El Hilo de Ariadna #1 está dedicado a Nedda G. de Anhalt

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Año 1 - Núm.1 - CDMX Agosto de 2018

NÚMERO DEDICADO A

Mis amores en la sala oscura

de Nedda G. de Anhalt colaboran

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Rosario Hiriart Fernando García Rivas Gina Szclar

Enrique R. Mirabal Mary Carmen Ambriz Gonzalo Valdés Medellín fotografías de norma patiño b

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Andrés de Luna Claudia Chinchilla Catalina Miranda b

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MIS AMORES EN LA SALA OSCURA Prólogo de

Nedda G. de Anhalt

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a Habana de mi niñez tenía más cines que París y Nueva York: el Campoamor, el Ámbar, el Trianón, el Radio Centro, el Olympia, el Paseo, el Alcázar, el Rex, el Dúplex, el Rialto, el Fausto, el Payret, el Capri, el Astral, el Majestic, el Bayamo, el Verdún, el Palace, el Niza, el Florida, el Patria, el Variedades, el Lux, el Lido, el Reina, el Miramar, el Principal, el Universal, el Omega, el Edison, el Esmeralda, el Mónaco, el Casablanca... A veces dos en una cuadra y hasta tres en una manzana. ¡Cómo no voy a querer el cine si nací entre cines! Afuera, la luz del mar rompiéndose contra el malecón, y adentro, la del chorro de luz de la sala oscura, la del proyector de la magia. Desde las esquinas de esa ciudad de mi infancia, que me arrebató y destruyó una tiranía interminable, se veía el mar. La Habana es calurosa y la inunda la luz. Nedda Gurwitz Zuchowicz a los cuatro años de edad Fotografía: Argos Habana

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Los cines, en cambio, eran frescos y oscuros, oasis para refugiarnos de las tristezas de la vida y de las rabias del sol. Ya ni cines quedan en La Habana. No quedó nada. Acabaron hasta con el sueño de la dicha. Mi película favorita de Tsai Ming-liang, Good Bye Dragon Inn, trata de la última noche de un cine de barrio de Taipei que van a demoler al alba. En la sala semivacía dos viejos están viendo una película de artes marciales, el clásico Dragon Inn de King Hu, y en la pantalla en este instante dos hombres se están peleando. La película de Tsai Ming-liang pertenece pues al género del cine dentro del cine, eco a su vez del teatro dentro del teatro de Shakespeare. Pero si en su última función esa sala que va a morir está casi desierta, en sus tiempos de esplendor estaba llena y era un lugar de encuentro de homosexuales. Y ahora éstos, convocados por Tsai Ming-liang, regresan como fantasmas a circular como otrora por los pasillos semioscuros que se vuelven a llenar de abrazos, de besos, del amor de un encuentro, del amor reprobado, del amor en la sombra. Y sobre todo (porque los fantasmas, y ni se diga en la oscuridad, casi ni se ven), es una película de murmullos, de susurros, y de un ruido insistente: los pasos de la empleada del cine, la taquillera que cojea: tac, tac, tac... Va por los pasillos, por la sala, sube y baja escaleras, entra a la cabina de proyección, limpia aquí, limpia allá, arroja una cubeta de agua quién sabe dónde... Ruidos, ruidos, sombras, sombras... La que sí está quieta es la cámara de Mingliang, que casi nunca se mueve. Ah, y ni se habla en su película. Si hay diez réplicas no hay doce. Es casi muda. Digamos que es una película muda en la que en una sala también muda se proyecta una película de espadachines, la de King Hu, ésta sí parlante. ¿Y los dos viejos espectadores saben quiénes son? Dos de los actores de la película que se está proyectando en la pantalla, pero cuando eran jóvenes. Todo envejece, todo se acaba, todo se va al olvido. El cine también. ¡Ay, qué película más hermosa! Mi primera película fue Doctor Jekyll y Mister Hyde. Me metieron mis papás de contrabando al cine porque el taquillero no me dejaba entrar con el argumento de que era una película para adultos. Entré a una sala oscura y me encandiló el chorro de luz de la pantalla. Fue mi primer asombro.


Me encantó ese chorro de luz en la oscuridad. Sentí que había entrado en un mundo mágico, prohibido. Mamá me sentó en su regazo y me tapó los ojos con la mano para que no viera la película porque era para mayores, no para niños, y me pidió que tratara de dormir. Le separé los dedos índice y medio, y a través de la ventanita de los dos dedos empecé a ver la película. Mi mamá volvió a cerrar los dedos; yo se los volví a abrir. Los volvió a cerrar: se los volví a abrir. Y así, cerrando ella dedos y abriendo yo dedos vi la película. Desde entonces me acompaña la sensación de que el cine es algo pecaminoso. Hoy me considero una pecaminosa voyeuse. Esta voyeuse, aquí donde la ven, se ha echado, enteritos y sin faltar a ninguno, treinta y tres festivales de cine en Nueva York. ¡Diez mil películas! Dan como para otra Historia del cine de George Sadoul. A veces estaba viéndome dos simultáneamente en dos salas distintas. Iba de la una a la otra. Mi marido me decía: “¡Por favor, Nedda, quédate quieta!” Segundo gran recuerdo, en el Rialto, de muchachita, me escapé del colegio con Yoyi y Titi, mis mejores amigas, para ver El peñón

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de las ánimas, con Jorge Negrete. Cuando estaba cantando “De Cocula es el mariachi”, las tres, como impulsadas por tres resortes, nos levantamos de las butacas y salimos al pasillo a bailar y a alzarnos los vestiditos. El cine se quedó estupefacto. Y pasado el asombro rompieron a aplaudir. ¡Qué Jorge Negrete ni Negrete! “¡Cómo no fui rumbera!” De Jorge Negrete pasé a Pedro Armendáriz, a María Félix, a Gloria Marín, y, como la vida es así, terminé en México casándome con un mexicano y quedándome aquí. México se me convirtió en mi otro país. A los cines habaneros de mi niñez les sumo entonces ahora los mexicanos del resto de mi vida: el Alameda, el Lido, el Roble, el Ariel, el Teresa, el Mariscala, el Arcadia... No recuerdo el nombre del cine habanero donde vi Doctor Jeckyll y Mister Hyde, ni en qué barrio quedaba. Sólo recuerdo que salí cambiada, fascinada: me cambió la vida. En la sala oscura de los cines pasaban unas cosas; afuera, bajo la luz del sol, pasaban otras.

Nedda G. de Anhalt uentista, ensayista, entrevistadora, maestra, traductora, crítica literaria y cinematográfica por más de treinta años. Sus cuentos, poemas y ensayos han aparecido en diversas antologías en África, Argentina, Brasil, España, Estados Unidos, Guatemala, Nicaragua, los cuales han sido traducidos al alemán, esperanto, hebreo, inglés, italiano, portugués, turco,

mixteco, zapoteco y k’iche’. Nació en La Habana, Cuba, y desde 1967 es ciudadana mexicana. Realizó estudios de Derecho Civil, Diplomático y Administrativo en la Universidad de La Habana, y de Literatura, en el Sarah Lawrence College, Nueva York. Posee una maestría en Estudios Latinoamericanos, por la Universidad de las Américas, México, donde impartió cursos de Literatura Hispanoamericana. Ha publicado quince libros y más de una docena en obras colectivas:

El correo del azar, 1984. El banquete, 1991.

Dile que pienso en ella, 1999. ¿Por qué Dreyfus?

Rojo y naranja sobre rojo, 1991.

El ensayo de un crimen, 2003.

Cine: La gran seducción, 1991.

Cuadernos del exilio, 2006.

Allá donde ves la neblina: Un acercamiento a la obra de Sergio Galindo, 1992 y 2003. Cuentos inauditos, 1994. Crítica apasionada, 1994. A buena hora mangos verdes, 1998.

