Boletín cicuta # 8

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BOLETÍN

Cicuta# 8

(Centro Irapuatense de Cultura, TradiciÓn y Arte) SEPTIEMBRE / OCTUBRE DE 2014


NOTICIA Somos un grupo de artistas y promotores de cultura residentes en diversas ciudades del estado de Guanajuato (algunos con reconocidas trayectorias de más de treinta años). Nos preocupa el desarrollo de las disciplinas que profesamos, pero nos preocupa aún más compartir nuestros dones y reflexiones con la comunidad que nos cobija. Estamos convencidos de que el arte debe cumplir la misión de enlazar los mejores sentimientos humanos en el propósito de construir sociedades más justas, participativas, fraternales. Nuestra apuesta es sobre todo por los jóvenes, en la pretensión de sumar a nuestro proyecto comunitario de cultura la mayor cantidad posible de lectores y apreciadores de las artes. Demás está decir que cada joven ganado para el arte y la lectura es un reducto de resistencia a la oferta perniciosa. Estamos presentes a través de este boletín de título CICUTA (por las siglas que nos reúnen, no por lo que el término metafóricamente pudiera aludir). Además, compartimos con ustedes algunos textos de creación literaria. En esta ocasión BOLETÍN CICUTA rinde homenaje al pintor irapuatense Antonio González, recientemente fallecido.

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EDGARD CARDOZA BRAVO ANTONIO GONZÁLEZ (pintor irapuatense): FIGURACIONES DE LA MEMORIA 1.

Las imágenes pasan en un fluir estrepitoso a su esquina de olvido. Han perdido el color, la sinuosidad vital, su aliento de tiempo circunstante. Pero quedan las piedras ademadas en trasuntos de vida, los escalones ciegos, los árboles torcidos, la guitarra goteando desencanto; el saxofón pariendo notas mudas para los mil fantasmas que emergen del chocar de los machetes de dos duelistas cadavéricos sobre cuacos de palo; los rostros que se fugan de sus airados dueños y embonan amistosos al tronco de un caballo; la bañista campesina fermentando en cada jicarazo de agua límpida los veneros de Mayahuel, 3


diosa del pulque; el gallo cuya espuela son las manos enormes del hombre que lo azuza con odio de ultratumba; las dos mujeres-nicho cargando sus temores figurados en cal de sacristía mientras la procesión se vuelve sombra. Y los cuatro exfatídicos jinetes que retornan, sin grupa, vestidos de ceniza, a anunciar que la música del tiempo es de acordes inocentes: por ejemplo de timbal, maraca, guitarra y tololoche.

2. Siempre en duelo. Como el “Nocturno” de José Asunción Silva: una sola sombra larga una sola sombra larga una sola sombra larga. Como “El entierro del Conde de Orgaz”, del Greco: no la vasta, ampulosa y tajante oscuridad que se hunde en el sepulcro,

sino

esta

desmesurada

Giraluna,

ensombrecida flor de la alta noche. Como testuz de toro fieramente alumbrado por el traje de luces que reverbera en sangre de su torero muerto. 4


Como gallo que pierde la faena y se desangra largamente en la morbosa algarabía de la masa encrestada: hasta vivir de nuevo en otro cuadro de González.

3.

Soy este sentencioso Jesucristo, viajando de una cena de amigos al centro de mi muerte. Una luna fatal mueve sus hilos y me ha instalado tímido en esta mesa estrecha de milagros. Desde aquí ya se observa la agonía –el fuego rojoblanco y su ansioso crepitar- del cuerpo que seré sin Dios, muerto de olvido. Adivino a lo lejos: cruces por demás familiares oteando las culebras que rondan allá abajo y empantanan las huellas del Dios varón que soy, dolido ya en la sangre y el veneno que deben mis sicarios regar por todo Gólgota. ‘Si la luz muere la pasión resucita’, piensa la hembra que me llevó en su entraña.

