John Lennon. Canciones

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Milk and Honey

nobody told me

...Three, Four! Everybody’s talking And no-one says a word Everybody’s making love And no-one really cares There’s Nazis in the bathroom Just below the stairs Always something happening And nothing going on Always something cooking And nothing in the pot They’re starving back in China So finish what you’ve got Nobody told me there’d be days like these Nobody told me there’d be days like these Nobody told me there’d be days like these Strange days indeed Strange days indeed Everybody’s running And no-one makes a move Everyone’s a winner And nothing left to lose There’s a little yellow idol To the north of Kathmandu Everybody’s flying And no-one leaves the ground Everybody’s crying And no-one makes a sound There’s a place for us in movies You’ve just got to lay around Nobody told me there’d be days like these Nobody told me there’d be days like these Nobody told me there’d be days like these Strange days indeed Most peculiar mama Everybody’s smoking And no-ones getting high Everybody’s flying And never touch the sky There’s a UFO over New York And I ain’t too surprised

JOHN LENNON cAnciones Nobody told me there’d be days like these Nobody told me there’d be days like these Nobody told me there’d be days like these Strange days indeed Most peculiar mama, woah

TODOS LOS TEMAS, TODAS LAS HISTORIAS, TODAS LAS LETRAS. 1969-1980

PAUL DU NOYER 157


Título original John Lennon. Songs Traducción Alfonso Rodríguez Arias, María Teresa Rodríguez Fischer Revisión de la edición en lengua española Llorenç Esteve de Udaeta Historiador de Música

Coordinación de la edición en lengua española Cristina Rodríguez Fischer Primera edición en lengua española 2020 © 2020 Naturart, S.A. Editado por BLUME Carrer de les Alberes, 52, 2.o Vallvidrera, 08017 Barcelona Tel. 93 205 40 00 e-mail: info@blume.net © 2020 Welbeck Publishing Group, Londres © 1997, 2020 del texto Paul du Noyer ISBN.: 978-84-18075-98-8 Impreso en Dubái Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, sea por medios mecánicos o electrónicos, sin la debida autorización por escrito del editor. WWW.BLUME.NET Este libro se ha impreso sobre papel manufacturado con materia prima procedente de bosques de gestión responsable. En la producción de nuestros libros procuramos, con el máximo empeño, cumplir con los requisitos medioambientales que promueven la conservación y el uso responsable de los bosques, en especial de los bosques primarios. Asimismo, en nuestra preocupación por el planeta, intentamos emplear al máximo materiales reciclados y solicitamos a nuestros proveedores que usen materiales de manufactura cuya fabricación esté libre de cloro elemental (ECF) o de metales pesados, entre otros. Parte del material que contiene este libro se publicó previamente, en su versión original en inglés, en We All Shine On, Working Class Hero y John Lennon.


JOHN LENNON cAnciones TODOS LOS TEMAS, TODAS LAS HISTORIAS, TODAS LAS LETRAS. 1969-1980

PAUL DU NOYER


contenIDO


Prólogo 8 Capítulo uno

TODOS BRILL AMOS

12

Capítulo dos

John Lennon/Pl astic Ono Band Capítulo tres

IMAGINE

50

Capítulo cuatro

Some Time in New York Cit y Capítulo cinco

mind games

92

Capítulo seis

Walls and bridges Capítulo siete

double fantasy

130

Capítulo ocho

milk and honey

150

Capítulo nueve

Long lost john Cronología 180 Discografía 182 Índice 188 Créditos de las canciones 190