Al día siguiente, 2013. Déjame que te cuente (1980-2009), 2013. Mis amores en la sala oscura, 2016. Un deseo llamado cine, 2018. Fotografía: Claudia Schapiro

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Fotografía de Norma Patiño 4 El Hilo de Ariadna


“Me gusta el cine, pero la pasión que siente Nedda por el séptimo arte es obsesiva”

Rosario Hiriart

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or este libro de Nedda he sabido

que mi ciudad natal, La Habana, tenía más cines que París y Nueva York. Menciona varios de ellos e incluye fotografías. Me gusta el cine, pero la pasión que siente Nedda por el séptimo arte es obsesiva. Mis amores en la sala oscura traza un recorrido fascinante a lo largo de treinta y tres películas. Está ilustrado con diversas imágenes de directores, actores y actrices. La primera película que Nedda recuerda es Doctor Jekyll and Mr. Hyde, ésta y algunas más llevan el cartel promocional, que nos trasladan a la época de producción de la cinta. La autora, quien se encariña con las proyecciones en las salas oscuras, ama el cine. Destaca de forma adecuada varios temas: los celos, el amor, la venganza y, de manera explícita, destaca el crimen del holocausto. Con Docteur Petiót nos enfren-

ta a un médico de tal vileza (en Francia), quien se ganaba la confianza de los judíos hasta llegar a robarles sus bienes. Lograba conducirlos a su consultorio con promesas de sacarlos de un país nacificado, pero en realidad contaba este asesino con un horno crematorio privado. Un recurso logrado en este libro es el suspenso, a pesar de que no estamos en la sala cinematográfica, ¿cómo lo consigue la autora?, con sus palabras. No sólo observamos esta característica en Memoria de los campos (entiéndase “campos de exterminio”), narrada por Alfred Hitchcock, sino que también está presente de principio a fin en El padrastro, en Semilla de crisantemo, y en algunas más como Sombras; Cuarto 237 y Cita para almorzar. En pocas palabras, Nedda nos resume una realidad que llevamos años intentando explicar a conocidos, a amistades, a catedráticos, a alumnos en las clases de la universidad. Incluso a nosotros mismos. Invito a los lectores a detenerse en este capítulo. Aprenderán mucho de lo que yo a través de los años he sabido de amigos íntimos y familiares. La misma reacción de desconcierto tuvo Sam Fuller, cuando en la primavera de 1945, como soldado, formaba parte del batallón de Big Red One, que libertó el campo de exterminio Falkenau, en Checoslovaquia. ¿Cómo era posible que ese campo de exterminio estuviera en medio de esta ciudad, a la vista de todos y circundado por edificios donde habitaba tanta gente?... Lo ignoro y me pregunto cosas muy parecidas. Cuánto sufrirían hasta que lograron

escapar y llegaron de Alemania a Bélgica, España, La Habana, Nueva York... Destaco un aspecto que Nedda trata con astucia y cautela, el tema racial en Estados Unidos, el cual está subrayado de muchas formas, en diversos aspectos y en varias películas. Por ejemplo, queda implícito en el corto Cita para almorzar. Lo llevará al máximo en Ascenso y caída del campeón Jack Johnson. Este negro norteamericano, que creció y aprendió a boxear en la cárcel, que reta al campeón blanco de aquel entonces, y éste le contesta: “Yo no peleo con un negro.” Asistimos a varios encuentros, percibimos el estado de exaltación del público. La discriminación racial es tajante. Debemos indicar que la autora nos llevó a los Estados Unidos de la primera década del siglo XX. Esta película de tres largas horas de duración, “está realizada con la narración de Keith David, la voz de Jack Jackson, la música de Wynton Marsáles y puras fotografías. ¡Cómo peleaba Johnson! ¡Cómo lo contó Ken Burns! Emocionante”.

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Quiero llevarlos de nuevo al tema en el que Anhalt insiste, “el holocausto”. Comentaré, también en forma muy breve, una película que la autora cita y vimos varias veces: En brazos de los extraños de Mark Jonathan Harris. Es una cinta que narra la historia verdadera de diez mil niños judíos que sacaron de Alemania y Austria para ser llevados a Inglaterra. Indica Nedda que millón y medio de niños de los que no pudieron salir, murieron en los campos de exterminio. Cada vez que vi este filme me conmoví, logrando sorprenderme de tanta maldad humana. Hay un subtítulo en alemán, en el cartel de propaganda, que nos enfrenta al desconcierto sufrido por aquellos niños, Stories of the Kindertransport. Entre otra de las películas que Nedda menciona, destaco El último de los injustos, donde se menciona que antes en Francia se solía, por ley, exhibir parte de esta película shoah, en las escuelas. El filme trata del holocausto. Produce verdadero espanto saber cómo se organizaban durante las noches las matanzas colectivas en los sótanos del campo de Theresienstadt: “por ahorcamiento, pues en él no había cámaras de gas y por eso lo mostraban en las visitas guiadas”. Es tal la fuerza de la denuncia de la autora que tendríamos obligación de citar algunas frases de cada película comentada. No es nuestro propósito ni fin. En Stalingrado, señala que dura cuatro horas y ni una vez se mencionan las palabras nazi ni soviético. Recordemos, ella anota que “trescientos mil soldados alemanes murieron en la batalla de Stalingrado. Sólo seis mil se salvaron y la mayoría tardó doce años en volver”. Leer estos relatos, las palabras de Nedda sobre ellos, produce escalofríos en nosotros. Vayamos ahora a La secretaria de Hitler; La rosa púrpura del Cairo y Cinema Paradiso. En La secretaria de Hitler, la entrevistada cuenta en forma breve cómo la eligió

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Hitler y de qué manera murieron los Goebbels. Ella sólo fue capaz de sentir cierta compasión por una joven alemana de su edad, no tuvo ninguna palabra para los judíos. La rosa púrpura del Cairo de Woody Allen es ya de nuestra época. La protagoniza Cecilia (Mia Farrow). Aquí se produce el salto de la pantalla a la realidad. Vemos mujeres del mundo cotidiano, un burdel, prostitutas que le prometen al apuesto Tom Baxter (Jeff Daniels) noches de placer, pero “Nuestro ingenuo héroe no puede aceptar porque, como les confiesa, está enamorado de Cecilia. ¡Cómo no va a ser mejor el cine que la realidad! Termino estos apuntes con una película que también he visto varias veces. Cinema Paradiso de Giuseppe Tornatore. Esta película, como tantas otras de las que ella se ocupa, al parecer tan sencilla, fue multipremiada. En mucho coincidimos con su opinión. En el ambiente de ese pueblito, sus calles, gente y plazas existe una muestra del neorrealismo italiano. Vida sencilla, en un pueblo pequeño, donde el centro o el alma alrededor del que todos se mueven o viven, es el cine. ¿Acaso por este hecho la escogió Nedda para dar fin a su libro? Son nu-

merosas las películas a las que nos lleva la autora que han ganado premios. Nedda trata también filmes de otro tipo de monstruos, como Freaks, de Tod Browning. Dije monstruos o, mejor, seres discapacitados, deformes que son rechazados por la sociedad cuyo único refugio es el circo. Por ultimo menciono Havana de la cineasta checoslovaca, Jana Bokova; un filme que se refiere a ese diminuto país que es Cuba (donde Nedda y yo nacimos), que creó el servicio de inteligencia, espionaje y castigos, llamado G2, que encontró ese modelo y referencia en la entonces Alemania del Este. Este filme comienza explicando qué es un solar: habitaciones donde viven confinadas las familias pobres, en Cuba hay muchos, y la supuesta revolución nada hizo para cambiar ese modus vivendi. El libro más reciente de Nedda G. de Anhalt tiene un título envidiable y está bien editado. Lo componen 160 páginas ilustradas y lleva el cuño de Editorial Ariadna, pertenece a la Colección Teseo Enredado. La obra se cierra con una fotografía de Nedda, tomada por Enrique Anhalt frente al “Alice Tully Hall de Nueva York en 1988”. A donde muchas veces fuimos mi esposo y yo a recogerlos para ir los cuatro a comer, después de la película vista en el Festival Fílmico de Nueva York. Este libro, ejecutado con brevedad, es todo un acierto. Pienso que Enrique se sentiría orgulloso de este nuevo trabajo de su querida esposa. Texto leído el 19 de agosto de 2017, en la presentación de Mis amores en la sala oscura, en la librería Rosario Castellanos del FCE, en el marco de la Feria Internacional del Libro Judío. Rosario Hiriart nació en Cuba en 1934 y falleció en marzo de 2018, en Nueva York. Escribió ficción, crítica literaria, ensayos y artículos. Dio conferencias en universidades y centros de estudio en Estados Unidos, Europa y Latinoamérica.


