Boletín cicuta # 19

Page 1

BOLETÍN

Cicuta # 19

(Centro Irapuatense de Cultura, TradiciÓn y Arte) octubre / diciemBRE 2016


sólo un indicio Los “modernistas” veían en la poesía una suerte de ente mágico que tenía en el poeta su gran oficiante: el poeta-mago era el único ser capaz de volver visibles por medio de su palabra bendecida ciertos trazos del mundo de Dios. Esta especie de nuevo verbo encarnado ha sido enviado a la tierra a resguardar el don de dones, el habla, y volverlo profecía. La profecía (el poema endiosado) vuelve a Dios ya ungida de humanidad, cristificada, a dar cuenta de la pasión del hombre. El poeta es, además de pararrayos celeste, el más digno emisario –de la tierra hacia Dios- de las peripecias del hombre. Esta visión se mantendrá en Huidobro con ligeras variantes (el poeta debe ser la voz del alba primera del mundo, del paraíso, de la inocencia), y en Vallejo empieza a convertirse en 2


misión de hombres hacia el hombre mismo (Me dirijo, en esta forma, a las individualidades colectivas, tanto como a las colectividades individuales y a los que, entre unas y otras, yacen marchando al son de las fronteras o, simplemente, marcan el paso inmóvil en el borde del mundo (“Algo te identifica”, fragmento). BOLETÍN

CICUTA

suscribe

esa

visión

taumatúrgica de los preceptos modernistas: los poetas somos carne de Dios revelando prodigios por efecto de la magia del verbo. En este número hacemos énfasis respetuoso y sentido en la vida y la obra del recientemente fallecido poeta nicaragüense Edwin Yllescas (1941 -2016).

3


“Soy el jirón de una mujer en el atardecer; un jirón del mundo se suma a mi aire interno hoy y todos los días de ver cómo se desenvuelve el amor y el odio en el planeta de este espacio extraño y multitudinario. Dime que inventaremos la manera de tomarnos este cielo antes de que lo objetivicen los comerciantes, que dejaremos la trivialidad y nos ocuparemos de construir juntos castillos en el aire que se hagan realidad. Inventémonos una red que nos alimente y nos saque de nuestras pequeñas individualidades; una red que atrape lo que nos quiere dañar la libertad. Este es un medio que puede hacer mucho más que jugar y relatar pequeñas cotidianidades. ¿Qué haremos con esta hiper inteligencia, este salón de reuniones? Hay que saltar, hay que saltar, hay que asaltar este cielo.”

Gioconda Belli 4


ALFREDO PÉREZ ALENCART TIMADO POR LA VIDA: UNA ENTREVISTA CON EDWIN YLLESCAS

ALFREDO PÉREZ ALENCART (en adelante, APA): Empecemos por lo más reciente: tu primer libro publicado en

España, ―La

Pajarita

Guido‖ (e.d.a.

libros,

Benalmádena, diciembre de 2013, pp. 219), un libro de relatos. Háblanos de tus intenciones al escribirlos, tus búsquedas expresivas, tus deudas con lo gozado y lo padecido, tanto en la universidad querenciosa de la vida como en el desamor político. Háblanos de tus deudas con la música, con las libaciones que hacen volar, con míticas actrices inalcanzables, con esos maestros que han preñado tu escritura narrativa. EDWIN YLLESCAS (en adelante, EY): ―La pajarita Guido‖ es un libro de ficción. Las cosas relatadas allí sólo ocurrieron

en

mi

mente.

Mi

mente

reaccionaba,

imaginaba cosas frente al entorno. La gente, faltaba 5


menos, era real; los hechos, no. Me ocurría un poco lo de Walter Mitty. A lo mejor padezco de watelrmittysmo. Salgari, lo probable, lo posible, a lo mejor, casi seguro, también padecía de waltermittysmo. Mis búsquedas expresivas arrancan con Flaubert. Quien no aprende con Flaubert, no aprende con nadie, aunque podría recurrir a la literatura norteamericana del siglo XIX. De joven quise ser músico, tocar piano, acordeón, saxo. En mi primera adolescencia estudié un poco de guitarra. Al final mi padre dijo que yo era sordo para la música, y hasta allí llegaron los manuales y el profesor Rositas. Además, mucho me dolían las yemas de los dedos.

Con las libaciones no tengo deuda, ni tantico así, como decía el Che Guevara. Las mías más que libaciones eran naufragios de escocés. Ahora, desde hace unos 20 años, estamos en paz. Ni me debe ni le debo. Ellas y mi pasión por el cine me hicieron tocar el cielo como un viejo cuplé. Bueno, entre las libaciones y los desencuentros siempre hubo tiempo para la buena lectura, lo cual sería largo de enunciar. Con lo gozado no tengo deudas. Quienes me dieron gozo 6


(y esto parece de Quevedo) tienen deudas conmigo, y mucha. Desde luego, con los padecimientos -y muchos he recibido- sucede lo mismo.

APA: ¿Todavía recuerdas las historias de Salgari? Lo pregunto porque leí algún poema tuyo donde lamentas no haber conocido a las hermosas jóvenes que mencionaba el capitán Emilio. EY: De vez en cuando vienen a mi memoria Sandokán, La venganza de Sandokán, Los tigres de Mompracem, La pantera de los Vindhya…, así hasta llegar a mi cuaderno del quinto-sexto grado escolar donde dibujaba sus batallas. Me hundo en ellos y hablo y reacciono como reaccionaba el Capitán de Verona. Por cierto, le escribí; escribí a su modo ―El capitán de Verona‖, ―Mailú bajo el cielo de Singapur‖ y otros poemas más que ahorita no recuerdo. Y quizás no valga la pena recordar.

APA: Tengo el privilegio de haber leído algunos de tus poemas más recientes, aquellos que forman parte del cuaderno ―A la misteriosa‖. No hablemos de quién, sino de por qué estos cantos de otoño, este reconocer la 7


derrota, la mella del tiempo sobre el cuerpo del hombre que, no obstante, siempre se aferra al renuevo del deseo, como cuando dices: ―Maga en mi kínder, te di apenas escarcha/ ceniza, viva ilusión donde persiste tu mundo‖. EY: No soy un vejete picaflor, pero cuando veo una joven bella, una Thereza de antología, me acuerdo de Limelight. Automáticamente me convierto en Calvero. Puede que no esté bien de la cabeza. Deben ser cosas de la Secreta vida de Walty Mitty. A nadie recomiendo la lectura de ese guión. A la Misteriosa puede ser una forma de Calvero, en definitiva, una forma de decirle adiós a la vida, al menos, a algunas de sus cosas. Me siento un poco como Avec le temp. Timado por la vida. Pobre la Maga de mi kínder: …tu llegaste a mí cuando me voy, eres luz de abril, yo sombra gris.

APA: La poesía se escribe por necesidad y no por vanidad. Desde tu primer libro, publicado en 1966, dejaste pasar casi tres décadas para volver a dar a imprenta un compendio de ocho libros, aparecidos en el volumen titulado ―Algún lugar de la memoria‖. ¿Qué 8


motivos o dificultades te llevaron a demorarte tanto en ofrecer una segunda entrega? EY: Me apena lo que te diré, pero los años transcurridos entre 1966 y 1996, después de graduarme como Abogado y Notario (1962-1968), fueron días de vino y rosas, estudios, apuntes para mañana y para después de mañana. Aún así quedó tiempo para publicar Lecturas y otros poemas (1966). De alguna manera, y por ciertas razones familiares, fui a parar al INCAE, un Instituto de Administración de Empresas (1979-1971); luego a Washington, a una sala de investigaciones socioeconómicas (1971-1972). Me cansé de escribir sobre los bienes afectos a reversión en materia de hidrocarburos, o las

relaciones

socio-políticas

entre

el

Canadá

y

Latinoamérica y otras sandeces más. El chino-chicano jefe de la sección quería que las escribiera en el estilo de Platón. Lo mande a la mierda y regresé a Managua. Entonces las chicas eran pizpiretas y me ranché con una por tres años. Entre el 75 y el 77 fui a caer en Barcelona, a otra escuela de administración de empresas, en la Universidad Politécnica de Barcelona. Y como si eso fuera poco, llevé paralelo el curso de Economía Internacional. Después hubo trabajitos varios y por fin 9


mandé al carajo esa cesta de necedades.

En 1999 reuní mis anotaciones en ―Algún lugar de la memoria‖. En 1996 publiqué ―La vela de los sueños‖; el mismo año vino Teoría del ángel. ―Tierna mía‖ llegó en 2008. ―Historias urbanas‖ (2007) ganó el concurso Rubén Darío, en cuento. Por cierto, el libro permanece inédito porque en la institución convocante, misteriosamente, desapareció el dinero para la impresión. Al menos eso me dijo el taimado jefe de la institución. Cosas raras del azar, el mismo año elaboré para la Universidad Autónoma

de

México

una

Antología

de

poesía

centroamericana (1952-2007). Luego, en 2008, la revista chilena

Trilce

me

pidió

una Antología

de

poesía

nicaragüense contemporánea. En el 2011 publiqué ―Los mordiscos del ángel‖ y ―La ciudad y su habitante‖, ganadora, como dicen los españoles, de un premio para andar por casa, el María Teresa Sánchez. El resto de esta maga historia la conoces tú: La pajarita Guido. No voy a hablar de lo inédito, pero te digo: tengo triple corona. Como puedes ver no soy un escritor olímpico ni profesional, apenas un amateur entre muchos. Nunca he puesto un pie en una Facultad de Letras No hay en esto, decía Paul Eluard, un sola gota de mentira. Gala nunca 10


se lo creyó.

APA: ¿Qué tan intenso o apasionado es tu connubio con la Poesía? EY: Somos el matrimonio del pobre Lelian y su Maty. A veces nos llevamos bien, pero la mayor parte del tiempo me escapo para Londres. Es mejor leerlo en Bird in the night, aunque yo no ejercito las ―artes‖ de Verlaine o Rimbaud; pretencioso podría hablar del Matrimonio del Cielo y el Infierno, pero somos distintos en nuestro propio cielo e infierno. Cuando me le escapo con alguna rubia de callejón, suelo regresar a casa con el rabo entre las patas a escribir todos los inventos que provocan las blondas callejeras. Especialmente si son delgadas y larguiruchas.

