GABRIEL MANTILLA CHAPARRO
BALADA DEL CROUPIER
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Gabriel Mantilla Chaparro Balada del croupier 1ª Edición Fábula Ediciones 2021
Dirección Editorial y Prefacio: Gabriel Jiménez Emán Ilustraciones y portada: obras de Camille Pissarro (1830-1903)
Edición de distribución gratuita y sin fines comerciales Santa Ana de Coro, estado Falcón, República Bolivariana de Venezuela. Email: gjimenezeman@gmail.com ISBN 980-12-2075-9 RIF: J-31218464-F
© Derechos reservados de Gabriel Mantilla Chaparro © De esta edición: Ediciones Fábula, Venezuela 2021
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INDICE
Prólogo, por Gabriel Jiménez Emán, 5 1.- La noche azul del alma, 14 2.- Corazón de Alfarera, 15 3.- Allá en mi barco, 19 4.- Abrazo, 20 5.- Doncella, 21 6.- Calmé mi sed, 22 7.- La casa, 23 8.- El cielo y el infierno de la soledad, 25 9.- Último bosque, 30 10.- Tú, 33 11.- Pan celestial, 34 12.- Poesía, 36 13.- Muerto en batalla, 37 14.- Mujer de gabán rojo, 38 15.- Mujer, 40 16.- Valle de campanas, 42 17.- La bruja, 44 18.- Flor extraña, 45 19.- La otra orilla, 47 20.- El primer beso, 49 21.- Este año, 51 22.- Carta, 53 23.- Amantes, 56 24.- Mujer sin nombre, 58 25.- Mujer de la habitación contigua, 60 26.- Larga es la noche, 61 3
27.- Ella, 64 28.- Una tumba en el bosque, 67 29.- En la estación, 70 30.- Jardín secreto, 72 31.- Incienso, 74 32.- Muerte en plenitud, 75 33. Así es el amor, 76 34.- Nunca esté tan solo, 77 35.- Vivimos el vino, 78 36.- Hechizo, 80 37.- Viejos soldados, 81 38.- Llegar a ti, 82 39.- La esfinge cálida, 83 40.- Llenas de rosas mis abismos, 84 41.- Lejana, 86 42.- Esta noche, 87 43.- Brindis, 89 44.- Largo el camino, 91 45.- La cena está servida, 95 46.- J’aime tes mains, 99 47.- El pájaro que seré, 104 48.- Sol azul, 107 49.-Sol ciego, 109 50.- ¿Dónde estás?, 113 51.- Alforjas, 115 Noticias sobre el autor y el artista, 117
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Prólogo LA CONTEMPLACIÓN GOZOSA EN LA POESÍA DE GABRIEL MANTILLA CHAPARRO Gabriel Jiménez Emán
Uno de los aspectos fascinantes del universo de la poesía son las variables que ésta comprende, la posibilidad ilimitada que ofrece desde las distintas voces que la constituyen, las modulaciones que puede adquirir en cuanto sus hierofantes se ponen al mando de las palabras para articular sílabas que puedan desplegarse hacia la conciencia lectora, una conciencia que habremos de conjugar en plural, pues se multiplica optando por una lectura de significaciones múltiples: lo poético actúa como una suerte de pararrayos para captar e irradiar a su vez el verbo más allá del verbo, lo extrae de la página escrita o impresa y lo metamorfosea en diálogo, sonido, caricia, reflexión, goce, errancia, azar asombroso y asombrado, haciendo crecer su posibilidad y 5
fundándola siempre en un rango de humana identificación, como espejo de varias caras que nos permite reconocernos en el diálogo humano. La poesía, en este caso, no permitiría que la amistad pereciera; al contrario, la alimenta y anima mediante su terrón germinativo, optando siempre por la renovación o la trascendencia. Esto es lo que he venido observando en un poeta como Gabriel Mantilla Chaparro, desde que en su juventud asumió su aventura por los universos literarios y filosóficos, ganado siempre por un entusiasmo que yo calificaría de clarividente. Desde su natal Colombia llegó a nuestro país con su morral de sueños y un gran deseo de sembrar asombros en tierra venezolana, desde ese necesario azar que reclama una juventud plena de ideas, justicia y rebeldía tan necesarias para hacer encarnar las luchas humanas; todo ello compartido desde los fértiles años 60 y 70 del pasado siglo XX, pasando por los movimientos de rebeldía contra opresivos sistemas de gobierno que pretendieron burlarse de nuestra condición humana y siempre se encontraron con espíritus aguerridos, como los de este profesor y escritor que supo formarse en las ideas más nobles del humanismo latinoamericano; mediante el estudio se licenció en Letras en la Universidad de los Andes en Mérida, para luego formar familia. Luego optó por una cátedra en la Escuela de Letras donde supo granjearse el respeto y la simpatía de estudiantes y profesores, participando además como asesor literario y editorial en numerosos proyectos intelectuales: seminarios, talleres, doctorados, tesis, coloquios, festivales, revistas; siempre haciendo gala de una honestidad intelectual y humana impar. Le conocí en Mérida cuando yo regresaba de pasar varios años en España, y fui invitado por la Escuela de Letras de la Universidad de Los Andes, para coordinar un taller literario; nos hicimos amigos y desde entonces nuestro diálogo ha sido diáfano y consecuente; su familia, su esposa, hijos y lecturas compartidas siempre han estado cerca de mis afectos. El trabajo de Gabriel Mantilla Chaparro se ha abocado a la poesía y al ensayo literario y filosófico. Destaco sobre todo sus obras poéticas Ultimo bosque (1985) y Almendra mística (2000) y entre sus ensayos Hernando Track, el superior de las lámparas (1992) Vivir a pulso (1995), Viaje al poema (2003), Los hijos de Acteón (2002) y Ser filosófico y ser poético en la obra de Álvaro Mutis (2004), aquí nuestro escritor da cuenta de una especial lucidez en el momento de acercarse a la naturaleza del fenómeno poético; es de resaltar su aproximación a la obra del escritor colombiano Álvaro Mutis antes citada, donde Mantilla Chaparro nos revela su densa cultura filosófica. Tuve la ocasión –y el honor-- de ser invitado a prologar este libro, acerca 6
del cual el propio Mutis expresó: “No puedo fácilmente y así de corrido decirle lo que ha significado para mí la lectura de este trabajo titánico, lúcido y revelador. Revelador de zonas de mi ser que yo tenía ocultas sin saberlo y que usted pone en evidencia con una certeza que ha llegado a espantarme. En ese espejo nunca pensé que pudiera un día verme. Mi poesía y mis novelas se me han presentado de repente en forma tan clara y tan rica que por momentos me asaltó la duda de si en verdad yo las había escrito.” (Extracto de la contraportada del volumen en cuestión). Tal juicio debe ser ponderado en su justa dimensión, pues proviene de uno de los escritores más sobresalientes de Hispanoamérica en el siglo XX. Además de los ya citados Ultimo bosque y Almendra mística, Gabriel continúa su labor lírica en otros trabajos como Canción para Mervarid y Una tumba en el bosque, títulos que le acreditan ya en este terreno tanto por el evidente manejo del idioma, como por la visión personal que su autor muestra acerca del oficio, puesta al servicio de un anima individual que desea a toda costa sembrarse en la tierra de la palabra. Ahora, Gabriel me hace llegar su libro Balada del Croupier, obra que me ha dejado una impresión muy honda debido a la especial sensibilidad de la que se encuentra impregnada, pero sobre todo por el giro dramático que ha efectuado en el logro de una lírica de tono existencial que, sin abandonar los registros de la modernidad, nos hace partícipes de su libertad formal y de su albedrío expresivo: una voz remojada no sólo en el legado vanguardista hispanoamericano, sino también dotado de una sensibilidad que tiene como centro la angustia humana, la duda o la incertidumbre engastadas en un verbo que se verifica frente a lo que pudiéramos llamar el asombro humano, la terredad de la conciencia:
El río llamaba a los hombres a compartir Y de la arcilla surgían mujeres hermosas Imposibles de amar Mostraban sus bocas pulposas Mujeres que desaparecían Dejando el perfume de toda visión Que al marcharse hacían un camino Con todas sus cabelleras (…) 7
Ahora que nos hemos desposado Absurdamente con la vida Que ya no nos queda nada de aquella sed Que han envejecido nuestros adversarios La lluvia teje sin azar nuestro reino
En los primeros poemas del libro se percibe el flujo de imágenes sensoriales de naturaleza creacionista, digamos, donde la cosmicidad de la imago busca sus espacios: el erotismo, la saciedad del cuerpo vuelta metáfora totalizadora; también hallamos ese “diálogo desesperado” con la intimidad: la casa, los muertos (“muertos que también fueron niños una vez / Corrieron tras una pelota en alguna calle / Y se marcharon con la fugacidad del segundero”) o la imagen del bosque, que surge en Mantilla Chaparro como refugio de espíritu (“Llegarás conmigo al territorio de los más bellos abuelos / conocerás el acuario donde los peces son sueños / la temperatura subterránea de la esmeralda / los rieles de la infancia”) y así sucesivamente en los poemas “Tu”, “Pan celestial” y otros donde la misma poesía es objeto del poema cuando dice: “Con ella sellé la angustia / Rompí la roca que había en mí / De tus zarcillos esculpí la palabra que antes no dije…”. Si bien es verdad que la imagen de la mujer es elemento central en este libro por la cantidad de fuerzas que conjuga –no sólo en los planos erótico y en función de su rol de Madre Natura—sino también cuando se dirige a presencias de aves o brujas, flores, árboles, a todo un universo de referencias naturales que van recomponiendo el mundo del poeta hasta hacerlo convivir con el mundo del lector, merced a una suerte de deslumbramiento imagístico (“Que una mañana vuelvas por el vado del bosque / Y veré de nuevo tu imagen clara / Tus limpias manos de virgen del campo…”) Mantilla Chaparro utiliza un arsenal extraído de la propia naturaleza para impregnar de vida sus textos, como si aspirara a un nuevo orden natural y desenterrara de éstos los elementos constitutivos de sus textos. Aunque también están aquí presentes sus antípodas: los suicidas, los sentenciados, los Sísifos, los errantes, los prisioneros, toman parte de esta apretada concurrencia de seres y presencias, conductores de dramas y tragedias desde donde profieren anatemas, gritos u oraciones que pueden fungir como protagonistas de los textos; o más bien, si se lo mira más de cerca, se trataría de un concierto de seres partícipes de ese vasto espectáculo que el poeta, como demiurgo, desea convocar. 8