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Margarita Peña Fulgor español. Guía para viajeros despistados por la península Ibérica Número 2 ISBN:978-97093094-7-8 (AGOTADO)

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Huberto Batis: La flecha en el arco (ISBN: 978-9689528-14-2 ); La flecha en el aire (ISBN: 978-968-952815-9); La flecha en el blanco (ISBN: 978-970-947143-4); La flecha extraviada (ISBN: 978-970-94714-6-5). Números 4, 5, 6 y 7.

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“Nedda es una ferviente seguidora de este ritual que se llama amor por el cine”

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Fernando García Rivas

scribir bien sobre cine en México —y en cualquier parte del mundo— es una tarea que, como ver cine y teatro o acudir a un concierto musical, debe provocar el mismo fervoroso entusiasmo que siente uno al acudir, por vez primera, a una sala de cine, al ritual iniciático que representa observar una historia de amor o alguna aventura fantástica en este mundo virtual proyectado sobre una pantalla ancha, horizontal. Nedda G. de Anhalt es, desde hace mucho, digamos desde los años ochenta en que publicaba su columna Cine por venir en una sección cultural que dirigía Huberto Batis en sábado, del desaparecido diario capitalino unomásuno, una ferviente seguidora de este ritual que se llama amor por el cine, tanto que la ha llevado a viajar, cada año sin falta, al famoso Festival de Cine de Nueva York, y ahí entrevistar de cerquita a los cineastas locales y extranjeros, actores y guionistas que forman parte del firma-

mento de los autores, parafraseando al crítico e historiador y gurú generacional de cine francés, André Bazin. En su más reciente libro de reseñas cinematográficas, Mis amores en la sala oscura (Editorial Ariadna, Teseo Enredado, 2016), Nedda, escritora cubano-mexicana cuyo primer libro en materia, Cine: La gran seducción (Universidad Veracruzana, 1991) —que gozaba, de una soberbia presentación del recientemente fallecido pintor y dibujante José Luis Cuevas—, exploraba sus afinidades, sus pasiones y sus amores por el séptimo arte, contando una bella anécdota de su infancia en La Habana (la misma ciudad isleña del gran crítico de cine y narrador cubano Guillermo Cabrera Infante de “La Habana para un Infante Difunto”), cuando su madre le tapaba los ojos como una primera censura fílmica y ella, Nedda Gurwitz Zuchowicz, los destapaba en un constante abrir y cerrar de dedos, que se convirtió en

Nedda G. de Anhalt frente al teatro Alice Tully Hall, 1988 Fotografía: Enrique Anhalt

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(el caso de Jorge Ayala Blanco demandado penalmente por el director Arturo Ripstein, con defensa de Elena Poniatowska a favor del crítico o de la “libertad de expresión”), Mis amores en la sala oscura es una formidable y heterogénea recopilación de filmes de ficciones o documentales históricos contados fielmente en sus tramas veraces, en los que Nedda, siendo fiel a su oficio de narradora, crea, en cada una de las películas que cuenta, la versión gozosa, positiva, deslumbrante de cada autor y qué hay detrás de su oficio, sin meterse en detalles con el fotógrafo de cabecera o el paciente editor, el músico o el escenógrafo que, en el caso de los directores mil usos a lo Orson Welles o Chaplin, suelen ser ellos mismos artífices versátiles (el caso de los hermanos Joel y Ethan Coen que editan bajo el seudónimo de Roderick James). Pero la gran ventaja de Nedda es dar a conocer filmes de autores que difícilmente pasarán o proyectarán localmente si uno no viaja hasta el Festival de Nueva York, “nuevos cineastas/ nuevos autores”, que nos llevan a conocer directores finlandeses como Aki Kaurismäki (la comedia negra He contratado a un asesino a sueldo actuada por el actor francés truffautiano: JeanPierre Léaud ); el aclamado director teatral inglés Peter Brook Nedda G. de Anhalt con Vittorio Taviani, 1990 Fotografía: Enrique Anhalt Nedda G. de Anhalt con Paolo Taviani, 1990 Fotografía: Enrique Anhalt una atracción seductora por el carácter prohibido de ver imágenes luminosas en movimiento dentro de la sala de cine oscura. Nedda es una narradora nata, una cuentista, una relatora de estas imágenes que nos han formado como espectadores independientemente de la generación a que pertenezcan, lo mismo si habla de una nostalgia por el cine clásico mexicano en El peñón de las ánimas de Miguel Zacarías, con Jorge Negrete cantando “De Cocula es el mariachi” que la hacen brincar de su asiento y bailar con sus cuatachas de pintas del colegio: Yoyi y Titi. O cuenta a manera de anécdota una ocasión que preparaba su maleta para regresar a la Ciudad de México, y de pura casualidad, asistir al Museo de Arte de Nueva York para sentarse en la sala del teatro para acudir a la función de gala de French Can Can, de 1954 de Jean Renoir, hijo cineasta del gran pintor impresionista Auguste Renoir. De alguna forma, Nedda, coincidencialmente, retoma y extrapola intertextualmente el título del libro de su colega neoyorquina Pauline Kael, Movie love (Amor por el cine), la afamada y controversial crítica de cine del New Yorker. Pero, a diferencia de la crítica negativa que algunos reseñistas suelen usar en contra de la obra de algunos cineastas

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Aki Kaurismäki, director de He contratado un asesino, 1990 Fotografía: Nedda G. de Anhalt (contando extasiado la gran epopeya hindú o de la India: El Mahabharata), sin olvidar a los realizadores neoyorquinos como el infaltable cuentista y clarinetista neurótico Wood Allen, en otras de sus bellas historias del cine dentro del cine (La rosa púrpura del Cairo, 1985) que la hacen exclamar: “¡Cómo no va a ser mejor el cine que la realidad..!” , parafraseando el dicho irrefutable del historiador de cine Emilio García Riera: “El cine es mejor que la vida”. Esta visión ecléctica de entremezclar documentales con ficciones sin importar su nacionalidad la obliga a compartir sus reseñas lo mismo si describe el genocidio histórico del Holocausto, narrado espléndidamente por Claude Lanzmann en El último de los injustos, la entrevista que le hace el director de Shoah al rabino Benjamin Murmelstein, el último de los sobrevivientes del campo de exterminio nazi que fue cómplice de sus verdugos fascistas. De la misma manera descriptiva, La secretaria de Hitler de los documentalistas austriacos André Heller y Othmar Schimderer cuenta la historia de una secretaria particular, Traudl Junge

