La erosiĂłn de los sueĂąos
ediciones
Etel Carpi
de las tres lagunas
Etel Carpí realizó los estudios primarios y secundarios en su ciudad natal, Los Toldos (Bs. As.), y posteriormente se recibió en el año 1980 como Profesora Nacional de Música en el Conservatorio Nac. Carlos López Buchardo de la ciudad de Buenos Aires, especializándose en piano, guitarra y composición a través de diversos profesorados y cursos, lo que la llevó a efectuar una serie de audiciones en la Capital Federal y a contar en su haber con más de 20 composiciones musicales de variados tipos, especialmente referidas a la naturaleza, y a participar de congresos nacionales. Además, realizó diversos cursos de dibujo, pintura y cerámica, exponiendo su obras en Los Toldos, Buenos Aires, Junín y otros puntos del país. Como autodidacta e investigadora, sus preferencias están en la geografía argentina, la fotografía artística y documental y en las Ciencias Naturales, especialmente en la biología, la ecología y la etologia, temas que la llevaron a diversas investigaciones, especialmente sobre la flora y la fauna austral, reflejadas en una serie de audiovisuales y conferencias dictadas en Los Toldos, Buenos Aires y otros lugares del país. En la faz literaria, su especialidad es la poesía, la que la congratuló con diversos premios y menciones. Publicó sobre todos los temas mencionados en variados periódicos y revistas especializadas. Además de tener aún varias obras inéditas, las publicadas son: Sonetos, edición propia de marzo de 1985; Fauna marina austral, editorial Albatros, febrero de 1985; Antología de la paz, Los dominios del silencio y Hacia un mundo mejor, editorial Buenos Aires Poesía, años 1986, 1987 y 1988; Evocaciones de una viajera, editorial Marymar, marzo de 1989; Anuario Argenta de poesía, editorial Argenta Sariep S. A., año 1988; 7 poetas argentinos al exterior, editorial Poetas de 2 mundos, año 1992; Cantemos a la naturaleza, año 1994; Cuentos del sur, año 1995, La erosión de los sueños y Sonetos II, Ediciones de las Tres Lagunas, año 2004. Y las siguientes publicaciones compartidas: Antología poética y narrativa homenaje a ANTONIO MAGLIANO (pintor toldense fallecido), Ediciones de Las Tres Lagunas, 2005. 3ª Convergencia Nacional de Poemas JUNINPAIS 2004, 4ª Convergencia Nacional de Cuentos JUNINPAIS 2005 y 8ª Convergencia Internacional de Poemas JUNINPAIS 2009. En 2010 publicó El límite de los miedos, Ediciones de las Tres Lagunas.
LA EROSIÓN DE LOS SUEÑOS
LA EROSIÓN DE LOS SUEÑOS
Etel Carpi ediciones de las tres lagunas
© Copyright 2004 Etel Carpi “La erosión de los sueños” Hecho el depósito que marca la Ley 11.723 Impreso en Argentina - Printed in Argentina ISBN: 950-99914-3-0 Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita del titular del “Copyright”, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción, almacenamiento o transmisión parcial o total de esta obra por cualquier medio mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia u otro procedimiento establecido o a establecerse, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público.
Carpi, Etel La erosión de los sueños – 1ª ed. – Buenos Aires: Tres Lagunas, 2010. 88 páginas; 18,5 x 13,5 cm. ISBN 950-99914-3-0 Poesía Argentina I. Título CDD A861
Ediciones de las Tres Lagunas España 68 - CP 6000 - Junín - Pcia. de Buenos Aires República Argentina Telefax 54-2362-631017 E-mail: ediciones@delastreslagunas.com.ar www.delastreslagunas.com.ar Impresa en el mes de junio de 2010 en Bibliográfika Bucarelli 1160 - C1427CHR - Buenos Aires - Argentina TE 54.11.4523.3388
Al hombre que amo: el que es y vive en mis sueĂąos... pero sĂłlo en ellos.
He pasado los días más hermosos de mi existencia aguardando a una mujer que no llega nunca. Pero yo la he esperado y la espero aún, trémulo de emoción y de impaciencia. Miles de mujeres pasan al lado mío. Pero mi alma, que es la que guarda de ella una remota memoria, se acerca a su alma... ¡y no la conoce...! así pasan los años y me encuentran y me dejan sentado al borde del camino de la vida... ¡siempre esperando...! tal vez, viejo y a la orilla del sepulcro, veré, con turbios ojos, cruzar aquella mujer tan deseada, para vivir como he vivido... ¡esperando y desesperando! Gustavo Adolfo Bécquer
Un poeta es cualquier hombre pero cualquier hombre no es un poeta V. V. Maiacovski
Mi mayor aspiración es poder conciliar mi desarrollo intelectual con mi condición de mujer Etel Carpi
Carta de una madre a su hija Día de la Madre, octubre de 1999 Miro tus manitas pequeñas y suaves, duermes y un angelito te protege. Despierta, tus ojos vivaces absorben con desesperación las vivencias de un mundo que poco a poco vas conociendo. Siempre tuve muchos sueños que se descolgaban del cielo y ansias de volar. Cuando naciste seguí en un sueño, sin creer que estabas allí (con tu llanto) para poblar mis silencios. Y cayó sobre mí la dureza del mundo, porque confundí un par de ojos con un par de estrellas. Tú eres estrellita de piel suave, manitas tibias y una inquietud de aprehender todos los misterios que te rodean adelantándote al futuro. Cuando te miro sigues siendo un sueño, pero eres muy fuerte (mucho más que mi frágil alma de mujer) y estoy segura: sabrás luchar (en esta tierra rota). Etel Carpi
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con la energía de lo eterno, de aquello que perdura más allá de la muerte. Invadiste mis silencios con tu risa de niña. Ya no eres un sueño porque te recuerdo a mi lado siempre. Te quiero. Eres mi sol. Pero serás libre como soñé cuando naciste. Eres tan pequeñita... voy a protegerte de la miseria del mundo. Pero no impediré que la conozcas. No. La realidad vivida aplaca los colores del sufrimiento y te hará sabia. La vida enseña. Serás libre. Pero no me preguntes nada. Cuando crezcas irás comprendiendo mis mudos mensajes. Entonces, tú misma encontrarás la respuesta.
