P E R S O N A L I DA D E S N OTA B L E S C O N T R ASTO R N O S P S I Q U I ÁT R I C O S
DETRÁS del DIAGNÓSTICO
Woody A llen
El humor contra la obsesión y las fobias L a r s Vo n T r i e r
El cineasta del apocalipsis
Número 2 / Año 3
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ste fascículo es parte de una serie, dedicada especialmente a los psiquiatras, sobre personajes que padecieron distintos tipos de insania y que, sin embargo, trascendieron por su genio y por sus obras. Para algunos de ellos, los momentos de mayor creatividad coincidieron con las manifestaciones más agudas de su enfermedad. Ante estas personalidades, surge el interrogante de cómo habría sido su actividad creativa de haber estado psíquicamente sanas. ¿Fue la enfermedad una fuerza esencial que los llevó a incursionar en terrenos donde nadie se animaría, o los impulsó a trabajar intensamente para escapar de sus delirios? Quizás el lector tenga la respuesta.
LA CREACIÓN FÍLMICA O UN BÚNKER PARA EL MIEDO Los dos monumentales creadores cinematográficos, Lars von Trier y Woody Allen, no solo comparten genialidad y talento. Ambos son sujetos atormentados por miedos y fobias que los mantienen en singular cautiverio. “El miedo es mi compañero más fiel, jamás me ha engañado para irse con otro”, dice Allen en ese tono sarcástico que maneja con tanta habilidad. La sublimación artística es la herramienta por excelencia para dar cauce y expresión al gran caldero de pasiones en conflicto que habitan en el ser humano. Pero esto es insuficiente para definir a estos hombres que escriben, dirigen, crean climas o estilos y en ocasiones hasta actúan. Ellos también habitan sus films, son ellos mismos los que palpitan en cada escena y es su propia imagen la que se proyecta sobre todo el recorrido imaginario. Como en La rosa púrpura del Cairo, cada vez que en el íntimo rito de un cine la pantalla anima una de sus películas, estos hombres, que en su realidad cotidiana se sienten apabullados por sus miedos y limitaciones, cobran vida y se liberan de la prisión de la fobia.
+ + + + + Woody Allen (1935 _ )
El humor contra la obsesión y las fobias a descripción es simple y su referente también: un delgado hombrecito movedizo de un metro sesenta y cinco, con grandes anteojos de marco negro, cabello con raya al costado y cejas con expresión ansiosa y algo miedosa. Destacado humorista e improvisador, Woody Allen es el creador de un sinfín de películas que, con sarcasmo desmesurado, retratan simplemente la vida humana. Desde la comedia, a veces negra, también presentada en formato de documental o sketches, hasta el drama existencial, este neurótico cineasta plasma en cada film sus cuestionamientos e inhibiciones.
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+ + + + + Una infancia poco prodigiosa Allan Stewart Königsberg, conocido como Woody Allen, nació el 1 de diciembre de 1935 en el barrio neoyorquino de Brooklyn. Prove-
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niente de una familia judía que el propio Woody definió como “burguesa, bien alimentada, bien vestida e instalada en una cómoda casa”, tuvo una infancia alegre hasta los cinco años, cuando su madre le contó que todos los seres vivos en algún momento se mueren. A partir de ese entonces, Woody tuvo graves cuestionamientos acerca de la vida y la muerte, temática que transmitió en varios de sus films, en clave irónica. Su familia estaba conformada por el padre, la madre y su hermana Letty. En momentos de crisis económica, su padre realizó varios trabajos, entre ellos joyero, camarero y taxista. En un monólogo acerca de su padre, relató: “En una ocasión me raptaron. Mi padre se puso enseguida en acción: alquiló mi habitación”. Su madre, una empleada contable de una florería, era una mujer severa que le exigió mucho desde niño. Su relación fue muy conflictiva y esta temática se puede rastrear en el último sketch de la película Historias de Nueva York (1989), protagonizada por el mismo Woody Allen. Esta comedia fantástica muestra cómo después de desaparecer por un rato, la gigantesca cara