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que acompañó hasta los últimos días a su führer en el búnker de Berlín. En este género documentalista resalta la aportación del realizador veterano francés Barbet Schroeder con el filme El abogado del terror, el caso del abogado defensor Jacques Verges que le tocaron puros granujas de la calaña de Klaus Barbie, El carnicero de Lyon, Yasir Arafat y de “una legión de terroristas argelinos y palestinos”. Asimismo, aparece el documental de la checoslovaca Jana Bokova sobre la otra realidad de la isla caribeña, Cuba, para documentar en Havana la vida en los “solares”, vecindarios populares donde cada quien cuenta su experiencia de vivir en el régimen longevo revolucionario de Fidel Castro, a lo que Nedda, con mucha ironía, escribe: “En Cuba todo se desmorona, se derrumba: Miramar, El vedado, El malecón, las casas ricas, las casas pobres, los barrios ricos, los barrios pobres, las plazas, las calles, la cultura, la dignidad, la solidaridad, la moral…” . Por otra parte, la autora comprueba su fascinación por el medio rodeándose de fotos con los autores cinematográficos, como con los hermanos Paolo y Vittorio Taviani, creadores de Sol nocturno; también aparece con Barbet Schroeder, el director franco-iraní de Barfly o el cineasta parisino Jacques Doillon en La venganza de una mujer. Dentro de esta diversidad donde el cine para la crítica no es sólo entretenimiento y distracción, Mis amores en la sala oscura abarca en sus 160 páginas la obra del primer cineasta independiente reconocido John Cassavetes, Sombras, pero también conjuga la obra del cortometrista Rodney Ascher, Habitación 237, acerca de la obra maestra del terror, El resplandor de Stanley Kubrick. No hay época del cine que Nedda no sepa apreciar, lo mismo habla de una cinta de culto clásica como Freaks/Fenómenos de Tod Browning, ya homenajeada en otro filme de Jean Luc Godard: Banda aparte, como rinde homenaje a las salas de cine de pueblitos en Cinema Paradiso de Giuseppe Tornatore, donde las escenas antológicas de los besos eliminados por un párroco censor son, en esencia, la historia condensada del amor prohibido en la sala oscura de la memoria colectiva. Fernando García Rivas (Mexicali, B.C., 1964) colabora con dibujo publicitario en el diario Novedades de Baja California desde 1982. A partir de 1989 publica reseñas de cine en la revista Contacto, y desde 1994 hasta 2007 publicó la columna “Linterna Mágica” en el diario La Crónica. Asimismo, en el suplemento “Escenario” de La voz de la Frontera de 2007 a 2010, con la columna “El cine que no dura en cartelera”, y a partir del 2009, publica en el suplemento cultural dominical “Identidad” de El Mexicano y en el semanario Contacto de Baja California reseñas de exposiciones de arte, teatro y fotografía.


Fotografía de Norma Patiño

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“Debió ser difícil seleccionar entre las diez mil películas que Nedda ha visto”

Gina Szclar

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onocí a Nedda hace casi veinte años en casa de mi tía, fue tal el impacto que me causó, que aún hoy recuerdo con precisión lo que ella llevaba puesto. Me cautivó su presencia, su joyería, su forma tan clara de expresar las ideas, pero sobre todo descubrir que nos unía la misma pasión: ver la vida a veinticuatro cuadros por segundo. A Nedda le debo haberme descubierto a uno de mis escritores favoritos: Guillermo Cabrera Infante, y ahora le debo haber puesto en mis manos este maravilloso libro que nos descubre directores y películas de diversas latitudes y tiempos, que —parafraseándola al referirse a Kaurismaki-— “seduce de principio a fin”. Cubana de nacimiento, pero mexicana por destino, y digo destino porque Jorge Negrete, Pedro Armendáriz y La Doña se cruzaron muy pronto en su cami-

no por Cuba, pero ella tenía que llegar a México. Dice que su gusto comenzó en La Habana, “una ciudad que tenía más cines que París y Nueva York” y que la película Dr. Jekyll y Mr. Hyde cambió su vida, la cito nuevamente: “…en la sala oscura de los cines pasaban unas cosas y afuera, bajo la luz del sol pasaban otras”, ambigua paradoja del Jekyll y Hyde que todos llevamos dentro. Debió ser difícil seleccionar, entre las más de diez mil películas que ha visto, las que compila aquí, ya que no solamente son filmes sino también pasiones, agravios, tristezas, celos, rencores, desamores y mucho más. Quisiera poder hablar de todas las películas que incluyó; me fue difícil seleccionar entre tantas y tan entrañables. Empezaré con Cenizas del tiempo revivido del chino Wong Kar Wai, de 1994, leo: “Es una cinta proustiana, poética, explicada con la sabidu-

ría del calendario chino”, para terminar escribiendo “entre la verdad y la mentira o entre ese elemento extraño que es la apariencia sobre el carácter ilusorio de la realidad y del amor que vive de absoluto y eternidad”, Nedda, ¡qué bárbara! Agotaste todas las palabras que pudiera yo utilizar para referirme a ese filme, lo resumiste con elegancia y sensibilidad, espero que Wong Kar Wai te haya leído, sólo me resta decir que el filme habla a través de sus colores y sus espacios. Me encantó la disertación que haces de El padrastro, película norteamericana de Joseph Ruben y cito: “El director toma a la familia como símbolo para demostrar la quiebra de valores de la sociedad en que vivimos”, si pensamos que la película fue rodada en 1987, que alude a esquemas y comportamientos de una familia “perfecta y normal”, normal en los ochenta y nor-

Christopher Doyle, cinematógrafo; Brigitte Lin, actriz, y el director Wong Kar-wai Fotografía: Nedda G. de Anhalt

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Barbet Schroeder y Nedda G. de Anhalt, en casa de ésta, 2015 Fotografía: Tufic Makhlou Akl mal en el 2017, aterra ver que la concepción de perfección y normalidad son síntomas de una enfermedad que aqueja hoy igual que ayer, con esa simple línea dimensionas la cinta como vigente y atemporal. He contratado a un asesino, del finlandés Aki Kaurismaki… comparto contigo la efusividad con que la presentas, el humor negro y la ironía que predominan en este director son únicos, todo en él es absurdo, los personajes, las situaciones y además, como bien mencionas, Kaurismaki ama a México. En una Conferencia de Prensa apareció con una botella de cerveza mexicana en la mano, y recordemos también que en Vaqueros de Leningrado, después de un terrible y comiquísimo periplo terminan tocando en una boda mexicana en la frontera. Recorrer a través de tu análisis la película Semilla de Crisantemo de Yimou, trajo a mi mente una cinta que tenía olvidada, la rescataste para mí y le diste una nueva dimensión, pusiste en palabras lo que rondaba en mi mente el día que la vi “la película transgrede la esencia misma del tabú”. Definición poética para una película que es todo un poema. Me gusta mucho Ken Rusell por polémico o como escribes tú “exuberante, original y anticonvencional” yo agregaría, por ser políticamente incorrecto. Amé la forma en que sintetizas la interpretación de Rusell a la Salomé de Wilde: “irreverente y sensual” y yo agregaría: ilusoria y quimérica. Cuando vi Relaciones peligrosas de Stephen Frears quedé fascinada por la ambientación, la perversidad y la temática: traicionar los principios morales de la época. Me atrapó la relación entre lo bello y lo malévolo y como sabiamente acotas: “es una parábola de dos engañadores que finalizan por engañarse a sí mismos”. Siempre he detestado a Lars Von Trier, es como algo personal entre él y yo, lograste contarme la historia de Rompiendo las

