Los espejos rotos de la memoria Jos茅 Manuel Delgado Adorna Ediciones En Huida
Colecci贸n Crepusculario
© de los poemas: José Manuel Delgado Adorna Coordinador editorial: Ediciones En Huida Maquetación: Martín Lucía (mediomartin@yahoo.es) ISBN: 978-84-943241-4-7 Depósito Legal: SE 2200-2014 Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro, al igual que su incorporación a un sistema informático, su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, reprográfico, gramofónico u otro, sin el permiso previo y por escrito de los editores. Contacte y haga su pedido (sin gastos de envío): ventas@edicionesenhuida.es
Prólogo El cielo trae el azul Escrito en una botella Nada más Playa de sueños Placeres A través de la lluvia De repente la memoria Arrastrando rastrojos Frontera Mientras caen copos Decoro de la vanidad Herrumbre ferroviaria Las babas del diablo El callejón del tiempo Instante Tentación Convivir con los dioses Sueños de la memoria Babel Huida a ciegas El viejo sueño Renuncio El gran egoísta Et nunc manet in te Venerable anciano El hijo del norte La muerte en Venecia
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índice
El hijo del sur El extranjero Pedro Páramo La fortaleza El otoño que tengo Decadencia In memoriam J. S. Escombreras Los adioses Perspectiva Con los años La edad madura Tinieblas Los espejos rotos de la memoria Cuaderno de notas
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Camina lento, no te apresures, que al Ăşnico lugar a donde tienes que llegar es a ti mismo. Ortega y Gasset
El poeta es un fingidor. Finge tan completamente que hasta finge que es dolor el dolor que de veras siente. AutopsicografĂa Fernando Pessoa
Los espejos rotos de la memoria JosĂŠ Manuel Delgado Adorna
QUE EL OTOÑO ES PRIMAVERA
Que el otoño es primavera. José Manuel Delgado Adorna Somos nuestra memoria. Jorge Luis Borges
Diré lo importante. La maravilla vespertina de la luz es que, aun por la tarde, en anuncio de su marcha, proclama ser la luz. Esa maravilla se deja ver en los versos de este libro, lector, LOS ESPEJOS ROTOS DE LA MEMORIA, en el que José Manuel DELGADO ADORNA canta desde, digamos, las 5 de la tarde de su vida. Claridad, en humildad de los años y certeza del río. Del río de HERÁCLITO, digo, que son todos los ríos. En los mismos ríos entramos y no entramos, [pues] somos y no somos [los mismos], dice el griego. En los mismos ríos, que permanecen, es decir, en los que algo –el mismo verso, pero con distinta agua, canta GERARDO DIEGO- permanece. Un río, un amor, canta CERNUDA. Ser y no ser los mismos es ser los mismos, igual que el no saber sabiendo de SAN JUAN DE LA CRUZ es saber: la afirmación resultante es, en su propia contradicción, la Poesía, increíble y cierta, nos dice Antonio GAMONEDA. La palabra invariable (adverbio) del Universo es, encuentra un servidor, afirmativa.
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Por la misma razón, el otoño, que no es la primavera, es la primavera. DELGADO ADORNA refiere su ser y no ser el mismo con la imagen de la marea: guardo en mí el continuo reflujo de los años. Y si en este libro suyo hay claridad, no es sin noticia de lo cegadora [que], lo mismo que un cristal roto a la luz del sol, [le resulta] la fuente de los deseos. En el corolario, en la conclusión, [le] cuenta la aurora. No es que no haya dejado de ser el mismo: apenas te pareces al que eras –nos dice-. Es que, léase lo que se lea en el espejo insolente de la memoria, DELGADO ADORNA, el mismo de DESDE EL SUR, LA LUZ CON EL TIEMPO DENTRO, con la misma mirada de profesor carismático (es decir, enamorado y sereno) que compartió en CERNUDA, SU TIERRA Y SUS POETAS o en su ANTOLOGÍA DE POETAS ANDALUCES, el mismo José Manuel DELGADO ADORNA de su grupo de amigos y de sus fidelidades vitales, nos dice ahora: Después de los días de lluvia, (...) quiero decirte. Esa sensible voluntad erguida de quien es y no es el mismo es signo de permanencia. De la permanencia del cauce del río de HERÁCLITO, del río que son todos los ríos, que son y no son los mismos. No se dude que hay en ello –que hay en este libro- contenido espiritual, lo cual no quiere decir ni sugerir respuesta alguna de fe religiosa. Contenido espiritual es punto menos que requisito de Poesía para alguien tan clara y libremente laico como JUAN RAMÓN JIMÉNEZ. Es, así lo siento, con pellizco o salto de garganta que se horada y no sabe con qué decirlo –canta JIMÉNEZ-, El Contenido Poético. Este libro, lector, es hijo de ese pellizco. De ese pellizco esencial, vital, determinante, enmudecedor. Ese pellizco de
quien, nos dice DELGADO ADORNA, siempre contempla extasiado la sinfonía existencial y -de nuevo- escucha, de la aurora, que el otoño es primavera. Ese pellizco es la Verdad poética de GOETHE por encima y mucho más allá de sus afluentes circunstanciales de riqueza y desde luego de cultura. Decimos La Verdad –va en esto mi vida-, no una verdad. Está claro que inefable. Bien sé que suelo en ella no se halla, alumbra JUAN DE YEPES. Brota del alma como una chispa eléctrica, describe BÉCQUER. Es expresión de lo que no se puede decir, dice el Faro de MOGUER. La Comala, la Contla, la Media Luna de la búsqueda del Juan Preciado de RULFO están llenas de la misma trascendencia. DELGADO ADORNA también puebla, por cierto, en este libro, ese gozne transatlántico de nuestra Lengua.
