POESÍA -:- Una chica azul - Lara Moreno-Ventas Losada
Esta noche voy a morderte hasta que tiemble la poesía.
Solo septiembre ¿Hay vida después había de Noviembre? en el cielo.
46
Una chica azul
Lara Moreno-Ventas Losada
Poeta de mirada azul, Lara Moreno-Ventas Losada (Los Yébenes, Toledo,1993) ha sido finalista en el concurso ‘Marzorelatos’ y, en varias ocasiones, segundo, tercero y primer premio del concurso Blas Garoz. Asimismo, ha participado en revistas de poesía como Almiar y Margen Cero. E, incluso, una participación y especial reseña como finalista en la revista Cavea Cultural.
Ediciones En Huida
-:- Ediciones En Huida
Como esas gotas de lluvia cuando vas en el coche que se alinean perfecta y verticalmente y bailan graciosas como los lunares que llevan a tu ombligo despacio y en silencio que es como se siente la vida y como se lee la poesía en tu cuerpo mordiendo verso a verso agarrando acentos y suprimiendo comas para exprimirte rápido y a voces hasta que no queden acentos a los que puedas agarrarte cuando vienen curvas y que se enteren los vecinos que cuando eres mía lo eres con todas las consecuencias
Hasta que tiemble la poesía Lara Moreno-Ventas Losada
Lara Moreno-Ventas Losada & Una chica azul
Una chica azul es su primer libro de poemas. Un compendio vital en el que la autora bordea y penetra indistintamente el yo literario como proceso de búsqueda, siempre en lo cotidiano. Poemas a ras de suelo que, sin embargo, hablan del alma, del corazón, de sentimientos.
Una chica azul
Ediciones En Huida
Lara Moreno-Ventas Losada
© De los poemas: Lara Moreno-Ventas Losada © De la ilustración de la portada: Raquel Eidem Maquetación: Martín Lucía (mediomartin@yahoo.es) Coordinador editorial: Ediciones En Huida ISBN: 978-84-943448-4-8 Depósito Legal: SE 88-2015 Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro, al igual que su incorporación a un sistema informático, su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, reprográfico, gramofónico u otro, sin el permiso previo y por escrito de los editores. Contacte y haga su pedido (sin gastos de envío): ventas@edicionesenhuida.es
Índice de textos
15 17 20 23 25 28 30 32 33 35 36 38 41 44 46 48 51 53 58
Mi versión favorita es siempre la de otro Las personas que no se van a morir nunca nunca El día que grabamos nuestras iniciales... Qué día es hoy y a quién le importa Cosas que me hacen sonreír La insoportable levedad del estar Siempre he querido ser un cuadro de Dalí Por supuesto que Kurt iba a suicidarse La hoja de reclamaciones, por favor Te podría decir Hasta que tiemble la poesía Diéresis (Tú) Pensándote, que es gerundio (y una putada) Pongamos las ganas sobre la mesa Proyecto para (desnud)enamor(arte) número 1 Sentidos a pelo, sin poesía Sacrificio es escribir en papel y no en tu espalda Poema para llenar un Domingo por la tarde
62 65 69 74 77 81 83 86 89 91 93 94 98 101 103 105 108 111 113
Yo quería saber lo que era libertad... (D)escribirte Balcones Funeral Las cosas que los niños no saben que saben Prólogo de un lunes La X del lunar de mi frente y una brújula... Yo y, queriendo ser redundante, yo El verano que no paró de llover El sexo de las mariposas Tengo las manos en carne viva Soy un malentendido permanente He mudado de piel cada Otoño, ahora... Sin puntos porque… Te tengo justo donde me herías Confundo emociones con verbos La metonimia por el todo Me reboso Caótica y Casa empiezan igual...
