La Crisálida de Jabón es el reducto delicado que me permitió parar y, en el fondo, en el que acabé descubriéndome. Relata un tiempo en el que estuve sometido al aguijón del dolor, pero también en el que encontré una justificación para validar toda mi existencia. Mi niña de papel vivió en su pompa de jabón y nos bañó de esperanza hasta que su explosión la elevó más allá de las nubes. Sara, es la reina de lo sustantivo, mi espejo, una inversión para todas mis primaveras, un recuerdo mucho más vivo que yo mismo.
Estas páginas cobijan una historia profundamente conmovedora que permite exaltar la resistencia y la fuerza del ser humano. Ello contrasta con el título, que presenta la fragilidad de algo que está a punto de romperse.