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QUÉ SON LOS NFTS?

…Y PORQUÉ DEBERÍA IMPORTARNOS?

Uno de los acrónimos más comentados de internet en los últimos meses – cuyo significado es token no fungible – está redefiniendo la propiedad digital. Pero, ¿de verdad los NFTs van a revolucionar la industria musical, devolver el poder a los artistas, brindar nuevas fuentes de ingreso y asegurar que los artistas van a ser pagados justa y automáticamente por su trabajo? ¿O es otro ejercicio de ego para los inversores de cripto, con un impacto medioambiental importante? Nuestro compañero y editor de tecnología digital en DJ Mag Reino Unido, Declan McGlynn lo investiga…

Words: DECLAN MCGLYNN Imágenes: MATHIEU FORTIN Traducción: EDUARDO P. WAASDORP

La mayor parte de las primeras experiencias de la gente con los NFTs han ocurrido, probablemente, en los últimos meses. También es probable que haya habido una buena dosis de confusión. Viendo como GIFs de gatos y de esqueletos haciendo twerking se vendían por cantidades de seis cifras, las preguntas empezaron a emerger en torno a los motivos, validez y propósito detrás de las subastas de NFTs.

En marzo, el DJ y productor estadounidense 3Lau vendió su primera colección de NFTs (33 en total) por 11,7 millones de dólares, Rihcie Hawtin celebró el día 303 con una serie de subastas de fotos originales de su TB-303 personal, Grimes vendió su arte de fantasía digital por 6 millones y Steve Aoki su colección ‘Dream Catcher’ por 4,25 millones. Más tarde, ese mismo mes, Aphex Twin vendió un único clip audiovisual que hizo con su colaborador de toda la vida, Weirdcore, por un poco más de 128 mil dólares.

Dadas las ingentes cantidades de dinero involucradas en estas transacciones, sin mencionar la confusión y desinformación inicial en torno a los NFTs en general, la opinión pública quedó

dividida entre los que pesaban que son el comienzo legítimo de una nueva revolución en la propiedad digital; los que creen que es otro juego para los ricos; y los que opinan que es una jugarreta efímera del mercado cripto.

Así que, ¿cuál es la verdad? Investiguemos…

¿QUÉ SON LOS NFTs?

Un NFT es un token (en informática: una referencia, un identificador), un archivo tipo, que guarda información sobre la propiedad digital y vive en el blockchain de Ethereum (un “libro de registro” online que guarda datos de forma segura). NFT son las siglas de non-fungible token (token no fungible). Un ítem fungible es algo que puede intercambiarse por algo equivalente en valor, porque vale lo mismo, como una moneda de un euro vale lo mismo que otra moneda de un euro. “No fungible” se refiere a algo único, que no puede intercambiarse por algo equivalente, como una pintura única o un cromo de fútbol o de Pokemon muy raro. Pero el nombre no es lo importante. La existencia de un NFT y cualquier cambio, como la venta e intercambio, queda permanentemente registrado en el blockchain. Cada “bloque” está conectado, lo que los hace ultra-seguros: cada cambio se comprueba con otros bloques para asegurar su consistencia. También está descentralizado, por lo que no hay un solo servidor mundial que guarde toda la información, así que es más difícil de manipular.

Los NFTs son los tokens que definen la propiedad y los metadatos de un activo digital, no son el activo en si mismo. Un artista podría ofrecer los derechos exclusivos de un archivo como parte de la subasta – como el sample pack NFT que subastó Illmind – pero no es algo que sea estándar en todos los NFTs. En el caso de la música, sea un track completo o un clip, podría haber una URL asociada al archivo en cuestión (wav, mp3, etc) como parte de la venta del NFT. Solo estáis comprando el NFT en sí mismo y mientras que puedes tener acceso al archivo, eso no impide al artista poder subirlo al típico DSP (demand side platform) y a servicios como Bandcamp, YouTube o Spotify, o imprimirlo en vinilo.

La siguiente pregunta lógica es: ¿porqué pagarías miles de euros por un archivo al que todo el mundo tiene acceso? ¿Además de que cualquier archivo digital puede ser copiado, compartido, descargado y re-subido gratuitamente? Aquí está el que probablemente sea el concepto más difícil de entender y el que le da valor a los NFTs y tiene que ver con el concepto de escasez digital.

