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LOS DOMINIOS DEL SILENCIO

(Primera edici贸n 1987)

Por Etel Carpi

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Foto de tapa y contratapa: EtelCarpi. Ilustraciones interior: Serie “Remolino” de Rocío A. Sánchez Carpi © Copyright 2013 Carpi, Etel “LOS DOMINIOS DEL SILENCIO” Hecho el depósito que marca la Ley 11.723 Impreso en Argentina - Printed in Argentina ISBN: 978-987-656-244-7 Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita del titular del “Copyright”, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción, almacenamiento o transmisión parcial o total de esta obra por cualquier medio mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia u otro procedimiento establecido o a establecerse, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público.

Etel Carpi Los dominios del silencio. - 1a ed. - Junín : De Las Tres Lagunas, 2013. 178 p. : il. ; 17x13 cm. ISBN 978-987-656-244-7 1. Poesía Argentina. I. Título. CDD

Ediciones de las Tres Lagunas España 68 - Telefax 54-236-4631017 - Junín (6000) Pcia. de Buenos Aires - República Argentina E-mail: ediciones@delastreslagunas.com.ar www.delastreslagunas.com.ar Impresa en el mes de Octubre de 2013 en Bibliográfika Bucarelli 1160 - C1427CHR - Buenos Aires - Argentina

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A MANERA DE PRÓLOGO PARÁBOLA DE LA NIÑA Y LA PALOMA

En los lejanos escritos teóricos de tantos filósofos, tal vez ya estaban borrosamente prefigurados los vericuetos de este apasionante poemario que en la agudeza intelectual de Etel Carpi se cruzan con una impecable vocación. La obra, lejos de toda aparatosidad, es un enorme hallazgo puesto que pone de manifiesto su experiencia profunda en el manejo del verso. La forma de separar los temas, nos habla de su lógica, de su ubicación para dar a cada poema, la magnificencia de ubicarlos donde corresponde sin improvisaciones que hacen de ciertos libros colecciones de ideas sin rumbo. Lejos de esto todo en este libro es medido. Es un erudito texto que invita a seguir leyendo, pues su lectura es un remanso de paz. En Los Dominios de la Razón Pura, decía Kant, que sólo se llega a esta si se la lleva adentro.

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Por eso la sucesión de palabras que forman este libro entran en territorio borgiano pues hay pistas y señales que conllevan a un magnífico final. Es un libro hexagonal, pues bastaría dotarlo de infinitos espejos para que su lectura se multiplicara en el tiempo.

Por eso la joven figura de Etel Carpi sale de su formal ubicación de plástica notable, protagonista de incontables muestras de pintura y asume la de dibujante e ilustradora de ese otro noble e invisible trazo que es el dibujar palabras. Y para terminar con este breve prólogo con el que me honro en participar en el libro, quiero expresar mi amor por él, en una dulce parábola que sintetiza mi pensamiento.

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PARÁBOLA DE LA NIÑA Y LA PALOMA

Cuentan que una vez, una niña sentía cada mañana y cada atardecer un aletear de paloma cerca suyo. La llamaba pero esta no venía. Sorprendida, como era poeta, pensó cómo podría comunicarse con su muda visitante y un día, como al azar dejó un poema en el tosco asiento de la plaza donde soñaba sus palabras. La paloma entonces dejó en ese lugar una rama de laurel. La niña entendió y realizó un poema de la paz. Cuando volvió al lugar donde dejara aquel poema encontró un plato vacío. Y entonces concibió un poema sobre el hambre.

Y así todos los días la paloma y la niña intercambiaban sus sentires, sus angustias y miedos y llegaron a lo sublime de la idea.

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Pero un día, la paloma dejó un libro, y nunca más volvió. Y ella entendió que su libro de poemas estaba terminado. Que solamente faltaba firmarlo y desparramar su esencia por los rumbos de Dios. Y así lo hizo. Etel Carpi, como la niña de nuestra historia, también recogió el mensaje, lo dibujó en palabras y fue duende del canto y la esperanza. Y formó verso a verso, su imitación de la vida, desde ese pueblo en el que se consagró al arte, “Los Toldos”, donde cada amanecer y cada noche es un canto a la esperanza. Etel, niña eterna. Tú, has hecho el milagro de encontrar a la paloma.

Teresa Cármen Freda. Otoño de 1987 En la ciudad de Buenos Aires

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“La soledad puede ser maravillosa Si sacamos sonidos de ella. Si vivimos en plena armonía Con la naturaleza Que nos rodea… Y con nosotros mismos”.

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I Y pasan las horas… Y ruedan las horas al abismo plúmbeo del tiempo.

Corrompen mi sabia fresca y atenazan mis alas de sueños con sus tentáculos de muerte, que acecha en lo profundo del abismo donde caen.

No tengo tiempo para perpetuar mi ser en el universo existente, porque me ahogan las horas y su martirio. EtelCarpi

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No tengo tiempo para encontrar al hombre amante que con su viril fragancia venga a colmar de amor mi vacĂ­o.

Y sigo sola‌ prisionera del tiempo que me condena a morir como a cualquier criatura del mundo.

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II Otra vez… otro día más caminando la maraña agreste de la cementosa ciudad.

otro día más de martirio soportando los ruidos humanos y luchando por mi pequeño trozo de silencio.

Y sueño… cuando camino entre el humo asfixiante apretando los ojos para no ver EtelCarpi

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la marea de “homo sapiens” sin rumbo o con rumbo oscuro.

Sueño con volver a la tierra, al polvo fragante que me ahoga en abrazo maravilloso. Sueño con volver al árbol y a la pradera, a otras “criaturas” que con amor salvaje y puro esperan a mi alma cansada.

Mientras… pasan las horas…

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III Al fin la noche… Y el frío del otoño destemplado acurrucando la música que suena sublime desde el silencio azul.

Al fin la soledad robándome los sueños, trayéndome la paz de lo no oído, que vive en mí cuando me quedo sola con la noche y sus misterios.

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Al fin la libertad‌ alas galopantes de ternura calmando mi sed ancestral.

Ya no duelen las voces del mundo. Ya no duele el eco humano del decir. Ya no duele‌ Porque los dominios del silencio de la noche han retornado mis ansias por vivir.

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IV Música del cielo. Un día… en un desierto… escuché música del cielo.

Vagaba en soledad suprema rumbo al sol. En los senderos desdibujados por las piedras, entre espinas de vegetal vida vagaba yo…

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Fue entonces cuando escuché… En el viento casi tórrido de la tarde sonidos ignotos bajando hasta mis selvas de amor.

Elevé mis ojos… cataratas de azules me hirieron y petrificada de espinas y arenas me quedé escuchando… como en un sueño…

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V Quiero escapar de los dĂ­as, de la rutina monocroma de las horas y quedarme en la esencia mĂĄs pura de todo ser que late.