Para ti, dulce Rocío Anahí
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Infinitudes del alma verde
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Infinitudes del alma verde de la Serie “Sobreviviendo” Años 1985 a 1989 I Que colosal ternura me habita y no puedo liberarme de las fuerzas que me obligan a amar cielo tierra árbol flor. Y los pájaros que me abrazan y la pequeña mara tonina gaviota que reclaman mi lucha mi pasión. Todo me pertenece y quisiera que todo me dejase de pertenecer. Volverme etérea como el aire ser la nada el no-color y luego renacer
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en un futuro lejano tan lejano cuando la tierra quizás sea un páramo con hombres de papel sin árboles sin pájaros sin flores... sin amor II La noche era un martirio clavándose en el silencio. Él sabía que estaba solo que la vida se sobrevive cada día peleando luchando por un poquitito de felicidad. Había soñado tanto había construido tanto y sin embargo... estaba solo con sus grandes siembras y sus magras cosechas... solo casi sin amor. Por eso sereno y seguro
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convocó a la muerte y fue como un alumbramiento como vivir con el alma liberada de todo dolor. III Como un oscuro presentimiento algo siniestro nacía del fondo mismo de tus ojos. Lo sentí a pesar de la sonrisa presentí las ruinas que cubrían tu alma muerta la ilusión. Y esperé el silencio y esperé la ausencia de palabras de promesas y poco a poco sabía que se ocultaría el sol. Es triste muy triste descubrir que los sueños se deshacen de golpe y la vida es otra y continúa a pesar de la lucha y de los sueños.
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No me culpes también he soñado he sembrado una esperanza absurda quimérica y no te culpo. Estamos iguales amigo mío fuimos nada más que sueños donde sólo cuenta la realidad. IV Fue un alivio pensar en la muerte y liberar el alma de las fuerzas opresoras del dolor. Mutilada de luces sacudí las ramas que crecen por dentro los pájaros tibios que aletean en mi cielo la paz que busco cada día y me sentí mejor. No atenazan tanto las garras humanas destruyendo todo lo que nace lo que crece a mi alrededor.
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Se soporta el aire contaminado la ausencia de tantos tantos animales los árboles caídos las flores cortadas los pájaros sin nido los niños sin amor. Se soporta un poco se sobrevive y sigo creando soñando esperando... pero... ¿hasta cuándo? V Seguí tus pasos. No hacía falta más que un cielo varios árboles tantas flores muchos pájaros y el aroma del agua bajo el sol. Para mí alcanzaba era suficiente para mi alma salvaje ese poco o mucho de silencio ese poco o mucho de soledad. Etel Carpi
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Por eso seguí tus pasos sin pensar sin sospechar los anhelos de tu alma los dictados de tu ser indiferente a la tristeza de tus ojos seguí tus pasos... después supe que no alcanzaba con mi presencia para calmar los sueños de tu corazón. VI Pueden decir que soy huraña que me duele la gente los ruidos del hombre o qué sé yo. Y es verdad soy huraña si ser huraña significa amar la lluvia amar el sol el silencio de la selva la quietud del desierto el murmullo de los ríos de los árboles en las sierras el canto de los pájaros libres como el mar vivos como el aire desprovisto de contaminación.
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Confieso soy huraña y si es un pecado esa pasión pido el perdón de la gente y quizás obtenga con mi muerte la absolución. VII Estaba convencida que necesitaba un poco de amor. Y esperó y buscó al hombre de sus sueños día a día vida a vida ilusión a ilusión. Creyó encontrarlo ¡tantas veces! en una mirada en una sonrisa en una carta en un corazón. Y quiso amar pero no pudo y quiso sentir lo que en sueños creaba noche a noche sol y viento viento y sol.
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Nada sintió el alma vacía ese hombre no existe imposible esperarlo buscarlo... el mundo es chico para albergar los sueños que ella creó. Y se quedó con ellos y aún convencida que necesitaba un poco de amor fue feliz soñando con su gran amor más que otros seres que en la tierra murieron de amor. VIII He concluido en pensar que me basta una estrella un pingüino una flor silvestre un médano una cascada un poco de viento otro poco de polvo para sentir que vivo para soñar para reír y quizás también para soportar la vida. He concluido que tengo poesía
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sonidos algunos pájaros que han escapado del rifle del humo del desmonte de la caza clandestina del dolor. Que tengo todavía luna y sol flores cultivadas árboles para amar y animales para proteger. Tengo todavía pura el alma y fresca la piel sueños benditos naciendo a la luz y a pesar de todo silencio y soledad no son tan terribles lo confieso y lo pueden creer. IX Sabía que el silencio es tierra inexplorada espacio vacío para llenarlo de simiente y crear en su interior. Y llegó su música al silencio armonía
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que ella guardaba en su corazón. Y brotaron pájaros poesía un latido de pasión trocitos de ternura cayeron en su alma y en sus manos infinita ternura ella le dejó. Nació la vida nació la luz... y desde el silencio nació el amor. X He concluido por pensar que te amo que amo tus ojos tu voz tu alma a pesar del cielo distinto del viento del sol. Te amo aunque no asomes tu luz a mi vida aunque no vislumbres mi ternura y tu presencia esté más cerca de la muerte que de la vida. Igual he concluido por pensar que te amo.
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XI Si pudiera... si pudiera aunque sea una sola vez suspenderme en el viento y ser tan sólo nieve silencio. Si pudiera gritar mi desvelo y quedarme dormida después en los brazos del tiempo... Nada se perdería sería luz paz nube mar cielo un todo de vida sin pausa atemporal total eterna. XII Fue un momento fugaz de luz olvidada un rayo de vida que pasó como el viento y dejó sus ojos ardiendo de ansiedad y de miedo. Pasó el amor
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con ojos de ensueño igual que otrora lejano tiempo de silencios inconclusos de miradas sin misterio de temor y de esperanza. Y él sintió que renacía y que moría al mismo tiempo ante el paso de la mujer amada. Renació al amor nunca olvidado en el minuto fugaz de haberla encontrado y murió al instante viéndola como entonces imposible distante... Bebió su sonrisa recogió su mirada retrocedió el tiempo quince años (casi nada) y al igual que entonces él fue cobarde se quedó sin palabras. Al igual que entonces ella... no estaba casada. XIII Estoy vacía de versos 26
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de flores de estrellas... vacía y sin color la vida que amo escapó de las selvas en mi alma y no encuentro la luz que me guíe para encontrarla. Puedo vivir sin ella pero es estar muerta con silencios vacíos de paz y de misterio. ¡Qué angustia! he perdido la vida vivida en verdes amante del sol del viento de la lluvia de las aves... entonces ya no existo estoy muerta... sobreviviendo. XIV Estoy sola en mi sala musical el frío de la noche se avecina en el trocito de cielo que veo desde la ventana. El piano está mudo
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nadie llega es el silencio. Voces melodías ruidos pasos llegan a mi refugio de soledad. Es un mundo el Conservatorio un reducto de ilusiones en la paz pampeana de la ciudad ajena. Afuera grita la primavera su angustia de calor y la espera me consume y tengo que escapar... y como un duende de la noche caminaré hasta la terminal. XV No me entrego al caos del mundo de los que no quieren ver como sale el sol. No me entrego antes prefiero mutar a árbol o animal. 28
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Este mundo que oprime las cumbres del amor y en éxtasis pasajeros se mata la pureza la luz la poesía. De cada una de mis muertes vuelvo a nacer y tú mundo sigues muriendo. XVI Algún día tendrás mi secreto. Mutilada por el ser “homo” me quema me rompe me estaca pero sigo viva fresca en el mismo lugar. Mi lugar verde pájaro viento sol lluvia cielo mar pero un poco más muerta cada año.
