Cae la lluvia con su necesaria verticalidad que azota detrás de mi ventana. Llueve, llueve... Sobre el farol todo es mar que cae en gotas hasta el fango y cubre el suelo donde se hunde el alma en su oleaje.
Ediciones En Huida
Historia transida y poesía renovada Marta Domínguez Alonso
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Marta Domínguez Alonso Historia transida y poesía renovada Marta Domínguez Alonso (1981) inicia estudios de Filología Hispánica en la Facultad de Filosofía y Letras de Zaragoza donde entra en contacto con los círculos poéticos universitarios. En 2003 y 2004 colabora en la revista literaria Eclipse editada por Prensas Universitarias, Universidad de Zaragoza. En 2005 marcha a París donde concluirá sus estudios universitarios en la Universidad de La Sorbona. Ese mismo año es seleccionada para formar parte de la Antología de jóvenes poetas aragoneses Noreste, Editorial Eclipsados. A finales de 2007 se instala en Sevilla, donde empieza su labor como docente de Lengua Castellana y Literatura que continúa en la actualidad. Mantiene desde 2010 un blog de poesía y prosa poética www.laflordegnido.blogspot.com. Historia transida y poesía renovada, es su primera obra y en ella muestra una poesía equidistante entre emoción, compromiso y lirismo. Como afirma Jesús Soria Caro en el prólogo, “Interesa que la poesía remueva conciencias, que nos despierte de la muerte social, es lo que encontramos en Historia transida y poesía renovada, un anuncio de que el cuerpo de la Historia está enfermando de verdad, de información, que yace como un muerto en vida”.
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Lluvia, Historia transida y poesía renovada, Marta Domínguez Alonso
Ediciones En Huida -Marta Domínguez Alonso -Historia transida y poesía renovada
Poesía En Tránsito
Poesía En Tránsito
© de los poemas: Marta Domínguez © del prólogo: Jesús Soria Caro © Maquetación y diseño: Martín Lucía (mediomartin@yahoo.es) © de la ilustración de la portada: Raquel Eidem Blázquez y Martín Lucía ISBN: 978-84-940643-1-9 Depósito Legal: SE 4473-2012 Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro, al igual que su incorporación a un sistema informático, su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, reprográfico, gramofónico u otro, sin el permiso previo y por escrito de la dirección del autor.
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Poesía En Tránsito Colección de poesía
Historia transida y poesía renovada Volumen 5
Historia transida y poesĂa renovada Marta DomĂnguez Ediciones En Huida
Prólogo ¿Es la aldea global un cementerio—económico de millones de muertos? Hay en Historia transida y poesía renovada una mirada de un “yo lírico” transido de una auto—auscultación de su verdadero “yo” que parece despertar del sueño de la Historia adquiriendo una conciencia de su verdad ontológica como ser que se está reconociendo en su auténtica identidad de muerto en vida. Ese despertar dentro de una pesadilla real adquiere resabios de la obra de Dámaso Alonso, de toda esta angustia existencial que recubre la epidermis introspectiva del yo. Éste ofrecía un retrato del ser humano como alguien que se miraba en el espejo externo de la verdad catastrófica de la guerra y de la miseria social que asolaban España y Europa y que adquiría esa conciencia de no vivir, de habitar en una muerte moral, así encontrábamos ese yo poemático que en el texto Insomnio anunciaba que “Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres”. La razón de este insomnio estaba producida por la angustia existencial ante la barbarie, la que no le permitía descansar al sujeto poético, ni tener un equilibrio psicológico y moral entre lo interno y lo externo de su ser. El sujeto del texto lírico sufría con el sonido estrepitoso del viento, de ese huracán que anunciaba la destrucción, el caos, pero también la voz doliente de los oprimidos. Se escuchaban los ladridos de los perros, retrato simbólico animalizador del poder, de quienes ejercían, pero también siguen haciéndolo, decisiones 7
