EL HILO DE ARIADNA #13 José Ruiz Mercado

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José Ruiz Mercado DRAMATURGO PERIODISTA POETA NOVELISTA COLABORAN Miguel Ángel Tenorio Alejandro Ostoa Victoria Falcón Lucía Balvaneda Lagarda Óscar Trejo Zaragoza Catalina Miranda Número 13 - CDMX Octubre del 2022

HABLAR EN DO MENOR

José Ruiz Mercado

Por algo se puede iniciar. Reflexión a partir de la esperanza. Esos cinco minutos de glo ria otorgados por el reconocimiento. Así, sin escuchar los murmullos de los otros y, eso, hace tiempo no lo tenía.

Por algo inicio. Los reconocimientos, las frases de aliento, individuos antes no vistos, la magia en co mún. Hablas de los otros, de su trabajo, escribes, les das su espacio. La magia.

Hoy es el año de… Y ayer fue 1973 cuando las publicaciones se iniciaron, los reconocimientos, los montajes, las puestas en escena. Era actor en ese enton ces, o por lo menos eso creía.

En el Centro de Estudios Universitarios Columbia College, en la Semana Cultural, del 22 al 27 de junio de 1998. Semana Ho menaje a José Ruiz Mercado por sus 25 años de aportes a las letras, al quehacer escénico, al periodismo y docencia.

Lo más interesante, puedes hablar de ayer en presente, se vuelve complicado hablar de mañana. Así es esto de hablar. Cuando inicias no tienes claro hasta dón de puedas llegar. Te mueve el ya la hice. Soy el número uno. Crees en la eternidad de los cinco minutos de gloria mientras el Sol continúa ahí observando cómo la tierra da vueltas.

Cuando lees algunas biografías de escritores, algu nos fueron periodistas, dieron pautas a la escritura, provo caron cambios idiomáticos, posiblemente sea el camino, lo ya hecho no es el único camino.

Voy tirando hilos, posibilidades, varios años de actuación, varios años de foro en foro, de leer, de pre guntas sin respuesta, de escribir, enseguida la pregunta: ¿Por qué escribo? Enseguida la respuesta, de inmediato, porque tengo muchas dudas, bastantes.

El lenguaje, el más grande de los conflictos huma nos, la herramienta más compleja, el juguete de mayores dimensiones, el de altas posibilidades. Enten der al otro o negarlo a nombre del ego enar decido.

Lenguaje, luego habla, luego len gua, luego idioma, luego los juegos de la etnia, los giros idiomáticos, la temporali dad, lo atemporal, el oficio de escribir, la musicalidad de las palabras, lo visual de las grafías.

Nada está aislado. El universo es un todo armónico, nada está de más, inclu yendo los momentos discordantes. Tiene su musicalidad, sus tonos, semitonos, la espiri tualidad con segmentos de exceso de luz y sombra. En momentos barrocos de amplios fugaces instantes, otras, lo dodecafónico como el todo.

Lenguaje, estructura rítmica sinco pada. Gerardo Diego, poeta fonético junto con García Lorca, el del ritmo andaluz, los dos iberos de raigambre diversa, contras tante paleta colorística distinta en armonía.

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Un día me doy cuenta de mi ena moramiento tanto con las letras como con la música. Las tardes leyendo y via jando con el sonido. Las tardes, en los ca fés más apartados, con mis libros y libreta de notas. Vivir en casa pequeña te hace trotar espacios.

La intensidad del color con lo mismo del sonido nos lleva a elaborar paisajes lingüísticos de movimiento cua litativo. Estructura sinestésica en donde el color y el sonido nos ofrecen concor dancias.

Ejemplos operísticos nos llevan de la mano de cómo el color ofrece espa cios mentales, que, o bien son narrativos, o estructuras mentales del personaje. El cine toma, con la riqueza de la cámara, la entrada a ese universo de color.

En el teatro, el lenguaje color música, se ha convertido en parte de la firma de entrada de la mayoría de mis obras dramáticas. Frases como: la sala oscura. Todo en silencio. Mientras el te lón se abre, una música de violín, muy leve, se escucha…

Elemento de sonido, de luz y sombra. La música es una acuarela de emociones. Desde las más primitivas per cusiones a los sonidos del viento, de ese ronronear de la licuadora al salvaje de venir de una moto. Todo es música. No necesariamente incidental.

Los sonidos, los ruidos, la es tructura dodecafónica o el serialismo son parte de la cotidianeidad actual. En momentos nos limitamos al pretender un academicismo no buscado. Nos asus tamos con nuestros hallazgos, creamos un pensamiento en donde la abstracción jamás entra. Es entonces cuando la utili zamos como un elemento narrativo.

Lo singular de la ópera es la tea tralidad implícita. La música no narra, es parte de la singularidad de la temática

El mojado James. Grupo Granma, dirección Jorge Doal. Fotografías de Ipsaim Ruiz

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y es personaje. Un todo inmerso en un todo afirmante de la historia, abanico disparador de acciones, tonos, armonías y desarmonías de luz y oscuridad, de intensi dad de color.

En el verismo la música se impone. El expresio nismo libera la rigidez establecida y Wagner hace pre sentir la teatralidad, un rayo liberador con la energía otorgada por el conjunto lingüístico. Nada queda fuera.

Teatro es ópera, la escena llama a danza, a luz, color, el lenguaje escénico sostiene múltiples posibilidades.

Las acotaciones forman parte de la teatralidad, se alejan de ese vicio del director hecho dramaturgo para entrar a la poesía visual.

Cuando un dramaturgo escribe las impresiones de la escena, jamás está pidiendo al director que siga sus pasos, le está pidiendo compartir su imaginación para emplazar el uso de su propio pincel.

El director de oficio comete la imprudencia de escribir dirigiendo la obra. Cada uno en su papel, pero siempre unidos en un trabajo de conjunto. El teatro es eso, trabajo en equipo bajo el mayor respeto.

Un director de escena tiene la cualidad de uno de orquesta, aquí las cuerdas, acá los metales, todo va a depender de la partitura de acciones, de los persona jes, pero, además, de la tesitura de la voz de los actores. Y esto, sólo lo sabe el director de escena, mas no el dramaturgo.

Así pasa de circunstancia a circunstancia el tra bajo en el escenario. Actor en compañía con sus compa ñeros, atento a las indicaciones del director, a esa lectura adelantada al público futuro. Así pasa, las emociones en pila, en la variedad del hacer. Mis años de actor.

DE LA ESCENA A LA ESCRITURA

No sé si iniciar con aquel dilema medieval de “fue en el principio…” o iniciar con otro contenido. La ver dad, cuando entré en ese mundo de los discursos, de los acontecimientos sociales fueron el mismo año.

Formaba parte del grupo de teatro de la Facul tad de Filosofía y Letras de la UdG, después participo en el grupo del Instituto Goethe, dirigido por Werner Rusicka; es el año de la publicación en la revista Pape les al Sol del Departamento de Bellas Artes del Estado de Jalisco (DBA). El año, además, del Premio Miguel Marón, a cargo del DBA, uno de los jurados fue Emilio

Carballido. A este reconocimiento se suma el del Insti tuto de la Juventud (INJUVE) estatal y nacional.

Con todos estos reconocimientos, pertenecien do a un grupo de teatro, creí ver mis obras montadas. No fue así. Seguí escribiendo. Leyendo. Discutiendo de los autores favoritos. En el fondo deseaba ser narrador. Hice mis apuntes, pero estos no salían, terminaban en teatro.

