por Karl LANDSTEINER en 1900, un gran número de estos marcadores genético-moleculares han sido descritos, entre los que los grupos sanguíneos ocupan un lugar muy destacado (11). El hallazgo de sistemas polimórficos de proteínas séricas y enzimas eritrocitarios y leucocitarios hizo que el concepto de grupo sanguíneo adquiriera una nueva dimensión (12). Sin embargo, por motivos históricos siguió quedando vinculado al de antígenos eritrocitarios, de forma que inmediatamente se asocia con estos antígenos heredados que se detectan sobre la superficie de las células rojas por medio de anticuerpos específicos. El término marcador genético-molecular vino posteriormente a reunir dentro de una misma categoría a todos estos sistemas genéticos polimórficos que se iban describiendo y entre ellos destacaremos por su extremado polimorfismo al sistema HLA (Human Leucocyte Antigen) o Complejo Mayor de Histocompatibilidad (C.M.H.), que fue descubierto por Jean DAUSSET en 1958 (13). Durante la última década hemos asistido a una verdadera revolución dentro del campo de la genética humana. En 1980, Bos-rEN y cols. (14) sugerían que las variaciones de la secuencia del DNA entre distintos individuos podrían llegar a suponer una fuente virtualmente inagotable de marcadores genéticos para el estudio de la herencia humana. Gracias a los progresos de la Biología Molecular se ha podido confirmar que dichas variaciones son muy abundantes. Tales diferencias son detectadas cuando producen alteración de las distancias entre los "sitios de clivaje" en los que una enzima de restricción corta una región cromosómica particular del DNA, lo que da lugar a lo que se conoce como los polimorfismos de longitud de los fragmentos de restricción (RFLPs). Recientemente la aplicación de la técnica conocida como Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR) ha venido a facilitar enormemente la utilización de los polimorfismos DNA tanto con fines clínicos como forenses (15), al permitir producir cantidad suficiente de la secuencia DNA diana que se pretende estudiar. Sin embargo, dado que esta última peculiaridad es su principal ventaja con respecto a otras técnicas, su aplicación no resultaría tan beneficiosa desde una perspectiva puramente antropológica como lo es por ejemplo en el campo de la Criminalística en Medicina Legal. La detección de agentes patógenos implicados en el desarrollo de enfermedades infecciosas y la identificación de la variación genética que se asocia con ciertas enfermedades se facilitan enormemente por medio del uso de la tecnología DNA. Sin embargo, no sólo la Medicina Clínica se ha beneficiado del descubrimiento y uso de los polimorfismos DNA. La Antropología Humana y las Ciencias Forenses, que venían utilizando durante las últimas décadas los marcadores genético-moleculares convencionales (grupos sanguíneos, enzimas eritrocitarios, enzimas leucocitarios, proteínas séricas y sistema HLA) para el estudio de las peculiaridades genéticas de las distintas poblaciones humanas y para el diagnóstico de la indiviÍndice
BEGOÑA MARTÍNEZ-JARRETA: MARCADORES GENÉTICOS MOLECULARES EN LA POBLACIÓN ARAGONESA
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dualidad biológica, respectivamente, van a ver aumentar la eficacia de sus métodos de análisis gracias a la introducción de la tecnología DNA. La enorme heterocigosidad de ciertos polimorfismos DNA (VTNR) hace que sean enormemente informativos en genética-poblacional superando a los marcadores genético-moleculares clásicos en cuanto a poder de discriminación. La Cátedra de Medicina Legal de Zaragoza ha venido desarrollando en los últimos años una intensa labor de estudio de la distribución de marcadores genético-moleculares clásicos en Aragón, que encontrará su continuidad en el análisis de la distribución de ciertos polimorfismos DNA en nuestra región. Este tipo de estudios suponen en Medicina Legal un paso previo antes de la aplicación y uso de estos marcadores en la resolución de problemas de diagnóstico de la Individualidad Biológica (Investigación Biológica de la Paternidad y Criminalística). Para que un carácter pueda ser utilizado con este fin dentro de la Medicina Legal es obligado que cumpla una serie de requisitos que en 1965 señalaban MOUREAU, BROCTEUR y ANDRÉ (16). Pero además es condición necesaria, antes de su uso, conocer cómo se distribuyen en la población sus distintas formas alélicas. Esto es así porque los cálculos de Probabilidad de Paternidad utilizan fórmulas matemáticas que se apoyan en estos datos de frecuencias génicas, estableciendo una comparación entre la probabilidad que tendría un individuo al azar de haber transmitido una característica determinada con la que tiene el padre presunto. En el caso de la Criminalística ocurre algo parecido, ya que para poder llegar a una identificación del individuo que ha cometido un crimen, a partir del análisis de una muestra biológica dejada en el lugar del delito, es necesario conocer la probabilidad de que este sujeto y no otro cualquiera de la población reúna unos caracteres genéticos concretos encontrados en dicha muestra. El estudio realizado por nosotros en población aragonesa ha permitido no sólo aumentar el poder discriminativo de nuestros test de Paternidad y Criminalística sino también llegar a conocer mejor la población aragonesa desde el punto de vista genético-poblacional. Se combina así en nuestro quehacer una perspectiva médico-legal y antropológica.
Material y método Se analizó una muestra de población aragonesa seleccionada siguiendo criterios de aplicabilidad en Medicina Legal. Esto es, se prescindió de la realización de estudios comarcales de distribución de frecuencias. Se tomaron muestras de sangre de individuos descendientes de aragoneses y residentes en Aragón sin tener en cuenta el área geográfica concreta de procedencia dentro de nuestra región. Todos los individuos de la muestra eran adultos, sanos y no presentaban relación de parentesco entre sí. El número de individuos estudiados para cada marcador queda recogido en las tablas de resultados y en ningún caso fue menor de 500. Nuestra labor se centró en el análisis de proteínas séricas y enzimas eritrocitarios polimórficos, que a pesar de su gran polimorfismo habían sido escasamente estudiados en población aragonesa. Éstos son los marcadores genético-moleculares analizados y las técnicas empleadas en cada caso:
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ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO
MARCADOR
TÉCNICA
Proteínas séricas 1.Transferrina (TF)
PAGIF (17)
2.Componente Específico de Grupo (GC)
PAGIF (18)
3.Orosomucoide (ORM)
PAGIF (19)
4. Alotipos Sistema Gm
Inhibición de la Hemaglutinación (20)
Enzimas eritrocitarios 1.Adenilato Kinasa (AK)
Electroforesis convencional (21)
2. Adenosindeaminasa (ADA)
Electroforesis convencional (21)
3.6-Fosfogluconato deshidrogenasa (6-PGD)
Electroforesis convencional (21)
4.Esterasa D (EsD)
PAGIF (22)
5.Fosfoglucomutasa 1 (PGM 1)
PAGIF (23)
6.Glioxalasa (GLO)
Electroforesis mixta almidón/agarosa (24)
PAGIF = Isoelectroenfoque en geles de poliacrilamida.
