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El valor de un equipo directivo Una unión que nos hace más fuertes, también frente a

EL VALOR DE UN EQUIPO DIRECTIVO

VICENT MAÑES BERTOLÍN.

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Diplomado en Magisterio por la Universidad de Valencia en la especialidad de Lengua y Literatura inglesa y española; Licenciado en Psicología por la Universidad de Valencia; Máster en Psicología Clínica por el Centro de Terapia de Conducta de Valencia. Maestro de Primaria e inglés desde 1986; Psicopedagogo en el Servicio Psicopedagógico Escolar de Ibi (Alicante); Director de un Centro Público de Infantil y Primaria desde 1996 en Catarroja (Valencia). Miembro de la Junta Permanente de directores de Valencia; miembro fundador de la Asociación de Directoras y Directores de Infantil y Primaria del País Valencia (ADIP-PV) creada en febrero de 2005; Vicepresidente de ADIP-PV durante ocho años; ha participado en numerosas ocasiones en comisiones de selección de equipos directivos; en la actualidad es miembro de la Junta Directiva de dicha asociación y presidente de FEDEIP desde julio de 2019. fedeip15@gmail.com

“Sea cual fuere el enfoque organizativo predominante en un centro educativo, las personas que desarrollan tareas directivas en él y la forma de ejercerlas tienen una importancia decisiva para el desarrollo de la institución.” (Antúnez, 1990) “Tanto la investigación educativa como la experiencia confirman la importancia de una direcciónescolar adecuada para tener unas escuelas de calidad, de tal forma que es posible afirmar que detrásde una buena escuela, siempre hay un buen director o directora que la lidera y dirige.” (MartínezLobato, 2006) Una sencilla búsqueda en Google nos mostrará la gran cantidad de estudios y publicaciones quedesde hace décadas dan cuenta de la importancia que se le da a la dirección escolar como un factorclave de la eficacia escolar. Que la dirección es uno de los factores que más influencia tiene en el rendimiento escolar es un hecho innegable. En la prensa especializada e incluso en la generalistapodríamos encontrar infinidad de artículos con aseveraciones como “La dirección de los centroseducativos se identifica como factor clave para la calidad del sistema educativo.”; “La función directiva y la autonomía pedagógica, organizativa y de gestión de los centros educativos sonfactores que favorecen la calidad de las enseñanzas, a los que los poderes públicos deberían prestaruna atención prioritaria.”; “La gestión escolar es una encrucijada entre lo burocrático -administrativo, lo económico, lo curricular, lo ideológico, lo pedagógico y la innovación educativa, es decir, abraza toda la dimensión organizativa de un centro de enseñanza.”; “Liderar a órganoscolegiados que tienen como propias las competencias en materia de autonomía pedagógica,organizativa y de gestión, supone contar con un personal directivo muy cualificado, capaz demotivar y convencer a la comunidad educativa, influyendo en sus conductas en relación a losobjetivos del trabajo a realizar en busca de dotar de calidad y equidad al servicio público”. Las diferentes leyes de educación que han sido aprobadas por diferentes gobiernos desde 1970 (Ley General de Educación, 1970; LOECE, 1980; LODE, 1985; LOGSE, 1990; LOPEG, 1995); LOCE, 2002; LOE, 2006; LOMCE, 2013; LOMLOE, 2020) tienen desafortunadamente en común dos aspectos fundamentales: ninguna ha contado con el consenso político y social que asegure su permanencia relativamente estable en el tiempo y todas adolecen de no haber definido un modeloclaro de dirección escolar. Si bien todos los legisladores coinciden en la importancia del papel delequipo directivo en el buen funcionamiento de la institución escolar y en la mejora de los aprendizajes de los alumnos, ningún gobierno ha establecido ni desarrollado un modelo coherenteque regule la función directiva en las enseñanzas no universitarias. Siempre se ha pasado depuntillas por aspectos tan importantes como la formación inicial y continua, las competencias profesionales del equipo directivo, las diferencias entre selección y elección del director o directora o cómo compaginar la función directiva con la función docente de las personas que ocupan cargos directivos, por citar tan solo algunos ejemplos.