Huir del tormento opresor del mundo y volver a las fuentes ancestrales -Australopitecos, Antropoidepara recoger mi alma, la que fui perdiendo en el camino de tan larga vida.

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Así reconocer mi voz en otras voces perdidas entre los túneles oscuros del tiempo.

Y luego… embebida del licor sublime de mis fuentes volver a lo cotidiano, a la rutina asfixiante de los días; pero entonces será distinto porque tendré conmigo la sustancia inmortal de mi vida.

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VI Pronto, el invierno instalará sus misterios de frío sobre mi esqueleto.

Caerán las hojas de los árboles y su desnudez brillará ante el sol y el viento, la escarcha matinal romperá sus cristales al paso de las horas que gimen su destino.

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Deseo escapar a la selva y abrazarme al Samohú que sueño florecido, hastiarme de verdes, de fragancias silvestres… descubriendo los senderos más salvajes donde vestirme de luz.

Ansío beberme la tibieza de la selva, ahora que pronto… estallará el invierno.

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VII Soy un cardo, una mutisia… una mirounga leonina (criatura de los mares).

No me reconozco “homo”, soy el enigma de la tierra, esencia de la vida sin definición.

¡Oh!, ¿cuál es la especie que arde en mi ser y me condena a sentir el mandato de las estrellas que visten el cosmos de luz celestial?

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Y sola en el mundo muero en silencio buscando entre sueños la respuesta que nunca podré encontrar.

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VIII Entre las tinieblas del olvido una voz… es tu voz de recuerdos que en pléyades de oleajes rememora una ilusión. Y ahora no sé por qué enigmática pasión me pasea ese recuerdo, me conmueven esas notas del timbre de una voz.

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Amaba aquellos ojos, soñaba esa boca de fórmulas ensambladas en la belleza.

Y esa voz que me envolvía en sueños soñados despacio en deseos intangibles, etéreos como el cosmos infinito.

Adoraba esas manos tibias besando la frialdad de las mías casi al descuido, y ese misterio clavándose en mi sangre como dardos de fuego.

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Pero el tiempo implacable se bebió los presentes y en un viaje sin regreso silenció los ecos interminables de la pasión.

Se quemaron los rastros y se cerraron las ventanas a la luz todo volvió a la tierra y en polvo se esfumó.

Y nos quedamos vacíos, girando en el tiempo del destino y muriendo, solos, en cada vuelta del reloj.

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IX A veces… una fuerza inverosímil nubla mis ojos y me quedo sin luz.

A veces… cuando alguien suspira silencios en vahos de dolor.

Entonces… me oculto en las frondas de mi verde ser y me abrazo a los troncos y embebida en fragancias vuelvo a soñar y puedo vivir.

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X No sé si morir por la locura de amar que poseo, o tenderme en los brazos de la luna olvidada en tus ojos.

Ser la mísera gota de agua que busca el océano de olas salvajes, en la penumbra secreta, aislada, perdida.

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Y en el silencio, la p茅trea pobreza del alma cansada de amar la sin raz贸n de lo inexistente.

Dejadme morir un poco en medio del torrente que me agita, ya que no puedo destruir la ternura c贸smica de mi mundo.

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XI Está allí… el que yo quiero; la criatura que deseo.

Pero está allí donde las nieblas mortecinas de las noches me oprimen y me asfixian.

Y no puedo… desnudar mis anhelos de ser que palpita en femenina, en vegetal sublimación.

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¡Ay dolor! de llorar insomne la angustia oculta la ansiedad umbría que rodean los árboles de la dulce ilusión.

Está allí… pero nunca su substancia se sorprenderá en mi sangre.

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XII Alguna vez… me brotaron ramas en los dedos.

Ramas de Pehuén, verdes como la verde pureza de las olas verdes y de los sueños soñados en verde.

Me brotaron hojas de Araucaria y en mis ojos, y en mi boca,

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vibraron los latidos de la savia vegetal.

Y yo… Pehuén del sur me enamoré del norteño Yuchán, salvaje tentación que me entregó a la selva y me casé.

Por eso hoy… tengo un Pehuén en el alma y un Samohú en el corazón.

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XIII -¡Lucio!llama la madre al niño que corretea entre las flores.

Miro la escena y recuerdo…

Lucio… tenía los ojos de olas de mar y era niño un verano entre las flores del parque donde mi pequeña figura de once veranos revoloteó. Y llegó la primer caricia, el primer beso que aromó mi mejilla,

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un “ te quiero” casi sin sonido que voló con la brisa del atardecer cordobés.

Jugamos entre las flores y nuestra risa de cristal aún late en el aire del pueblo; esas lágrimas saladas que derramé al partir ¿perfumarán la tierra de aquel vergel?.

-¡Lucio!llamó la madre, y yo busqué en mi silencio aquella voz que moduló en el viento un dulce sentir.

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XIV Una mano invisible acaricia mi tiempo seco de lunas, de mariposas cuando paso cerca de su figura.

Se llamó amor hace varios años… el único el sublime el eterno el que llegó a iluminar mi horizonte de sueños.

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De sueños febriles que se enroscan al cuerpo y amordazan el alma cuando llega esa edad de flores y de estrellas.

Y se quedó en el silencio

en la pureza en el deseo oculto de labios sedientos.

Y se durmió de a poco, sin decir palabra, escaparon sus ojos buenos y una pradera de musgos húmedos y fríos nació del silencio que creamos los dos.

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XV Quince inviernos me tejían de estrellas, de luciérnagas y de ríos perfumados.

Su voz de hombre con lugareña tonada acarició el ramaje de mis tiernas frondas y en un arranque de femenina tentación abrí mis alas y juguetona volé tras él. Estaba agrio el cielo, muerto el viento y un ardiente calor de verano tostaba las sienes. EtelCarpi

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Hoy sonrío… ¡es tan lejano aquel momento! y estaban las sierras la iglesia la plaza y los niños corriendo bajo el sol.

Hoy me río… el hombre de los ojos de cielo no estaba, guardé su voz en mi memoria y alegre, traviesa con los niños me quedé a jugar… …volaban multicolores mariposas.

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XVI Anoche recibí una carta; una carta blanca con sonidos de campanas y perfume de polvo estelar.

Una voz desconocida se clavó en mi pecho, un rostro desconocido acarició mi piel fría y cadavérica.

Era su carta; amante invisible que amó mi alma cubierta de escarcha, a quien mató el silencio EtelCarpi

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de mi boca sellada y volvió al polvo enfermo de pasión.

Perdón… anoche recibí otra carta, sé que tu polvo desea mi polvo, y que tu alma ansía estrechar las selvas vírgenes de mi alma.