A partir de los resultados de laboratorio se obtuvieron datos de gran interés antropológico mediante el cálculo de los siguientes parámetros: 1) 2)
Frecuencia fenoptípica, génica y equilibrio de Hardy-Weinberg. Estadístico x2 de contingencia para el estudio comparativo de poblaciones.
Resultados Las frecuencias génicas obtenidas en nuestra población se muestran en las tablas I y II. La población aragonesa demostró estar en equilibrio de Hardy-Weinberg para todos y cada uno de los marcadores genético-moleculares analizados excepto para el sistema AK. Sólo variantes normales se encontraron en nuestra muestra. De los análisis de comparación de poblaciones efectuados se puede concluir que la población aragonesa se sitúa dentro del ámbito de variabilidad europea para todos los marcadores genéticos analizados (25, 26). Como cabía esperar, se encontraron diferencias muy significativas con négridos, amerindios, mongoloides, etc., como expresión de la distancia genética entre nuestra población y estos grupos raciales. Las diferencias fueron no significativas con población europea (25). No obstante, dentro de la homogeneidad europea cabe destacar ciertos rasgos identificativos encontrados en nuestra muestra que tomaron entidad propia cuando se encontraron en varios marcadores (25, 26). Estos rasgos identificativos fueron: Índice
97
BEGOÑA MARTÍNEZ-JARRETA: MARCADORES GENÉTICOS MOLECULARES EN LA POBLACIÓN ARAGONESA
a)
Alta frecuencia del alelo Gc"2.del sistema Componente Específico de Grupo (Gc), al igual que se ha demostrado en las siguientes poblaciones: Catalana, Toulouse y Pirenaica (3, 27), todas ellas cercanas geográfica e históricamente. Esta misma proximidad genética se ha puesto de manifiesto al estudiar otros marcadores genéticos como el sistema Gm (26).
b)
Aparición del alelo TF"C6, que es polimórfico en el norte de África y aparece esporádicamente en caucasoides. También está presente en población italiana y española como la gallega, que ha sido igualmente analizada para este marcador (1).
c)
Diferencias muy significativas para ciertos marcadores con la población gallega, éste es el caso del sistema ORM 1 (25).
Marcador
Frecuencias génicas
N.9
ADA
ADA 1=0.9760
500
ADA 2=0.0240 AK
AK 1=0.9899
600
AK 2=0.0100 6-PGD
6-PGD A=0.9805 •
1.000
6-PGD C=0.0195 PGM 1
PGM 1+=0.6185
1.000
1-=0.1165 2;4.2125 2-=0.0525 EsD
EsD 1=0.8831
997
EsD 2=0.0928 EsD 5=0.241 GLO1
GLO 1=0.476
1.000
GLO 2=0.524 Tabla I. Frecuencias génicas de algunos grupos eritrocitarios polimórficos en Aragón.
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ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO
Marcador Tf
Frecuencias génicas C1=0.8327
N.º 1.016
C2=0.1428 C3=0.0215 C6=0.0015 B=0.0015
Gc
1S=0.5346
810
1F= 0.1012 2=0.3642
ORM 1
F=0.4162
704
S=0.5838
Gm
Gm 1=0.259
500
Gm 5=0.655 Gm1,2=0.086
Tabla II. Frecuencias génicas de algunos grupos de proteínas séricas polimórficos en Aragón.
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ESTUDIO PALEOPATOLÓGICO DE LAS COMARCAS PIRENAICAS DE CATALUÑA
Domingo Campillo *
INTRODUCCIÓN El presente trabajo es una recopilación de la labor realizada a lo largo de más de veinte años de investigación paleopatológica, sin que pretenda ser un estudio sistemático del área geográfica a que vamos a limitarnos. Una serie de circunstancias que inciden sobre este trabajo serán brevemente comentadas. El material osteológico estudiado corresponde a dos períodos distintos de nuestra investigación, cuyos propósitos fueron diferentes. En el primero de ellos nos limitamos a los yacimientos prehistóricos, dirigiendo nuestros esfuerzos a la investigación de la patología craneal, excluyendo por circunstancias diversas, que serán oportunamente comentadas, la patología dentaria y la que pudiera afectar al esqueleto postcraneal. En el segundo período, nuestra investigación ya no se limitó al cráneo, sino que estudiamos siempre que fue posible la totalidad de cada individuo. El material osteológico de esta fase pertenece en su mayor parte a época medieval.
GEOGRAFÍA DEL ÁREA DE ESTUDIO Como comenta VILA (1968): "Desde el punto de vista lítico..., se impone la división de los Pirineos españoles en dos fajas de caracteres distintos, aparte de las alineaciones francesas que quedan al Norte. En el centro se eleva una alargada unidad que constituye el eje de la Profesor de Historia de la Medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona y Jefe de Laboratorio de Paleopatología y " Paleoantropología del Museo Arqueológico de Barcelona.
Actas de la I Reunión para el Estudio Antropológico de las Poblaciones del Pirineo (Huesca, 14-15 de diciembre de 1990), Instituto de Estudios Altoaragoneses, Huesca, 1992.
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INSTITUTO DE Esruwor IILTOARAtiONESES 11111111118C,"
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ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO
Cordillera; por ello se le ha denominado Pirineo axil. Antes de alcanzar estos núcleos interiores surgen otras alineaciones,... de menor altitud, que constituyen el llamado Prepirineo". Los picos más elevados de la Cordillera, situados en la zona axil, corresponden al Pirineo oscense, donde el Aneto es la cima más elevada con sus 3.404 metros, y las comarcas ilerdenses del Valle de Arán, Pallars Subirá y el Principado de Andorra. La realidad es que a pesar de sus diferencias sectoriales los Pirineos son una unidad geográfica. Prescindiendo de los términos pirineo y prepirineo, los Pirineos catalanes quedan delimitados por dos sectores: Pirineo occidental catalán o "Alt Pirineu" y Pirineo oriental. El primero comprende el Principado de Andorra y las siguientes comarcas catalanas: Valle de Arán, Alta Ribagorza, Pallars Subirá, Pallars Jussá, Alt Urgell y la Cerdanya; el segundo, el Solsonés, el Berguedá, el Ripollés y la Garrotxa.