No es difícil advertir en estos poemas un dejo dramático, cercano a la inminencia de un caos listo a operarse, como si el poeta presintiera un fatum en lo que le rodea, una desolación ya implícita en la voz de cada uno de los hablantes en los cantos; como si por allí rondara una cercanía de catástrofe; pero ésta no ocurre porque la magia del poema sirve de escudo y se lo impide. También a veces el poeta es un ser errabundo que comunica lo que ve y siente, una suerte de portavoz profético; y en su transitar se vuelve testigo de aquello que contempla: la noche, las calles y tabernas, las plazas y bulevares, las habitaciones pobladas de presencias fantasmales o soñadas. En este sentido, hallo en Gabriel a un poeta muy tocado por la sustancia de una nocturnidad de donde participan los sueños, los placeres ocultos, los gritos desgarrados, los gemidos soterrados, las músicas lejanas: todo ello tiene su antecedente en la gran noche romántica que tanto material proveyó a poetas ingleses, alemanes y franceses, españoles o hispanoamericanos de toda esa rica tradición donde bebió el Modernismo y la Vanguardia. Esto puede verificarse en textos como “Ella” (“Ya no era la mujer que conocía el arte de la vida / Sino una ola cansada que llegaba a su orilla / Como cierva herida vagando por el bosque…”); aquí la mujer es sobre todo la encarnación del Eterno Femenino; así como el bosque no es sólo una congregación de árboles, y pasa a ser un símbolo de plenitud natural. Entre los elementos formales más admirables de este libro se halla su ritmo: una cadencia suave, musical, de larga respiración, se presenta a lo ancho de toda la obra. Por el otro, encontramos la alianza de contrarios tan cara al surrealismo, producto de asociaciones insólitas que, sin ser necesariamente surreales, buscan una expresividad novedosa; o, mejor dicho, una expresividad sustantiva. “Jardín secreto”, “Incienso”, “Muerte en plenitud” son piezas que ilustran sobre lo dicho. Este poema, “Muerte en plenitud” lo considero axial dentro de los logros de Balada del Croupier, pues además de otorgarle a la muerte un sentido de trascendencia, (es inevitable establecer aquí la parodia con el misticismo de San Juan de la Cruz, lo cual implicaría una extensa observación aparte) desde el cual se alza conduciendo el texto a una altura expresiva considerable, cuando anota: “Afuera quedan la muchedumbre y el desvarío / aquí quedamos nosotros, solitarios y tenaces.” Otro rasgo definitorio de este lenguaje es el tono sutilmente filosófico que proyecta el poeta desde la imago, desde la potencia generatriz del verbo, acompañado de un meticuloso cuidado en la escogencia de las imágenes, y éstas puedan funcionar acaso como símbolos, presentes en los textos “La esfinge cálida”, “Llenas de rosas mis abismos”, “Lejana”, “Esta 9
noche”, “Brindis” y otros poemas que insisten en enriquecer la imagen del ya referido elemento del Eterno Femenino, el cual a veces pudiera parecernos demasiado insistente, restando fuerza a otras expresiones más logradas. Personalmente, entre todos estos, me ha gustado “La cena está servida” pues compendia de un modo admirable una serie de interrogantes que tienen respuesta en el propio corpus del poema, mediante un ceñido tratamiento lingüístico:
La cena está servida Los árboles y las cosechas van a salir volando por la colina o rodarán al fondo de la quebrada vuelan partes del techo el viento implacable cimbra las ventanas los árboles altos inclinan sus copas amenazan con estrellarse sobe las casas abandonadas algunos aldeanos se fueron pareciera que el viento logra espantar la soledad que las habita mi mujer ora y clama ella descifra los signos del acecho para que cesen los vientos y retorne la luz el fuerte vendaval persiste hasta entrada la noche toda oscura veo los árboles en la madrugada como gigantes sombríos que avanzan amenazantes llora, gime, aúlla escribo el poema de Vincent Van Gogh 10
el maravilloso arlesiano están listas nuestras linternas las velas en el rincón vencen las horas que pasan como sonámbulas en el viento, en la tormenta las ardillas y los pájaros ocultos a buen resguardo el viento podría quebrar sus alas habitan en la montaña que ha reverdecido después del voraz incendio de enero los soldados tantean como ciegos en medio de la niebla van en silencio, con la pupila alerta rumbo a la noche han lanzado sus dados sus mujeres se debaten solas en las alcobas temerosas de que a ellos los siegue el jardinero de la muerte y viajen en el tren que nunca vuelve en el misterioso navío que recién atraca en el muelle sombras desesperadas en la vasta niebla al amanecer me despiertan las voces los aldeanos buscan a un hombre de la comarca más allá, los aldeanos 11
a los lejos, en la montaña vadean el río en busca del hombre extraviado rastrean el río y las rocas quieren romper el secreto de la ausencia y llevarlo a casa done le esperan la cena está servida que no llegue la alta noche se cierren las puertas y su pan y su café sean lo único que queda en la mesa.
Me atrae la manera en que Mantilla concluye este libro de contemplaciones proféticas usando la imagen del pájaro, quizá la imagen más diáfana a la que pueda acudir la poesía para confundirse con el mundo merced a estas aladas criaturas que simbolizan lo más puro de la naturaleza; el poeta ha acudido a esta imagen para configurar su vuelo final, su despedida del mundo físico de los deseos humanos, para fundirse al paisaje y al universo:
Pájaros que cantáis entre la siembra Y os posáis sobre la leña Cortada con mis manos Hermosos huéspedes del frío, El viento, el sol, la soledad, Poderosa mirada a lo lejos Pájaros, verdad y belleza Danzando en pleno vuelo ¡Oh vuelve a mi mente bello pájaro de las montañas de Vigirima! Que desde el risco mirabas hacia mi cueva Y al ver que el sueño me rendía Pernoctaste a mi lado 12
Canto a vosotros, los pájaros Antorchas, oraciones que vuelan (…)
En fin, Gabriel ha escrito un libro de mucha unidad y densidad verbales; de notables logros en la imagen dentro de una apuesta filosófica notoria, o si se lo prefiere, dentro de una atmósfera de permanentes interrogaciones y situaciones que le conducen a un existir ciertamente dramático: entendiendo aquí al elemento filosófico, sobre todo, no en un sentido histórico sino en un sentido de pregunta cósmica que implica su propia respuesta: no se trata de alcanzar un logos sino de optar por un errar que va conociendo a medida que avanza; y no se alimenta de una respuesta racional a las desazones del ser, sino de una pregunta generadora que nos envuelve en las caricias de su modulación, y nos prepara para el recorrido gozoso de un mundo que nos deslumbra o asombra. Gabriel Jiménez Emán, Coro, diciembre de 2020.
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Gabriel Mantilla Chaparro BALADA DEL CROUPIER Quise encender la antorcha de la vida Sin darme cuenta que nadaba en un mar de fuego
Goethe
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LA NOCHE AZUL DEL ALMA
De la onda púrpura De lo más callado de las edades Nos llegó este atolón humano Este pájaro de voz ardida
Vino del marfil de las nubes Viajando entre un vértigo de clarines Para estar presente en la vendimia de harapos
Salió de las entrañas de un tren Cundido de piel Cubierto del légamo de tanto amor endurecido
Nos llegó como una medalla Como un monarca de la mejor estirpe 15
Semejante a un témpano de oro Hablando un extraño idioma Tierno Con su ala rota
Agrandó esta familia de derrotados Alejó con su nacimiento los cuervos Que tanto tiempo nos cercaron La noche azul del alma.
Desde entonces Aquella montaña comenzó A erguirse sobre los volcanes
El río llamaba a los hombres a compartir Y de la arcilla surgían mujeres hermosas Imposibles de amar Mostraban sus bocas pulposas Mujeres que desaparecían Dejando el perfume de toda visión Que al marcharse hacían un camino Con todas sus cabelleras Y cada centauro nuestro juzgaba que la vida Era sólo el calor que quedaba de sus pieles
Él fue el conjuro de los escarpados Tanto tiempo de vigilia esperándolo Intacto Hermoso, Total Él, el más amado pasajero del alma. 16
CORAZON DE ALFARERA
Era jueves Porque los miércoles son para morir En tu tálamo fragante hicimos su forma Su corporal esfinge Su saliva
Asidos nos cosimos hasta agotar la piedra Endurecidos como ladrones Afiebrados Terribles En el rincón, allí lo hicimos
Ahora que nos hemos desposado Abiertamente con la vida Que ya no nos queda nada de aquella sed 17
Que han envejecido nuestros adversarios La lluvia teje sin azar nuestro reino Podemos ahogar las penas más íntimas Los alcoholes de tanto beso
Ahora que tus caricias vertidas en mí Han puesto guantes a la desdicha No queda más que adorar tu corazón de alfarera Tu callada intransigencia El hermoso accidente que te hizo posible.
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ALLÁ EN MI BARCO
Eras mi naipe marcado El fulgor de mi guerra Dejé la hostilidad, el polvo Las máscaras Y los hundí junto a él
Yo nací en el ópalo de tus senos Me volví el revés de tu moneda de amor La canción de la preñez De mi garganta emanaron Los más finos resplandores Fueron vertiginosas Las primeras palabras
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ABRAZO
Tu abrazo vino a ser El lento exterminio de mi angustia El perfume de tu cuerpo Cristalizó todas las huellas Detuvo íntegro el vértigo del destino
Desnuda Como un festín de estrellas Como un atolón retando mis ladridos De capitán vital Vi tu ola más bella Tu sangre marina La aurora que surgía de tus rodillas Lo fabuloso de mi orfandad Vi la esperanza La tibia bodega donde depositar todo el dolor Todos mis miedos
Subí, sobre tu vientre A caballo entre los cielos Perdí la noción de la comedia
Tú, como águila vigorosa Como antorcha en el fondo del tiempo En tu cuerpo abrazaba lo inexpresable.