Para 1974 la Universidad de Guadalajara con vocó a un concurso literario al cual llamó Certamen de Letras. El llamado fue para la Universidad completa. Se podía entrar con un ensayo, una novela, un cuento, poesía o teatro. Los mejores, en cada género, se publi carían como libro. Uno por cada uno. Y sólo se podía participar en un género. Una cantidad pecuniaria más o menos, la publicación del libro.

Gané en teatro. Vino el dinero en una cere monia escueta en el auditorio de la facultad (menos de treinta minutos) con la promesa de la edición, la cual, jamás se realizó. A los seis meses nos reunimos para vi sitar al rector. Creíamos que la asistencia a la oficina del rector (quien además tenía fama de culto) nos llevaría a ver editada nuestra obra.

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Gran sorpresa. Primero nos felicitó. Luego en salzó con aquello de se ve lo estudiosos que son, pero eso no le sirve a la Universidad. Escriban un libro de consul ta, un libro para que lo lleven de texto. Eso sí sirve. Gran sorpresa. Las palabras de un rector.

Ese año sale la convocatoria para las Becas “Sal vador Novo”. Los requisitos eran estar en activo. Pedían una muestra de la obra. Los reconocimientos obteni dos hasta ese momento. Ahí estaba el Miguel Marón firmado por Olivia Zúñiga, Emilio Carballido; los dos del INJUVE, y el de la Universidad. Reuní el material solicitado y la beca me fue otorgada.

Ahí conocí a Miguel Ángel Tenorio, a Ricardo Pérez Quitt. Un periodo de contrastes. Miguel y Ri cardo, de alguna forma, estaban respaldados por las personalidades de su entorno. Diferente a lo vivido en Guadalajara.

Fue cuando, en compañía de dos amigos de la facultad, decidimos publicar la obra poética, tanto pro pia, como de quienes estaban en circunstancias simi lares. Decidimos hacer nuestra labor. Por la economía no podíamos publicar obra grande, pero sí, en cambio, podíamos publicar poesía, hacer presentaciones, casi manifestaciones.

El día de la decisión leíamos un libro de César Vallejo, lo comentábamos. En uno de los versos estaba la palabra exacta. Y nació CÓLERA Dos hojas tamaño carta impresas por ambas caras. Como quien dice, un cuaderno doblable. Así le llamamos, cuatro caras, trein ta y dos centímetros.

Su distribución estuvo bien. Pasó de los patios de la facultad a los congresos nacionales. Se habló de la publicación en las páginas de diferentes diarios del país hasta llegar a Cuba. ¿Para qué esperar si se puede volar? Decíamos.

CÓLERA nació bajo la consigna de jamás in terferir en la obra del otro. Si tienes algo por decir, ahí está. Una calidad mínima, las ocurrinas no entraban, todo plenamente justificado. De estilos era otra cosa. Estábamos aburridos de la conceptualización moral y estilística de los maestros.

Fuimos tres quienes integramos la dirección. Tres con una estética diferente, una revisión al trabajo, incluso opuesta, lo ahí publicado debía ser producto de un análisis.

La poética (se requiere decir de alguna forma) fue, desde el compromiso político, muy acorde a esos tiempos, hasta el manejo de los lenguajes para llegar a una especie de híbrido.

En lo personal mi inclinación fue (es) el estudio, el manejo estructural de la palabra en alusión al pai sajismo urbano. Un individuo camina por las calles de adoquines en medio de la lluvia sin mirar su entorno, los edificios mojados, las alcantarillas. Camina con ga bardina, el agua brinca entre sus zapatos. Camina con prisa. Entra a un café. El material preciso para ese ro mantizar la urbe, para crear la imagen de la desesperan za, o retratar el nihilismo cotidiano.

Somos parte del retrato de la urbe. Objeto an dante del concreto. Mas no necesariamente personajes, para ello nuestra condición debe ser otra. El ejercicio de existir tiene su exigencia. La libertad entre continuar bajo la lluvia o la de entrar a un espacio donde la co tidianeidad será otra, o donde se puede crear para ser nuestra. Quitarse la gabardina. ¿Seguir con ella? ¿Dón de dejarla con toda la humedad encima? La vida urba na es un acto cotidiano en donde se vuelve un acto de conciencia la convivencia puede ser libertad, rutina, o turnar la responsabilidad al otro.

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Todo esto responde a una forma. Al final, ¿cuál será? El compromiso del autor inicia aquí. Tomar estos elementos para un cuento, una novela, una poesía, ¿qué voy a hacer con eso?

Las discusiones se daban. Se buscaba la forma al contenido. Éste era del autor, la forma venía del material. Hubo muchas entradas que no llegaron a buen puerto. Probablemente no tenían motivo para llegar. Así trabaja mos nuestros textos. Ésta era (y continúa) mi poética.

Mas no es exclusivamente la relación visual, los contenidos fonéticos, también es la música, el timbre de las cuerdas. Búsqueda y encuentro de sensaciones cotidianas.

La atmosfera de CÓLERA por un buen perio do fue esto. Cuidamos no utilizar las ediciones para no sotros. Darle espacio a quien lo solicitaba nos permitía crecer, acercarnos a otros mundos. Si la idea era generar una democracia cultural, lo menos era aparecer en cada número. Ya teníamos suficiente crédito con ser los edi tores para qué, además, dirigir reflectores.

Nacieron las publicaciones independientes. Se dijo ir por la libre. CÓLE RA entró a otra etapa que rompía su espíritu inicial: La competencia. Y dejó de editarse. De alguna manera cumplió su función.

LA POESÍA VA. ¿Y EL TEATRO?

Actué varios años. Todo ese tiempo leí cuanto libro de actuación llegaba a mis manos. En giras iba a las librerías de usado a buscar lo mucho o lo poco que en contraba del tema. Me topé con la obra dramatúrgica del lugar. Alguna vez llegué a tener charlas con ellos.

Luego soy benefi ciado con la beca “Salvador Novo”. Leo, escribo casi las

veinticuatro horas. La responsabilidad, cuando uno ad quiere un reconocimiento, es grande, se debe decir a uno mismo la razón por la cual está ahí.

Inicio a leer libros acerca de las corrientes dra matúrgicas, leo el teatro de los maestros, todo lo nuevo, lo anterior, las revistas, pero, sobre todo, las reseñas de los diarios. Mi primera interrogante: ¿Por qué no existe una sociedad de críticos de teatro en Guadalajara?

Además de leer todos los días voy al teatro. En alguna ocasión fui a dos funciones diferentes. Por su puesto, fue cuando asistí a ver las muestras de pintura, los estrenos de música. Adquirí una buena colección de libros teóricos acerca de la estética y la pintura. Tenía una beca con la cual me podía dar esos lujos y más.

Aún recuerdo un libro con el tema de la esce nografía como parte de las artes visuales. Editado en Nueva York, el cual, por cargar con él y compartirlo se extravió.

Las sesiones eran en la tarde, por la colonia Del Valle. Nuestra obligación: enviar el trabajo previo a la se sión. Luego, leer lo enviado ante los sinodales, y alguien más por ahí presente. Las anécdotas fueron muchas. De entre todas ellas recuer do a Francisco Monterde, quien fungía como asesor, decirme: “Desde la apari ción de Fernando Arrabal, cualquiera escribe teatro”. En ese tiempo, escribía lo que luego se llamó: La dig nísima Sra. Dry.

Mi cultura teatral no llegaba a tanto. No ha bía leído a Arrabal. Ni si quiera sabía de su existen cia. Saliendo del Centro Mexicano de Escritores, lugar donde sesionába mos, me fui a la librería El Sótano. Siempre encontra ba los libros más raros. No lo tenían. Los encargados desconocían al autor. Otro día, a primera hora, des pués de desayunar en Trevi (hoy desaparecido), me fui

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a Donceles. Una a una, hasta que di con una edición con pasta de cartón. Por supuesto, me fui a la Ópera para leer al autor que, de acuerdo con Monterde, no se debía leer. En alguna parte del prólogo decía algo así como, el autor, además de poco conocido, con una apuesta dramatúrgica incomprendida para los acadé micos y sus seguidores. Le hice un seguimiento. Me quedé a la mitad de los comentarios. ¿Por qué tanto cuestionamiento?