Perdón por la muerte, hombre heroico a quien maté; no había visto tu corazón, perdón…perdón…

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XVII Escucho un sonido de truenos, como de olas marinas rompiéndose en pedazos al chocar, ciegas contra la roquería.

Y rememoro… eran tus ojos, desconocido como dos faros (hermosos y cálidos) en medio del sendero que buscaba mi porfía.

Una tentación su mano fuerte y tostada guiándome por el laberinto de rocas y de arenas, de viento y de aves.

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Me plegué a sus alas y compartí el silencio del paraíso con los animales del edén.

Era tu voz, desconocido la invitación al viaje por exquisitas mieles… pero no subí al tren del deseo. Y sonreí al mirarlo.

El mar estaba en calma, el cielo se dormía y el salvaje silencio nos acunó. El también reía, hombre al fin supo que en ese instante la magia desvaneció.

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XVIII Bien lo sabe aquel hombre, hueco peludo es la vida donde suelen caer y quedar apresadas las tentaciones.

Bien lo saben sus ojos chispeantes que mรกs allรก del horizonte que me perfila no hay mรกs que tempestades buscando apagar la llama sufriente.

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Sin embargo suplica su rostro un poco de agua para ese ocaso que antes de morir en noche florece en luces.

Pero su corazón sabe lo que nunca será: el veneno de mi boca el dardo de mis ojos, la podredumbre de mi piel, la humedad de mi alma…

Ese hombre lo sabe… y sin embargo sueña…

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XIX Quizás ya es hora… de desnudar mis secretos y desatar mis alas y desenroscar las enredaderas que atenazan mis venas y mis arterias y liberar la sangre que dentro fluye.

¡Ay!... quizás es hora… de prender fuego a las selvas que me oprimen el corazón y esquivando llamas llegar al destino supremo de ser mujer.

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Tú lo dices… con esa tímida sonrisa que oculta la traviesa ternura del niño y la audaz demencia del hombre.

Pero… espera… si ya es hora no se lo anuncies a mi carne ( que carne al fin se corrompe) comunícaselo a mi alma (donde habitan los ángeles) y espera… tendrá que confirmarlo … el corazón.

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XX Lo adivinĂŠ en su mirada, clara y firme aunque un viril pensamiento guardaba.

Silencios prĂ­stinos, un valle de muerte ocultando recuerdos de vida, cosas petrificadas, pozos abiertos a los reflejos ultravioletas.

Todo eso daba alivio a las terribles tempestades de mi alma clamando por la naturaleza misteriosa.

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Entonces… fue cuando encontré su mirada traspasando como magia diabólica las vestiduras de mi carne. Se escuchó el silencio ( ese mismo que sólo reina y reproduce en los desiertos), luego el paisaje de tierra agrietada por la ansiedad de lluvias me penetró hasta el alma.

Porque eché a correr sobre las lomas duras blancas y secas, buscando al viento que me alejase del infierno temido de tan sabrosa y quemante mirada.

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XXI Pasaba por la ciudad, el hongo de su aire viciado carcomiendo mis frondas purificadas.

Y en un arranque de musgosa melancolía llamé a su puerta, en la mano un libro y en el alma… una estrella.

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Vi aletear mariposas (cuando sonó mi voz) en su rostro de hombre conocedor de todos los vergeles.

La visita fue muy breve; le dejé un libro, me llevé la estrella… y el hombre quedó herido de mariposas rodeado por la ciudad gris y contaminada.

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XXII Pronuncio tu nombre; la mañana es un llanto de frío, un monstruo quebrado tras el abismo negro que miro por la ventana

Hace tiempo que tu nombre golpeaba mis murallas donde escondía las alas nacientes y apretaba las yemas que me brotaban como constelaciones.

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Abría los ojos al reto de la vida y pasaba por tu lado, niño sin ver la lágrima que en tu rostro iba rodando como piedras por laderas al precipicio.

Nunca pronuncié tu nombre, hundida en las cenizas de mis huesos esperaba despertar de un largo sueño de amor y de espera. Página 60

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Ahora pronuncio tu nombre casi olvidado en mi escarpado camino por prados y desiertos; un nombre que existió a pesar de mi inocencia a pesar de tu silencio.

Se abisma la tarde helada donde la luz esconde casi todas sus luciérnagas.

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Y pronuncio tu nombre niĂąo lejano en el tiempo gastado y oscuro; quiero partir para siempre de tu rostro travieso para no pensar en el recuerdo de aquel error que te dejĂł el alma desierta.

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XXIII El invierno mon贸tono y gris, desnudo de flores, aviva los recuerdos que descansan en un rinc贸n de mi cerebro.

El tuyo, hombre acariciador de sonidos me rebalsa el alma y como palomas vuela a mis manos y se convierte en palabras.

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Me enseñabas una de las tantas cosas que aprendí en mi vida y cuando tus negros ojos observaban mi figura me parecía en ellos estar viendo mi propia alma.

A veces… en la soledad suicida donde caíamos pude escrutarte los sentimientos que clamaban un beso de mi boca una caricia de mis ojos.

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Después… detenido el paso hacia tu hemisferio dejé las clases y demorada en el tiempo te liberé del suplicio de soportar mis regiones y me pareció que tu boca se llenaba de peludas tarántulas.

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XXIV

Somos dos territorios que unen mares de sonidos y separan montaĂąas de calendarios.

Sin embargo, temo hundirme en las trampas de ternura que oculta tu sonrisa y tiende la mansa inquietud de tu mirada.

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Necesito herirme con Tu Cristo moribundo, con tus cicatrices deshechas, en el moho de tus paredes y caer sangrante sobre tu pecho como un pájaro suicida que por querer besar el agua moja sus alas.

Veré arder los canales de tu frente, descender lava por tu espalda, y surgirán ciénagas de los sublimes sonidos y se derretirán las graníticas montañas.

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XXV No sé explicarlo… el corazón es muy largo y suelen quemar los sueños como una llaga.

Esa tarde… huérfana de silencios (porque la ciudad es un grito estridente de cadenas) llegué a sus murallas, ávida de volar libre hacia las selvas exuberantes y las montañas desde donde se alcanza la transparencia del cielo.

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No sé explicarlo… pero en las desconocidas acequias de su rostro encontré resguardo para el hambre del alma.

Me brotó el torrente de todos los ríos y deseé su voz como una posta en los caminos de mi llanto.

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Pude sentir el viento quemando las llamas surgiendo sobre el lecho de fuego y luego… cubierta de cenizas quedó mi sangre congelada.

No sé explicarlo… ocurrió en un instante, el instante que sostuve la mirada de sus ojos, ¡oh desconocido! como un diluvio de flores y de agua en la desnudez del espacio árido de mi carne.