LA POBLACIÓN PIRENAICA CATALANA Hasta la Edad del Bronce, apenas si tenemos conocimiento de las poblaciones que habitaron la zona, aunque hay constancia de que estuvo más o menos poblada desde el Neolítico y posiblemente antes, con la entrada de un importante contingente halstático, especialmente el que estaba en la comarca del Solsonés (TuRi3(5N, 1981). No hay dudas respecto a la amplia mezcolanza de poblaciones que tuvo lugar en Cataluña cuando penetramos en los períodos históricos, aunque se hace difícil saber el gradiente con que participaron los pueblos invasores, los colonizadores y los que repoblaron las áreas despobladas en los avatares de la Historia. Con todo, desde el punto de vista antropológico se observa un predominio franco de la tipología mediterránea grácil, con algunos componentes robustos y otros de carácter alpino.
PROCEDENCIA DEL MATERIAL Diferenciamos dos grupos: uno de época prehistórica y otro de época medieval. a)
Época prehistórica: En su mayor parte corresponde a la comarca del Solsonés. Los materiales han sido excavados y estudiados por SERRA I VILARÓ (1923, 1927 y 1966) y están depositados en el Museu Arqueológic de Solsona. 1.
Comarca de l'Alt Urgell: Coya de "Les Encantades" (Toloriu) (Edad del Bronce).
2.
Comarca del Berguedá: Bófia de Sant Jaume (L'Espunyola) (Eneolítico).
3.
Comarca de la Cerdanya: Can Auren (Prullans), Coya d'Annes (Prullans) y La Fou de Bor (Bor) (todos pertenecientes al Eneolítico).
4.
La Garrotxa: Coya de l'Avellaner (Cogolls, Les Planes d'Hostoles) (Neolítico).
5.
Comarca del Solsonés: Can Cervera (Solsona), Cdins (Solsona), Coya d'Aigües Vives (Brics), Dolmen del Collet (Su, municipio de Riner), Megálit de Ciará (Solsona), Sotaterra (Solsona) y El Vilar de Simosa (Solsona) (todos los yacimientos pertenecientes al Eneolítico).
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DOMINGO CAMPILLO: ESTUDIO PALEOPATOLÓGICO DE LAS COMARCAS PIRENAICAS DE CATALUÑA b)
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Epoca medieval: 1.
Principat de Andorra: Sant Martí de Nagol (s. XIII) y Sant Vicen9 d'Enclar (ss. IX y XII).
2.
Comarca del Berguedá: Sant Sebastiá del Sull (s. XII), Sant Andreu de Sagás (s. XI), Sant Lloren prop de Bagá (s. XII), Sant Pere de Grau d'Escales (s. X) y Sant Vicenq del Rus (ss. X y XII).
3.
Comarca del Ripollés: Reial Monestir de Santa Maria (Ripoll) (ss. VII-X).
4.
Pallars Jussá: Sant Miguel de la Vall (s. XII).
ESTUDIO PATOLÓGICO DE LOS RESTOS PERTENECIENTES A ÉPOCA PREHISTÓRICA Por circunstancias que a continuación comentamos, con la excepción de los restos exhumados en la "Coya de I'Avellaner" y en "Les Encantades", la patología estudiada se limita al cráneo. El material procedente de estos yacimientos y los de la Fou de Bor están depositados en el Museo Arqueológico de Barcelona, mientras que los corespondientes a los restantes yacimientos, como ya dijimos, se hallan en el Museo Arqueológico de Solsona. Cuando en 1970 estudiamos el material del museo de Solsona nuestro objetivo era la patología craneal, sin que ello supusiese que nos desinteresábamos del resto del esqueleto y del estudio de conjunto de cada individuo. Sin embargo, este propósito no pudo cumplirse por dos motivos: 1) casi todos los enterramientos en cueva eran secundarios; 2) en los someros estudios antropológicos de SERRA I VILARÓ (1923 y 1927) no se habían individualizado los esqueletos. A causa de este problema nos limitamos a estudiar la patología craneal.
I)
Patología craneal
La patología detectada podemos resumirla en cinco apartados: 1) tumores óseos; 2) traumatismos; 3) erosiones craneales; 4) trepanaciones; 5) patoestomatología.
1)
Tumores óseos Sólo dos clases de tumores han sido detectados: osteoma y meningioma.
a) Osteomas Los osteomas muestran su máxima predilección por el exocráneo y algunos autores los excluyen del grupo de los tumores y se refieren a ellos simplemente como exóstosis. Los auténticos osteomas se forman a expensas de las tablas externa o interna y en su estructura interior están conformados por hueso compacto que les da un carácter ebúrneo. Por su morfología se pueden dividir en sesiles y pediculados. Los primeros presentan una base amplia y los segundos un cuello. Vistos a rayos X, con incidencia tangencial, pueden mostrar una zona traslúcida que los delimita de la cortical del cráneo y que TAVERAS (1964) interpreta como un signo de benignidad. Pueden ser únicos o múltiples y generalmente, en los sesiles, si abultan poco (osteoma en placa), suelen ser asintomáticos. Se ignoran las causas de su aparición, aunque algu-
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nos autores los relacionan con los traumatismos. En nuestra casuística son más frecuentes en el sexo masculino (CAMPILLO, 1977). En el área objeto de nuestro estudio hemos encontrado siete individuos con osteomas en placa, únicos en los individuos n." 5 y 15 de la "Coya d'Aigües Vives" en Brics, en el individuo n.' 2 del "Megálit de Ciará" en Solsona y en el n.' 12 de la "Bófia de Sant Jaume" en Boixadera deis Bancs (l'Espunyola); múltiples, con 12 el individuo n.' 2 de la "Coya d'Aigües Vives", con 4 el individuo n.' 29 de Sotaterra (Solsona) y 2 el individuo n.' 2 de "Can Cervera" (Solsona). Todos los tumores por su pequeño tamaño y escasa elevación debieron ser asintomáticos, en tres casos eran de sexo masculino y en otros tres femeninos; uno era infantil y no se pudo valorar el sexo, y los restantes eran adultos, uno de ellos joven.