políticas que agreden a una “presa”; al más débil socialmente, lo que provocará que ese “yo” insomne se lamente afirmando: “y paso largas horas oyendo gemir al huracán,/o ladrar perros,/o fluir blandamente la luz de la luna”. Esa misma visión de un orden social en decadencia es una idea recurrente de todo el poemario, es casi un eje isotópico central; es la idea de la dominación, de la mirada que permite ver reflejado en el espejo de la Historia el rostro de cadáver de la sociedad actual, como así leemos en el verso: “Y comprendí que el mundo era un cadáver”, imagen que aparece en un poema como Las ruinas del Parnaso, donde yacen ese yo poético y su alter ego, que es un compañero sentimental, ambos despertando en un mundo de muertos, en el que han estado durmiendo con un “pijama” del que versos más abajo sabremos que era “de mortaja”. Es un texto de valor político de denuncia que contrapone el modelo democrático de ideal social de la Grecia clásica con la degeneración contemporánea de dicho modelo de orden comunitario —ya que en el mundo global del desarrollo, de la manipulación de los medios y a través de estos del control e influencia en las ideas— somos muertos de información que no podemos vivir lo real: “Me desperté una noche blanca y ciega/Y tenía un sudario por pijama,/Mire a mi compañero,/yacente a mi lado, él,/Y también descansaba en su mortaja.”. Ese sujeto lírico es alguien que propone asumir una conciencia colectiva, que vislumbra el desgarramiento social, que proyecta su ego hacia un orden social, que sufre porque parte
de su ethos como “yo” muere interiormente, se encuentra en el vacío no solo existencial sino social. Ha asumido la perspectiva de que la Historia es un proceso que nos ha conducido a no poder vivir el verdadero “yo”, ese que buscarán los surrealistas, un yo libre, ajeno a la conciencia, a las construcciones del poder que rigen y determinan su comportamiento. Las imágenes irracionales, oníricas, recorren el poemario de la poeta Marta Domínguez, gesto que como en los surrealistas franceses responde a un ataque subversivo al lenguaje, a las leyes racionales en las que se sustenta y que se vinculan a una lectura social y moral de la vida impuesta por el poder y a la que hay que atacar; como en el surrealismo la destrucción de la realidad comienza por la desarticulación lógica del lenguaje y de sus leyes lógicas. Así encontramos (un ejemplo entre muchos otros) un pasaje onírico el poema L’angoisse du pigeon bleu: “Entró con la paloma un trozo de la muerte,// colgaba de su pico/como quien pende de un sueño fútil/y lastimero/—flotando en el vacío”. Recuerda otro de los poemas titulado Oblicuidad del rayo de luna el gusto surrealista de algunos creadores como Buñuel o Dalí por los insectos, por la entomología, pero que en este caso también incorpora el gusto por un ser extraño, agresivo que es la araña, asume por lo tanto un metaforización que aúna la aracnología y el interés daliniano por los insectos para retratar la falta de identidad propia basada en un lectura diferenciada, libre, autónoma frente a lo impuesto. El ser, cadáver identitario que carece de voz, ha pasado a ser como en un coro griego un personaje con un guión vital escrito, es su deber cumplir el mensaje que para él se ha dictado, es un insecto atrapado por lo establecido, incapaz de 9
cortar esas redes que son su prisión, es un presa de la araña social que lo atrapa, como así leemos en el poema anteriormente mencionado: “y caemos presos como insectos—.”. Esta imagen del yo que asume las directrices de un corifeo y que es incapaz de romper el orden subsumido al poder que es el agente de su negación, el causante de su muerte social, mantiene referencias intertextuales con el film de Sidney Pollack en el poema de título homónimo al film Danzad, danzad, malditos, en este nuevamente encontramos la imagen cadavérica: “Me asomo al cementerio de mis días: ha muerto el ser humano.” Esta es una película que adquiría una lectura metafórica sobre la alineación de la condición humana en su narración de un maratón claustrofóbico de baile que fue organizado en Estados Unidos durante la Gran Depresión, lo que ofrece un nuevo paralelismo con la crisis económica y moral actual en el poema presentado. Pesimista y claustrofóbica mirada que, sirve como referente para que Marta Domínguez aborde la opresión alienante a la que se somete al ser humano en cualquier período de dificultad general y de inestabilidad social. Hay también un juego intertextual, que sin bien antes anunciábamos que se producía en conexión con el cine, también se efectúa en relación con la pintura, lo encontramos en uno de los poemas donde está presente la imagen de la cruz, que es un símbolo que también aparece en el pintor aragonés Miguel Ángel Domínguez, y que es un símbolo que en su obra subvierte su valor convencional religioso para apropiarse de una cosmovisión propia, inherente a la relectura pictórica del
