El Hilo de Ariadna #4 El nacimiento de las capitulares

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Año 1 - Núm. 4 - CDMX Febrero de 2019

El nacimiento de las capitulares Raúl Renán (1928-2017)

Ilustraciones de EKO


El poeta que caminaba sin prisa

R

andrés de Luna

aúl Renán es un hombre que vivió con sigilo una existencia venturosa. Un poeta que gustaba de caminar sin el cansancio que supondría tener más de ochenta años, el nació en Mérida el 2 de marzo de 1928 y murió el 14 de junio de 2017. Él, hombre generoso y con innumerables conocimientos acerca de las letras, fue, en sus últimos años, un profesor del Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, allá por los rumbos de las calles de Nuevo León 91, en la Condesa, donde se coincidía de pronto, pues ambos dábamos algún taller, aunque él tenía una presencia resguardada por sus

Raúl Renán Fotografías de Norma Patiño

clases de poesía. Se le veía recorrer caminos sin la ayuda de bastones, fue un hombre fuerte que podría ser uno de los que identificaría el estudioso francés David Le Breton en su libro Caminar: un elogio (La Cifra, México, 2011), esto al decir que: “La relación del hombre que camina por su ciudad con sus calles y con sus barrios, ya sea que los conozca o los descubra al andar, es ante todo una relación afectiva y una experiencia corporal. Un fondo sonoro y visual acompaña su deambulación, su piel registra las fluctuaciones de la temperatura y reacciona al contacto de los objetos o del espacio. Atraviesa capas de olores repulsivos o deleitables. Esta trama sensorial confiere al avanzar por las calles una tonalidad placentera o desagradable, según las circunstancias. La experiencia de la marcha urbana exige la participación del cuerpo entero, ya que pone en juego constantemente el sentido y los sentidos. La ciudad no está fuera hombre, se encuentra en él, ella impregna su mirada, su oído y sus demás sentidos; él se apropia de ella y actúa sobre ella según los significados que le confiere.” (p. 120) Estos caminares aparecen en su ciudad nata, Mérida, o en la Ciudad de México, de este forma él escribió en su poemario Parentescos (2003) : “Caminar organiza pie tras pie / la ruta de la especie…. “O sus andanzas en la capital yucateca: “Aquí es / camino / de lado, / con la sombra / derecha, / me basta. (Rostros de ese reino, 2007.) Se le veía, a veces, con paso despacioso, consentido por él mismo, que iba concentrado en lo que miraba, aspiraba y reflexionaba en esos paseos que realizaba. Interrumpir esos trayectos era como romper un momento de creación. Él estaba en ese estado en el que las cosas se revelan sin más y es en ese instante cuando lo real y lo irreal se anudan y nos dicen cosas al oído. Eso era parte de los caminares de Raúl Renán. Jean Starobinski en Razones del cuerpo (Cuatro, Valladolid, España, 1999) clama: “¿Hemos llegado al final de los tiempos? La herejía anunciada por Valery se ha convertido casi en religión oficial. Sólo interesa lo que atañe al cuerpo, como si volviéramos a encontrarlo tras un olvido muy largo: imagen del cuerpo, lenguaje del cuerpo, conciencia del cuerpo, liberación


“... vivió con sigilo una existencia venturosa.” del cuerpo se han convertido en consignas” (p. 51). En realidad puede verse a Raúl Renán en plena acción de caminar o del reposo que implica la creación de su poesía, o actos tan determinantes como sentarse y paladear una comida. De esta forma puede ubicarse al poeta como un hombre cercano a la gastronomía. Pues él, podría decir, siguiendo al español Víctor de la Serna que: “Lo importante, lo decisivo es que la comida esté elaborada con materias primas de absoluta calidad, que la armonía de los condimentos sea eso: una armonía, y que el conjunto del plato sea igualmente armónico”. (Parada y fonda (Tusquets, Barcelona, 1987). Esto es lo que buscaba el escritor al sentarse a la mesa. De seguro tenía en mente los platos yucatecos, por ejemplo la excelente comida que se prueba en Valladolid, cerca de Mérida, o en las casas de la provincia blanca. Alguna vez fuimos a desayunar al hotel La Casona, que contaba con un lugar donde se pedían frutas, jugos, omelettes y otras cosas más. Él recomendó el lugar, sólo que ese día la mayoría quedamos insatisfechos del lugar. Antes, durante una celebración en nuestra casa, se llamó a Luis, un antiguo colaborador de Enrique Olvera en el restaurante Pujol, y con participaciones en distintos figones de San Sebastián, en España. Pues bien, él pidió que se trajeran mariscos, carne de puerco y de res, y una multitud de alimentos que prepararía para el deleite gastronómico. A ese banquete, hay que mencionarlo así pues lo era, fueron invitados Luis Acevedo, quien tuvo altos cargos en diarios como unomásuno y El Financiero, mientras que sus colaboraciones en el radio aún son memorables. Iba con su esposa, Rosario Costa, diseñadora y empresaria, buena amante de la cocina y una mujer con indudable aprecio por los productos españoles, donde ella tiene sus orígenes familiares. Otra de las parejas convidadas al festín fueron Salvador Corro, uno de los directivos de la revista Proceso y autor de un par de títulos que ponían entredicho a personajes de la talla de Fidel Velázquez y La Quina. Él también iba con su esposa, Rosario, escritora y magnífica en la cocina. Otros de los invitados fueron Humberto Díaz, pediatra e infectólogo, quien

