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Tiempo
Tiempo
Vivimos anhelando tiempo... Cuando (por eventos desafortunados) lo tenemos, y nos descuidamos, se vuelve terreno fértil para que crezcan viejas incertidumbres y resquemores. Y ahí, mi memoria se desordena como red, como maraña; recuerdos que transitan de un lado al otro, de arriba a abajo, de la A a la Z, pasando por todos los tiempos verbales. ¡La memoria pesada!, que no sigue lógica, es caprichosa, obstinada, a veces caótica.
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Con tanto tiempo termina uno idealizando, fantaseando, y vagando por lo que queremos, lo que sirve, lo que conviene, lo que somos capaces de recordar, eso que no anda dando vueltas por ahí en algún lugar del inconsciente.
Y trato, como un juego, de sacarle provecho a este tiempo de encuentro con mis memorias, e intento evocar algunos recuerdos, esos de por allá lejos, esos que estaban bajo la alfombra, los que no creí importantes. Y me sumerjo, muy, muy, adentro, como en un trance, en una regresión improvisada e inventada, y llegó al fondo.
Me tengo que poner a barrer y a sacar el polvo de todos los bordes, de todas las cajoneras, de todos los muebles, de cada una de las piezas en las que habitan mis memorias.
En este encuentro profundo, no me doy cuenta y estoy llorando. Me transporto lejos, a muchos otros tiempos,
Cuando el aislamiento nos une | 29
algunos buenos, algunos no tanto, pero todos parte de lo que soy ahora.
Ojo con el tiempo, ojo con la memoria.
Camila Alarcón Figueroa
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Historias confinadas