Síndrome de ausencia

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POESÍA -:- Síndrome de ausencia - Irene Nárdiz-:- Ediciones En Huida

Viajes a ninguna parte aviones de papel trenes de juguete maletas vacías típicos tópicos

¿Estás seguro, amor, de que es esta [tu parada?

«Estaciones fantasmas» , Síndrome de ausencia, Irene Nárdiz Aún es pronto para que amaine la tormenta

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Irene Nárdiz & Síndrome de ausencia Poeta a fuego lento, Irene Nárdiz (Isla Cristina, 1984), sintió la llamada de la poesía los 21 años. Desde entonces ha participado en multitud de recitales y eventos poéticos, lo cual se ha plasmado editorialmente en su presencia en el libro colectivo Enredando o una publicación de extraña regularidad llamada Papelusar, cuya autoría comparte con otros poetas y amigos sevillanos.

Síndrome de ausencia Irene Nárdiz Ediciones En Huida

Sindrome de ausencia, para esta joven poeta, como indica con sus propias palabras, inicia “una nueva etapa” y “es la constatación de que el trabajo, el compromiso y el apoyo y confianza que volcaron sobre ella las personas que le rodean dan hermosos frutos. Qué sucederá después, ya se verá”. Un poemario dominado por la emoción y que aflora tras un largo periodo de reflexión, tras haber dado a su lírica acertado reposo. Una ópera prima que rezuma madurez, calma y sentimientos.




© de los textos: Irene Nárdiz Roca © del prólogo: Alejandro Luque © del icono de la portada: Nuria Diestro del Barco Maquetación: Martín Lucía (mediomartin@yahoo.es) Coordinador editorial: Ediciones En Huida ISBN: Depósito Legal: Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro, al igual que su incorporación a un sistema informático, su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, reprográfico, gramofónico u otro, sin el permiso previo y por escrito de los editores. Contacte y haga su pedido (sin gastos de envío): ventas@edicionesenhuida.es


Índice de poemas 13 14 15 16 17 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 37 38 39 40 41 42 43 44 46 47 48

Sala de espera Prospecto Cirugía Diagnóstico Resonancia magnética 8:30 p.m. 14 minutos Estaciones fantasmas Predicción De madrugada Efímera arquitectura La serenidad Rojo vs. Verde Nocturnidad y alevosía Ojalá Sí, hago trampas Sin red Vela Wacht out! Tu nombre Nirvana Hogar Mea Culpa Fechas Underneath Satori Volví a hacerlo El Sáhara sobre la piel El camino Saciedad de vacío


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A cuenta Vuelvo Epidemia Bagaje Vacaciones Abismos No merece la pena Superchica Canto a la humanidad Agujas y dedales Utopía (C/ Amor de Dios, s/n) Empiezo (o un año después) Fin y principio


Verbo y carne

Prólogo

Mucho antes de que los científicos lograran reducir

el enamoramiento a una sucesión de conexiones neuronales y reacciones químicas, los poetas y los artistas ya trataban de abordar los sentimientos desde una dimensión física, anatómica, y no necesariamente genital. Ahora rechazamos estas metáforas como lugares comunes, pero debemos reconocer que algo se estaba fundando cuando Gilgamesh afirmó que la muerte de Enkidu le había dejado “el corazón lleno de angustia”, o cuando un poeta de la dinastía Han –siglos III a.n.e. y III n.e, – habla de “ruedas de carros girando y girando en mi interior”. Esta corporeidad de las emociones viene relacionada, con mucha frecuencia, con dolencias y patologías. Los casos son infinitos, desde el San Juan de la Cruz que exclama “¡Oh, regalada llaga!” al Borges que confiesa: “Me duele una mujer en todo el cuerpo”. El amor, el miedo, los rencores, la esperanza o el vértigo no están diseminados en el aire: necesitamos localizarlos en nuestro organismo, llevarnos una mano al lugar exacto en que se encuentran y, sobre todo, nombrarlos. Bajo la piel, o en el pecho, prensado entre las sienes o escondido en las vísceras, lo que sentimos late y fluye, 7