115 117 119 122 124 128 131 134 137 140 143 146 149 152 155 159 161 164 166 168
Te escribo en el ombligo... Quiero morir de sobredosis de condicionales... Estoy dispuesta a correrme en el riesgo Los besos siempre con literatura La última vez que me suicidé me asesinó... Me escribo sólo porque no me leo Autopsia de una sirena Días sin importancia He vuelto a meter el corazón hasta el fondo El genérico de los ansiolíticos es el abrazo Transfusiones para corazones heridos La vida a la que llama no está disponible Y voy yo y creo un alter ego para sentirme... Yo podría excusarme con un Malditos cantautores, me habéis jodido la vida En mis mejores sueños tampoco morimos Cuentagotas de letras sin sexo Siempre llevo zapatos cómodos... Los abrazos de mamá son la lengua madre... Ciclotimia es el nombre de todos los poetas
171 173 175 177 179 184 186 189 191 193 196 198 200 202 205 207 209 213 215
No soporto los títulos cortos pero... No tengo la mirada triste, es que no duermo El domingo que no pasó absolutamente nada La apatía derramada hasta la última letra... Soy un egoísta Un beso ayer La vida me da pereza pero el amor es maravilloso Qué te voy a contar, Marla Javi es Qué mal beso desde que no me beso contigo Carta a una desconocida que se llama como yo Seguimos donde lo dejamos... Las chicas tristes Dónde estás cuando no me necesito No te preocupes, tengo toda la muerte por delante La de cosas que jamás admitiré haberte dicho Instrucciones para morirnos ‘Inocencia interrumpida’ Qué larga se me está haciendo la vida
218 220 223 225 227 229 231 234 236 239 241 244
Nota de suicidio Me llaman Boderline No hay mal que dure más tiempo... Declaración de Casa No necesito leer a Frida Kalho ¿Cómo estás? Escribiendo El síndrome de las piernas inquietas El síndrome de las pecas inquietas La playa cura Siento mariposas en el estómago... A los traumas de siempre hay que cuidarlos Al amor de mi vida
Una chica azul
Lara Moreno-Ventas Losada
SĂŠ triste si eso te hace feliz.
Una chica azul
Mi versión favorita es siempre la de otro
“Estaba rota de esa forma que te hace pensar que si la
abrazas te cortará pero, que si no lo haces se hará añicos allí mismo. Era una completa lunática. En sus días lúcidos hablábamos del Tiempo, era algo que le obsesionaba. Decía sentirlo de una forma obsesiva y que a veces, para que no se le escapase, le impedía dormir durante días. Creo que siempre ha tenido ojeras. Le quedan bien. Era una de esas personas que te hace creer, da igual en qué. A veces pasaba horas escuchándola. Simplemente se tumbaba en la cama y leía en voz alta. Nunca le pregunté si lo hacía para mí, vete tú a saber, seguramente le gustase escucharse. Siempre decía que las palabras no son nada hasta que alguien las lee. La imagino poniéndole voz a esto. No sería lo suficiente bueno pero ella sonreiría y me besaría durante horas. Seguro. Algunos días me preguntaba si alguna vez perteneció a algún sitio. Hablaba mucho de ella sin decir demasiado. Creo que nunca nadie la ha llegado a conocer pero yo sé cómo duerme, de lado, con las piernas dobladas y el brazo bajo la almohada. Es una puta maravilla. Sentir que respira. Como si no fuese más que una más. Pero tiene esas uñas siempre mal pintadas que te hacen pensar si será su forma de destrozar esa ar15
monía de fachada. A mí no me engaña. Tiene unas pestañas larguísimas y un antojo en forma de corazón debajo del pecho izquierdo. Algunas noches la podías encontrar tumbada escuchándome latir. Creo que le gustaba el sonido constante. Ella siempre fue un poco arrítmica. Pero tenía esa sonrisa que te hacía querer morir ahí mismo y que nadie nos encontrase durante días. Siempre estaba triste, sin embargo reía muchísimo. Nunca en su vida supo ser objetiva para nada. Ella tenía su propia medida de las cosas, sus colores, sus estaciones y su tiempo. Y a mí me vale. Nunca discutimos, aunque ella dijera no y yo sí y ella no y yo sí. Le encantaban las pequeñas cosas que en general en la vida son insignificantes. La ambigüedad y la asimetría le parecían necesarias a su manera. Lo que más le fascinaba eran las palabras. Nunca tenía suficientes pero algunas eran demasiadas. Las clasificaba entre necesarias, aburridas y que laten. Yo creo que siempre quiso ser libro, pero ¿quién iba a hacerle algo así? Qué grosería me parece, creer que con letras pueden llenarla. No, no pueden. Nunca serán suficientes y no serán las necesarias. Y ella necesita latir...”.
