Material de desecho portadilla 1
© De los poemas: Ana Patricia Moya © Del primer prólogo: David González © Del segundo prólogo: Ana Vega © Del epílogo: Andrés Ramón Pérez Blanco Maquetación: Martín Lucía (mediomartin@yahoo.es) Coordinador editorial: Ediciones En Huida ISBN: 978-84-941027-4-5 Depósito Legal: Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro, al igual que su incorporación a un sistema informático, su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, reprográfico, gramofónico u otro, sin el permiso previo y por escrito de los editores. Contacte y haga su pedido (sin gastos de envío): ventas@edicionesenhuida.es
Índice de poemas 9 12
Prólogo de David González Prólogo de Ana Vega
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Estropajo, polvo y libros Recién licenciada. Pluriempleada... Inquisición Televisión Clases particulares Inquisición II Arqueología Arqueología II Cielo, dejemos a los poetas con su oficio...
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Eso que llaman amor y que se le parece El amor. Tu amor... Definición Amor sintético Terrores y traumas Las puertas del amor, o las del infierno El amor es como la política... Un instante La lección que ninguno quiere aprender... I got you under my skin Miénteme... Hazme daño... Exigente Réquiem Realidad extraña Aroma Historia de almohada (“cuasi” – no – haikus) Huida Mientras me lamo las heridas... Sin piedad...
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Sesos, exilio y poesía Mis pobrecitos sesos destrozaos: una maraña... El mayor espectáculo del mundo Por cada milímetro de mi piel... Paradojas De tripas corazón Mark Twain Hoy me levanté... Paradojas de la existencia... Utrecht El hombre que nacía todos los días La penitencia del poeta Petición típica de fin de año El peor poeta del mundo... El mejor poeta del mundo... Retorno al planeta Prozak Poema: instrucciones de uso Soledad acompañada
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Nada ha cambiado… (ocho años después) - El amor sigue siendo una puta mierda Claro que existe el amor... Masticaste mi corazón... Runaway Las heridas sanan... Identidad - Eterna becaria Puta barata (informe de becaria: año 2009 / 2010) Obtener la madurez... Por necesidad... Maldita jaula de emociones... Epílogo
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Epílogo de Andrés Ramón Pérez Blanco
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Prólogo Si alguien en la ciudad de Roma ignora el arte de amar, lea mis páginas, y ame instruido por sus versos. Ovidio. El arte de amar
Para quien tenga la capacidad, el don, de sentir amor, las páginas de este libro, las lecturas de estos poemas de Ana Patricia Moya funcionarán a modo de un espejo al que mirarse: un espejo en el que es mejor no verse reflejado, aunque quien más quien menos en algún momento de su vida ha visto su reflejo en él. Amor con letras mayúsculas y en todas sus acepciones: pasional, asexual, platónico y sobre todo, filosófico: virtud que representa la bondad del ser humano. Aquellos que sospechen o sepan fijo que carecen de tal virtud, más les vale que desistan de su lectura, pues no podrán comprender, ni de lejos, el intenso, decepcionante y doloroso sentimiento que nace y crece en un alma y en un corazón y en un cuerpo desencantados y desgarrados por la decepción, por la traición. 9
Desgarrador para los que sepan encontrar su significado, esta colección de poemas nos enfrenta, cara a cara, con lo irracional: nos acerca a la generosidad de quien ofrece todo lo que tiene y al desamparo que se recibe cuando lo que se da es como si cayera en saco roto: nos muestra los efectos que en la persona generosa causa el egoísmo y la ingratitud de aquel otro en el que ha depositado su amor, su amistad y confianza, dejándola sola frente a sí misma, con una sensación en cuerpo y alma de tal vacío, un vacío insondable, desértico, y que conduce a una posible autodestrucción. Versos algunos, los de esta poeta, que se tiñen con una capa translúcida de ironía incapaz, sin embargo de cubrir el dolor, a pesar de que la poeta intenta salir de su infierno personal engañándose a sí misma: fingiendo un odio que, en realidad, en lo más íntimo de su ser no siente Queda, en fin, expuesta ante nosotros, agradecidos por ser simples lectores y no personajes protagonistas de estos textos dolorosos y violentos, la tragedia del ser humano que ama, incondicionalmente, sin que 10
Prólogo
ese amor sea correspondido por la otra parte, dejándonos la necesidad, inminente e imperiosa, de examinarnos en profundidad e incluso, si es el caso, corregirnos, corregir nuestra conducta, si es que descubrimos haber podido ser o si sospechamos que podemos llegar a ser causantes de tal abatimiento, de tal daño emocional, en alguien que nos ha querido sin condiciones, sin fisuras.