b) Meningioma Tras el examen de casi cuatro mil cráneos hemos recopilado cinco casos sospechosos de haber sufrido en vida un meningioma; el segundo de los casos diagnosticados corresponde al cráneo n.' 15 de la "Coya d'Aigües Vives" (Brics, Solsonés). Antes de referirnos al estudio de este cráneo, consideramos necesario hacer a modo de inciso algunos comentarios acerca de los meningiomas y destacar algunos aspectos de su diagnóstico paleopatológico. Según ANNENGERS (1981) las neoplasias intracraneales primitivas representan el 8,3 por 100.000 y el 19% de éstas son meningiomas (CAMPILLO, 1990). La peculiaridad más interesante para el paleopatólogo es que aproximadamente el 20% de los meningiomas producen alteraciones óseas, 21,5% en nuestra estadística clínica personal, que pueden ser osteogénicas (19%) u osteolíticas (2,5%), asociándose las osteogénicas con las osteolíticas en un notable número de casos. Además de estas lesiones óseas suele asociarse un aumento de la vascularización, tanto diploica como de los surcos de la arteria meníngea media, que al aumentar de grosor en un 3,8% de los casos se traducen por un aumento de los surcos óseos (CAMPILLO, 1990). Son los meningiomas supratentoriales casi exclusivamente los que ocasionan las alteraciones óseas, con lo que la incidencia de las mismas se eleva al 40%. Aunque las exostosis pueden ser exocraneales, son mucho más frecuentes las endocraneales (enostoma). Otra tendencia clara de los meningiomas es su clara tendencia a situarse en determinados puntos, que por orden de frecuencia son: las cavidades de Pachioni, situadas a ambos lados del seno sagital (que tienen mayor tamaño a nivel parietal); el ala menor del esfenoides y la región parasellar, incluyendo la región olfatoria. Según diversas estadísticas, los meningiomas parasagitales representan aproximadamente el 25% (Pulan-A, 1962), cifra que estaría alrededor del 31% cuando nos referimos a los supratentoriales. Otros factores a tener en cuenta son la edad y el sexo. Aunque pueden darse en todas las edades, son más frecuentes en la madurez, con una edad media de 45 años (RUBINSTEIN, 1972) (55 en nuestra casuística). Respecto al sexo, predominan en una proporción de 1 a 3 en el sexo femenino. Aunando los datos expuestos, así como otros pequeños detalles sobre los que no insistiremos, se puede llegar a un diagnóstico de presunción que seguramente estará muy próximo al de certeza.
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ESTUDIO DEL CRÁNEO 15 D'AIGÜES VIVES (CAMPILLO, 1977, 1984 y 1990). Consiste en la un individuo mesocéfalo, de edad madura, probablemente perteneciente al sexo femede calota nino.
Descripción de la lesión. Exostosis frontal derecha, parasagital, situada en la cara cerebral del hueso, centrada en la unión de los tercios anterior y medio de la escama, punto aproximado donde habitualmente la cresta sagita! del frontal se transforma en surco. De forma redondeada, cupuliforme, su diámetro medio es de 16 mm con una elevación máxima en su centro de 4 mm. Su borde anterior dista 44 mm del orificio ciego. Su superficie, muy rugosa, da la impresión de estar formada por capas superpuestas y entrecruzadas de haces de tejido óseo, estando cuajada su superficie de orificios vasculares puntiformes. La cresta sagital también aparece muy rugosa y con abundantes orificios vasculares, habiendo perdido su habitual aspecto en quilla de paredes lisas. Tampoco en las proximidades de la línea media la superficie de la escama es lisa, mostrando una amplia superficie rugosa con abundantes puntos vasculares, sin que se acompañe de hiperostosis. El estudio radiográfico muestra una condensación ósea correspondiente a la enostosis descrita, apreciándose otra área de condensación sobre la línea sagital, de densidad incluso superior a la anterior, de un tamaño semejante y que finaliza, justo a nivel del seno frontal izquierdo, sobrepasando algo la línea media. Ambas sombras no son macizas, sino que en ellas se aprecian multitud de trabéculas. El diagnóstico de probable meningioma parasagital o de la hoz lo fundamentamos en los siguientes datos: 1) edad madura; 2) probable sexo femenino; 3) presencia de un enostoma; 4) superficie irregular del enostoma; 5) aumento de vascularización local; 6) reacción exostósica que convierte en granujienta la cresta sagital y la concavidad de la escama frontal próxima al enostoma; 7) situación parasagital o medial de la lesión; 8) condensación ósea en la radiografía, más amplia que la que corresponde al enostoma. Antes de finalizar este apartado, consideramos interesante destacar que los meningiomas descritos en paleopatología no son muchos y en general se trata de lesiones gigantes, lo que nos hace sospechar que las pequeñas o moderadas alteraciones óseas, que son las que con mayor frecuencia originan estos tumores, pasan desapercibidas. De otra manera, se diagnostican los casos excepcionales y no los corrientes. Así lo expusimos en un trabajo reciente (CAMPILLO, 1990). 2) Traumatismos Las lesiones traumáticas son las que se han constatado desde los tiempos más remotos, mucho antes de la aparición de los vertebrados, pues ya estaban presentes en moluscos de la Era Primaria, en el Devónico en Alemania, con una antigüedad de 350 a 400 millones de años (TASNADI-KUBACSKA, 1962). Desde la aparición de los primeros homínidos, se observa una evolución en los tipos de traumatismos que están en concordancia con los avances técnicos culturales. Así, en los períodos más antiguos los traumatismos suelen ser de origen contuso, fruto de caídas fortuitas o de agresiones con armas contundentes y ocasionalmente originadas por los dientes de los depredadores (LEAKEY, 1981). Las heridas punzantes aparecen cuando se idean las lanzas con puntas
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endurecidas por el fuego o con puntas líticas, y posiblemente la más antigua conocida sea la del Hombre de Zambia (YEARSLEY, 1928). En la Edad de los Metales, las puntas líticas de las armas arrojadizas son sustituidas por puntas de bronce o hierro. De las heridas incisas prácticamente no se tiene constancia hasta la Edad del Bronce (CAMPILLO, 1984). En este apartado nos referiremos a tres cráneos, dos con típicas lesiones contusas y uno con una herida de flecha. CRÁNEO DE LA "Coya DANNES". Se trata de una calota, perteneciente a un individuo del sexo femenino de edad madura (CAMPILLO, 1973 y 1977). Presenta una lesión cicatricial sobre bregma, con pérdida de sustancia ósea y regeneración parcial. Comprende una superficie de 38 mm en sentido anteroposterior y 48 mm en sentido transversal, siendo la pérdida de sustancia ósea de 23 x 7 mm. Las celdillas diploicas no son visibles, pues el hueso compacto cicatricial las ha recubierto. Alrededor de este orificio se observa una reacción hiperostósica radial estriada y toda la lesión está enmarcada por una cresta ondulada. La radiografía en proyección lateral muestra la depresión central del área lesional y el rodete hiperostósico, por delante y detras de la lesión. La proyección anteroposterior muestra en el centro de la lesión una mayor transparencia, el rodete hiperostósico aparece como una condensación; también es posible apreciar cómo las celdillas son de menor tamaño en las proximidades de la lesión, llegando prácticamente a desaparecer junto al orificio. La etiología traumática parece incuestionable, ya fuese por recibir un impacto con un objeto agudo duro o por una caída fortuita contra algún saliente pétreo. A pesar de la proximidad del seno longitudinal superior, no hay dudas de que la supervivencia fue muy prolongada, dado el alto grado de cicatrización, y posiblemente su muerte no guardó relación con este traumatismo. CRÁNEO N. 2 DEL "MEGÁLIT DE CLARÁ". Esta calota, perteneciente a un adulto joven, fue estudiada por SERRA 1 VILARÓ (1923), quien consideró que se le había practicado una trepanación sobre el parietal izquierdo.