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XXVI

No puedo decir las causas de tanto dolor que me perfora despacio en esta noche de mutaciones blancas.

No quiero proclamar las banderas del absurdo dolor en que me hundo tratando de limpiar la senda donde transita el entierro de mi espanto.

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Porque no hay palabras, no hay certeza, ni atajos ni orillas para recoger la redondez de mis lágrimas.

Sólo tú… derribando espinas, hachando maleza y apuntalando los techos etéreos del paraíso podrías resolver el teorema y encontrar la llave de la respuesta.

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XXVII He de confesar mi pecado. Mi cruel pecado de entrega al sol, al viento, al mar, a los pájaros, al silencio…

Este vivir mío enamorado del verde sin límite de los seres pequeños que asesina el cataclismo humano. He de confesar el dulce pecado.

Mi alegato, la pureza de las hojas, la ternura de las criaturas que amo en mi quimera

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de campo de batalla. Confieso ese deseo que lastima, que carcome y pido: no condenen mi calvario.

Siento un abandono concibiendo mis espacios por el cruel pecado de declararme enamorada de plantas, de bestias y de p谩jaros. Perd贸n por la locura de pretender sublevarme, hoy confieso ese pecado y pido la absoluci贸n a la especie humana, antes de que se mutile con su propia espada.

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XXVIII Vagaba, como el silencio amando el sueño de la esperanza. Y cayeron los perfiles redondos del sol sobre la libertad de mis alas verdes que buscaron las aguas claras de la laguna alto andina. Quedaron en mí las ruinas del paisaje de indomable soledad y la llave de la luz que en plumas rojas me entregó el viento.

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La voz misteriosa perforándome las células verdes manoseadas por una humanidad en guerra. Vagaba, colgándome del cielo para salvarme de las cotidianas lluvias de materia ahogándome despacio en el desierto vacío de la vida del “homo”. Y mi humildad se llenó de canto (canto silente de criaturas rosas) embriagando de paz el límite herido de mis restos salvajes.

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XXIX Salvada… por el sueño preparado de antemano en llama de amor fui transponiendo las fuentes de natura solo con mi mundo de mañanas frescas.

Y mis pies anduvieron la roca negra de la montaña donde se termina la tierra y el dominio del cielo entre en luz por los poros abiertos.

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Entonces la nieve (como regalo en primavera), el sol, el viento… y un frío saturado de éxtasis se adueñan de mi espacio viajero y me poseen como al manso cachorro entre los brazos de su amo.

Un diluvio ondulante vence mi voluntad y mi oprime el alma. Me quedo… frente a imágenes colosales, con las manos estrechadas y un horizonte de asombro en mis lágrimas triunfales.

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XXX

Soledad. Un canto de silencios repetidos hasta el cansancio me enlaza apenas y conmueve a los ángeles verdes de mi alma.

Casi muerta por esta paz necesaria me quedo atrapada en la aldea blanca; entre rocas coloridas, y un latido de agua cortando la montaña.

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Entonces… cuando la mañana se desgasta en los silencios repetidos y el sol cubre los miedos con su mano perdida el encuentro nos devora.

El silencio se llena de pájaros y nos socava la ternura dejándonos la sangre florecida de abismos y montañas.

Entonces… sé que los sueños pueden ser perfectos si se asciende al límite de los ojos heridos por un milagro de amor.

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XXXI La bruma azul quebrando el paisaje sin nombre y entre los brazos oscuros de la selva, la clave de la luz.

Perfiles de verdes suspirando en el abismo oscuro y bello con el grito vegetal que somete las fibras más débiles de mi alma.

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Y se levantan pĂĄjaros ungidos de agua, de libertad desbocada en ternura, de nubes destruyendo caminos por donde llego a beber el verde laberinto de montaĂąas.

Y es cuando recojo en el hueco de mi loca humanidad la estrella de los castillos vegetales por donde circula mi sed perpetua.

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XXXII Necesité lastimarme la piel con el sol de setiembre tropical y herirme de ramas y cansarme los pies sobre la tierra seca y quebrada.

Necesité caer en la trampa del placer al cruzar los montes en busca de la fresca melancolía del agua que perdura. EtelCarpi

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Excrementos de carpincho, conchas de ampularia y los teros miserables cobijando sueños de jabirú y un cielo de mañanas agotadas en luz salvaje, en eternidad.

Necesité quemar mis ángeles en el espacio agreste de lo primitivo para redimir las viejas tristezas de mis ruinas verdes.

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XXXIII Son como un martirio. Me hundo en la tormenta que agita mis aguas aunque procuro navegar por el curso que lleva el mundo y su gente.

Pero no puedo. Y caigo siempre en mis amados silencios, en la comuni贸n con lo agreste, EtelCarpi

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lo puro, lo salvaje‌ y grito mi soledad ‌ nadie contesta.

Tengo el deber de enloquecer en mi miseria rebelde, sentarme en el pasto, en las piedras en el polvo y escribir mi desgracia de duende viajero en un mundo indiferente al reclamo de amor.

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Pero vivo… con todos mis rincones a la luz y sueño y espero; aunque me ofendan las sombras del odio y los hombres me opriman el corazón.

Porque bebo de mi propia fuente y es natura mi salvación hasta que llegue el tiempo de la muerte, la hora del perdón.

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XXXIV El mundo vive todavía. Voces, pasos, ruidos, risas, llanto, dolor.…

Quiero saber si alguien tiene mi misma pasión, el mismo desvarío, la misma colosal ternura de amar todo lo que vive y se mueve y suspira y perdura a mi alrededor. EtelCarpi

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Porque en esta noche de llagas y lluvias siento que me faltan brazos cálidos y fuertes y almas eternas que sueñen en verde, en blanco y en azul.

Entonces, estaré segura… …no moriré.

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Los Dominios del Silencio

XXXV Callada, solitaria, sin una voz que ampare la respiración de mis pulmones, sin una imagen real que me despierte del sopor de vivir la pesadilla fatal de despertar mujer.

Envuelta en las alucinaciones que golpean las puertas de lo absurdo y atenazan sueños, colores, sonidos…

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Los Dominios del Silencio

Y observo los confines del mundo enfermo que más allá de mi carne, de mi mente, de mis huesos… sobrevive.

Otras mujeres que revolotean de tiempos obligados al sexo y un poco de amor.

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Los Dominios del Silencio

Martirizada por el fantasma del ser superior atravieso mis límites sagrados y no encuentro más que carne, huesos, sangre, alma… y vestigios de mujer. Pero erguida en su pasión majestuosa en su poderío y perpetua trabajadora del silencio.

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Los Dominios del Silencio

XXXVI

Estoy detenida en un momento de todos mis tiempos.

