POESÍA -:- Galería de Mundo y Olvido - Iván Onia -:- Ediciones En Huida
Está la pluma sobre todo lo posible. Así como la bala en el cajón, con su piel de aceituna helada, sueña el centro de los tigres, el ciervo y la venganza. Como la ciudad duerme sus gigantes y sueña con espanto laborable la danza acostumbrada de los lunes. Igual que me despiertan las hogueras y las piedras, los cuerpos y la nieve. Así, encima de lo incierto, -la plumasoñándome.
Galería de Mundo y Olvido, Iván Onia Idioma de lo que un día habitamos
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Iván Onia & Galería de Mundo y Olvido Poeta de verso meditado, Iván Onia Valero (Sevilla, 1980), dos años después de publicar su primera obra, Tumbada Cicatriz (Ediciones en Huida, 2011), regresa con Galería de Mundo y Olvido, un poemario que se presenta como puente entre el golpe imperceptible de los días, con poemas que posan la mirada allí donde la vida parece no importar demasiado, y el insoportable eco que el olvido deja al borrarlos, tejiendo así una red de composiciones que saltan de la ficción al oficio poético; del amor, al olvido, y que el tiempo sobrevuela como un fantasma o un pájaro inagotables. Una obra que escapa del verso, apoyándose en las ilustraciones de Álvaro Escriche. Una obra que transita entre la fecundidad de lo escrito y el dolor de la asunción de cada una de esas palabras.
Š de los poemas: IvĂĄn Onia Valero Š de las ilustraciones: Ă lvaro Escriche MaquetaciĂłn: MartĂn LucĂa (mediomartin@yahoo.es) Coordinador editorial: Ediciones En Huida ISBN: DepĂłsito Legal: 6( EstĂĄ prohibida la reproducciĂłn total o parcial de este libro, al igual que su incorporaciĂłn a un sistema informĂĄtico, su transmisiĂłn en cualquier forma o por cualquier medio, sea ĂŠste electrĂłnico, mecĂĄnico, reprogrĂĄfico, gramofĂłnico u otro, sin el permiso previo y por escrito de los editores. Contacte y haga su pedido (sin gastos de envĂo): ventas@edicionesenhuida.es
Índice de poemas 9
Prólogo Galería de mundo
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Otra revelación Las mentiras Lluvia Noches malas y noches de ausencia Mediodía. Verano El otro Breve apunte de otoño I started a joke The Wallace Hartley Band 16 Anatomía de Alicia Buzón Camino Dominical Miss Dior Poética La enfermera Sweet home Barbería doméstica Revelación Poemas en los huesos
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I – 18:07 II III IV V VI VII VIII
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IX X XI XII XIII XIV XV XVI XVII XVIII XIX XX XXI XXII XXIII XXIV XXV XXVI XXVII XXVIII XXIX XXX – 20:30 Olvido
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Soneto verde Como éramos Recuerdo de lo que no seré Poema para después ¿Por qué escribo? El idioma Los flacos símbolos Breve tratado sobre el miedo Land Rover La victoria Saeta de dos filos
Galería de Mundo y Olvido Iván Onia
Prólogo
Instantáneas de un Mundo solidificado en Galería y la liquidación del Olvido “De desnuda que está, brilla la estrella”, con su refulgir intermitente y periódico, expresado bajo la forma de un verbo iterativo (como iterativo es el Genio creador, o la lucidez del hombre, expresión de la distancia entre dos olvidos, intersticio entre dos momentos patológicos o entre la nada del ya no ser y del aún no haber sido [galope entre las dos nadas. El tiempo]) que subraya esas exiguas victorias recursivas de lo que aparece, tanto como oculta esa derrota final ante la nada [y sé que la muerte es una forma de la victoria / como volver a dar cuerda a los relojes, / como arder, / como recordarlo todo] y, como sotierra, también, el fatum ineluctable de la nada misma, a saber, el olvido. El tratamiento poético de este proceso (en el doble sentido de acontecer en el tiempo y de tribunalización ante la inane justicia humana) de nihilización, mancomuna buena parte de los poemas que aquí se nos ofrecen, donde el autor lo aborda desde diferentes perspectivas, engendrando una mirada caleidoscópica en torno a este nudo temático. No puede dejar de ser caleidoscópica la iluminación poética general que fulge de la porción primera del presente poemario, donde no sólo la aproximación a 9