BLOCKCHAIN

“Lo bueno de publicar medios en el blockchain es que el blockchain puede hacer que ese medio sea escaso y valioso, en el sentido de escaso y valioso que existía antes de que internet permitiese a todo el mundo piratear las cosas”, dice Trevor McFedris, DJ y productor que trabajó con Ke$ha, Katie Perry, BANKS y Steve Aoki durante el final de los 2000 y a principios de los 2010. También ha co-creado a la influencer virtual Lil Miquela, que tiene más de 3 millones de seguidores en Instagram y que ha vendido su propia colección de NFTs en noviembre de 2020 por 82 mil dóares (que en su momento fue la venta de mayor valor en la web de subastas de NFTs, SuperRare). El dinero se donó a la ONG Black Girls Code.

“Lo realmente bueno de verdad es que el blockchain puede hacer que un sea medio escaso, pero también universalmente accesible”, continúa. “Cualquiera puede disfrutar de un medio en concreto, pero alguien también puede ser dueño de ese medio”. Hasta hace poco, era casi imposible asignar un valor a un archivo digital. Los contenidos de ese archivo podían tener un valor emocional para el oyente, lector o espectador, pero el archivo en sí mismo no valía nada.

Cuando subís una imagen a Instagram, por ejemplo, Instagram pasa a ser técnicamente el dueño de esa imagen y de los derechos para hacer lo que quiera con ella. Si Instagram quiebra o es eliminado para siempre, todas vuestras imágenes también. Para productores y DJs, si SoundCloud o Mixcloud desaparecen mañana, vuestros mixes y tracks se van con ellos, junto a vuestros seguidores. De la misma forma que si una nueva plataforma aparece, tendréis que empezar de cero, subiendo vuestros tracks y fotos (y no podréis llevaros a vuestros seguidores). SoundCloud es dueño de ellos también. Mientras que esto no beneficia al usuario, tiene tremendos beneficios (valga la redundancia) para las plataformas que usan vuestro contenido gratuito para entrenar su Inteligencia Artificial (IA), construir sets de datos y registrar la interacción entre usuarios para añadir valor a sus inversores o sus IPOs (Initial Public Offerings). De hecho, el 43% del tráfico de internet se canaliza a través de solo seis empresas.

Las discusiones en torno a una alternativa “descentralizada” – conocido como Web 3.0 – no son nada nuevo, pero la conversación se ha acelerado por la explosión de la popularidad de las subastas de NFTs. La teoría es que cada archivo está almacenado en una red p2p (peer-to-peer), como en un torrent, y la falta de datos y tráfico centralizado se traduce en que el usuario no está atado a ninguna plataforma y puede controlar su propia huella digital. Esta nueva utopía también permitiría a los artistas controlar todos los aspectos de su música, incluyendo establecer sus propias tarifas de streaming por track, crear contratos inteligentes que automáticamente dividan y paguen royalties globales en tiempo real e incluso asignar una tasa de royalties por “segundas ventas” para que cualquier venta futura de un NFT, vaya a su creador original.

“Los NFTs pueden permitir al artista reclamar el valor que ha ido a las plataformas en los últimos 20 años”, dice McFedries.

Trevor McFedries

“La música es el producto más valioso de internet y los artistas se están dando cuenta de ello, ya que los NFTs les devuelven ese valor a ellos, en lugar de a Facebook, Spotify, etc”.

REMUNERACIÓN INADECUADA

No hay duda de que la Web 2.0 ha fallado a los artistas. Una encuesta del Sindicato de Músicos de Reino Unido hecha en diciembre de 2020 reveló las “sorprendentes e insuficientes ganancias que la mayoría de los creadores de música reciben del streaming”. Mostró que el 82% de los artistas encuestados ganaron menos de 200£, el 50% dijo que sus ingresos de música garbada habían bajado en los últimos 10 años y el 43% dijo que el insuficiente pago por streaming había provocado que tuvieran que buscarse un trabajo fuera de la música.

Los datos también han sido oscurecidos por la Web 2.0. Un informe sobre los datos musicales realizado por el gobierno de Reino Unido encontró que “el crecimiento de nuevos servicios de streaming y plataformas, cada uno con sus propios métodos de gestión de datos, ha supuesto que haya un alto potencial de errores y conflicto, además de una amenaza creciente para la capacidad de los artistas de ganar atribuciones y remuneración por su trabajo”. Dicho de forma más simple: cada vez es más difícil saber quién debe qué a quién.