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Algún día te lo aseguro tendrás mi secreto. XVII No tengo miedo puedo caminar el desierto puedo perderme en la selva puedo estrecharme al hielo soportar al viento amar el frío desear el sol enamorada de los pingüinos convertirme en mar. Puedo sí pero ahora sé que estoy olvidándome de mí. XVIII Es tarde en su último instante y el campo total abierto verde silente 30
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me envuelve y en éxtasis de paz de luz retorna la armonía a mi alma en soledad. El sol se muere para renacer en un horizonte ancho amarillo enigmático los lejanos árboles se incendian luego la luz se apaga y el fresco del crepúsculo me abraza me embriaga me droga ¡y soy tan feliz! Camino por la senda escucho calandrias chingolos carpinteros ratonas y en el cielo puro bandas de Sirirí. Me siento tan pura que puedo morir al momento conciente de haber vivido ¡de vivir!
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XIX Vuelvo al campo nace el día (uno más vivido) cascadas de luces invaden el verde la soja el maizal los girasoles. Camino mis amigos los pájaros vuelan a mi lado porque me aman me reconocen me miman. Y la felicidad se logra recuerdo la niñez en el mismo campo aunque con más pájaros. Pero no quiero vivir del recuerdo quiero vivir ahora otro de mis tantos momentos de paz de serenidad de armonía de sueños de amor.
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XX Una mañana más de cielo azul tan azul la amo total deliciosa con el sol derramándose estío melancólico por donde transita mi paz mis simples horas delirante enamorada del color del cielo del mar del aire de la selva del desierto del hielo de la luna. Sobreviviremos nosotros enamorados locos duendes de la vida que transita un siglo más sobre el planeta. XXI Ella tenía una esperanza una sola pero le alcanzaba
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para pelear la vida para vivir. El mundo la cubrió de frío la gente le regaló soledad y su esperanza la única temblaba por cariño en un rincón del alma esperando la libertad. Convocó a los pájaros sus aliados y llamó a las flores a los árboles a la naturaleza toda su salvación. Pero encontró desiertos tierra arrasada pájaros muertos hombres con rifles aviones con veneno humanos sin amor. Y fue inútil su esfuerzo su lucha su ilusión, y la pequeña esperanza su única esperanza con ella se murió.
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XXII Entregó amor regaló vida fue viento fue lluvia fue árbol fue sol. Y pidió un poquito de cielo un trocito de ternura unas manos amigas unas gotas de pureza casi nada... esperó. Y le llegaron cenizas muerte sobrevivientes campos sin flores pájaros sin nido indiferencia locura árboles caídos depredación. Entonces convocó a la vida (la poca o mucha que le quedaba) y se entregó al silencio de su interior. XXIII Y llegaste tú Etel Carpi
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a caminar un poco por el camino de mi vida. Llegó tu voz limeña tu piel cobreada tus ojos negros tu risa fresca y entonces tuve un descanso en la escarpada senda que transito buscando amor. Y llegaste tú a caminar un poco por el camino de mi vida. Desde la tierra de los incas llegó tu corazón travieso a buscar mi alma inquieta y un perfume de septiembre desterró las mañanas frías y por primera vez en mi ruta hice un alto y festejé la primavera. Porque llegaste tú a caminar un poco por el camino de mi vida.
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XXIV Una invasión de números (microbios del homo) entraron a beber la savia espiritual (germen de la pureza) que mueve mi pasión. ¡Oh naturaleza! ¡vuelve a mí! Amo tu voz silente tu luz gestora tus criaturas genuinas. El desafío de buscarte de aprender el habla de los pájaros del viento del mar de los insectos el perfume de los árboles de las flores de la tierra de la lluvia. Aquí estoy: en la bifurcación de mi vida casi muerta por resucitar (mañana cuando el sol no suba más desde el horizonte). Etel Carpi
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XXV Ella: la soledad nunca me dijo de este silencio que asfixia la lujuria de mi vida. Habrá un orgasmo infinito donde se quiebra la espina en las gargantas. Una mirada desterrada infesta corrupta ganará los cielos pavorosos de la vida con el vuelo majestuoso ... de la muerte. XXVI Iba por el andén desierto abriéndome paso entre las sombras sola con mi propio silencio, al encuentro fascinante con un hombre desconocido (el de mis sueños, que vive y crece con la caricia de la esperanza). El óvalo de tu rostro se hizo luz con el reflejo de un nacimiento y el perfume suave y delicioso de tu piel regó mi boca con el hálito puro
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de las fragancias del bosque después de una lluvia. Con la ilusión estrechándonos íbamos juntos por el andén oscuro hacia la roja iridiscencia de nuestro sol. XXVII Tus ojos engendran flores en mis sueños. Su luz crece crece gris y dominante ahogándome el silencio (sedimento de mis deseos). Y tu nombre entra a mis órbitas desiertas tragándose los soles que habitan el cosmos de mi alma. El otoño oculta el enigma del placer tentador de morir en tus brazos desterrando las lágrimas perennes de la soledad. XXVIII He despertado para encontrar tus ojos, color del cielo después de la tormenta. He despertado para desear un sueño diferente.