secreta humores y se desarrolla, también se atrofia y puede incluso perecer. Irene Nárdiz, joven poeta sevillana que mira al mundo con ojos grandes, limpios y azules, pertenece a esa tradición en la que lo sensible se materializa para hacerse verbo y regresar, como está mandado, a la carne. Ya el propio título, Síndrome de ausencia, insinúa una respuesta física, una reacción del organismo ante la privación del ser amado. Los primeros poemas son una suerte de diagnosis y, de paso, la constatación “de que los sentimientos/ también se pueden tocar”. En contraste, los versos que hablan de la compañía consumada, del amor correspondido y compartido, no sólo hablan de sanación, sino también de renovados vigores. El poeta convaleciente, enfermo de eso que llaman mal de amores, nada tiene que ver con los amantes victoriosos que, como fenómenos de la Naturaleza, comprueban cómo sus cuerpos “truenan y relampaguean”. Entre estos dos extremos, la abstinencia feroz e hiriente y la memoria de la plenitud, discurren estos poemas a ratos tristes o melancólicos, pero casi siempre matizados por la ironía, sustancia que siempre ha tenido probados efectos desinfectantes. Por otro lado, la manera de representar la ausencia, de hacer corporal también el vacío, es uno de los asuntos centrales de esta poética. El hueco que deja una persona amada que se mar-


cha o desaparece es un espacio más, y no resulta fácil llenarlo. Por eso nos sentimos acompañados por quienes no están, por eso seguimos dialogando con ellos; por eso el mundo se llena de lugares “donde siempre te llevé conmigo/ pero/ donde nunca estuviste”. La poesía es la herramienta con la que Irene Nárdiz conjura sus dolores y sus desengaños, explora sus cicatrices y mide sus fiebres, formula dudas y aventura respuestas, rememora y se reescribe a sí misma. Pero también es el ámbito de las complicidades, el lugar donde, a pesar de sus aires a menudo enrarecidos y sus pueriles competencias, “siempre surgen/ abrazos/ que te llevan hasta la luz”. Y eso acaban siendo, al fin, sus versos: cálidos abrazos de tinta, manos tendidas en lo oscuro, eficaces remedios contra la verdadera pandemia de nuestro tiempo: la soledad. Alejandro Luque

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“Tengo la convicción de que sólo tejiendo el tapiz con la madeja de mis recuerdos hallaré el modo de salir de esta sensación de estar exiliada en medio de una nada sin horizontes. Siento que si logro delimitar con palabras mi historia o mi ficción podré descansar al fin” La huella de las ausencias. Un relato sobre Walada. Miriam Palma Ceballos

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Síndrome de ausencia

Sala de espera

Me acabaré acostumbrando a este olor

luces frías batas blancas agujas hipodérmicas acero quirúrgico.

Duele cerrar mi mano y no encontrar dentro la tuya más que sentirme un conejillo de Indias de piel aséptica.

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Irene NĂĄrdiz

Prospecto

Anemia

principio de infertilidad insomnio hipoglucemia. La ciencia confirma que tus ausencias tambiĂŠn se revelan en mi organismo.

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Síndrome de ausencia

Cirugía

El alma se me ha desgajado del cuerpo

del mismo modo en que tu cuerpo se desprendió del mío. Duele más que tirar del esparadrapo minutos después de sentirme invadida por un pinchazo de Gadolinio. Y mientras mi profesor de Yoga me riñe para que deje el conflicto yo le miro y pienso que mantener los hilos de sutura ahora es la manera que tengo de recordar que un día fuiste mi herida.

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Irene Nárdiz

Diagnóstico

En aquella habitación blanca,

con un sonriente esqueleto de plástico y una camilla de escay negro, a la doctora el por qué de mi mal le sonó a pregunta retórica. Esa misma tarde, mi amigo Edu, arquitecto de profesión, me dijo que simplemente mi corazón se había enamorado sin avisarme. Entonces me acordé de la enfermera y pensé que toda aquella sangre entubada era la prueba de que los sentimientos también se pueden tocar.

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Síndrome de ausencia

Resonancia magnética

Útero metálico.

Latido eléctrico. Creo que sufro stress post-natal.

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A la venta en ventas@edicionesenhuida.es PVP:10â‚Ź


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