Casi muerta, como una sombra ausente que busca liberarse de los tentรกculos opresores que le tiende el reino del amor.

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Los Dominios del Silencio

Quiero quedarme inerte, ser el silencio, la nada, el no-sonido, el no-color‌ y muerta esperar lo por vivir.

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Los Dominios del Silencio

XXXVII El verano comienza una vez más y me golpea con sus tentaciones de libertad.

Pero un día termina. Entonces me golpeará el invierno con sus juegos de soledad.

Y cercada por todos los tiempos, siempre esperando los sonidos de lo natural, necesitando el calor o el frío de las noches vegetales, la caricia de una mirada animal. EtelCarpi

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Los Dominios del Silencio

Siempre con la callada compañía de los seres más salvajes de este mundo devastado por la sed homínida que arrasa sin piedad.

El verano comienza una vez más. En mi verde jaula la lucha renace en cada punto de la espiral.

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Los Dominios del Silencio

XXXVIII

Llegará mi muerte, llegará a tiempo para liberar al alma del cuerpo seco y enfermo. Será el tiempo de amar lo no amado con un alma nueva latiendo en los seres más diminutos y frágiles de la tierra.

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Los Dominios del Silencio

Como una locura perdida en la nada invisible pájaro, viento, música en libertad… será después del instante supremo de mi muerte.

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Los Dominios del Silencio

XXXIX Tarde de domingo casi en verano y silencio sepulcral. Un canto insípido se desgrana en el aire de fríos atemporales y corta el hilo perfecto de la tristeza que albergo. La gente circula su hastío de aturdimiento crónico y sobrevive ajena a las flores exhalantes, ausente a los sonidos de natura, sumida en un letargo afiebrado vacía el alma de pasiones sublimes las manos heladas EtelCarpi

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Los Dominios del Silencio

de no-amar y el corazón vencido al sopor de latir por latir incapaz de despertar a un ensueño. No escucha, no ve, no siente… y sigo llorando la rebeldía de mi tristeza por haber sentido en el instante fatal de mi vida que me nacían pájaros en la piel y helechos en el alma. Porque descubrí que me siguen naciendo en esta tarde de domingo casi en el momento final de su latir.

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Los Dominios del Silencio

XL En esa hora azul cuando la noche salva las fronteras de la luz y entra en el silencio de las regiones celestes, crucé las calles caóticas de la gran ciudad.

Venía mi alma de gozar sonidos que atravesaron el calor naciente de los últimos días del frío diciembre.

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Los Dominios del Silencio

Mi piel pegajosa del pasado sudor, mis manos doloridas de acariciar las teclas del piano ya vencida al ensueño de haber recreado música.

Un temblor de paz invadió mis comarcas afiebradas, los arbolitos navideños titilantes tras las ventanas abiertas en la noche escasa de sueños en la ciudad contaminada.

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Los Dominios del Silencio

Sin embargo… ese sábado de horizontes grises me pareció doblegada a la paz. Silente y casi mágica, conmovida de tristezas y ansiosa de esperanzas.

Y yo… ¿qué hacía allí en esa hora azul con amenaza de purezas que no existen? Sin duda… buscando el túnel verde por donde escapar en cuanto las luces del cielo lo indicasen. EtelCarpi

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Los Dominios del Silencio

Era mi fuga silenciosa al cielo abierto, a mi lugar sin tiempo, sin lĂ­mites ni barreras donde siempre he sido una apacible siembra, una necesaria soledad.

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Los Dominios del Silencio

XLI Perdida en el silencio por los sombreados recodos del monte iba mi pobre alma blanca.

La calma quemó todas mis ansias de entrega a la furia caliente del bosque espinoso bordado de flores olorosas.

Busqué entre la maraña los andenes del misterio, el estandarte de las fuerzas del cielo; EtelCarpi

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Los Dominios del Silencio

y quedé intacta en mi batir de alas por huellas que guardan olvidadas respuestas.

Mi pobre corazón salvaje fue cediendo a la soledad sin horas en PiguemNonralta y como un milagro cegando el alma, fui paloma, luz, pureza, nostalgia… PiguemNonralta; campo del cielo.

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Los Dominios del Silencio

XLII Estaba el sol como testigo, los ritos de la arena cortรกndome las huellas, desafiando mi fuerza inagotable de amar hasta el martirio.

Estaban los abismos de piedras y de nieve y el rito prodigioso del viento que lastima en abrazo delirante, perenne, supremo, EtelCarpi

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Los Dominios del Silencio

por los huecos desiertos donde la vida se esboza sobre lecho de muerte.

El volcĂĄn Quewar fue testigo de mi asombro caminando los silencios que emboscaron mi ternura, mi deseo incorregible de mĂ­sticos peligros, la desconcertante entrega a un invisible amor.

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Los Dominios del Silencio

Declaro tres testigos: el Quewar tan níveo el sol cegador y el viento perpetuo cruzando los abismos.

Declaro tres testigos y dejo que el mundo gastado y oscuro juzgue mi pasión de vagar por esos sitios.

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Los Dominios del Silencio

XLIII Creo que pronto me cegará la nostalgia, entonces… caminaré silente la misma senda con mi alma abierta mis manos vacías y un ansia idéntica a la ansiedad pasada.

Creo que pronto despertaré cargada de estrellas aromada de pastos y redimida por la alta soberbia de los grandes árboles. EtelCarpi

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Los Dominios del Silencio

Y el altar de los ríos que mojaron mi viaje florecerá en cruz como un rosario de agua besándome el tiempo verde de mi alma.

Creo que pronto obraré el milagro de tender la tristeza de mi vida azul en el reducto agreste y lejano donde quedó vibrando mi fiel campana.

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Los Dominios del Silencio

XLIV Y sucedió… mi cansancio rodó por los espacios del pasado y cayó al presente de tus ojos.

Y ocurrió el regreso a aquellos territorios de amor por donde circularon nuestras vidas en pacto silente de adoración.

Y allí estaban tus ojos, claros como un martirio y tus cabellos rebeldes

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con algunos hilos blancos y tu boca y tu voz, todas tus comarcas que encendieron aquella lejana vez los leños de mi ser que nacía a los llamados del amor.

Entonces me hundí en las ternuras de tus ojos y esperé la emoción que sacudiría mis ramas, y lista para librar la batalla con el pasado, regresé mi camino al futuro… y sigo sola.

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Los Dominios del Silencio

XLV Yo sabía que mis pasos retornarían a los umbrales de tu ser. Y que tus ojos (como en el ayer oculto por las sombras que impone el tiempo) estarían en llamas para recibir los canales secos de mi tierra enferma.

Lo sabía… por esa fatal alianza entre tus fantasmas y mis duendes, por ese invulnerable silencio de nuestros ritos

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y ese cansancio perfecto de tejer la vida cada uno por el camino de nuestros dominios.