David González
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Cuestión de supervivencia La voz que encontramos en este libro, es la voz de una mujer coraje, la que sobrevive cada día pese a todo, llanto o sonrisa, y con una lucidez tan certera que a ella misma alcanza a cegar en algunos momentos; esa terrible condena que sólo el lúcido conoce, la capacidad de ver más allá, la realidad sin ornamentos, la aridez de un mundo en el que la conciencia no te deja ver más que lo evidente, el dolor, la hipocresía y la mediocridad que esconde todo poder bajo las manos. Ana Patricia Moya, escritora, editora, mujer guerrera, salvaje, de instinto intacto, nos ofrece un libro de poemas cargado de verdad, no apto para dientes delicados o lecturas susceptibles al golpe. Habla con voz clara y contundente, nos muestra el espejo real en el que todos deberíamos soportar nuestra mirada, esa parte del mundo que nos negamos a ver. Nos dice: “La soledad es un estado de ánimo”. No hay peligro alguno en quien sale por la puerta sin ocuparse de lo que ocurre en el mundo, sino en aquél 12
Prólogo
que piensa, reflexiona, lee con atención un libro, nos recordaba Juan José Millás. La autora nos recuerda aquí esa grandísima equivocación de valores, principios y debilidades, el trabajo bien hecho y la dignidad no se compra con nada, algo que jamás podrán comprender aquellos a cuyos pies arrojan pétalos de rosa los que aún, pese a todo, siguen afirmando que el rey no luce desnudez alguna, más fácil, más sencilla la mentira que la verdad, cuestión de cobardía, nada más. Quizá tan sólo en el amor, a pesar del desgarro que implica toda ruptura, separación, engaño, podamos encontrar ese oasis donde refugiarnos y tal vez encontrarnos a nosotros mismos en el reflejo del otro, o en sus mismos ojos, su manera de vernos. Por eso, aún cabe la posibilidad de rescatar el mundo en ciertas ocasiones, escasas, aquellas en las que sucede el milagro del encuentro entre dos cuerpos. Ana Patricia Moya es una mujer fiel a sí misma, verso que ella misma utiliza con gran acierto, pues en él se describe no sólo su personalidad y talento sino también una actitud combativa ante la vida, segura, muy segura de cada uno de sus pasos. Así lo demues13
tra en este libro que ahora podemos disfrutar, no sin sentir ese calambre agudo que produce el choque frontal con la realidad mĂĄs dura, y tambiĂŠn mĂĄs verdadera.
Ana Vega
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Se lo dedico a mis manos: únicas capaces de demostrar quién soy. Y a ti, la puta herida que me transformó en lo que soy ahora.
Antes de que caiga sobre mi lengua el hielo del silencio, antes de que se raje mi garganta y mi corazón se desplome como una bolsa de cuero, quiero decirte, vida mía, lo agradecido que estoy, por este hígado estupendo que me dejó comer todas tus rosas, el día que entré a tu jardín oculto sin que nadie me viera. Lo recuerdo. Me llené el corazón de diamantes – que son estrellas caídas y envejecidas en el polvo de la tierra – y lo anduve sonando como una sonaja mientras reía. No tengo otro rencor que el que tengo, y eso porque pude nacer antes y no lo hiciste. No pongas el amor en mis manos como un pájaro muerto. Jaime Sabines
Poes铆a para el mundo moderno: material de desecho. Mi coraz贸n: material de desecho.
Estropajo, polvo y libros
Ana Patricia Moya
Recién licenciada. Pluriempleada.
Joven y mujer. Mano de obra barata. Sin opción a hipotética hipoteca. Atea apolítica. Escéptica amorosa. Maestra de todo. Aprendiz de nada. Cartilla en números color rojo pasión. Anónima, invisible, desconocida. Científica de emociones. Filósofa urbana. Lloro desgracias ajenas. Lloro por mí. Y me dicen que no sea tan radical cuando escriba…
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Material de desecho
Inquisición
Me pierdo en los pasillos;
miles de estantes observan mis pasos que me llevan al frío sótano. Allí están aquellos libros viejos que esperan recuperar su memoria. Con el tacto del látex, acaricio sus páginas amarillentas: filosofía de Aristóteles, comedias de Terencio, teología de Erasmo… nombres que jamás se olvidan, igual que los nombres de los amores del pasado. Mi corazón inquisidor quemaría todas esas historias hasta reducirlas a cenizas… …y, sin embargo, sólo puedo imponer la censura: tacho con borrones de lágrimas lo que no merece ser recordado.
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Ana Patricia Moya
Televisión
Mi padre trabaja sus horas al día y gana un sueldo
decentísimo, nada comparable con “el salario” que gana una pelleja contando sus intimidades y demás mentiras por la televisión. Entre bromas, le digo a mi padre que podría inventarme una trola para ganar un pastón –real la paradoja de “sé honesto y tendrás miseria, sé rastrero y tendrás dinero”–, pero éste replica que la dignidad no se compra con todo el dinero del mundo. Y qué gran razón tiene el más sabio sin estudios de mi casa.
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Material de desecho
Clases particulares
Repaso análisis sintácticos,
fonemas, esdrújulas, sujetos, verbos, sinónimos, sustantivos. Me pregunto para qué coño sirven las palabras cuando no las empleamos con auténtico sentido. Sobretodo cuando me dicen “te quiero”. Creo que dejaré de dar clases de Lengua: prefiero impartir Lógica.
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Ana Patricia Moya
Inquisición II
Asombro
en el museo de los horrores: ¿así castigaban a pecadores y blasfemos? Observo las herramientas de tortura pero creo que estos crueles verdugos no conocían el mayor dolor de todos. El del corazón partiéndose. Sinceramente, los antiguos amores fueron más putos y perversos que los inquisidores.
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Material de desecho
Arqueología
Tengo las manos sucias, llenas
de polvo y barro. Mis dedos arrugados indican la limpieza de reliquias del pasado, simples objetos y trozos rotos, pero que hablan de historia. Cuando froto con energía, el cepillo gastado elimina las impurezas de la tierra; yo reflexiono y sonrío porque sería fantástico limpiar la mierda de los recuerdos tristes con la misma facilidad. Como todos, soy arqueóloga porque escarbo dentro de mi memoria los restos de los momentos felices.
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Ana Patricia Moya
Arqueolog铆a II
Piedras.
S贸lo hay eso: piedras y m谩s piedras. Restos de historia, piedras que se amontonan, que resisten, estoicas, al paso del tiempo. Las ruinas son como los recuerdos, pesadas e inamovibles de la memoria y del coraz贸n.
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Material de desecho
Cielo, dejemos a los poetas con su oficio, que yo ya tengo bastante con mis miserias‌
‌y con mis tres empleos.
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