Andaluza soledad

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Andaluza soledad

Acerca de la juventud de Luis Cernuda

Miky Mata Velazco

Ediciones En Huida

Colecci贸n Extravaganza


© de los textos: Miguel Mata Velazco © del prólogo: Antonio Rivero Taravillo © de las ilustraciones: Horacio Hermoso © de la foto de la solapa: Triana Mata Vaquero Coordinador editorial: Ediciones En Huida Maquetación: Martín Lucía (mediomartin@yahoo.es) ISBN: 978-84-941326-3-6 Depósito Legal: SE 1759-2013 Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro, al igual que su incorporación a un sistema informático, su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, reprográfico, gramofónico u otro, sin el permiso previo y por escrito de los editores. Contacte y haga su pedido (sin gastos de envío): ventas@edicionesenhuida.es


Índice Una obra para Cernuda (prólogo)

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Acto 1 Acto 2 Acto 3 Acto 4 Acto 5

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Notas al texto

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Acerca de la juventud de Luis Cernuda

Miky Mata Velazco



prólogo

UNA OBRA PARA CERNUDA

Se sabía que Luis Cernuda, uno de los poetas más destacados de la Generación del 27 y acaso el más vigente de ellos, había escrito asimismo una considerable obra en prosa, consistente en las evocaciones líricas de Ocnos y Variaciones sobre tema mexicano y también en unas pocas narraciones y un buen número de ensayos, predominantemente sobre literatura española y poesía inglesa. Pero hasta 1985, muchos años después de su muerte, se ignoraba casi todo sobre su faceta dramática. Tuvo que producirse para ello un afortunado hallazgo: tras la muerte de la madre de Octavio Paz, este encontró entre sus cosas una copia de una obra de teatro que Cernuda le había entregado y que, inédita y hasta entonces sin representar en escenario alguno, había quedado olvidada. Me estoy refiriendo, naturalmente, a La familia interrumpida, escrita hacia 1937. Lo cuenta en sus Juegos de memoria y olvido Paz, que por otra parte es una de las personas que mejor lo ha entendido y quien le ha escrito el poema (“Pájaro por las alas, / hombre por la tristeza”, lo define) más memorable en mi opinión de todos cuantos ha suscitado Cernuda.

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No obstante, aunque esa sea su única obra de teatro publicada, sabemos que abordó otras dos que se quedaron por el camino: Teodoro o excesos de juventud (1929) y un proyecto de comedia que ni siquiera llegó a tener título. Con todo, no fueron esos los únicos contactos del sevillano con el mundo del teatro: además de como dramaturgo, que ya solo reincidiría en el género como traductor de Ubú rey de Jarry (por las mismas fechas de La familia interrumpida) y Troilo y Crésida y un acto de Romeo y Julieta, dos de las tragedias de Shakespeare, Cernuda fue ese año del II Congreso de Escritores para la Defensa de la Cultura (y de la primera visita de Paz a nuestro país) actor no del todo novel en la adaptación de Mariana Pineda, la obra de su querido amigo Federico García Lorca que se montó en Valencia con actrices de la Barraca. Digo que Cernuda no era del todo debutante porque ya había hecho sus pinitos cuando recorría España acercando la cultura a los pueblos con las Misiones Pedagógicas. Con el figurinista de Mariana Pineda, Víctor Cortezo, tuvo además una amistad cordial y cómplice, recordada al final de su vida en el poema de Desolación de la Quimera en el que cuenta cómo el amigo fue acosado por “los sacripantes del partido” (el comunista, a cuya checa de la calle Germanías fue conducido Cortezo).