Iván Onia Valero
los temas se hace desde una mirada múltiple y distinta (desde el nivel metalingüístico [como en Poema para después, unamuniano diálogo entre hacedor/poeta y su obra] al ontológico [encima de la mesa descansa el Volumen. / Transformado, no es ese otro adquirido hace meses, / pesa más, lleva mis ojos ahora.], pasando por el netamente esteticista) sino que no hay núcleo temático, siendo que éste estalla en una multiplicidad que conforma todo un Universo, domeñado en Mundo con–sentido que el autor consiente en darnos presentado bajo la especie de una Galería, transitable al socaire de su verso. Iván Onia nos regala esta estrella, disfrazada de poemario, cuyo análisis taxonómico, esa infame taxidermia, no es tarea que competa a nadie, si creemos impertinente provocar la extinción del carácter luminiscente de sus palabras, la fosilización y momificación de la belleza viva que el símbolo encierra y la lectura libera. Las palabras del Príncipe de Metapa, que abren este esbozo de proemio, ya levantan acta de ese inveterado “carácter poético” de la sinceridad, la autenticidad, esto es, la concordancia entre lo que algo es y aquello que se nos muestra, que es la desnudez [miedo me da mi cuerpo porque siempre / es un enigma arcano frente a los espejos / y a los ojos]. Iván Onia, en su radical gesto de situarse
Prólogo
abisalmente frente a la intemperie de la existencia, cuenta con el único abrigo de su palabra para llevar a cabo el generoso gesto de ofrecernos la belleza que encierra la re–creación (siempre renovada, siempre galvanizada en la lectura) de su Mundo conformado en Galería. Recreación, ésta, en la que sentimos, durante todo nuestro deambular, esa presencia amenazante (más aterradora si cabe cuando se de en el modo de la ausencia), leitmotiv que da unidad a esta compilación de poemas, que es el concepto de olvido, la manifestación más diáfana y, a la vez, más espeluznante, en el plano humano de la psique de cada persona concreta, de ese principio cosmológico de cuya soberanía no escapa realidad alguna, siendo la dirección entrópica hacia la destrucción el destino inexorable de todo lo que es. La teleología de estos versos, la respuesta a la pregunta por el porqué nuestro autor crea
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Por mis padres y hermanos, por mis compaĂąeros, por Margarita primero.
GALERÍA DE MUNDO
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Otra revelación Quedar, no como una estatua o una farola de la cultura, sino como un enigma, como un nombre que suena no se sabe dónde ni de qué. Como alguien a quien nadie ha leído de verdad, y que una muchacha, una [estudiante, descubre un día en bibliotecas amarillas. Un descubrimiento pequeño que le lleve a decir, mientras se aparta el flequillo [de los ojos para leer lo que ahora estoy escribiendo: “No estaba mal este señor. Era [interesante lo que decía. Debió dejar poca obra. Lástima”. Y nada más. Francisco Umbral
Los días de noviembre son pródigos
en revelaciones y puntos de inflexión. Sin ir más lejos, esta misma noche advertí que ya no quiero escribir como Ángel González por ejemplo, y ser mandado a leer a hormonales adolescentes que tropiecen en junio y setiembre en mi verso, o ser llamado generación y leer poemas en el aula magna cada verano mientras escruto las rodillas de la primera fila. Tampoco quiero ya una tumba apartada 31
con un epitafio que de sólo leerlo conduzca al cielo. Ahora mi ambición ha roto el techo al que creía haber llegado. Quiero más. Sin ir más lejos quisiera que una muchacha me leyera distraída cualquier noche futura sin saber cómo llegué a sus manos y repare de pronto en un verso –feroz o dulce– al tiempo que de su pie suspenso cae la zapatilla de invierno –con esa tristeza– junto a la papelera que arde o el perro que duerme.