universo personal del pintor, que refleja la oscuridad de una religión de la Verdad impuesta a lo largo de la historia de nuestro país y de la historia de la humanidad, es por lo tanto la crucifixión no del hijo de Dios sino de la libertad, de la falta de ser y de elegir algo que disienta con la verdad socio—moral impuesta durante una de las etapas más oscuras de nuestra historia; el franquismo y en los años posteriores a su final en los que todavía se sentía su influencia sobre la sociedad. Lo que ha pasado a conformar una simbología subversiva que de forma analógica va a ser trasladado por la poetisa Marta Domínguez al mundo actual, a su religión de la verdad que es la información, los juegos de la verdad que esta construye, manipula, reflejando la falta de un escenario social y cultural para que el “yo” pueda ser alguien que camine por el futuro hacia la libertad, hacia la capacidad de pensar, y de vivir de acuerdo a su propia voz. Interesa que la poesía remueva conciencias, que nos despierte de la muerte social, es lo que encontramos en Historia transida y poesía renovada, un anuncio de que el cuerpo de la Historia está enfermando de verdad, de información, que yace como un muerto en vida; anunciando que es necesario que cada yo rompa con su máscara como sujeto con mirada de amaneceres cuando realmente está oculto un rostro que carece de ojos, de mirada, que observa con ojos—estrellas desde el cementerio de sí mismas aquello que es un espectáculo ajeno a sus deseos. Jesús Soria Caro 11
A la memoria de José Manuel Domínguez
Amapola mutilada Amapola mutilada, soy, por las horas de bares y aguardiente. Mondadientes, pareces, al explorar las muescas caninas donde amuelo mis iras. Compadreo de falos que se tiran faroles bajo un sol maleante y castigador, donde un cristo con senos de metal pone espinas y traza el camino del calvario. Camino de senos cuesta abajo que recorren por no reĂr, escĂĄndalo borracho, tierra adentro.
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Marta DomĂnguez Alonso
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Oblicuidad del rayo luna Y sucede que es noche de luna enamorada, Que en líquidos metales se deshoja, sucede que en esta noche aciaga, se devanan los hilos de una araña—y caemos presos como insectos—. Titilante rumiar —de las estrellas transformando el cielo— en un constante guiño de ojo izquierdo. Titilar de la estrella Que hace guiñar al cielo. La infancia es un presente Destilado en pasado, Confundimos el céfiro Por cierzo, al mecer En danza los hinojos. Empleamos el vientre por Pesebre viendo crecer los frutos Y al final, la muerte Y Cuando llega, Esperamos más, Y es solo un instante Una franja invisible Que cruzamos cual funambulistas. 17
Las ruinas del parnaso Me desperté una noche blanca y ciega Y tenía un sudario por pijama, Mire a mi compañero, yacente a mi lado, él, Y también descansaba en su mortaja. Abrí el balcón, crujió, la calle en pleamar se desbordaba. Las ruinas descolgaban del alero: Europa era un escombro, Resquebrajaba el gótico, Bogaban con la vara de laurel Los sabios griegos en medio del debacle. No llegaron auroras boreales Desde el norte, sin aire, Y comprendí que el mundo era un cadáver Y los hombres, inertes Ladrones de cuerpos.
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Marta Domínguez Alonso
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Danzad, danzad malditos A partir del film homónimo de Sydney Pollack
Hay campos de amapola convertidos hoy en crisantemos. Hay una llave que otea el horizonte sin hallar posibles cerraduras. (Mariposas de alas cercenadas como clítoris roto). Hay cruces de alabastro y en el lugar del vino y de las rosas hay hedor de rosas putrefactas. Me asomo al cementerio de mis días: ha muerto el ser humano. Nadie llama a la puerta carcomida. La sombra del ciprés en su vaivén, se jacta de los días azules del pasado ya sin panes ni peces. ¡Danzad, danzad, malditos! sobre lodo y agua destilada libre ya del clamor de las termitas.
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In media res Esto es un desecho de poema —basura— “la llave otea el horizonte y destapa huecos en que hallar su cerradura” Las palabras caducan en el verso, que supura.
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Marta Domínguez Alonso
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Lluvia Cae la lluvia con su necesaria verticalidad que azota detrรกs de mi ventana. Llueve, llueve... Sobre el farol todo es mar que cae en gotas hasta el fango y cubre el suelo donde se hunde el alma en su oleaje.
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