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Luego, él mismo ha sido protagonista de obras literarias, dependientes de la suya propia. Ya en 2002, y en su amado Alcázar de Sevilla (donde Paz leyó en 1985 el poema que le dedicara), Producciones Imperdibles estrenó, con un texto de Juan Lario de Blas, Luis Cernuda, un perfil en el aire. José Luis Gómez dirigió el espectáculo Memoria de un olvido, con una producción de Teatro de la Abadía. En brazos del aire fue otro homenaje escénico basado en la vida y obra de Cernuda, con escenografía de Miquel Insúa y José Luis Corrales. Por su parte, Andrés Sorel (nacido en aquel año 1937) convirtió en ficción la vida del poeta a través de su alter ego Albanio en Apócrifo de Luis Cernuda. Más recientemente, el novelista mexicano Eloy Urroz publicó, con el mismo título de la obra de teatro que rescató Paz, la novela La familia interrumpida, donde mezcla el episodio de la estancia del sevillano entre la colonia de niños vascos de Lord Faringdon cercana a Oxford con la historia de un cineasta del país azteca residente en Nueva York. Y, colega del personaje de Urroz, la cineasta gerundense pero afincada en Berlín Rosa Teixidor ha filmado México, final de dos amores, donde aborda la figura del poeta centrada en los personajes de Serafín Fernández Ferro (destinatario de Donde habite el olvido) y de Salvador Alighieri (inspirador de

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“Poemas para un cuerpo”). En el campo de las artes plásticas, Pablo Sycet dialogó con el autor de Variaciones sobre tema mexicano en una colección de estampas que unen fotografía y pintura. Estoy seguro de que se me escapa en esta apresurada lista algún otro homenaje u obra de inspiración cernudiana, y pido de antemano disculpas por la omisión. Si varias de las obras referidas surgieron con motivo del centenario del nacimiento del poeta en 2002, ahora, en el año en que se conmemora el cincuentenario de su muerte en México, Miky Mata nos entrega esta obra sensible pero que no cae en vaguedades impresionistas ni en interpretaciones caprichosas: junto a los poemas del propio Cernuda hay aquí muchas frases tomadas de diferentes fuentes exhaustivamente espigadas, y solo se permite Mata alguna libertad, justificable en una obra de creación. A través de ella accedemos a las zozobras del autor de La realidad y el deseo, a su relación espinosa con Juan Ramón Jiménez o Pedro Salinas, a su encuentro en el hotel en que paraban los participantes en el celebérrimo homenaje gongorino con García Lorca, a quien, publicada en la revista Hora de España, dedicara diez años después la estremecedora elegía “A un poeta muerto (F.G.L.)”. Muchas veces se ha escrito que la autobiografía de Cernuda


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es su poesía. Ha acertado, por ello, Mata en enhebrar en su obra versos que dialogan con aquello a lo que asistimos en las escenas, actuando como contrapunto y subrayado. Si Andaluza soledad sirve para difundir aún más la obra de Cernuda, ya habrá tenido un papel importante. Se suele hablar de que, en cualquier ámbito, una contribución, la que sea, aporta un granito de arena. En este caso, esta pieza teatral lo es, y no el más minúsculo grano, en el reloj de arena que marca la vigencia del poeta: añadido a los otros, desde el respeto y la admiración ayuda a retrasar ese momento en que, con palabras de Bécquer que recuperó Cernuda, habite el olvido.

Antonio Rivero Taravillo, Sevilla, julio de 2013

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Acerca de la juventud de Luis Cernuda



A quien conmigo va. A quien conmigo vivi贸. A quien conmigo muri贸, dej谩ndome en soledad



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1 INTRODUCCIÓN Oscuro. Sonido de pasos. Levísima iluminación sobre la Narradora. Todos los autores contemporáneos coinciden en su opinión sobre Luis Cernuda, aunque, la mayoría de ellos se expresarán después de su muerte, como suele suceder. Un soplo de aire fresco –perfil del aire– para la Poesía, la Prosa y la Crítica Literaria; Y una persona tímida, frágil y viajera. Lo más frágil es lo que dura. Cernuda siempre huyó de lo demasiado personal: hablaba poco, escribía mucho. Lo tacharon de introvertido. Sin embargo, ahí está su obra: transparente, lúcida y valiente… Escrita en plata pero con la más pura calidad de los rayos lunares. Tenía conciencia de marginado. Lo marginaron… Y le dolía. Su último poema antes de morir es una maldición esquizoide –amor y odio– a su tierra, a su lengua, a sus gentes. ¿A quién le importa cómo, con quién o contra quién hacia el amor; ni si era homo, bi o heterosexual?