La pérdida de sustancia ósea es de morfología trapezoidal y penetra en el endocráneo, estando situada aproximadamente en el centro de la escama entre los 20 y 30 mm. Los bordes de la lesión exocraneal están perfectamente cicatrizados, no son agudos y el tejido óseo compacto noviformado ha recubierto la totalidad del diploe. En el ángulo posteroinferior se inicia un surco de deterioro póstumo que se dirige abajo y atrás. Vista la lesión por el endocráneo, resulta evidente que la pérdida de sustancia ósea es mayor que a nivel del exocráneo y que su morfología no es trapezoidal, sino triangular, morfología que también tendría la lesión exocraneal si no existiese el deterioro del ángulo posteroinferior. El estudio radiográfico no aporta datos de interés. Tras lo expuesto, consideramos que nuestro diagnóstico diferencial debe referirse a dos tipos de lesiones, a una trepanación por técnica incisa que da origen a lesiones poligonales (CAMPILLO, 1977) o a una lesión traumática. En contra del diagnóstico de trepanación tenemos: el orificio exocraneal en las trepanaciones es mayor en el exocráneo y en las trepanaciones incisas poligonales las secciones de corte sobresalen del área trepanada y sus extremos se entrecruzan, circunstancias que no se dan en este individuo. En favor de la etiología traumática tene-
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Como se comenta en el texto, probablemente se trata del punto de implantación de un meningioma.
Fig. 1. Enostoma en la cara interna de la escama frontal, en el individuo n.' 15 de la "Coya d'Aigües Vives" (Brics, Solsonés), período Eneolítico.
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mos: mayoreS dimensiones de la pérdida de sustancia en el endocráneo y ausencia de los surcos de corte exocraneal. Resumiendo, las características de esta lesión resultan plenamente compatibles con la etiología traumática, por una contusión, seguida de una supervivencia más o menos prolongada. CRÁNEO N. 6 DEL DOLMEN DEL COLLET (SU). Es una calota craneal de un adulto joven del sexo masculino, que fue estudiada por ARANZADI (1915-20). Una punta metálica de flecha está incrustada sobre el parietal izquierdo, distando 43 mm de la sutura coronal y 57 de la sagital y por su aspecto parece de cobre o bronce (79,98% de Cu, 19,39% de Sn y 2,69% de Pb). Perfora la totalidad del hueso, aunque apenas sobresale en el endocráneo. Su posición es prácticamente perpendicular al plano horizontal, algo inclinada hacia adelante y adentro. Alrededor de la punta de la saeta se extiende un halo de cardenillo de unos 20 a 25 mm de diámetro, originado post mortem. Parece evidente que la punta de la saeta se fracturó al intentar sacarla mediante un movimiento de torsión, que ha dado lugar a que el borde de la rotura tenga una morfología helicoidal. La radiografía confirma la presencia de una condensación ósea alrededor del cuerpo extraño incrustado. Parece evidente que la supervivencia a esta herida de flecha fue prolongada. 3) Erosiones craneales En un trabajo anterior (CAMPILLO, 1973) denominamos así a una serie de lesiones cuyas características comunes estriban en que son poco profundas, afectando en general en forma exlusiva a la tabla externa del cráneo, respetando el diploe, y cuando éste es lesionado, sólo lo es en forma superficial. En todos los casos los signos de regeneración ósea son evidentes, lo que confirma que se trata de lesiones producidas en vida. Siempre el diagnóstico etiológico resulta difícil, ya que en general son múltiples los procesos capaces de originar tales alteraciones. Nuestra experiencia posterior, teniendo en cuenta datos estadísticos (el 67% están localizadas en la región frontal, sumando las frontales más las parietales el 85%) y clínicos, nos ha hecho llegar a la conclusión de que casi siempre son de origen traumático, generalmente secundarias a pequeños traumatismos, en su mayoría contusiones. Presentación de la casuística: CRÁNEO DEL DOLMEN I DE "CAN AUREN" (PRULLANS, LÉRIDA). Pequeño fragmento de un parietal izquierdo, perteneciente a un individuo de edad y sexo indeterminables, que junto a una pequeña trepanación póstuma, que más adelante comentaremos, presenta una pequeña erosión circular cónica de 13 mm de diámetro y 3 mm de profundidad, en el que a pesar de la regeneración ósea, restan algunas celdillas diploicas al descubierto, lo que nos hace suponer una supervivencia corta. Esta lesión podría corresponder a una trepanación incompleta practicada en vida pero también podría ser de origen traumático. CRÁNEO N.' 12 DE LA "BÓFIA DE SANT JAUME" DE BOIXADERA DELS BANCS (L'ESPUNYOLA, BERGUEDÁ). La erosión que presenta este individuo está situada sobre la sutura coronal izquierda, a 62 mm de bregma, y mide 23 x 11 mm con una profundidad de tan sólo 1 mm. Por su regularidad y dada la circunstancia de que en el mismo yacimiento se encontraron trepanados dos cráneos, podría tratarse de una lesión intencional.
