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© Copyrigth de los textos e imágenes: Martín Lucía Coordinador editorial: Ediciones En Huida
ISBN: 978-84-613-7564-6 Depósito Legal: SE-7243-2009
Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro, al igual que su incorporación a un sistema informático, su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, reprográfico, gramofónico u otro, sin el permiso previo y por escrito del autor. Contacto: www.martinlucia.es mediomartin@yahoo.es
Índice de poemas 5 Los desperfectos 11 12 14 15 16 17 18 19 20 22 24 25 26 28 29 30 32 34 36 37 38 39 40 42 43 44 45 46 47 48 50 51 52 54 55
YRetrospectiva o y tú
Partido de futbito La lluvia en la calle Los chicos Calles de mi niñez Los primeros días El barrio, los amigos Detrás de todo Invierno llevadero En el autobús La voracidad del tiempo Cerrar los ojos 84 Breakfast at Tiffany's Invierno Palabras pendientes Penélope La pequeña caja de música El valor de las cosas Futbolistas El vientre de Yerma Otros 1.970 A las puertas del trabajo Ícaro Represión franquista en Arucas A veces: días y daños Los varones Ley de la gravitación universal Tú La marquesina La habitación Huesos El tiempo de los besos Mi vientre cosido
NosotVivir ros
El poder del mar Naranjo en flor La simiente ¿Por qué hubo voces que a nosotros no llegaron? Otra ciudad Los raros El centro de la tierra Palabras Días extraños (NV dixit) Frente a sus nombres Veintitrés de febrero de 1.810 El ahogado Poema cárdeno España 1.939 La sangre Aburrimiento La lluvia y los poetas El poeta Ojos La ingenuidad En el comienzo Palabras difíciles para los poetas Luz Al final, desengañado
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Los desperfectos
Nunca reventamos. Simplemente avanzamos en silencio entre multitudes por entre el polvo en suspensión del aire. A lo más, protegemos con disimulo nuestro pecho mientras intuimos que vienen a por nosotros. Todo en silencio. Sin despertar sospecha. Bebemos whisky o ron con cola. Planeamos viajes que, como tú, no realizaremos. Pero todo en silencio y, a lo más, protegiendo el pecho disimuladamente. Sin despertar sospecha ajena. Disimuladamente. Porque somos los desperfectos y estamos llenos de daños. Somos los desperfectos y ya no soñamos que poema alguno nos libere. Tú tampoco. Por eso callamos, mientras intuimos que vienen a por nosotros. Los chicos de la calle, abandonados los trompos, los grillos y los rabos de lagartija, nos saludan y tampoco saben nada.
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