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DONCELLA
Abismo y mar no son suficientes para tu cabello Tu espalda ocupa toda la concavidad de la noche Como si mis manos caminaran sobre un cristal Como si una paloma se hubiera robado la noche Estoy interpretando el ajedrez de tus labios A través de ellos asciendo al centro de tu tierra Protegido por la concha de tus ríos tibios Aprisionado a tus perfiles En tus recónditos corales Busco la cuerda más melodiosa El jardín que sólo yo conozco La lluvia de oro Me guía el cobre de tus gemidos Avanzo, sin límite Sobre tu calendario de doncella Sobre tu pleamar de caballo femenino. 21
CALMÉ MI SED Todas las tropas enceguecieron Todo lodo seco se cuarteó Cruces de héroes muertos Salieron volando hacia el infinito En los huecos Donde estaban clavadas Se oían voces como de ave de mar Eran serpientes que empezaban a hablar Un diálogo desesperado con su alma
No perdiste la calma Dejaste pasar mi poesía Mi calumniado corazón, mi pudor Me otorgaste la diadema de tu cuerpo Profané tu perfume, tu boca, tu sonrisa Me perdí en tu cabello En tus peñas calmé mi sed.
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LA CASA
Me llamaste a reinar Hasta ser envidiado por mis verdugos Desapareció la estirpe de los perseguidores Sus fragmentos se convirtieron En dados de agonía Fundamos esta familia Con el tesoro de tus labios Hicimos una sortija indestructible Con tu corazón, Una casa del más duro cedro Y pusimos un letrero que decía: “No se aceptan visitantes envilecidos”
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cada vez que se celebraba el nacimiento de un gran hombre enarbolábamos nuestra bandera de amor
la casa alejaba los fantasmas nadie podía mordernos la libertad la plenitud nuestra casa era vigilada por halcones.
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EL CIELO Y EL INFIERNO DE LA SOLEDAD
¿Pretendéis que me apacigüe? / ¿Qué domine este amor ardiente y gozoso, este impulso / hacia la Verdad suprema? / ¿Qué cante mi canto de cisne al borde del sepulcro / donde os complacéis en encerrarnos vivos? Hölderlin.
Hablaré de mis muertos Tanto tienen qué cantar en este poema Muertos que también fueron niños una vez Corrieron tras una pelota en alguna calle Y se marcharon con la fugacidad del segundero
Vienen a mi casa, bajo la luna llena Cubiertos de colchas hermosísimas Silbando por la montaña No tienen ningún vicio Caminan sin hacer ruido
Los acompaña Leucotoe, la mujer amada por el sol A quien ellos quieren con devoción Ella, como entre dos crepúsculos Hunde la mirada entre los jazmines La deja allí Como un buque que desaparece En la mitad de la noche
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Ella cuenta que el amor de los muertos Va creciendo entre la muerte Que les gusta hablar del amado insomne Se paran frente a la casa grande Y lo aman Le traen hermosos ramos de olivo Miran hacia la ventana iluminada Suben las escaleras sigilosamente Escalan las tapias Entran sin permiso Porque los muertos no engañan Tienen hermosas espaldas Como una raza divina que no mancha la nieve
mujeres que murieron jóvenes y bellas son tan emotivas, silenciosas y tristes el huésped llega a amarlas por sus cuerpos bruñidos por su sueño irremplazable y esa asombrosa calidez de toda su gracia habla con los muertos en voz baja conversan sobre lo cotidiano y lo eterno embarcan nostalgias en cada palabra cuentan de la soledad y del tiempo añoran los relojes y las horas hermanados en la mudez de lo infinito
ellos son en verdad bastante tristes pero se alegran cuando uno les dice que se les recuerda 26
que se les quiere mucho entonces se abrazan calmadamente y creen que el olvido no existe
algunos adoran el jacinto, el Narciso y los crisantemos blancos otros adoran los claveles y las rosas pero hay quienes las rechazan porque fueron cortadas
caminan hacia otras constelaciones hacen enormes viajes en menos de un segundo viajan de prisa como los desterrados en su mundo no existe el sol sólo el fuego
admiran el perfume del aire y la sombra de los cipreses sonríen en secreto como un niño visten ropa de abedules
es muy grande la soledad de los muertos algunos lloran inconsolablemente reclaman el recuerdo se sientan a esperar que el pariente venga a visitarlos cruzan los dedos en señal de suerte rezan una oración al arco iris
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“Teníamos tanto miedo de que no vinieras” -dicen a una sola voz cuando lo ven llegarentonces sacan los vinos la conversación rompe su cicatriz
son elegantes y tiernos más elegantes que los emperadores y hablan con un amor... se tienden sobre la hierba preguntan por el mundo a veces lo hacen con un pudor terrible cuentan cómo se volvieron fragmentos de tiniebla se acuerdan de sus casas del aposento en que murieron de sus últimas palabras de lo que no alcanzaron a decir de quienes estaban a su alrededor trasponen sus infancias con asombrosa facilidad recuerdan parajes de su primer amor
en un momento sacan sus guitarras sus violines sus flautas y desatan sus melodías más ebrias bailan danzas redondas celebran que el olvido no existe
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se van cantando felices atraviesan el infierno de la soledad prometen volver la mujer se marcha con ellos el huésped queda allí saludando la bandada de manos.
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ULTIMO BOSQUE
He aquí mi mejor balandro Albergue de tantos pintores El satén y los finos tapices Que tus pies dancen Con delicada revelación
Para ti todos los lujos Las oriflamas El oleaje que triza las aguas Hermosos corceles Que parten hacia el retiro De las tardes de agosto
Aquí llevo velos espléndidos Delicados perfumes 30
He envuelto en ellos pasadas vigilias
Te invito a aquella casa de Tunja Donde rechina el sello de Dios Entremos desnudos en el horizonte Mujer de estivales encantamientos Verás cómo caen las hojas Cuando caen lejos Y aquellos rostros que una vez olvidamos Algún pájaro náufrago Pasajeros de tanto tren misterioso
Llegarás conmigo al territorio De los más bellos abuelos Conocerás el acuario donde son peces los sueños La temperatura subterránea de la esmeralda Los rieles de la infancia El sauce donde yace mi padre
Serás testigo de toda esperanza Conocerás a mi madre Abigail Mujer de cuatro almas Único naipe con que gano La que toca la flauta sentada en la nieve Es amiga de todos los lobos
Ven conmigo donde la niebla no envejece Donde no es grave la noche Los borrachos multiplican su locura Dejemos el cieno y la ceniza Salvemos estos gemidos 31
Huyamos del rumor y el abandono Donde la oscuridad no está en contra nuestra Y una luz de reconciliación es la mirada Donde no existe corazón apolillado Las muchachas son bellas de los hombros al alma Nadie olvida los nombres de los amigos Las cartas se escriben con tinta de amor infinito
Verás cómo cantan los arroyos Las flores que cuidan las manos de Abigail Ven a reinar conmigo en el Último Bosque Donde el tiempo no llegue.
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TÚ
Tú, la de la tibia marea Nacida en el centro de la tierra Allí, donde estuvo izada por primera vez La bandera de la jarcia florecida
Anoche vi el aposento donde naciste Pequeña flor del encantamiento Enséñame a volar muéstrame tus castillos la llama de oro elévame sobre el fango No me dejes caer Que en mi pecho tropezaron las golondrinas
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PAN CELESTIAL A Gabriela
Este fue el cielo cuando tú naciste El vermouth de los embajadores Vinieron a verte Brillabas como una hostia sobre el lago Tu corazón tenía un ritmo de alondra Llegaste de las más tibias melodías Silenciosa Nocturna Como princesa de ágiles sueños
A la distancia De tus huellas surgió un río Un río como un río Que late intensamente 34
Amiga del ebrio y del solo Por ti celebro Por ti levanto mi jarra de Bavaria Celebro tu dignidad de esfinge Tus pétalos cantando El tafetán de tus pies La fineza indescifrable de tus cabellos La raíz nutriente de tus venas
De ti se enamoraron los pájaros Quieren que sea su amazona Los mejores caballos
Oh, rosada centella Celebremos Por el pan celestial que me has dado.
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POESIA
Por ti abracé la poesía Con ella sellé la angustia Rompí la roca que había en mí De tus zarcillos esculpí la palabra Que antes no dije
Me diste tu cuerpo de ébano Tu hilo de energía Con que tejí símbolos y ecos Hice ofrendas a la alondra de junio Y su muerte se me hizo liviana Hiciste sólida toda canción Desde aquella tarde en el bosque Que nuestra cabaña se escondió En la tormenta.