De esa obra (el libro se imprimió el 31 de agosto de 1980. Conservo uno) me sigue llamando la atención el manejo de los rincones donde los per sonajes transitan. A la distancia las obras pasan a ser parientes cercanos. Eso permite leerlas sin la emo ción de la cercanía, las obras con cuatro, hasta cinco años, tienen la nostalgia, pero más de cuarenta ya es otra cosa.

Menciono esta obra por varias razones. Qui zá lo más cercano se refiera a una estructura origen. Por ejemplo, en la Escena 1, dice: “La señora Dry, al borde de la histeria y de la cama. Una silla de ruedas al fondo donde una muñeca de trapo al tamaño de una persona está sentada: Tildin.”

Por una parte, las circunstancias contrastadas, el nihilismo como posibilidad. Posible sea una imagen a la cual Monterde no concordaba. Hasta es posible, dejaba fuera una lógica. No lo sé. Hoy, a lo lejos, sigo con la duda. Más de cuarenta años de esa anécdota, de ese acercamiento técnico, de otro mundo; los aná lisis no llegan. La autocrítica se hace necesaria.

Por lo pronto, regreso a la crónica, a ese momento de descubrir mundos. De autorrevisión. ¿Cuánto me hacía falta saber? Lo más probable, de seguro, no era saber sino reconocerme.

Esto lo supe cuando, antes de regresar, de to mar el autobús regreso a casa; fui a buscar a mi tío Jesús por la colonia Obrera. Caminé un buen trecho, me hacía falta caminar, recordar las calles de cuando niño curioso veía los edificios, el emblemático Cine Maya, el mercado cercano a El Salto del Agua, luego, la casa de Rafael Ángel de la Peña. Necesitaba char lar con mi tío, no sé de qué, pero era urgente. No estaba. Era hora de trabajar. Salió mi tía Yolanda, amable, maternal. Casi era la hora de la

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cena. Acababa de ir a la panadería, a la de Isabel la Católica, sus ricos panes. Ella sabía el gusto, más aún con ese rico chocolate de la tarde, así, para entrar en posición. La acompañé a la cocina, la cena casi lista… Y hablamos de muchas cosas, le comenté de mis nuevos amigos. Luego de dos piezas de pan, un chocolate, me despedí. Tenía que llegar a la Central. No quería irme en taxi, deseaba tomar el trolebús. Apenas era tiempo. Me despedí con la promesa de regresar pronto. No vi a mi tío Jesús, pero, por algo, me sentí sanado.

ESCENARIOS LLAMAN

Después de con Werner formamos un grupo algunos exintegrantes. La Sagrada Familia fue el nombre con el cual lo bautizamos (Manuel Oropeza, Yolanda Ro dríguez, Miguel Ángel López Medina fueron parte de la nómina. En el teatro suceden cosas extrañas, como en la canción de Serrat: “Anónimos y desterrados”.)

Al tiempo me separo. El resultado del Premio “Miguel Marón” tuvo su fruto. Se publica en un tomo llamado

Tres obras de teatro joven jalisciense. Era 1975 y ya no tenía la beca. Argudín escribió una reseña en un número de Tramoya de la Universidad Veracruzana. Hizo referencia laudatoria a mi obra (PHSKLMania). La lleva a escena un grupo de dicha universidad y gana Premio a la mejor dirección: Polimnia Zacarías fue la directora del estreno.

Sigo de actor, escribiendo tanto poesía como teatro, participo con varios grupos, salgo de gira en al gunas obras, los aplausos, las giras, las versiones lauda torias del público. Pero ninguna puesta en escena.

Si con la poesía sembramos la semilla, con el teatro podría ser igual. Varios autores nos reunimos. Hacer un teatro para espacios pequeños, espacios abier tos, subsidiados por los mismos integrantes.

Algo no funcionó. Los permisos a los ayunta mientos empezaron a cerrar puertas, los espacios oficia les se negaron a ceder taquilla. Algo no funcionó. El lla mado periodismo cultural no respondía como en otros estados de la República.

Aquí empezaron las contradicciones. Los po cos cercanos a la prensa comentaban de montajes

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buenos, sin convencer al público. Lo bueno para unos no siempre funciona igual. Ahí estaba el resultado. Los escenarios llaman, sí, pero requieren respuesta.

PERIODISMO: EL OTRO CAMINO

Llamado a ejercer de alguna manera el ejercicio de las letras sólo me quedaban dos caminos: El periodismo y la docencia. Opté por ambas. Entre cursos y talleres en los cuales participo (unas veces dándolos y otras recibiéndo los) logré compartir ambos.

Apenas unos meses logro una mención en perio dismo. Una Asociación Civil de nombre Comunicación Cultural. Buenos tiempos. Varios son los diarios por los cuales pasé. Semanario Diez, El Occidental, El Jalisciense; fui corresponsal del Semanario Hora Cero, de Oaxaca, cola boré para varias revistas, entre otras, Danza Teatro.

Con el tiempo llegué a ser mencionado en el Diccionario Biográfico de la Danza Mexicana, coordinado

por César Delgado Martínez. Y un honor el haber par ticipado más de una vez en el Festival “Lila López”, de Danza Contemporánea, en San Luis Potosí.

Desde los inicios mi intención ha sido la de presentar los aciertos de quien se comenta, su traba jo como marca de identificación. Aún sigo creyendo en el valor mediático. Cuando se resalta una obra es para darle un lugar en la gran esfera. Si es para au tor, el asunto es para resaltar los aciertos. Recuerdo la frase de uno de mis maestros: “Toda obra es per fectible, por lo tanto, jamás va a estar completa. Lo más fácil, decir lo mal de la misma. Encuentra sus bondades.” Y remataba: “El humano es fruto de su trabajo.”

Difícil tarea la de entrar a dicha esfera. El trabajo en los medios es un compromiso en donde el “yo” lo mandamos a reposar, de ser necesario de vacaciones. Hablar del trabajo del otro es colocar su integridad, en ocasiones, su intimidad. Respeto al trabajo del otro.

Entre otras, esto forma parte de la ética del profesional de la comunicación. Conceptos como lo mejor, o lo más visto, tienen algo de confusión, dada la pregunta que lleva a la carga. ¿En dónde está el modelo?

Todos conocemos la anécdota de Stradiva rius. De cómo la competencia se fue adueñando de las frases ofertando lo mejor. Cuando le llega el tur no él escribe: Aquí se hacen los mejores de la cuadra. Tenía modelos, un universo conocido. Ese universo creció hoy día. Si decimos sus cualidades es posible darle uno de los múltiples espacios.

La estructura de la nota también juega su parte. No es sólo enumerar los compuestos. Tam bién es ofrecer ese cuerpo, ese caminar, ligero o apa sionado, tomar el ritmo adecuado, observar, correr, sentarse, charlar. Esas cinco “w” clásicas, ofrecer su espacio y su momento, hacer correr la imaginación, narrar, detener la charla para describir el entorno, luego continuar. La fuerza del lenguaje, el conoci miento para comprometer lo lúdico.

Entrar a los procesos. Permitirnos de vez en vez pintar de colores la circunstancia, los olores, los aromas, el sonido evaluador de la palabra.