olas con una capacidad de síntesis y poder narrativo que superó al propio filme. Coincido totalmente contigo en tu percepción del documental de Rodney Ascher Habitación 237, en que se abordan todos los posibles significados y las múltiples teorías en torno a El Resplandor de Stanley Kubrick y que se presentó en la Selección Oficial de Sundance 2012, atinadamente dices que este documental brilla con luz propia, Ascher deberá de estar muy agradecido por ese cumplido. Nedda siempre femenina y feminista no podía dejar fuera a una mujer: Hélené Dabrowski, cineasta polaca/norteamericana que dirigió La enlutada, basada en un texto de Italo Calvino y Anaïs Nin. La película posee un ritmo muy especial, me impresionó cómo en las palabras de tu ensayo, trasmitiste ese ritmo preciso y precioso con el que transcurre y nos permitiste “ver” a través de la lectura, el colorido y el deseo. En Da, película de Matt Clark, pones en evidencia la confrontación que siempre ha existido entre el cine y el teatro, hablas de los movimientos de cámara y de cómo el director enfoca una pipa, una carta, un libro y te cito “los objetos se cargan de una intensidad dolorosa, como si tuvieran alma, lo cual es imposible en el teatro”, bravo Nedda, ¡discusión zanjada! ¿Y qué decir de Freaks? Tu disertación o ¿debo decir disección? Una película que con los años se ha convertido en culto pero que en su momento escandalizó e incomodó a una sociedad moralista que daba la espalda a todo “lo feo”, y te leo textual “los monstruos han cruzado la frontera entre el bien y el mal para pasarse al lado del mal”, así lo escribes… duro, seco y directo. Cito tu frase de Doillon en La venganza de una mujer, “como cinéfilo uno desea que el filme no acabe, como lector uno desea que el libro continúe”, pero debe terminar, aunque a veces uno quisiera que las películas y los libros fueran infinitos. Finalizas tu libro con dos de mis películas favoritas: La rosa púrpura del Cairo de Woody Allen y Cinema Paradiso de Giussepe Tornatore; ambas tienen en común el rendir tributo al espectador, a quienes nos seduce el cine, a los que entramos en la sala oscura para amar lo que la pantalla nos entrega, o mejor aún, para entregarnos a las imágenes que subyacen en la pantalla y que nos permiten olvidar por un momento si somos doctor Jekyll o si somos Hyde. Texto leído en la presentación de Mis amores en la sala oscura el 11 de marzo de 2017, en la Librería Gandhi Lomas. Gina Szclar es catedrática del TEC de Monterrey, campus Estado de México y campus Santa Fe, y de la Asociación Mexicana de Cineastas Independientes (AMCI). Es especialista en Historia del Cine Universal e Historia del Cine Mexicano así como en lenguaje, géneros y apreciación cinematográfica.

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“Una sincera y apasionada declaración de amor por el cine”

Enrique R. Mirabal

E

s muy probable que esa tarde-noche en que, acompañando a sus padres, la niña habanera Nedda Gurwitz, muchos años antes de ser de Anhalt, entró por primera vez a una sala de cine, no alcanzó a leer (quizás sí ) una leyenda que, sobre la puerta principal, a manera de flamígera advertencia a lo De Mille, iba dirigida expresamente a ella: Lasciate ogni speranza, voi ch'entrate. Una vez adentro, no hay retorno. El cine la atrapó, para fortuna nuestra, desde ese día que imaginamos de 1941(año del estreno de Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Victor Fleming) hasta el día de hoy. Fue el comienzo de una larga y fructífera Amistad (Perdone, usted, el Fast Forward: Casablanca vería la luz al año siguiente). Es posible que comparase el espacio ordenado por filas con un salón de clases y no se equivocaba, estaba a punto de recibir su primera gran lección a través del invento de los Lumière en el que todas las materias tenían cabida y ninguna aburría. No es fortuito sino premonitorio que su primera película fuese Dr. Jekyll y Mr. Hyde. De día, una aplicada y ejemplar estudiante y, al caer la tarde, una ávida y apasionada voyeuse en la sala oscura. Varias décadas más tarde, Nedda nos comparte, en su más reciente libro, Mis amores en la sala oscura, un repaso singular del cine que ha visto en los últimos treinta y tres años en el Festival de Cine de New York, incluyendo algunos saltos temporales a los clásicos. Las películas seleccionadas suman, cabalísticamente, treinta y tres, un Enrique Anhalt y Nedda G. de Anhalt, en el 41 Festival de Cine de Nueva York, 2003

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corpus cinematográfico que resume el paso del cine desde el último cuarto del siglo xx al comienzo del tercer milenio: ¿Los estertores del cine, tal vez? Estoy seguro de que Nedda, cuando escuche este dicterio, pondrá el grito en el cielo como su tocaya de la ópera de Leoncavallo. El libro que presentamos no es otro que Mis amores en la sala oscura de la Editorial Ariadna y comienza, no faltaba más, con un flash-back, en blanco y negro más algunas secuencias en Technicolor que, con el tiempo, se antojan en sepia. Los cines de su niñez y la primera juventud en su Habana natal, ciudad que apenas alcanzaba el millón de habitantes y contaba con ciento veinte y tantos cines (más que Nueva York y París, entonces). En ellos también abrevó el pionero de los críticos cubanos de cine, Guillermo Cabrera Infante, Caín. Estos cines habaneros, hoy se pueden resumir con un título también de Victor Fleming: Lo que el viento se llevó… En la Ciudad de México, recibieron a Nedda otras tantas salas de cine para seguir cultivando lo que sería un hobby y terminó en una profesión muy seria, eso sí, salpicada de humor. En paralelo, comenzó a narrar historias y se convirtió en una cuentista (y ensayista, periodista, poeta…) de primer nivel. Las treinta y tres películas reseñadas en Mis amores en la sala oscura derivan de una curiosa selección que evita radicalmente la alabanza consensuada de cierta crítica snob y nos lleva de la mano a descubrir otras cinematografías y caminos creativos diferentes que, entre Oriente y Occidente, existen pero son desconocidos del gran público… y de muchos críticos. En el prólogo con que comienza el libro, nos topamos con un delicioso aperitivo chino, Good Bye Dragon Inn de Tsai Ming-liang, una historia de encuentros furtivos en una sala oscura que, en breve, será demolida ¿Un epitafio adelantado para el fin de los tiempos del cine? Nedda nos guía por su recorrido cinematográfico a la manera de Dante en su Comedia, con la salvedad de que el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso se entrecruzan con el celuloide. Valga la aclaración, si fuera necesaria, de que visitaremos los más crueles instintos y acciones del ser humano y nada tienen que ver con el valor y la calidad de las películas citadas: Doctor Petiot de Christian de Chalonge nos transporta a la Francia invadida por los nazis y el papel del Doctor del título como Verdugo voluntario y saqueador de cuerpos y riquezas. El horror no tiene límites y no se detiene en Francia, los campos de exterminio, el Holocausto y las complicidades que afloran al fin de la Segunda Guerra Mundial son retratadas también en Falkenau de Emil Weiss y en El último de los injustos de Claude Lanzmann. El descenso a los Infiernos rebasa la época nazi y alcanza los días que corren con El abogado del terror de Barbet Schroeder y salta de continente con Havana de Jana