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No caeremos nosotros en la trampa fácil. No ahondaremos la herida. Tuvo amor, ya es bastante. Y odio, también. Oscuro. Oscuro. En un ángulo del escenario se va iluminando la imagen del Narrador Musical, mientras canta la Canción. inicial. El fresco verano llena Andaluzas soledades; No acercarán amistades La tierna imagen ajena. Visos y dejos de pena El agua me robaría; Que la desdicha sonría Hasta que el viento la lleve. Y en un molino de nieve Levanto una nevería. Y en un molino de nieve Levanto una nevería. (1)


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La pantalla del fondo rompe en nieve blanca que, poco a poco, se transforma en un manto de lluvia. Diapositivas de las riadas en Sevilla. La que se cita ocurrió, probablemente, en 1916. NARRADORA: Luis Cernuda niño vivía en el Cuartel de Ingenieros en el Prado de San Sebastián, entonces, en las afueras de Sevilla. Una mañana vinieron a buscarle al colegio a hora desusada. Llovía desde hacía días y días torrencialmente, y con el agua desbordando ya por el Prado, sería difícil para él volver a su casa en las afueras si se retrasaba un poco. Hubo que dejar el coche al salir de las últimas calles. Aquella avenida de castaños que antes tantas veces recorriera a pie, tuvo entonces que cruzarla en barca. Disfrutando con la aventura viajera. Diapositivas de barcas en las riadas de Sevilla

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Al llegar la noche, derribados con el temporal los postes y alambres eléctricos, no había luz. A la claridad de las velas, un libro ante sus ojos soñolientos; escuchaba el viento afuera, en el campo inundado y la lluvia caudalosa caer hora tras hora. Se sentía como en una isla, separado del mundo y de sus aburridas tareas en ilimitada vacación; una isla mecida por las aguas, acunando sus ya últimos sueños de niño. (2)

Oscuro oscuro. Sentado en mecedora de enea, cojín rosa, traje gris con chaleco negro y corbata Oxford

LUIS CERNUDA: Todo se sucedía tan deprisa que casi no noté el paso de adolescente a persona mayor. Desde los libros de viaje de mi padre supe que ni la vida ni el mundo eran, o al menos no eran sólo, aquel rincón nativo; sembrando así para la curiosidad adolescente la semilla de ver mundo, de mirar cuanto se nos antoja necesario o simplemente placentero para formación o satisfacción de nuestro espíritu.


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Viejo es aquello que dijo alguno: Quien corre allende los mares muda de cielo pero no muda de corazón; lo cual acaso sea verdad, mas nunca sabremos que no mudaríamos de corazón de no correr allende los mares. Lo cual de por sí sería ya razón suficiente para ir de un lugar a otro, manteniendo al menos así, viva y despierta hasta bien tarde, la curiosidad, la juventud del alma. (3) Tengo treinta y nueve años y sigo siendo una isla… A veces, un gemido son las olas; a veces, son los mares desbordados. ¡Tanto ha llovido desde entonces! Hoy se cumplen trece años de mi marcha de Sevilla y sigo siendo un proyecto de hombre… Entre el amor y la muerte, la realidad y el deseo, esperando el acorde: morir de amor o un amor mortal, ¡tanto da!

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Canción. Existo, bien lo sé, Porque le transparenta El mundo a mis sentidos Su amorosa presencia. Mas no quiero estos muros, Aire infiel a sí mismo, Ni esas ramas que cantan En el aire dormido. Quiero como horizonte Para mi muda gloria Tus brazos, que ciñendo Mi vida la deshojan. Vivo un solo deseo, Un afán claro, unánime; Afán de amor y olvido. Yo no sé si alguien cae. Soy memoria de hombre; Luego, nada. Divinas, La sombra y la luz siguen Con la tierra que gira. (4)


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