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MUERTO EN BATALLA
Mi padre murió lejos Entre tempestad de degolladores Una tarde roja Asesinos paseaban por los bulevares Sombras atacaron sus costados Un clero de enemigos rompió sus vigas Espectros cazadores cortaron su hilo Empañaron su metáfora
Nunca había existido guerra como esa Mataron a mi padre El que pensaba mucho Le quemaron su lunar del cuello Le lastimaron la pierna rota le robaron su estrella sin hacer ruido taladraron su carne lo abubillaron escorpiones lo dejaron allí en un barranco de Ipiales muerto en batalla desigual vuelto a sus orígenes de manera brusca los ángeles hicieron todo por salvarlo
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MUJER DE GABAN ROJO
Muy joven, Domingo se vino de Puno A construir los primeros ferrocarriles Una temprana rudeza fue cubriendo su rostro el tiempo rompió su sarape
un día conoció la mujer de gabán rojo le habló maravillas la llevó en el tren a través de las montañas quedó afónico se desdobló de amor en un segundo ella le regaló una semilla para sembrarla cuando hiciera una casa
hizo una pequeña repisa la llenó de santos 38
en la noche pedía que se la dejaran siempre tocaba su violín hasta dormirla ella era para él su eterna mitad
cincuenta años después cada tarde, a la hora del aguardiente seguía tocando sus bellas baladas
un día de marzo tocaron a su casa mil mendigos los trenes se detuvieron los árboles estuvieron inclinados toda la mañana ansiosas lagartijas asomaban y se ocultaban en el bahareque pájaros venían a morir en el jardín
ella le pidió que la enterrara bajo el granado Él se hundió en la soledad
Desde entonces el violín de Domingo no cesa
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MUJER
En mí el placer brotaba Como hierba viva A ninguna profundidad podía agotarse Cada grito ardido me conmovía El abismo de un pecho me llamaba Cada pluma tibia la amaba vorazmente
La mujer, ha sido demasiado para mí Un ramo de arpas excitadas Bajo el silencio de los puentes Sirena, con el más hermoso vientre Bajo el sol A ella no pueden comprarla Sólo cantarle a orillas de un lago de vino Ser en ella el buzo insaciable 40
El mendigo que todo lo devora Y amarla, lejos de las tormentas del destino
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VALLE DE CAMPANAS
Deseo dormir en medio de un valle de campanas Sentir la ternura, el encanto del viento Soñar chimeneas y perfumes infinitos Visitar ciudades imaginarias Navegar en el tiempo Y en la Alta Noche Oír tu canto de ave ávida Ir hacia tu cuerpo como al destino Oír tu queja Loco de placer Viajando en tu piel Hasta hacer saltar en añicos La cúpula de vidrio Que retiene nuestros gritos 42
Deseo despertar contigo Amada En un Valle de Campanas Tensas, divinas, como tú Mujer que amo.
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LA BRUJA
A medianoche Transita la Bruja La más bella fugitiva Que frecuenta las tinieblas Sigilosa Sublime en su misterioso volar Seduce el cielo y se deleita en él No blasfema, sólo desea volar sin rumbo Como pájaro, como abeja Ver a los pescadores en alta mar Sobrepasar sus barcas Oír sus conversaciones.
Desprecia la sangre y la traición Su boca no es cruel es el Ser de mi corazón y mi cuerpo
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FLOR EXTRAÑA A Nadja
En el vuelo eterno de las horas Sumergida en la niebla, tú desapareces Pero sigue en mi alma tu imagen, Como una ley sagrada es mi deseo Y la esperanza pura de que vendrás un día Que una mañana vuelvas por el vado del bosque
Y veré de nuevo tu imagen clara, Tus limpias manos de virgen del campo Bañada en el rocío que en su anhelo Te besará a tu paso cuando decidas volver Y estarás ahí, fresca, perfumada, mágica Para alegrar mis ojos que tanto te han mirado Hasta que te fugaste en el inmenso jardín
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Vas ahora y vendrás como los recuerdos Mensajeros tenaces que brotan de la soledad Como mi alegría en los tiempos ya idos Cuando por la sonora orilla del río, al volver Caminaba pensando en que te vería Virgen hermosa y audaz
¡Oh, flor extraña escapada de un bosque de Dioses! ¡Yo apenas soy un pájaro que te busca! En mi vuelo intenso he rasgado la sombra He querido volar al Sol para verte desde lo alto Sin el temor de que mis alas de Ícaro atrevido Se abrasen y diluyan en eterna caída
Todo lo he hecho por ti, flor del Paraíso Soy el único pájaro que te ha visto Por eso mi canto no es el mismo Y se ha curado mi sagrado dolor Por eso no he cesado de volar.
¡Oh, flor extraña, déjame tu aroma antes de que marches lejos de mi grato asilo!
Quédate aquí conmigo para que Paseemos dulcemente por el valle Diciéndonos palabras que se oirán a lo lejos Sólo para ti es mi nuevo idioma, Para que yo pueda sumergirme en tus pétalos Habitar tus pistilos en dulce tibieza Hundirme en la cristalina savia de tu tallo
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¡Oh, Flor extraña, déjame tu aroma! ¡Sé tú la siempre mañana de mi vida! Porque yo apenas soy un pájaro Y el jardín donde vives está tan lejos Que su distancia supera el vigor de mis alas.
No me dejes solo, temblando en la pradera.
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LA OTRA ORILLA
Así como mueren los barcos Así mueren los hombres Viven en fuga, disipados Mirando los confines del mar Los puertos y villorios Cargando fortuna y miseria A sus espaldas, Sísifos escarnecidos, Sentenciados, impetuosos Suicidas progresivos, lejanos mensajeros Que comienzan y terminan el viaje Hacia lo inasible y lo infinito Desgarrados, ardorosos, decididos, Fornicadores, silenciosos, Enamorados, ebrios lúcidos Errantes inmóviles, en el sendero, En un cementerio de villa. 48
EL PRIMER BESO “Tus brazos, justamente ahí está lo más terrible.” Louis Aragón
Las estrellas se han ocultado Bajo un cielo púrpura En esta ciudad orbitan Tragedia y Esperanza Grito y Oración
Soy testigo y transeúnte Alguna palabra sirve Para aliviar el invierno
Siempre te recuerdo Como ahora, de tan lejos Tocando para ti Mi flauta, sentado en esta enorme piedra junto a mi perro
Lejos de Extraños De banderas, contraseñas Y fusiles
Allá, en la Ciudad Pierden sentido mis valijas 49
Transeúntes temerosos Van huyendo del granizo Pasan enterrados en sus abrigos, En sus guantes y en su Miedo Otros se miran entre columnas de humo conversan bellas cosas que se quedan Entre las paredes de las tabernas A veces duele mucho la Ciudad Soy el huésped solitario De un pobre paraíso
Es Navidad, abro mi mochila Escucho un hermoso saxo Que viene desde el fondo de una calle Tomo mi vaso, mi Martini Y brindo con mi Soledad Sepultado en un rincón Tu rostro en mi mente Como una llama sagrada Brindo, Oh, amada Invoco tus labios en mi copa En el cerrojo secreto de la noche Porque te Amo.
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ESTE AÑO
Este año perdí mis perros amados Un pueblo de hermanos desapareció ante mis ojos Sin que yo pudiera hacer nada Creció el miedo y tuvimos más miedo que nunca Este año mi cuerpo tocó su campana Y su tañido removió mis abismos Estremeció mis montañas Oscureció mis verdes colinas Desbordó mis quebradas Se marchó la madre de mi madre Yo la vi parada en la orilla del río, Mirando firme, en silencio Sonriendo con su diente de oro Mirándome, con una leve sonrisa Y sus ojos ya ciegos
Este año el mar se metió en nuestras vidas, Derritió las colinas, los fuertes muros, La arena trancó las aldabas, Devoró las casas con sus enredaderas El río se vino montañas abajo a sepultar a mi prójimo Y un valiente amigo también se marchó Fue el mismo día que vencimos en la gran batalla, Muchos soldados nos dijeron adiós
Y estuvo triste mi alegría
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Este año sigo a tu lado Como una lenta hiedra a tu paso Lamiendo la miel de tu vientre Oliendo tu piel, calladamente Enredando tibias palabras de amor en tus cabellos Sigue tu rostro junto al mío Tus dulces quejidos, alamedas ardientes Que me abren el vinoso compás de tus muslos
Las puertas del Reino adonde la derrota no alcanza.
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CARTA
Escribir una carta Día sereno Dirigida a nadie A un Dios ciego Carta a un hombre que no tiene mujer Carta a una mujer Que está sola y En una esquina de nuestras vidas Nos espera.
Carta como abeja Que todo lo teje Que todo lo deja En su sitio, que vuela Que canta, que se mueve Sobre tela de olvido Y de recuerdo Como un As de baraja en las manos de un tahúr Sobre una mesa alumbrada Por una lámpara antigua.
Carta donde llueve la Vida Y navegantes pasan Como nubes
Carta como la ciudad Delirante, ardorosa Ilimitada, impredecible 53
Inclemente, pero que tiene Su bruma y su leyenda.
O quizá una canción Y no una carta Te podría enviar Misterioso destinatario Este sereno día.
Cosas que quiero cantar Muchas se salen de cauce Asoman, como viejos zapatos Bajo el mantel de la mesa En que comemos.
Canción que hable De la Muerte como un sueño Donde uno sea un Mago Hace gestos, dice su palabra Arquea las cejas Abre el párpado Muestra el Alma
Canción que hable De una calle de rosas Que alguien abandona Para no volver jamás Una tarde en Palermo Con sus casas altas Color vino, de Misteriosos áticos 54
Intimas, como un crimen Que solo el asesino Recuerda.
Canción que hable del Destino Cuando se dibuja una magnolia Que cante en la Noche Una Verdad que esté ahí Ante nuestros ojos Como un pañuelo en las manos.
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AMANTES “Con las señales que intercambian los amantes desde lejos”.
André Breton.
Volaban gaviotas El barco se iba disipando Buscando el límite entre El Mar y el Cielo El deseo, el recuerdo Esas calles y tabernas Los unía como una heredad
Ella, distante, solitaria en el muelle Viva como una lámpara Imaginaba el furor del viento Entre sus cabellos, su piel Tibia, su sonrisa, y sus Conversaciones Parado en la cubierta del “Mervarid” La imagina impasible y pensativa Penetrando con su mirada Ese punto en el horizonte En el que viaja un pecho oprimido Sin más remedio que un tembloroso cognac
A veces los Dioses deciden Alejar los cuerpos y las Almas Hasta que llegue la hora 56
De devolverlos a su calidez Y como sagrados eslabones No separarlos jamás.
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MUJER SIN NOMBRE
Esta tarde, cuando caiga el sol Y los aviones vuelvan Yo besaré una mujer Con mi boca enamorada Y veré en sus ojos Hermosos relámpagos
Cuando la noche lance su látigo Tomaré mi pincel y pintaré Tigres antiguos Caballos desbocados Y un remolino de cuerpos Batiéndose en Batallas de amor Amantes de ojos rasgados 58
Amándose como jaguares Abrazados como lagartos
O quizá no una canción Sino un cuento
Que mañana despierte temprano Y escriba un cuento de un pirata Inmemorial, y una mujer Que no tiene nombre Me sonríe desde la playa Sin que el pirata arribe aun De su travesía Y yo coma de su cuerpo Oloroso a acema y miel Coma con hambre Con devoción Bajo las palmas Con la bahía frente a mí
Mañana Desenterraré el vino Que he guardado Tantos años.