16
Lara Moreno-Ventas Losada
Las personas que no se van a morir nunca nunca
Ha pasado. Eso que llevo toda mi vida posponiendo, mis
últimos años buscando mil excusas, dando diez razones que me sé de memoria por las que no. Le he encontrado. A él. Es el ser humano más bonito que conozco. Dios, no tenéis ni idea. Ojalá le vierais como yo le beso. Tiene el pelo finísimo, es casi sensual sin quererlo. Y puedes dar la vuelta al mundo con él sin salir de la cama. Tiene esas pestañas larguísimas. Si él lo dice yo me lo creo porque seguro que es verdad aunque no sea. No hay otra manera. Tiene esos ojos llenos de vidas pasadas y esa boca que parece invitarte a bailar. Y yo me dejo llevar. Ha muerto ya tres veces pero él prefiere decir que lleva ya tres vidas. Es un loco optimista. Me gusta porque está agotado pero nunca se cansa de nada. Es tan paciente con lo que quiere. Es una de esas personas estrictas a las que realmente te gustaría obedecer. Me pongo así, o así, o asá, o como tú quieras porque tú sabes hacerlo bien y a mí me gusta. Y con él te lo crees todo. Soy un metro sesenta de la persona más grande del universo cuando estoy entre sus bra17
zos. Puedo volar si cierro los ojos, o si abro las piernas. No hay absolutamente nadie en el mundo que pudiera decirle que no. Aunque él no lo cree. Se cree tan normal. Es como un extraterrestre, un ser de otro planeta. Con todas esas manos llenas de líneas y esos dientes. La primera vez que me miró me atravesó entre pecho y costado y yo sangré durante varios días. Le lloré a él todo lo que no había tenido cojones de llorarle a nadie y dijo que estaba guapa así. Y lloré más. No sabía que se podía ser tan feliz. Jamás había sido tan feliz. Tiene un súper poder y sabe cómo utilizarlo. Nunca habrá una tercera guerra mundial si sus abrazos. Porque no hay nada que no puedan solucionar, nada nada. Es todas las Casa. Me gustaría llamarle de tantas maneras y no me sale ninguna. Así que le llamo y me río como loca y él no dice nada y se queda en silencio escuchándome. Lo entiende. Y yo no, pero no importa porque al otro lado él sonríe y yo oigo sus comisuras estirarse. Se le arruga la nariz y se le empequeñecen los lunares. Me habría mudado a uno si hubiera podido. Quizá, de haber sido otra vida, habría dedicado esta a conocerlos todos, a ponerles nombre, a ordenarles. Pero ahora él es una 18
Una chica azul
constelación demasiado grande para eso y ya no puedo alcanzarle más. No se puede compartir un cielo. Yo ya le he dicho que no se va a morir nunca nunca. Él cree que le quiero demasiado, pero no es verdad. No es suficiente. Porque le abrazo, le beso, le duermo, le vivo, le muero y le lluevo. Pero le siento más, y puedo quererle más, mucho mucho mejor. Pero eso a él no se lo digo.
