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La gran batalla del muro

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Rutina

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La gran batalla del muro

Al terminar de subir al segundo piso se puede ver el patio trasero del vecino desde mi casa. Una malla de kiwi paralela al muro intenta imponer un poco de privacidad para ambos lados. Mi hijo León, un día subiendo la escalera, escuchó voces de niños conversando al lado. Intentó ver a través de la malla y decidió que era mejor romperla abajo, meter su cabeza por la apertura y saludar. Terminó conociendo a dos hermanos, Amy de cinco y Ronald de ocho años. A pesar del frío conversaban de todo. Qué le gustaba a cada uno, si tenían algún perrito o un gato y cómo se llamaba, los dibujos que veían en la tele y cuál videojuego estaban jugando. León, que es fanático de Minecraft, fue rápidamente a buscar una espada cuadrada y agitándola desde las alturas les preguntó si conocían aquel juego.

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Y así se la pasaban hasta que los llamaban a comer o si se hacía de noche.

Un día, se pusieron a discutir por alguna razón que no entendí, sólo escuchaba sus voces alzándose y, según me pareció, risas y burlas. Ambos lados del muro terminaron declarándose la guerra, estaba por comenzar “La gran batalla del muro”. A petición del comandante León tuve que crear una armada de aviones. Fue una de las más majestuosas y coloridas flotas aéreas de papel lustre que había visto en mi

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vida. Ellos también se prepararon con su flota y esa tarde fría de Julio hubo un gran desfile de avioncitos multicolores por el cielo, acompañados por burbujas de jabón lanzadas por el comandante León. Burbujas que se movían al ritmo receloso del viento, codo a codo con las figuras de papel. La batalla duró hasta que ya no quedó ningún avión y las pompas de jabón reventaron al pasar un instante en el aire. Además, el cansancio era notorio. Decidieron hacer un tratado de paz con ofrendas de cada lado. Del nuestro fueron tres grullas de origami: una mamá grulla amarilla y dos pequeños bebés grulla rojo y verde. Y del lado opuesto llegó un avión de papel, adornado con dibujos de globos de colores en cada ala y un dibujo de un Tiranosaurio rex verde. Ahí fue cuando León se hizo dos grandes amigos y vivió una de las batallas más entretenidas durante el encierro.

Francisco Antonio Romero Cornejo

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Historias confinadas

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