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MUJER DE LA HABITACION CONTIGUA Tú, la más bella mujer de la habitación contigua Yo ponía mi oreja en la pared y te oía Oía tu cuerpo y tu corpiño negro Me tumbaba en la cama Y pensaba en ti hasta dormirme
De pronto, de pronto Estaba soñando, soñaba, Soñaba que iba contigo Surcando la noche Buscando un lugar donde se pudiera Poner a un lado tu corpiño negro Y cabalgar soñando, Soñando, Sobre tu cuerpo.
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LARGA ES LA NOCHE “Sobre las rosas se puede hacer poesía; las manzanas hay que comerlas”. (Jardineros, en Fausto de Goethe)
Él no sabe lo que se pierde Lo digo yo, que he sido fiel a la Noche Ha sido mi vecindad La caverna donde oculto palabras no dichas En que atesoro silencio Y oigo música que llega del más allá Noche de mi encuentro con Dios En medio del acompasado rumor de las olas Yo, testigo del primer canto de gallos Él, No sabe lo que es subir en círculos ante ti 61
Buscando coronar devotamente La cúpula que guarda tus gemidos Escalar tu perfume Mirarte con ojos que no te vieron antes Estar en vigilia, aferrado a tu cuerpo Fundido solo, mientras ocurre la noche En una tierna crueldad agonizante Y sacio mis ansias en ti Firme, como una llama sagrada
A él no lo has visto, sólo a mi Sólo tú y yo estamos en el abismo Hemos bajado las escaleras del vacío Balbuceando nuestro nombre en el placer Abrazados como ladrones Compartiendo el botín Juntos aquí mientras huye el siglo de la muerte Fundamos el Siglo del Amor Nos acariciamos ya no como extraños Todo puede decirse en voz baja Con palabras cálidas, emocionadas y sabias
Hasta que emergen sutiles gritos Y en tu rostro hay una dolorida sonrisa Un gesto inédito y me abrazas con fuerza Pronunciando mi nombre Que se oye con un eco infinito
Yo te admiro y te poseo En esta larga noche en que no hay nadie Sólo tu boca, tu cuerpo y el mío 62
Todo en completo silencio hasta que llegue el Alba.
Él, no sabe nada Tiene una iglesia de grandes ventanas Donde oficiar misas intensas Profeta con leyenda propia Razones suficientes para viajar en el tiempo Mas no te ha descubierto, mujer Está ciego y no escucha Nada sabe de perfumes, gemidos, gritos Y soledad compartida en la noche Nada sobre olas que rompen cerca de los amantes Ni de las plegarias que emanan de los cuerpos No sabe nada de raíces aferradas a la tierra Ni de músicas lejanas que vienen de lo profundo del cielo y de la noche Nunca te vio, ha estado cerca de ti Te tiene, templo cálido y hermoso Pero no sabe tocar tu campana.
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ELLA
Ella era fresca, saltaba como loca por la vida Atravesando jardines de extraños dueños Con sus senos al aire que eran el tormento de curiosos Fruta desprendida del árbol del paraíso Tiraba sus redes por la colina, Seductora, como agua abandonada en el desierto Corría por el sendero que va al bosque Dejando huellas de su cuerpo en el follaje Orgullosa de sus cantos cubiertos sus pies de hermosas sandalias Salía siempre con la luz del día Regresaba a casa sólo cuando las tinieblas Lanzaban sus misterios en la Noche cerrada Y las sombras se alargaban Los campesinos dormían con sus manos sufridas O rendidos por el trabajo y la ebriedad
Ese día, la hora cuando todas las casas estaban Durmiendo la siesta en medio del sopor de una tarde aciaga Oí su canto río abajo, un son adolorido Traía desgarrados sus jóvenes pechos, Como si hubiera salido de una trampa
Ya no era la mujer que conocía el arte de la vida Sino una ola cansada que llegaba a mi orilla Como cierva herida vagando por el bosque Algo había dañado su alegría 64
Una grave amenaza un horroroso peligro Algún mercenario oculto en la maleza Una serpiente infernal, Algo la sembró de miedo y borró de su rostro aquella sonrisa Estaba como ciega
La vi correr por el medio de la calle bajo el sol ardiente Rumbo al abismo del final Corrí tras ella para detenerla Para que no nos abandonara Yo la amaba a distancia como una antorcha Que ve pasar a la princesa en los pasillos del palacio Mudo, encendido entre el dolor de no tenerla y el gozo de verla Siempre cantando y corriendo
¡Qué cruel combate la hubo herido! ¡Quién habrá de devolverme esa fulgurosa presencia! Ese rayo perfumado que pasaba a mi lado Cuando el tedio del día no tenía nada que ofrecer Ha quedado abierta una gran cicatriz en los días pasados Y una gran duda asalta los que habrán de venir
Ella iba valle arriba y valle abajo Hacia el río donde se bañaba con su exquisita desnudez Como Diana, se abrían las corolas de las flores Y el bosque era una espesa canción
La vi correr hacia el abismo Traía ausentes los ojos y el pelo desgarrado 65
Ya no existía esa huésped de oro No pude alcanzarla, se lanzó a lo profundo Esa ha sido su tumba, cada tarde me acerco Al borde del risco y toco mi flauta Para que algún día ella entone desde allí su canción De tanta altura ha caído la mujer que amé Herida por la dura realidad del pantano Donde habitan demonios ocultos Quienes odian todo lo alegre, lo que quiere volar
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UNA TUMBA EN EL BOSQUE
I
Atrás quedaron hermosas mañanas, en que felices y en Paz, abanicábamos las copas. El azar golpeó fuertemente la mesa y unos Reyes violentos destruyeron la casa.
Nos correspondía esta lejanía deambular aciago de una larga noche,
II
Tocaremos la flauta, no vendrán más los gigantes del miedo. El ramaje de tu corazón, nos ocultará del adversario. Nadie más hollará nuestra casa Nadie más volverá a derribarla
Este cedro es el mejor, el más fuerte, 67
lo he talado para ti en una selva imaginaria en que sólo tú y yo podemos habitar.
Ya no huiremos más, ningún presidio alcanza hasta aquí. Fundaremos una raza limpia, como tus besos, al amanecer. Aquí consagraré tu presencia, el invierno apenas será una estación que veremos tras los cristales. Nuestros corazones arderán ante la chimenea y sobrará madera para combatir la tormenta.
III
Dormirás, mientras velo tu sueño Cuidaré tus retratos, tus cosas antiguas Seré la muralla de amor que te guarde El amante enloquecido
No más desierto ni vergeles en ruinas Ni callejuelas ahogadas Por la miseria y el miedo
Será nuestra esta soledad de elegidos Oiremos el aullido de los lobos La silenciosa nieve cayendo Ante la viva mirada de nuestros halcones.
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IV
En este lugar moriremos un día Y ninguno estará lejos del otro De nuestros cuerpos nacerá un árbol, una sombra amantísima Y el viento susurrará nuestros nombres
Amada, estoy ebrio de ti Tu alma es un bajel de oro Una hermosa ciudad desconocida En la que soy el único transeúnte El más antiguo pasajero.
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EN LA ESTACIÓN “porque cuando estamos cerca de la muerte dejamos ya de verla” Rainer María Rilke
Se mantuvo serena Altivo su rostro La mirada detenida en el tiempo en el límite del silencio y el llanto Bajo el peso vacilante del día que se marcha Parada, en el viejo corredor de la estación En callada disputa entre su dolor y la soledad Los recuerdos la asaltaban como extraños Ladrones quebrantaban su orgullo, 70
un ruido de puertas cerrándose de casas en indecible siesta en un aire quieto como la ausencia el tren avanzaba lentamente rompía con su silbato entre la vereda de árboles como un aullido de acero con su extraño pasajero en el último vagón sólo un tapiz de hojas otoñales para que ella descansara su mirada lo miró por última vez hasta el final del camino donde el tren se perdía en ese mudo valle de domingo ya amenazaba la penumbra la luna teñía las callejas más allá del recodo de la montaña en los aleros de los techos se descolgaba una tenue brizna la aldea estaba hundida en el silencio Ella, amorosamente, batía con su mano El pañuelo que tenía las iniciales Del amado que nunca más volvería a ver Sólo quedaba el caer de la tarde y la noche azul Preparando su trono La mujer, en esa solitaria estación Batía el pañuelo para espantar de su rostro A la muerte, que nunca pierde su sed Que llega puntual a la cita ¡Adiós, Señor, ¡yo te amé! ¡estuve en manos tuyas! ¡Adiós, pasajero tierno del último vagón! Callado cadáver de quien fuera mi vida. 71
JARDIN SECRETO
Allí, en mi Montaña Tienes tu Jardín secreto Pasan las horas Sentados ante la chimenea Vemos el despertar del fuego Afuera la lluvia no cesa Los pájaros han ido a sus refugios Una fragancia de tierra húmeda Atraviesa las paredes de piedra
Mujer, cuando anochece Elevo a Dios la gracia de tu presencia Me acostumbré a tu voz Eres mi canción.
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Las estrellas se ciernen En la noche insondable El silencio cubre todo Nuestro Valle Los campesinos descansan
Nos atrapa la música Volvemos a beber Y comienzan los besos
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INCIENSO Cuando ya no me sienta extraviado En esta selva de Soledad Haya menguado mi pánico Y pueda ver entre los arbolados deseos De tenerte. Atizaré la Noche contigo Veré el principio del mundo Remontaré la cordillera de tu cuerpo Aspiraré el incienso de tu templo Y no temeré más el abismo.