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Y ENTONCES APARECE LA

NOVELA

Hubo una vez quien me dijera: “No me gusta la novelís tica actual porque conozco el mundo. La novela urbana me remite a personajes con los cuales me topo todos los días. Prefiero la novela de caballería, los héroes corrien do por las praderas en lugar de correr por las avenidas para tomar cualquier transporte colectivo”.

Tiene razón. ¿Para qué decir de la cotidia neidad cuando la vives a diario? ¿Será eso o el mie do a enfrentarte con tu “yo alterno”? La verdad aún no encuentro la respuesta. Puede ser la participación educativa. La memorización como paradigma con su respectivo resultado, el enciclopedismo: ¿Qué año na ció Cleopatra? Empiezas entonces con anécdotas. Eso hace feliz seguramente.

Recuerdas tus años de primaria, los puntos a tu favor como en un juego de video, las felicitaciones de tus maestros, los hurras recibidos, quisieras fuera igual ahora en tu trabajo, pero, quién sabe. Hasta es posible no los recuerdes, esos días felices se quedaron en el sub consciente, en la memoria oculta, resguardados en los adentros de esa máquina pa recida al cerebro, la que los españoles llaman el ordena dor electrónico, mientras en el resto del mundo llamamos con ese latinismo, el cual, al desconocer el latín, no nos hemos preguntado de dón de viene la palabreja esa, tan cerca, tan lejos, que no entendemos los juegos de la mente.

“El techo, las sába nas, las caras, los vértigos. Las voces, los cánticos, los susurros, la frialdad del fir me aquí. Sentados, a los lados de la cabecera de tu cama de hospital de bene ficencia, Ethel en un área induoperística, a la derecha; el Cheve a la izquierda con

el violín I don’t dead/ I only sing a song of love. Ella canta mientras su hermana llora, su padre firma y su madre se retira angustiada hasta tu cama”.

En julio de 2005, después de muchos intentos fallidos, publiqué una novela: La primera. Otra cara (pon la ya) Y sí, era para poner otra cara. Desde los inicios deseaba escribir una novela. Cuando por fin la tuve, se negaban a publicarla. “¡Tú no eres novelista! ¡Tú eres dramaturgo!”

De niño, por las tardes, comentaba con mi padre la idea de escribir una novela. Si yo escribiera una novela, me decía, el personaje sería carismático. De entrada, desconoceríamos quién es. Ya entrada la trama, se iría presentando. Me decía, para luego darme ejemplos de los novelistas que más le atraían.

La primera novela fue Cambio de piel, la presen tación fue de Elena Poniatowska. Me gustó su forma de narrar, el manejo de los personajes. Carlos Fuentes me llamó a leerlo una y otra vez.

Un diciembre, mi padre me regaló Navidad en las montañas. Bien lo recuerdo, era domingo. El día de la semana con mayor actividad. Por la mañana temprano ir al club a jugar futbol. Si no era así, ir a cobrar a los clientes morosos antes de que salieran con sus fami lias. Pasar por las verduras frescas de la semana, cre ma y queso, para llegar a casa al desayuno. Todos los domingos. La rutina. Los dos antes que mamá se despertara. Ese domingo no acompañé a papá. Ig nacio Manuel Altamirano me llamaba.

Ese diciembre fue grande. Después vendrían otras novelas mexicanas, otros nombres. Luego los clásicos, luego Joyce, luego Cortázar (y me quedé en Rayuela como libro de ca becera).

Diciembre, el libro, la felicidad. Lo significativo.

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Una Navidad de imaginación, de entrar en otros mundos. A los años, cuando mi hijo obtu vo su independencia al salir de la casa paterna, su cumplea ños fue un billete conmemo rativo por cada año cumplido. Desconozco si logré generar la magia como papá lo hizo con migo, sólo conozco que fue su ejemplo el camino seguido.

Julio de 2005. Prime ra novela. Después febrero de 2011. Segunda novela fruto del Certamen Internacional de Literatura Letras del Bi centenario Sor Juana Inés de la Cruz, convocado por el Go bierno del Estado de México.

Mujer con paloma, no vela bajo diversos ángulos. Cuando inicié a escribirla, me apasionó la idea de los cubis tas. Observar los objetos bajo la mirada de múltiples espejos.

La novela inicia. Posiblemente ni siquiera inicie. Se podría hablar de la defunción de la “tía” de quien nadie reconocía su nombre porque todos le llamaban Tía, y ése se suponía era su nombre, pero debía tener uno, cuando la legalidad llegó. Los actuarios reclama ron cómo levantar el acta de defunción. Los familiares buscaron entre las cosas personales, y, como a todos los muertos, se le descubre una vida escondida. ¿Por qué será ese ver escondido de secretos? El nombre de Tía en verdad es Imelda Domitila María de los Án

geles Camila de los Remedios Rentería Cerezero García, pero, además, tenía un novio, militar, por cierto, de nombre Ernesto de los Rincones Be nedicto.

“Al principio nadie puso atención. Lo importan te era reconocer el nombre de Tía. Y eso ya lo tenía la familia: Imelda Domitila María de los Ángeles Camila de los Reme dios Rentería Cerezero García. Así se llama de ahora en ade lante la difunta, porque la viva sencillamente se llama Tía”.

Los personajes cen trales tienen una vida disper sa. Un ideal que parece real, y otra tan real que nadie re conoce que tan verdadera. El personaje central intenta bus car al autor de una narración que un profesor de literatura publicó sin más datos. Los personajes parecen ser conocidos. Incluso pudieran ser los personajes mismos. Los veo desde una perspectiva en donde están quienes no se sabe si están. La visión del tercer ojo que tanto se habló. ¿Picasso acaso?

Al final no sé si logré el cometido. ¿Hasta dón de el jazz en su lenguaje sincopado es el ejemplo más cercano al cubismo?

“Seguramente el escritor te persiguió algunas calles tal como posiblemente lo hizo con sus personajes.

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Te perdió, lo perdiste entre las páginas del libro, cabal gando entre los viñedos de tu padre con la sobrina y su mirada”.

La novela actual, el adjetivo premeditado. Todo similar como todo desaparece de la campiña. Los perso najes pudieran ser el Quijote mismo. Sancho revestido con el traje que no le corresponde. Como quien va a una fiesta con la vestimenta prestada, o en el mejor de los casos con la rentada. No se puede dar el lujo de vestir lo exclusivo de la tienda departamental, sólo por un día. Pero el Quijote sí, es el señor, dominus pater, no importa cómo se vea, además se puede dar el lujo de afianzarse en su locura.

Lo más probable es Gregorio Samsa, que se echó a cuestas una tarea que no le corresponde. Mujer con paloma es como lo dice el primer capítulo (O de cómo se escribió Todos los Libros, el Libro en un arrebato de bús queda continúa para luego decir de la creación en la plástica, así como otros temas no tan ortodoxos, pero no por eso menos importantes, o qué sé yo).

¿Y AHORA LA DESPEDIDA?

Esto no es una crónica llevada linealmente. La inten ción no es ésa. Lo más cercano, posiblemente, es una poética de mi entrada al mundo de las letras. Por una parte, reafirmo la idea del conocimiento total en el arte. Admiro a quien conoce todas las áreas, y se especializa en una.

Cuando entré en el terreno del periodismo, llegué a una conclusión. La mayoría de los autores más nom brados es por relaciones sociales antes que por su obra. Luego entonces, habría que entrar por revisar la obra de los autores antes que laurearlos, y la otra, nadie aparece de la nada, todos tienen una historia, conformada por un cúmulo de primicias.

Ante esto vinieron las preguntas más álgidas. Si el autor es producto de su tiempo, de ser vocero de su grupo social, de su etnia, entonces debemos de estudiarlo bajo la mira de diversas disciplinas, desde la sociología, la historia, la psicología, y, por supuesto, de la estética.