tenía el contacto con Luis, el chef, pues su hija Eréndira estuvo casada con él. En un gesto amistoso nos acompañó a la Central de Abastos, allá por los rumbos de Iztapalapa y el Palacio de los Deportes. Esto fue a las cinco de la mañana para encontrar los mariscos y la carne con la frescura deseada. Luego de esto Humberto se retiró a su casa y ahí fue donde invitó a su antiguo maestro de poesía, Raúl Renán, quien nos acompañaría como otros de los invitados al deleite. Nosotros éramos mi esposa Norma Patiño, fotógrafa profesional, y mi hija Andrea, que por ese entonces estudiaba en Centro, la mejor escuela de diseño que hay en la capital de la República, los vinos también estaban previstos para que se maridaran con los alimentos. En fin que la celebración se llevó a cabo sin problema alguno, y lo único que nos faltó fueron Miguel Alvarado y su esposa Belén Jiménez, él, médico pediatra e intensivista, ella administradora y ama de casa. Se encontraban fuera del país, así que hubo que extrañarlos. Raúl disfruto a sus anchas cada plato, que preparó Luis, bajo la compañía de Raquel, una mujer experta en la cocina y en otras muchas actividades. La plática se desenvolvió con frescura y sin pretensiones, la alegría fue el detonante que ubicó la mesa. Tuvimos nuestro festín y éste lo llenaron los invitados. De esta forma, entre el caminar de Raúl Renán y el supuesto reposo que supone la degustación de una comida, se puede ubicar al poeta con mayor precisión. Un personaje que vivió la existencia con auténtica sabiduría y que supo ganarse la estima de sus alumnos y compañeros de letras. Ese banquete lo tendremos en la memoria pues fue una especie de galardón que todos nos merecíamos. El poeta murió en 2017, pero su obra quedará. Tan es así que José Emilio Pacheco anotó en Décimas de Yucatán en loor de Raúl Renán: “El tiempo que nos despeña / No pasó en vano, Renán. / Quedaron y quedarán, / A modo de santo y seña,/ Lecciones que tu obra enseña./ La precisión, la armonía / Y la sabia economía / De tus páginas ardientes / Prueban a los no-creyentes / Que en ti habita la poesía.”


El nacimiento de las capitulares Raúl Renán

E

stá en la mente que los lectores de los primeros libros se hundían en el tedio de textos lisos y formales. En ese cuerpo uniforme y continuo, el lector era víctima del vicio indolente. No había en la escritura ninguna pequeña patria postal que procurase sitio de familiarización al lector antes de iniciar su largo viaje. Ninguna posta adecuada para el cambio de capítulo ni garita que señale los límites del nuevo territorio por leer. El escriba que tuvo conciencia de este rodar sin pausa, acercó repetidas veces su imaginar al encuentro de la revelación. Un día enrielado en las largas arrugas semejadas a una caligrafía de hipnótica llanura, recostó su cabeza sobre el pergamino, y su mano, sin dominio, acomodándose a su abandono, dibujó una línea llena de accidentes curvos y rectos, gruesos y delgados, buscando formas. Cuando el escriba salió del sueño descubrió que los rasgos involuntarios de su caña dejaron una figura embellecida por el rastreo de la tinta; era un pie vegetal en cuyo medio arco crecía una flor de pétalos agudos; de sus bordes exteriores en la base unas hojas contrarias a la curva del tallo a modo de garra asentaban la figura en la supuesta superficie. El escriba contempló sorprendido la visión que produjo su mano dirigida por el misterio. Y en el centro del pequeño coto vegetal, con la energía

