Irremediablemente. Deconstrucción

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Una playa de barcos una forma de decir a quienes como ellos pierden la esperanza Irremediablemente. Deconstrucción, Carmen Moreno

Irremediablemente. Deconstrucción Carmen Moreno

Ediciones En Huida

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Carmen Moreno Irremediablemente. Deconstrucción Carmen Moreno (Cádiz, 1974) ES Licenciada en Filología Hispánica, Máster en Contabilidad y Finanzas por CEREM y Máster en Edición del Grupo Santillana por la Universidad de Salamanca. En 1996 trabaja con Fernando Quiñones en sus libros Crónicas Yugoslavas y en Y al Sur, Jimena. Ha colaborado con diversos medios de comunicación como el Diario de Cádiz en la Página de Poesía que aparecía los jueves y como crítica musical y en la SER recomendando libros. En estos momentos coordina la colección de poesía de Sigue Leyendo y co-dirige la Colelcción de Bolsillo de la Diputación de Cádiz. Escribe actualmete con Culturamas y Cambio 16. Ha publicado siete libros de poemas, uno de relato y la novela Principito debe morir. Ha participado en diferentes antologías de poesía y relatos, así como ha coordinado dos antologías de poesía.

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Ediciones En Huida - armen Moreno-Irremediablemente. Deconstrucción

Poesía En Tránsito

Poesía En Tránsito

Ha ganado diferentes premios, tanto nacionales como internacionales, de poesía y relato.


© de los poemas: Carmen Moreno © de la fotografía original de la portada: Mac Moreno © Maquetación y diseño: Martín Lucía (mediomartin@yahoo.es) © de la ilustración de la portada: Raquel Eidem Blázquez y Martín Lucía ISBN: 978-84-942260-6-9 Depósito Legal: SE 632-2014 Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro, al igual que su incorporación a un sistema informático, su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, reprográfico, gramofónico u otro, sin el permiso previo y por escrito de la dirección del autor.

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Poesía En Tránsito Colección de poesía

Irremediablemente. Deconstrucción Volumen 19



Irremediablemente. Deconstrucci贸n Carmen Moreno Ediciones En Huida



A Kico Gómez que una noche, en Lavapiés, hablando por teléfono me dijo: "a veces el amor no es suficiente". A todos los seres humanos que alguna vez hayan sufrido por amor. Pero, sobre todo, a los que se quedaron conmigo ante las puertas de Troya: Meli, Fran, María, Eva, las Goizueta, Paloma, Mariló, Lidia, Paco, Vero, el embrión Maribel, mi hermano Lolo y mis padres. El mejor ejército del mundo.



Escribo porque te odio. Ya lo he dicho. Escribo porque odio acompañarte a cada hora y minuto. Es por eso que me siento y escribo; nadie más puede hacerlo por mí. Ben Clark



Irremediablemente. Deconstrucci贸n



No digas que es posible continuar así, como si nada, como un pez que lo ha olvidado todo en dos segundos, que seguirá viviendo, por supuesto, que seguirá nadando un tiempo más, un tiempo y solo un tiempo limitado, que seguirá soñando con el día cuando estuvo a las puertas de la luz. Ben Clark



La guerra de Troya “A veces el amor no es suficiente”. Fue lo último que dijo Cupido antes de sucumbir ante las puertas de Troya.

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Carmen Moreno

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El poeta explica por qué sufre ante el asedio de esparta a Troya Lo que le duele al amor es que le mientan. Estúpido el hombre que se sincera antes de fallecer, antes de que el mundo implore que el final sea único y preciso. Rastreo el miedo, la desmemoria, el tiempo convulso en el que la idolatría subyuga al verbo. “Soy”, dijiste un día en el que la lluvia devolvía humedad a la ropa tendida. Yo lloraba. ¿Lo recuerdas? 17


Imposible pasar por el corazón aquello que no se ha latido. Yo me hice la promesa de cambiar. Lo hice borracho, con la cerveza resbalando por los versos del poeta madrileño. “Por encima de mí”, me dije,

“por encima de las murallas de Troya, mi promesa de ser feliz”. Creo que fue entonces cuando un rayo me abrió el pecho y me desgajó la carne. Creo que fue entonces cuando te vi llorar por primera vez. Tú vestías de negro.