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Las mentiras Nos despojamos de nosotros mismos al expulsar la falsedad. Antonio Gamoneda Hasta que supe finalmente que todas las verdades segregan siempre restos de mentiras J.M Caballero Bonald
En ocasiones quiero partir aquello que nazco. Romperle las piernas a algún poema antiguo, quebrar como una barra de pan –en su centro– las palabras. La sinceridad es un clavel o una araña con un alfiler en el abdomen para ser aprendida sin memoria y es un suicidio en la media mañana. A veces quiero hablar sólo mitades para abrirme en el hígado la sonrisa limpia que traza el escalpelo y ver brotar así el hemisferio de negrura que me completa en la cara lavada del espejo. El cuchillo vital de las mentiras. Las verdades que son cuando las digo. 33
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Lluvia La lluvia con su memoria Adriana Schlittler Kausch
De un cielo descosido se vierte esta
leche azul que ya sabe a ti en los hombros. Recuerda a un verano de asoladas barcas y restaurantes de ventanas fingidas con turistas refugiándose, de bañistas confusos con la lengua extendida y los ojos en un puño, y a un parque de octubre con cinturas y brazos hechos nudo bajo el paraguas. La lluvia se hace labios en la memoria y es imposible no volver atrás. Más cuando la avenida vuelve a ser tumulto verde, voces de semana, y los charcos existen como un circo que pronto dejará la ciudad. Pero sobre todo si hay sangre seca en las vidrieras del café y no puedo dejar de pensar en manchar el barro con mi dedo limpiando tu nombre. 37
Noches malas y noches de ausencia
Hay noches que se lamen las heridas,
que estallan o revientan a los días y se pasean por las calles con llagas enormes, blancas como estrellas. Hay noches en las que uno no quisiera haber sido invitado a este espectáculo de dulzura y de sangre que es el mundo, noches donde los versos crecen como puñales en la carretera y uno quiere morir encima de ellos, los poemas mortales del camino… dirían las canciones recordándome y yo me iría con un frío bellísimo bajo el pecho. Y hay otras, sin embargo, noches de hombros, –por ejemplo– noches de labios, tinieblas sucedáneas con rostro tuyo, donde es inevitable cerrar los ojos, y morderte la boca que es de aire, y cantarte canciones que no canto.
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Mediodía. Verano
Hay niños que caminan sobre los
esqueletos de las últimas olas y llevan los pies sucios del recuerdo que todavía no los ha alcanzado. Yo he bajado despacio hasta esta piel dorada donde al agua no le llegan los dientes y hundo la lanza trazando el redondo artificio de la sombra o abro el pájaro muerto de los libros o cito al mediodía en mi muñeca como quien busca todas las preguntas que flotan en un vaso de cerveza: ¿Cuántos misterios le caben al mar? ¿Cuánto horizonte soy desde otra orilla? ¿Cuánta verdad se esconde tras las puertas cerradas de los bares? Mientras cae la tarde, las preguntas están ardiendo dentro del poema y el sol se agarra a los cuerpos con una saliva de oro. Sin embargo, cuando creemos alcanzar las respuestas sólo hallamos las huellas de un fantasma y las hogueras que cierran las sombrillas y las mentiras que abren los bares. 41
El otro Ese, al que veo y al que escucho desde el lado de acá del espejo ¿Dónde, con quién estará hablando? José Hierro
Nunca me asomé a los espejos más allá
de su física, sus formas limpias. Soy hombre de rutinas, sé que esta es mi voz, este es el agua que lava mi cara simple. A mi espalda está la cama deshecha con las sábanas tibias y algún sueño adelgazando; un pájaro se muere entre mis libros, un cuerpo se abre y se cose sin rostro. Son sólo algunas patrias de lo profundo que la mañana deshace. Real es mi esqueleto, su lección de equilibrio en la cuerda del bostezo, el lavabo sangrando con dos aguas, las carreteras que llevan soñándome toda la noche como los caballos sueñan el peso de los jinetes, la fruta y el pan diarios, las charlas que no pesan, la sonrisa en su sitio, esa corbata que ya no desanudas nunca, la ceniza en los labios, ese beso del cansancio.
Iván Onia Valero
Sé que frente al espejo no soy más que este puñado de rutinas, estos zapatos gastados y, sin embargo, estoy viendo mis ojos redondearse en un asombro ignoto, mi boca se ha torcido en mitad de una frase y mis manos, y mis cicatrices son, de repente, antípodas de las que eran. Alguien apaga las luces y cierra las puertas, aún puedo oír sus preguntas: ¿dónde? ¿con quién estará hablando? Y me he quedado solo a este lado, oscuro y torpe con una respuesta que nunca he pronunciado, que nadie ha escuchado jamás: el reflejo que miras cada día, la cruz contraria de todos tus pasos. El Otro, –me digo–. Yo, soy El Otro.
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