Carta a un amigo Paula Palacios,Santiago. Estimado amigo: Te escribo para saber como estás, como les va en la cuarentena a ti y a tu familia. Utilizo este género obsoleto que me permite soltar el “lápiz”, retomar las buenas prácticas generacionales y así compartir algunas reflexiones frente a esta experiencia que nos agarró por sorpresa. En pocos días, nuestras vidas dieron un vuelco violento, y entramos en un espacio/tiempo donde todo es frágil e incierto. Además de angustiarnos, nos hemos vuelto protagonistas de la historia con mayúscula, pues lo que nos está sucediendo a ti y a mí, les sucede a millones en este mismo instante. Nos interconectamos a través del virus con el prójimo y el extraño, dice Judith Butler y mucha razón tiene. Lo que me tiene más sorprendida es que me adapté de manera automática al vértigo del teletrabajo compulsivo, como queriendo aparentar que todo sigue igual en medio de la debacle, como si la escena hubiese estado preparada con anticipación. Atrapar la rutina, esta vez en formato de claustro virtualizado, una especie de cápsula en la que me supongo protegida para seguir rindiendo. Imagino que la pandemia es un ciclón que deja al desnudo las verdades de cada lugar por donde pasa. En nuestro caso amigo, la lógica de la productividad full time pervive aún al borde del precipicio sanitario. El ritmo de las redes sociales se descontrola y la información se multiplica casi tan exponencialmente como el
40