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CRÁNEO 7 DE PUIGANSENIC (SANT MIQUEL DE L'AGuDA). Lesión similar al caso precedente, situada sobre el parietal izquierdo, probablemente intencional. CRÁNEO I DE CONS. Esta calota, perteneciente a un individuo senil de sexo indeterminable, presenta dos lesiones sobre el parietal derecho, una amplia parasagital de 67 x 27 mm y otra más externa de 21 x 18 mm, siendo las longitudes mayores de sentido anteroposterior. En la primera su profundidad oscila entre los 2-4 mm y en la segunda es de 1,5 mm. El diploe queda recubierto por hueso compacto y la superficie es granujienta. La morfología de estas lesiones son sugestivas de ser secundarias a arrancamientos cutáneos, similares a las descritas por "scalp" (HAMPERL, 1967).
4) Trepanaciones craneales No insistiremos sobre el tema de las trepanaciones craneales en la prehistoria, hecho sorprendente pero totalmente constatado y aceptado en el mundo científico, que está presente prácticamente en todo el orbe y que en el tiempo se extiende desde el Neolítico a nuestros días, por cuanto en la actualidad aún hay culturas primitivas que siguen practicándola (CAMPILLO, 1977). En el área de estudio, casi todos los casos corresponden a la comarca del Solsonés y una sola a la Cerdanya, siendo de destacar que las primeras fueron practicadas en vida, mientras que la última tiene carácter póstumo. Nos referiremos a ellas por separado.
a) Solsonés CRÁNEO N.2 11 "D'AIGÜES VIVES". La pieza es una calota hiperdolicocéfala, correspondiente a un individuo senil, probablemente de sexo masculino. La lesión está situada un poco por detrás y a la derecha de bregma, de morfología elipsoidea, de eje mayor, con diámetros de 23 x 18 mm. El orificio está un tanto deteriorado, con pérdida de algunos fragmentos de su borde. La trepanación está circundada por una amplia área de erosión de 60 x 70 mm. La morfología elipsoidea y la zona de erosión circundante nos indujeron a considerar que la técnica empleada fue la de abrasión (CAMPILLO, 1977), pero no puede excluirse por completo que fuese una técnica de barrenado seguida de un proceso osteolítico, tal vez supurado, postquirúrgico. En favor de esta última hipótesis está el hecho de que los restantes cráneos trepanados en el Solsonés lo fueron por barrenado. CRÁNEO N. 21 "D'AIGÜES VIVES". Corresponde a un adulto joven de sexo indeterminable, que presenta una típica trepanación troncocónica, parietal posterior izquierda, practicada por técnica de barrenado. La lesión, que debía contactar con la sutura lambdoidea (el deterioro impide confirmarlo), tiene un diámetro de unos 25 mm. CRÁNEO N.2 3 "DEL "VILAR DE SIMOSA". Individuo senil de sexo masculino, que presenta una trepanación incompleta, "cónica" de base triangular equilátera con ángulos, de unos 28 mm de lado, situada sobre la escama frontal izquierda, con una profundidad de unos 3-4 mm. A pesar de su morfología un tanto anómala, consideramos que la técnica empleada fue la del barrenado (pueden verse comentarios al respecto en CAMPILLO, 1977). Índice
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CRÁNEO N. 1 DEL "MEGÁLIT DE CLARÁ". Individuo adulto de sexo masculino, que casi en el centro de su parietal izquierdo presenta una típica trepanación troncocónica por técnica de barrenado, con un diámetro medio de 28 mm. La cobertura del tejido diploico por hueso compacto no se ha completado, de lo que deducimos que el tiempo de supervivencia fue corto. CRÁNEO "O" DE LA "BÓFIA DE SANT JAUME". No hemos tenido la oportunidad de estudiarlo personalmente, pero a juzgar por la descripción y la iconografía del trabajo de SERRA I VILARÓ (1966) consideramos que puede aceptarse como una trepanación completa, realizada por técnica de barrenado y seguida de supervivencia.
b) Cerdanyá CRÁNEO DEL DOLMEN 1 DE "CAN AUREN". Este fragmento craneal, ya mencionado al hablar de las "erosiones", presenta una típica trepanación incisa poligonal (cuadrangular) incompleta, practicada post mortem, que no puede obedecer más que a un acto ritual. Como ya dijimos, la mencionada erosión podría tratarse de una trepanación cónica incompleta intra vitam, que no variaría nuestros comentarios.
c) Comentarios a las trepanaciones prehistóricas del área en estudio No entraremos en detalles sobre las múltiples discusiones que las trepanaciones prehistóricas han suscitado y que ya hemos comentado en otros trabajos (CAMPILLO, 1977, 1978, 1984 y 1990), pero sí consideramos interesante realizar algunas observaciones. Con independencia de las islas Baleares, donde las trepanaciones muestran una incidencia máxima, el segundo lugar lo ocupa Cataluña, en la que se tiene constancia de 13 casos, que aceptando los que no hemos podido estudiar personalmente podrían alcanzar los 15, siendo uno de ellos el de la "Coya d'El Pasteral" (CAMPILLO y VIVES, 1985), que junto con el de la Cueva de la Mora en Jabugo son los más antiguos de la Península. La elevada incidencia de esta práctica en el noroeste peninsular, así como la presencia de un cierto contingente de individuos braquimorfos, ha sugerido a algunos autores (TuRBóN, 1981) que podría tratarse de un hecho cultural importado conjuntamente con el uso de los metales y que su asentamiento en el Solsonés podría estar relacionado con las minas de cobre de Riner.