de la madre emerge desde el cielo de Nueva York y cuenta las infidencias sentimentales de su hijo a todos los transeúntes. Una verdadera vergüenza… Como sus padres trabajaban, Allen quedó al cuidado de niñeras desde chico. Se cree que de un incidente con una de ellas devino claustrofóbico. Esta y otras fobias se fueron manifestando a lo largo de su vida. Desde pequeño, adoptó la costumbre, en el desayuno, de cortar su banana en siete pedazos. En una entrevista, afirmó: “Si lo hiciera de otra forma, tendría miedo de sacar al universo de su equilibrio”. Este tipo de pensamiento y comportamiento, que configura su trastorno obsesivo compulsivo, fue traducido a distintos personajes de sus films, interpretados por el mismo Woody. Estudió hasta los ocho años en un instituto hebreo y, luego, fue enviado a una escuela estatal. A esa edad, comenzó a tocar el violín y, posteriormente, lo reemplazó por el clarinete, el cual nunca cesó de tocar. De hecho, es un asiduo practicante y posee una banda de jazz llamada The New Orleans Jazz Band. Lejos de ser un niño prodigioso, en la escuela era solitario y sus compañeros se burlaban de él llamándolo Red, debido al color de su pelo. En uno de sus monólogos teatrales, contó el suceso: “Me llamó Floyd, el energúmeno de la pandilla, un cerebro de vegetal en una chaqueta de cuero. –‘Eh, Red’. Y yo, que me dirigía a mis clases de violín, me enojé: –Mi nombre no es Red. Si querés llamarme, hacelo por mi nombre de pila: señor Allen. Aquel invierno lo pasé en una silla de ruedas después de que los médicos me extrajeran el violín. Afortunadamente, no tomaba clases de violonchelo”.
+ + + + + El preludio de un genio Allen fue muchas cosas antes de dedicarse casi plenamente a la industria cinematográfica: en 1952, escribió chistes para un periódico durante la escuela secundaria; luego continuó
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escribiendo guiones y actuando en teatro. Pero no le fue fácil. Le costaba abordar al público: sus ansiedades y miedos se reproducían en sus monólogos hasta que, en algún momento, comenzó a controlarlos; o, mejor dicho, comenzó a aprovecharlos. Porque si algo hay de comicidad en él es su nerviosismo constante, su confesado temor a las mujeres, su fantasma eterno de impotencia o su hipocondría que luego fueron encarnados en los personajes neuróticos de sus películas: “Mi forma de bromear es decir la verdad. Es la broma más divertida”. En 1953, asistió a los cursos de cine en la Universidad de Nueva York. Pero su estadía fue corta debido a su rechazo hacia las clases teóricas y al desaliento de su profesor, quien le recomendó visitar a un psiquiatra, arguyendo que sin tratamiento no tendría posibilidades de conseguir trabajo. Es así como Woody comenzó un matrimonio con el psicoanálisis más durable que las relaciones sostenidas con sus distintas mujeres. Lo que no sabía ese profesor era que ese adolescente mañoso se convertiría, años más tarde, en una figura más que importante de la industria.
+ + + + + La coronación de su carrera En 1969, se estrenó Robó, huyó y lo pescaron, la primera película escrita, dirigida y actuada por Allen. Tiempo después, y con varias películas en su haber, la crítica lo consagró por Manhattan (1979), un clásico en la historia universal del cine. Durante toda su carrera, Woody Allen terminó de rodar una película y comenzó con otra. Es así como lleva dirigidos más de cuarenta films. Pero esto no le resultó nunca tarea fácil. En el documental dirigido por Robert Weide, aseguró que mientras está en su casa, escribiendo el guión, se siente reconfortado y con mucho afán de emprender un nuevo proyecto. Pero, al momento de la filmación, todos sus planes de realizar una obra maestra se reducen a la siguiente frase: “Me prostituiré de cualquier modo necesario para sobrevivir esta catástrofe”. Woody Allen es un gran cineasta cuya historia familiar, su origen social y su inserción en los distintos ámbitos de la cultura fueron los desencadenantes de su carácter neurótico. Pero una cosa es segura: ningún espectador se arrepiente de ello.