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Lávense pues en mí, la frente los sin nombre, y beban redención del espejo de mi cuerpo todos los convocados a esta “Última Cena”.

4.

De San Juan de Retana hasta el centro del pueblo parte un largo camino ataviado de mezquites y huisaches en flor. Cada incierto transcurso se abre alguna escalera o un pasadizo ciego que conduce al infierno: siempre al acecho hay sombras alumbradas tan sólo por el colmillo ingente del rudo tamagás. Del aire mortecino aparecen de pronto habitantes de otras épocas que bajan (con el rostro diluido por el tiempo) de tranvías, de torres apagadas por relojes en curso de hora lenta, de faroles sombríos, de puertas que conducen al centro cardinal de la memoria. Todo viste un rubor de aldea en calma. Las mujeres pasean sus rebozos y sus cestas de mimbre por la plaza dormida bajo el atardecer –en profusión de nubes de benjuí- que difumina tintes de lejanía, 6


más allá de los árboles y las cercas de piedra donde acecha el olvido.

5.

Y aquí, señoras y señores, vemos a un Cristo maltrecho y taciturno, con la cabeza baja, quizá mirando el mundo adentro de sí mismo o intentando alzarse con furia de Dios ciego de esos pies para siempre clavados en la tierra, su tierra. Las manos que reniegan de cualquier cruz posible se hallan atornilladas al inminente paso que después de tres lunas cambiará de ser muerte a viva epifanía. Pero hay

algo –doctores en la ley de hacer

escarnio, lamentables testigos de este ultraje- que quizá no han notado todavía: la cara del maestro ya no existe, con su látigo sordo la han borrado.

6.

Antes de aterrizar al lienzo los personajes se liman las heridas con rudas escofinas (de aquel icor 7


doliente surgen si presentirlo refinadas descargas de humor negro), se sacuden del cuerpo los vívidos colores del trajín cotidiano, y se integran a un río de oro viejo. Primero son los ojos que rondan en la niebla y derraman misterio por todos los rincones. Después la desmesura, el afilado trazo como aguja en el tiempo. Y unas enormes manos que lo acaparan todo. Y esos pasos tan lentos. Y hasta algunos naranjos en viaje a la semilla. Será por eso, digo, que al serpentear en vista de todas las imágenes, siento que voy entrando a un sutil cementerio de instantes oxidados.

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LUIS ALFONSO MÉNDEZ LARA (+) ANTONIO GONZÁLEZ: UNA CUESTIÓN DE ESTILO Pintar y pintar bien es una tarea arriesgada. A través de

un

lienzo

blanco

hay

que

ir

trazando,

descubriendo lo que esa blancura esconde, y hacerla aparecer de acuerdo a la realidad del autor. Para el pintor de obras de arte, el camino hacia la meta que se propone se vuelve largo, tortuoso, indefinido, a veces lento y cansado, hasta que al final emerge como lava de volcán: impetuoso y ardiente. Para entonces la calidad y la creatividad se han convertido ya en una cuestión de estilo. Si los lienzos que pinta el maestro Antonio González Juárez no tuviesen su firma, de cualquier manera sabríamos que son de él. La deducción es muy

simple:

Toño

González

pinta

única

y

exclusivamente como Toño González... Vemos un cuadro suyo e inmediatamente decimos sin más: es un González. 9