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ASÍ ES EL AMOR
La alegría se eleva desde las entrañas de la tristeza Como de las cenizas emerge una lengua de fuego Que no ha de cesar Del volcán irrumpe la hirviente roca Hacia los poderosos vientos helados de la ventisca Así es el amor, una sed de besos Y cuerpos abrasados y desnudos En la gélida noche Así es el amor, estrellas fundiéndose En el secreto gemir que en los aposentos sucede Allí los cuerpos se hunden uno en el otro Como ciegas raíces que hincan la tierra Y en sueños ruedan por el valle Hasta detenerse en la gran roca del placer consumado como una canción hermosa y antigua que nos deleita un buen rato y poco a poco va apagando sus notas.
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MUERTE EN PLENITUD
Afuera quedan la muchedumbre y el desvarío Aquí quedamos nosotros, solitarios y tenaces Recorriéndonos a besos como quien se despide para siempre como dos añejas botellas que se envidian y buscan en la profunda y oscura bodega yo me alimento en el furor de tu mirada y tú sucumbes en mis brazos hermosa y herida amazona como una niña que se derrumba hundo mi mástil en tus tiznadas arenas navego en tus playas agonizante y sin prisa para morir de dulce plenitud aquí yace un amante feliz entre los escombros de la tibia cabaña más allá del río, donde acaba el camino.
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NUNCA ESTÉ TAN SOLO
Que nunca esté tan solo que no te vea sonreír Que nunca estés tan lejos que ya no puedas volver Y esté la casa alegre y yo te vea suspirar Que todo esté impregnado de tu hermosa presencia Como una estación sin pasajeros ausentes Que tú escuches atenta mis poemas Que nacen de una alegría donde reinas tú Y sea plena esa dicha como un silo colmado Que no se instale entre nosotros el olvido Y estén siempre nuestros corazones vecinos Arrebatados de amor en el largo camino Y yo sea poeta sólo por vivir en ti Con este amor con que te amo y me hace feliz
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VIVIMOS EL VINO
En esta tierra sedienta que parece gritarnos Envolvimos los Miedos y avivamos la llama Jugamos a ser unos magos insomnes En nuestro pecho se estrelló tanto sol Nuestras pieles se han curtido en el Mar
Observa el templo donde vivimos el vino Y cantamos la antigua melodía de la carne
Hasta que el Destino disparó su ballesta Y tiró sus ávidas redes sigilosamente Entonces todo fue arena y recuerdos Como una paloma perdida en el viento Flotando sin rumbo como un trébol Entre la vasta noche y el Silencio
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HECHIZO
Desde mi ventana asciende El olor de La tierra Hacia La cima de La montaña La noche es una sombra que anda en silencio Se oye el eco de voces antiguas Hombres y mujeres que por aquí pasaron A veces se escuchan gritos Amargos y dulces, de amantes En el bosque, ya desaparecidos Hechizo, magia, fulgor antiguo La noche es una vasija de misterio Que todo lo contiene Veo pasar volando una bruja De ojos reposados, La invito ¡Bruja, hermosa hechicera, déjame ver tu linda cabeza 79
reposar en tu seno derramar tu aroma! ¡Bruja, déjame beber de tu vino acariciar tus magníficos muslos penetrar en tu cálida bodega y salir agonizante y feliz como quien regresa de un naufragio.
80
VIEJOS SOLDADOS
Los muertos de un lejano cementerio Recostados en calma a sus lápidas Semejan viejos soldados de taberna Cuervos danzan sobre sus cabezas Frente a ellos un piélago infinito Una densa bruma, un abismo del Otro lado abre su boca de gigante Los muertos juegan sobre sus Baldíos aposentos, puertas y Goznes desvencijados, y nombres Ya borrados de su memoria viejos soldados muertos que juegan a los dados Apuestan recuerdos y eternidad En La Suprema soledad de La Sombra.
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LLEGAR A TI
Yo pudiera pasar una noche Vigilando frente a La isla Y llegar a ti, como llega el sol A tus pies, sobre ti Moviéndome de placer Como un látigo Avanzar dentro de ti Como un sable de gran linaje Que tú, Amada mía, y yo Nos fundiéramos en una tormenta Hacer sentir nuestros truenos, Nuestros relámpagos Que sólo arda La chimenea Y estallen las brasas en el fuego Cuando caiga La esperada noche Sobre la tórrida vida de los amantes.
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LA ESFINGE CALIDA
Esta noche sale mi voz de la sombra en busca de la campana ardiente y silenciosa de tu vida desde tus ojos, un bosque de miradas me asalta tu cuerpo de cálida esfinge –un pájarome despoja de tantas mañanas heridas suelto mis sueños mi vigilada infancia mis alas pesadas y tristes abro los túneles y adquiero para ti una legendaria copa de rosas guardo mi ataúd desvencijado limpio mis huesos sepulto el látigo bajo una montaña de vidrio y te invito a viajar en mí a abrazar mi asma a conocer estaciones de ternura a oír mi largo largo latido
83
LLENAS DE ROSAS MIS ABISMOS
Te cuento la ceniza de mis aguas rotas Te hablo del veneno en los ombligos del mundo Del hombre solo, cuyo nombre no está escrito En una hoja del árbol cósmico Arrodillado como un mendigo milenario Ante la herida luna sin luz
Te hablo del derrumbe De años de extravío De la soledad imponente del mar por ti restablezco mis edades Porque me haces olvidar la queja de los trenes Porque llenas de rosas mis abismos Porque de tus manos brota todo un universo de espigas Ebrias de alegría Porque eres la vida secreta que no conocen los hombres 84
Porque has destruido mi brújula oxidada Porque tu belleza está despierta Y de tus labios parte el horizonte hacia la noche
Quiero besarte Con insistencia de fuego, de sangre, de perfume Y dejar en tu seno mi gastada respiración de buque Sin ahogarme más En este polvo de espadas.
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LEJANA
Amada, Eres la canción que cultivo al atardecer Mis sueños te poseen Vibran asidos a tu cuerpo Pastan en el prado extenso Sus misterios sagrados. Mis deseos celebran tu existencia
Amada, Mujer venida de tan lejos Yo te soñaba como una herida abierta Quería navegar en tus aguas Errar en su corriente Hasta que un día mi Alma Se fue a buscar la cruz tibia de tus brazos Voló todo el horizonte Y llegó al faro aquella noche En el medio del mar Azotado por los relámpagos
Allí estabas, solitaria y hermosa Allí encendimos la primera hoguera Amada, de tan lejos viniste A dar sentido a mis horas A abrir un camino entre la maleza
Antes de ti, más allá de todo estuvieron mis ojos Mi mano, mi corazón, Buscándote 86
ESTA NOCHE
Esta noche dejaremos la ciudad La mirada limpia, la plenitud, la fuga En otro lugar encontraremos el alba Volando en alas del Águila o del Cóndor Mucho tiempo ha estado batiendo sus hojas El angustioso badajo sobre nuestras cabezas
Otro es el mundo que nos espera Allá donde queda el Arroyo iluminado De la primaveral zona de tu niñez Mira por última vez la casa Mírala en silencio, escucha todo Ella sabe ya que los habitantes Se marchan y nunca volverán 87
Disfruta la última lluvia que verás En la ventana que tanto te gusta.
Esta Noche, aun a pesar de la Tormenta Quedarán hermosos corazones Sobrecogidos de rotunda ausencia Esta Noche fundaremos otras Tardes Muy lejanas y solas, Allí a tu lado, Lanzaré el rayo de mi canción “El poema que por fin te merezca”
Esta noche, antes de marcharnos, Desearé delirar con tus tibios Movimientos bajo la seda.
88
BRINDIS
Del hombre, de la palabra que fui ayer De la mirada y el instante de la caricia lenta Del beso inesperado, aquella tarde lejana de mayo, Del viaje inevitable de los cuerpos y su calidez Veo tus huellas, nunca dejo de verte en los espejos, en mis sueños, cuando preparo mi arco y salto el muro que me lleva al bosque.
No estuvimos equivocados nunca, hemos vivido, destilado cada hora en el ámbar de tu alma mi alma encalló nada de nosotros agoniza Despliegan ebrias las alas De nuestra limpia edad temprana tu joven piel y tus vestidos, tus cabellos, que mis manos, mi flauta y mi memoria invocan,
siempre tú, lejos de los lugares donde maldicen siempre tú, al fondo, en una zona sagrada yo, en el abismo y la colina de tu desnudez, la nueva escritura, antigua como mis deseos,
De tus pies limpios, entornados, cálidos, lavados en el vino que me embriaga, de tus pasos cercanos siempre de la voz que me gusta, de la mirada lejana De las manos que me tendiste al caer, 89
extenuado amasijo de polvo, junto al caballo muerto. A mi regreso de la gran batalla Caí en tu secreto jardín de extrañas flores, me llevaste a calentar en tu chimenea y retornaron mis fuerzas, tu corazón rugía despeñándose en la ciega polvareda de besos.
De ti mujer que has luchado a mi lado cruzando todos los puentes, desfiladeros y desiertos, que has visto nacer mi poesía en la alta noche y escalado junto a mí el árbol de la soledad y transitado los muelles del destino De tu vuelo portentoso de águila fecunda de antiguas noches y conversaciones Tú paseando por la habitación Con mi camisa y el vino, en pose altiva Y Como río loco me inundas Yo soy el animal que, en la noche, Delirante atravieso las tierras de los monjes De las horas juntos, de las caricias aquella tarde de la más hermosa reconciliación Porque nunca huyes, ni nos dejas Porque si no estás aquí todo se agita, se detiene Estás siempre en mi mente no hay vacío cuando pienso en ti, eres mi Mandala, mi mar Conozco tu espíritu y lo amo Me sembraste tu nombre como si fuera un árbol, Ardiente espada en el centro de mi Alma.