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En él he de mimarte, peinando y despeinando tus cabellos nacerá de mi cuerpo el recuerdo de ser mujer. Dejaré que visites el sol oculto de mis días. Y en un vuelo majestuoso ascenderé al momento que repetiremos hasta el infinito. He despertado para sentir tu voz contestando la pregunta sin respuesta. He despertado para amar... hasta que la tierra ya no gire.
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Sueños de infinitos posibles de la Serie “Cuando amar es imposible” Años 1988 y 1989 I Laceran los gritos inarmónicos con el filo de los trigos que maduran al sol de las sombras de la sangre. Se derrumban las catedrales vacías en la música de los besos de los que ya no se abrazan temiendo al monstruo seductor que los devora. Será mejor abrir las raídas ventanas al abismo cósmico del cielo porque el tiempo es un agujero negro desde donde nunca más se vuelve. II Cierro mi alma en la infinitud del delirio culpa del viento y los perfumes de la selva. Y ya no soy en el doble misterio seduciendo al mar para que me engendre un hijo de sal con sus substancias abisales donde llego cuando soñar es imposible.
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III Intenté todos los caminos (pecando en la fiebre poseída) pero sólo uno y mismo es el camino es el dolor es el placer una zona salvaje en la esclavitud del mundo quebrado. Muerdo las lágrimas la lava ardiente de mis ojos abriendo cicatrices en la piel porque también las rosas pueden ser un puñado de cenizas. IV Los sueños son una enfermedad. Una destructora enfermedad asfixiante mordedura voraz del yacaré abriendo las entrañas de la vida. Un resabio amargo de fuerzas que empujan a los abismos donde la nada es dueña y alardea de su poderío. Y creemos que los sueños dulcifican el trayecto hacia la muerte. V Algunas veces te vuelvo a ver
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en la imagen retorcida de los sueños (y tú apareces sonriendo, casi sin odios) me declaras culpable porque sabes que soy inocente. Que negritud absorbente la del amor cuando se lo sorprende en actitud de cobardía. Ha olvidado liberar las mariposas antes de que el sol no suba más desde el horizonte. VI He vuelto a renacer de esta última muerte. Pero voy perdiendo flores en cada una de ellas. Es un holocausto de terror en nubes rotas. He sido estaqueada una vez más sobre el paisaje árido del miedo y mastiqué la arena de la envidia. ¿A dónde iré ahora para esperar mi próxima muerte? Mi cuerpo ya no me pertenece pero mi alma puede arder todavía si le dan fuego. VII El verano droga la hoyada de mi alma. Es un sumidero sagrado donde nado. Acabo de desnudarme pero aún me queda la piel Etel Carpi
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(la libertad se ahueca en la sangre blanca de la luna) y la purificación del barro en el tiempo y la memoria. Algún verano estuve sola. Todos los veranos de todas mis vidas. Soy para mí misma la sed del extraviado en el desierto. VIII Perpetuando la soberanía de los límites se abren los pensamientos perceptibles del momento detenido. En la antesala de los dolores parto a abrir las puertas del futuro y remonto las barreras del pasado incinerando este presente. Busco la abducción de la estrella en el espacio de las selvas que cubren la entrada de la muerte. Enamorada inmutable del silencio voy desbastando mi alma (lo que de ella queda de salvaje) para entrar a la vida en la plenitud evanescente de los sonidos.
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IX Un orgasmo destructor libera los insectos del cerebro y en el límite de la locura un efluvio penetrante se instala en el miedo del amor. No, no puedo regresar desde el suicidio de mi vida requebrando la tristeza que se desliza al cielo donde le devolveré la libertad. X Los predecesores de mis vidas fueron construyendo mi indocilidad perpetua absoluta estremecida salvaje en las comarcas irracionales. Del sol cuando se levanta del mar invulnerable en la irremisible vastedad de los desiertos amados por donde camino. No soy otra que la amante de las bestias y los árboles entrenada para recibir los besos de los pájaros,
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vulnerable al silencio y muerta por propia necesidad. XI Envarada en mi base animal voy desollando flores pájaros decapitando en el misterio extendido sobre la tierra. ¿Quién empuja la luna en el espacio? ¿Quién construye el viento y canta mientras rezuman los líquidos de la vida? XII Hay alguien despeluznante que nos corre las horas, la arboleda del tiempo en todos los caminos posibles e imposibles. Navegamos en el calostro espeso abandonados a la calentura de los sueños robados en las cinco orillas negras. Abjuraremos de las risas del sol y abandonados a todo lo ofrecido tomándonos de las manos seguiremos obedientes en la órbita hasta que la muerte es imposible.
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XIII Voy acumulando abrazos no dados una profusión de besos sin receptor. Y va pasando la vida (y la muerte) mientras propendo mis soles al sueño pecaminoso de amar. He cruzado todos los infiernos de frente a los días esquiva y callada en la espera para que me colmen de amor. Mañana será el tiempo de un cielo diferente sin la clausura generosa de mi piel. XIV Y él llegó. Como un tren arrasando tus bastas soledades de espaldas al invierno engendrándote luciérnagas de verano. Una convulsión de vida cruzó las riveras perentorias de tus ojos así olvidarás que todas tus vidas estuviste sola. Conturbada por los espejismos de su voz
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el agua del tiempo fue llenando la convexidad de tu angustia la invisible impureza de tus espacios puros y ahora el sol fosforece los rincones enmohecidos por cada día que él llega a la puerta de tu última vida. XV Voy soñando una oquedad en mi alma para tus ojos y en ello he perdido día tras día (por las poderosas fuerzas de la creación se diluyen las señales del deseo). En los sueños se perfilan los silencios se guardan los aromas intactos de las frutas, sólo que la fiebre sube y el mar está lejos para bajarla. Ellos, los que pueden amar han desterrado las lágrimas de los ojos y en la efervescencia de sus orgasmos recibo un soplo de amor en la floración espuria de mis genitales. XVI Un rescoldo corre por los blandos pechos.
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Los árboles resecos del verano enajenan las soledades cuando llega el despertar de los sueños. En mi mundo-convento he decidido no pertenecer a nadie, soy de esa hora mágica que separa la noche de la aurora, la totalidad del viento la omnipresencia del mar. Entiendo. No me comprendes. Es absurda mi vida. Pertenezco al silencio todavía me emociona el sol y un pájaro desconocido. Nunca he sabido saborear un poco de tu gusto. XVII Me sublevo a los atardeceres anaranjados del verano. Viajera del frío naufrago en los aires ígneos buscando la costa de la nieve en ese lugar quieto que alberga las necesidades de mis frondas húmedas. Cae el sudor en el hueco sobreviviente. Mañana -con el invierno- seré un nuevo brote en el árbol desgajado de la vida.
