© de los poemas: Mario Álvarez Porro © del preludio: Rubén Muñoz Martínez © Maquetación y diseño: Martín Lucía (mediomartin@yahoo.es) © de la ilustración de la portada: Raquel Eidem Blázquez y Martín Lucía ISBN: 978-84-940643-8-8 Depósito Legal: SE 210-2013 Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro, al igual que su incorporación a un sistema informático, su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, reprográfico, gramofónico u otro, sin el permiso previo y por escrito de la dirección del autor.
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Poesía En Tránsito Colección de poesía La palabra en llamas Volumen 6
La palabra en llamas
Mario Ă lvarez Porro Ediciones En Huida
Preludio La palabra en llamas …susurran los silencios que los poetas aún siguen atreviéndose con lo inefable…. La auténtica poesía brota en un proceso creador que no atiende a razones ni a metas particulares, sino a una profunda llamada proveniente de un desconocido lugar. Desde ese enigmático lugar, se atisba la voz de un lógos que nos sitúa en atención a un resto de lo inefable que apenas podemos soportar. Inicialmente, podríamos pensar que el acto de poetizar se agota en un hablar o escribir altamente significativo, sin embargo su naturaleza más profunda remite a un modo de escucha entrelazado raigalmente con eso que se ha nombrado como “palabra del ser”. En algún otro sitio y a partir del pensamiento del viejo Aristóteles, he hablado del hombre como de “el-seren-lenguaje”; aunque sin embargo, a partir de la filosofía de Heidegger, he pensado, que no hablado, que bien podríamos describir al poeta como “el-ser-en-silencio” por excelencia.
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Efectivamente, considero que actualmente nos encontramos en una situación que nos permite hablar del poeta como de ese animal cuya esencia reside en un hondo callar, aunque ha de quedar claro que con la utilización del verbo “callar” no nos estamos refiriendo a un mero estar callado, sino a esa actitud que nos orienta decididamente hacia las simas insondables de la existencia. De este modo, la existencia paradójica del poeta transcurre en un espacio “inter-medio” impuesto por su propia vocación. Este espacio “inter-medio” queda situado entre la sonoridad de la palabra y el silencioso estar de lo real, entre la mirada contemplativa y la escucha intencional. Desde esta localización ontológica, el poeta desarrolla su actividad en función de la dignidad propia de la palabra, que se sabe rebosante de silencio y hermanada íntimamente con el sencillo y pleno estar de lo real. En esta difícil situación, los grandes poetas asumen su propio destino mediante una escucha paciente modelada por el decir callado de lo real. Atendiendo a estos planteamientos, nos sentimos en condiciones de afirmar que la obra que preludiamos se mueve en esta abismática mediación. La palabra en llamas instaura una delicada poética del origen cuyo canto nos sitúa trágicamente ante la abierta inmensidad. Estos versos,
compuestos intencionalmente por palabras y silencios, re flexionan poéticamente el ser de la existencia trascendiendo la belleza y atendiendo al marco último de la verdad. De alguna manera, podríamos decir que asistimos a un particular encuentro con el ser que no se detiene en un mero embellecer. Esta poesía rastrea huellas esenciales y convoca a las cosas, mediante la recreación de un espacio de libertad donde lo invocado puede ser sin estar. Así, la escasez, que no pobreza, de significantes contrasta paradójicamente con la superabundancia de significados insertos en cada palabra. Esta expresión verbal se sostiene finalmente en el ejercicio de una voz pausada, que en su atención al decir silencioso del ser rehuye de la sonoridad accidental de lo real. Desde este emplazamiento, se emprende una travesía que asume su designio atendiendo al resonar profundo que nos circunda y nos constituye, mientras se entabla una misteriosa conversación con la existencia que se sostiene admirablemente mediante el impulso de un templado decir. El atento lector de La palabra en llamas se descubrirá inmerso en un honesto intento por intuir algunos de los silencios más propios de lo invisible. En consecuencia, lejos de etiquetar lingüísticamente el mundo, esta poesía se deja decir por los silencios 9
inmaculados que custodian el misterio y sostienen la posibilidad de albergar la presencia de lo plenamente virginal. Sevilla, enero de 2013 RubĂŠn MuĂąoz MartĂnez
AÂ vosotras
“con palabras que fuesen a un tiempo suspiros y risas, colores y notas” Gustavo Adolfo Bécquer
el cielo derribado
“Dime con qué rotas imágenes ahora recomponer el día venidero” José Ángel Valente
I y vimos crecer la hierba en el asfalto aguantar con vida entre los escombros mientras la ciudad se iba colapsando y nos vimos llorar
al comprobar
que se habĂa extinguido el fuego
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Mario Ă lvarez Porro
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II ya no quedan lugares de acogida en esta tierra de nadie donde avivar el rel谩mpago y dominar la tormenta s贸lo palabra solidificada erosi贸n de la luz atrapada en el tiempo a palabra perpetua ya no queda ni la nada
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III bienaventurado aquél que elige por sus heridas no sus heridas por él
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Mario Álvarez Porro
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