procedente de la misma voluntad, hizo nacer un ojo que miraba en la frente al lector. Sin saberlo y aceptándolo enseguida sintió haber obedecido un dictado. A este arte minucioso enlazó la escritura del capítulo en proceso de copia. A su tarea lo animó una emoción promisoria: finalizará este capítulo y principiará otro con el feliz sosiego en la capilla de su primera letra. El encuentro sería un mágico azar, ruleta letrada, porque su revelación dependería del sentido que guarde el nuevo paso de la escritura. En ese momentáneo curso el escriba se transformaba en miniator acucioso; el mundo que fundaba en el dibujo de la letra elegida nacía del impulso creador. La naturaleza toda estaba dispuesta a participar en el nacimiento de las capitulares, a sabiendas que de ella y de sus fenómenos, otros emergían para producir mayor maravilla que representara el mundo imaginario de los escritores a quienes trasvasaban, de pergamino a pergamino, los amanuenses. El escriba logró al cabo de largas travesías en tratados de Dios, de los reinos naturales, libros de horas y antifonarios, componer todas las capitulares del alfabeto. Extraídas de esas páginas las reunió en esta cartilla en su orden natural.

El Hilo de Ariadna es una colección periódica de Editorial Ariadna. El contenido de las publicaciones es responsabilidad de los autores. En El Hilo de Ariadna no se discrimina a ningún autor ni por su género, ni por su edad, ni por sus creencias religiosas ni políticas, tampoco por sus preferencias sexuales ni por su situación económica, tod@s son bienvenid@s. ISBN de la Colección: 978-607-8269-25-9. El cabezal El Hilo de Ariadna es creación de EKO. El número 4 de esta colección es un Homenaje Póstumo a Raúl Renán (1928-2017). Agradecemos a Norma Salazar, escritora e investigadora, por la iniciativa y el apoyo para la realización de este número. correoelhilodeariadna@gmail.com © Imágenes: Archivos de UNAM, Norma Salazar, EKO y Norma Patiño. EDITORA: Catalina Miranda DISEÑO: Anubis Olid REDACCIÓN: Angelina Martínez Herralde Oficina: 26 14 31 90 Cel. y WhatsApp: 55 39 56 25 06 www.editorialariadna.com FaceBook: Edit.Ariadna

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dán sostiene el techo donde permanece reclinada Eva. El otro sostén es el árbol de los frutos de seducción. Se procrea el mundo mirando su reflejo en el agua sobre la que se edifica A.

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icápite En una cabeza el reposo espera con su languidez al primer soñador. En la otra el deseo está perturbado porque es la sede del observador. El capítulo resuelve la historia.

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ola espinada vuelta hacia sí. Su extremo es punta de una flecha que sujeta el pie de un pálido alcatraz. Crece lleno de fuego y terror el cuerpo del dragón en el verso que inicia el capítulo. En tanto avanza el lector es devorado hasta que en el extremo San Jorge da muerte a la historia y lo salva. Año 1 - Núm. 4- Febrero - 2019 7


e su imagen veloz, un pez amenaza con salir a la intemperie: viene rumiando las tribulaciones que un lector recién aventurado en las páginas precedentes. Desborda del ojal de la D el líquido lacrimoso en que nada el pez: pez de la pena. Y en esa humedad chasquean los pasos del lector pronto a caer en un sueño sentimental. Siempre hay una rama fuerte para asirse: brazo de la razón.

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l arca del hombre diluviano. En la planta de abajo pululan los animales terrestres rodeando sus piernas y en la de arriba los alados revolotean sobre su cabeza. El texto se asentó paulatino sobre el Monte Blanco y descendió el lector después de flotar largamente sobre la superficie de una mansa lectura.

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iel Cuelga el lazo de la horca. Sin carga penada lo mueve el viento. A medio puntual del cadalso, un pie humano frena su impulso de patear la oscilaciรณn del inerte. El lector en su andar desesperado busca el fin por resolver.