De ti, hablemos 90
LARGO EL CAMINO
Tardío huésped, extraño, venido entre la niebla y la noche, he aquí tu colchón de paja, una misteriosa autoridad te prohíbe el espacio y el instante en esta realidad absurda, miserable y sin encanto. los sonámbulos te acosan porque duermes,
debes pedir permiso a los grandes miserables para dormir en un rincón, cruzar una puerta y poder deambular entre la miseria de los pequeños
permiso para ir lejos, por los caminos del asco, a ningún lugar aunque nadie adivine el esplendor de tu Alma extraño viajante, 91
nadie lo verá en tus ojos porque estamos en un tiempo donde nadie mira a los ojos ni busca en el Alma
Aquí todo es sospecha, acoso y cobardía nada importa, viajero, extraño, si careces de fuerzas para dar razones todo el que vaga miente todo en él es oscuridad y sospecha ocupa un lugar ajeno Basta que una palabra de “alguien” te salve alguien, que te haya visto de lejos, forastero que su palabra sea sagrada digna de obediencia Entonces todas las puertas se abrirán las calles se te ofrecen alguien te dará una dirección y espera le visites
viajero, serás libre de deambular por la ciudad solitario, con tus manos entre los bolsillos tu soledad te lleve a un bar único lugar donde nadie duda de nadie que un trago caliente tu boca, tu cuerpo tus pies, tantas veces hundidos en la nieve
Aún está lejos tu lugar de destino desde misteriosas ventanas te mirarán 92
oirás nuestros niños, riendo en medio de la niebla
Ve al bar allí todo huele a aguardiente hay un acordeón, un violín una mujer oculta entre el humo de los cigarrillos su ropa liviana, su boca se abre, deja que su mirada te busque Ve tan sólo a decir u oír una palabra, a tomar un trago más y márchate ¿es acaso mucho pedir? es muy largo el camino.
Aquí todo está prohibido nadie puede ir a ningún lugar ningún brazo del cual asirse cuando flaqueen las piernas ningún mensaje qué darte ninguna casa donde no haya seres ocultos
procura una amante furtiva para rodar con ella en un charco de cerveza triste, “haber hecho un viaje tan largo para nada” oirás un teléfono que suena sin que nadie lo tome tomarás siempre un sitio y un licor ajeno soportarás la infinita espera sin que nada ocurra te agotará el hastío hasta que tu pensamiento se entumezca rodeado de seres tristes, derrotados, sin sentido, 93
el musgo de la duda invade los sueños cada migaja de la posible dicha hasta los muebles son tristes los jardines quedan en la parte de atrás ocultos a los ojos de los peatones sus flores aburridas y lánguidas
Aquí todo es mudo, ocurren unas cosas, porque no ocurrieron otras se pierde, porque nadie está seguro de ganar toda posible palabra va vestida con la piel de la derrota los amantes comen restos de comidas y beben lo que queda en las botellas de los grandes banquetes de los grandes miserables buscan una habitación vacía, en plena madrugada burócratas se toman una foto al lado de un Poeta él también está en el lugar equivocado debería marcharse contigo lejos de la locuacidad de los felices
¡es muy largo el camino!
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LA CENA ESTÁ SERVIDA
Los árboles y las cosechas van a salir volando por la colina o rodarán al fondo de la quebrada vuelan partes del techo el viento implacable cimbra las ventanas los árboles altos inclinan sus copas amenazan con estrellarse sobre las casas abandonadas algunos aldeanos se fueron pareciera que el viento logra espantar la soledad que las habita mi mujer ora y clama
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ella descifra los signos del acecho para que cesen los vientos y retorne la luz el fuerte vendaval persiste hasta entrada la noche 7 7 toda oscura veo los árboles en la madrugada como gigantes sombríos que avanzan amenazantes Ilona gime, aúlla escribo el poema de Vincent Van Gogh el maravilloso arlesiano están listas nuestras linternas las velas en el rincón vencen las horas que pasan como sonámbulas en el viento, en la tormenta las ardillas y los pájaros ocultosa buen resguardo el viento podría quebrar sus alas habitan la montaña que ha reverdecido después del voraz incendio de enero
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los soldados tantean como ciegos en medio de la niebla van en silencio, con la pupila alerta rumbo a la noche han lanzado sus dados sus mujeres se debaten solas en las alcobas temerosas de que a ellos los siegue el jardinero de la muerte y viajen en el tren que nunca vuelve en el misterioso navío que recién atraca en el muelle sombras desesperadas en la vasta niebla al amanecer me despiertan las voces los aldeanos buscan a un hombre de la comarca más allá los aldeanos
a lo lejos, en la montaña vadean el río en busca del hombre extraviado rastrean el río y las rocas
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quieren romper el secreto de su ausencia y llevarlo a casa donde le esperan la cena está servida que no llegue la alta noche se cierren las puertas y su pan y su café sean lo único que queda en la mesa
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J’AIME TES MAINS
Amo tus manos morenas extensión de tus brazos de acema y miel tibios y suaves, de finos vellos manos que enseñan a dar y recibir manos que hacen jaulas sin puertas, rescatan juguetes y relojes muertos que vuelven con brío a dar las horas y lámparas que nunca se apagan. manos que se juntan y todo lo reviven manos nacidas para tomar en vilo mi corazón. La primera vez que vi tus manos, de ellas emanaba un perfume que sólo los Dioses destilan manosque lucieron hermosos anillos en antiguas fiestas tus manos que se confunden entre las flores cuando estás en el jardín que señalan la llanura
y me eligen como su huésped para las caricias
tus manos que vienen de lejos y son hijas de las manos de aquél viejo rudo y serrano
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y una Maestra de ojos de esmeralda tus manos que en silencio trabajan para crear un milagro reviven y visten desahuciadas muñecas
tus manos que alimentan a los pájaros y los gatosy ayudan al ciego a atravesar el puente
suben en la noche, cuando oran como la marea azotada por el viento ¡Señor, déjame sus manos!
las manos que custodian el fuego de la fiel chimenea las manos que tejen y cosen las que hicieron los espejos donde nos miramos los seres que ama
las manos de aquella muchacha que hacía el pan en la navidad las manos de las que salían pájaros que surgían de su Alma y como de una aljaba inagotable reparten la miel y el alimento de todos las manos de aquella adolescente
100
que encadenaba con una ajorca sus pies las manos que han derribado los muros y señalado nuestro destino las que encienden la lámpara en el bosque y vigilan el faro hermosas arañas que siembran la poesía de toda la casa y encienden el incienso que todo lo invade las manos que vinieron del mar a internarse en el bosque
las que sacan el agua del pozo esas hostias cotidianas que tanto me han abrigado cuando arrecia el invierno y tirita la cabaña en la noche profunda
las manos que nos dan la medicina las reinas del festín las primeras en tocar el cuerpo de nuestros hijos las que después de la mudanza dieron vida a las casas de ayer
las que siembran esas lindas flores y señalan la ley y lo justo las que firmaron nuestra unión y han blindado lo logrado en la lucha 101
Amo tus manos que han hecho esta hermosa cobija de retazos con aquellos vestidos antiguos las que hicieron mi almohada con la falda de seda de aquella tarde en que temprano te amé tus manos que no cesan de aprender tus manos fuertes, bellas y generosas
¡Señor, que no las ofenda el dolor! son ellas la corola más bella de nuestro corazón déjalas ir conmigo al fondo de nuestro destino déjalas cruzar conmigo el ignoto río de la vida déjalas ir con las míasa cruzar la pradera cuando acabe esta guerra déjalas, Señor, compartir el vino de la victoria
¡Sopla, Señor, con tu aliento, para que estén más vivas cada día! que vuelen y recorran mi cuerpo hasta que el deseo se agote
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Ellas han sido febriles y fuertes y no quieren pararse como a esta edad las de su padre jamás se detuvieron ¡Gracias Señor, por su belleza, su cuerpo y sus manos!
han tocado lo bello, lo feo, lo barato, lo caro, lo fuerte y lo débilhan peinado a la hija y la nieta para que resalten sus rostros y su cabeza perfecta las que desde la corona a los hombros han peinado a su madre como haciendo una campana son las manos más hermosas del mundo
hoy he visto una leve grieta en ellas las fuertes vigas que sostienen la casa.
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EL PÁJARO QUE SERÉ
Pájaros salidos de los bosques sagrados Refugio y asilo de los antiguos tiempos Pájaros que visteis al ángel rebelde encadenado al abismo Pájaros en los patios, en el árbol de los aguamieles En el amanecer de la montaña, Pájaros que cantáis entre la siembra, y os posáis sobre la leña cortada con mis manos hermosos huéspedes del frío, el viento, el sol, la soledad, poderosa mirada a lo lejos Pájaros, verdad y belleza Danzando en pleno vuelo ¡Oh, vuelves a mi mente
¡Bello pájaro de las montañas de Vigirima! Que desde el risco mirabas hacia mi cueva Y al ver que el sueño me rendía Pernoctaste a mi lado
Canto a vosotros, los pájaros Antorchas, oraciones que vuelan Fragmentos del arco iris
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Haced vuestro nido en mi pecho Haced vuestro nido en mi ático
Pido perdón por los pájaros
Que murieron cautivos de la vanidad nunca aprendieron a desplegar sus alas Ni su mirada conocer el cielo no conocieron bosque alguno Hoy vuelan libres como nunca Hoy el hombre está ausente Antigua escuela de pájaros Unos vuelan por primera vez Otros realizan su último vuelo ¿en dónde andas, pájaro que recién volaste?
Dime amada,
¿Que sería un mundo sin pájaros?
Nadie ama mejor las flores, los árboles, el agua y la tierra Quiero morir ebrio, mirando el cielo Un cortejo de pájaros Ellos atestiguarán en la Eternidad El pájaro que fui, el pájaro que seré 105
¡Adiós, pájaros de mi infancia y mi juventud! Ya fui hombre, ahora quiero ser pájaro, Así como yo en mi juventud, desde lo alto Te buscaba en el puente en la niebla de los caminos Hermosa mujer de Puerto Que hallé parada en el arrecife
Y Sentir el latido, la sangre de tus palabras El rojo pájaro de tu boca Que vuela hacia mi boca
Para besar mi Alma que se despide En las alas del tiempo vendré por ti
Yo Seré el pájaro del Arca
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SOL AZUL
Llevo conmigo la flor extraña que hallé en la estación donde esperabas el tren de tu destino
yo escribí tu nombre aquí en mi pecho donde guardo con esmero el sol azul que por ti late vuela junto a mí el pájaro de la palabra que mi amada pronuncia
y enloquecido corro con mi vieja campanapor el valle y la colina 10 7
en la cintura llevo mi flauta que ha atravesado conmigo los caminos y el fuego de lejanas batallas
he regresado en silencio volando, como un halcón sobre el techo de la vieja casa donde fuimos niños una vez
me siento entre las rocas bajo el aroma de los pinos que angustiado vi arder aquel día con el Alma muda antes de marcharme.