19
El día que grabamos nuestras iniciales en un árbol que luego talaron
Eres como la primera vez que me mordieron la oreja. Que me besaron la nariz. Que me abrazaron los lunares. Que me lamieron las rodillas. Y ahora no sé, qué nos queda o qué nos sobra. Lo único que sé ya con certeza es que de haber podido me hubiera metido entre tu piel y tus huesos hasta que acabase el invierno. Podríamos haber vivido en esta habitación toda la vida. Besarnos las mañanas entre las sábanas y buscarnos los miedos entre las costillas. Habría podido vivir sólo de ti. Pero sería demasiado egoísta encerrarte en mis piernas y pedirte que no salgas nunca. Al final llegaría el otoño y por la ventana veríamos las hojas caer y tú querrías salir a pisarlas. Y habría sido demasiado. Desde luego que sí. Dos sinsentidos caminando por toda la ciudad de la mano pisando hojas secas. Y luego qué. Si no me besases moriría ahí mismo y esta vez tus dedos no encajarían en mis mitades. Ni metiendo el dedo en la yaga ni sacándole de ella. No habría forma de vivirnos más. 20
Lara Moreno-Ventas Losada
Podríamos habernos creído inmortales durante todo el invierno y fingir que la vida no acaba aquí y ahora. Que empieza por tus pies. De haberlo sabido habría pasado igual, tenlo claro, que se está poniendo muy oscuro. En nuestro verano particular podría llover durante todo el día y nosotros brindaríamos con champán, del barato, no sea que. Hasta que llegase navidad. Sería el verano que hizo más frío que nunca. El nuestro. Después quizá si nos sobramos al respeto nunca nos tomemos las uvas. Porque tú no crees en esas cosas y a mí nunca me da tiempo. Y qué más dará, si el año que viene será el mismo pero un día más. Y ya no habrá nada que hacer y todo quedará por deshacer. Podríamos haber bailado hasta entonces con una de esas canciones viejas que sí pasaron de moda. Qué más da. Correríamos descalzos por todas las paredes y nos encontraríamos en el techo, de espaldas. Si tú me sostienes yo no te dejo caer y nos damos la cara para siempre. Yo por tu risa y tú por lo que quieras. Verás, he pasado tu vida trazando un ambicioso plan, reírnos. 21
Por eso todavĂa no he abierto la ventana. En esta habitaciĂłn hace demasiado viento. No nos vamos a peinar nunca. No vamos a salir de aquĂ.
22
Una chica azul
Qué día es hoy y a quién le importa
Tengo demasiadas puertas abiertas para que me pregun-
tes ahora si entro o salgo. Mira, no sé. Me he mudado a una ventana. Quizá salto. No me gustan las cosas ‘consentido’ pero ojalá yo sea la tuya. Y tú no te vuelvas loco de tanto arder y podamos tocarnos las yemas con los ojos. No se me ocurre mejor forma de verte que con los dedos. Quizá así desaprendamos la geometría, se nos olvide la compostura y todo eso que nos enseñaron de que no se come con las manos. Que no nos sobren comidas. Un martes cualquiera quiero que alguien me proponga dar vueltas a una rotonda. Y comer pipas. Sobretodo morrearnos. Podría ser un miércoles. Imagínatelo por un instante. Que me regalas tus esquemas y yo soborno al hombre del metro para que cambie el cartel y esta estación se llame ‘Casa’. Podríamos creérnoslo. Castigarnos con la expiración de las palabras. Dejarlas ir. Y quedarnos con los bersos. Que nos agrave alguna enfermedad cardíaca y tengamos que lavarnos los dientes juntos delante de un espejo todas las mañanas de aquí a diciembre. 23
Que se acabe el champú y pongamos malas caras. Pero que nos perdonemos antes del café. Entonces te dejaría ponerme el pelo detrás de la oreja sin rechistar y sería una niña buena, de las que no te gustan. Estás realmente guapo enfadado. Podríamos vivir de morros toda la vida. Muy muy guapo. Después te diría que es broma y te prometería bailar la canción más larga del mundo durante toda la noche. Y tú dirías que eso no vale, pero que vale. Nos haríamos tanta trampa que luego nada sería verdad. Y entonces nos escupiremos todos los reproches por no habernos peinado antes las maneras. Por arrancarnos las pestañas y creernos invencibles. Y entonces será como mirarnos veinte años hasta no reconocernos las arrugas. Hasta odiar mi risa y tu forma de ponerme el pelo detrás de la oreja. Habremos vivido como si nada. O como si todo. Y ahora qué.
