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No soy de aquí. No soy de allá

Migrar, la palabra me evoca aquellos viajes que emprenden las mariposas, las aves, los peces y otros animales ante las exigencias del clima, en busca de alimentación o con fines reproductivos.

Pienso también en las migraciones humanas, en las que el viajante decide abandonar su país de origen en pos de mejores oportunidades laborales, educativas y, al igual que los animales, ante las adversidades climáticas, alimentarias, políticas, económicas, sociales...

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El viaje en cualquiera de sus etapas, salida, itinerario o llegada, condensa un aspecto de la experiencia migratoria: el de la pérdida, el de la búsqueda — itinerario trazado o errante— o el del encuentro, lo que se atribuye a la migración geográfica, una dimensión de orden existencial, una experiencia estética en sí y por sí misma. Un no-lugar en el que el viaje geográfico con sus distintos momentos es correlativo al viaje de la vida y los estadios del ser. Y es precisamente en ese sentido que, a lo largo de la historia, los migrantes han generado un intercambio cultural en las identidades artísticas y lingüísticas de sus lugares de acogida: mezclas de sonidos que crean nuevos géneros musicales, bailes, o colores que se transfiguran trazos, o comidas que se convierten en típicas al paso del tiempo. Pienso también en todos aquellos que hemos migrado de un oficio a otro en busca de un quehacer que nos apasione o que nos dé seguridad económica, o simplemente migramos por capricho, o, bien por azares del destino. Cuántas veces una decisión precipitada o equivocada nos deja un gran vacío. Es así como decidí dejar la carrera de contaduría y aunque, mi vocación de madre la reafirmo, dejé mi vida pasada, para convertirme en fotógrafa y recorrer el mudo, las calles y capturar esos objetos olvidados sin dueño que “adornan” las aceras, los rincones... Existe en mí una fascinación por el arte urbano y todas las manifestaciones estético-culturales que, de forma imprevista, ocurren en las calles. Me he convertido en una “callejera” en constante desplazamiento, de una geografía a otra, de un barrio a otro, una profesión a otra, de un saber a otro… y en cualquier momento, aún en tiempos de pandemia, procuro obturar una y otra vez mi cámara fotográfica o mi teléfono móvil para eternizar todo aquello que el espacio público en sus infinitas posibilidades nos ofrece.

Sigue leyendo en nuestro ejemplar digital sobre algunos personajes que decidieron migrar de su profesión original al mundo de la imagen fija.

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