APA: ¿Mejor huir de los aplausos, de grandes estadios, de proscenios donde relumbran los elegidos por el canon? Lo tuyo pareciera decantarse hacia la poca luz, la ironía o el valiente reconocer que es mejor apartarse de hipócritas rituales que orbitan por otros intereses? EY: Creo ser un hombre básicamente tímido, sin llegar a 11


la beatería. Los elegidos del aplauso, los amigos del proscenio, los ansiosos del estadio, los que escriben para convertirse en Best Seller o brillar en la pequeña constelación

de

la

literatura,

son

meros

gansos

detestables. He oído a una valquiria decir que los libros se escriben para venderlos, y venderlos caro. ¡Qué horror! Personalmente me siento más cómodo a media luz. En la media luz del tango. Eres una persona peligrosa, tu pregunta significa que has leído algunos juguetitos de‖Tierna mía‖.

APA: Tu poesía es de dicción aparentemente sencilla, algo coloquial, pero lo cierto es que su médula está preñada de ritmo y pensamiento, de sentimiento profundo, nutrientes esenciales de la buena poesía. ¿Cuál es tu opinión respecto al lenguaje poético? EY: ¡Alfredo, lo tuyo es mucho pedir! Cómo voy a tener yo una opinión sobre el ―lenguaje poético‖. Trabajo como Spinoza, pule que pule lente, hasta encontrar el que busca y ya estaba en su cabeza. El tallador y el ceramista, ¡los músicos!, trabajan igual. Hay que dar con la ganzúa capaz de extraer o fijar lo que está en el cerebro. Después de todo, la poesía, la literatura, sólo es 12


una función del lenguaje, una explosión neuronal. Del deconstructivismo, del Estructuralismo, del Intertexto y la Intertextualidad, al día de hoy, pasando por Derrida, Barthes, Pinker, etcétera, (sin olvidar La epístola a los Pisones, o la Poética) hay decenas de teorías sobre el lenguaje. Entre ellas me muevo, eclécticamente.

APA: Háblanos sobre el Eros que impulsa al hombre y cómo lo abordas en tu poesía. EY: Tengo dos maestros de la erótica: Quevedo y Rubén Darío. Primera y única lección: no hables de la mujer que nunca has poseído. Ambos me han enseñado que el Erato radica en quienes locas juraron que te roerían el corazón. Ambos, alejados de Garcilaso de la Vega, bien lejos del amor petrarquiano, pero cercanos a Lope de Vega, me han enseñado que hablar de muñequitas, noviecitas y esposas amantísimas sólo conduce a la cursilería. Papá Hemingway decía que uno debe hablar de lo que mejor conoce. Eso es lo que yo hago, al fin y al cabo, conocer es lo mismo que alucinar. Soy un alucinador del Eros. No hay hombre o mujer sobre la tierra que escape a ese axioma. 13


APA: ¿Será que todo tiende al derrumbe, a la disolución, al desengaño? ¿Acaso no hay algunos finales felices? Lo pregunto por estos versos: ―Después de todo qué podía esperar el vejete. / Acaso, liar los bártulos rumbo al habitual desengaño / a la puerta eterna, otra vez contra la nariz de la vida‖. EY: Me parece conocer esos versos, e intuyo que fueron escritos por alguien que pensaba, más o menos, lo que yo pienso. Sí, ciertamente todo va al derrumbe, a la disolución, al desengaño de la tierra y la vida. El Eros es la única piedra de apoyo del alpinista. En la cumbre sólo encontrará vacío. No hay final feliz.

APA:

¿A

quiénes reconoces como

tus ancestros

poéticos? ¿Cuál y por qué es la parentela de tus predilecciones? EY: En mi lista (todos tenemos una) hay conocidos, amigos, buenos amigos y verdaderos amigos. Éstos son nuestros ancestros. Los poetas norteamericanos, salvo Eliot y Pound, me enseñaron la sencillez del lenguaje. 14


Hablo de Robert Frost, Carl Sanburg, William Carlos William, Edgar Lee Master (Spoon Rivers). Don Antonio Machado me confirmó en esa creencia. Michaux: Juana tú que al marcharte no me has dejado más que la recomendación explicita de quemar tus… Paroles, de Prevert, otra vez el lenguaje sencillo, tanto como en Saint John Perse. Nicanor Parra, hermano en la ironía. Borges, por lo que todo el mundo sabe. Vicente Gerbasi por su visión

de

conjunto,

su

forma

de

narrar,

casi

cinematográfica. Luis Rosales y Félix Grande porque escribían como iberoamericanos. Y desde luego Jaime Gil de Biedma, quien aprendió la sencillez de su lenguaje en la

poesía

inglesa

que

bastante

refrescó

la

poesía española. Ángel González, cuya ―Palabra sobre Palabra‖ me iluminó la sencillez, pero no la simplicidad de la palabra. José Agustín Goytisolo, su Julia Gay, versos tan ajustados que entre ellos no penetra un alfiler. Jordi Virallonga y Joan Margarit, cuya lectura me instruyen en el cataláunico modo de facer los versos, sin pandereta ni sardana. En resumen, sólo la sencillez del decir es capaz de generar el enigma de la poesía, cosa que desde luego no le debe gustar mucho a Góngora y a los gongorinos. Al Maestro Rubén lo dejé para el final, pero él sigue siendo el rey del último siglo. Un consejo: ¡no retuerzan 15


los versos!

APA: Háblame de Machado y de Unamuno. Así, de pronto, ¿que te sugieren sus nombres? EY: En Nicaragua, y supongo que en Centroamérica es poca, casi nula la presencia o vigencia de Unamuno. Ha caído en una especie de olvido histórico. En cambio don Antonio está presente en casi toda conversación. Todo poeta, incluso todo joven poeta, se siente atraído por la obra de don Antonio. En Nicaragua todo poeta español es mencionado por su apellido, pero cuando nos referimos a Machado, se antepone el don Antonio. Suelo decir que se puede vosear a todo poeta, menos a don Antonio. Su obra,

digamos ―Campos

de

Castilla‖, está

viva,

la

sentimos actual y contemporánea. Don Antonio huele a pólvora encendida. Todo el mundo, los del oficio y los lectores, se comunican fácilmente con su obra. Cosa que no sucede con Unamuno. Sin embargo, me consta, que algunas universidades norteamericanas lo incluyen en su pensum para los estudiantes de literatura iberoamericana.

APA: ¿Cuál tu opinión sobre la poesía del eterno joven 16


Joaquín Pasos? EY: El nombre de Joaquín Pasos permanece en la boca de todos los poetas nicaragüenses, en especial de los jóvenes, aunque me temo que no lo han leído, al menos, a fondo. Para los poetas digamos adultos, es una lectura anual. Siempre volvemos a él con espíritu crítico para ver qué tiene vigencia actual, y cuál comienza a hacer agua. Su ―Canto de guerra de las cosas‖, o ―Misterio indio‖ (por citar algunos poemas) permanecen incólumes en su belleza expresiva, tanto como por su hondura. Sin lugar a dudas el ―Canto de guerra de las cosas‖, es uno de los más bellos poemas de la lengua castellana en el siglo XX. El poema resulta genial. Otras cosas de Joaquín han perdido un mucho de su vigencia: ―Poemas de un joven que no ha viajado nunca‖ o ―Poemas de un joven que no sabe inglés‖, hoy resultan juguetes simpáticos, monerías, chulerías de los años 30-40. Recuérdese que murió en 1947. Los lectores españoles deberían conocer a Joaquín Pasos mediante la reedición de sus obras, no más de 150 páginas, especialmente ahora, que se escribe tanta poesía insustancial, insulsa y mala.

APA: Supongo que muchas, muchas veces, te habrán 17


preguntado cómo un abogado escribe poesía y relatos. Te lo comento porque así sucede conmigo ¿De qué manera resuelves este tipo de preguntas cuasi irrelevantes, por decirlo educadamente? EY: Mis estudios de abogacía fueron una disposición de mi padre. Jamás quise ser abogado, pero mi padre, que era un abogado muy estudioso y exitoso, dispuso las cosas de esa manera. No tuve la osadía de decir NO y mansamente

me

matriculé

en

la

Universidad

Centroamericana. Calenté los pupitres durante seis años. Nunca he ejercido esa profesión, no sé dónde quedan los tribunales. Cuando entré a la Facultad de Derecho ya la gente y mis compañeros me conocían como ―el poeta‖. De manera que nunca me ha atormentado el por qué estudié derecho o administración. Es más, renuncié por escrito ante la Corte Suprema de Justicia al ejercicio de las facultades que me confiere la ley. Y si no he renunciado a la administración de empresas es porque no hay ante quien hacerlo. Y estoy consciente del dislate que implica tirar al cesto diez años de estudios universitarios (seis de derecho y cuatro de administración), pero más consciente estoy del desatino que conlleva ejercer lo que nunca has querido hacer.

18


EDWIN YLLESCAS A LA MISTERIOSA I.

Allegro

Ni me debe, ni te debo. En paz están los cuerpos. Ahora déjame vivir mi pleno otoño, pero no olvides tu primavera aquel verano de rocas en la playa, allegro mais non troppo no volverá, pero los retoños colgaran en la punta de la rama. Y quizás una gota destilada vuelva a guindar en tu vida. Asustada la muerte retrocederá y aunque no retornen esas gotas te devolverán los años; el sabor del vejete, su ya casi nada, algo te repondrá, quizás, el sendero amarillo. Donde hubo cuerpo 19


nada prevalecerá contra la vida. Grosso el otoño siempre estará presente. Déjalo morderse. Maga en mi kínder, te di apenas escarcha ceniza, viva ilusión donde persiste tu mundo: óyelo en mi otoño, allegro concierto en Sol Mayor; cercano, o lejano escúchalo casi como muy bien. No pienso ni espero llegar al próximo invierno.

20


II.

Adagio

Sin los años, tantos en él, muy pocos en ella sin el necio todo pudo ser mejor. Aceptaste a ciegas. De saber, poco sabías del hombre entero. Mansa al trote, ya echada, nada te sorprendió. Todo estaba en su hervor. Ajenos a la edad sin vana parola tocaron lo conocido siempre distinto la bendita calceta café que nunca apareció. Contra ellos, nada pudo el berrido celular menos el volumen de la música corpo coral. Y si alguna vez cayeron del tálamo al piso allí rodaron hasta topar contra la costra de salitre. Y si no hubo playas en las rocas, ellos inventaron este andar por guijarros hasta la carcasa de un pez.

21


SĂłlo lamentan el Claro de luna, apenas Debussy. Faunos adormilados se despidieron sin otra siesta. Contra Vallejo sabĂ­an que hay primera sin segunda.

22


III.