PARA SABER MÁS SOBRE WOODY ALLEN
t Film: Manhattan, dirigido, escrito y actuado por Woody Allen. También está protagonizado por Diane Keaton. 1979. tt Film: Historias de Nueva York, dirigido, escrito y actuado por Woody Allen. También está protagonizado por Mia Farrow. 1989. t Documental: Woody Allen: A documentary, dirigido por Robert B. Weide, 2011. t t Libro: LAX, Eric. Conversaciones con Woody Allen. Editorial Lumen. 2008.
Lars von Trier (1956 _ )
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El cineasta del Apocalipsis omienza la película y suena la música de Wagner. Una serie de imágenes apocalípticas y surrealistas en slow motion invade la pantalla. En primer plano, la cara de una chica visiblemente deprimida nos mira a los ojos. La pronta colisión de un cuerpo celeste se acerca muy lentamente al planeta Tierra y, en pocos segundos, lo hará estallar en mil pedazos. Con esta especie de prólogo cinematográfico se inicia Melancholia (2011), la película apocalíptica de Lars von Trier presentada en la última edición del Festival de Cannes. La capacidad de su director de hacer películas controversiales ya no llama la atención, dado que la producción de una tragedia musical, tal como lo es Bailarina en la oscuridad (2000), la escena de un bebé arrojándose por la ventana mientras sus padres tienen relaciones sexuales en Anticristo (2009) o la de una orgía entre discapacitados en Los idiotas (1998) se vuelven moneda corriente al divisar su obra.
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+ + + + + El “von” que vino después Nacido en Copenhague, Dinamarca, el 30 de abril de 1956, Lars Trier –que más tarde agregó la partícula “von” característica de la alta sociedad– fue criado en una familia peculiar. Sus padres judíos y comunistas no dieron mucho espacio en su hogar para “los sentimientos, la religión o el goce”. Años más tarde, en un claro desafío a su educación, su religión y su familia, se convertirá al cristianismo. Su vida se vio marcada al enterarse, en el lecho de muerte de su madre, que el hombre que creía que era su padre biológico no lo era. A juzgar por su biografía, al director no le faltaron motivos para sus angustias y fobias. Su amor por el cine comenzó a los once años, cuando le fue obsequiada su primera cámara, una Super 8 con la que filmaba su entorno cotidiano. En 1980, entró en la escuela de cine de Copenhague y en los años posteriores recibió varios premios por sus películas como estudiante, lo que sugería su gran potencial. Von Trier utilizó el cine como un escape de su cerrada educación, pero ya florecía dentro de él un joven neurótico, lleno de miedos y fobias. ¿Será que realmente se creyó tan monumental como para agregar “von” a su apellido o fue solo una reacción ante la baja autoestima que se encubre bajo este hombre en apariencia fuerte?
+ + + + + La vida sin efectos especiales En 1995, junto con un grupo de directores, creó el movimiento Dogma 95. En su manifiesto, postulaban la necesidad de filmar en escenarios reales, con iluminación natural y sonido directo, sin musicalización, cámara en mano o al hombro y, sobre todo, nada de
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efectos especiales. Varias de sus películas fueron filmadas con este estilo –como Los idiotas (1998), Dogville (2003), Manderlay (2005)– para crear un efecto de realismo que pone el acento en el desarrollo dramático de la historia. Significó una actitud contestataria el hecho de filmar en esas condiciones, dados los avances tecnológicos que día a día se postulaban en la industria cinematográfica de los noventa. Esta actitud desafiante se encuentra también expresada en la personalidad avasallante del realizador. Von Trier no tuvo problemas en ventilar sus infidelidades en su biografía autorizada llamada El genio: Vida, cine y fobias de Lars von Trier. Cuenta este libro que tres semanas después de que su esposa haya dado a luz a su segunda hija y mientras se encontraba en el hospital postrada con muchos dolores pélvicos, la abandonó para irse con la maestra de su primogénita, mujer a la que recién conocía. Además, en esta biografía se relatan los maltratos hacia las actrices durante las filmaciones. Tal es el caso de la cantante islandesa Björk con quien filmó la premiada Bailarina en la oscuridad. El hecho fue que durante tres días Björk no acudió al set de filmación porque no sentía ganas de trabajar. Cuando decidió aparecer, el director esperó que la cantante esté vestida y maquillada para rodar y mandó a decirle que él no tenía ganas de filmar ese día. Esta disputa le costó a von Trier unos ciento cincuenta mil dólares. Desde ese momento, el realizador hizo todo lo posible para humillarla, a tal punto que Björk le escupía los zapatos cuando lo veía. Pero, si hay algo que no puede hacer el director es aprender de sus errores; parece repetir su tenaz oposición infantil a un padre rígido que, por añadidura, terminó siendo un “fraude”. En el pasado Festival de Cannes, al presentar Melancholia, todo el mundo se escandalizó por los comentarios nazis dichos en la conferencia de prensa. Afirmaciones como “entiendo a Hitler” u “ok, soy nazi” lograron que la junta de directores del festival lo declare persona no grata.