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orgonas. Y gárgolas contemplan la página. En una concha marina llena de espuma se está formando Venus. La cedilla de la G es el delicado pie que toca el agua enrojecida. Tú que bogas el texto saldrás de su sabiduría con menos ciencia, como fuera del mar apenas húmedo. Año 1 - Núm. 4- Febrero - 2019 11


emos de verlo, seremos los soportados. Un bรกculo estรก listo para el peso del vencido por la vida. Va atado a la estaca en la que uncen a los condenados para someterlos a la tortura de la sed y el hambre. Uno es el lector cruzado de uno a otro de los rieles que de tan brillantes deslumbran pero tienen el fin de las cenizas. 12 El Hilo de Ariadna


ncursionan cuatro llamas entre los vericuetos de este capĂ­tulo. La oscuridad fenece al paso del lector con la I a la entrada: cetro de rama labrada en cuyo extremo la voz del mando son cuatro lenguas ardientes. El arribo al desenlace llena de excitaciones. AĂąo 1 - NĂşm. 4- Febrero - 2019 13


oyosa lengua bífida del maledicente, forjada para batir la inocencia humana. La curva está colmada de almas desesperadas: algunas caen al vacío. No la del lector. Para su placer anduvo por una de las vertientes que la voz ambigua del texto abrió para llegar a su destino.

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irie con dos patas cortas de endriago transporta su cargamento: un rey una reina ebrios de poder que miran al mundo desde su tablado cenital. El lector único dotado del bien de la transformación, puede ser uno u otro cuando le plazca en el rumbo de su lectura. Año 1 - Núm. 4- Febrero - 2019 15


a L de piernas abiertas, es una mujer encrucijada. En su centro la noche despunta para devorar al deseo. El texto se desplaza temeroso de aparentar surgir de ese ángulo oscuro o de ser absorbido hasta su vértice profundo. Vendrá el lector y cambiará su suerte.

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ira bimortal. Fundada sobre dos arcos angulares, el de la verdad y el de la mentira, esta capitular está partida en el eje. Inconciliables naves, debajo de ellas pasan los que van a morir y sólo conocieron dos medidas. El lector las verá y pasará por otro arco igualmente mortal.

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o conocen el vacĂ­o. Dos copas contrarias que alternas reciben y vierten el veneno invisible de la vida. En la orilla de la copa puesta de pie rebosa la embriaguez. Debajo de la copa inversa el eterno insatisfecho: en el texto la influencia capitular de la N se mueve incesante sobre un eje que el peso de la lectura acciona. 18 El Hilo de Ariadna


jo exorbitado por el susto. De su centro se derraman las imágenes de la perversión y la injusticia. Su río natural lo encontrarán en los surcos del texto.

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lanta de un solo fruto que es la tierra llena de pĂşstulas supurantes. Las raĂ­ces flotan enredĂĄndose consigo mismas como pelambre endurecida. Alguien pende de cabeza sobre el limbo.

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uinqué letal. Forma una calavera. En su boca penetra una serpiente que hace el apéndice de la letra. El lector tirará de ella como el badajo de una campana que anuncia la extremaunción.

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eina airosa con un pie adelantado listo para iniciar su radiante exposiciรณn. Cabellera volada por el aire de la provocaciรณn. La danza recorrerรก como un hilo la tensiรณn del texto.

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ea en sí misma la curva del silbido. No llama a nadie. Un mismo aliento en dos tonos. Vendrá de dos maneras el lector atraído por su fascinación.

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ablado de doble horca de la que cuelgan espalda contra espalda un condenado y un inocente: los ayes son como brotes rojos en el cuerpo de la

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n pileo inverso contiene la cabeza de su dueño recién decapitado: un esclavo Romano que en el gozo de su libertad perdió el sombrero de su identidad y la extremidad que lo portaba. La U inicia con un lamento el capítulo que le toca. Año 1 - Núm. 4- Febrero - 2019 25


aso del que saltan las llamas abrasadoras de la fragua. Sus paredes se deshacen como la de montaĂąa ardiendo. VacĂ­a su fogoso contenido para llenar los canales de la escritura de su jurisdicciĂłn

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i pertenece a la especie de los astros, señala lo diferente, lo marcado. Tiene cupo para las cuatro estancias del tiempo. Puede moverse y cambiar la orientación como rosa de los vientos. La página está marcada con este signo y el capítulo lo explica. Año 1 - Núm. 4- Febrero - 2019 27


ya ve, toda la serenidad y la alegría están hechas jirones. Los que nadie quiere están en el vacío sin dónde caerse benignas. Pero aparece una Y salvadora y en su horquilla se agolpan no importa cuántas trizas vengan de quién sabe dónde. 28 El Hilo de Ariadna


umba como fragmento fulminante sobre la frente del elegido. Sin excusa se sentirá marcado por el insecto del fuego. Z: firma la desesperación. Con dientes podría ser la ogresa que devora el tiempo para que avancemos.