Andante

Breve fue su tiempo, acaso súper y restaurante. Temerosa del gentío al lado, el vino fue casero blanco, o tinto siempre asaz calentó la palabra. Los avíos de cena llegaron special delivery. Sentencia atroz, rodó cabeza y cuerpo tumultuoso. Colgaron y nunca nadie advirtió la horca soleada su sistema de cuerdas y contrapesos, nadie lo vio. Adversos al murmurador, su chiribitil fue extraño; lobos de Gubbio permanecieron en su risco rapada en su lana negra, ella devoró oveja y pastor vesperal siempre hubo en él, hueso por lamer y roer. Tal como uno que sueña haber soñado con Dios temerosos guardaron astillas para más adelante 23


y como no sabían dónde queda el espacio en el tiempo buscaron redomada batalla, apenas reposo, orillados en la puerta del más adelante. Siempre supieron, al pretérito sólo suyo pertenece el vacío, el hollejo chupado, relamido. Después de todo qué podía esperar el vejete. Acaso, liar los bártulos rumbo al habitual desengaño a la puerta eterna, otra vez contra la nariz de la vida.

24


IV.

Tristia

. Tenía una vida en Managua. La eché a perder. Seguro, la habría echado a perder en cualquier parte Dada por el azar de mis padres, no la supe conducir perdí mis años en cantinas y paliduchas de callejón. Ahora ya todo pasó. No me queda nada. Estoy más solo que durante aquellos años lapidarios. Me quedé sin acordeón parisino, sin conservatorio romano. Mi tiempo pasa lento, estoy ido en lo que pude ser sí ganaba mi propia batalla contra mí. Confieso que perdí Siempre hablo de esas cosas y, realmente, por donde la busque ya no tiene salida el asunto. 25


Moriré un día de éstos y aún pienso que ganaré la guerra ya perdida cuando andaba por mis alegres bermejas.

O quam tristis et afflicta voy por mi silencio desierto pero no te enlutes, tú siempre tendrás París.

26


EDWIN YLLESCAS LA PINACOTECA

Gustavo Adolfo Linarte, un sujeto extraordinariamente encantador, apenas se había bachillerado, pero en su tiempo libre (de los diecisiete a los veintisiete años) se había arrimado a la facultad de Artes y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Ahora, ya casi a los sesenta años de edad, apenas lo recordaba. Dudaba de sus recuerdos. Un día, a los cinco años de su paso por la facultad, le pidió a un amigo que se acercara a la computadora de registro de la universidad para buscar su nombre. Ni siquiera existía su número de matricula.

Su casa, si dijera la sala de su casa me quedaría corto (sería una frase que deja por fuera dos tercios de lo que quiere

decir) su

casa aquí en Managua

estaba,

literalmente, atestada de cuadros. No valían como arte, tampoco tenían el valor de un retrato de época, ni tan 27


siquiera valían como los primeros cuadros de un pintor o varios pintores fallecidos setenta y cinco años atrás. La gente, especialmente, sus visitas, se preguntaban si tenían algún valor como objetos decorativos que las ubicara en alguna categoría del arte. O la decoración. La pregunta es sólo una más de las tantas preguntas indignas de un esfuerzo mental. Nadie se respondió esa pregunta. Y ahora que lo escribo, hasta dudo que alguien se la haya formulado. Ni siquiera Gustavo Adolfo, ya un bachiller canoso, en el quicio de la calvicie se había hecho la pregunta. Simplemente, era dueño de los cuadros. Simplemente, los tenía colgados en las paredes de su casa. Los cuadros ocupaban la sala, el comedor, el corredor, el bar, el living, el estudio, los cuartos de los niños, y no pocos se disputaban una trozo de pared con los chilindrujes de las domesticas. Los otros (desde luego, los otros cuadros) estaban puestos sobre cuanta mesa o mesita había en su casa; tampoco se podía decir y nunca nadie lo dijo, que estaban allí para solventar, en un momento inesperado, algún apuro económico.

Linarte

había pasado por muchos, y la colección más bien aumentó insospechadamente. La verdad, Gustavo Adolfo vivía entre las paredes de un museo imaginario olvidado por Malraux, calidad que se avecinaba con lo grotesco. Inútilmente grotesco. 28


Todo cuadro es una vida trasmutada en otra vida. El cuadro instituye un mundo abolido por el pincel. El museo de Linarte poseía una característica especial: su calidad de peces muertos donde unos ojos muertos se asoman a un mundo muerto. Es posible, y digo (escribo) posible porque yo no poseo verdades absolutas, que los cuadros requirieran una casa aparte. Otro mundo donde sus vibraciones no extraviarán la patética vida de Linarte. Un sitio donde ambas falsedades pudieran existir sin perturbar su propia nada.

La última vez que fui a visitarlo, la puerta principal de la casa estaba abierta. Entré a la sala, pregunté por la gente de la casa, levanté la voz y volví a preguntar: nadie respondió. En una de las paredes de la sala colgaba el retrato

de

Linarte.

Su

sonrisa

era

siniestra,

descuadernada; parecía una tripa jalada, tilinte. Nunca hay explicaciones racionales o sobrenaturales para este tipo de cosas, pero, obviamente: los cuadros habían ejercido su derecho de propiedad sobre la vida de Gustavo Adolfo Linarte.

29


DAISY ZAMORA ELEGÍA IMPRESCINDIBLE A VIDALUZ MENESES Y el Amor ganará. Tú deja que tu sueño mane tranquilo. “Canto fúnebre a la muerte de Joaquín Pasos” Carlos Martínez-Rivas

Dónde se ha escondido la niña maravillada por las historias del paraíso terrenal, la que quiso ser querubín, la que anhelaba ser santa, la que cifró su esperanza en el tránsito fugaz de una estrella

Adónde está la que se alzó sobre el dolor y el abandono, huérfana del padre y huérfana de su prole, la que todo lo perdió por lealtad, la que le daba sustento vivo a la palabra

En qué universo teje su sueño la que moría íntimamente cada día dando a luz a la otra que buscaba su destino infinito de persona 30


Dónde está la que edificó sobre roca firme la utopía del Reino en la tierra recobrada

La que vivió apegada a la verdad, y ajena al brujuleo del poder que le negó la dignidad del rango y el lugar que merecía

La que fue despojada de su herencia y escamoteada su casa

La que supo leer los signos que el corazón le advertía, y anticipó el derrumbe del Reino minado por la codicia

En dónde sigue amando con terca certidumbre la que se daba entera por amor y recibió en cambio mezquindad

Dónde, la que fue gacela, cisne de grácil cuello, la que izó velas contra el filo de la vida y surcó las aguas en la búsqueda de un canto

La que hizo de su canto el pan de todos ¿en dónde está? Bajo la tierra que tanto amó, yace ella ahora.

31


KATTIA CHICO CANCIÓN DEL AHOGADO Bajo el mar la telaraña de luz se fue elevando y en el zigzag de los cardúmenes vi un árbol de espejos sueltos dispersando sus ráfagas de plata.

En los fantasmas de coral reconocí la sangre más superflua, la sangre ausente de la ausencia, la naturaleza esqueletal de todo intento y toda la nada que no es mar: toda la Nada.

La breve cópula de las estrellas me recordó una mano latiendo dentro de mi mano para siempre fugaz. Probé la tierna carne de los peces que leyeron en mi lengua su destino de Jonás 32


para que todas mis vísceras asumieran la armadura de la escama y ya no dolía Nada.

En medio de mi oscuridad las medusas danzaron la escarcha de sus lámparas, vi la mano de Dios deslizándose secreta como un calamar gigante.

Y no quise volver.

33


ELIZABETH NARVĂ EZ - LUNA LOS AMANTES I El secreto de los amantes es su diuturna esperanza el silencioso crepitar de sus deseos su aĂąejo amor que resiste el funesto soplo del destino son sus hebras de plata para los cordones.

Aprenden a soplar en las sienes de las palomas sus secretos de amor buscan,siempre buscan, siempre cada dia, hasta encontrar 34


las nuevas formas del amor para cada dia.

II

Son ecos que se guardan en caracolas.

Dejan florecer sus rosales bajo el viejo volcรกn Encuentran el amor en sus soledades. Conocen el lugar exacto, encuentran su ritmo en el eco de sus corazones. Recuperan el aliento divino en cada beso. Dejan de correr. Se saben atados a una carne que pregunta por su carne, Por el costado de donde saliรณ son eterna carne desmemoriada.

35


III

Los Amantes A veces se quedan sin palabras, les toca esperar en silencio pero esta vez el silencio no duele es sĂłlo el bullir de miedos y deseos. Es la metamorfosis del gusano de seda que nos darĂĄ la bella Mariposa de fuego, Esa del amor tardĂ­o.

36


EDGARD CARDOZA BRAVO DE FILOSA RAÍZ: A VUELO DE PÁJARO POR ALGUNOS MOMENTOS DE LA POESÍA NICARAGÜENSE Hasta la segunda mitad del siglo XIX (lapso en que nace Rubén Darío), la literatura hispanoamericana, aún en los casos de sus mejores exponentes, había únicamente respondido a las modas, modos, gustos y tendencias europeas, españolas sobre todo. Antes de Darío, nuestros escritores

habían

conformado

sus

obras

casi

sin

preocuparse de ofrecer variantes de originalidad, según los modelos de su preferencia: Lope de Vega, Góngora, San Juan de la Cruz, por mencionar algunos de los autores más imitados. Juan Ruíz de Alarcón (1580 – 1639), nace en México, pero a los veinte años emigra a España para convertirse en un autor español más. Sor Juana Inés de la Cruz (1651 – 1695), incursiona en forma magistral en todas las corrientes

literarias

practicadas

en

su

época

(

tradicionales, barrocas, populares, cultas y vulgares), sin 37


que tal reconocimiento implique ningún ánimo de trascender sus modelos, o cuando menos de sugerir nuevas rutas a la influencia asumida. El venezolano Andrés Bello (1781 – 1865), es quien debiera tomarse como el antecedente más claro de la gestión liberadora de Rubén Darío (1867 – 1916) con respecto a las letras europeas. En el año 1823, Bello publica en su Biblioteca Americana una―Alocución de la poesía‖, que según él formaría parte de un texto mayor que nunca se cumplió, cuya intención primordial sería iniciar un proceso en el que la poesía de América abandonara de una vez por todas las cortes europeas y se asentara sin complejos en nuestros nacientes países. La acción liberadora de Darío para con la literatura de Hispanoamérica

es

avalada

por

los

principales

especialistas del tema. Según Jorge Luis Borges, por ejemplo, ―todo lo renovó Darío: la materia, el vocabulario, la métrica, la magia peculiar de ciertas palabras, la sensibilidad del poeta y la de sus lectores‖. En Cuadrivio, la opinión de Octavio Paz sobre Darío va más o menos en el mismo sentido. Pero si para Hispanoamérica Darío es quien le da a la literatura una voz propia, a Nicaragua, su país apenas delineado, le concede además una identidad, una clara idea de nación. 38