Y también lo sabía; y no me sorprenden las catedrales del miedo que levantaron mi timidez y tu cobardía. También lo sabía.

Ahora es abril, y el frío reclama a nuestra sangre devastada por las horas que una tras otra fueron cerrando nuestras venas y nuestras arterias.

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Los Dominios del Silencio

Está muy cerca el invierno para celebrar el alumbramiento de nuestro martirio …y no despertará en mi piel la soberanía de tu voz, y no descenderá a tu alma el régimen de mis estaciones.

Por eso, amigo mío… porque está muy cerca el invierno.

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XLVI Qué extraña obstinación la mía. Van tres noches que te sueño, tres noches insomne sintiendo el contacto con tus formas invisibles. Si los trofeos de tus comarcas yacían en una línea oscura del recuerdo… ¿ por qué ángeles y campanas van tres noches que te sueño? Tres noches en silencio, noches con gusto a manzanas. De versos inconclusos de dulces laberintos atrapando mi inconsciencia de llamar a las dimensiones del pasado.

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Los Dominios del Silencio

Qué perfecta obstinación la mía, tres noches celebrando tus espacios de juncos y de arenas, tres noches de tribunas al estío, sin alba y sin crepúsculo viajando los desconocidos territorios de tu universo. Sin tiempo sin distancias por los infinitos hemisferios que liberaron tus ojos… van tres noches que te sueño, ¡y qué vacía, amaneció mi alma!

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Los Dominios del Silencio

XLVII Anoche me desveló tu nombre cuando imprevisible se agitó en el cansancio de mis horas, y afiebrada de recuerdos (frescos, cercanos, latentes…) me quedé suspendida de los silencios nocturnos. Y como sonámbula te busqué en mis laberintos por la tierra y pude recuperar (entre montaña y piedra, agua blanca y viento) tus ojos de soledades acunando la quietud pueblerina con color a lamento de quena. Rompiendo pedregales, EtelCarpi

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Los Dominios del Silencio

vadeando vertientes, suspirando alturas vestidas de frío logré trepar las montañas para tenderme en tu voz y desnudarme en tu alma. Y prisionera del espacio libre subí contigo las callejas centenarias sin saber que mis manos, mi sangre, mi garganta… se llenaban con tu fragancia. Y anoche, se me inundaron los huecos del alma que descansa y sin revelarme al desvelo, silente y mansa me quedé insomne, emboscada en la ternura de tu pasada mirada.

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Los Dominios del Silencio

XLVIII En esta hora de exactitudes blancas descubro el misterio que los ángeles me dejaron esa noche de lluvias y sueño ausente.

Me proclamo cautiva del momento en que estrechamos nuestras almas, del beso que tu boca me entregó en despedida y ese horizonte prometido vibrando en las miradas.

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Los Dominios del Silencio

¿Podrás liberarte de mis pájaros…? Ya no podrás explorar bosques y montañas soledades y silencios, sin escuchar el canto de todos ellos en las ramas de la selva que te somete y te enlaza.

Lo sé… por ese majestuoso silencio que las alturas descarnadas levantan y que atravesó mi hambre vagabunda de rincones olvidados.

¿ Y… podrás liberarte, ahora que ellos te han robado el alma?

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Los Dominios del Silencio

XLIX Quiero recuperar mis pájaros que olvidé en tus ramas… (no, no los olvidé, ellos se quedaron) y calmado el llanto de mi cansancio amontonarme en el viento de tus imperios.

¿Cómo recuperarlos? Haciendo una almohada de flores con encaje de estrellas para dormir la siesta de tu alma… EtelCarpi

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Los Dominios del Silencio

y allí estarán ellos: mis pájaros perdidos.

Cae la noche sobre mi espalda y como gotas quebradas en el hielo siento mi savia roja perecer ahogada.

Hasta el momento en que abras la puerta de tu cielo liberando mis pájaros y hundas tu corazón en el camino de mi cansancio.

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Los Dominios del Silencio

L En noche de estĂ­o puedo percibir mi propio latido de mujer total que sin embargo no puede amar.

Y vuelvo a la montaĂąa a caminar las mismas calles desiertas, a trepar jadeante sostenida por la ternura majestuosa de tu voz.

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Los Dominios del Silencio

No quiero vivir del recuerdo de un amor latente que aleteó en los ojos y floreció en el alma avivado por los vientos sublimes de la soledad.

No puedo esperar encerrada en mi delirio apenas esbozado pero que yo siento en medio de mis noches, en medio de mis días…

Porque necesito la luz de arena, piedra y agua en donde encontré la verdad de un amor que ruega por su libertad.

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Los Dominios del Silencio

LI Necesito un poco de paz y sólo encuentro la soberanía perpetua de tu voz en el tiempo alargado de mi ayer.

No puedo escapar de los perdurables túneles que me encerraron en tus dominios porque nunca mi libertad desplegó las banderas de lo absoluto. EtelCarpi

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Los Dominios del Silencio

No hubo palabras, implantamos las leyes sublimes del silencio y los sueños incansables del alma sembraron la esperanza y no pensamos en lo absurdo de lo que soñamos.

Y se hizo la realidad como se hace la noche después de cada día y tú, aún estas… pero envuelto en las tinieblas de tanto dolor que oprime cada amanecer en soledad. Página 134

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Los Dominios del Silencio

A pesar del silencio, de la ausencia y de la deteriorada senda que hoy transitas en busca de amor. Porque no sabes que olvidada en un rinc贸n de tu triste senda palpita mi ser en reclamo de amor.

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LII Espero… puedo esperar, no importa que se acerque el día final puedo seguir esperando incluso después que ocurra porque seré luz y viviré.

Lo que no puedo es dejar de vivir mientras vivo y dejar de amar y de sentir en plenitud la belleza de los días.

Siempre hay tiempo no te asombres porque puedo esperar EtelCarpi

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Los Dominios del Silencio

a pesar de mis ansias desmedidas, de mis inquietudes de sembrar cada minuto que corre y cada aurora que nace.

Puedo esperar y te lo digo porque soy silencio además de inquietud y seré claridad aún en la oscura soledad que aparenta la muerte.

Pero también te digo que nunca podré renacer en esta tierra (como árbol, como ave, como flor) si no tengo la lluvia fresca de tu dulce amor.

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LIII Llegué hasta mi alma y la encontré vacía, vacía de luz, vacía de paz.

Fue como un pecado llegar hasta mi alma para encontrar la esencia de mi interior en sombras.

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Necesito morir para renacer en luz para liberar el dolor que me perfora lento en una tortura de amor.

Y muerta… volveré a vivir.

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LIV Debo regresar a mi mundo verde, a los pájaros a la flor.