24
Lara Moreno-Ventas Losada
Cosas que me hacen sonreír 1. Que hagan de mi nombre un diminutivo divertido y me llamen así. 2. Las personas que toman café solas y te sonríen. 3. Ver a alguien leyendo un libro que me gusta. 4. Las margaritas, los cactus y los girasoles. 5. Recuperar canciones y no perderlas nunca más. 6. Los músicos que tocan en la calle. 7. Entrar a un sitio y que suene mi canción favorita. 8. Coger trenes a personas. 9. Las personas que dibujan en los coches sucios y en los cristales con vaho. 10. Encontrar mi nombre en una pulsera. 11. Los mercadillos. 12. Las tiendas de libros de segunda mano. Y más los que están dedicados. 13. Los lunes. 14. Poner la excusa del café para quedar, hablar, reír, besar y comer pasteles. 15. Dejarme el pintalabios en la taza. 16. Las chicas que no se peinan y siempre llevan las uñas mal pintadas. 17. Los chasquidos de dedos para que vuelva en sí. 25
18. Los aeropuertos. 19. Aprender cosas nuevas. 20. Saber decir ‘te quiero’ en muchos idiomas. Más que ‘gracias’. 21. Que se me caiga una hoja en el pelo. 22. Los abrazos podrían ser las diez primeras. 23. Que alguien me regale un lápiz y una libreta. 24. Ver las películas que me gustan veinte veces y creer que podría hacer ya todos los papeles. 25. Hacer un regalo. 26. Que me regalen un libro diciéndome: ‘creo que te va a gustar’. 27. Los títulos larguísimos. 28. Las fotos de niños pequeños riendo. 29. Cuando alguien me dice ‘vi esto y me acordé de ti’. 30. Las personas que fruncen el ceño y ponen morritos. 31. Los hoyuelos. 32. Cantar muy alto. 33. Bailar descalza. 34. Las personas que hablan demasiado rápido. 35. Ver fotos en álbumes. 36. Saber que alguien que quiero sonríe. 37. Los vídeos de animales en Youtube. 38. Recibir cartas y postales. 26
Una chica azul
39. Los besos que suenan muy fuerte a no te voy a soltar nunca. 40. Descombinar muchos colores y verme guapa. 41. Mi abuelo escribiendo más y más canciones. Y después tocarlas juntos. 42. Las conversaciones telepáticas. 43. Que un gatito me lama los pies. Que me ronronee. Los gatitos. 44. Los perros corriendo con la lengua fuera. 45. Los conciertos y los festivales. 46. Discutir finales de película ambiguos. 47. Mirar a alguien dormir. 48. Los niños que hacen muchas preguntas. 49. Aprender una palabra nueva e intentar meterla en cualquier conversación. 50. Ver a alguien lamerse los dedos.
