Las vueltas de la elipse Rosario F. Cartes Ediciones En Huida
© de los poemas: Rosario F. Cartes © de la foto de la solapa: José M. Fernández © de la ilustración de la portada: Juan Antonio Flores http://juanaflores.deviantart.com/ Coordinador editorial: Ediciones En Huida Maquetación: Martín Lucía (mediomartin@yahoo.es) ISBN: 978-84-941326-7-4 Depósito Legal: SE 1957-2013 Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro, al igual que su incorporación a un sistema informático, su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, reprográfico, gramofónico u otro, sin el permiso previo y por escrito de los editores. Contacte y haga su pedido (sin gastos de envío): ventas@edicionesenhuida.es
Apuntes introductorios
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LUMBRES DEL ALBA Poema visual Todo fue tiempo Donde todo fue tiempo (Friseta) Sí, todo era tiempo… travesía Antes hubo un sueño breve Y luego el sur… Y allí y aquí, en cada espacio A veces me pregunto dónde está
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NOCTURNARIO Poema visual Y llega puntual la noche Sucesión de azules y ceniza… Con el don de la vida Nocturno del lago Porque la noche es siempre… Acudo Así nos nace, como marea En el espacio irreal Crisálida Vino sin dios el viento Sello su secreto Solo los besos Azul viene la vida hoy
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Momentos de risa y cielos A solas, la noche nos abría Otra vez las texturas Viene la noche a palpar los minutos Pensó que ya era el tiempo Quebrado el interior Qué sordo todo en el plano invisible Fases Sucede que ha llegado el viernes
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TRAVESÍA (Perfiles y fragmentos) Poema visual Ah, si yo pudiera brujulear Las lunas de julio vienen a alcanzar La herida cotidiana me trae Letanía ibérica Miradas lentas (En Lisboa…) Un muchacho llega a la ciudad Euritmia / Conciencia Roma (Sueño de la muerte) Tras los ritmos de la aurora… Fue vuelo Los ojos de Picasso De noble oro el encuentro Lorcadalílorcadalílorcadalí… Del silencio llegaba La luz más alta (Templo de la Sagrada Familia)
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¡Sembremos pensamientos! Alzado sobre el mundo me aguarda Regreso a la llamada insistente (Guadiana) El joven piensa en la declinación de los colores Qué solo y qué desvalido par de botas Desnudos mis ojos de su yugo de vidrio Todavía era tierra, agua… Por el espejo de la voz una poética… Recordando a Emily Dickinson Curioso, el niño lo observa todo (Apuntes…) Recordando a Artemisia Gentileschi El cant dels occells La esencia misma del dolor es el centro Memorial de Cracovia Seriadas, agrupadas, sin bocas A tientas ibas buscando las alas de Pegaso Aquí estaré antes del segundo latido Y ocurre cada día… Corre, Ulises Quién dijo que no estuve allí
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EPÍLOGO Poema visual …Y era el camino lo único
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A mi familia y amigos -ausentes y presentesCon amor y agradecimiento.
Las vueltas de la elipse
Solo a través del tiempo el tiempo es conquistado T. S. Eliot Desde el umbral de un sueño me llamaron… Antonio Machado No corras, ve despacio que a donde tienes que ir es a ti solo Juan Ramón Jiménez
Ay el tiempo… ya todo se comprende Jaime Gil de Biedma
Nota introductoria Los 65 poemas que se reúnen en este libro, Las vueltas de la elipse, han sido escritos entre 1985 y marzo de 2013. Muy pocos se recogen aquí intactos; algunos han sido reescritos aunque conservando la esencia, por lo que los considero, en cierto modo, nuevos; los más, están fechados en tiempo reciente y son pues, rigurosamente inéditos. Escasos son los que han sido publicados, bien en el poemario anterior, Retazos de azul entre las sombras (Colección Esquío, Ferrol, 2005), bien sueltos, dados a revistas literarias (Extramuros, Montemayor, Nueva Grecia…) o a la colección de Cuadernos de Roldán. En Las vueltas de la elipse, los poemas —que tienen el tiempo/espacio como hilo conductor— se agrupan en tres partes y un epílogo, precedidos por un poema visual (el primero y el tercero inéditos): La primera, Lumbres del alba, siete poemas que basculan entre la evocación y la reflexión sobre el tiempo y el territorio de la infancia, rescatados como mito en curso; la segunda, Nocturnario, gavilla de poemas donde la noche es flujo polisémico, y una tercera parte, Travesía (Perfiles y fragmentos) la más extensa y distinta, donde el camino es experiencia y metáfora, poemas por los que desfila una voz dilatada en nombres y perfiles, trazos desprendidos en ecos sucesivos de un imaginario interiorizado, clave y hálito. El Epílogo tiene un formato doblemente visual que subraya la idea esencial, circular, del poemario y concluye en los versos de J. A. Valente: … Andemos todavía. f. cartes f. cartes
