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Partida, encierro y casa
Partida, encierro y casa
Tiempos extraños y caóticos. Afuera la pandemia nos desnuda, adentro el desencanto abruma los sentidos. Cínicamente asumo tu partida y despido la antigua normalidad que nunca volverá.
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Las oscuras mañanas de teletrabajo saben a nostalgia. La lámpara y el computador no tienen importancia mientras los recuerdos en algo abrigan este invierno, te siento, escucho que me hablas, que me apuras para salir al estadio, te veo leyendo un libro o como siempre trabajando.
El retorno a casa no fue fácil, verte partir tampoco. De a poco dejaste de ser tú, aislándote del mundo hasta enclaustrarte en tu pieza. Mi madre te cuidó con un amor a toda prueba, tu pulgoso compañero siguió acompañándote a los pies de la cama y tus herramientas siguieron esperando que las volvieras a usar, hasta que la noche de un martes de junio te fuiste en paz, en paz después de tres años de confusión, dolor y amor.
A veces siento que esto es un mal sueño, pero el encierro eterno me demuestra lo contrario. Sin embargo, puedo ver que lo sucedido permitió que nos descifráramos y termináramos descubriendo que no hubo, hay, ni habrá nada mejor que casa.
Ernesto Nicolás Saavedra Camaggi
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Historias confinadas