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No estamos todos en el mismo barco

El artista es un anticuerpo que la sociedad crea en contra del poder.

Fabrizio de André

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El pasado agosto, el enigmático y controversial artista inglés Banksy ha financiado un barco para amparar a los refugiados que intentan llegar a Europa desde el norte de África. Bautizada Louise Michel, en memoria de la feminista anárquica francesa, la embarcación zarpó en total secreto desde el puerto español de Burriana. Con 31 metros de largo, pintado de un vibrante color rosa, el antiguo barco de la Armada francesa lleva dibujada a una niña con un chaleco salvavidas y una boya de seguridad en forma de corazón, clara alusión a la icónica imagen de la Niña con globo, un mural realizado por el artista, que como su nombre indica, representa a una niña deja ir un globo rojo en forma de corazón. Banksy usó una variante de esta imagen en 2014, para su campaña de apoyo a los refugiados sirios. Realizó otra variante de la imagen para las elecciones generales del Reino Unido de 2017. El 11 de octubre de 2018, durante una subasta, la obra fue triturada. Aun así, se subastó por 1.04 millones de libras y renombrada por el autor como El amor está en la papelera.

Adquirido gracias a la venta de su obra, el buque de bandera alemana está tripulado por activistas europeos y profesionales del rescate. Al mando se encuentra la germana Pia Klemp, capitana de embarcaciones no gubernamentales que ha rescatado a miles de refugiados en los últimos años. Su humanitarismo políticamente incorrecto –aunque la expresión pueda sonar como un oxímoron no lo es–, la llevó a ser acusada por el gobierno italiano de “favorecer la inmigración ilegal”.

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