La realidad es que, a pesar de su trayectoria supuestamente adulta, nunca dejó de ser el niño rebelde que dice “malas palabras” en una reunión social.
+ + + + + La fobia detrás de la provocación Como contraparte del discurso transgresor y su personalidad desafiante, el trabajo del cineasta se ve restringido por su fobia a volar. De hecho, su última trilogía está basada en Estados Unidos, pero paradójicamente estas películas no fueron filmadas en ese país por la aversión que siente al avión. Lars von Trier se desplaza en su autocaravana hacia los distintos sets de grabación por Europa. También ha dejado de asisitir a ciertos eventos debido a una declarada fobia social. Resaltan en él su preocupación acerca del fin del mundo y su actitud tozuda frente a la sociedad. Sus films parecen reflejar todo su universo interior: monocromático, angustioso, catastrófico y onírico. Von Trier impregna toda su neurosis en algunos de sus personajes, como en el protagonista de Anticristo (2009), un psicólogo cognitivo conductual quien, ante la depresión de su mujer, ofrece tratamientos de electroshock como los que el propio von Trier recibió por sus fobias y que siempre aborreció. Genial y provocadora, su figura no puede separarse de sus films, a los que muchas veces termina eclipsando. Si bien su persona, a simple vista, puede generar reticencias y hasta odio extremo, su obra continúa siendo apasionante.
PARA SABER MÁS SOBRE LARS VON TRIER
t Algunos films: Dogville (2003) y Melancholia (2011), dirigidos y guionados por Lars von Trier. t Libro: THORSEN, Nils. El genio: Vida, cine y fobias de Lars von Trier. 2010.
DOS ACTITUDES FRENTE AL MUNDO O UNA PULSEADA SEADA POR WAGNER Lars von Trier presenta en Cannes su película Melancholia. La obertura de Tristán e Isolda da marco al inminente Apocalipsis y la música atronadora enfatiza lo que las imágenes anuncian. De aquí en más, la destrucción y la muerte. En este contexto von Trier se proclama nazi, como lo afirma consustanciado con su propia creación: “Estoy enrolado en el regodeo por la muerte”. La literalidad de sus palabras abona una adscripción política extrema, pero su significación más profunda remite a la confrontación con un mundo al que siente hostil y al que, por momentos, anhela destruir. Como contrapartida, resuena otra imagen. Woody Allen sale del Lincoln Center, en su amada Nueva York y le comenta a su compañera: “Cuando escucho a Wagner por más de media hora me dan ganas de invadir Polonia”. En su idioma, una sarcástica locución antibélica pero, por sobre todo, una revelación de su actitud frente a la agresión, cuya expresión más decantada es un sutil humor negro (melancholia: bilis negra o humor negro). Su aversión al mundo está en las antípodas de una destrucción apocalíptica, se viabiliza solo en una delicada crítica que desliza en un agradable clima de comedia. Producción científica y editorial de EC-t Ediciones Científico-técnicas SRL. © 2012 Derechos reservados. Leopoldo Marechal 1006 1º piso – Ciudad de Buenos Aires. www.ect-ediciones.com. Autora: Vanesa Rabotnikof. Asesora en psiquiatría: Dra. Susana Ogly. Diseño y diagramación: Francisco Manuel Baggiani.
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