Pero igual que inconfundible, Antonio González es singular. Teje lo mismo el paisaje cotidiano de una plaza pueblerina, que el mejor retrato de la cotidianeidad. Sus personajes buscan salirse del marco y quedarse grabados en la mente y en el corazón de quienes los miran. Para concretar un cuadro, Antonio González, primero se recrea en el objeto de su obra, lo memoriza. Luego traza los primeros trazos a lápiz, en cartoncillo... Se apropia de la imagen y el entorno y luego vacía su carga emocional en el blanco lienzo en aquella buhardilla que es su estudio. Ahí, en solitario, planea los rasgos y detalles de su cuadro. Lo tutela, le habla, lo acaricia en cada pasada de pincel y así, lenta e inexorable, va surgiendo para el mundo su recreación cósmica de piedra, árbol, carne, piel y hueso. Antonio González Juárez, es un valor mexicano muy nuestro. Como los buenos toreros, solo en el redondel del lienzo, se desliza con el capote de sus pinceles contra la blancura anónima: de la que hace surgir pases y estocadas de líneas y color. 10


BAUDELIO CAMARILLO PECES Peces fuera del agua son nuestros corazones lejos de esta corriente. En el lecho del río dormitan los recuerdos. Cada atardecer vuelan los gritos de muchachas sobre las tibias aguas de este sueño; nadan en él, en él se bañan y las aguas se endulzan con sus cuerpos.

Una de ellas, la más hermosa ninfa que cruzó esta corriente, me dio a beber el sol que atardecía en su boca y no hay noche en mi cuerpo desde entonces.

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PABLO MOYA ZAFRA CASA DE MÍ El tiempo deja huecos en mí. En su espacio, tu vacío. En nuestro espacio el vacío. Por eso las sombras toman, roban la casa, con manos ficticias hieren, acarician los recuerdos que quedaron grabados en las paredes. Casa robada, casa tomada, por ecos de una voz que me dicta la memoria, su memoria sin tiempo. Las grietas: me dejan ver verme, 12


habitando el interior de esta casacuerpo. Poeta: escriba de un dios perverso en mi mentecata mente/casa.

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MIGUEL ÁNGEL MÉNDEZ NO BUSQUES No busques la ciudad tejida aquel otoño ni lugares recorridos clandestinamente en mapas hoy desaparecidos. El cuarto de vecindad donde por las mañanas pateabas la puerta ha sido destruido y la mujer del policía finalmente lo abandonó. Sobre aquella sordidez humanamente sediciosa hoy se levantan modernos apartamentos otras historias corren por sus tuberías. Ahora viven ahí amantes clasemedieros comerciantes con autos y suscripciones al TV Cable y al Reader’s Digest. Tampoco quieras hallar los ríos donde volábamos de niños papalotes y mariposas salpicaban de gracia el atardecer son bulevares ahora y a los chicos de hoy les interesa más el video y el fútbol. No intentes ir a los viñedos donde hurtábamos racimos escondidos bajo las parras encontrarás fraccionamientos o maquiladoras. 14


Aun el viejo mercado fue remodelado para que aquella foto donde aparecemos juntos bajo su antigua fachada ahora parezca tomada en otro lugar y nosotros dos extra単os.

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PÁBLO SERRANO TINTA BLANCA Con la misma parsimonia de todas las mañanas se sentó en su pupitre, se puso los manguillos, pasó el pañuelo por las antiparras, se las colocó, y revisó que todos los lápices tuvieran punta. Le esperaba otra jornada larga, como la de ayer, como la de anteayer, como la del año pasado y como las de hace cinco o diez años. Era escritor, la profesión más prestigiada del sistema. Su tarea consistía en revisar la historia, historia que la comunidad se había contado a sí misma, examinando uno a uno los textos encontrados en las bibliotecas que pudieron sobrevivir a la hecatombe final. El oficio no era fácil. Requería de una preparación previa

y

de

un

enorme

criterio,

dada

la

responsabilidad que entrañaba evaluar las ideas decantadas durante tantos siglos. Con la ayuda de sus lápices de tinta blanca, repasaba cada letra de cada palabra de cada línea de cada párrafo de cada 16


libro –los rescribía- luego de haber reflexionado sobre su significado. El resultado era fascinante, pues los tomos quedaban relucientemente blancos en su interior. Al final, con lápices de colores rescribía el título de la portada, que quedaba perfectamente lisa como si fuera de granito, de malaquita o de mármol de caprichosas vetas. Además de todo era un trabajo artesanal. ¡Mentiras, Mentiras!, no se cansaba de repetir, pasándose las manos por la ancha frente. En sus treinta y dos años de escritor sólo había encontrado mentiras; por eso se vanagloriaba de haber dejado inmaculados todos los libros que habían pasado por sus

manos.