Bokova. Lo que todos estamos pensando: el cine es una fábrica de sueños pero no discrimina las pesadilllas. En el Purgatorio, caben todas las pasiones humanas, desde los instintos básicos hasta los comportamientos más sofisticados: Semilla de crisantemo de Zhang Yimou, La última danza de Salomé de Ken Russell, Freaks de Todd Browning o He contratado a un asesino de Aki Kaurismäki. La geografía tiene gran relevancia en la esfera de intereses de la crítica de cine, por eso no pasa por alto ningún país en el que pueda encontrar trazos de originalidad y universalidad a la vez. No pensemos que sólo se interesa Nedda por las historias llevadas al límite, el género documental, de aquí o de allá, no le es ajeno y hay muchos ejemplos en Mis amores en la sala oscura: Habitación 237 de Rodney Ascher sobre el clásico de Stanley Kubrick, The Shining, un icónico ejemplo de cine sobre el cine. Con Ascenso y caída del campeón Jack Johnson de Ken Burns, el box no podía faltar en este repaso de lo más significativo del cine. Ya en el Paraíso, donde Dante se encuentra a la Virgen María, Nedda revisita a los clásicos y, en French Can Can de Jean Renoir, se encuentra con otra María, nada virgen pero llena de luz, María Félix. Sin María, la joyita de Renoir perdería muchos cartas. Y si de Paraíso hablamos, es el lugar idóneo para hablar del cine dentro del cine: La rosa púrpura de El Cairo de Woody Allen y uno de los grandes amores de Nedda G. de Anhalt, Cinema Paradiso de Giuseppe Tornatore. El libro abre y cierra con películas sobre el cine como género y como espacio físico. Con Ming-liang y Tornatore, las salas están destinadas a desaparecer; sin embargo, el tono de Nedda, lejos de hacerse plañidero está lleno de vida y amor por el cine. Eso sí, con nostalgia… no faltaba más. El paraíso de los cines que fueron La Habana y la Ciudad de México, por razones diferentes, ha desaparecido. En ambos casos, hay un ogro detrás de la tragedia y las víctimas no nos autoconsolamos por la pérdida. Todo lo contrario. Seguimos amando al cine. Eso es precisamente, el libro Mis amores en la sala oscura, una sincera y apasionada declaración de amor por el cine. Todas las películas aludidas fueron compartidas por Nedda con su gran amor, éste sí, a plena luz, Enrique Anhalt. Texto leído en la presentación de Mis amores en la sala oscura el 11 de marzo de 2017, en la Librería Gandhi Lomas. Enrique R. Mirabal ha sido crítico de artes escénicas (teatro, danza y música) por más de treinta y cinco años. Es guionista de cine y TV. Autor del largometraje La noche más venturosa y de varios documentales de arte, entre ellos: Remedios Varo: Misterio y revelación; La casa de Luis Barragán y el desarrollo actual de Wolfgang Paalen para la colección Seven Doc de Aube Breton. Escribió: Carnaval 2001, que se estrenó en el Museo del Chopo y fue publicada por Tramoya, Universidad de Xalapa, 2015; La última cena, cuyo estreno fue en 2009, en el Teatro Roxy de Miami.

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Colección de Dramaturgia TESPIS DE ICARIA www.editorialariadna.com

Gonzalo Valdés Medellín A tu intocable persona (Prólogo de Ernesto Reséndiz Oikión) Número 1. ISBN: 978-607-8269-06-8

Hugo Salcedo Onania. Seis metros, dos mil quinientos kilos y un chorro de espuma (Prólogo de Gonzalo Valdés Medellín) Número 2. ISBN: 978-607-8269-04-4

Guillermo Schmidhuber Teatro para lamentar una ausencia (Prólogo de Gonzalo Valdés Medellín) Número 3. ISBN: 978-607-8269-05-1

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Omar García Sandoval Yo moriré esta noche. Sueños Los volcanes del Anáhuac (Prólogo de Gonzalo Valdés Medellín) Número 4. ISBN: 978-607-8269-08-2

Fernando Muñoz Castillo El hastío es pavo real y otras obras de teatro (Prólogo de Gonzalo Valdés Medellín) Número 5. ISBN: 978-607-8269-07-5

Gabriela Ynclán Mujeres de tierra y fuego (Prólogo de Gonzalo Valdés Medellín) Número 6. ISBN: 978-607-8269-09-9

Guillermo Schmidhuber de la Mora 4 Dramas 4 (Prólogo de Gonzalo Valdés Medellín) Número 7. ISBN: 978-968-9528-13-5


“Una pecaminosa voyeuse”

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Mary Carmen Ambriz

n la década de 1980, las películas tardaban hasta dos o más años en llegar a nuestro país. Nedda G. de Anhalt, narradora y poeta, acudía cada año al Festival de Cine de Nueva York, por eso podía estar atenta a la cartelera cinematográfica que arribaría a México. Huberto Batis, en ese entonces subdirector del periódico unomásuno, fue quien le dio el espacio a Nedda para que publicara su columna “Cine por venir”, tomando en cuenta dos situaciones a su favor: la posibilidad de ver cine antes que todos y que lograra transmitirle al lector su pasión por la pantalla grande. La columna de Nedda era polémica porque había personas que creían que estaba de más hablar de películas que quizá nunca iban a poder ser vistas en cartelera, y otras, en cambio, agradecían la puntual lectura porque los ponía al tanto de lo que ocurría con el cine de autor.

Este libro es una recopilación de algunos textos que Nedda G. de Anhalt, en su momento, dio a conocer en esas páginas culturales. La autora recuerda que creció en La Habana rodeada de cines, “un oasis para refugiarnos de las tristezas de la vida y de las rabias del sol”. ¿Cuáles son las películas que considera entrañables? Las que cumplen cabalmente con la idea de mostrar el cine dentro del cine, “eco a su vez del teatro dentro del teatro de Shakespeare”, como es el caso de Good Bye Dragon Inn (Tsai Ming-liang, 2003), Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore, 1988) y La rosa púrpura del Cairo (Woody Allen, 1985). De esta última cabe recordar la siguiente frase que forma parte del guion: “Los seres de ficción quieren tener una vida real y los seres reales una vida de ficción”. Con esta película, Allen se propuso traspasar los límites del lenguaje cinematográfico. Por momentos se tiene la impresión de que la crítica de cine tiene la suerte que algunas películas sean programadas justo en el día que ella acude a determinada sala de arte y, sin proponérselo, termina viendo un espléndido filme. Como es el caso de French Can Can (Jean Renoir, 1954), en donde aparece María Félix, en el papel de una bailarina “semidesnuda, erótica, envuelta en gasas”. La primera vez que Nedda fue al cine vio Doctor Jekyll y Mister Hyde. Sus padres la metieron a la sala, casi oculta para que no los sacaran de la sala, pues se trataba de una función para adultos. Ella describe ese momento clave en su vida como una iniciación a lo que sería una de sus grandes motivaciones. En esa ocasión, la mano de su madre le tapó los ojos, y ella abrió sus dedos para que se filtrara esa luz que veía en toda la pantalla. Así creció con la idea de que ver cine era algo pecaminoso, “hoy me considero una pecaminosa voyeuse”, confiesa Nedda.

Publicado en Milenio el 20 de marzo de 2017. Mary Carmen Ambriz ha colaborado en las revistas y periódicos Macrópolis, Siempre!, Ensayo, sábado (unomásuno), El Semanario (Novedades), La Jornada Semanal, El Ángel (Reforma), Dominical (Crónica).El Financiero, et al. Fue correctora y secretaria de Redacción de sábado. En la Editorial Verdehalago apareció su antología de ensayos La mirada del centauro.

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Fotografía de Norma Patiño

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“¿Cuál sería la película que escribiría Nedda porque le gustaría verla?”

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Gonzalo Valdés Medellín

edda G. de Anhalt (Cuba, 1934) ha rendido culto a su vocación por la escritura, por la palabra, por la imaginación, por la creación. Narradora, ensayista, periodista cultural, crítica de cine y teatro es también una apasionada cinéfila; el cine le ha servido para hacer un par de libros estupendos: Cine: la gran seducción, y ahora Mis amores en la sala oscura. A Nedda G. de Anhalt la conocí a principios de los años ochenta, cuando yo hacía mis pininos en el teatro y en el periodismo cultural, en el unomásuno y en el suplemento sábado que dirigía nuestro querido Huberto Batis, maestro generoso que —la letra con sangre entra— me aleccionaba en la escritura con sus sempiternos estallidos de cólera, que compartíamos la inmensa mayoría de sus colaboradores.