5) Patología odonto-estomatológica La presencia de caries dentarias, enfermedad períodontal e hipoplasia dentaria ha sido estudiada por CHIMENOS (1990) en la Fou de Bor (Cerdanya) y en "Les Encantades" de Toloriu (Alt Urgell) y no difieren de las restantes comarcas catalanas en ese período, representando en el Calcolítico: 30,99% las caries, 59,15% la enfermedad períodontal y 4,93% las hipoplasias. En ese período, la caries es inferior al Neolítico, mientras que la enfermedad períodontal y la hipoplasia son superiores a las tasas del Neolítico y del Bronce.
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II) Patología postcraneal Los únicos datos que podemos aportar a este apartado proceden de la cueva sepulcral del Neolítico antiguo de "I'Avellaner" (Les Planes d'Hostoles, La Garrotxa) (BoscH, A. et al., 1989). El número de individuos contabilizados fue de 19 ó 20 y en ellos la patología más frecuente fue la odonto-estomatológica, con 13% de caries y 50% de periodontitis. También los signos artrósicos eran relativamente frecuentes, se constató una fractura y es digna de destacar la presencia de una exostosis de crecimiento metafisaria a nivel de un peroné.
ESTUDIO DE LOS RESTOS PERTENECIENTES A ÉPOCA MEDIEVAL
No es posible hacer un estudio pormenorizado de todos los yacimientos medievales dado que el material de estudio es muy elevado, por ello nos referiremos a los que a nuestro entender tienen un indudable interés, destacando ciertos aspectos y refiriéndonos a algunas patologías que consideramos que deben ser destacadas. A este respecto, la síntesis realizada por E. VIVES (1990) nos ha representado una gran ayuda.
I) Patología predominante en la época medieval Las tasas de mortalidad infantil eran muy elevadas, pero no podemos aportar datos concretos, aunque el trabajo de VIVES (1990) puede servirnos de punto de referencia, y así la mortalidad durante el primer año de vida podía llegar a ser del 35% y otro tanto entre los dos y tres años, descendiendo progresivamente hasta los doce años. Las afecciones reumatoideas, especialmente las artrosis, cuyo mayor exponente son las espondiloartrosis, son con mucho la patología predominante. No olvidemos que BAUDOUIN la denominó "la enfermedad más antigua del mundo" y que PALES (1930) dijo: "Las lesiones 'reumáticas' se presentan en el pasado tanto en los animales como en el hombre, con las mismas características que en nuestros días". El segundo lugar lo ocupa la patología odonto-estomatológica. Son Wecuentes las caries, la enfermedad períodontal, los acúmulos de cálculo y en algunas poblaciones el desgaste dentario es muy acusado. Como consecuencia de todo ello, las pérdidas de piezas dentarias intra vitam, las osteítis y los quistes y abscesos radiculares representan un elevado número de casos. No es infrecuente que algunas osteítis dentarias de la maxilla penetren en los senos maxilares, lo que permite conjeturar la posibilidad de sinusitis. Los traumatismos también constituyen una patología frecuente, que llegan a ser muy abundantes cuando se incluyen las cavidades de SCHMORL, sugerentes de hernias discales intracorporales (CAMPILLO, 1988).
II) Estudio de algunos yacimientos y casos concretos ANDORRA. Las aportaciones de mayor interés corresponden a las necrópolis anexas a las ermitas de Sant Martí de Nagol y Sant Vicenó d'Enclar.
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Fig. 2. Mandíbula perteneciente a un individuo del período Eneolítico. exhumado en la "Fou de Bor" (Bor. Cerdaña). Puede apreciarse un orificio fistuloso dentario radicular.
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Procedente del osario de Sant Martí de Nagol, se encontró un radio izquierdo, perteneciente a un individuo adulto de sexo indeterminable, que presentaba una exostosis algo por encima de la mitad de su borde interno. La exostosis muestra la presencia de múltiples cavitaciones más o menos circulares y la radiografía permite apreciar una línea tenue de separación de la diáfisis. Nuestro diagnóstico fue que probablemente se trataba de un osteocondroma (CAMPILLO, 1983). La necrópolis anexa a Sant Vicenp d'Enclar ha sido meticulosamente estudiada por (1990) y merece un comentario. Se trataba de un lugar de tránsito que estuvo custodiado por el castillo de Sant Vicenq, cuyos guardianes exigían el pago de un peaje. Según parece, tras un pacto, el conde de Foix lo mandó derruir en 1288. Llama la atención que en un área de la necrópolis donde todos los individuos son varones, se da un número elevado de traumatismos, aunque no hay heridas que puedan etiquetarse como secundarias al empleo de armas y excepto una todas ellas pueden ser de tipo contuso o por caídas fortuitas. VIVES
Fracturas craneales en Sant Vicenp d'Enclar. Están presentes en seis individuos. 1) Un cráneo que carece de número de registro, perteneciente a un individuo maduro, presenta varias fisuras; la más importante, horizontal, se inicia en las proximidades de la sutura coronal derecha, cruza todo el frontal y finaliza junto a la escama occipital izquierda. Otras líneas de fractura se unen a ésta a nivel del hueso temporal. Dado el avanzado grado de cicatrización, hay que suponer una prolongada supervivencia siendo difícil deducir la importancia de las secuelas neurológicas, probablemente importantes (CAMPILLO, 1984). 2) La calota del individuo SVE.C1,3 presenta una lesión irregularmente circular, parasagital izquierda, más amplia en el endocráneo, que interfiere un surco importante de la arteria meníngea media; ello nos hace suponer que pudo haber sido la causa de la muerte por un hematoma epidural agudo (VIVES, 1987). 3) El individuo SVE.C1,7 presenta una contusión parietal derecha con u instrumento agudo (VivEs, 1987). 4) El individuo SVC.C1,14 presenta una lesión contusa parietal derecha, con fractura endocraneal de la vítrea y una desviación probablemente traumática del tabique nasal (VIVES, 1987). 5) Los individuos C2,10 y SVE,B,3 presentan desviaciones en sus tabiques nasales (VivEs, 1987). 6) El individuo SVE,B,2 preenta una antigua fractura contusa bien consolidada parietal derecha (VIVES, 1987). Fracturas postcraneales en Sant Vicenp d'Enclar. Los individuos B-2, B-4, C1-1, C1-2, F3-F4 y C2-8, respectivamente, presentan las siguientes lesiones: fractura por aplastamiento bien consolidada del escafoides del pie; fractura del tercio medio del peroné derecho, bien consolidada; fractura del tercio inferior del peroné derecho, bien consolidada; fractura de la cavidad glenoidea externa de la tibia derecha (VIVES, 1987). RESTOS PROCEDENTES DE LA "RETAL BASÍLICA DE SANTA MARIA" (RIPOLL, RIPOLLÉS). En el subsuelo de la actual basílica, la tercera situada en el mismo lugar y que fue consagrada en 1032, la excavación realizada en 1972 (RIPOLL et al., 1978) puso al descubierto quince tumbas de las
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Fig. 3. Fragmento de la calota del individuo n.º 14 de "Sant Vicenc d'Enclar" (Andorra), que muestra por su cara interna una fractura con hundimiento de la vítrea, bien cicatrizada.