Al mismo tiempo, las ventas de vinilos incrementaron un 40% en 2020 y, como ejemplo, el Bandcamp Friday consiguió que muchísimos artistas y sellos independientes pudiesen cobrar millones. En un podcast reciente para fabric Londres, la representante de sellos de Bandcamp UK, Aly Gilani, dijo que el 40% de los compradores pagaron más del precio sugerido cuando se les dio la opción de pagar lo que quisieran. Estas tendencias muestran que los fans quieren apoyar a sus artista favoritos, más allá de una suscripción a un servicio de streaming. Y mientras los directos y DJ sets llenaban ese vacío de ingresos antes de 2020, la ausencia de pagos por actuaciones de este año ha puesto el foco con fuerza en las pobres condiciones que muchos artistas enfrentan en la economía del streaming.

En teoría, la Web 3.0 es un prospecto emocionante que seguramente gustará a la gran mayoría de artistas independientes que estén leyendo este artículo. Los NFTs son uno de los primeros derivados de la Web 3.0 que ha trascendido los chats de Discord e hilos de Reddit de aquellos involucrados en la tecnología, y ha conseguido llegar a las masas. De forma rápida – y quizá prematura – se han convertido en el estandarte del potencial de la Web 3.0, pero como muchos otros conceptos de este tipo, sigue en desarrollo y no está listo para un mercado de masas. Además, hay muchas preguntas que siguen sin responderse.

COMPARTIR LA RIQUEZA

Una de las más comunes gira en torno a compartir la riqueza: Claro, Disclosure pueden crear un track en directo en Twitch, acuñarlo como un NFT y venderlo por 40 mil, pero ¿cómo beneficia eso a la siguiente generación de artistas? Ver como grandes nombres se embolsan cantidades de seis cifras en sus subastas puede cabrear un poco a artistas que han pasado los últimos 12 meses sin poder hacer ni una actuación, luchando por llegar a fin de mes.

“Si no tienes una audiencia lo bastante grande, la probabilidad de ver un retorno considerable por postear un video en loop en una web de subastas es bastante bajo”, explica Mat Dryhurst, músico, investigador y ponente del Instituto Clive Davies de Música Grabada, centro adscrito a la Universidad de Nueva York. Él y su mujer, la artista Holly Herndon, tienen un podcast llamado Interdependence, auto-descrito como “una conversación con cifras que busca dar forma a la cultura del siglo 21”. Durante el último año, ha cubierto temas como la nueva economía del clubbing, con Richie Hawtin; la campaña #BrokenRecord de Tom Gray, que llevó a Spotify al Parlamento de Reino Unido; o ha invitado al artista visual David Rudnick, cuyo NFT ‘Stem’ se vendió por 20 mil dólares en febrero. Su episodio ‘NFTs for N00bs’ (NFTs para novatos) vale mucho la pena.

“La forma en la que los artistas que están al margen han trascendido sus limitaciones ha sido creando escenas”, dice Dryhurst. “Y las herramientas de la Web 3.0 son las más potentes que he visto en mi vida que pueden hacer eso posible. Investigar el espacio y tener ideas para lo que se viene es la mejor apuesta”.

Jacques Greene

“Hay que jugar con los nuevos modelos e incentivos por vuestro trabajo. Hay formas de competir en el mercado, pero no puedes hacer lo mismo que Drake va a hacer y esperar destacar”. - TREVOR MCFEDRIES

Jacques Greene, Promise

“¡Hay que innovar!”, asiente McFedries. “Hay que jugar con los nuevos modelos e incentivos por vuestro trabajo. Hay formas de competir en el mercado, pero no puedes hacer lo mismo que Drake va a hacer y esperar destacar”.

INNOVACIÓN

Jacques Greene es un productor y DJ canadiense que recientemente ha creado un clip de seis segundos con visuales como NFT y lo ha vendido en el popular mercado Foundation por 13 Ethereums (criptomoneda), que equivalen aproximadamente a 19 mil euros. Mientras que el perfil de Jacques no es pequeño – tiene una longeva relación con el reverenciado sello escocés LuckyMe y ha viajado mucho por el mundo durante la última década – está más cerca de lo que muchos considerarían un artista underground, que de los antes mencionados “grandes nombres”. Irónicamente, la innovación de Greene llegó en la forma del publishing tradicional.