Rubén Darío fue un poeta precoz. A los 14 años ya publica en los diarios nacionales y su fama de niño prodigio es conocida en todo el país. A esa edad es enviado por sus familiares de urgencia a El Salvador, por gestiones de amigos, para librarlo de un matrimonio prematuro con una actriz de circo rodante. Allí conoce a Francisco

Gavidia,

importantísimo

en

el

desarrollo

posterior de su carrera poética, pues es quien lo inicia o le ayuda a ampliar sus conocimientos de la literatura francesa. Su primer libro, Epístolas y poemas, aparece en Managua en 1885, cuando apenas tiene 18 años. Según los críticos, los escritores que más influyeron en su obra inicial fueron los españoles Garcilaso de la Vega, Fray Luis de León, Lope de Vega, San Juan de la Cruz, Góngora, Béquer y Campoamor. Hasta este punto, Darío no ha revolucionado nada. Es tan sólo un talento precoz siguiendo huellas ya trazadas. Durante los dos años siguientes y en la misma tesitura de corresponder a sus autores ejemplares, Darío publica otros tres libros. Es hasta

1888,

con

Azul

(libro

en

donde

conviven

armónicamente prosa y poesía), cuando empieza a hacerse notar la solvencia lírica que en adelante lo caracterizaría y que representa su primer gran aporte 39


hacia

la

fundación

de

la

auténtica

manera

hispanoamericana de hacer literatura. Con Azul ha llegado también ―el modernismo‖. Hoy aún se sigue discutiendo acerca de la paternidad del movimiento modernista. Según ciertos estudiosos del tema, sus orígenes datan del año 1876, cuando coinciden en México el joven exiliado cubano José Martí y el aún adolescente nacional Manuel Gutiérrez Nájera. Otros le adjudican al mismo Martí, en 1882, la iniciación del movimiento con las Cartas desde Nueva York

y el

Ismaelillo. Y Darío se refiere en múltiples ocasiones, con respecto al modernismo, como el movimiento de libertad que a él le tocó iniciar en América. De esta controversia, lo único claro es que Darío es el poeta central del modernismo y Martí su principal prosista. En 1896 aparecen en Buenos Aires, Los Raros (prosa) y Prosas Profanas (poesía). En Los Raros, Darío concentra de alguna manera su visión modernista en relación a sus fuentes directas: Baudelaire, Leconte de L‘isle, Villiers de L‘isle-Adam, Poe, Martí (el único de lengua castellana), Rimbaud, Mallarmé, Lautréamont. Prosas Profanas representa la consolidación del modernismo. En 40


búsqueda de la perfección, los poemas de este libro llegan hasta los límites de lo hermético. Las fronteras se han ampliado de lo puramente perceptivo a un interés más crítico, que abarca lo pictórico, lo escultórico, lo moderno, lo universal, lo íntimo, el más allá, la religión, la vida, la muerte, y por sobre todo, la figura del poeta y el acto de creación. El gran libro de madurez en la obra dariana es Cantos de Vida y Esperanza, publicado en Madrid en 1905. Con este libro, a los 38 años, el poeta considera ya cumplido el círculo importante de su obra y quizá hasta presienta próximo su fin (que ocurrirá 15 años después), pues afirma que contiene ―las esencias y sabias de su otoño‖. Cantos de Vida y Esperanza es un recuento maduro de los motivos que más le han marcado. Regresa a los temas y personajes de su Nicaragua natal y hasta invade –con poemas como la Oda a Roosevelt— los terrenos de la crítica social. Años más tarde, esta última línea constituirá uno de los principales veneros de poetas como Pablo Antonio Cuadra, Ernesto Cardenal, Joaquín Pasos, y de todos los poetas militantes agrupados primero entorno de la gesta de Sandino, y después en la revolución nicaragüense que culmina en 1979. Pero a pesar de haber dejado hijos modernista diseminados por 41


toda Hispanoamérica y hasta en la misma España, en su terruño no hubo un nutrido grupo de seguidores que promoviera su legado. En 1926 (10 años después de la muerte de Darío) los norteamericanos invaden Nicaragua. Dicha intervención se prolonga hasta 1933. Tal hecho genera la proliferación de temas nacionales y nacionalistas en el espacio de la escritura, además de una posición de culto a lo inmediato que conducirá durante los años de ―la vanguardia‖ a la descalificación del modernismo. A este primer grupo político-poético (si el término vale) pertenecen Azarías Pallais (1884 – 1954), Alfonso Cortés (1893 – 1969), José T. Olivares (1880 – 1942), Rafael Montiel (1887 – 1973), y Salomón de la Selva (1893 – 1959), que aunque permanecía casi siempre fuera de Nicaragua si participa de las posiciones patrióticas y antiimperialistas del resto del grupo. Es durante ese período (1926 – 1933) en que ocurre la gesta del llamado ―General de Hombres Libres‖, Augusto

César

Sandino,

contra

la

intervención

norteamericana; y en relación a la literatura nace un movimiento que tendrá repercusión hasta nuestros días: la llamada ―Vanguardia Nicaragüense‖. El poeta Salomón de la Selva es quien en cierta forma llega a ocupar el espacio dejado vacante por Darío. Su 42


cosmopolitismo, vastísima cultura y su tino al llevar lo político a la poesía sin demeritarla, lo hacen alguien de excepción. Ciertamente, De la Selva no alcanzó nunca la perfección formal y musical de los versos de Darío, pero dotó a la poesía nicaragüense de un ingrediente que aparece quizá tímidamente en el trabajo dariano: la fuerza vital. La poesía de Salomón de la Selva pretende ser intérprete de la prosa del mundoy por ello está más cerca del hombre, es más humana. Darío recrea en su literatura personajes, imágenes y símbolos de la cultura grecolatina (―Sólo Darío, Darío únicamente, / renueva las latinas glorias ecuménicas… / Sólo él es augusto… / Orfeo redivivo‖, infiere Salomón). En un movimiento opuesto, De la Selva baja de sus nichos a algunos de sus autores más representativos (Píndaro, Horacio…) y los lleva

a las

calles del mundo a aprender de la vida a ras de hombre. Injustamente ignorado por la crítica y los antologadores internacionales, Salomón de la Selva es junto a Darío la otra gran torre iluminante de la poesía nicaragüense. El

denominado

nicaragüense‖surge

―movimiento de

la

de

clase

vanguardia

pudiente

y

es

fundamentado ideológicamente por lo más reaccionario del

pensamiento

europeo,

norteamericano

y

nicaragüense. Los abanderados de este movimiento 43


fueron: Luis Alberto Cabrales (1901 – 1974), José Coronel Urtecho (1906 - ¿), Pablo Antonio Cuadra (1912 - ¿), Manolo Cuadra (1907 – 1957), y Joaquín Pasos (1914 – 1947). Aunque más tarde rectificarían su proceder, todos ellos apoyaron inicialmente, en lo local a Anastasio Somoza García, y en lo internacional son partidarios del gobierno fascista de Francisco Franco. Es innegable el hecho de que la incursión política de estos personajes fue fallida, pero también es cierto que sus experimentaciones, sus irreverencias, y el buceo apasionado en aguas a veces turbulentas, descubrieron alternativas de creación que aún hoy siguen nutriendo a la poesía y hasta a la política nicaragüense. Manolo Cuadra, primero combate Contra Sandino en la Montaña (título de uno de sus libros) como soldado del ejército de Somoza García, pero después se integra al Partido Trabajador Nicaragüense que se convertirá más tarde en el Partido Socialista. Cuadra es quien además firma las primeras prosas de la izquierda nicaragüense. Joaquín Pasos es el autor, entre otros escritos, del que es quizá el másalto poema nicaragüense de todas las épocas, Canto de Guerra de las Cosas. José Coronel Urtecho (el verdadero jefe de la vanguardia) es quien da el tiro de gracia al modernismo con su Oda a Rubén Darío (―En fin 44


Rubén, / paisano inevitable, te saludo / con mi bombín / que se comieron los ratones en / mil novecientos veinte y cin- / co. Amén‖).

Coronel Urtecho es quien también

descubre y traduce para las nuevas generaciones a los más influyentes poetas de lengua inglesa: Williams, Cummings, Pound, Olson, Blake Eliot, entre otros. Esos comportamientos tan contradictorios de los poetas vanguardistas confirman lo señalado por Pablo Antonio Cuadra, en el sentido de que ―uno de los principales rasgos que identifican alnicaragüense es que es siempre otro que no es el que en verdad es‖. Ese doble yo, lo sustenta Cuadra en algunos ídolos prehispánicos de doble cabeza de la cultura Chorotega. La misma debe ser la causa por la que desde Darío, la frase ―yo es otro‖ de Arthur Rimbaud haya adquirido tanto peso entre los poetas nicaragüenses.Los vanguardistas, aquellos que en sus inicios patearon las partes nobles de Darío y casi agasajaron con besos de lengüita al fundador de la dinastía Somoza, paradójicamente desembocan en el grupo conformado por Ernesto Mejía Sánchez (1923 – 1985), Carlos Martínez Rivas (1924 - ¿) y Ernesto Cardenal (1925), denominado Generación del Cuarenta, que contribuirá ideológicamente y de manera definitoria 45


en la revolución que en 1979 arroja del poder al hijo del asesino de Sandino, Anastasio Somoza Debayle. De

la

Generación

del

Cuarenta,

destaca

muy

especialmente Ernesto Cardenal, quien constituye (junto a Darío y Salomón de la Selva) el tercer gran elemento del cuerpo medular de la poesía del país de lagos y volcanes. Cardenal es una rara mezcla de místico, poeta y luchador social:

sacerdote

de

vocación

tardía

(ingresa

al

monasterio trapense de Gethsemany a los 32 años), trata de conciliar en una misma práctica creativa, el amor humano, el amor divino, la crítica social, el respeto a la naturaleza y su propensión contemplativa. Su poesía, profundamente humana, aspira al amor con mayúsculas y pretende no sólo ir de Nicaragua al mundo, sino de Nicaragua al universo al encuentro de un Dios igualitario que elimine barreras y prejuicios entre los hombres. Cardenal ha intentado hacer de la poesía, más que ejercicio de escritura, un ejemplo de vida compartida con otros, un integrado e integral sistema cuyas coordenadas sean la verdad, la pureza, la humildad y el amor. ―La sustancia no falsificada de nuestro ser es amor. Somos ontológicamente amor‖, escribe Cardenal; para luego concluir: ―el yo del poeta es nu8n nosotros universal‖. Este mensaje tan abarcador no logra ser constreñido por 46