Era 1986, recuerdo bien, cuando Nedda llegó al Museo Universitario del Chopo, una tarde, a ver mi primera obra teatral: Corazones apasionados en manos del buzón sentimental y de la que hizo una crítica hermosísima que lograba que el público se adentrara en esa llamada por mí, “farsa telefotonovelesca”, donde con la osadía de los veintitantos que yo contaba satirizaba al medio cinematográfico mexicano y en especial a las figuras de la llamada Época de Oro del Cine Nacional: Pedro Infante, Sara García, Libertad Lamarque, Ernesto Alonso… y sus sucedáneos en el tiempo de la televisión azcarraguiana: Lucía Méndez, Verónica Castro, Vicente Fernández, Humberto Zurita (quien años más tarde sería tan buen amigo mío). De aquella osadía juvenil de mis Corazones apasionados…

Nedda G. de Anhalt y Gonzalo Valdés Medellín en la librería Rosario Castellanos, FCE, 2017

Nedda destacaba en su nota el hecho de que me hubiera atrevido, además, a ponerle letra nada menos que al Huapango de Moncayo, y a convertirlo en el tema central de la obra. Decía Nedda: “¡...sale usted cantando el Huapango!”. Su crítica era muy entusiasta, muy amable, demasiado generosa para con un joven dramaturgodirector que daba sus primeros pasos firmes. Siempre se lo agradeceré. Porque entonces no éramos amigos, pero a partir de entonces siempre lo hemos sido. Y siempre la he respetado y la he leído con la pasión que imponen sus textos, tan bien escritos, tan pulimentados en su prosa, tan certeros, tan poco convencionales, tan transgresores, en muchos sentidos. Además somos acuarianos, ella cumple años el 5 de febrero, yo el siete. No he podido dejar de lado esta remembranza después de leer Mis amores en la sala oscura, título digno de una novela y que, bien mirado, puede entregarnos la visión de esa espectadora, cinéfila irremediable, con los múltiples amores que le han significado todas y cada una de las películas que ha visto porque, como asienta al final de su Prólogo: “En la sala oscura de los cines pasaban unas cosas; afuera, bajo la luz del sol, pasaban otras”. Después del Prólogo a Mis amores en la sala oscura, uno se interna en la maravilla que representa el séptimo arte y, de la mano de Nedda, vamos conociendo filmes excepcionales. A mí me arrebata la pasión cuando un autor me descubre cosas, me cultiva, me hace aprender —y aprehender— de cosas, autores y obras que de otra

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en su reseña a Prácticas ilusorias de Molly Bernstein y Alan Edelstein: “El arte es una trampa al que nos sometemos gozosamente”. Así, las aproximaciones cinematográficas de Nedda G. de Anhalt nos revisten de luz, la luz de la inteligencia y la reflexión humanística que a ella le llegaron en la sala oscura con cintas como El aguijón de la muerte de Kohei Oguri, El padrastro de Joseph Ruben, He contratado un asesino de Aki Kaurismäki, Rompiendo las olas de Lars von Trioer, Sol nocturno de los hermanos Taviani, Sombras de John Cassavetes, Ascenso y caída del campeón Jack Johnson de Ken Burns, El manuscrito encontrado en Zaragoza de Wojciesch Has, Havana, de Jana Óscar Wilde, disfrazado de Salomé Colección Guillot de Saix Bokova, hasta culminar con las H. Roger Viollet, París muy conocidas La rosa púrpura del Cairo de Woody Allen y Cinema Pa- sólo mencionar algunos de los títulos que estructuran Mis radiso de Giuseppe Tornatore, por amores en la sala oscura. Preservar la memoria del cine ha sido vocación irreJack Johnson nunciable de Nedda G. de Anhalt y de ello da fe este libro de invaluable factura (que debería leerse, ser libro de texto en todas las escuelas de cine) y donde encontramos la sensiblidad de una mujer de nuestro tiempo, de una escritora que ha sabido poner su sapiencia al servicio de la imagen y el amor por el cine. Quizá en una de ésas, nos deleite con un guion cinematográfico nuestra querida Nedda. ¿Cómo sería la película que de ella emanaría? ¿Cuál sería la película que Nedda G. de Anahalt escribiría porque no la ha visto y le gustaría verla? Tal vez, entre todos esos personajes de ficción y no ficción que deambulan por las páginas de Mis amores en la sala oscura, esté la respuesta y ahí mismo se descifre el misterio de ese mar de creación por el que transita la autora haciéndonos partícipes a los lectores con esplendidez y generosidad.

manera, de no ser por este autor, quizá nunca habría tenido conocimiento. Es el caso de la gran mayoría de estas películas reseñadas y criticadas por Nedda G. de Anhalt, entre las que destaco, en primer lugar y por mi condición de teatrista, La última danza de Salomé de Ken Russell, un director al que siempre he admirado, desde que vi su versión de Women in love (1969), traducida para el público hispanoparlante como Mujeres apasionadas, sobre la magitral novela de D. H. Lawrence. En su reseña a La última danza de Salomé, detallista e incisiva, Nedda nos describe punto a punto la puesta en imagen de Ken Russell a esta …última danza… concluyendo que la película, en sí, “es un triunfo de la fantasía provocadora de este cineasta británico”. Y es que, como afirma Nedda

Texto leído en la presentación de Mis amores en la sala oscura, el 19 de agosto de 2017, en la librería Rosario Castellanos del FCE, en el marco de la Feria Internacional del Libro Judío, y publicado en la revista Siempre!, el 27 de agosto de 2017. Gonzalo Valdés Medellín es director de teatro, dramaturgo, novelista y periodista cultural. Ha recibido varios premios nacionales e internacionales.

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“Un trabajo tan admirable que vale la pena leerlo cuanto antes”

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scribir sobre cine es ahuyentar las sombras para que, a veces, aparezca algo de luz en el camino. Éste es el caso de Mis amores en la sala oscura (Editorial Ariadna, México, 2016) de Nedda G. de Anhalt, un texto que habla en su prólogo de una Habana poblada de cines, donde, según comenta la autora, había más salas que en París y Nueva York. Luego enumera los infinitos lugares donde se proyectaban las películas que le dieron una pasión reconcentrada que aparece en el siguiente volumen. Al igual que Cabrera Infante y Severo Sarduy, dos figuras emblemáticas de la literatura del boom y mucho más allá de estos fenómenos publicitarios, ellos vivieron las convulsiones de una Revolución Cubana que trajo la alfaJacques Doillon, director de La venganza de una mujer, y Nedda G. de Anhalt, 2003 Fotografía: Enrique Anhalt

Andrés de Luna betización a la isla, para, posteriormente, sobre todo después del siniestro 1991 traer a Cuba la desgracia y el desarraigo, la decadencia absoluta en la que vive un país que tuvo sus mejores méritos en épocas ya perdidas. En fin, que ésa es una historia que todos conocen. El hecho es que todo el libro de Nedda es un ejemplo de literatura del cine. Un texto escrito con la entrañable adoración de los Festivales Cinematográficos de Nueva York, donde pudo ver la mayor parte de los largometrajes, documentales y cortos en ese espacio que se abría como una opción en medio de las atribuladas carteleras de México. Ella recuerda la primera función a la que fue llevada por sus padres, pasaban Doctor Jekyll and Mister Hyde de Victor Fleming. Cuenta: “Me encantó ese chorro de luz en la oscuridad. Sentí que había entrado en un mundo mágico, prohibido. Mamá me sentó en su regazo y me tapó los ojos con la mano para que no viera la película porque era para mayores, no para niños, y me pidió que tratara de dormir. Le separé los dedos índice y medio, y a través de la ventanita de los dos dedos empecé a ver la película. Mi mamá volvió a cerrar los dedos; yo se los volví a abrir. Los volvió a cerrar: se los volví a abrir. Y así, cerrando ella los dedos y abriendo yo dedos vi la película. Desde entonces me acompaña la sensación de que el cine es algo pecaminoso.” Así concluye esta mirada al cine de Nedda G. de Anhalt. Luego vienen sus comentarios a un poco más de tres decenas de filmes. Muchos de estos se han quedado en las salas de Nueva York o de Europa, pues México ha carecido de distribuidoras capaces de proyectar estos magníficos filmes. Además, Nedda va mucho más allá de una simple reseña cinematográfica. Pues ésta debe tener en cuenta un pésimo cine y otro más relevante, pero que es ocasional. Ella va tras el placer del cine, dicho en términos barthesianos. Todas las películas de las que da cuenta la autora, son trabajos notables de recuperación de algo de la realidad. Por ejemplo, Ascenso y caída del campeón Jack Johnson de Ken Burns, rescata al primer poseedor del cinturón de campeón mundial en el boxeo. Por las épocas en que se dio ese atleta borrachín y mujeriego, la cinta es un recorrido a través de fotos fijas de los primeros años del siglo XX. También en Mis amores en la sala oscura, ella nos cuenta de otros documentales, como La