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Las capitulares

E

N. DE LA R. l nacimiento de las capitulares, veinticinco poemas de Raúl Renán, ilustrados por Eko, fueron publicados por primera vez en el suplemento sábado de unomásuno, dirigido por Huberto Batis, del 2 de julio al 10 de diciembre de 1988.

Posteriormente, la UNAM, Coordinación de Difusión Cultural. Dirección General de Publicaciones y Fomen-

to Editorial, en la Colección Biblioteca del Editor, incluyó los poemas con las capitulares, o las capitulares con los poemas (son inherentes), como anexo en forma de acordeón o códice, en la obra de Raúl Renán: Los otros libros. Distintas opciones en el trabajo editorial (1988, 1999 y 2009), ISBN: 978-607-2-00325-5. El anexo, como un libro-objeto, fue el número

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UNAM

sábado de unomásuno

1 de la Colección: Cartilla del Amanuense.


Raúl Renán

N

semblanza

ació en el barrio de San Sebastián, Mérida,

capitales (colectivo) (1989); Serán como soles (1996); Ambu-

Yucatán, el 2 de marzo de 1928. Falleció en la

lavio (1997). Ensayo: Los otros libros. Distintas opciones en el

Ciudad de México el 14 de junio de 2017. Poeta,

trabajo Editorial (1988, 1999, 2009); La sagrada familia Sabi-

narrador y editor. Estudió Letras Modernas en la Facultad

nes (1998). Novela: El río de los años. Los pateadores de San

de Filosofía y Letras de la UNAM. Fue coordinador de ta-

Sebastián (2004). Poesía: Lámparas oscuras (haikai) (1976);

lleres literarios; autor de

Catulinarias

la colección Fósforos (cajas

(1981); De las queridas cosas

de poesía breve) y de la

(1982); Gramática fantástica

revista Ensayo; coordina-

(1983). Pan de tribulaciones

dor del Consejo Técnico

(1984); Raúl Renán, Mate-

Editorial del INBA; subdi-

rial de Lectura (1986); Los

rector del CNIPL; subdirec-

Urbanos (1988); Comparsa,

tor del Periódico de Poesía;

(1990); Lausía (1990); Via-

fundador de El Gallo Ilus-

jero en sí mismo (1992); He-

trado; director fundador y

nos aquí (1993); El libro de

editor de Papeles, La Má-

las queridas cosas. Antología

quina Eléctrica Editorial.

poética (1998); Rama de có-

Colaborador de El Ángel,

leras (1998); Cuadernos en

El Gallo Ilustrado, Esta-

breve (1999); Los silencios

ciones, La Jornada, La Pla-

de Homero (1999); Volver a

za, Los Libros Tienen la Pa-

las cosas (1999); Parentescos

labra, Nostromo, sábado de

(2003); A /Salto de río. Agonía

unomásuno, y Vuelta. Fue

del Salmón (2005); Rostros de

miembro del Pen Club In-

ese reino (2007); Educación

ternacional, del Pen Club

de la línea (2007); Emérita

de México; miembro del

(2007); Mi nombre en juego

SNCA desde 1999. En Mé-

(2008); Normandía (2011);

rida se creó en 1998 el Pre-

Raúl Renán. Poesía Comple-

y

sáficas

mio Nacional de Poesía Experimental “Raúl Renán”. A lo

ta (2012); Raúl Renán. Poesía Moderna, Material de lectura

largo de su vida recibió múltiples reconocimientos en Mé-

número 207 (2012 y 2016); Raúl Renán. Humanidades (2012);

xico y el extranjero. Ha sido traducido al francés e inglés.

Reserva de las otras palabras yucatecas. Migrantes de la Lengua

Publicó los libros de cuento; Una mujer fatal y otra

(1983); Los niños de San Sebastián (1986); Los sietes pecados

Española (2013); Cosas de la rutina grosera (2014); Piedras del adivino (2016); Pluvia (2017).

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Raúl Renán

Fotografías de Norma Patiño 32 El Hilo de Ariadna


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