No son gratutios los estudios de Freud, de Jung, de Hegel, Plejanov, Gramsci y otros teóricos. Aquí nacieron los primeros apuntes. Nace así, Estéti ca: Identidad Cultural, en septiembre del 2002.

Ahí menciono el cómo se debe hablar del objeto obra, por lo tanto, autor conocimien to obra autor. Concepto que la educación idea lista presume como inspiración obra. La gran trampa.

Revisar lo primero es ver al arte, de entrada, como un trabajo socialmente organi zado, jamás producto de la casualidad como lo recicla el idealismo. El autor como producto de la crisis emocional, en el mejor de los casos, un acontecimiento divino, la Edad Media.

Hablar de la estética en estos términos me llevó a otro sendero. Para iniciar en la his toria del arte los casos no se han dado aislados. Picasso sabía de teatro. Incluso lo llevó a escri bir una obra. Lorca conoció la música, escribió unas piezas para guitarra. ¿Y qué decir de Niet zsche con su obras pianísticas? Julián Carrillo casi llega a obtener el Premio Nobel de Física. No lo obtiene porque un músico, un artista no es un científico según el idealismo social.

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Hablemos entonces de cambiar la educación con paradigmas de investigación, con ansias de liber tad como alguna vez lo propuso Freire. Mientras conti nuemos con el positivismo seguiremos negando nuestro entorno. Esto lo dije en ese libro con todas sus letras, la Estética: identidad cultural.

Lo afirmé en una reunión, de las muchas a las cuales asistí cuando mi actividad como docente. Una pedagoga que dirigía la dinámica afirmó: “La mayo ría de los maestros aquí presentes, dada su edad, se rehúsan a utilizar otros métodos, otras herramientas. Arriesguémonos con nuevos paradigmas.” Cortésmen te le respondí: “De acuerdo, olvidemos el positivismo decimonónico y vayamos a la dialéctica”. De inmediato contestó: “Pondríamos en duda el sistema sociopolítico actual. Y eso no se debe”.

Tiempo. Cuestionarse. Buscar los por qué. In dagar en los medios de comunicación masiva. Después en las redes sociales. En las bibliotecas. Los archivos personales. ¿Por qué unos son tan conocidos y otros no? Pero ahí se queda. ¿A qué se debe el reconocimiento

para de golpe llegar al olvido? Periódicos, revistas, pro gramas de mano.

¿Por qué tenemos clásicos? ¿Cómo llegaron a ese puesto? ¿Por qué tanto Shakespeare sin Marlowe? Entonces a leerlo hasta cansarnos. A estudiar la Ingla terra previa, en y posterior a Isabel I, su versión cris tiana (el anglicanismo), pero, sobre todo, su concepto de trabajo. Gran sorpresa. Para iniciar, el trabajo no es castigo divino; forma parte de la integridad humana. La economía es el factor número uno para entender a Shakespeare. La traición es un mal para los personajes de William. En el fondo la frase de Paz y Progreso es el fundamento para el proceso del capital.

Existe cierta similitud entre anglicanos y luteranos. El trabajo socialmente organizado es importante. Entre Tomás Moro y Lutero existen semejanzas. Sha kespeare las hace suyas. Quienes creen en él, sostienen inconscientemente las teorías del positivismo, la propie dad privada es parte de la idiosincrasia obtenida a partir de lo escolar.

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José Ruiz Mercado con su fami lia: Deyanira Ruiz (hija); Lucía Balvaneda Lagarda Ruiz (nieta); Ipsaim Ruiz (hijo).

Enmedio: JRM (niño) con Ed mundo Ruiz Murguía (papá); Gabriel Ruiz Mercado (bebé, hermano); Carmen Mercado Hurtado (mamá); Magdalena Pe láez (tía). JRM con Ipsaim Ruiz, en 2016, en el Zócalo de la Ciu dad de México.

Abajo: Deyanira Ruiz (hija); JRM (niño) con Carmen Merca do Hurtado (mamá); a la dere cha: Guadalupe Ruiz Jocobi.

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El México de finales del XIX y la mitad del XX son fruto de estos juegos escénicos, mas no todos. Existe una simbiosis escénica bastante fuerte. Bajo este criterio nace Mosaico teatral.

Luego vienen los lectores. Me convierto en lec tor. Charlo, dialogo, me cuestiono. Problema grande. Muchos compañeros de la escena tienen los datos de Emilio Carballido y Vicente Leñero. Posterior a ellos; nadie. Algo está fallando. ¿Será el público? Así de ambi guo. ¿Los teóricos de la escena? La pregunta es mayor.

Entonces viene la pregunta: ¿El método está fallando? ¿Bajo qué criterios? Viene entonces el pro blema real. Por lo menos eso deseo. Si eso es lo real,

la problemática está resuelta. Vamos a cuestionar todo para llegar a buscar el método, la dialéctica del hecho social.

Telares del método teatral pretende decir (en el fon do, ya lo dije, quisiera), ir a la profundidad, a analizar ese conjunto, toda la familia escénica, incluyendo los entenados, el público con pretensiones de clase, los co municadores, tanto quienes piensan en el paraíso del idealismo, como los teóricos de hueso duro, los directo res, productores, los llamados gestores culturales. Todos quienes tienen mucho que ver con la entrada al univer so del aplauso más allá de los quince segundos de gloria correspondiente de las redes sociales.

Telares del método teatral pretende muchas cosas. Quien lo lea será el mejor juez. Por lo menos eso qui siera. Por algo, uno de los personajes de la novela Otra cara… cada que desea comunicar algo profundo dice un diálogo de alguna obra de William Shakespeare.

Y ahí está. Ahí lo tenemos. Nos cuesta trabajo decir lo nuestro, nos cuesta trabajo porque vivimos El gesticulador, deseamos olvidarlo. ¿Por qué? Es posible que eso sea trabajo para un sociólogo, o un psicólogo. Vamos a esperarlo como a Godot mismo.

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“‘Hablar en Do Menor’ no es una crónica llevada linealmente. Lo más cercano, tal vez, es una poética de mi entrada al mundo de las letras.”

JOSÉ RUIZ MERCADO UN AUTOR PARA LA CONFUSIÓN

Miguel Ángel Tenorio

José Ruiz Mercado, compañero dramaturgo de la Primera Emisión de las Becas “Salvador Novo”, en 1975, aunque titula uno de sus libros Obras para después, sus obras son para hoy, para desentrañar el pre sente de distintas formas no necesariamente cotidianas. Sin embargo, alusivas siempre a la realidad que nos en

vuelve, como en su obra Memorial de abril, que dice: “A los engañados, a los que ya no creen en declaraciones”. Obras que suceden realmente en el escenario, porque José Ruiz Mercado es de esos autores que utilizan todos los recursos disponibles en un teatro. Oscuros, graba ciones de voces, juegos de luces, mezclas de estilos, todo

