Emilio Pic贸n
La sed del agua
Ediciones En Huida
Colecci贸n Extravaganza - Poes铆a
© de los textos: Emilio Picón © de la ilustración: Juan José Rosado Coordinador editorial: Ediciones En Huida Maquetación: Martín Lucía (mediomartin@yahoo.es) ISBN: 978-84-942507-0-5 Depósito Legal: Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro, al igual que su incorporación a un sistema informático, su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, reprográfico, gramofónico u otro, sin el permiso previo y por escrito de los editores. Contacte y haga su pedido (sin gastos de envío): ventas@edicionesenhuida.es
Sobre esta edición La poesía es, ante todo, un ejercicio de libertad. Y como tal debe ser entendida. La sed del agua es eso: la libertad del poeta, del poema, del verso, llevada a la realidad y a la praxis más honesta. Emilio Picón se deshace de cualquier corsé y muestra su poesía en todos los planos posibles: en el de las palabras como significantes y en el de las palabras como objetos. Y, como editores, así lo hemos atendido y entendido. Observarán juegos formales, tipográficos, que obedecen a la necesidad de respetar al máximo esa impronta tan personal que Emilio ha conferido a su obra. Disfruten, por tanto, de un libro que rezuma libertad, que rezuma poesía Pedro Luis Ibáñez Lérida y Martín Lucía
Prólogo Se desviste de urgencia en este libro: olvida la crisis, las cifras de la cuenta bancaria, las encuestas que hablan mal del gobierno, para llevarnos a ninguna parte, allá donde sólo el amor. Escribe por instinto, por azar, y siguiendo la mirada de su memoria, desdobla los matices, el color, hilvana los acordes con ternura; tan sólo busca el suave alojamiento que anida más allá del propio poema. Encuentra la vereda en la mar y desmonta los tejados del dolor; propone giralunas al silencio y maldice la escarcha que deja la ausencia sobre las palabras. Emilio reclama las horas extraviadas, el tiempo de alquiler, los calendarios, las estaciones, los relojes muertos en los bolsillos de cualquier peatón. Exige que las prisas le permitan despertar en el cielo de cualquier boca amable, que sacien los cobardes la sed de la lluvia. Ustedes quizás no lo entiendan, quizás no tengan la necesidad de observar la lluvia. Mucho menos entenderán que a veces busque la ausencia de nubes, que no es otra cosa que la sequía de los perdedores. Si ustedes estuvieran doctorados en gruesas tormentas de octubre, en interminables aguaceros de abril, sabrían que el amor es así: extrañamente cercano, cercano y cálido, cálido y distante, como la leve incandescencia que a veces nos viste de poesía. Lue-
go, cuando concluye, se podría dudar de la humedad del aire, de la piel mojada, de los vehículos goteando sobre el asfalto, del sabor a óxido dulce del hierro. Se podría incluso dudar que la ausencia es también una forma de amar. Se aleja Emilio de las tendencias actuales, de las poses que algunos elevan pretendiendo hacer un absurdo elitismo de algo tan humilde y humano como la poesía. Se aleja, les decía, y hace suyo aquel poema que firmó Pessoa, un mes antes de su muerte: Todas las cartas de amor son ridículas. Y sigue afirmando el lisboeta: Quien verdaderamente ama no escribe cartas que parecen requerimientos notariales. El libro que nos ocupa comienza con una afirmación imposible: la sed del agua. La necesidad del amor de completar el círculo, para nutrirse, necesita también amarse. Todo ello desde una tristeza vital irrenunciable. El amor y sus aristas, el vértigo de la carne y el suelo de la ausencia. Sea pues, querido lector, como afirma el poeta que nos ocupa: La sed del agua. Toño Jerez
La sed del agua
Bueno es saber que los vasos
nos sirven para beber; lo malo es que no sabemos para quĂŠ sirve la sed.
Antonio Machado
La realidad se me presenta como una extra単a cuyo rostro recuerdo haber querido olvidar desde la sangre derramada por la primera herida infantil.
Desde el principio
13
Diez de octubre, 2013
Habita en ella el amor como en el mar, la sal.
15
Humedades
El vĂŠrtigo de la lluvia sobre el mar liquida la libertad del horizonte. La soledad del llanto sobre la arena liquida el destino del hombre. Rejas de agua. Preso de sĂ mismo.
sin carcelero 17
Echar por tierra las miras telescópicas del alma. Asir el cuerpo y entonar la canción dilatada de la eterna cópula. Saludar ante el espejo y escupir contra el viento. Recurrir al dócil plan del paseo nocturno. Tatuar las paredes con la saliva etílica de las confesiones. Negar la huida mientras tratas de esquivar el dolor. Sentir con el amor bien abierto a la esposa de ese vecino al que parecen haber raspado el interior con un estropajo de cocina. Enseñar a los perros ciertas nociones filosóficas fundamentales. Aprender a ladrar. Mimetizar el miedo. Beber sin ser bebido. Soñar con fuerza. Escribir por necesidad. Y amar con la cadencia de los pasos sinuosos de la muerte.
Recomendaciones de un charco 19
Palabras confusas para hombres de silencio. Alientos adictivos para hombres distantes. Desbordada sangre frรกgil. Desatada pasiรณn oculta. Lacรณnico instinto saciado en eternidades. El sexo abre las puertas del alma. El alma sรณlo encierra necesidad.
Premeditaciรณn 21
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