las estrechas dimensiones de un libro y salta a lo cotidiano a convertirse en vida en movimiento. Al dejar la trapa se dirije de inmediato a agregar vida pensante al archipiélago lacustre de Solentiname. En palabras de pablo Antonio Cuadra: ―Allí Ernesto vive descalzo y barbado, vestido con el traje del campesino, trabajando artesanías, haciendo esculturas, escribiendo poemas, leyendo, predicando, llevando los sacramentos, ayudando al pueblo o escribiendo para los diarios de la capital cartas iracundas contra los abusos del poder o contra las claudicaciones de su propia iglesia‖. Muy pronto el archipiélago le queda pequeño y Cardenal va a Nicaragua entera a proponer su poesía salvífica, y Nicaragua lo comprime Cardenal va al mundo. Todo es poesía, dice Cardenal. El poema no es sólo lo escrito en un papel sino el hombre todo, viviendo con pasión y con verdad la tierra. La poesía de Ernesto Cardenal tiene varias vertientes: los poemas de recreación de la naturaleza, los poemas collage (que combinan impresiones personales del mundo junto

a

anuncios

publicitarios,

notas

periodísticas,

testimonios de vida y voces de otros poetas), los poemas preocupados por el pasado indígena de América, y el epigrama, que en él se convierte en concentrado mensaje 47


de amor humanoy al vez bomba incendiaria contra el capitalismo. El discurso poético posterior a la ―Generación del Cuarenta‖ (Generaciones del Cincuenta

y Sesenta,

Generación Traicionada, Estandarte de Bandoleros) fluctúa entre los linderos de Salomón de la Selva y Ernesto Cardenal. Se caracteriza por el uso de un lenguaje imbuido de gran fuerza vital, certero, desprovisto de regodeos. La expresión de tales poetas fue templada en el plomo de los años finales de la dictadura somocista. Los nombres más visibles del numeroso grupo son Fanor Téllez, Francisco de Asís Fernández, Alejandro Bravo, Edwin Yllescas y Álvaro Urtecho; además de un sólido y también combativo bloque de mujeres: Vidaluz Meneses, MicheleNajlis, Gioconda Belli, Daisy Zamora y Rosario Murillo. Por su implacable contundencia verbal y por no formar parte de ninguna capilla, destacaría sobre todas y todos los miembros de este grupo, al poeta Fanortellez. Si abrimos la panorámica, notaremos por otro lado que la gran mayoría de los más jóvenes poetas nicaragüenses se sienten regidos por la guía monolítica de Ernesto Cardenal, tal vez porque algunos de ellos nacieron del intento de masificación de la poesía promovido por el propio sacerdote-poeta durante su gestión como Ministro 48


de Cultura del régimen sandinista, y cuyo manual de prácticas era el método Cardenal de hacer poesía: el uso de las características propias de la conversación cotidiana como sustento verbal y de la denuncia como materia prima del poema. Continúa aún en trámite de demostración aquella hipótesis lanzada hace muchos años por el poeta y humorista Gonzalo Rivas Novoa, en el sentido de que ―en Nicaragua, es poeta el barbero, / el médico, el loco, el pastor y el cura, / el que se cree poeta por tener dinero / y el que escribe versos, tan sólo por pura / vagancia… Excelente: por pura vagancia‖.

49


JUAN ARTURO BLACKMORE ZERÓN VORACIDAD En el principio de la eternidad, según los griegos, Urano, hijo y esposo de Gea, engendró con su madre a los Titanes. Gea los escondía en su seno procurando protegerlos de su padre que los devoraba. Estos, mientras vivían por segundos cósmicos se enseñorearon de la tierra. Uno sólo escapó al designio fatal, e hirió a su padre de tal forma que ya no pudiera engendrar con Gea más hijos. Separándose de la tierra se formó el cielo como antítesis. Gea, de ardiente y voraz naturaleza, ahora como pareja de Cronos, procreó a Zeus quien destronó a los Titanes y dio paso a una nueva generación más, quienes a su vez cohabitando entre ellos mismos se hicieron semidioses y finalmente evolucionaron en la raza que

hoy

entendemos

como

―humana‖.

Hawkins, el astrofísico devorado por su cuerpo y su sabiduría, pretende explicar que la oscuridad total absorbe toda la energía a su alrededor, incluso la luz. A 50


tal absoluta oscuridad le denomina ‗hoyos negros‘, mismos que regurgitan en una suerte de Big Bang para dar origen al Universo, esto que la mente humana no alcanza ni alcanzará, en mucho, a concebir. Los astrofísicos aún no alcanzan a explicar científicamente si fue una sola explosión la que dio origen a todo. O varias, que en diferente momento cósmico de la expansión subsecuente se devoran unas a otras penetrando de un universo

a

otro

y

volviendo

a

la

confusión.

Románticamente, los filósofos y los poetas, han cambiado de matiz ambas especulaciones o elocuentemente pretenden

explicarlas

―mejor‖

con

teorías

y

―comprobaciones‖ científicas. No todos los filósofos son científicos pero todos los científicos son a ultranza, filósofos. Entre líneas leemos cómo dos elementos creativos y aparentemente inocuos y diferentes, en una voraz contienda se destrozan hasta que uno vence al otro hasta ingerirlo en su totalidad. Automáticamente éste ‗sólo‘ engendra un contrario para continuar la lucha. El ciclo se dio,

se

da

y

se

dará

por

toda

la

eternidad.

Con hambre insaciable de saber el hombre transforma su naturaleza y la que le rodea gracias a la excelsa invención de la palabra. Entonces el blanco devora al negro y se convierte en luz que invierte el papel del hoyo negro. 51


Simple inferencia de la inversión en la función de los contrarios.

Prueba

de

la

síntesis

inversa

para

comprobación de la tesis y en su caso, su anulación. Así, en este juego de luchas y repeticiones, el alquimista logra destilar el elemento bruto y lo sublima finalmente en el preciado elíxir. Ahora, cada ínfima partícula es uno, pero también es todo, ―es arriba y es abajo‖, es grano de arena y gota de agua, es energía que asciende y es lluvia que cae, es mar esplendoroso y hombre imbuido en sí mismo. La sinapsis más simple se transforma en compleja en voz del pensamiento catalizador. El hoyo negro absorbe la luz, Urano se nutre de sus hijos, el fuego consume la materia, la conciencia transforma al ser, la lectura enseña al ignorante, la naturaleza se nutre de su creación, el hombre anula al hombre a través de falsos dioses y falsos cielos que concluyen en un agujero negro llamado purgatorio. La luz que logrará conjurar esos misterios, está brotando en este instante, justo aquí: en la palma de mi mano.

52


OCTAVIO ROBLETO UN DÍA UNO SE MUERE Un día uno se muere, se acaba todo ya no veremos al sol ni la luna, no gozaremos de la lluvia, no veremos el mar ni los ríos, ya no se oirán los ruidos de la calle no saludaremos a los amigos conocidos no podremos amar a una muchacha. Un día uno se muere y la vida continúa para otros, para mí no habrá calor no habrá leche no habrá vino, mi camisa será inútil, mi hamaca estará inmóvil. Se acaba uno tristemente.

53


BENJAMÍN VALDIVIA GEOMÉTRICO JAZMÍN

En un vaso de leche toda cosa tiene su inicio, su habitáculo de fe, sus animadversiones a la muerte y al asco. La lámpara materna nos habita las vísceras entonces, luego de haber zurcido las pupilas a su fresco blancor.

Tú bebes a la luz y en su secreto tus dientes son la huella, la miel o la osadía de todo ese fulgor acumulado, sal nutricia, reflejo de mineralogísima pasión y oficio de lo vivo en el alba entre los cruces del flúor y la luna en desarrollo sin moverse.

En tus dientes yo bebo aquella leche de súbito rigor, de pacífica piedra sola, de humedad olorosa en las maceraciones altas de un geométrico jazmín en el orden de tu risa: 54


palabras de esplendor alimentario, rĂ­o y vertiente ya.

La semblanza del sol a la mitad del dĂ­a: la superficie circular del mismo vaso pleno de aquella misma leche entonces comprendida en su precaria soledad de risa y espejismo y hambre: tus labios cierran a la luz del sol el beso de lo lĂĄcteo y lo celeste.

55


EDGARD CARDOZA BRAVO NOCTURNO DE LA ESTUFA Soñar, soñar la noche, la calle, la escalera y el grito de la estatua desdoblando la esquina. Xavier Villaurrutia (Nocturno de la estatua)

Soñar, soñar con ponches, con barrios, con rameras Y el grito de la estufa redoblando la flama. Ir despacio a la flama y encontrar sólo el bálano que bajo el mandil suda por hallar cualquier hueco,

querer tener el hueco y esa cosa brillante que alrededor del hueco se frunce y ensortija. Quiero un auto de indulto a la estufa asesina que bajo los vapores de la sensual comida

en mi cerebro enfermo muy presta me conmina. Y es que en cada ingrediente señores del jurado 56


yo les juro que encuentro siempre formas obsenas

que huelen a mujeres de las que en las esquinas ofrecen sus favores por dos veces cien pesos y me gritan, poeta, deja tu santo y sueùa‌

57


BERTA GUZMÁN ESQUIVEL RESIGNIFICANDO LA LITERATURA “REGIONAL” Las composiciones literarias realizadas en provincia sufren esa etiqueta fácil de la clasificación rápida por el hecho de pertenecer a una tradición que considera a los pueblos como lugares bucólicos, donde el melodrama se vuelve una constante[1]. Sin embargo la historia de los municipios se configura a partir del microcosmos, es decir, está basada en las acciones de los coterráneos, algunos de los autores son catalogados como personas destacadas, sin importar que ocupen un pequeño espacio dentro del campo de la literatura. Esto es lo que motiva a señalar la necesidad de que a dichas figuras representativas de los pueblos se les permita, en la medida de lo posible, participar de la historia regional como creadores activos y vitales. Ahora bien, es indispensable el registro de la historia de las regiones para prefigurar sus características 58


y necesidades expresivas, ―De allí que se pueda dignamente estudiar la literatura desde su tratamiento de regiones dentro de las obras, bien como espacios que tienen cierta producción literaria que conviene registrar, antes que se haga cualquier valoración de la significación de la obra.‖[2] Cada región debe intentar reencontrarse con su tradición artística independientemente del valor estético basado en parámetros generales. Se ha comentado en diferentes ocasiones que el escritor es hijo de su tiempo. Dicho rasgo otorga valor importante a los literatos que habitan las regiones, pues ellos darán testimonio de lo ocurrido en el contexto inmediato, por lo mismo, debe valorarse su esfuerzo y no juzgarlos desde la visión centralista de las ciudades importantes. Las voces de las pequeñas poblaciones por lo general son auténticas, puesto que no están influenciadas por ideologías o movimientos literarios que implementan una tendencia determinada: ―Fíjate, uno tendía a escribir literatura rural sin haber vivido lo rural. Era un puro contagio literario‖.[3] Lo anterior deja evidencia de las posturas que se adoptaban al momento de escribir, donde el acto de escribir se convierte e una pose intelectual antes que en un proceso reflexivo y genuino. 59