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al servicio de una historia que, como diría el buen Aris tóteles, nos sirva de espejo para reconocernos y des cubrirnos en los diversos temas que aborda José Ruiz Mercado, como por ejemplo en su obra Silvia, donde se mira desde distintos ángulos a las mujeres. “No de berías estar desnuda”, le dice Elena a Ruth. “No me gustaría que te vieran desnuda. Me da vergüenza”. “Es problema de ellos”, le replica Ruth. “Además, no te ven a ti, sino a mí”. “Somos mujeres”, clama Elena, “si te ven es como si me vieran”, y más adelante completa: “En mi casa me enseñaron a cubrirme el cuerpo”. Los

tabúes mostrados en pleno para que el espectador pue da también decidir qué hacer con su vida. La música, sobre todo la música clásica, se vuelve elemento inte gral de la obra de José Ruiz Mercado, casi como diría uno de sus personajes en su obra Octubre: “Los carros funcionan. La música se vive”. Y en el teatro de este autor jalisciense, las obras se viven con personajes que buscan su identidad, que me atrevo a decir que es el rasgo que lo identifica a él: nos descubre a nosotros, los observados por su pluma, tratando de saber quié nes somos, qué hacemos, para dónde vamos. Tiempos confusos los que nos han tocado vivir y hay que salir a flote lo mejor que podamos hacerlo. Hacer un retra to de que estamos en ese marasmo, por lo menos nos ayuda a saber que existimos, aunque sea así. José Ruiz Mercado, un autor que busca ordenar nuestra confu sión, y además adereza esa búsqueda con música. ¡Bra vo, maestro! Si salimos de esa confusión o no, no es cosa de él, sino nuestra.

eeeeeeee

Miguel Ángel Tenorio es dramaturgo, actualmente dirige el programa por INTERNET Media hora con Mi guel Ángel Tenorio, todos los martes a las 19:00 horas por SOGEM.

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“En el teatro de este autor jalisciense, las obras se viven con personajes que buscan su identidad...”

JOSÉ RUIZ MERCADO ¿Y QUIÉN ES USTED?

VICTORIA FALCÓN

Presente y vigente en las letras jaliscienses, así como en los medios de comunicación local y nacional. Su columna semanal ¿Y Quién es Us ted?, nos lleva a conocer o reconocer personajes del arte y la cultura, pero, ¿quién es José Ruiz Mercado?

—Es la pluma que entre sueños escribe Y si te cuen to mejor te cuento, “donde ella fingía estar dormida. Soña ba despierta otra vida” Él, atento a esos sueños, escribe mientras acaricia al gato aterciopelado y éste ronronea.

José Ruiz es la melena cana, rizada, que rompe la cuarta pared mientras observa el escenario, al Mosaico teatral hablándole al público, sus lectores, acerca del tea tro mexicano (una investigación en el trasfondo activo), desde el estudio sociológico para entender la historia y los documentos. De este esfuerzo exhaustivo se despren de que no faltan autores, falta quien se aventure en el montaje. En tanto…, él continúa con la lectura, también en la relectura, dentro de un trabajo arduo y en el ínterin escribe sus columnas periodísticas; asimismo, uno que otro

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Prólogo que algún amigo(a) le haya pedido, porque sí, es un excelente prologuista, dramaturgo, poeta, ensayista. Un verdadero maestro que domina el monólogo igual que la conversación; además enamorado del objeto-li bro que cuida hasta el menor detalle de sus publica ciones, provocando complacencia y un compromiso de lectura, de quien adquiere su obra.

Fiel amigo: su amistad la sostiene más allá de la muerte de algunos de sus amigos, ejemplo es Palabra Al

terna y Ustedes poetas, un trabajo que recopila la obra de Xavier Garabito Tovar; esto, para los que nos distingue con su amistad, es un aprendizaje-ejemplo.

Siempre en movimiento. Internado en la reflexión es para muchos “el maestro”, pues se abstiene de hablar de sí, para hablar de la obra, de sus rigores. Para seguir le el paso hay que ir despacio, asimilando lo que nos es revelado en sus textos, así como en algún diálogo casual.

José Ruiz Mercado es un escri tor contemporáneo que ha ganado un reconocido lugar en las letras jaliscienses, del mismo modo entre los lectores que tienen la fortuna de gozar de su estética.

Celebro con entusiasmo su más reciente reconocimiento el Galardón CONPPRYT 2022, por su Trayectoria. Muchas felicidades. eeeeeeee

Victoria Falcón es narradora. Directo ra de la revista virtual Q. Victory. Forma parte del Comité Directivo de CON PPRYT. Recibió el Premio Nacional de Periodismo Ricardo Flores Magón, los años 2017, 2019 y 2021

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José Ruiz Mercado recibió el Galardón CONPPRYT 2022, por toda su trayectoria. Victoria Falcón, a la izquierda, y José Ruiz Mercado a la derecha.

LOS LEITMOTIV DE JOSÉ RUIZ MERCADO

Alejandro Ostoa

El maestro José Ruiz Mercado ha incursionado en diversos géneros literarios, porque es cons ciente de visualizar a cuál de ellos pertenece el trabajo a presentarse. El periodismo es otra de sus ve tas, en donde ha informado, criticado y difundido. En cuanto al rubro de investigación, cuenta con trayecto ria y reconocimiento.

Él inició con dramaturgia en el Centro Mexicano de Escritores y tengo la fortuna de haberme adentrado en sus publicaciones. Mencionaré lo que lo distingue en los textos teatrales, como constante, como leitmotiv.

En la escritura para niños, sus historias, persona jes y atmósferas chisporrotean color, responde a interro gantes que pudieran tener los pequeños, sin la anquilo sada didáctica moralina. No les da un teatro explicativo o masticado, sino lúdico, propositivo y con vertientes de aventurarse en la obra misma.

Si los animales están presentes, sus consentidos son los gatos, flexibles, libres y sigilosos. Este etólogo vuelto dramaturgo, dota a estos personajes que no se involucran en moralejas, de oído agudo y vista pe netrante que percibe en la luminosidad, como en la

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lobreguez. Ruiz Mercado los dota de caracteres, supe rando los arquetipos.

La luz, sombras y claroscuro concurren en varios de sus textos, con lo que las atmósferas se insertan en las situaciones de sus creaturas de la escena. El oscuro también se presenta, como si fuera consueta salido de la concha del apuntador y en susurro revelara la condición de vivencia durante el conflicto dramático.

En la mayoría del corpus creativo, la partitura autoral está en acción. La música, por sonoridad, ritmo, melodía, estilo, tono y notaciones, fortíssimo o silencio, le dan matices que conllevan a la progresión dramá tica. Él es un creador de cantos, como los de la época precuauhtémica; es Pepecuícatl

La temática social no le es ajena, por el contra rio, denuncia y critica, mediante tramas, sin caer en panfletos o ecos distorsionados por resentimientos. La razón se hace presente, sin que por ello se mutilen los sentimientos de los personajes. El huir a mundos des conocidos, a tierras prometidas, al falso universo de los dólares, entre falacias y promesas es uno de los temas que ocupan a Ruiz Mercado.

El barrio, como sentido identitario, también se afin ca, aunque con el tiempo se desmorone y quede a la deri va, mientras los personajes van dejando la cáscara y las entra ñas en otros suburbios, ajenos a su voluntad, habitando –sin ha bituarse– en terrenos inhóspi tos, ante circunstancias hostiles.

El humor toma forma en sus diferentes facetas. Hu mor ante las situaciones, ante el propio lenguaje que va del blanco al negro, con esca la del que se comporta como cuchillito de palo, con la aci dez que sacude la herida. Actitudes que agreden, pero también comportamientos de autodefensa, de caparazón de invulnerabilidad.

La poesía está presente en las escenas, en los diálogos, en las imágenes que adquieren significado, en las células del poeta dramático y en las acciones encaminadas en los conflictos.

Con toda la legua recorrida por Ruiz Mercado, por su transitar con Tespis, no deja de experimentar, con lo que renueva estilos y mantiene frescura. Hay que recordar que se experimenta cuando se tiene conoci miento y hay dominio en la materia, no por ocurren cias, modas, caprichos o divagaciones.

El teatro, como sabemos, es síntesis. El espacio para este número especial de El Hilo de Ariadna es limi tado, pero no así las constantes de nuestro autor tapa tío que lo lleva a otras latitudes, no como turista, sino como creador que va a lo universal, donde emociones y pasiones llegan al descubierto.