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XVIII En el hueco desabrido del verano (cuando el verano es fuego desde el cielo y desde el alma), perdularia y mustia me desplazo por la multitud de luces cegando los ojos quemando los óvulos en una confusa idea de la muerte. Busco un cielo de penumbras polares el espacio justo para el descanso del alma un reconstituyente de luna desertora del norte hacia el sur del sur, en mi hemisferio meridional. Acabo de quitarme la piel y espero su regeneración cuando el verano es imposible. XIX Alguna vez el amor se ha roto entre mis ojos. De frente a la lluvia conservo un sonido de la memoria de su voz. Sola en este vergel-infierno me sobra toda la sed no saciada, todavía inmune a las sacudidas del amor a la seducción voraz del deseo de amar.
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Habrá un tiempo inopinado (mientras imagino el próximo poema) para desterrar este arcaico agotamiento y entregarme a los costado sensuales sin rastros de sombras en el presente ¡de esta sed sin perdón! XX Aislada tras las murallas propias y creadas una caterva de sombras corta el hilo de la perfecta soledad. Rompo el sueño y por los ojos abiertos se mueren las flores esas de la fértil pradera de la sangre. Hago un boceto de posesión de la noche (sin embargo me absuelvo de culpa y cargo...). Mañana estaré sola. Sola de silencios sola de pasión sola de soledad ... pero ya seré otra cosa. XXI Arden las sonrisas del cielo sobre los campos de luminosos girasoles. En mi país la vida tiene sabor a asombro el tiempo es un reencuentro con el sol
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con el hielo con el viento... pulsantes emociones acechan los hábitats preparados para virginales alumbramientos. Es un país de luces en un aluvión inigualable que ponen en funcionamiento las energías yacentes en los espacios del alma iluminada. Por los ojos abiertos pasan todas las creaciones, en las almas dispuestas entran todos los goces inocentes (con o sin misterio). Hay que disponer las alas para proseguir la búsqueda ¡hay tanto posible en espera de ser recogido! XXII Me seduce este día de un cielo tormentoso. La humedad del aire sofoca la sexta jornada caliente exaltada del verano. Callada e inquieta sueño la lluvia estado ideal de natura remedio dulcificante para mi cuerpo enfermo de desamor y mi corazón herido de desconsuelo. Así quiero morir: en brazos de la lluvia
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latiendo sobre el mar. Será la transmigración azul donde los pájaros huyentes de mi alma retornarán a la dimensión de lo verdadero. XXIII Habito una casa venteada por donde entra y sale el viento con luz durante los días y ventanas a las estrellas. Cimbran las hojas del otro lado, efluvios de flores purifican en la estación venerable. Aquí son todos los silencios propicios a mi alma lúcida morada donde comienzan los sueños; célibe aún veo arreciar todos los temporales. ¡Oh Dios!, van pasando los recuerdos y sólo queda el cansancio de la renunciación. XXIV Propendo al fuego de los sueños y vuelvo (una y otra vez) al mismo promontorio donde el mar puede ser caricia (o tortura).
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Una estrella fúlgida atrae mi mirada. Van muriendo las luciérnagas del amor y... ¿quién descubrirá mi inocente sensualidad? ¿quién escuchará los gritos de auxilio antes de que la erosión mude la selva en desierto? XXV En esta hora he muerto una vez más. He subido a las caricias de los designios he bajado al borde de la tierra varada en el espacio. Yacentes en i nfinitas miradas los que en otras vidas han sido. El polvo de mis huesos confraterniza con los polvos de otros: fósiles ausentes, invasión de pálidos esqueletos. Las almas se juntan para vivir. Pronto nacerá la luz desde la luz, presagio de otros advenimientos. ¿Quedará un poco de mi memoria en la sed morbosa de celebrar mis muertes? XVI He vaciado mi ser de todos los ímpetus y nadie los ha recibido.
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Nadie ha visto la incandescencia de mi alma. Nadie ha tocado la florescencia de mi piel y la expuesta degradación de sus luces. Nadie ha escuchado el sonido de mis lágrimas porque el grito silente de mi boca se ha estrellado en la muralla m asturbadora de loseños. su Indago en todos los idiomas pero nadie me contesta en el mundo. Proclamo: ante el silencio, todos los goces percibidos son inocentes. XXVII Una clarividencia milagrosa corrompe los sueños que continúan cayendo, rostro de los seres faltos de sonrisa en la cosmogonía sin objeto. Por el costado de la luz gimen los que copulan devorados por las fieras de dos cabezas (en la unión de sus huesos). Más arriba. Más arriba. Más arriba. Donde se atesoran las señales de los sueños...
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¡oh los sueños que se adueñan de la libertad! La miel espesa de los sueños también puede prostituir. XXVIII Cada noche una crucifixión de soledades invade los espacios vacíos y yo: fundadora de mis silencios deliro en el mar de la voluntad exánime. Evolucionando en la ternura atesorada me convertí en atolón y en una obstinación espuria creé un páramo para disfrutar las delicias de la muerte. ¿Quedará alguna caricia olvidada para este animal de ojos castrados? XXIX He tenido varias gestaciones. Carnívoros ideales me engendraron sueños de infinitos posibles. El semen agrio de la imaginación dilata la forma genital de mis estrellas y en las ansias desmesuradas toda la soledad de los sueños abortados. Por eso hay letras de sangre en el poema.
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Lecciones conductivas que enseña la realidad; y en la forma inmarcesible de mi boca perfumes amados desconocidos perentorios inanes. XXX La luz de tus ojos se refracta al tocar mi piel. Loca pertinacia de llenar mis espacios con las sombras de tu ser desconocido. Quemo las diatribas injuriosas, destruyo las rémoras que esterilizan la ilusoria sensualidad, y purificada podré llegar hasta el amor. Cualquier resplandor revelará tu nombre cualquier silencio entronará tu voz y en la región límite de los miedos tornará a mi cuerpo la vida. XXXI En la prohibida oquedad de tu alma cae la franja inmarcesible de mi ser porque en el onanismo de tus sueños florece mi feminidad.
