Aquella ciudad que naufraga en tu rostro
Marta Policinska Ediciones En Huida
© De los poemas: Marta Policinska Maquetación: Martín Lucía (mediomartin@yahoo.es) Coordinador editorial: Ediciones En Huida ISBN: 978-84-941773-5-4 Depósito Legal: SE 2199-2013 Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro, al igual que su incorporación a un sistema informático, su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, reprográfico, gramofónico u otro, sin el permiso previo y por escrito de los editores. Contacte y haga su pedido (sin gastos de envío): ventas@edicionesenhuida.es
Índice de poemas
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Carrera Ocultando cerraduras Sin contestación Apasionadamente Madrugando Laboratorios Náufragos De noche Esperando al poeta
33 35 37 39 41 43 45 47 49 51
La pavorosa necesidad de seguir huyendo Documental Metamorfosis En un bar Supermercados Morir Invisibles Observando Paisaje urbano Un cuento triste
55 Llamada sin identificar 61 En la oscuridad 63 Perdidos 65 De la necesidad de los maceteros
67 69 71 73 75 77 79 83 85 87 89 91 93 95 97 99 101
Ángeles de los suburbios Despedida Tiempos de no-espera Sábado noche Acaso morirán las ciudades Enmudecidos El día que se apaga Dispersión Bajo cortinas de agua cantan las alcantarillas Sirenas y señales luminosas De noche, en silencio Instante Duda Felicidad Desaparecidos Atardeceres urbanos En la ciudad, la primavera huele a milagro
Aquella ciudad que naufraga en tu rostro
Marta Policinska
A mis padres y mi hermana, por salvarme siempre del naufragio. A mis amigos, por naufragar a mi lado.
el resto es silencio s贸lo que el silencio no existe Alejandra Pizarnik La ciudad nos permite levantar la cabeza para pensar y bien sabe que despu茅s la bajamos. Cesare Pavese
Marta Policinska
Carrera te oigo tras los repiques de los tacones en la acera tras el murmullo de hojas caĂdas replegĂĄndose bajo los pies en un calor asfixiante tras el silencio de los semĂĄforos de noche abriendo y cerrando el paso a los fantasmas tras el sueĂąo de los coches asustados por las pesadillas de ventanillas rotas tras los pasos de un borracho te oigo soledad perra negra persiguiĂŠndome por las avenidas del desierto
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Aquella ciudad que naufraga en tu rostro
Ocultando cerraduras Cada casa tiene su puerta, pero es inĂştil entrar.
C. Pavese
las puertas viven en las ciudades vidas de secretos ocultos guardianes son de la memoria de los pasos perdidos observan las calles en su inmovilidad en sus silencios que el eco repite al otro lado testigos son mudos y pacientes de insignificantes tragedias transcurridas puertas adentro escondiĂŠndolas con celo de los ojos de los vagabundos a veces se abren con crujido de cerraduras cansadas acarician furtivamente el lomo 15
de algún gato que se escapa del laberinto de los tejados suspiran doloridas por las contracturas que agotan sus viejas bisagras a veces juegan a intercambiar los números de latón que les dan nombre por un momento engañan a la muerte que acaba llamando a la puerta equivocada con su guante de terciopelo algunos umbrales ya no los cruza nadie y las ranuras del correo reciben cartas sin destinatarios mientras las puertas se cubren de arrugas que la lluvia esculpe en su pintura descolorida
Marta Policinska
Sin contestación las luces se encienden y se apagan siguiendo un patrón secreto los trenes de cercanías transportadores de sueños inútiles siempre llegan demasiado tarde las cafeteras preparan el café con silbido de alivio la ciudad se mueve suena con zumbido de abeja constante se agita vibra pero no hay nadie al otro lado de teléfono
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Aquella ciudad que naufraga en tu rostro
Apasionadamente la lluvia cae haciendo el amor a las aceras y la ciudad crece
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Marta Policinska
Madrugando la ciudad despierta todavía de noche desperezándose con legañas en las ventanas haciendo bajo las capas del sueño los equilibrios de final de mes y pensando en los coches que atascan sus gastadas arterias la ciudad se levanta encendiendo las luces que se resisten con la oposición silenciosa de bombillas de bajo consumo y maquilla sus ojeras disimulando la noche de insomnio que aparece sin ser llamado la ciudad madruga sin querer con un café apresurado porque a la vuelta de la esquina no se esconde un golpe de suerte sino el bar de todos los días al despertar la ciudad piensa 21
si a la noche siguiente dormirĂĄ acompaĂąada o no
Aquella ciudad que naufraga en tu rostro
Laboratorios no hay miedo no no hay miedo el miedo desapareci贸 ya de los laboratorios humanos se extirp贸 el desasosiego con ayuda de microscopios pinzas bistur铆s con la anestesia del progreso de un viaje hacia un mundo algo menos miserable ya no hay miedo contrarrestada por la vacuna de la indiferencia no hay enfermedad del abandono
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