“Cuando estuvimos considerando subir algo, hubo una serie de preguntas: si subíamos toda una canción, solo como una canción, era como que no estábamos pensando lo suficiente sobre las posibilidades; hacer solo una pieza de arte parecía poco sincero, porque todo lo que tenía eran piezas colaborativas o totalmente comisionadas a artistas digitales. Así que mi manager preguntó: “¿Por qué no lo respaldamos con algo que implique al mundo real?”.

Se preparó un documento legal para transferir los derechos editoriales del track al ganador de la subasta, guardando el derecho de Greene a aprobar cualquier acuerdo de licencia. “LuckyMe (el sello) iba a retener los derechos del master, yo me quedaba con los derechos de interpretación y el ganador de la subasta ahora es dueño de los derechos editoriales. Queda en manos del ganador registrar esa información y entonces le pondremos en los papeles legales del track. Por escrito quedó reflejado que yo tendría que aprobar su uso. Por ejemplo, el ganador de la subasta no podía llegar un día y decir: ‘¡¿Adivina?! ¡Tu track ahora va a aparecer en el anuncio del ejército de EEUU! (risas)”.

Como coincidencia, fue McFedries quien ganó la subasta. “Lo vi como un trozo de historia”, nos cuenta. “Una oportunidad de darle más valor que un editor tradicional. Quería tomar esta canción e intentar crear sincronizaciones y otras oportunidades de valor añadido, que pudieran incrementar el valor del NFT a largo plazo. Esperemos que eso incentive a otros artistas a explorar experimentos similares”.

Hay otros ejemplos de artistas que han acuñado NFTs relacionados con la música a un precio más modesto, incluido el productor británico Mr. Mitch, cuyo primer NFT tiene una reserva de 171 dólares. La artista, productora, cantante y prolífica creadora de NFTs, Latashá, de Brooklyn, vendió un visualizador asociado con uno de sus nuevos tracks por 1923 dólares y ha ganado cerca de 7 mil dólares en ventas de NFTs hasta ahora. “Esto me está permitiendo vivir bien”, le contó a Vice. “Siendo una mujer, negra, creativa, que no tiene mucho dinero o privilegios para crear cosas, esto me da cierto aire”. Otro ejemplo es el productor francés Maelstrom, que incluyó los stems de su track, además de los presets de hardware de un Elektron Analog Four como parte de la subasta de su NFT, que en estos momentos está en 0,15 Ethereum, unos 223€.

Greene ve estas subastas como algo más cercano a una nueva fuente de ingresos para artistas más pequeños. “Quizá sea interesante si tu canción se sube a Spotify y Bandcamp y se prensa en vinilo”, dice Greene. “Pero también hay una copia que existe en esta web y alguien que sea súper fan o un Patreon o lo que sea, podría apoyarla con 2000 dólares. Quizá es otra fuente de ingresos que puedes usar para compensar cualquier coste”.

El experimento de Greene dio sus frutos, pero tampoco está forzándose a acuñar NFTs con cada nuevo release que va a sacar. “Creo que parte del cerebro piensa: ‘¡Wow, tuvimos tan buen resultado en la subasta! ¡Deberíamos dedicarnos al cripto y hacer de todo un token’. Pero, sinceramente, darme cuenta del poder que tiene esto me ha hecho tomarlo muy en serio”.

IMPACTO MEDIOAMBIENTAL

El debate se cierne sobre los NFTs o, más concretamente sobre el cripto y el impacto medioambiental del blockchain. Los matices y detalles son sumamente importantes y discutir todos los aspectos sería demasiado denso para este ya denso artículo. Pero es suficiente con decir que el blockchain de Ethereum usa una serie

avanzada de criptografías para poder decidir si una transacción es válida. Las personas conocidas como “mineros” intentan solucionar estos rompecabezas con ordenadores súper potentes y con muchísimos recursos – un proceso llamado Proof Of Work (Prueba de Trabajo) – y aquellos que lo hacen son premiados con criptomonedas. Para aquellos que fallan, ha sido todo para nada, con una gran cantidad de potencia computacional desperdiciada en el proceso.