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La luz acusadora de la luna señala la fúlgida redondez de tus ojos la silente sensualidad de tu voz que acoge mi púdico deseo de amar. Soy yo. La que no debe poseer la ternura potencial de tu mundo. XXXII Por la pineda pasea la luz de una alborada verde. Liberta enamorada subo, subo, subo... libando el aire con aroma a pinos. Roto el himen que protege mis selvas doy acceso a un rayo de luz... y espero al sol que me nacerá cuando el cielo no oculte más imposibles. XXXIII Un sonido bronco penetra en el circuito de la sangre. Me queda mucho de tu gusto y no me queda nada de mi pan... (porque en el silencio penumbroso caben todos los sabores). ¿A dónde iré ahora a esperar
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la próxima entrada del sol? Peregrinando por la senda de los sueños imagino la forma perdurable que me engendró la luna y... entronaré mi perdición. Eres tú el imposible que deprava en inane persistencia la casta imagen de mis sueños. ¡Oh, la miel espesa de los sueños también puede prostituir! XXXIV Nunca más el silencio: Amante expulsado de mis regiones. Saborearé el gusto del mar mientras desciendo (liberta indivisa) hacia los fuegos submarinos. Otros silencios poseerán mi paz, la arborescente desnudez de la hembra que murió el día de su nacimiento. Reencarnaré en pinnípedo (de cuerpo frescachón y varonil) para la lucha sobreviviente en la voluptuosa amenaza del amor.
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XXXV Nos alcanzó la espiga del verano como pálidas llamas cayendo al descuido sobre la erótica distracción del sueño. En mi erubescencia te abandonas a la íntima consumación que consagra la caricia imprudente. Inhalemos la sangre perfumada (salteando páginas del libro vital) en la ráfaga ciega que nos alcanzó la espiga iridiscente del verano. XXXVI ¿Qué piensas desde la trópica lejanía donde ensueña la miel profusa de tu pasión? En la febea soledad (fría luz de rocío) poco a poco voy desmontando el terreno selvático del alma para arribar al sol de los sueños que sueñas cuando amarme es imposible. ¿Quién descolgará la luna cuando accedas a miegión? r ¿Quién cortará el hilo invisible que sostiene al universo cuando llegues a mi esencia imposeíble?
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Sueña. Ya que todavía no enarbolas (hombre enamorado) la bandera de tu libertad. XXXVII Hasta que habrá un día (el que tú inventes) cuando las frescas uvas maduren sin tiempo a contraluz de la vigilia; y mezclada a mi pureza un poco de propicia sensualidad, como la luz diurna penetra en la noche en un sutil encaje sin límites precisos, celebraremos el ritual de la mística unión. Hasta que habrá un día... cuando nuestros sueños armonicen en un tiempo profético y me alcancen tus sustancias en un derrame de castidad, y te devoren los perfumen imposeíbles en el acto penetrante del misterio. XXXVIII Esta noche llegué hasta la boca luminosa del mar. Esperaba el nacimiento de la luna. Las sombras fueron cayendo con sus límites desasidos al borde de la luz
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que expulsa los duendes desnudos, requebrando el hueco doloroso de mis deseos. El momento me pertenece. Caminar, caminar, caminar perdida, extraviándome en la costa del agua, y sin retorno al hogar. Cuando el misterio de la hora se esfume esperaré la magia de otro momento: el nacimiento del sol. ¿Cuántos días de mi vida salió el sol sin que lo contemplara? ¡Oh...! ¡Qué poco he vivido y cuánta muerte en la sangre que borbotea ante el fulgor de esta luna salvaje! XXXIX Un hálito de pureza perfuma los ojos que miran el tránsito de la tormenta allí donde el río copula con el mar. La tarde tritura las alas de los sueños, la bandada de gaviotas y gaviotines que sugieren la libertad. En el fangal de los cangrejales fosforece la última luz que me queda porque afronté todas las amenazas para arribar a la promesa cumplida.
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Y sólo logré traerme el trofeo de la soledad. XL Estos últimos días en la exultación de la húmeda memoria caminé el medanal ardiente martirizada de asombro ante los bosques de luz. Descendí a la gloria, al reincidir en la búsqueda ciega de natura (tengo el sueño del yagüareté y el deseo del macá en los oj os). Sola en las noches blancas con la extremosa luna metamorfoseándose en misanos. m Sola en las auroras silenciosas, sola de rotunda soledad... (de forzada misantropía). Rota contusa bifurcada... veo como el veneno del tiempo va aherrojando nuestra necesidad de silvestre pecado. Queda la esperanza de otro desquite: mañana... o cuando la muerte nos marque la hora de un nuevo nacimiento. XLI En la planicie erosionada de mi vida un osario ofrecido a los destellos del sol.
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Nunca más buscaré tu rostro en el ósculo del alma abandonada, ya nunca duplicaré el paisaje del sueño para encontrarte. Acepto el desafío del destino: un existir amenazado de ausencias, un amor sin sonrisa en mi costado sexual. XLII Busco un lugar sin flores para crearte un planeta sin luces una desnudez purificada... yo que he cruzado la pared del sol para amar que buscando mi alimento di con un páramo que incita la sed y la subvierte. En la suelta final de mis pasiones veré la ira de Dios al expulsarme de la muerte. XLIII Te mir aré y me mirarás ¿qué cosa puede haber más bella que ese intercambio de luces? El sol... no es el fuego que se imagina en un mordiente deseo cuando amenazan los dominios del amor a la indiferencia de la alegría.
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Subyacente desde la capa de cieno reconozco el perfume de la hembra enamorada en sus instancias secretas. Te miraré y me mirarás... en alguna vida (tal vez) tú estarás conmigo, y amando el regreso que falta seremos indisolublemente dos. XLIV Tengo la fiebre del tiempo en la mirada. La sangre verde de amar los árboles. Y estoy quebrada... estrangulándome poco a poco bajo el peso de un amor invisible. Tú has saqueado la oquedad de mis sueños, has invadido las comarcas de mi aurora, has amurallado la frágil inocencia... y deliro en el desasosiego de mi soledad. No correspondes a mi misterio. ¿A dónde va tu vida mientras mi alma se evapora y mi cuerpo se corrompe? Soy una esclava bucólica en la inerte voluntad de mi clausura.