Para señalar con mayor precisión lo anterior, y apuntalar hacia dónde se dirige la presente redacción, es importante iniciar con el deslinde de la posible ambigüedad entre los términos regional y regionalista: ―En gran medida el problema de regional viene por su sinonimización con regionalista, entendida ésta como el aprecio acrítico por el terruño, lo que impide ver los traslapamientos culturales‖.[4] Lo que indica una inclinación a percibir la literatura por medio del enfoque regional y no con el ánimo de olvidar el sentido crítico de la obra literaria. El obstáculo al que se enfrentan los textos producidos en las regiones es la crítica literaria, fenómeno que en lugar de exponer ante los ojos del lector los elementos estéticos de la obra, funciona, en muchos de los casos, como una catapulta manejada por un reconocido intelectual con el fin de favorecer o denostar algún escrito. De igual manera, los comentarios parten de intuiciones, experiencias y argumentos sin contundencia teórica, como lo plantea Evodio Escalante en un estudio acerca de la obra de José Revueltas: ―Colocada a la mitad del camino entre los textos literarios y el lector, la crítica -cualquiera que sea su gama- no funciona nada más como un puente y una vía de acceso, es también y 60


muy a menudo, un cerco y una técnica de exclusión‖.[5] Dicha exclusión se fomenta por la tarea fácil, por el temor a explorar territorios que no aseguran el reconocimiento y parecen esfuerzos fútiles. Escribir para dar testimonio de algo resulta infructuoso, pues en general se busca una respuesta favorable a los mensajes emitidos. Siempre será más conveniente buscar un autor reconocido, poco explorado por los estudiosos importantes, pero con algo de prestigio, a un completo desconocido que posee textos de dudosa calidad estética. Sin embargo, es necesario provocar la reflexión, si no de las grandes masas, sí de una región que intenta identificarse y construir la microhistoria a partir de sus coetáneos: ―Los críticos mexicanos están metidos en su propia y pequeña visión y no quieren salir de ella porque les da miedo estar fuera del rebaño. Cometen adulación y estrago en el honor de los escritores. A los que no formamos parte de ese escollo poderoso sencillamente nos silencian‖.[6] Resulta por demás interesante el tono irónico que utilizó Oscar Wilde en el siglo XIX para referirse a este tema: ―La crítica literaria no es tu fuerte, mi querido amigo. No intentes hacerla. Deberías dejárselo a la gente que no ha 61


ido a la Universidad. Lo hacen muy bien en los periódicos‖.[7] La expresión anterior enfatiza la falta de objetividad al momento de emitir un juicio, pues según Wilde, la crítica es una práctica que no posee fundamento teórico y está basada en apreciaciones personales. Nada hay más dañino para un pueblo que cimentar la historia en mitos y héroes ornamentados con bisuterías y hazañas falsas. Sería mejor desprenderse de toda mentira y reconocer lo mucho o lo poco que han hecho los personajes de una determinada región, pues ―Los campesinos son cultos aunque sean analfabetos. Tienen un pasado, una tradición, unas imágenes‖.[8] Son precisamente esos elementos los que se pretenden rescatar de los escritores, el pasado, la tradición y las imágenes, que muchas veces se ven oprimidas por el poderío estético de otros escritores de renombre y por la tendencia de hacer un seguimiento masificado. Juzgar a los poetas y escritores regionales a partir de patrones estético-literarios a los que quizás no accedieron ni por accidente, no sería práctico; en cambio, se deberían aplicar nuevos mecanismos para abordarlos y contextualizar el presente. ―La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada 62


vez más solitarios‖.[9] Estas palabras de García Márquez funcionan como un buen estímulo para revisar los esquemas con los que en ocasiones se flagelan las obras, despojándolas del más pequeño elemento estético. El doctor Juan López Chávez mencionó, en una conferencia efectuada con motivo del décimo aniversario de la Unidad Académica de Letras, Extensión Jerez (2005), que todo texto por desdeñable que parezca posee por lo menos una línea digna de ser analizada. Es trabajo del crítico literario mostrar antes que juzgar, desentrañar antes que valorar, su labor debe ser más compleja y no limitarse simplemente a emitir un juicio que muchas veces en lugar de estimular nuevos parámetros de valoración, los inhibe de manera determinista.

[1] GARCÍA, Alejandro, El aliento de Pantagruel, aborda con mayor profundidad el tema de los escritores que se desarrollan y permanecen al interior de la República. [2] GARCÍA, Alejandro, Encuentros y desencuentros, Ediciones de media noche, Zacatecas, 2008, p. 10. [3] LEÑERO, Vicente, “La búsqueda permanente, desgarradora, inevitable”, en PONCE, Armando, (coord.), México: Su apuesta por la cultura, México, Grijalbo, 2003, p. 182. 63


[4] GARCÍA, Alejandro, Encuentros y desencuentros…op.cit., p. 10. [5] ESCALANTE, Evodio, José Revueltas: una literatura “del lado moridor”, México, Universidad Autónoma de Zacatecas, 1979, p. 9. [6] DOMÍNGUEZ ARGÜELLES, Juan, Literatura hablada, México, SEP/Ediciones Castillo, 2003, p. 90. [7] WILDE, Óscar, La importancia de llamarse Ernesto, México, Editorial Tomo, 2002, p. 27. [8] PAZ, Octavio, El laberinto de la soledad, Fondo de Cultura Económica, México 1994 p. 348. [9] PONCE, Armando (coord.), op.cit., p. 151.

64


PABLO MOYA ZAFRA ROSALINDA

Desde que le mataron al marido, Rosalinda quedó ida. La pena hizo de ella un remedo de ser humano que deambula sin rumbo por ranchos, caminos y veredas, hasta caer fatigada. Casi muerta. Pero más que la errancia, su fijación es el cementerio. Ahí se la pasa escarbando las tumbas entre jaculatorias caprichosas a su difunto marido. Nadie se atreve a cruzarse en su camino, excepto el señor cura, que es quien en ocasiones sofoca sus injurias y la alimenta. El padrecito se la vive encomendándola (parece que con muy poca suerte) a toda su parentela celestial. Será por eso que Rosalinda a veces recupera un poco el juicio y 65


pregunta por su Treni (según ella, su esposo difuntísimo se llamaba José Trenidá). ―Nos acabamos de encontrar camino de la presa, justo aquí en donde está la desvencijada crucecita de madera, que indica el sitio exacto en donde me encontraron con los tenis estirados y el semblante rancio, desangrado. Pobrecita, ya no voy a permitir que siga sufriendo más. Voy a llevármela conmigo, ahora sí, para siempre‖.

66


ANGÉLICA DE ICAZA LA REALIDAD La realidad, sí, la realidad. ese relámpago de lo invisible que revela en nosotros la soledad de Dios. OLGA OROZCO

Irene: No soy Natalie Portman, aunque me encantaría. Pero eso no impide que a veces cruce la Av. Insurgentes mientras me imagino que voy montada en sus zapatos y que mi cabello es un escándalo. Creer, sentir, volar, volarse, es un recurso que tenemos todos… Yo lo utilizo muy a menudo. Angélica: Y luego dices que hay que estar aquí y hacer lo que nos corresponde… Irene: Lo único que nos corresponde es estar lo mejor posible, qué importa si tenemos que valernos del artilugio de la imaginación. Angélica: Eso significa ―estar en babia‖, fuera de la realidad. 67


Irene: Ah, la realidad… ¿Qué es lo real? ¿Qué es lo aparente? ¿A quién le importa? Si los griegos no pudieron ponerse de acuerdo, menos nosotros que vivimos en un mundo en el que ya casi nadie se pregunta… Angélica: A mí me importa. Yo quiero saber de qué se va todo este tinglado. Irene: Ay, corazón, se trata de lo que tú quieras que se trate… Angélica: ¿De qué te sirve creer que eres Natalie Portman, que caminas por las calles de Nueva York y que tu cabello es un escándalo? Irene: De nada, por supuesto, porque los sueños, como la literatura, son de muy poca utilidad. Angélica: Decía Platón que el arte es una copia de la copia de lo que existe. En su República, los artistas no tenían cabida, ya que sólo andaban recreando la realidad, sin llegar a la verdad verdadera de las cosas. Irene: Platón era un artista. Sus libros están escritos con muy buena prosa. Angélica: Pero él no buscaba la belleza sino la verdad. Irene: La verdad, la realidad, dale con eso. Muchos siglos después de que aquel atleta de ―anchas espaldas‖ escribiera sus Diálogos, Henri Poincaré, filósofo y 68


matemático francés, se preguntaba: ―La verdad que no es la misma para todos, ¿es verdad? Yo me pregunto: ¿existe una realidad que sea única? Angélica: ¿Por qué no? La realidad es aquello que existe, que se puede ver, palpar: un caballo, una esfera, un cigarro… Irene: Tal vez en el campo de lo que podemos percibir con nuestros sentidos un caballo es un caballo aquí o en donde sea. Hay consenso, pues, pero la forma de mirar a un caballo tiene que ver con nuestra historia personal y no se corresponde precisamente con la verdad. La realidad es que los caballos existen, la verdad es que les tengo pánico… Angélica: Qué manera de simplificar las cosas. Yo quería hablar de Platón, del mundo real & el mundo de las apariencias, y tú me sales con que la ―realidad‖ no es única, universal, sino algo que se puede modificar al gusto del consumidor.