Nada

de

lo

escrito

durante

tan

despreciable civilización, fincada toda ella en el embuste, debía trascender. Sin embargo, bien sabía en el fondo que todos sus colegas hacían lo mismo. En la civilización superior a la que pertenecían, los jefes se veían halagados cuando les entregaban las obras sin una sospechosa mancha de tinta negra. En cierta ocasión, muy al principio algún lunático escritor intentó rescatar 17


selectísimos párrafos, por parecerle sugerentes y, claro, no se volvió a saber nada de él. Desde entonces el vecino del pupitre de al lado, y el de atrás, y todos los que llenaban las interminables filas y

las

infinitas

hileras

de

aquellas

grandiosas

extensiones, cientos de kilómetros cuadrados, no perdonaban ni una ‘a’. Con su mejor caligrafía aniquilaban vocales y consonantes, una a una. Y así palabra por palabra. Frase por frase. Después de haberlas leído y entendido, desaparecían, luego de aseverar que se había llegado al convencimiento profundo de que eran basura. Quemar hubiera sido, desde luego, mucho más práctico. Pero una sociedad como esa, con valores como los suyos, no podía permitirse el lujo de una destrucción impía y flagrante. En aras del intelecto, la agonía debía ser lenta, sopesada, virtuosa. Además, se argüía plácidamente que de esta forma los escritores se nutrían con los valores heredados mediante sus intensas lecturas. Al terminar la gran gesta, había desaparecido cualquier vestigio de tinta negra dentro de los miles 18


de millones de volĂşmenes que llenaban los flamantes museos. Lo curiosos del caso es que cuando se repartieron lĂĄpices negros entre los intelectuales, para escribir su propia historia, no supieron quĂŠ hacer con ellos.

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SAMUEL CÓRDOVA CENTENO (campesino de la comunidad irapuatense Lo de Juárez, entrevistado por Lola de Castro)

DE CÓMO LA VIRGEN SE APARECIÓ EN LO DE JUÁREZ “Desde que abrí los ojos aquí se llama Lo de Juárez, y seguramente se fundó con ese nombre esta comunidad...Cuando la guerra de los franceses, esos hueros

quisieron

entrar

aquí;

pero

nuestros

antepasados se hicieron fuertes y no los dejaron, por lo mismo, a esta tierrase le llamó El fuerte”. Desde la carretera Irapuato – Silao, a la altura del kilómetro 8 hacia abajo, el panorama presenta en primer plano un caserío, de donde sobresalen las torres y la cúpula de una iglesia: es precisamente Lo de

Juárez,

donde

se

apareció

la

virgen

del

Carmenpor partida doble y se venera con una tradición de dos siglos a las Carmelitas. 20


“El terreno este... tiene mucho blanco, es calizo. Hace más de 200 años un hombre, José María Galicia estaba sacando cal, y una piedra que se mezclaba con la claridad , él la sacaba lanzándola lejos, y continuaba trabajando. Pasando un rato, la misma piedra hacía sonar la pala, aquel cristiano volvía a tirarla, y esto sucedió en repetidas ocasiones. José María se cansó y entonces por la mitad le dio un barrazo a la piedra... Fue cuando se hizo el milagro de la Virgen del Carmen: se apareció en cada uno de los dos pedazos en que la piedra se rompió. Esto sucedió el 14 de Febrero de 1792 en el mismo lugar donde se le levantó su templo, para venerar esas imágenes sagradas. Cada 14 de Febrero se hace la fiesta en grande, con Mañanitas, celebración religiosa, juegos, música, y muchos vienen a pagar mandas. La fiesta sólo dura la víspera y el día”.