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XLV Exudando el silencio por la boca del alma muere la duda y entrego el sol de mis purezas al viento de la sangre enamorada. Saciada la sed prisionera en la unión diabólica de la íntima desnudez del amor. Muere la tibieza de lo ignoto en el erotismo del abrazo que estrangula el aliento. Hasta que el perfume de la floración coarte el sonido de los besos.
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Cuando la muerte es imposible
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Cuando la muerte es imposible Años 1989 a 1992 I En la aridez de un cielo agrietado por la sed del alma encarcelada me hundo en la borrasca de mi hábitat bombardeado. Y cae el sol en el destino sin retorno. Rota la luna diezma las escasas provisiones que me quedan. Difuminando la humedad de los ojos morirá el asombro y la emoción... el caos retornará al alma, purificándose en su descenso. II Por la espera nza que ya no tengo. En la aurora copulativa llegará un día final cuando emergeré detrás de todos los sueños soñados en el arrebato de la ira.
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Las verdes hojas esterilizarán la herida de la sensualidad desierta que tu voz no alcanzó. Y a través de la lluvia desconocida será el silencio trofeo del sacrificio. III Estabulada en medio del dolor hay un grito de auxilio que estremece la luz del astro. ¿Quién mueve los hilos de la vida? Hay un mar de naves invisibles que navegan sin rumbo y un vago recuerdo de un amor que floreció en un aliento que murió sin dejar fruto. A contramarcha de los ruidos el silencio entronó su canto y sin saberlo se consumió la alegría en la forzada continencia. De tanto en tanto un sueño sacude mis ramas. IV ¡Cuándo terminaré de morir! Como una rama arrancada del árbol
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que ha caído al abismo desde donde no se retorna. La luz me ciega y el silencio me estrangula. Pero llega el canto... el trino de los pájaros que reciben el nuevo día. ¡Y yo que los escucho no los puedo escuchar! Siento que el llanto drena hacia la nada. Absorbo el vomitivo de las ansias que parten en un sueño sobremuriente en espera del mágico final. V He muerto una vez más para verificar que la muerte es imposible. El rostro impasible de la vida no ha desflorado mi fertilidad y en la clausura involuntaria he aprendido a morir y a nacer eternamente. Que inerme el deseo de morir para siempre. Para ser otra cosa cuando Dios se caiga de su trono y la galaxia se desintegre en el último silencio.
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VI He desglosado el libro de mis días y vi pasar la lluvia por los ojos embarrados que piden clemencia. La tierra es un dolor en el espacio, una nave que sale y entra al mismo puerto en una obstinación infinita. ¿Qué soy en medio de tanta nada? Una vida muriente transitando un camino prefijado por los designios y un sol blanco que terminará en un agujero negro. VII Nunca más caminaré por el silencio para ver salir el sol, nunca más me uniré a las gaviotas del mar para alimentar el retorno de la naturaleza. Nunca más... retraída en la oscura plegaria de las paredes sin ventanas se desmesura la tristeza de morir tragándome soles derretidos. Una horrenda soledad de papel
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hostiliza la fértil fantasía de crear las formas genitales del amor. (El llanto es el símbolo de la paz perdida). Mi interior es un caos que sedimentan las horas sobrevividas como un derrumbe sobre el cuerpo. VIII Arriba, en la confusa mica del cielo gritaban los chimangos en un gesto que recuerda la vigilia del penitente. Iré hasta el estrado de la luna con la piel deshojada roída la pureza por el óxido del tiempo y el fuego submarino de la desilusión. En el antepuerto de la muerte anclará el beso no dado el abrazo no ofrecido el erotismo desierto... ¡Qué dulce descanso perfumará la sangre detenida entre el viento y la sombra! IX Lograré pervivir
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Un poco más allá de lo que me es dado poseer. En desquiciada persistencia perforo la forma del monstruo que se empeña en conmover el hilo sutil del equilibrio. Me queda una castidad derrotada por el pecado obsesivo de los sueños y luego una apariencia de paz transmutada en caos. Aguardaré mi vigésimo nacimiento. Aguardaré... será tu voz el dolor del último parto. X ¡Basta ya de este silencio! Quiero aturdirme en los ruidos que ahoguen la trascendencia del sol. Una pausa infernal en los dominios de mi paraíso, en la inmediatez de la ilusión deshecha. En las manos el recuerdo de las hojas que abracé. En las hojas, la imagen de los pájaros que fueron en mi peregrinaje.
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Con una orgía de libélulas celebraré el arribo a la cumbre de la inacción cuando la muerte es imposible. XI Las formas del odio en la mirada perjuran la sonrisa audaz que huye por los túneles del espanto. Procuraré tu aroma en la flor partida de la tristeza. Seré un saltamontes bajo la luna, sin sonido sin sabor, sin olor... con la promesa inconclusa de morir. Un odio colosal a la salida del último paraíso. Con un día más... con un día menos... y eso es todo. XII Y de pronto la desnudez nauseabunda de la nada. Una inclinación a los rincones mohosos de nuestro cuerpo en la búsqueda infructuosa de la luz. Etel Carpi
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La que murió en los deseos no liberados un día... un momento... a la vuelta de la luna. Escalaré las graníticas paredes hasta que nunca recuerde que formé parte del amor. XIII De espaldas al sol quemaré la alquimia que destrozó la aurora para partir del cielo hacia donde no escuche más los sonidos del amor. Un odio colosal en aluvión de lodo desciende por mis piernas. En la ciénaga atroz de los deseos yacerá la paz que soñé adornando el silencio con las voces de natura. Y en la sangre blanca de lo desconocido nacerá el tiempo para adorar la no-vida el no-sueño el no-amor. XIV Las lágrimas prefiguran el sabor del sueño.