La amplia bibliografía de nuestro dramaturgo testimonia estas apreciaciones a vuelapluma, pero con consciencia y conocimiento. En él queda el rito, mito y representación, pero, sobre todo, el texto vuelto acción. eeeeeeee

Alejandro Ostoa es teatrófilo, dramaturgo, investigador y críti co teatral.

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Señor Díaz, Alejandro Ostoa; Lorena Díaz y José Ruiz Mercado, en el Centro de Educación Artística (CEDART) José Clemente Orozco, Guadalajara, Jalisco, 2014.

POR EL CAMINO

Lucía Balvaneda Lagarda Ruiz

Siempre se ha dicho, cuando hables de un escritor primero debes leerle. Leer las obras de José Ruiz Mercado es sentirte invitado a un mundo ima ginario cada vez más extenso. Todas y cada una de sus obras, cada página, cada párrafo incluso te llevará a una realidad alterna la cual puedes hacer tuya.

Mosaico teatral y Telares del método teatral invitan a convertirte en un lector inves tigador con esa sensación de tener hambre, hambre de co nocer desde lo más profundo a José Ruiz Mercado, te hace preguntarte: “¿Cómo veía Ruiz Mercado el mundo en sus más tiernos ayeres? ¿Cómo fue cambiando su percepción a medida de vivir cada transi ción de su vida?” No sólo los de su vida personal sino los cambios y eventos sociales que observó, porque es claro, Ruiz Mercado es un observador, un observador con una memoria cronológica tan increíble que es capaz de registrar los datos históricos e hilarlos con cada historia que se tejió alrededor de cada evento.

Mosaico teatral y Telares del método teatral te dejan con la necesidad de invitar a Ruiz Mercado un rico café para comenzar una investigación propia, que te sacie esa hambre de conocimiento, como si esto fuera posible.

Y es que hablar con José Ruiz Mercado te convier te en ese “tolondrón preguntón infantil” que quiere la respuesta de todo y su respectiva desmenuzación.

Si buscamos más atrás, Juan y los marcianos, ¿está dirigida solamente a un público infantil? Cierto es que está hecha para niños y de hecho, desde mi punto muy

personal de vista, crea en los niños una actividad y re activación mental e imaginativa, porque te invita a ima ginar cómo ve las cosas Juan, cómo las percibe, ¿acaso nuestro autor está reflejando un poco de su propia per cepción del mundo en su etapa infantil? Y si es así: ¿Qué más hay para compartir en esta mente prodigiosa? No sólo nos dedica este libro de teatro a los entonces ni ños, sino que es para todos los niños de todos los tiempos, de todas las etapas. Después para ese público infantil nos regala Y si cuento mejor te cuento. Una vez más con tan sólo unas líneas nos hace imaginar a su gata ju gando con el mouse; más a mi favor su libro de Estética debiera ser un manual de consulta para todo estudiante de arte, pero… ¿Y el resto de la humanidad?, acaso no debe tomar este libro entre sus manos para hacer de él un camino hacia el pintar de colores nuestras grises y me tódicas vidas.

Estética fue hecho para todo aquel que anhele conocer de manera amplia este concep to, su significado y, de alguna forma, estoy segura, dejar en los individuos la intriga por conocer el nacimiento del arte, no sólo buscar en el Romanticismo, el Neoclasicismo, no, con Ruiz Merca do se trata de volverte un investigador que busca desde el más pequeño vestigio de ésta.

Mi pregunta para el autor entonces sería: ¿Acaso Estética ya nos preparaba para Mosaico teatral y Telares del método teatral? De ser así, ¿qué más habrá en el futuro? eeeeeeee

Lucía Balvaneda Lagarda Ruiz es estudiante de Psicología.

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SOBRE JOSÉ RUIZ MERCADO Óscar Trejo Zaragoza

El transitar por varios géneros literarios en el ofi cio de escribir, le han permitido consolidar una obra sólida, trascendente, con textos verdade ramente luminosos.

José Ruiz Mercado, con talento y constancia, ha in gresado al recinto de las letras jaliscienses sin estridencias ni simulaciones, que, al final del día, resultan efímeras.

Ha incursionado en la narrativa, poesía, teatro y ensayo; y es en estos dos últimos, en los que, desde mi óptica, ha construido una trayectoria exitosa.

En teatro, La banda y otras obras ; Memorial de abril; Pueblo de miel derramada, y Para jugarse la vida , entre otros títulos, nos muestran a un dramaturgo con conciencia social, que sabe contar las historias que aborda; con fluidez y claridad de conceptos. Su teatro es absolu tamente representable. Lo que debiera ser una regla básica para esta expresión, pero no es así. También se

ha preocupado por hacer teatro para niños, género por demás complejo y del que ha salido airoso ; Juan y los marcianos y otras obras, es una muestra de ello.

Es por demás meritorio que la gran mayoría de sus textos teatrales han sido puestos en escena, lo que en otros tiempos era natural. Hoy en día, hay infinidad de obras de diversos autores que están en el cajón, espe rando cobrar vida en el escenario. No es el caso de Pepe

Sus ensayos, Ramiro Torreblanca, testigo de su tiempo; Los estilos del teatro jalisciense y Un viaje sin fin, teatro mexica no, son botones de su capacidad analítica, su vasto senti do de observación y una redacción clara, cuidada, que invita a leerlo de un jalón, sin escalas.

No es un escritor compulsivo, pero sí constante; me atrevería a decir que hasta disciplinado, lo cual es motivo de envidia para más de diez. Pian pianito ha edificado su obra.

Los premios y reconocimientos que merecidamente ha recibido por su trabajo, sin duda que han sido un estímulo e impulso para seguir creando; destaco su inclusión en el Siste ma Nacional de Crea dores de Arte, que es un pleno reconocimiento a su trabajo.

En fin, José Ruiz Mercado honra con su trabajo a la enorme tradi ción literaria jalisciense y particularmente al teatro, que aún busca su lugar en el escenario nacional. eeee

Óscar Trejo Zaragoza es profesor, investigador y dra maturgo.

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Óscar Trejo Zaragoza y José Ruiz Mercado, en vivo, en el programa ¿Y quién es usted?, de ML MEDIOS TV

ESCRITOR EN SUPERLATIVO

Catalina Miranda

AJosé Ruiz Mercado lo conocí personalmente hace menos de un año. El 3 de octubre de 2021, en plena pandemia por Covid 19. Alejandro Os toa me invitó a presentar Soliloquio de la yegua dormida en la Feria Internacional del Libro Estado de México. Tar dé en responderle si iría o no. Intempestivamente dije que sí. Por ello, lo intuyo, Ruiz Mercado compartió el espacio de su presentación en esa Feria conmigo, en el mejor de los días, en el horario en el que todas las ferias, mercados, iglesias, jardines y et al son más concurridos: domingo a las doce del día, con el sol en el cenit. Ce derme la mitad del tiempo que debió ser absolutamente para su Mosaico teatral, me hizo constatar que el MAES TRO José Ruiz Mercado es un ser humano espléndido, tanto en sus actos en el día a día, como en su obra lite raria y periodística.

Para hablar de Ruiz Mercado hay que usar super lativos. Escritor prolífico; gran poeta; dramaturgo enorme; novelista original; periodista hiperactivo; un docente con compromiso profesional. Ha compartido conmigo tam

bién su espacio en el programa MLMedios, en varias ocasiones, para hablar de la Colección de Dramaturgia Tespis de Icaria, de Editorial Ariadna, de la cual soy directora; para compartir mi libro Onírico. Luz y oscuridad en las pupilas de Morfeo; para dialogar, al lado de Marcela Magdaleno y Angélica Valero, sobre Huberto Batis y el suplemento cultural sábado de unomásuno, y en otras ocasiones con Óscar Trejo Zaragoza, sobre periodismo cultural en México.