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Pese a ser clara la hilazón que los conduce, cada poema ha sido considerado en sí mismo con la independencia que requiere su pulso, de ahí, por ejemplo, los contrastes en la extensión de los versos o de los poemas, como los que cierran la segunda y tercera parte. Pocos llevan título expreso, si acaso alguna breve anotación al pie cuando es necesario. Deliberadamente se han reducido al mínimo los signos de puntuación, y mantenido palabras y expresiones repetidas en poemas muy próximos, por la misma razón antes expresada. Por Las vueltas de la elipse respiran voces poéticas de claro magisterio. Quiero pensar que el “contajio” del que habló Juan Ramón Jiménez, es buena señal también aquí, en los señalados y en esos otros que con “resonancia involuntaria” transiten integrados “naturalmente” en esta voz, y el lector atento pueda reconocer. Nada puedo añadir a lo que los poemas ya dicen. En todo caso, el escribir, según María Zambrano, es puro acto de fe…porque el secreto revelado…no deja de serlo para quien lo comunica escribiéndolo Aunque, Al explicarse, el verso nos explica / –escribe Pere Gimferrer en su Rapsodia— lo verdadero es siempre inexplicable / y el poema se explica al llamear. Quizá estos territorios poéticos vividos, intuidos o soñados, sean familiares al lector. La vida –lo dijo también la filósofa malagueña— tiene siempre una figura que se ofrece en una visión, en una intuición, no en un sistema de razones. Agradezco a los editores la invitación generosa a traerme al rico cauce de esta Colección Crepusculario, y a Emilia Eslava, su valiosa ayuda técnica. RFC Las vueltas de la elipse
Lumbres del alba
Se guiaban por un instinto anterior al conocimiento‌ J. M. Caballero Bonald Al fin, ser solo esfera de fuego musical A. Colinas No consienten los dioses sino vida F. Pessoa ¿Bajas del hondo cielo o emerges del abismo, Belleza? C. Baudelaire
Todo fue tiempo
Hervidero de seres satisfechos Espacio que solo abarcaban el agua y los poetas El día, un desvelamiento en la luz de arenas vivas para ser exploradas La noche, vibración de silencio con mar Solos y libres fuimos donde la torre deshecha por el rayo adelantaba el edén Las mareas arrojaban esqueletos de tortugas lejanas muñecas desmembradas y un infortunio de peces y medusas El pan florecido despertaba la urgencia del recurso en la mañana y una invasión de ondas interferían en la costumbre agitando otras realidades Un mundo lejano se quebraba y Marilyn se iba con la madrugada. También allí donde jugábamos al cine de memoria uncidos de salitre en aquel hervidero de seres satisfechos al que llegué tierna inocente de la herida futura
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Donde todo fue tiempo
tuvo un nombre el espacio: Friseta conjugadas las sílabas en un racimo armónico Donde todo fue tiempo se hicieron mis crecidas en aquella Friseta de cal iluminada costumbre entre dos luces y sombra amiga: brújula continente arteria cauce acorde escudo aurora Friseta del último camino Friseta de todos los caminos Friseta del canto de las tres Friseta de las lágrimas Las vueltas de la elipse
Friseta de los vientos de la mar
Puerta humilde del campo:
QuÊ bien sienta su nombre en todas las distancias‌
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f. cartes f. cartes
Si, todo era tiempo…
Travesía generosa al amor de la tierra (Labrantío donde verdolagas y vides respiraron un vencido mar)
Condado Olores profundos de septiembre Cumplido quedó el rito en procesión de racimos y hombres en lagar trajinado
El espacio se empapaba del vaho de Dionisos y a su amparo, los vinos prometían la verdad de su estímulo
Por andanas en orden la penumbra se quebraba en un hilo de luz y en los patios revueltos los limoneros esperaban las lunas exactas
En un tiempo doméstico, bajo notas de arrope soñaron los niños un cielo de azúcar y sostuvieron las madres la esfera del mundo
Las vueltas de la elipse
Antes hubo un sueño breve
de montaña y de río y fue otra la luz que rompió las tinieblas de los párpados y estrenó la inmediatez del mundo después de la placenta
Y otro fue el acento que desató mi lengua (En el arco del tiempo nos hacemos nombrando) Y en aquel círculo de oro voló la cometa con vocación de águila Y avistó los oscuros volcanes apagados el primer sacrificio, el brote elemental de la piedad
la sierpe de asfalto enfilando al mascarón de rocas a los bosques de boj al puente de un solo ojo sobre las aguas frías a la narración medieval de Besalú
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Y luego el Sur… la raíz misma retornada
El ángel que desciende contra todo pronóstico El equilibrio frágil del dolor y del gozo El Sur: Negro y oro Escenario propicio a sueños de cristal
En el aire la simetría virtuosa que cabe en la biznaga Debajo de los alicatados y la cal y las piedras y el humilde ladrillo ¡cuántos mundos cumplidos! El Sur: un ensayo indesmayable que desgrana sin pausa las vueltas de la elipse voz sucesiva que anida en la palabra
Las vueltas de la elipse
Y allí y aquí, en cada espacio
la incógnita me designa y me guarda: hija de otoño verdecida en el tiempo que despierta al membrillo
Aquí, entre las voces del mar y los albérchigos, los mastranzos y las jaras entre los trigos llanos y los ríos y los pájaros
En el vientre del silencio donde se ubica la luz anterior a los nombres
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Aquí, donde seduzco al tiempo obedeciendo a una brújula secreta que conoce la torpe combinación de las células el dolor en mi carne y encendió mi canción: cada nacimiento lumbre del alba f. cartes f. cartes
A veces me pregunto dónde está
Dónde está aquella criatura aquel introito, ahora…
A veces, leves indicios se suben a un hilo versátil del instante y parece que emergiera como átomo liberado de una estructura transgresora
Otras veces, que me invade su aspiración silvestre, su graciosa azucena transparente que vuelve en mí su novedad desnuda que me alcanza los ojos para abrir las ventanas
Y otras, sin embargo, que asalta mi boca con un gusto azogado y se ahoga en el lecho de un silencio cómplice
Que muere su belleza que solo queda el barro que fuera oficio y juego entre las manos
Las vueltas de la elipse
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