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JOSÉ SOLÓRZANO CUADRANTE Le suelto hilo al misterio y te desnudas en el viento de mis labios

Se entrampa el fulgor y la miel es vino escurriendo laberintos

No sabes a ayer y la bruja noche se desangra en el traspatio

El silencio está muerto: 22


los perdidos bailan tristes en su punto de fuga.

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ALBERTO BEUCHOT TRIGO Las mieses del campo se yerguen orgullosas; el viento mece su dorado infinito con ansia, comoqueriendo dormirlas en cuerpo y alma. Y ella enmedio de todo ese blanco oro resalta su blanco, como una gran nieve que aplasta a su paso todovestigio de vida, toda nostalgia de muerte. Asírecorre la brecha diario, con pausas, medida;como si quisiera arrancarle a cada paso el secretodel tiempo, sabiéndolo inútil. Allá en la distancia,un trozo de frescura la llama, la acecha. Pero ellano escucha, ¡tan simple es su alma! De tarde, regresa la espiga al huerto, tranquila, sabiendo asus pies agotados y a su día satisfecho. Ya llenala taza, guarda la loza, prepara su cuerpo, preparasu cama. Y a sí misma da

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gracias por ser como es, callada y pausada como una escultura. ¡Capullo de lino, tus ojos lacrados encierran mil mundos, y en cada pestaña bulle un consuelo que huele a futuro! Duerme... Mañana tus pasos ampliarán el abismo entre nuestros mundos.

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FRANCISCO AZUELA POEMA DE MUERTOS En este poema de muertos se murió tu padre, se murieron tuabuela, tu siembra y se acabó la tarde en una mirada. Se murió el amor de tus antiguos, se murieron tus pájaros y se cayó la estrella de tu frente como un puñado de rosasenfermas. Se te murió la vida, por segunda vez se te murió la patria y tú te quedaste mirando como un arco iris sin color. Se quemaron tus árboles, cordilleras de pinos, de ilusiones; se partió la sangre en dos ríos y un esqueleto de sombras en tus ojos de nieve. Los aullidos silenciaban la noche, lamían las sombras con 26


pavor en el vientre deshecho. Eco de montaĂąas, sonido de alondras, movimiento de gemidos a cuatro mil kilĂłmetros de vida. Fango, pesadumbre, locos desviando el instante.

En el fondo, sin espejos, nadie te espera. Si acaso una mandrĂĄgora chupa Sangre y polvo, trozos de tierra que la muerte entrega.

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RAMÓN CORTÉS IRAPUATO EN FLORACIÓN Recuerdo los árboles llenos de naranjas, que por el peso de éstas, las ramas tenían que ser apuntaladas. En la cosecha, por el mes de Diciembre, las naranjas eran cortadas y amontonadas en forma provisional haciendo verdaderas pirámides de fruta. Llegaban los camiones de los compradores, y en canastas llamadas “chundes”, forradas de cuero, soportadas en la cabeza y apoyadas en la espalda eran llenadas de naranjas y vaciadas a granel en las carrocería de los camiones que acudían a recogerlas. En primavera, en época de floración, los árboles daban la impresión de estar salpicados de nieve, por la cantidad de azahares que llenaban materialmente las ramas; el olor de las flores llenaba el aire perfumando la huerta y los alrededores, pero también el zumbido de las abejas que pululaban en los árboles era un peligro para quienes no guardaba precauciones al visitar la huerta. 28


¡Qué hermosos días de campo en las frondas de los mezquites que rodeaban el pozo de donde se surtía el agua para la huerta! Paz y tranquilidad era lo menos que llenaba el espíritu. Descalzarnos y caminar por el caño maestro que salía del tanque donde descargaba la bomba, era para mí un atractivo; sentir las plantas acuáticas que nacían entre el agua eran como una caricia. Don Alifonso y Doña Tomasa hacían su presencia llevando un bocadito de tortillas hechas a mano o gorditas quebradas y rellenas de un chile martajado recién hecho: de acordarme ahora, se me hace agua la boca.

