La solidaridad y formas que se muere Cristian Cottet, Santiago. Los chilenos estamos enfrentando una desgracia donde la contraparte se invisibiliza. Una desgracia que aún no sabemos si la creamos o nos creó. Sabemos solo que el virus coronavirus, poco a poco, va arrastrando los muertos. El Estado Central decidió dividir la Región Metropolitana en dos partes, de una los poderosos y de contraparte los pobres. Las comunas poderosas de clase alta, Lo Barnechea, Vitacura, Las Condes, Providencia, Ñuñoa, Santiago e Independencia (que no son la mayoría) y los bordes de la región, los pobres. La muerte sospecha, resume, crea y hace del momento solo un soplo de tierra. No hay lienzos y banderas, hoy no, tan solo el silencio. También azota la pobreza. Es un aviso. Es un aviso para los pobres, los curas comunistas no aportan en nada, lo único que pueden quitarles a los pobres es su pobreza. Visto desde esta mirada, ¿son todos los chilenos iguales ante la misma ley? No, categóricamente no. Al momento de escribir este artículo (26 de marzo de 2020) tenemos 1.306 infectados y 4 muertos. Por norma general entendemos que toda Constitución que se imponga el ser humano será a partir de la igualdad de éstos frente a la ley, de cualquier otra forma estaremos en presencia de un acto dictatorial, cuestión que por principios no sería aceptada por el conjunto de los integrantes de la comunidad nacional. Teniendo como punto de partida esta premisa, y entendiendo que se actúa de “buena fe”, podemos entonces aceptar que las desigualdades y distancias sociales responden a otro fenómeno que circula en disímil carril a la nor-
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