Si soy hoja de lahuén y tronco de guaraniná, si doy frutos de calafate y tengo flores de caraguatá… debo volver a convertir mi sangre en savia vegetal.

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Ha sido como un sismo y quedé en sombras, sin viento, sin lluvia, sin ave, sin sol.

Especie humana… pido perdón por haber nacido con alma de árbol y corazón de pájaro en un cuerpo humano que ya es suficiente castigo el sentir tanto amor.

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Los Dominios del Silencio

LV A mi maestro amigo, que en paz descanse: Osvaldo Mora.

Eras la luz en las tinieblas de la vida. Una sucursal de sonidos en la gris monotonía de mis días en la gran ciudad.

Eras vida todavía aún en la tristeza que consumía las horas de tu único mundo de armonías. EtelCarpi

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Los Dominios del Silencio

Tenías mucho para dar y te necesitamos porque tu taller de sonidos era un santuario de amor.

Por lo que sembraste, porque tu semilla germinará en las almas de los que recibimos la luz de tu enseñanza.

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LVI Hubiera querido decirte… no sé… muchas cosas una a una todas las provisiones que en mi modesta alma guardé para ti.

Pero quedó en eso… en guardarlas para esperar el momento más o menos favorable y alzarme en vuelo para llegar a tus ojos.

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Vino el intento (varias veces frustrado) y en una lucha interminable me venció el silencio (fue mucho más fuerte que mis terribles ansias de gritar) y entonces… existió el momento más o menos favorable pero no hubo provisiones de mi alma para tu alma de niño, de hombre, de criatura sobreviviente.

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LVII Qué pena muchacho no entró mi mensaje en tu tierno corazón y mi oculta tibieza, mi pequeña llamita quedó esperando el viento de tu sangre y el viento no llegó.

Qué pena muchacho hacía falta tan sólo un poquitito de ternura, una porción de lluvia, una pizca de sol, y mi alma frágil y tibia se hubiera doblegado al dominio EtelCarpi

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de los pájaros que anidan en tu interior.

Qué triste destino el destino que nos toca en esta suerte de mundo donde se lucha cada día por un cielo, por amor.

Qué triste muchacho por un poquitito tan sólo (por impotencia, por cobardía por miedo, qué se yo) se nos escapó la vida mitad tuya, mitad mía, una sola vida para los dos.

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LVIII Una dulce melancolía me invade y como estoy sola con mi cuaderno y el libro de poesías es fácil caer en la nostalgia de pensar en ti (que eres la esperanza) o en aquel amor (el primero) o en este más reciente (una gran desilusión) o en aquel otro que pudo ser (pero no fue).

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Es fácil caer en la nostalgia del pasado para amar el presente y esperar el futuro.

Pero me ocurre hoy porque llueve y está oscuro el cielo, y más que nada porque estoy sola con un libro de poesías, mi cuaderno abierto y la lapicera en mis manos.

Entonces escribo: ¡qué pena muchacho! puedo sobrevivir sin ti.

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LIX Estoy un poco muerta un poco vacía y otro poco mutilada en esta noche con canto de ranas llegadas con la lluvia.

Y no estoy segura pero más que un motivo son varios, eres tú, es él, es esa muerte innecesaria o esa vida con hambre, ese pequeño con frío, EtelCarpi

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ese pueblo inundado o aquel otro bombardeado.

Más que un motivo son varios y lo completa esta lluvia de semanas, este cielo sin estrellas y tus ojos sin preguntas y mis manos sin respuestas.

Estoy un poco muerta pero es un poco nada más; mañana estaré del todo viva, mañana cuando la aurora me recuerde que estoy despierta y lista para vivir.

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LX Quiero escribir y no puedo, quiero soñar y no debo, deseo amar, nadie llega, ansío una voz que no escucho, busco unos ojos que no existen, quiero la vida que destruyen, amo la naturaleza que agoniza, EtelCarpi

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espero al hombre que se niega, creo en la paz, una quimera, siento mis latidos sin destino, creo cada día y estoy sola, convoco a la muerte, no hay respuesta… y tú que me preguntas si soy feliz…!

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DOS CANCIONES DESESPERADAS Y POEMA FINAL.

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I Lo he buscado sin pausa todos los días de mi vida, esperando, soñando, deseando al amor.

En mis silencios necesarios, en la angustia, en la ternura, en la pureza, sintiendo tantas veces el fuego de la pasión sin destino… EtelCarpi

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Los Dominios del Silencio

La piel sedienta de caricias, el corazĂłn latiendo sin motivo, la voz temblorosa, las manos vacĂ­as sin abrazo, los ojos desiertos sin reflejo y los labios esperando el primer beso.

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Los Dominios del Silencio

Lo he buscado amante y trémula a lo largo del camino de la vida tejiendo sueños, levantando esperanzas, soportando el frío de la ausencia, sintiendo al amor en el alma como una luz que quiere iluminarlo todo y sin embargo se pierde entre las sombras dominantes de mi mundo. EtelCarpi

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He gritado con mis ojos la verdad de mi alma y en la senda agreste de mi destino fui perdiendo la ternura, la ternura perdida que nadie recogi贸.

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II Tantas cosas escribí tantas cosas que al final me quedaré sin corazón y sin verdad.

Dejé mi mensaje en cada palabra, en cada silencio, en cada poesía, en cada cuadro, en cada objeto pintado, en cada sonido, en cada flor cultivada.

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Fue un grito de amor que lancé cada día, desnudé el alma sin secretos.

Y fue para ti para éste, para ése, para aquél, pero nada nadie lo escuchó, lo percibió, lo sintió, lo recogió, lo acunó, lo atesoró.

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Los Dominios del Silencio

Toda la humanidad que me rodea siguió su curso loco hacia cualquier parte sin lógica, sin razón, destruyendo, contaminando, destrozando, y yo seguí mandando (sigo mandando) mi mensaje de vida cada día, cada soledad, cada tristeza, cada esperanza, cada ilusión, cada destino, hasta que me quede sin corazón y sin verdad.

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POEMA FINAL La vida toda es esto mismo que hoy tengo en el costado agreste del infierno y el centro cálido del paraíso donde circula la sangre de ida y de vuelta en un circuito cerrado y que dejará de circular en el instante preciso y necesario justo cuando se abra la puerta de acceso al verdadero existir que rige el multiverso donde los colores son un solo color indefinido.

Mientras… navego en la paz del SILENCIO.

Febrero inclemente del 2013.

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Los Dominios del Silencio

NOTA. Estos poemas fueron creados entre los años 1984 y 1986 en Los Toldos, mi pueblo y lugares diversos de mi extenso y maravilloso país por donde anduve recogiendo la semilla de la creatividad que guarda secretamente la naturaleza toda. Son cantos al amor, a la vida, a la muerte, a la naturaleza, al silencio por sobretodo, fuente suprema donde se nutre el poeta.