EEllpoeta poetaexplica explicaaún aúnmás más Pero renacer no fue más que una promesa baldía en este instante en el que tú ya no eres los días de mi tiempo en el que tiemblo aunque ya no me toques. Recuerdo que la vida era un instante ínfimo ante las puertas de esta casa que levantaron los hombres que hoy blanden espadas contra [cualquier pecho que no sea troyano y el mío no pasa de [pertenecer a Fenicia. Tu casa no era mi hogar, no lo ha sido nunca, pero podría ser mi tumba, podría significar el [comienzo de una muerte que voy coloreando bajo tus ojos. eeh

Carmen Moreno

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Si quieres te explico cómo llegué aquí desde el viento, si quieres te traigo un océano, el mío, que se va secando en la piel de una mujer que entra desnuda y se sumerge -yo la amaba… tal vez noy el amor, lo supe entonces, era como el agua a su cuerpo algo inasible y momentáneo. Lo he sabido siempre, no hay oportunidades para quien se acerca con mala [sombra a la sombra de los limoneros -cómo huelen las calles a azahar y a sal seca, a algas trituradas con restos de Garum-. Suena una música distinta allá a lo lejos, yo me vuelvo a preguntar si suenan laúdes para mí, pero nadie contesta.


Dichoso el hombre que se sabe amado, que cree que los cuerpos tienen un solo deseo… Voy a dejarte ir porque no sonríes ahora como [lo hiciste antes, cuando el joven de cicatriz en el pómulo, insinuó que tus muslos sabían a mármol. Voy a dejarte ir porque siento que el tiempo ya [no se mide igual para nosotros… Y yo juré que el nuestro sería un baile eternamente.

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El poeta sucumbe ante las puertas de Troya Estoy encerrado en la inmensidad del mundo libre, condenado a encontrarme a pesar de mí mismo. Arrodillado ante las puertas de Troya rezo tu nombre triste y se me llena la boca de sangre. Yo, querida, no saldré del caballo. Soy hijo de mortales y huelo podredumbre, mis padres olían a hierro. Mi madre, que siempre me acunaba entre sus pechos repletos de hambre, maldecía a los dioses por darme la voz y la palabra. Mi padre se lavaba las manos en su llanto mientras afilaba el cuchillo con el que habría de cortarme la lengua: “tú no harás versos, maldición de la suerte, eeh

Carmen Moreno

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hijo bastardo de la vergüenza porque sólo el que rinde su vida a las musas -putas hijas del Averno, putas y malditas como mujeres desmembradasolvidando la labor del hombre entre los suyos ha de ser mil veces maldecido. Después tú… Me hiciste creer que las letras lo podían todo, que yo era diferente a ellos. Sí, lo era… Diferente como un enano de dos cabezas, como una mujer con una pierna en la espalda. Un monstruo. El poeta amorfo era entonces mi nombre tú reías como Viridiana, me señalabas con tus uñas sucias


mientras un hombre te penetraba con su dedo. Yo no quería derramarme. No sabes qué es la deformidad hasta que la engulles. Te siento hermosa, por eso también me siento a [esperarte. Abre la puerta, mujer de Troya, déjame pasar hasta tu cama, deshagamos el día y probemos a morir boca con boca mientras afuera el mundo agoniza entre dos soles. Date cuenta de que el tiempo juega a mi favor porque cuanto más te niegas tú, más se acerca el olvido a tu nombre. Miro las llamas que consumen Troya tras las murallas sitiadas, hombres y mujeres que huyen de la muerte y apago el incendio con estas lágrimas. 25


(no pude convencerte de que el mundo eras tú). Nada importa, ni siquiera estos dioses que me escogieron como objeto de burla para sus días tristes. Nada importa. Tengo tanta sangre entre los dientes después de arrancarme el corazón de una dentellada


Ya a la venta en www.edicionesenhuida.es PVP: 10€ Envío gratuito


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