Fantina tiene problemas. No sabe cómo dejar de morderse las uñas, ni dejar de ver paredes blancas, ni qué hacer con toda la sangre que hay en su dormitorio. Fantina somos todas, y ella lo sabe. Se muerde la lengua frente a toda la hipocresía del mundo, y finge, se pasa la vida fingiendo ser normal. Sus días transcurren haciendo listas y buscando hombres con los que acostarse. Pero Fantina tiene un secreto que nos dejará helados, un secreto que se cuela en nuestras vidas, en los telediarios, en nuestras ganas de cambiar las cosas para acabar de una vez con una lacra que nos consume día tras día.