En FEDEIP somos sensibles a las preocupaciones en el día a día de los equipos directivos y hemospodido comprobar que la labor que estamos desarrollando en nuestras escuelas es cada día máscompleja y difícil por la gran carga de trabajo y responsabilidad que se nos exige y por el escaso reconocimiento profesional que tenemos. Es un hecho que el ejercicio de la dirección escolar noresulta atractivo para el conjunto del profesorado y que en muchos casos las candidaturas en losprocesos de selección escasean. Seguimos dando tumbos para conjugar la participación de lacomunidad educativa con la selección de los mejores profesionales para asumir la dirección. Muchos directores y directoras abandonan pronto la dirección o consideran que su paso por el cargo es un paréntesis en su carrera docente y se consideran sobre todos maestros o maestras, no directivos cualificados. No se ha definido todavía qué perfil han de tener los integrantes del equipodirectivo respecto a sus aptitudes pedagógicas y directivas (¿el mejor director o directora ha de sernecesariamente el mejor maestro o maestra?;¿si no se imparte docencia directa no se puede ser un buen director o directora?) y el debate siempre se ha solucionado atribuyendo más o menos carga lectiva a los miembros del equipo. Tampoco, a pesar que se nos exige ejercer el liderazgo pedagógico de nuestro equipo docente, contamos con la necesaria autonomía para poder influir deforma relevante en el contenido de los aprendizajes de nuestro alumnado o en la selección delprofesorado más adecuado para poder llevar a cabo nuestros proyectos. De los datos obtenidos en la encuesta realizada el mes de marzo por ADIP-PV, la asociación de directoras y directores de Infantil y Primaria del País Valenciano, podemos concluir que la mayoría de los encuestados consideran muy necesario dar más importancia al liderazgo pedagógico en elejercicio de la dirección, creen que hay que profesionalizarla y establecer el conjunto decompetencias (más que de tareas o funciones) necesarias para ejercerla, otorgan un papeldeterminante a la comunidad educativa en el proceso deselección y evaluación, opinan que hay que fomentar el liderazgo distribuido y compartido, estiman necesaria la regulación de la formacióninicial y continua en consonancia con las competencias directivas exigidas y demandan más autonomía para los equiposdirectivos así como un mayor reconocimiento y el establecimiento de lacarrera profesional. Conscientes como somos de la falta de acuerdo político en una materia tan sensible como la educación y de la complejidad de nuestro sistema legislativo que ha de contemplar las diferencias territoriales que un estado autonómico exige, desde FEDEIP hacemos propuestas e intentamos influir en la toma de decisiones respecto a todos los aspectos que arriba hemos destacado, así como sobre cualquier otro que afecte al ejercicio de la dirección. El pasado mes de abril nos reunimos con la ministra Celaá y con el secretario de estado Alejandro Tiana no sólo para transmitirles todas esaspreocupaciones sino también para sugerir determinadas líneas de actuación. Propusimos la necesidad de establecer una normativa básica de ámbito estatal sobre la dirección escolar. Sugerimos avanzar en el marco para la buena dirección escolar centrado en cuatro ejes: capacitación, selección, ejercicio y carrera profesional. Les planteamos la necesidad de un estudio de ámbito nacional que recoja datos sobre presentación de candidaturas a la dirección de centros. Por último,expresamos la necesidad de mejorar la formaciónde los equipos directivos y de colaborar con las universidades y sugerimos lacreación un Instituto de Liderazgo Educativo. No puede haber una educación de calidad, integral, inclusiva, ilusionante, comprometida, innovadora y emocionante sin equipos directivos formados, profesionales, empáticos, creativos, con capacidad de liderazgo. FEDEIP seguirá insistiendo para que además de con buenas palabras sereconozca con hechos y acciones concretas el valor de un buen equipo directivo.

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