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EDGARD CARDOZA BRAVO TROYA Y ANEXAS Canta, oh diosa, la cólera de Aquiles, el Pelida...

La Ilíada, Canto Primero CANTO PRIMERO (La coleta de Aquiles)

Canta, odiosa, la coleta de Aquiles el peludo, que tenía el talón tan diminuto que los del cinco y medio le apretaban, que tenía tatuajes por doquier y apéndices nasales-auditivos de piercing o arracada, y usaba vestimentas cinco tallas más grandes que la connatural a su veintiocho junto a la respectiva calceta de ajuste universal 30


en las axilas, que era hijo de una madre de ubres generosas a quien Tetis –por tetona– llamaban los vecinos, y de un padre jayán la mar de concha que nunca trabajó y que hoy pelea por su sobrevivencia en una cárcel.

Con estas generales llegó raudo y veloz a la pandilla, se educó propiamente en el graffiti, en la mirada fiera, en el desvelo, en el degustamiento de sustancias que abren el hipermundo de los dioses, en bajar de su nube a los burgueses con el moquete sabio y oportuno, 31


en apedrear patrullas y alejarse con los pies más ligeros de que hubiera noticia en nuestros lares.

Fue así que incursionó (rindiéndole obediencia a sus instintos) en la batalla fiera y aguerrida. Y fue pródigo el campo en muchos dones, por ejemplo en muchachas de broncíneas figuras que se largan de antro dos veces por semana, y graciosas consumen su frangollo de alcohol casi del cien con Cocacola, más su pasón de mota, y al salir ya te esperan para entrar por vía de su cuerpo hasta el Olimpo y saludar de mano al barbilindo señor del revolcón. 32


Mas callemos el arpa, compañeros de míticas andanzas, dejemos descansar por un instante al valentísino, al de alígeros pies, a nuestro Apolo en versión patidifusa: Aquiles Salvatrucho.

CANTO DESPUÉS (Revista de las tropas)

Encontramos ahora a nuestro epónimo ajustando su equipo de combate por si esta noche hay Troya en el ejido:

El comandante “Chale”

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es una suerte de Ayax Telamonio, claro que sin su altura de tres metros ni sus anchas espaldas ni su fuerza, pero aquella cachucha tan sobada tendría que ser griega y de aquel tiempo. Si a Austreberta “la chancla” (porque nadie ha osado levantarla) le repavimentáramos la cara y le diéramos purgas de ricino para enjugar su abdomen prominente, sería una Briseida o una Helena. Y para que les cuento de ese lancero hábil en maquinar engaños, Indalecio Domínguez “el cadáver”, aguerrido topógrafo de líneas de combate

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que con una acertada doctrina de gimnasio y treinta kilos más, indiscutiblemente sería Ulises.

Es una verdadera multitud: todos dispuestos a morir por la causa que hasta hoy es renuencia del efecto. Lo cierto es que de innúmeros morrales están apareciendo puntas de todas layas, tubos, bates, cadenas, y hasta un comal tiznado que a su tiempo le tocará ejercer de buen escudo.

Ulises-Indalecio 35


es justamente quien en sabias, inspiradas, impetuosas palabras acaba de exclamar: ¿quién va por las caguamas?

