2 minute read
Uno más
Uno más
¿Qué día es? Llevar la cuenta del día que es, de cuántos han pasado, de cuántos llevo encerrada parece no tener sentido. El despertador suena, hay que levantarse y trabajar, porque no importa estar en la mitad de una pandemia, la productividad sigue siendo la prioridad.
Advertisement
En el baño me enfrento al espejo. ¿Es la misma persona que vi ayer la que me devuelve la mirada? Hay algo distinto. El cabello antes castaño ahora se encuentra teñido con blanco. Esa arruga bajo el ojo derecho, ¿ya existía? Creo que no, creo que apareció este último mes, o dos. El cuerpo también se ve distinto. Las curvas más acentuadas, la piel más tirante, los pantalones más apretados. Por mucho que los días se sientan iguales, yo no estoy igual.
Parece que es martes porque nos están avisando que seguimos en cuarentena. ¿O eso pasaba los jueves? Qué más da. El tiempo se ha vuelto relativo, los días pasan y las cosas no mejoran. Los días pasan y mi mente me pasa la cuenta. Cada día se hace más difícil separar la realidad de esta fantasía en la que empezamos a vivir, una fantasía que nos permite sobrevivir.
Tic tac, tic tac. Ya son las cuatro p.m. Se terminó la jornada laboral y nuevamente no logré concentrarme. Pienso que perderé mi trabajo. Luego pienso que no, que nadie más
180 |
Historias confinadas
hace mi pega. Luego vuelven las palabras de mi madre, “nadie es indispensable”, y caigo en un espiral de angustia.
Medio clonazepam me tranquiliza y me alegra ser de ese porcentaje de chilenos que ya teníamos problemas mentales antes de la pandemia, ya tenía el botiquín preparado para este nivel de estrés.
Cierro los ojos para descansar un rato. La cabeza se niega y sigue funcionando sin parar. Reviso las redes sociales. En Twitter todos enojados. En Instagram todos evasores. Ya ni reviso Facebook. Pierdo horas avanzando en las líneas de tiempo, viendo fotos, leyendo comentarios. Gente que perdió a seres queridos, gente que está apoyando a personas con dificultades económicas, gente que vive en otro universo y no se da por enterada de nada.
Miro la hora. Ya son las nueve p.m. Preparo la cena. Leo un rato. Me lavo los dientes. El sueño ya me invade. Espero esta noche descansar algo. Cierro los ojos. Suena el despertador. ¿Qué día es? Qué más da, si hoy será igual que ayer.
Valentina Lopresti Fuenzalida
Cuando el aislamiento nos une | 181