Ha habido varias soluciones propuestas para tratar con la amenaza medioambiental que supone Ethereum, incluyendo el cambio a un tipo diferente de verificación llamado ‘Proof of Stake’ (Prueba de Participación), pero lleva “en proceso” desde 2018. El marketplace de NFTs, Zora, hizo aportes en compensación por haber generado 50 toneladas de carbón a una granja eólica en Honduras y a un proyecto que protege la selva amazónica para intentar paliar parte del problema. En un intento para reafirmarse y disipar mitos, SuperRare posteó una larga explicación en Medium, que incluía la frase: “Acuñar y comerciar con NFTs no incrementa las emisiones de carbono de Ethereum”. Otros no han estado de acuerdo, diciendo que contribuyendo al hype creado en torno a los NFTs, los artistas están incrementando la demanda de ETH, lo que significa que se necesitan más mineros y, como consecuencia, se aumentan las emisiones de carbono. SuperRare también se ha comprometido a compensar sus emisiones.

Dada la novedad de las subastas de NFTs, muy pocos datos han sido revisados por pares por expertos independientes, así que tal y como está todo, la problemática sigue sin resolverse y con toda su controversia. Las soluciones potenciales siguen en desarrollo y vale la pena añadir que tanto el streaming como la fabricación de vinilos están sujetos a sus propias críticas por ser dañinos con el medio ambiente.

CAMBIO

Hasta el momento, hemos revisado el concepto de subasta de NFTs, incluyendo estudios de casos de alto perfil, así como ejemplos más innovadores de artistas más pequeños. Pero juzgar los NFTs solo por las subastas sería subestimar muchísimo su potencial a la hora de resolver problemas del mundo real en la industria musical y más allá. Así que, ¿cómo podría un NFT cambiar algo en la situación de DJs y productores?

“Primero, es importante entender que un NFT es solo un archivo tipo, como un elemento mp3 o un HTML; será usado de millones de formas”, dice Dryhurst. “Lo que pasa es que muchos artistas están encontrando este espacio por primera vez con las noticias de subastas de GIFs por millones de dólares y eso puede ser muy confuso. Los NFTs, como tipos de archivo, seguramente jueguen un papel en la construcción de nuevos sistemas económicos para que grupos de artistas experimenten con diferentes formas de recaudar fondos y compartir cosas con la gente”.

Un ejemplo de ello son los royalties por actuación. DJ Mag ha hecho artículos extensos sobre los millones de euros que se pierden al año en royalties sin reclamar y sin asignar. Muchos DJs no presentan bien o directamente no entregan sus set lists a las organizaciones de derechos de autor después de los bolos, y el dinero que pagan clubes y festivales por las licencias no son pagados a los artistas cuya música fue reproducida en el evento. Es un problema mundial, ya que las asociaciones de derechos de diferentes países operan con diferentes bases de datos y prioridades. Si un DJ actúa en cuatro países en un fin de semana, los retos son todavía mayores, especialmente a la hora de registrar los datos y pagar a los artistas de forma adecuada. En teoría, un NFT podría guardar la información

“Creo que parte del cerebro piensa: ‘!Wow, tuvimos tan buen resultado en la subasta! ¡Deberíamos dedicarnos al cripto y hacer de todo un token’. Pero, sinceramente, darme cuenta del poder que tiene esto me ha hecho tomarlo muy en serio”. - JACQUES GREENE

sobre los créditos de producción, composición, ingenieros de mezcla o cualquiera que tenga royalties asociados a un track y cuál debería ser el porcentaje repartido a cada uno. La descentralización significa que estaría en manos de la sociedad de derechos de autor de cada país presentar los datos, solventando el problema tremendo que existe con la administración y las bases de datos.

Lo mejor de todo sería que, una vez los datos sean entregados a través de la Tecnología de Reconocimiento Musical (Music Recognition Technology, una especie de caja estilo Shazam, que está instalada en los clubes) o mediante servicios para DJs en la nube como Beatport LINK, los pagos podrían hacerse instantáneamente y automáticamente, en lugar de tener que esperar que las sociedades de derechos paguen cada cuatrimestre. Esto se conoce como Contrato Inteligente (la artista Imogen Heap escribió sobre sus usos prácticos en profundidad en 2018). Es un buen ejemplo de cómo los NFTs y la Web 3.0 en general podría beneficiar el mundo de la música electrónica. Y, a medida que la profesión de DJ va cada vez más de camino hacia la nube, no pasará mucho tiempo antes de que los miles de tracks reproducidos en los miles de bares y clubes del mundo puedan registrarse al instante, en tiempo real.