VUELVO A CANTAR (Aquiles apuesta la coleta)

Los sempiternos dioses quisieron que una luna de aquellas y en un juego de fútbol se enfrentasen las Chivas y el América Durante una semana había corrido tinta de profecía en los periódicos, al set televisivo se convocó hechiceros y cronistas para leer la suerte de aquel Clásico. “Es amarilla la victoria

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y vive pernoctando al amparo de un tigre más que pinto y hace nido en los prados tonantes del Azteca. Bajemos la mirada, reverentes: ante el ave que rige la bandancha y en todos los estadios apantalla”, dijo aquel mensajero de los dioses –en la voz de Bermúdez, el Cerbero– para picar la cresta encabritada del indomable Aquiles Salvatrucho, que como todos saben devenga comisiones de Omnilife igual que el chiverío que en los últimos tiempos no da tope.

“Apuesto mi coleta –exclamó Aquiles– 37


junto a un pomo de Whisky adulterado (de Chivas, por favor, Don Ganimedes), a que el rebaño gana esta contienda. Pero si el menoscabo nos asalta y conlleva el oprobio de nuestra indignantísima derrota, les juro que además: me como la botella”...

Aquella noche Eolo, sin saber que soplar tomó un atajo.

YA VALIÓ MAR EL CANTO

Bajo éste túmulo yace sin imágenes, con el talón fruncido y las tripas en añicos,

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el bienamado hijo de Tetis –la de senos enormes–, el invicto domador de pandillas: Aquiles Salvatrucho.

Gustaba del alcohol, la yesca, el trompo, los tatuajes, el graffiti, las damas, el futbol, mas en cuestión de apuestas no dio una.

Murió pelón y a efectos de una cruda de vidrios.

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Digámoslo mejor, para dejar tatuado su heroísmo: un águila voraz comió su entraña (en lenguaje vulgar: ganó el América).

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DIRECTORIO CICUTA

EDGARD CARDOZA BRAVO Estudios de Ingeniería Civil. Poeta y narrador. Varios Diplomados en asuntos literarios (Crítica y Creación Literaria,

Narrativa

Contemporánea,

Literatura

Latinoamericana del Siglo XX, y otros).Becario en dos ocasiones del Fondo Estatal para la Cultura y las Artesde Guanajuato (ciclos 1993/1994 y 1997/1998). Más de diez libros publicados.

PABLO MOYA ZAFRA Enólogo de profesión. Estudiante de Pedagogía. Doslibros publicados. ALEJANDRO GARCÍA Doctor en Lingüística Hispánica por la UNAM, es autor – entre otras publicaciones- de los libros de cuentos A usted 41


le estoy hablando (1980, INBA), Perdóneseme la ausencia (1983, UAZ) y Salsipuedes(2007, Tlacuilo), del libro de ensayos El aliento de Pantagruel (1998, UAS) y de las novelas La noche del Coecillo (1993, Gob. Edo. Gto. – 2008, Tlacuilo, reedición), La fiesta del atún(2000, U. de Gto./U. de G.) y Cris Cris, Cri Crí (2004, Lectorum), Premio Nacional de Novela José Rubén Romero 2002.

BENJAMÍN VALDIVIA Miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua.

Tres

doctorados

(Filosofía,

Educación,

y

Humanidades y Artes). Presidente de la red Cervantina Mundial. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Autor de más de treinta libros en diversos géneros. Traduce desde el inglés, francés, alemán, portugués, italiano, alemán y latín.

JESÚS MONTES Pintor egresado de la Academia Nacional de San Carlos. Más de veinte exposiciones pictóricas a nivel nacional.

JUAN CARLOS GALVÁN Periodista de profesión. Asesor de comunicación de diversas campañas políticas. Autor de varios libros (cuento, poesía, novela). 42


MIGUEL AYALA ESPINO Estudios de Economía. Articulista de temas culturales en diversos medios locales. Sensible crítico del género cinematográfico.

JIMMY ESPINOZA Licenciado en Filosofía por la Universidad de Guanajuato. Músico y poeta.

CONTACTO: Email: edgardcardoza@yahoo.com.mx Teléfono: 462 509 41 96 ILUSTRACIÓN DE PORTADA: ANTONIO GONZÁLEZ (+)

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