69


OMÍLCAR CRUZ PARAN – PARAN – PARAN

En la habitación a un poquito de luz, un Niño toca el piano, ¡deja conocer tu cuerpo, tu mundo interior!, paran, paran, paran. Vas buscando en la vida sosiego, esperanza, y la música es un ruego, camaleón en la boca, camaleón en el viento, bálsamo y exclamación, paran, paran, paran. ¿Qué busca la luna, los planetas?, luz de alguna estrella. Alguna vez las notas fueron breves, antiguas, y fueron muriendo solas en la melancolía. 70


Rebeldes dorados, ¡oh tú, la de los cabellos rebujados!, cantando ritmos nuevos al son que exhalan los pinos, adelantas la joven mañana y las colinas se mecen al movimiento de las caderas; el ambiente en la vereda es de mueve y mueve. ¡Ohh, Caoina Cao-oo, Caoina Cao!, y la Niña bailó, el control cesó. ¿Qué ansiaba la Niña?, bailar; ¿y por qué no bailaba?, el Papá, ayyy que el Papá no dejaba. ¡Paran, paran, paran!, ¡ayyyy que mi ritmo enloquece y el Papá no lo aguanta!, se va y deja a la Niña iniciada en las contorsiones, imbuida en el son.

71


FANOR TÉLLEZ EN LA MONTAÑA Estoy en la montaña, en El Tisey, Departamento de Estelí, A la altura de las nubes, Que veo correr ocultando el paisaje Por momentos, Y por otros develándolo: allá abajo a la derecha, En un claro, el pueblecito de San Nicolás Y de una casita cercana Sube una columna de humo. A la izquierda hay farallones y faldas y estribaciones Cubiertos de vegetación abigarrada, Que se suavizan en olas arbóreas por sus pendientes Hacia el oeste. Luego vuelven las nubes, que me envuelven. La Mariana ha bailado como Li Po, Seguida con ágil docilidad por su sombra Y como Li Po, Karla se ha bebido 72


Una botella de vino. Yo he permanecido con ellas, unido como toda la montaĂąa. Vemos pinos alrededor y encinos y rocas. Es mi cumpleaĂąos 72. A veces mi memoria se opaca como el paisaje con neblina. Otras, tengo recuerdos de alta resoluciĂłn, Pero no me importan. Estoy tranquilo, lejos de la hormigueante vida de los hombres.

73


ANA MARÍA MAYOL CONSECUENCIA

Quién devela el misterio de lo que subyace tras este rostro antiguo perforado de muertes Quién asoma a estos ojos dormidos en el torrente de un hombre que me prestó su sangre quién sabe de lo oculto detrás del viento quién me cuenta otro cuento para que crea quién inventa palabras designa espacios con otros símbolos

74


quién devela los nuevos paradigmas inventa un posible universo paralelo abre el vórtice para nombrar la noche y la memoria quién lleva la verdad entre sus manos las verdades que saben a verdades quién escribe un mínimo poema y salva al mundo.

75


JUAN SOBALVARRO CUATRO MICROCUENTOS

POR EJEMPLO

Quisiera que esta fiesta terminara en nada. La voz de Dylan hace pensar en una madera embebida en ron, mientras las cuerdas de la guitarra se desentienden del conjunto. Unos increpan por elcolor, otros tienen prisa por la uretra y hay quienes inventan una nueva forma de pensar que los hace mejores. Imposible calzar en el traste infeliz de estos días. El corazón no quiere dar vía y se anuda, imita ideogramas que se resumen en rabia callada y sin empuje. Y es eso, casi siempre sobrevivimos sólo por la gracia de regresar a nuestros estuches, a los formatos previstos. Sólo si regresamos a las aburridas 76


predicciones, con la modesta costumbre con que el queso regresa a la tortilla, por ejemplo. COSAS SIN VELAR Hemos de regresar a esas tristes mesas llenas de vasos descartables y envases de Coca Cola. Que defienden una sanidad

anti

alcohólica

con

repugnante

empacho

azucarero. Asoladas por la rutina que poco a poco las va cercando, en la bondad del rancho tribal y la hora tres de la tarde les cae encima conluz de cegador reflector. Así pagamos

el

precio

de

no

haber

supuesto

estas

topografías con la anticipación necesaria. Porque en la soberbia, ebria por cierto, de antepasadas noches sólo nos cabía una inútil euforia. Una alegría parecida a un par de dados que se agitan en un vaso de cuero, cosa que supongo ha de tener nombre en algún lugar del mundo. Así, a tropiezo de vano azar nos esperan los cumpleaños, pero sobre todo, las comuniones. Un llano dilema que alfombra la división entre lo que nos arraiga y lo que nos hastía.

77


ARPÓN Pero saliste a la calle con un calcetín en la lengua, con la bilis apretujada en la garganta, intentando ridículas sinalefas que te hicieran lucir mejor. Eso que se te anuda no son los otros, sos vos mismo indigesto -tóxico es la palabra aunque no te guste. Porque no te envenenaron, te envenenaste con tu propia saliva. Ese olor a sombra que se pudre es tuyo, no es tu legado, es tu cosecha, tu ego añejo. LA OSTRA La mañana entera sitiada por la vecina bachatera. Tomo nota, escribo en el azul Libro del desquicio. Un corazón aburrido se toma la calle con su continua percusión. Y da miedo salir porque afuera alguien urdió una telaraña de majaderías. Ya lo sé, es este un plan para impedirnos pensar. Pero nos favorece la oscuridad, el inaccesible nicho de silencio al que siempre podemos recurrir.

78


PEPE MARTÍNEZ DE LA VEGA EL SECRETO DE LA LATA DE SARDINAS ** Aquel hombre estaba muerto. No tan muerto como el sufragio efectivo, porque todavía no apestaba, pero viéndolo no cabía duda de que su alma había sido recogida por el creador. El cuerpo descansaba sobre un sillón. Tenía la víctima dos tiros en la cabeza y, lo más curioso, en la mano derecha sostenía fuertemente apretada una lata de sardinas. El infeliz sargento Vélez no daba pie con bola. Estaba desesperado. No había el menor indicio. Un vidrio en la puerta de la cocina había sido roto y por el hueco el asesino metió la mano para abrir la puerta y penetrar en la casa. La víctima se llamó en vida Felipe Sánchez y vivía con su esposa y dos niños. La señora había ido al cine con los chicos y el asesinado había quedado solo, 79


pues la criada salió esa tarde de paseo. La hora del crimen fue fijada a las seis de la tarde. Lo que Vélez menos entendía era lo de la lata de sardinas. La esposa aseguró al sargento que en la casa no había ninguna lata de sardinas cuando ella salió sospechó que don Felipe pudo salir a comprarla por antojo, pero el tendero de la esquina declaró que la víctima no le compró la lata, aunque reconoció ésta como de la marca de las que tenía en existencia. Esa tarde había vendido tres latas, pero no recordaba a quién, porque era vigilia y los compradores no eran clientes habituales. Cuando el sargento Vélez comprendió que no daba el ancho, se vio precisado a recurrir a Péter Pérez, el genial detective de Peralvillo. Era el único que lo podía sacar del atolladero. El sargento despachó una patrulla para que recogiera a Péter en su accesoria y acudiera al lugar del crimen. PETER SE DESCONCIERTA CON LAS NOTICIAS DE LOS PERIÓDICOS Péter Pérez descansaba en su accesoria de Peralvillo. El genial detective leía el diario sentado, no en 80


un mueble de alto precio, pero sí en comodísima silla de madera y cáñamo, adquirida en el mercado ―Hidalgo‖ en uno cincuenta, por ser mueble para cocina, y previo regateo con la marchanta. Comenzó a leer y movió la cabeza. No podía creer lo que sus ojos leían. El diario informaba, precisamente, sobre los triunfos del PRI. -No puede ser –pensaba en voz alta el maravilloso criminalista- yo debo estar loco. La gente votó por los otros y salieron los del PRI. Necesito ver a un especialista. Yo iba a salir, cuando se acordó de lo que es la política mexicana y volvió las páginas del periódico para concentrar su atención en las notas deportivas. En esos momentos llegó el policía destacado por Vélez y se llevó a Péter. Cuando Péter llegó a la casa del crimen observó la posición del cadáver y se quiso guardar, disimuladamente, la lata de sardinas, pues como se sabe, siempre anda en la brujez más grande. Le quitaron la lata, por ser pieza de convicción en el delito. 81


LAS PREGUNTAS IDIOTAS QUE NUNCA FALTAN CUANDO INTERVIENE PÉTER PÉREZ El sargento Vélez estaba pendiente de los labios de Péter, sin atreverse a hablar, esperando sin duda la solución rápida del misterioso homicidio. Péter, lejos de dar la clave, se decidió a interrogar a la viuda. -¿Qué es lo que más detesta en este mundo? – preguntó el genial detective de Peralvillo. -La poesía, señor. -¿Le gustan los quesos de Toluca? –volvió a inquirir Péter. -Algo, señor, pero me agradan mucho más los de mi tierra: San Juan del Río. -¿Qué clase de colorete usa usted? –dijo Péter. -Ninguno, señor –respondió la viuda- estas chapas son naturales. -¿Cuántos años tiene usted de casada? -Dos años, señor… 82


-Y estos niños de cinco y siete años son sus hijos o se los sacó usted en una rifa? –inquirió Péter. El sargento, desesperado y sin poder soportar más, interrumpió. -Esa es su vida privada, Péter, no se meta usted. El maravilloso detective de Peralvillo alzó una mano, como pidiendo silencio, y continuó, dirigiéndose a la señora: -Usted es muy guapa. De novia debe haber estado monísima. A propósito, yo soy un adorador de la belleza femenina, pero sin mala intención, enséñeme el retrato de casada. -No tengo ninguno, señor –respondió la viuda-, y gracias por sus conceptos, pero todo es favor que usted me hace. Péter dio dos vueltecitas por la pieza. Pidió ver las declaraciones de la señora, que había tomado un escribiente en su máquina portátil, le echó al sargento Vélez un jaque de treinta pesos, se caló la gorra a cuadros, se colocó las barbas postizas, encendió su pipa y dijo: 83


-Nos vimos… Y salió dejando al sargento sin saber qué hacer.

