Los turistas ciegos

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Los turistas ciegos JosĂŠ Luis Amaro

Ediciones En Huida


© de los poemas: José Luis Amaro Coordinador editorial: Ediciones En Huida Maquetación: Martín Lucía (mediomartin@yahoo.es) ISBN: 978-84-942802-9-0 Depósito Legal: SE 1716-2014 Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro, al igual que su incorporación a un sistema informático, su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, reprográfico, gramofónico u otro, sin el permiso previo y por escrito de los editores. Contacte y haga su pedido (sin gastos de envío): ventas@edicionesenhuida.es


VESTÍBULO Atrapado entre el tráfico A través de la ventana A veces viene bien Un poco de futuro A modo de ilusión Una temporada salvaje Los turistas de las palabras 1.280 obras de arte El látigo y el don Las buenas noches

17 18 19 20 21 22 23 24 25 26

HOTEL Próximo invierno Turín, 1950 Stanley Hotel, Nairobi, Kenia Insomnio Poema de los días previos Enviado especial Vestuario Veterano El ojo de la cámara Adicto Jinetes en la tormenta 1961, un maestro del género Sensación de actividad Se repite la historia

29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 40 41 42 43

índice


Clase turista Desayuno a las diez La calma falsa 10 de julio Monóxido de carbono Obsesión 23

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PUERTAS GIRATORIAS Con Kapuscinski (Viajes con Heródoto) Sobre unas palabras de André Gide Contradicción Desobediencia civil Con Martín Caparrós (El interior) Anotación del 3 de mayo Retrato del espía melancólico Un poco de progreso, a pie de obra Turista Álbum de fotos Iluminaciones Ciudad alternativa Y ahora, a casa a dormir

53 54 55 56 57 58 59 61 62 63 64 65 66

MINIBAR Buitres Obsesión 15 Asideros

69 70 71


NIEVE 1962, Hotel Fábula Marilyn Nieve

75 76 77

HABITACIÓN DOBLE Bromazepam Turistas Se lo preguntaron a Carver una vez El turista rojo Hagan sitio, por favor Puertas cerradas El sueño favorito Noche y día El mundo en que vivimos Bala Sentido de presencia Los turistas ciegos Los turistas ciegos (toma 2) El sentido del viaje Estación de Waterloo

81 82 83 84 85 86 87 88 89 90 91 92 93 95 96

NOTAS

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índice



Los turistas ciegos JosĂŠ Luis Amaro



lo que cuenta es lo que no se ve Mario Lacruz

Hacerse viejo es, también, poder usar cualquier palabra. Martín Caparrós



La apariencia, esa ilusi贸n en conflicto permanente consigo misma. J. L. A.



VestĂ­bulo



Atrapado entre el tráfico

Esta quietud tiene tantos amigos, que levanta en el jardín su tienda de campaña. Aquellos viejos hospitales psiquiátricos, ahora la pastilla funciona en cualquier rincón del universo, 16 -17

duerme y nos disuelve en una pacífica armonía; digamos, como turistas ciegos, que nuestro viaje cae un poco distante de cualquier forma de inmortalidad.


A través de la ventana

Pequeño Robinson amarrado a su isla, respirando un aire venerado, la quietud falsa de un globo a punto de estallido. Las ayudas estatales no llegan. Policías uniformados vigilan las plazas de aparcamiento. Lugar de peregrinación, la mente hambrienta se mantiene a la espera, segura de que su presa llegará como una mariposa encandilada por la luz.


A veces viene bien

Sin arañar un poco de luz verde, mejor no esperar nada que llamar a esa visita al vacío vida interior.

Esa mirada, creerse a punto o casi, y llegar así a esa edad, sin que se note demasiado. Se sigue follando, llevándote a sitios, no sólo se ve la televisión, sitios que viene bien que no estén en ninguna parte.

18 -19

Queda la fila de la pastilla colectiva. Pedir que nos diluya como un caramelo en la boca.

amaro amaro


Un poco de futuro

Triste como ver en quĂŠ se convierte la emociĂłn esmeralda, la nave almirante, madera podrida, brillo apagado, herrumbre, el primer gesto de recuperar un poco de sonrisa, de ropa, de imagen, algo que apenas flote, un nuevo equilibrio sin pisar una catedral, cableado, compras, conexiones, cambios a pequeĂąa escala, cosas que funcionen, que hagan sentirse mejor; contar con la posibilidad de que exista el futuro.


A modo de ilusión

No siempre sucede así,

un pequeño seísmo en la central de la quietud, quedar expuestos, algún tiempo, a la pregunta contaminante, ciertas calmas con hambre actúan así, a la salida de los cines atraen a espectadores que no han entendido bien la película, mezclan imágenes de su pasado con escenas que nunca han puesto pie fuera del rodaje, farolas encendidas en las avenidas desiertas, alguna sombra fatigada, les hacen creer, a modo de ilusión, que no existe peligro en esa forma de asomarse.

20 -21


Una temporada salvaje

Una temporada salvaje puede reaparecer en cualquier lugar.

Frente al mar, con posibles veraneantes, dejarse ver media docena de veces, recalar en algĂşn puerto, sombrero, visado de turista, siempre latente la posibilidad de alguna sorpresa, reponerse despuĂŠs de una caĂ­da sin fondo; desde luego no es, ni lo pretende, el mejor de los ejemplos.

Los turistas ciegos


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