Desde ese gozne, el autor nos cuenta que el título de este libro nace en el final del tercero de los poemas de ELOGIO DE LA SOMBRA, de BORGES, donde un poema antes está HERÁCLITO, también varias veces aludido aquí por DELGADO ADORNA. ¿Qué trama es ésta / del será, del es y del fue? –se pregunta el vate argentino-. En el prólogo del propio BORGES a la obra dicha se concluye: en este mundo la belleza es común. Esa palabra nuestra, Común, la libra de pertenecer privativamente a nadie, pero también la hace Una. Es lo que rezuma este libro de DELGADO ADORNA: una común naturaleza humana y, al tiempo, una profunda distinción. Carlos María Ruiz
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A Lucas, pequeño sol, y a Martina, pequeña luna, que son los “roberos” de mis sueños
El cielo trae el azul “Soy del tamaño de lo que veo” Fernando Pessoa
Después de los días de lluvia
me he quedado en la otra orilla de la conciencia donde todo se diluye en la renuncia de la contemplación del destino sin tener fe y ni siquiera sin saber qué hacer con ella Despreciando lo divino y lo humano como conviene al cerebro con todas las exageraciones y las incomodidades del pesimista Pertenezco a la generación de la incredulidad hallada al entusiasmo de la igualdad social y al encuentro de la belleza, infeliz por la derrota completa de todos los sueños salvo el del amor con sus inconvenientes Encuentro reposo en la lectura de los clásicos con el comentario permanente de la inteligencia que permanece para siempre brillando en el suelo de la memoria A veces, como Whitman me alabo conmigo mismo de mi clarividencia de la vida en la niebla de la mañana otoñal, otras veces me quedo en la orilla de las gentes en la contemplación estética de esa vida
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pero con la indiferencia moral de lo humano como el rey que deja el manto en el suelo El cielo trae el azul del oto単o aguardando la esperanza de las muchas creencias, so単ando sobre los resultados que siempre son peque単os malentendidos de la realidad, en el uso de los sentidos y en el amor cobarde que todos tenemos a la libertad
Los espejos rotos de la memoria
Escrito en una botella
En el vacío de la noche
mirando las luces pequeñas de los barcos lejanos, rodeado de vino desalojando sueños y en silencio quiero decirte: Que la complicidad que a medias inventamos, incautos del amor, sigue sus pasos crepusculares Que mientras la vida amontona escombros los cómplices en el fortín desmoronamos sueños
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Que ninguna palabra es ya como era seducción permanente, eufemismos que encubrían locuras de amor, ahora prevalece la mansedumbre del sosiego y éste seguirá estando donde estemos Que las erratas amorosas no son tales la playa nocturna sigue siendo la misma Que se puede establecer la eternidad del tiempo, en un instante ese instante que nos conocimos en una encrucijada de caminos, parece que fue ayer adorna adorna
Que tras el lamento puede existir una historia que no vemos pero sigue siendo la misma Que ecos nuestros resuenan en la sordina del tiempo sin nostalgia, con deseo, deseo de ser lo que somos otra edad para inventar; noches, playas, besos Que el olor profundo de los pinos sigue siendo la trementina y entre pinares, milanos. Cuando atardece, alguien más está presente temblando, y reclama una sonrisa entre todas las cosas bellas de un secreto de todos conocido, tu imagen de alma blanca Que la memoria a pesar de la tela de araña y el lenguaje a pesar de la pobreza en la palabra la reconstruyo día a día Sigo iniciando la vida de aventura que descubre algo nuevo en cada instante Ahí donde acudo a vivir tantas emociones en la playa de los sueños suelto la botella sin destino para no perder la vida en soliloquios Los espejos rotos de la memoria
Nada más A ti, siempre
Seguiré preguntándome: Por qué no soy igual a ti todos los días de mi vida Por qué el tiempo que cruza entre tus labios y los míos danza de alguna manera esparciendo su fragancia sobre nuestros cuerpos como si fuera ayer Por qué un delicado beso rememora siempre el origen de nuestros primeros tiempos recién encontrados cual si fuera hoy Por qué tu mirada aparece cuando el día expira en la memoria de un instante logrando un bello crepúsculo anunciando una nueva imagen perdida en medio de la nada como si fuera lo que nos queda, el porvenir de la penumbra
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Por qué mi tristeza cuando tú no estás y no siento tu susurro lánguido al oído del renacer siempre Porque eres el don preciado de la vida Así yo imploro el milagro de la eternidad; solo pido el sonido de la esperanza solo pido una trampa al tiempo solo pido que se gane la partida al invierno en la inmensidad de la vida y nada más Apenas nada más
Los espejos rotos de la memoria