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Christian de Chalonge director de Doctor Petiot Fotografía: Nedda G. de Anhalt

tió”, pues muchos de los jerarcas nazis o de la soldadesca del régimen al ser entrevistados o enjuiciados negaban las atrocidades del nacionalsocialismo. También Nedda comenta filmes que estuvieron en las carteleras nacionales, éstas son Las relaciones peligrosas, Rompiendo las olas, Sol nocturno, El manuscrito encontrado en Zaragoza, Freaks, French Can Can, El tren nocturno, La rosa púrpura del Cairo y Cinema Paradiso. De todas estas cintas, Nedda hace un recuento con magnífica prosa en un sentido inteligente para hacer un relato de cada cinta. Así que Mis amores en la sala oscura es un magnífico trabajo de la autora, un trabajo tan admirable que vale la pena leerlo cuanto antes. También vaya mi felicitación, para Catalina Miranda, esforzada y talentosa editora quien realizó el trabajo de este libro. Vayan pues mis mayores elogios para ambas participantes de la cultura nacional.

secretaria de Hitler de André Heller y Othmar Schmiderer, que narra las anécdotas de una mujer, Traudl Junge, una de las mecanógrafas que auxiliaban al Führer en sus labores detestables. Ella cuenta incluso la muerte de la perra amada de Hitler, la cual fue envenenada por el líder germano cuando ya era inminente su derrota. Al fin de su comentario, Nedda escribe: “Sabrá Dios si de veras se arrepin-

Texto leído en la presentación de Mis amores en la sala oscura, el 7 de diciembre de 2016, en la librería Icaria, en la extinta Escuela Mexicana de Escritores. Andrés de Luna (Tamaulipas, 1955) es crítico de cine y literatura; cuentista y novelista; catedrático en la UAM-Xochimilco. Ha impartido clase en la UNAM, en la Universidad Anáhuac y en el Claustro de Sor Juana. Es reconocido por sus investigaciones en torno al erotismo.

“Tus recuerdos y afectos con el cine y su producción”

Claudia Chinchilla Vettorazzi Querida Nedda:

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engo en mis manos Mis amores en la sala oscura. Es una producción exquisita de tus memorias, y enriquecedora para las nuevas generaciones que, con el alcance tecnológico, no disfrutan como lo hicimos nosotros, esa oscuridad cómplice de una sala de cine. Me encanta el desarrollo narrativo de la obra, en la que reafirmas tu talento para el cuento, pues no dejas de ser esa cuentista refinada y certera al compartirnos tus recuerdos y afectos con el cine y su producción. Agradezco el envío. Un abrazo y el deseo porque tu libro tenga la acogida que merece entre los lectores. Besos. C. CH. V. Escritora guatemalteca

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Fotografía de Norma Patiño

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“Una cinéfila empedernida, devoradora de ciclos y muestras”

Catalina Miranda

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edda encontró su vocación como espectadora de cine, siendo demasiado joven, ¿a los seis, siete, ocho años de edad?, cuando sus padres, sin el ánimo de perderse una película, la introdujeron a una de las tantas salas, que en esa época pululaban en La Habana, casi a escondidas, porque la película era para adultos. “Me encandiló el chorro de luz de la pantalla. Fue mi primer asombro”, confiesa. A partir de ese momento jamás dejó de asistir al cine, ni en Cuba (al Capri, al Majestic, al Palace, al Miramar, al Rialto, al Campoamor, al Alcázar, al Variedades), ni en México, en donde radica desde la década de 1960 (al Lido, al Arcadia, al Roble, al Ariel, al Teresa, al Alameda…) Siendo una cinéfila empedernida, devoradora de ciclos y muestras (ha visto, seguiditos, treinta y tres festivales de cine en Nueva York) reúne en este volumen las reseñas de sus películas preferidas, las más amadas, las que la han acompañado a lo largo de su vida como “pecaminosa voyeuse”. En el Prólogo a Mis amores en la sala oscura, escrito por la misma Nedda declara que su película preferida de Tsai Ming Liang es Goodbye Dragon Inn, en la que se da el juego del cine adentro del cine, y en la que se asiste a la inminente desaparición de las salas en las que se hacinaban

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gran cantidad de espectadores. Curiosamente, el libro termina con Cinema Paradiso, con la demolición de ese cine, y con la serie de besos recortados de las cintas, que Alfredo, el anciano ciego, empalmó y que dejó a Toto en herencia. Al armar este libro, Nedda G. de Anhalt ha actuado de la misma manera que Alfredo, es decir, ha ensartado cada una de sus películas preferidas para armar un collar vistoso, nostálgico, admirable y por momentos aterrador; las cuentas que eligió Nedda son a veces perlas que nos hacen llorar; diamantes que regocijan como las promesas que emanan de una sortija entregada a una doncella, o rubíes ensangrentados que sacuden y hacen tomar conciencia de la maldad con la que muchas veces actuamos los seres humanos. Mis Amores en la sala oscura, de Nedda G. de Anhalt contiene la sabiduría de una sensible espectadora, la crítica de una experta y la gracia de una mujer curiosa que nunca deja de maravillarse y sorprenderse ante la más mínima manifestación del arte. Texto leído en la presentación de Mis amores en la sala oscura, el 7 de diciembre de 2016, en la librería Icaria, en la extinta EME (Escuela Mexicana de Escritores), y publicado en la Revista Siempre! el 22 de enero de 2017. Catalina Miranda es poeta, narradora, periodista y editora. Directora de Editorial Ariadna desde 2005.


Literatura gay Dos novelas y una obra de teatro de GONZALO VALDÉS MEDELLÍN compra en https://www.kichink.com/stores/www-editorialariadna-com El Hilo de Ariadna es una colección periódica de Editorial Ariadna. El contenido de las publicaciones es responsabilidad de los autores. En El Hilo de Ariadna no se discrimina a ningún autor ni por su género, ni por su edad, ni por sus creencias religiosas ni políticas, tampoco por sus preferencias sexuales ni por su situación económica, tod@s son bienvenid@s. ISBN de la Colección: 978-607-8269-25-9. ISBN del Número 1: 978-607-8269-26-6. El cabezal El Hilo de Ariadna es creación de Héctor de la Garza EKO. El número 1 de esta colección está dedicado a Nedda G. de Anhalt y a su libro Mis amores en la sala oscura (Ariadna, México, 2016, 160 pp. Colección Teseo Enredado / 4. Ilustraciones de las portadas: Marco Antonio Campos Vega. Retrato de la autora en la contraportada: Basia Batorska). En los números siguientes de El Hilo de Ariadna se incluirán secciones de poesía, narrativa, reseña, ilustración, dramaturgia, crítica, fotografía..., por lo que los autores interesados en ser incluidos pueden mandar sus colaboraciones, las cuales serán valoradas por el Comité Editorial, al buzón: correoelhilodeariadna@gmail.com © Fotografías: Archivo de Nedda G. de Anhalt. Prohibida la reproducción. Editora: Catalina Miranda Diseño: Anubis Olid Redacción: Angelina Martínez Herralde Oficina: 26 14 31 90 / Cel. y WhatsApp: 55 39 56 25 06 / www.editorialariadna.com / FaceBoock: Edit.Ariadna

Año 1 - Núm. 1 - Agosto - 2018 25


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