Revisados, recreados y corregidos a fines de 2012 y principios de 2013.

LA AUTORA

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Los Dominios del Silencio

INDICE. A manera de prólogo

Pág.

5

Los dominios del silencio

Pág.

15

Dos canciones desesperadas.

Pág. 155

Poema final.

Pág. 167

Nota.

Pág. 168

Biografía de la autora

Pág. 171

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BIOGRAFÍA DE LA AUTORA.

TÍTULOS: Realizó la escuela primaria y secundaria en Los Toldos, provincia de Buenos Aires, zona de la llanura pampeana Argentina. Luego egresa como PROFESORA DE MÚSICA ESPECIALIDAD PIANO del Conservatorio Nacional Carlos López Buchardo de Buenos Aires . Hizo varios cursos de guitarra, composición, dibujo y pintura, naturalismo, cerámica. Como autodidacta en el campo de la literatura, escritora y poeta y en las Ciencias Naturales viajando por todo el país para investigar y levantar datos, uniendo NATURALEZA Y ARTE, también como estudiante de fotografía artística y geografía argentina, fauna y flora. Hizo varios cursos en el campo de la música y del naturalismo. EtelCarpi

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MÚSICA: Realizó varias audiciones en Buenos Aires con obras clásicas y composiciones propias. Tiene 20 composiciones distintas para niños, coro mixto , piano, orquesta, piezas fáciles para niños, etc. -CANTEMOS A LA NATURALEZA (canciones para niños) editada en 1994. Reeditada en 2013.

PINTURA: Ha realizado con sus obras, la mayoría óleos, 24 exposiciones en diversos lugares del país, muchas veces acompañadas con audiovisuales. Varios de sus cuadros fueron donados a distintos lugares del sur del país y a Museos. Este año realizó la exposición retrospectiva EL PAÍS QUE YO VIVÍ con más de 50 pinturas al óleo, con algunas poesías visuales, en el MUSEO DE ARTE E HISTORIA de su ciudad.

INVESTIGACIONES: Tiene varios trabajos de investigaciones sobre geografía, fauna, flora y turismo de Argentina, también de Perú, y con ello ha realizado unas 25 conferencias en distintos lugares, especialmente escuelas. -CON ALGUNOS REPRESENTANTES DE NUESTRA FAUNA MARINA AUSTRAL (libro de divulgación) de Editorial Albatros. 1985 -EVOCACIONES DE UNA VIAJERA (relatos de viajes) de Editorial Marymar. 1987 Página 172

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Los Dominios del Silencio -ENTRE LA NATURALEZA Y EL ARTE (libro de aventuras con relatos cortos y poesías naturalistas). Editorial De Las Tres Lagunas. 2011.

OBRAS LITERARIAS PUBLICADAS -SONETOS. Primer libro ilustrado a tinta por ella. Año 1984. -SONETOS II. Reedición ampliada del primero. Editorial de las Tres Lagunas. 2004 y 2012. -FAUNA MARINA AUSTRAL, ensayo, mencionado más arriba. -EVOCACIONES DE UNA VIAJERA. Relatos. Mencionado más arriba. -LOS DOMINIOS DEL SILENCIO. Poesía ilustradas a tinta. Editorial Buenos Aires Poesía. 1987. -CANTEMOS A LA NATURALEZA. Cancionero para voces infantiles. 1994.Reeditado en 2013. -CUENTOS DEL SUR. Cuentos infantiles ilustrados a tinta. 1995. Reeditados en 2010 por Ediciones de Las Tres Lagunas. -LA EROSIÓN DE LOS SUEÑOS. Poemas ilustrados por ella, Editorial de Las Tres Lagunas, Junín. 2004 y reeditado en 2010. -EL LÍMITE DE LOS MIEDOS. Historia de amor en versos. Edit. de Las Tres Lagunas. 2010.

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Los Dominios del Silencio -ENTRE LA NATURALEZA Y EL ARTE. Mencionado más arriba. Relato poético ilustrado con fotos y cuadros propios. Editorial de Las Tres Lagunas. 2011. -EL OTRO SILENCIO. Prosa poética. Ediciones de Las Tres Lagunas. 2012. -EL PAIS QUE YO VIVÍ. Antología de poesía ecológica. En preparación. -LOS SUEÑOS DE LA ABUELA. Saga en 2 volúmenes. Novela, en preparación. -REINVENTÁNDOME. Poesía, en preparación. -RIMAS DE VIDA Y SUEÑOS. Poesía juvenil. Para editar. -Variedad de composiciones musicales inéditas. -Aquí me quiero quedar (canción con letra de Rubén Sada). -Varios trabajos en ANTOLOGÍAS diversas: total 21. Siete con Editorial de las 3 Lagunas. Dos con Editorial Dunken 2012. Otra de la misma editorial en preparación: Puente de Almas, 2013. En la primera Antología PALABRAS CERCANAS año 2012 de la S.D.E.G.V. Una en homenaje a Antonio Magliano y otra al Dúo Sombra (Los Toldos). Tres Antologías sobre poemas ecológicos, Sueño ecológico, Despertar ecológico y Quehacer ecológico de Editorial Independiente Rubén Sada, años 2010,2011 y 2012. Antología Bulevar Literario de Editorial Rosario 2013, Antología ecológica del programa “Y volverán a ser árboles” próxima a salir. Antología “La pluma del plata” del Círculo de escritores de Pehuajó, “La fuerza de la palabra” y Antología PALABRAS CERCANAS II de la Sociedad de escritores de General Viamonte Página 174

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Los Dominios del Silencio 2013 y la Antología 2013 del Certamen de Marta Patti, rubro poesía. -Canción CAMBALACHE con letra compartida por el taller literario EL JARDÍN DE LAS RIMAS de CAMBALACHE MULTIESPACIO.

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PREMIOS: 10 premios diversos al mérito literario y por sus poesías y cuentos, como contribución a la cultura.

PERIODISMO: Diversos artículos periodísticos en el tema ecología y arte en revistas, diarios y periódicos, algunos editados por ella junto a su ex marido en Argentina y Perú.

CÁTEDRA: Ejerció como profesora de piano en el Conservatorio Provincial de Junin.

CARGO: Actualmente forma parte de la SOCIEDAD DE ESCRITORES DE GENERAL VIAMONTE con el cargo de VICEPRESIDENTE

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Los Dominios del Silencio

Hacemos realidad el sueño de todo escritor. Publicar su libro.

Ediciones de las Tres Lagunas España elefax Junín (6000) Pcia. de Buenos Aires República Argentina E-mail: ediciones@delastreslagunas.com.ar www.delastreslagunas.com.ar

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