Me ha sorprendido saber que José Ruiz Mercado fue docente del Centro de Educación Artística (CEDART) José Clemente Orozco, en Guadalajara, ya que yo estu dié, durante tres años el bachillerato de arte y un año más de extensión pedagógica, en el CEDART Narvarte, después conocido como Luis Spota, en la Ciudad de México; gran coincidencia; el Teatro y la Danza fueron mis primeras profesiones. Por eso sé de lo que Ruiz Mer cado habla cuando menciona, en Telares del método teatral, la importancia de que los artistas conozcan, y se nutran del teatro, de la música, de las artes plásticas, de la danza, aunque se especialicen en una sola área.

Ruiz Mercado también ha sido generoso al compartir sus amistades. Gracias a él conocí a Esperanza Gama, la pintora y escultora de los pigmentos sólidos, los que difumina guiada por la emoción. Esperanza nació en Guadala jara y ahora vive en Chicago, su serie La niña de las jacarandas, ha quedado plasmada, con todo y su papel amate, en el número 9 de la revista El Hilo de Ariadna.

Editorial Ariadna tiene el honor de haber editado ya tres libros del maestro: Si te cuento mejor te cuento: una obra en la que el autor ha reunido para los lectores de hoy y los del futuro un conjun to de cuentos ágiles y sorprendentes, y un cúmu lo de textos breves titulado “Conciliaciones con el sueño”. Desde aquí le pregunto a José si esos sueños son reales. Es decir, si los vivió dormido, y

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confirmar así o no, si le gusta practicar el género al que llamo Realismo Onírico.

Después de Si te cuento… editamos Mosaico teatral. Es peranza Gama es la autora de la pintura que aparece en la portada. Los anaranjados vivaces, los sugerentes cafés muy terrenales que delinean las cortinas de un escenario me hicieron pensar en la pausa que causó la pandemia por Covid 19. La pintura cuenta una historia, habla por sí sola. Ahí está José Ruiz Mercado, de espaldas, con ca bello largo y cano, esperando que las cortinas se abran para lanzarse a dirigir la escena, para desempolvar las luces, sacudir la escenografía y el vestuario, y dejar en trar a los espectadores que ya hacen filas luego de eternos meses de guardar forzadas distancias.

En Mosaico teatral encontramos al docente, al teó rico preocupado por la ineficiencia de los programas de estudio en las escuelas de teatro, que no se especializan, que no están enfocados ni a formar actores, ni directores, ni investigadores, y por ello Ruiz Mercado se pregunta: ¿Estudiar teatro es estudiar actuación?, ¿formar actores es hacer directores y dramaturgos? ¿Desde cuándo falló este sistema escolar? ¿En dónde están los pedagogos?, ¿dónde los interesados en formar especialistas en cada una de las ramas del amplio mosaico teatral?

Apenas unos días de nacido tiene Telares del méto do teatral, continuación de las reflexiones halladas en el libro anterior, y ampliadas por el filósofo, el periodista y el historiador, quien, fiel a la mayéutica socrática, sigue cuestionando: ¿cómo podrá el público conocer las obras de los dramaturgos mexicanos, si casi no hay investiga dores, si contamos con pocos historiadores y periodistas

que dan continuidad y promueven lo que sobre teatro mexicano se ha escrito y representado? Me parece ver a José Ruiz Mercado meciéndose en la silla, presionándo se la cabeza, pensando: ¿Dónde están los nuevos Car ballidos, las nuevas Luisas Josefinas…? ¿Dónde los here deros de Usigli? ¿Los de Argüelles? ¿Dónde las nuevas generaciones que tendrían que infundir brillo al teatro nacional? Y si existen, ¿cómo se les reconocerá y salvará del olvido? Veo al autor, página tras página, lamentarse, dolerse de ello, pero en el fondo sabe que en México hay talento, telares productores de materia prima para di señar puestas en escena, telas de donde cortar. Tal vez, continúa Ruiz Mercado, en un diálogo consigo mismo, las futuras generaciones tendrán que seguir consumien do a un Memo Chakespiare (con Ch de chile y de Charro) mal representado, cuyas escenas, muy manoseadas, se guirán tratando de hacer caber los usos y costumbres del teatro isabelino en los modos de ser del México contemporáneo. ¿Por qué sucede esto si en nuestro país contamos con tantas lenguas, con tantas culturas e iden tidades?, concluye, aunque no definitivamente.

José Ruiz Mercado con un interesante estilo: rá pido, breve, preciso seguirá erigiendo los hilos, los an damiajes teóricos y prácticos, por los que los actores, los directores, los investigadores y dramaturgos podrán ascender con firmeza y construir en el futuro —ojalá muy próximo— ese arte teatral y dramatúrgico de altos alientos que los espectadores y lectores mexicanos me recemos.

eeeeeeee

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Catalina Miranda es escritora, periodista y editora. José Ruiz Mercado y Catalina Miranda, en vivo, en el programa ¿Y quién es usted? de MLmedios, TV

Quizás

Intaglio, de Alejandro Ostoa. Dirección: José Ruiz Mercado. Actuación: Luis Murguía. Iluminación: Ipasaim Ruiz. Fotografías: Brenda D. Sainz. Axel Amaya: amapolacultura.com En la siguiente página, las mascotas: La decana de doce años: Calabaza; el gato negro: Botas, y el perro: Pelos. Al centro: Ipsaim Ruiz.

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La historia de un baúl, autor y director: José Ruiz Mercdo. Actuación: Marco Arturo Montero. Iluminación: Ipsaim Ruiz. Fotografías: Brenda D. Sainz. Axel Amaya: amapolacultura.com nos espere el mar, autor y director: José Ruiz Mercado. Actuación: Cynthia Paulina. Música original: Luis Murguía. Iluminación: Ipsaim Ruiz. Fotografías: Brenda D. Sainz. Axel Amaya: amapolacultura.com

POEMA A CALABAZA

Cascabel de rápidos reflejos. Propuesta mañanera recostada en el sillón.

Rápida. Suaves reflejos. Suave figura. Musa celeste con cascabel de fondo. Música en estructura, la orquesta se revela.

Decir tu nombre ahora imborrable en la memoria.

Decir tu nombre. Verte de nuevo entre los libros. En el escritorio cascabel. Tu paseo por la escalera. Tus bromas. Tu mirarte en el espejo. En mi pecho te veo correr por el pasillo.

Nunca una gata. Nunca sólo un cascabel. Si te supieras animal irías directo al psicoanalista.

El Hilo de Ariadna es una publicación periódica de Editorial Ariadna SA de CV. Los contenidos de las colabora ciones son responsabilidad de los autores. El cabezal El Hilo de Ariadna es creación de EKO (Héctor de la Garza).

ISBN de la Colección: 978-607-8269-25-9. © Editorial Ariadna editorialariadna@gmail.com © Imágenes: Archivos de Editorial Ariadna y José Ruiz Mercado © TexTos: Cada uno de los autores.

DIRECTORA eDIToRIAL: Catalina Miranda // www.catalinamiranda.com // DISEÑO: Anubis Olid.

REDACCIÓN: Mapat Gómez y Angelina Martínez Herralde. Teléfono, WhatsApp y Telegram: 55 39 56 25 06 www.editorialariadna.com/el-hilo-de-ariadna www.editorialariadna.com FaceBook: Edit.Ariadna

José Ruiz Mercado

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