Páramo de clavículas
Ángel Muñoz Rodríguez
Ediciones En Huida
Ángel Muñoz Rodríguez-Páramo de clavículas
He intentado olvidarme de mí aunque nunca supe vencer en secreto. Suena el teléfono y me atraganto con tu voz. Explícame las normas para desmaquillar las preguntas con las que tanto insistí. Aclarar (te) que mi existencia no es mucho mejor y que nadie me espera.
Ediciones En Huida
Ángel Muñoz Rodríguez Páramo de clavículas Ángel Muñoz Rodríguez (Madrid, 1977) es licenciado en Historia del Arte y aficionado a la literatura y la fotografía. Trabajó durante un año como editor en LVR[ediciones en donde logró sacar a la luz, en colaboración con José Naveiras y Eva Gallud, algunos títulos interesantes. De su obra destaca: - Ya no leo tebeos de Wonderwoman (Editorial Groenlandia. 2009) - Como Ulises en una cacharrería (Bohodón Ediciones. 2009) -Amor Manual. (Editorial Talentura Libros. 2011)
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Sé que voy a decepcionar (te) en exceso, sé que voy a decepcionar (te).
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Poesía En Tránsito
- Moscú entre clavículas. Pequeña Plaquette autoeditada junto a la poeta gaditana Carmen Moreno en Noviembre de 2012.
Tu agenda nunca será mi agenda, madre. Segundo par de costillas verdaderas, Páramo de clavículas, Ángel Muñoz Rodríguez
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Poesía En Tránsito
Actualmente ha concluido su cuarto poemario y trabaja en su primera novela.
© de los poemas: Ángel Muñoz Rodríguez © Maquetación y diseño: Martín Lucía (mediomartin@yahoo.es) © de la ilustración de la portada: Raquel Eidem Blázquez y Martín Lucía ISBN: 978-84-942507-7-4 Depósito Legal: Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro, al igual que su incorporación a un sistema informático, su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, reprográfico, gramofónico u otro, sin el permiso previo y por escrito de la dirección del autor.
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Poesía En Tránsito Colección de poesía Páramo de clavículas Volumen 22
Páramo de clavículas
Ángel Muñoz Rodríguez Ediciones En Huida
Volver. Decir superficie. Escribirla Chantal Maillard Un niño que en el día de mi muerte lleve en la mano la ceniza de mis palabras, me abra la boca y allí la vierta. Un niño que ese día juegue con la vida. Un día de sol. Luminaria 252 de Miguel Ángel Curiel
El hecho de tomar la menor determinación me cuesta un tal cúmulo de dificultades, antes de cometer el acto más insignificante necesito poner tantas personalidades de acuerdo, que prefiero renunciar a cualquier cosa con mi persona, para tener, al menos, la satisfacción de mandarlas a todas juntas a la mierda. Oliverio Girondo
HĂgado O poemas donde la bilis pretende borrar mi nombre
de lo que pasa tras la infidelidad
de lo que pasa tras la infidelidad en todos los sentidos
en todos los sentidos
mirar al otro lado de la ventana es querer salir de ti salir de la cuerda que oprime un enjambre de [hormigas capaces de trepar por el costado y con el deseo de [horadar en él la habitación puede quedarse ahí sin darse la vuelta y cargada de orgullo incívico nadie notará mi ausencia es inútil plegar el deseo si azota la vida se va filtrando casi sin querer en los fines que no sabemos justificar y no queda más opción que la carga eeh
Ángel Muñoz Rodríguez
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cargar sin ser tú con el otro lado que aviva la impotencia es el fino cristal que se interpone el que impide que uses los fórceps para extraer la pátina alejar la ocasión hasta que sin querer regrese rodando a la punta de nuestro zapato retomar las formas obviar opiniones deberíamos graparnos la sonrisa a la cara sin coste alguno con la duda del que no sabe inventar
del lexatĂn en el aseo el tiempo no es algo que sepa manejar con soltura la geometrĂa de los lagrimales es rigurosa siempre que la ingenuidad no se tatĂşe en mis pies como en este instante buscar el indulto a sabiendas de ser mi propio espectador y otra vez la arena en la garganta un aseo su perĂmetro la misma soledad entre bastidores incapaz de dar lustre a unos zapatos tortuosos cuando [el recipiente no se amolda al contenido
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solucionar algo es estúpido si el candado deforma la óptica en cada parpadeo fregar el hábito con lágrimas qué fue de aquel chico capaz de hurgar en los enchufes con los pies mojados
del aprendizaje anatómico a ocultar escarbar en el fango una vez es la medida adecuada dos no el cuchillo seduce la vertical de la vena en un triste impulso por copular sobran circunloquios aprender a dejar el resto a unos cordones desatados las rodillas las rodillas son más difíciles de camuflar al saber que no buscan la perfección dejan las heridas al descubierto en cada salto sin red
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Ángel Muñoz Rodríguez
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primer par de costillas verdaderas DesenchufarĂŠ cuando empiece a sentirme solo, cuando no me apetezca dejarme ver, cuando note que moleste. Me he permitido fallar a pesar de intentarlo, he querido desmaquillarme pero sigue goteando(me) demasiada sangre estiĂŠrcol.
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de lo abandonado en el camino por algo supuestamente mejor querer volar en ocasiones no es un acto de cobardía si el músculo se fractura tampoco lo es permanecer y así maquillar las calles en cada uno de sus adoquines camino a casa algunos prefieren el letargo para sincopar un tiempo que inevitablemente [se dilata dilatar el tiempo por un motivo justo eso sí no quedarse y perder aún más la tormenta posa su único ojo encima en un intento de abatir las manos que se ofrecen eeh
Ángel Muñoz Rodríguez
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la estĂşpida incertidumbre seguirĂĄ siendo el residuo de la experiencia aparcar una sombra en doble fila sin importarnos a quiĂŠn moleste o si borra nuestro nombre
de cómo se intenta recuperar lo estropeado Y la soledad es no poder decirla Alejandra Pizarnik
ahora soy yo el que va a hablar de esta carne la hamaca al sol mientras tiño con cualquier melodía los volúmenes adquiridos en la estática del [pensamiento el dolor se va retirando con pies de elefante de ahí que aún el poso abandoné mis adjetivos en busca de un imposible descanso la sombra no funciona en distancias escuálidas donde la tinta como terapia ayuda a no vejar la almohada el martillo del vecino 21
una puerta sorda el teléfono y su no ruido del que siempre atento pende el telón nada es posible si la ausencia atormenta coserme la boca facilitará que los niños destrocen lo poco que queda de mí