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Fig. 4. Escafoides del pie con una fractura por hundimiento, bien cicatrizada, en un individuo exhumado en "Sant Viceng d'Enclar" (Andorra).
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que se exhumaron un mínimo de 37 individuos, muchos de los cuales presentaban interesantes alteraciones patológicas (CAMPILLO y VIVES, 1978). Las lesiones traumáticas, en este yacimiento, representan el 19,9% de la patología. El individuo III presenta una fractura por enclavamiento del húmero derecho; el XIII muestra un hundimiento craneal frontoparietal bien cicatrizado; el XIV(B) muestra un aplastamiento vertebral lumbar tipo Kümmel; el V(1) es un politraumatizado que comentaremos por separado; el XXI, con fractura de tres costillas, es el único individuo de probable sexo femenino traumatizado. El esqueleto V(1) corresponde a un adulto muy robusto de sexo masculino que presenta tres lesiones, a nuestro entender, sufridas en un mismo accidente: 1) hundimiento frontal izquierdo que se comunica con el seno frontal y éste con el endocráneo y la órbita del mismo lado, 2) fractura del húmero derecho con enclavamiento superior, 3) osteítis de la clavícula izquierda, que está muy deformada. Nosotros interpretamos los hechos de la siguiente manera: el individuo probablemente a caballo recibe un impacto con un arma contundente (maza, porra, proyectil de honda, etc.), que origina el hundimiento frontal y la caída al suelo, en la que apoya el brazo derecho para frenar el golpe y se produce la fractura del húmero por enclavamiento, así como la de la clavícula seguramente con herida abierta. A consecuencia de las heridas tienen lugar infecciones, una frontal con sinusitis, epiduritis frontal y tal vez celulitis orbitaria izquierda, que pudo originar la pérdida de ese ojo. La fractura abierta de la clavícula origina su osteítis y tal vez también la de la fractura humeral. Estas infecciones se ven apoyadas por las reacciones óseas bien visibles en la inspección macroscópica y en el estudio radiográfico. Las lesiones de este individuo tuvieron lugar en una acción bélica y posiblemente las de algunos de los otros mencionados también, pues no debemos olvidar que en ese período las contiendas guerreras eran continuas. Con todo, este individuo sobrevivió mucho tiempo a estas lesiones, pues todas las heridas están bien cicatrizadas. Como ya hemos indicado antes, las afecciones reumatoides también fueron frecuentes en Ripoll, estando presentes en el 32,4% de los individuos, pero debemos destacar la presencia de dos casos de espondiloartritis anquilopoyética o enfermedad de Bechterew, detectada en los individuos XIII-A y XXII. Dentro de la patología infecciosa, merecen destacarse las lesiones que afectan a las costillas del individuo XIV-C, que resultan sospechosas de haber sufrido una osteítis tuberculosa. El aspecto de las lesiones, su situación y las radiografías las hacen compatibles con esta etiología, nada excepcional a nivel costal, pues ocupa en incidencia el segundo lugar después de la espondilitis tuberculosa o mal de Pott (CAMPILLO, 1989). Las caries dentarias están presentes en el 30% de los individuos. La enfermedad períodontal, las fístulas, el desgaste y los acúmulos de sarro también son factores destacables (VIVEs, 1990). SANT LLORENQ PROP DE BAGA. Cabe destacar en este yacimiento las lesiones observadas por CHIMENOS (1989) en la mandíbula n.' 439, que presenta en el borde inferior del cuerpo mandibular una oquedad sospechosa de ser secundaria a un tumor mixto o a un adenoma pleomorfo de la glándula submaxilar. CRIBRA ORBITALIA. Es una lesión desconocida en la práctica médica. Ha sido detectada con mucha frecuencia en paleopatología, siendo objeto de muchas polémicas, sobre todo en
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Fig. 5. Radiografía de una espondiloartrosis, en un individuo de época Altomedieval, exhumado en la "Reial Basílica de Santa Maria" (Ripoll, Ripollés).
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cuanto a su etiología (CAMPILLO et al., 1990). En Cataluña, en época medieval ha mostrado alta incidencia (VIVES, 1990), pero en el área que aquí estamos estudiando tenemos constancia de siete casos: uno en Sant Martí de Nagol (Andorra), dos en Sant Vivenq del Rus (Berguedá) y cuatro en Sant Lloren prop de Baga (Berguedá). Esta afección, que se ha correlacionado mucho con las osteoporosis hiperostósicas, a su vez relacionadas con las B-talasemias y el paludismo, tendría un franco predominio en las zonas pantanosas, pero precisamente en las comarcas en que la hemos detectado en la actualidad no se dan estas circunstancias ni en períodos recientes el paludismo fue endémico. Como quiera que esta alteración no parece exclusiva de las anemias tendremos que pensar que se debieron a problemas nutricionales o fueron secundarias a procesos infecciosos. CONCLUSIONES
No es posible llegar a unas conclusiones ponderadas sobre la patología observada en la región objeto de nuestro estudio ni tampoco relacionar los dos períodos estudiados. Ni el número de casos es suficiente y los núcleos de población son demasiado dispersos, habiendo alguna comarca que ni tan siquiera es representada. La patología es la más habitualmente encontrada en los estudios paleopatológicos, si bien el precario estado dentario de la población, la abundancia de traumatismos y las importantes alteraciones artrósicas en unas poblaciones en que no se alcanza fácilmente la senectud, a lo que hay que sumar una tasa alta de mortalidad infantil, nos hacen llegar a la conclusión de que en ambos períodos la vida fue dura y la alimentación precaria. Para llegar a unas conclusiones más válidas habremos de esperar al estudio meticuloso de nuevos yacimientos que nos aporten un mayor número de datos susceptibles de una mejor interpretación.
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