27
La insoportable levedad del estar
Tenía toda clase de problemas con la memoria. Había
sido tan insistente memorizando absolutamente todos sus centímetros que ahora no podía saberse. Era la típica chica con los labios cortados. Casi como el olvido. Parecían romperse como quebrando palabras, como suplicando pegarlos con su saliva, que siempre era la de él. Los años ya no la curan y está tan mal que los médicos creen que nacerá en cualquier momento. Las muertes inminentes son las mejores. Creo que le habría gustado no resucitar nunca. No me la imagino ahora con todos esos errores por repetir haciéndose coletas lo más altas posibles y mirándose en todos los espejos de la ciudad. El papel de aluminio sabe de sobra sus maneras, y el microondas está ya harto de reflejar sus pecas. Una vez recuerdo haberla visto barrer las heridas y amontonarlas en un rincón. Creo que no sabía si tirarlas, nunca se había recogido antes, y pasó tres días decidiendo qué hacer. Al quinto decidió no decidir y abrir la basura. Es posible que desde entonces se haya dedicado a moverse de todas las ciudades en las que ha sido escombros y ceniza. 28
Lara Moreno-Ventas Losada
Supongo que es esa estúpida manía suya de ir tocando todas las paredes por donde pasa con los dedos. Al final, la que no pincha, corta, y la que no corta, mancha, y el corazón ya no le aguanta más tormentos. Pero está tan bonita así. Enamorada de la idea de estar enamorada y sola desde siempre. Es que vosotros no lo entendéis. No tenéis ni idea de cuánto brilla. Pero yo he visto a los girasoles de una floristería girarse para verla terminar la calle. Y una vez se puso su falda de flores y dejó de llover. Y es que ella no lo sabe pero yo creo que no hay nada que no pueda hacer. O eso creo desde la noche en que la vi bailar flamenco en mitad de la calle. Joder estaba preciosa sin música, sin tacones y sin vestido. Habría cambiado la vida a cualquiera, ya lo dijo Andrés en una canción. Y eso que ella siempre fue más de vaqueros. Que escuchaba rock hasta el amanecer. De esas que cree que las flores sólo se regalan a los muertos y de las que no sale de casa sin paraguas por miedo a volver empapada y que no haya sido él. Es verdad, no tengo ni puta idea de cómo era ella porque yo tampoco la conocí. Pero yo sé que con pecas o sin ellas tiene los labios rotos de morderse las promesas. 29
Siempre he querido ser un cuadro de Dalí
Habría sido tan fácil ser felices. Morrearnos como locos,
sonreír como idiotas, bailar descalzos, ir una vez al año al Prado y mirarnos las muecas… Proponernos un martes cualquiera ir al aeropuerto y subirnos en el primer avión que salga y hacer de ese nuestro sitio. Llamarnos, amarnos y lamernos implican en todos lados y de muchas formas tu lengua. Deshumanizarnos los cuerpos y creernos sin huesos toda la noche. Vivir en el momento exacto entre tu suspiro y el mío. Meternos dentro y hacer cuna allí. Emigrar a tu boca y morderte con los dientes. Estirarte hasta rozar tu labio con mi rodilla. Que nos sujeten las muletas como a dos invertebrados. Ser cualquier hora de ningún día del calendario y ser capaces de arrancarnos como espigas. Hacernos transparentes las costillas y llenarnos la espalda de cajones. Meter dentro un sombrero y dos cigarros que no se acaben nunca. Inhalarnos y ver el humo salir por nuestro estómago. Tirar las llaves y ser mesillas de noche. Ponernos una lámpa30
Una chica azul
ra, un libro y un lápiz. Llenarnos las uñas de horquillas y alargarnos los pies hasta un piano. Que tus dientes sean las teclas y la cola mi pelo. Abandonarnos en una playa desierta y que nos miren los saltamontes. Sonreírles. Contarnos una a una las pestañas. Dos veces. Que nos veo venir desde lejos y ya no me está gustando. Tumbarnos como fruta y dejarnos madurar. Llenarnos los brazos de hormigas y que sean nuestra piel. La protectora. Derretirnos hasta las caderas y quedarnos allí clavados y desnudos mirando al mar. No morirnos de esta. Ni de aquella. Contar el tiempo que queda para que se nos pudra el fruto y sentarnos a esperar. Remodelarnos las vidas. Ponerte la nariz así, y el ojo más aquí y la boca más allá. Creerte otro y buscarte a otra. Y aún así, siempre volver.
31