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SOL CIEGO
Lucha en mí el mal con el bien Tu cara, siempre en mi pecho Recostada como una Madre Tibia como una amante
Siento tu llanto rodar En la pradera de mi dolor Tus pasos sigilosos, por el corredor Donde cruzas como un fantasma Hacia el aposento prohibido Donde anida la locura Esta realidad ignota Que me atormenta
Me miras, me abrazas Acaricias mis cabellos Nadie entiende nada, sólo tú Nadie puede acceder 10 9
Al círculo de mi lucha Sólo tu penetras El hueco negro de mi dolor
Tus manos, como un tren Recorren mi pecho Donde se revuelve Mi atormentado corazón Debatiéndose como un pez ciego Y enloquecido, en el abismo Allá, donde se confunden todas las desgracias La guerra, el crimen de los amigos La fuga incesante, el alma herida De quienes no esperan más respuesta Que esta soledad desalentada Allá, donde el desamparo Es un pájaro roto por la angustia Un sol vencido por turbias auroras Una realidad donde han sido Desterradas las mejores palabras Y borrados por el viento Los viejos caminos
Sólo aquí quedamos tú y yo Como gigantes debilitados En medio del mar En esta casa se pierde el agua Sumida al fondo de nuestro abrazo Aquí estás tú, mujer de puerto Poderoso cordaje Única verdad que me pertenece Tu mirada y tu rostro 11 0
Sobre mi pecho Tibio, amoroso Que me miras desde abajo Fundes tu noche con la mía
Antaño, yo era un joven alocado Que se desnudaba en los campos En los valles, en la soledad Me bañaba en frías quebradas Solo, ninguna mujer había rozado Su rostro sobre mi joven pecho Sólo Dios y las montañas Conocían mi cuerpo Los pájaros descansaban sobre mis ropas Tiradas en la orilla Yo los observaba desde el pozo Porque no siempre descansan pájaros Sobre las ropas de un viajero O se posa una mariposa sobre sus ojos
Era joven, extraño, lejano Solitario Iba de lugar en lugar Sin rumbo fijo Hasta que apareciste tú tan hermosa Con ese pelo, esos labios, Esos dientes de nácar, esas manos tibias, hermosas, Torneadas piernas de finos vellos Tus brazos me abrazaban como panes Y ese rostro Que después de tantos años Sigues colocando sobre mi pecho 11 1
Que envejece Y un corazón que ya no late como antes
Este pájaro roto que soy Este sol ciego por la angustia Que sólo se calma en tu mirada Que al sentir tu mano y tu caricia Salgo hacia tus brazos Como surgido de la maleza
Soy el animal que huye Desde la pesadilla abre los ojos Para que no lo roce El murciélago de la derrota Y sueña que brilla más allá del mar Y de toda montaña
Estás aquí Testigo enamorada Para ayudarme a recorrer La última distancia A saciar mi última sed A dar el último paso Ante tu mirada infinita En esta estación de solitarios Parados en silencia Dibujamos la última sombra.
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¿DONDE ESTAS?
¿Dónde estás, cómo pasas tu soledad? Dime ¿Volvieron las ardillas? ¿mis libélulas en la cerca alumbrando la noche? ¿Y mis urracas buscando su alimento?
Algo terrible ha cerrado la ciudad Hombres y mujeres pájaros cantan desde los balcones Nuestros jóvenes, pájaros encerrados Los amantes separados Las manos que se acariciaban en los cafés Disipado el humo de los cigarrillos Enmudeció el choque de las copas Suspendidas las conversaciones Distanciados el aliento y la mirada 11 3
Los aviones en tierra bajo los hangares Los trenes duermen en los andenes Ha cesado la guerra, aunque no su veneno Gira el tiovivo de los moribundos Es la despedida de los anchiettos* Viejos pájaros que mueren solos
Deja una flor en la rendija del ataúd Dile a Italia que la amo mucho Dile a España que la amo mucho Mete en él un remo, unas limas una botella de vino, mi espada, mi carcaj, mi flauta y mi poesía
Léeme algo para escuchar tu voz, que ella me lleve Déjame escuchar el sermón de tus ojos la oración de tu mirada Déjame ir oyendo la lluvia A la corriente del río del que nunca se vuelve.
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ALFORJAS ¿Pretendéis que me apacigüe? / ¿Qué domine este amor ardiente y gozoso, este impulso / hacia la Verdad suprema? / ¿Qué cante mi canto de cisne al borde del sepulcro / donde os complacéis en encerrarnos vivos? Hölderlin.
Sobreviva de mi lo que no escondo Lo que no reposa ni un instante El eco de la oración infinita A la hora madura en que llame la muerteAquí abro mis alforjas En ellas he guardado sutiles semillas El diario intranquilo en ciudades de asedio Profundas soledades, enmudecidas piedrasRecogidas en montañas y océanos Preguntas que no hice Amores que no asfixiaron las sogas Certificados de nacimiento de personasQue he amado Privilegios olvidados de pronto Las balas que han matado hombres justos Canciones de juglares que hablaron de un mañanaPoemas escritos en la más alta noche Documentos borrados por el aguacero
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Fotografías ajadas de mis antepasadosEstán los estrados en que fui acusado mis amuletos contra el estigma y los vasos en que brindé con mis amigosen el suave atardecer de lejanas ciudades Nada está manchado de sangre.
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Gabriel Mantilla Chaparro (Cali Colombia, 1954) Profesor Titular, jubilado de la Escuela de Letras, Facultad de Humanidades y Educación, Universidad de Los Andes. Mérida, Venezuela. Magister en. Literatura Latinoamericana en la Pontificia Universidad Javeriana. Poeta, crítico, cuentista. Autor de varios libros de ensayo: Hernando Track: el superior de las lámparas (1992), Vivir a pulso (2005), Ser filosófico y ser poético en la obra de Álvaro Mutis (2004), Los hijos de Acteón (2008) y Viaje al poema. (2005). Ha desarrollado una obra periodística en revistas y periódicos de diversas regiones del país. Fundador, redactor y director de las revistas Tahona, Virajes, Casaviento y de los periódicos Despertar Universitario, Versiones; y de las páginas literarias Tierra de nadie y Versolibre. Obtuvo el Premio del Certamen Mayor de Artes y Letras (Mención Poesía) del Consejo Nacional de Cultura) por Viaje al Poema (editado dos veces). Recibió el Premio Municipal de Literatura del Estado Mérida y es Patrimonio Cultural del mismo Estado. Fundador y Director de la Revista Casaviento, del Departamento de Literatura Hispanoamericana y de las Jornadas de Creación Literaria de la Facultad de Humanidades y Educación en la Universidad de los Andes. Productor y conductor del programa cultural radial "El faro y la antorcha" en Mérida. Ha dictado las cátedras de Preseminario, Literatura Colonial, Literatura hispanoamericana, Literatura venezolana, Introducción a la literatura y Taller de cuento y poesía en esa misma casa de estudios.
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Camille Pissarro (1830-1903) fue un pintor impresionista francés. Nació en Saint Thomas, Islas Vírgenes, y se trasladó a París en 1855, donde estudió con el paisajista francés Camille Corot. Se unió más tarde a los impresionistas y tuvo representación en todas sus exposiciones. Durante la Guerra Franco-prusiana (1870-1871), vivió en Inglaterra y estudió el arte inglés, interesándose sobre todo por los paisajes de Joseph Turner. En la década de 1880, desanimado con su trabajo, experimentó con el Puntillismo, el nuevo estilo, sin embargo, no tuvo mucha aceptación entre galeristas, y tuvo que volver a un estilo impresionista más libre. Pintor del sol y de destellantes juegos de luz, produjo buen número de tranquilas escenas rurales de ríos y paisajes, también pintó escenas callejeras en París, Le Havre y Londres. Era un excelente profesor, entre sus alumnos y colegas se encontraban Paul Gauguin y Paul Cézanne. Pissarro había cursado estudios en París ya desde el año de 1843, y frecuentaba el colegio de Auguste Savary, donde aprendió dibujo, acuarela, grabado y técnicas para captar con eficiencia el paisaje al aire libre. Terminados sus estudios, regresa a Saint Thomas a trabajar en el negocio de su padre y a realizar dibujos de su isla natal. Allí conoce a Melbye a quien se une como su ayudante. A inicios de 1850 viaja a La Española acompañando a Melbye; allí realiza dibujos y acuarelas de paisajes de Santo Domingo. Hacia abril de ese mismo año 1850 regresan a Saint Thomas donde Melbye comienza a organizar su primer viaje hacia Venezuela, el cual lo llevará hasta los llanos del estado Guárico en un periplo de aproximadamente año y medio, cuando regresa de nuevo a Saint Thomas, donde organiza un segundo viaje a Venezuela. Esta vez Melbye convence a Pissarro para que lo acompañe y se dedique de lleno a la pintura. En 1852 llegan Pissarro y su maestro a Venezuela, donde vivirán hasta 1854. Ese año se separa de Melbye y regresa a Saint Thomas, y de allí a París, donde se convirtió en uno de los grandes maestros del Impresionismo. Pissarro no regresará al continente americano. Desde su llegada a Venezuela Pissarro vivirá entre La Guaira y Caracas por un lapso de dos años. En ese tiempo realiza una serie de trabajos, observaciones y apuntes ligeros de dibujo con lápiz, carboncillo, acuarela y tinta china; en ellos se aprecian paisajes rurales y urbanos de los alrededores de Caracas, escenas costumbristas y estudios de plantas y flores. De estos trabajos de Pissarro en Venezuela, un centenar de ellos se exhiben en las colecciones del Museo de Bellas Artes de Caracas y en el Banco Central de Venezuela.
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