Fuera del mundo de los DJs, la startup Bluebox, propiedad de Ditto Music, busca reclamar los “2 mil millones de dólares perdidos en royalties cada año” con una serie de herramientas basadas en el blockchain para los creadores. Una subasta reciente de Chance The Rapper vendió el 75% de los royalties de un release que todavía está por publicar – los fans pueden pujar sobre el copyright y el ganador podrá cobrar los royalties digitales automáticamente mediante Bluebox –. Es otra jugada experimental en un espacio que de desarrolla con rapidez.

Los pagos de mercados secundarios también son un gran bonus para productores musicales. Como antiguo director general de Boiler Room – y ahora Director de Cultura de Zora – Michail Stangl declaró en Cadence: “Uno de los grandes problemas que tienen los amantes de la música electrónica es que un LP salga a la venta y vaya directo a Discogs por diez veces su precio. He visto el experimento de tokenizar elementos físicos como forma de que un artista pueda reclamar parte del valor de los mercados secundarios”. Al usar NFTs, los artistas podrían cobrar el 10% (o cualquier porcentaje que establezcan) de cualquier venta de su trabajo, de forma indefinida.

¿QUÉ ES LO SIGUIENTE?

Es fácil ver tanto a la Web 3.0, como al blockchain o los NFTs como soluciones y preguntarse cómo estas nuevas tecnologías podrán traducirse a plataformas ya reconocidas por los fans de la música, que estén menos interesados en la tecnología y solo quieran un acceso rápido, fácil y justo a la música. ¿Cómo podemos cambiar de los conceptos teóricos de propiedad a un uso en masa entre los oyentes de todo el mundo? Especialmente, si las plataformas que actualmente facilitan la escucha actualmente son las que van a acabar perdiendo. ¿Van a permitir que eso pase?

Spotify ya ha empezado su viaje hacia el blockchain, con la adquisición de Mediachain Labs en 2017, un startup que “estaba trabajando para aprovechar la tecnología blockchain para ayudar a solventar los problemas con las atribuciones”.

En marzo, el fondo Square INC., del co-fundador de Twitter, Jack Dorsey, adquirió el servicio de streaming TIDAL. Después, escribió varios tweets, alabando la visión original de TIDAL de ser “propiedad de artistas y dirigido por artistas” y que iban a continuar concentrados en proporcionar “herramientas más potentes para artistas, incluyendo nuevas formas de pago”. Square ha devuelto el control financiero a los individuos y siendo Dorsey un confeso amante del cripto, habiendo vendido su primer tweet como NFT por 2,9 millones de dólares, ¿podría llevar los conceptos detrás de Square y aplicarlos a TIDAL, dando a los artistas un escaparate para merchandising, NFTs, contratos inteligentes, tickets, música y más? Solo el tiempo lo dirá.

Los servicios de streaming basados en blockchain ya existen y uno de los más prometedores es Audius, cuyos asesores incluyen a artistas como Deadmau5, Rezz y RAC, el CEO de Beatport Robb McDanierls, el co-fundador de Twitch Justin Kan, y el antiguo manager de Avicii, Ash Pournouri. Dada su naturaleza descentralizada, la teoría es que eventualmente se convertirá en un ente autosuficiente, con control total de artistas, estableciendo sus propios precios por todo, desde la escucha de tracks individuales a experiencias de tú a tú en la vida real con artistas. Según el CEO de Audius, Roneil Rumburg, más de 100 mil artistas han subido sus tracks y más de cuatro millones de personas lo usan para escuchar música cada mes.

Otros servicios de streaming y música independientes incluyen la berlinesa Resonate; la plataforma gratuita de streaming y basada en blockchain, MusicCoin; y la recientemente fundada plataforma de trading basada en los NFTs musicales, Catalog, que hace poco declaró en un tweet haber recaudado más de 70 mil dólares para artistas en su primeras dos semanas de operaciones, con un precio de venta medio de 1700 dólares.

Que Spotify, TIDAL y otras aventuras en el blockchain acaben haciendo pagos más ajustados y justos para los artistas, o terminen como otra forma de posicionarse ellos mismos al frente de la cadena alimenticia en la siguiente evolución de internet, está por verse.