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Llegó la hora del amante decapitado que engendra un monstruo en mis entrañas. Apretados en el húmedo vacío nos amamos al borde de la vida en una suprema deflagración del sexo. A contra-viento y a contra-luna sentiré el suave deleite de los buitres cuando desollan mi cuerpo. Te he prestado las alas, devórame la vida porque deseo encontrar un muerto sano que me indique el paraíso donde reposar mis huesos. XV Ya no más la luz vital lo oscuro es mi morada donde entro a desovar los sueños del último sacrificio. Una ráfaga huracanada me alcanzó y fui cayendo desde lo alto como un pájaro que hirieron los duendes de la tormenta. Mis ojos que ven la luz aman las sombras donde permaneceré descompaginada
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hasta que nacer sea posible. Mientras tanto... tú mueres al amparo del sueño. XVI Cerraré los poros del cuerpo las flores del alma... Desterraré el corazón de su sitio y continuaré la vida detrás de los zócalos húmedos. Un vuelo de chimangos desplegará sus alas sobre mi esqueleto. Morirá la sangre sin destino en el universo de la soledad de un vientre sin caricias de unos senos sin función. Nada será el trofeo de una silueta negra que gime sin sonidos al costado de los días. XVII Debajo de mi piel corre un río que secaron los desiertos que avanzan a contra-luna de la ilusión. Y nacen piedras en mis manos robustas tarántulas en mi pecho
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esqueléticos yaguares en mis piernas. Un delirio de soles blancos oscurecen los espacios genitales donde un veneno sin olor carcome los perfumes del éxtasis. Miraré un poco más allá del silencio y quizás encuentre restos de semilla de agua de flores y un trozo de tus ojos en las áridas regiones de mi piel. XVIII Ya no puedo soñar nuevos sueños murió mi paz en los sueños sin aurora en el alma amargamente desierta en el cuerpo ásperamente deshabitado. La vida sembró larvas de fuego en el delirio de mis lágrimas y abstraída en el vacío desorbital crecí al sesgo de la luna. Más abajo. Más abajo. Hasta perforar la llama del verano. Probaré perforar la llama del verano. Probaré el último color cuando mis alas rotas toquen tierra para pudrirse en el humus nauseabundo perentorio.
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XIX ¿A dónde iré para quedarme siempre...? Vi masturbarse la luna en el espejo del lago, aún recuerdo la boca del silencio besando la recóndita desnudez. Mi panacea es poseer los duendes de natura amando cada ser que late cada sueño que crece en la monstruosa soledad. Nadie habrá visto el destierro de la herida imposible. Nadie detendrá mi fuga imaginaria hacia donde iré para quedarme siempre. XX Moriré en los brazos invisibles del viento sola de soles sola de sueños en un cielo agrietado de sequía en un tiempo invadido de murallas. Aunque invadan mi cuerpo las luces únicas de tu aurora. Aunque despierte en mi vientre la caricia de tus labios. Aunque desfilen por mi alma las luciérnagas vagas de tu deseo. Moriré sola de todo
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(pero amando). Y envuelta en la tibia locura de tu mirada caeré al silencio abisal donde existe el espacio perfecto. XXI Y fue. Cuando la luna ya no subía la línea inalcanzable del horizonte. Y viví los días más hermosos que aún no había vivido. Pero vuelvo a detenerme en un demencial silencio, en un aluvión de flores sin aromas. Sigo despoblada de pájaros y siento pudrirme en sobras para los insectos. Vuelvo a ser un sueño sobremuriente a la espera del mágico final. XXII Por ti dejé de escribir. Por ti escribo (ahora) que la lluvia deseada me devuelve la memoria del paraíso donde crecí con un bosque en la sangre.
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Sigo amándote, dueña de nuestra historia que ambos escribimos con lágrimas. No hay nada oculto y todo es un inmenso secreto entre los dos. (Singular contradicción). Estamos muriendo un poco hiriéndonos en una compañía que no es más que eterna soledad. Nos amamos nos odiamos... en un sorprendente tumulto de incoherencia. Pero sigo amándote intentando reconstruir el sueño imposible aunque aún persiste el deseo de morir para siempre. XXIII He retornado a mi refugio de soledad. Gozo en la visión de la calle mojada por la lluvia del verano y rememoro aquellos tiempos sin amor. ¿Qué soy después de tanto amor?
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Una compulsión a devorar la muerte una regresión al silencio una tristeza deviniendo a su pasado. XXIV Estoy en el antepuerto de la muerte extrañando tus besos cuando jugamos y el postergado retorno a la naturaleza. Gané un amor pero perdí el goce supremo de la libertad de caminar hacia el mar para ver el sol elevarse en el cielo. La vida es incompleta. La muerte es la solución perfecta para todos los errores. XXV En mi cuerpo murió un hijo que nunca existió. Lo grave, que no podré volver a intentarlo. Lo peor, que tú nunca lo comprenderás. XXVI El tiempo es lento. Aquí siempre el tiempo es lento,
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y cuando llueve... llueve silenciando un paisaje de dulces purezas. Y tú, compañero mío vagas en el caos de un mundo de ruidos y cemento. ¿Me esperas? ¿Aún necesitas de mi tibieza? Ven... Te espero en medio de todos los silencios para continuar amándote, para construir nuevos sueños de los sueños que no pudieron ser. XXVII Cuando la muerte es imposible se pervierten los colores se diluyen los olores porque todo existir es conflicto. Diluvia en el alma, se desgastan los sentimientos y se atempera el brillo de la luz. Cuando la muerte es imposible uno se pierde en la jungla, perseguido, herido, enlazado, y vive aguardando ese vértigo que precede al fin.
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XXVIII Quería decirte que te amo ¡feliz día mi amor! No pude. No pude. ¡No pude! ¿Por qué el miedo nos corroe la razón? No dejes que muera alimenta día a día mi ilusión que siempre será propicio el momento para salvar nuestro amor de las garras del olvido. Mañana nos veremos de nuevo y volveremos a luchar (juntos) por la vida de los dos. XIX Incitación a morir la vida. Desde el nacimiento soy guardiana de tus secretos, espiándote estudiando mapas persistiendo en el juego de proezas ordenadas topé con el suave deleite de tus ojos. Un poco tarde quizás, pero para mí resultó a tiempo para morir viviendo a tu lado, gozándote, sufriéndote, amándote,
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en tus dulzuras y en tus rabietas. He cumplido. Ya puedo morir. XXX En mi vientre aleteó la esperanza de un hijo. Así completaría mi deber con la vida: un árbol (varios árboles) un libro (varios libros) un hijo (uno es suficiente). Varios días soñamos que existía, pero murió antes de crecer y sufrí en mi silencio la agonía de tu acusación. Dame tiempo para retornar de la muerte cobíjame y cuídame que antes de partir cumpliré.
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Índice#
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Carta de una madre a su hija
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Infinitudes del alma verde
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Sueños de infinitos posibles
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Cuando la muerte es imposible
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Índice
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Ediciones de las Tres Lagunas España 68 - Telefax 54-236-4631017 - Junín (6000) Pcia. de Buenos Aires - República Argentina E-mail: ediciones@delastreslagunas.com.ar www.delastreslagunas.com.ar
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