OCHO DÍAS SIN NOTICIAS DE PÉTER PÉREZ Péter se perdió durante una semana. Vélez creía que era por no darle la cara por los treinta pesos. El crimen seguía sin resolverse y el sargento no le encontraba pies ni cabeza al ―misterio de la lata de sardinas‖, nombre con el que el redactor de un diario había bautizado al homicidio de don Felipe. Una mañana se presentó Péter en el despacho del sargento Vélez. En cuanto lo vió, este último saltó de su asiento y se abalanzó sobre Péter. -¿Trae ya la resolución del crimen? –preguntó ansioso. Péter no respondió nada. -¿Y mis treinta pesos? –dijo Vélez, algo molesto, creyéndose víctima de un engaño. -Usted sabe, sargento, que no tengo ni quinto. Vine a invitarlo a visitar a un amigo mío que es escritor. 84


Vélez se negó, pero el genio de Peralvillo logró convencerlo y salieron juntos. Llegaron a un edificio de departamentos, muy modestito, en la colonia Guerrero. Péter llamó en el número siete, del tercer piso. -¿Quién es? –preguntó cautelosamente una voz. -Su amigo Pérez, el impresor de libros. -Pase usted –la puerta se abrió y apareció un individuo de aspecto humilde y algo astroso. El sargento fue presentado y los tres pasaron a una salilla estrecha y pésimamente amueblada. Péter le tuvo que dar un codazo al sargento, que muy extrañado iba ya a preguntarle si ahora se dedicaba a negocios de imprenta. -Mi amigo Federico –explicó el detective de Peralvillo- es uno de los mejores escritores del México actual, sargento. Tiene el alma de proletario, pues de día trabaja como chofer de camión de pasajeros y en la noche compone poesías. Yo le voy a publicar su libro. Díganos algunas de sus composiciones poéticas favoritas –suplicó Péter. 85


-¿Cuáles queren? Tengo munchas, algunas ya publicadas en programas de cine y algunas revistas: ―Te juites, ingrata‖, ―Me dejates, maldita‖, ―Tu vida pagará‖. Y durante veinte minutos Federico estuvo recitando unas cosas de espanto. Péter aguantó el chaparrón. Vélez bostezaba, pero no decía nada. De repente, Péter le cortó con mucho tacto: -¿Dice usted que las tiene publicadas? ¿Bajo su firma? -Claro –exclamó Federico-, yo firmo todo lo que hago. Soy tan fiel a eso que firmo hasta un anónimo… Péter rió celebrando la agudeza de Federico, pero se contuvo, porque no había sido agudeza. El hombre lo había dicho creyendo que quedaba bien con ―su impresor‖. Vélez permaneció impertérrito, pues su intelecto, que lo puede llevar muy alto en la política, tal vez hasta a un ministerio, no le permite percatarse de muchas cosas. Pero apenas se apagó el eco de la risa, Péter Pérez hizo una pregunta al desgaire, como no dándole importancia a la cosa: 86


-¿Por eso firmó usted el asesinato de don Felipe, verdad? Federico dio un salto, descolgó un retrato de la pared y quiso huir de la habitación. -Entregue usted ese cuadro al sargento – ordenó Péter-. Es inútil que se resista o quiera escapar. Está usted perdido. -Deme el cuadro –exigió Vélez al chofer del camión, y luego en voz baja, y con cierto respeto, preguntó a Péter: -¿Para qué lo quiere? -Si usted no fuera un tonto, sargento, hubiera visto, al entrar, que ese cuadro es el retrato de bodas de este hombre, y fíjese quién es su esposa… Después de ver el cuadro, Vélez exclamó: -¡Ah, chirrión! Si ésta es la viuda del muerto… -Sí, la viuda postiza del muerto, pero la esposa legítima de este hombre –exclamó, Péter. Lo averigüé yendo a San Juan del Río, donde conocí toda la historia. Y preguntando aquí y allá supe la dirección de este sujeto. Me presenté con el pretexto de que era yo 87


impresor de libros. Recuerde usted que la viuda me dijo que detestaba la poesía. Abandonó a su marido y padre de sus hijos, porque es un poeta malísimo. Imita a García Lorca con muy poco éxito, usted ya lo oyó, aunque seguramente usted, sargento, no sabe ni quién fue García Lorca, pero eso es harina de otro costal. Vayamos al asunto. Para vengarse de Felipe, que se llevó a su mujer y a sus hijos, lo mató. Entré en sospechas al pedir a la viuda un retrato de su boda. ¿Qué mujer no lo tiene? Ella no lo tenía por la sencilla razón de que no estaba casada con Felipe. -Pero usted dice que este sujeto firmó el crimen –dijo Vélez-. ¿Dónde está la firma? -La lata de sardinas, sargento –explicó Péter. -¿La lata? -¡Claro! Este hombre es camionero, y una lata de sardinas, por lo apretadito, es lo más parecido que existe a un camión. El asesino confesó su delito. Vélez se cubrió de gloria con sus jefes y Péter Pérez se retiró a pie a su accesoria de Peralvillo. No tenía ni para el camión, pero por el camino, mientras iba contando las calles, pensaba 88


que la inteligencia, la honradez y el genio no dan dinero, en cambio, hay tantos que andan en ―Cadillac‖ sin merecerlo…

** De ―AVENTURAS DEL DETECTIVE PÉTER PÉREZ‖.

89


PÍO EDUADO SOTOMAYOR TRES HAIKÚS Eres diferente, tienes los pétalos rasgados rosa de oriente.

Al verlo, se sonrosa el flamenco en el estero.

Quieta en un rincón; ¿cuándo vas a volar mariposa de latón?

90


LUIS FERNANDO CHUECA MONĂ“LOGO DE NILIA

A estas alturas todo habla de ti los restos de tus trajes las huellas extraviadas en la arena los muros manchados de dos o tres dibujos de trazos incompletos Todo mientras tĂş sigues empeĂąado en ese terco escondite donde los murmullos ya ni se oyen donde tu figura se confunde con tu voz casi inaudible

A esta hora todo habla de ti de tu memoria detenida en la memoria de los otros de tus informes garabatos 91


amontonados al borde de la espera

¿Quién escucha ahora la expresión de tus silencios? ¿quién acaricia el redor de tu garganta vibrantemente insana muda de terror por una sombra que nadie nunca ha visto salvo tú y que oscurece tus contornos? ¿A qué imagen representas con tu violenta ausencia con tu áspera manera de alejarte con tu carrera huidiza y tus pies sobre una tierra hirviente que se extiende y recompone?

A esta hora todo lo que podía hablar de ti se apaga 92


y se esconde en un nudo de sonidos desesperantes desesperados

Como de quien no cede a los recuerdos y abusa de un falso rumor para creer en su presencia insospechada

A esta hora todo se esconde en una niebla exagerada todo es parte de un juego de repeticiones absurdas de ruidos engaĂąosos

Todo es parte o anuncio de la nada y nada es lo Ăşnico que se oye.

93


FABIO MORÁBITO ÍCARO Cuando le dieron su pase de abordar vieron que su maleta no pesaba nada. Tuvo que abrirla. Estaba vacía. ¿Por qué su maleta viene vacía?, le preguntaron. No tuve tiempo de hacer la maleta, dijo. ¿Por qué la trajo si viene vacía? No me gusta viajar sin maletas. También su equipaje de mano venía sin nada y lo revisaron con ayuda de los perros. Lo observaron durante el vuelo: rubio, casi albino, muy alto, ensimismado y tímido. La azafata, al servir el almuerzo, le preguntó de mala forma si iba a comer. Asintió, pero sus brazos demasiado largos le impidieron manejar los cubiertos, no probó casi nada y pegó la cara al vidrio. Había pedido asiento de ventana 94


y su vecino gordo se fijó en el gesto que estremecía sus hombros: el gesto de alguien que se sacude una adherencia que lo agobia, un tic entre pueril y arcaico. Era evidente que sufría por la estrechez y, apenas descubrió un asiento libre, el gordo emigró, no soportando ese calvario. Más tarde se apagaron las luces y pidieron que cerraran las cortinas, pero él no quiso, absorto en mirar las alas. Tuvieron que llamar al oficial en segunda. Me mareo, dijo, si no miro las alas, o tal vez dijo me muero. Fueron sus primeras palabras en el vuelo y también las últimas. Al fin lo convencieron de no perjudicar la oscuridad de la cabina. Para que se durmiera le ofrecieron una almohada extra. Lo hallaron muerto después de la película.

95


DIRECTORIO CICUTA

EDGARD CARDOZA BRAVO

Estudios de Ingeniería Civil. Poeta y narrador. Varios Diplomados en asuntos literarios (Crítica y Creación Literaria,

Narrativa

Contemporánea,

Literatura

Latinoamericana del Siglo XX, Cultura Crítica y Crítica de la creación). Becario en dos ocasiones del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Guanajuato (ciclos 1993/1994 y 1997/1998). Más de diez libros publicados.

ALEJANDRO GARCÍA

Doctor en Lingüística Hispánica por la UNAM, es autor – entre otras publicaciones- de los libros de cuentos A usted 96


le estoy hablando (1980, INBA), Perdóneseme la ausencia (1983, UAZ) y Salsipuedes (2007, Tlacuilo), del libro de ensayos El aliento de Pantagruel (1998, UAS) y de las novelas La noche del Coecillo (1993, Gob. Edo. Gto. – 2008, Tlacuilo, reedición), La fiesta del atún (2000, U. de Gto./U. de G.) y Cris Cris, CriCrí (2004, Lectorum), Premio Nacional de Novela José Rubén Romero 2002.

PABLO MOYA ZAFRA

Enólogo de profesión. Estudiante de Pedagogía. Dos libros publicados.

BENJAMÍN VALDIVIA

Miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua.

Tres

doctorados

(Filosofía,

Educación,

y

Humanidades y Artes). Presidente de la red Cervantina Mundial.

Miembro

del

Sistema

Nacional

de

Investigadores. Becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Autor de más de treinta libros en diversos géneros. Traduce desde el inglés, francés, alemán, portugués, italiano, alemán y latín. 97


JORGE OLMOS

Se desempeña como escritor, editor y facilitador de Constelaciones Familiares. Dirigió el suplemento cultural MALACATE del Periódico El Nacional. Ha formado parte del consejo editorial de varias revistas literarias de circulación regional y ha sido columnista cultural de diversas

publicaciones

estatales,

entre

ellas

las

celebradas El oído interno y En la propia tierra. Entre sus libros publicados se pueden mencionar: Amor de arena, Solamente lo ganado, En la propia tierra, y Tierra del corazón.

JESÚS MONTES

Pintor egresado de la Academia Nacional de San Carlos. Más de veinte exposiciones pictóricas a nivel nacional.

98


JUAN CARLOS GALVÁN Periodista de profesión. Asesor de comunicación de diversas campañas políticas. Autor de varios libros (cuento, poesía, novela).

CONTACTO: Email: edgardcardoza@yahoo.com.mx Teléfono: 462 509 41 96 ILUSTRACIÓN DE PORTADA: ANTONIO SANDOVAL VALLE

99


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.