EL FUTURO

En un momento en el que muchos artistas, productores y DJs han pasado un año entero sin ingresos, las muestras obscenas

“El arte desinteresado se vende por cifras astronómicas todo el tiempo. Solo que no lo vemos. La Web 3.0 no ha inventado las muestras vulgares de riqueza, pero quizá nos da un atisbo para entender cómo funcionan las cosas actualmente, con más transparencia. Personalmente, pienso que es un medio bastante útil para poder construir algo mejor”. - MAT DRYHURST

asociadas con algunas subastas de arte NFT han despertado una preocupación justificable sobre lo que parece ser otra fiebre del oro para los inversores de cripto. Todo, falsamente adornado como un “nuevo horizonte” para los artistas.

“El arte desinteresado se vende por cifras astronómicas todo el tiempo. Solo que no lo vemos”, dice Dryhurst. “La Web 3.0 no ha inventado las muestras vulgares de riqueza, pero quizá nos da un atisbo para entender cómo funcionan las cosas actualmente, con más transparencia. Personalmente, pienso que es un medio bastante útil para poder construir algo mejor”.

Todavía queda un largo camino por recorrer para que los NFTs sean un futuro legítimo para devolverle la propiedad a los artistas; registren y paguen royalties a nivel mundial de forma precisa; se creen elementos coleccionables para los fans, a la vez que se permite que la música siga estando al alcance de todos; o se vendan experiencias únicas en el blockchain; y se acabe con la especulación de las entradas para eventos.

El elefante en la habitación del que no hemos hablado es que, de hecho, los NFTs no tienen un respaldo legal, todavía. Sí, puedes vender el compartir el 10% de los royalties, lo que se traduce en que el dueño original ganará un 10% de toda venta futura de ese NFT, pero no es algo válido en el “mundo real”. Al menos, no todavía. “Si yo fuera a vender un NFT en una web de subastas, estoy haciendo un acuerdo con el comprador de que solo es algo “real” dentro de la Web 3.0”, aclara Dryhurst. “Hay protecciones contra el abuso de eso, siendo el más grande el riesgo a la reputación. Si un artista rompe ese acuerdo, habrá menos probabilidades de que otros quieran hacer negocios con él.

“Pero para aclararlo, sí: el artista sigue reteniendo el copyright de esos trabajos en la ley del ‘mundo real’ y podría ir y licenciar o vender esa obra de arte en el mundo real sin repercusiones legales. Sospecho que no muchos lo harán, pero podrían hacerlo”.

Otra es que, mientras que el NFT en sí mismo vive en el blockchain indestructible, el archivo al que se vincula es susceptible de cualquiera de los problemas asociados con el hosting, incluso si está almacenado en una red segura p2p. El equipo detrás de Check My NFT advirtió en la publicación The Verge: “Si un disco duro falla, podría llevar a la pérdida permanente de los activos”.

Los acuerdos existentes entre los artistas y los sellos sobre los catálogos legados también son un problema: podría ser el caso de que, a partir de marzo de 2021, los NFTs sean parte de los contratos entre sellos y artistas, pero es difícil que hayan sido considerados hasta ahora. Es por eso que la gran mayoría de la música acuñada como NFT es nueva. Cómo los artistas podrán hacerlo con sus catálogos ya existentes y firmados sigue sin estar claro.

Sin embargo, ser demasiado critico de los NFTs y la incapacidad del blockchain para solucionar estos problemas de inmediato podría hacer que nos perdiésemos su potencial. “Estamos viendo cómo se construye el nuevo internet en tiempo real y a un ritmo apabullante”, dice Dryhurst. “Para 2023 espero que la percepción pública del campo habrá madurado hasta el punto de que quede claro que tenemos delante al nuevo internet. La intensidad con la que se ha puesto el foco en los NFTs pasará, pero la tecnología subyacente y los conceptos han llegado para quedarse”.

El artista David Rudnick está de acuerdo, tal y como expresó en un tweet: “Respeto totalmente la visión de aquellos que no quieren tener nada que ver con el espacio, pero la existencia de los activos en el blockchain no se va a ir. Hay una pequeña ventana para intentar establecer algunas normas o valores que puedan tener valor real en el futuro. No hacer nada ahora es dejar que los depredadores lo definan”.

Si una sola cosa positiva puede salir de la fiebre de las subastas de NFTs actual y la locura mediática, será que más gente será consciente de lo que es el blockchain y de su potencial para crear una existencia digital alternativa y real para los artistas.

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