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Qué decir? ¿Qué prologar?
Ante todo la maravilla. Seres inmensos que maternan. Seres llenos de amor por les hijes. Con mucho para dar pero quedando al borde de la vaciedad, al borde del abismo: ¿Y ahora qué más tengo para dar a ese ser que me mira y me pide...? Y la sociedad observando a los costados.
Bueno así se sienten o siento que se sienten estas madres que asumieron el reto y la responsabilidad de acompañar el crecimiento de uno o varios hijes y que la sociedad no empática las deja solas y las acusa cuando trastabillan en el camino.
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¿Cómo sobrevivimos a tantos años de psicología patriarcal que atraviesa todos los campos de las ciencias y los actos humanes?
Esa es la pregunta disparadora. Mi historia de maternidades distintas es la de mi mamá y sus dos hijas maternadas por mamá, abuela, tía. ¡Crecimos en un matriarcado por decantación!. Agradezco tanto esa crianza. No me han sabido cuidar tanto de abusos por parte de mi progenitor, pero no las culpo por ello. Mucho monstruo para enfrentar en aquellos momentos de dictadura, mundial de fútbol, pantalla del horror y luego guerra de Malvinas: una época espeluznante. Tampoco justifico que no se hayan dado cuenta o lo hayan podido frenar. Lo peor ya pasó y ellas hicieron lo mejor que les salió. Siento su amor en mi piel y en las herramientas que se preocuparon por darme. Y acá estoy escribiendo el prólogo de esta primer obra de
recopilación y visibilización de historias maternales que muestran el abandono y la resiliencia, o sea, el mejor modo de sobrellevar y transformar el abandono y el desamor, en crianza con apego y contención amorosa.
No tengo más que palabras de orgullo y agradecimiento para hablar de este trabajo que recoge las historias de estas heroínas.
“Dar la forma de libro es anecdótico”, como decía la abuela Alaye de la Plaza de Mayo, ordenar y dar formato de libro es un acto de resistencia.
No es que quisimos escribir un libro sobre maternidades en soledad, pero sí necesitamos este registro, este lugar para nombrar a estas mujeres de nuestros tiempos. Porque hoy en día me pregunto: ¿Quiénes fueron las mamás de todos los héroes que nos hicieron aprender sus nombres, de San Martín, de Belgrano, de todes elles? De ahora en más, pregunto: ¿cómo se llamó la mamá de cada uno?
Celebro este libro, por muchos trabajos más de resistencia y amor transformador. Nombrar y visibilizar las violencias y las personas violentadas nos hace más reales y conscientes para que no ocurran más.
Gracias.
Ana Laureiro
Miembro de la Consejería para la Prevención de la Violencia Obstétrica https://www.facebook.com/prevencionvo/