160

108

74

22


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Todos brillamos

«YOKO DESPERTÓ EL BICHO RARO EN MI INTERIOR. ELL A ENTRÓ POR L A VENTANA DEL CUARTO DE BAÑO». John Lennon

memorizó en la escuela dominical. Al igual que ocurría con su vecino Paul McCartney, la comprensión subconsciente de la melodía y la armonía, además del ritmo, se formó en la mente de John muchos años antes de sus encuen­tros en su camino de Damasco con el «Rock Around the Clock» de Bill Haley y el «Heartbreak Hotel» de Elvis Presley. A principios de la década de 1960, cuando la antigua banda de skiffle de John, The Quarry Men, había evolucionado hasta convertirse en el mejor grupo de música beat de Liverpool, The Beatles, él ya llevaba el rock and roll en la sangre. En aquella época, los entendidos de la ciudad devoraban los sonidos del pop de Brill Building o las raras importaciones de soul de Motown. Cuando Lennon y McCartney realizaron sus primeros y vacilantes intentos de escribir canciones en lugar de copiar los originales estadounidenses, su imaginación era un fermento de influencias. Country and western era lo más popular de la música en directo en la ciudad, lo cual es el motivo por el que George Harrison se convirtió en guitarrista y no en cantante de blues, como Eric Clapton, el chico de Surrey. En los auditorios musi­cales demolidos hacía tiempo, era posible encontrar desde espectáculos de Broadway hasta cánticos de fútbol, pasando por recuerdos familiares. Sobre todo ello se hallaba el talento creativo innato de Lennon y McCartney. Se inspiraban mutuamente, primero como amigos y más tarde como rivales. Su banda, The Beatles, se vio reforzada y sensibilizada por los innumerables espectáculos en Hamburgo, The Cavern y otros emplazamientos. Y en Londres conocieron a George Martin, quien fue, sin duda, el productor más intuitivo con el que podrían haber llegado a trabajar. Una vez en marcha, The Beatles conquistaron el mundo y fueron imparables. Todo esto no fue suficiente para Lennon. A millones de personas les encantaba «Please Please Me», «She Loves You» y «I Want To Hold Your Hand», pero John pronto se cansó de cualquier fórmula, por mágica que fuera. Al escuchar las canciones de Bob Dylan sintió el aguijonazo para convertirse en poeta. Recurrió a la introspección en su propio estado de agitación buscando probar su capacidad de autoex­ presión. Comenzó a adornar el repertorio de los Beatles con temas de Página anterior: Lennon perfecciona el aspecto de roquero rebelde justo antes del cambio de imagen de los Beatles de 1961, con sus tradicionales «flequillos».

carácter oscuro, como «I’m A Loser» y «You’ve Got To Hide Your Love Away». En su tentativa más brutal hasta el momento, escribió un tema que tituló, sencillamente, «Help!»; no obstante, las convenciones de la música pop de éxito en las listas se aseguraron de que nadie adivinara si realmente pedía ayuda. Cuando, poco a poco, los Beatles comenzaron a desaparecer detrás de los bigotes y un humo dulzón, las letras de Lennon se desplazaron hacia una imaginería más compleja y original. Y, paradójicamente, a pesar de ello, consiguió una mayor revelación de sí mismo. «Norwegian Wood», «Tomorrow Never Knows», «Strawberry Fields Forever»: a pesar de que, a menudo, estos temas se hallaban impregnados de un misterio gnómico, la presencia emocional de su creador resulta indiscutible. Desdeñaba las canciones cotidianas y anecdóticas que se habían con­vertido en el sello distintivo de Paul. «Me gusta escribir sobre mí —aseguraría a la revista Playboy en 1980—, porque me conozco. No sé nada sobre secretarias, carteros o agentes de tráfico». Su precipitada honestidad casi acabó con su vida en 1966. Un comentario casual a un periódico londinense (que los Beatles eran más populares que Jesucristo) fue pasado por alto en Reino Unido, pero desencadenó un torrente de amenazas de muerte en Estados Unidos. «Realmente se llevó un buen susto y le imbuyó en el temor de Dios —recuerda Paul McCartney—. Fue un momento en la vida de John en el que se puso realmente nervioso. Imagínate poner a todo el Cinturón Bíblico en tu contra: no resulta divertido». Una vez resuelto y después de decidir que los Beatles ya no saldrían más de gira, John estaba listo para que ocurriera algo novedoso en su vida. Lo que sucedió fue una mujer llamada Yoko Ono. Una artista japonesa que llegó de la nada y revolucionó la vida de John Lennon. «Entró por la ventana del cuarto de baño —bromeaba en 1969—. Despertó el bicho raro en mi interior». John se divorció de su esposa Cynthia, la chica con la que salía cuando estudiaba arte en Liverpool, y se casó con quien describió como su «yo travestido». Yoko era, de hecho, la hija de una familia pudiente de Tokio que se había casado dos veces, y era una artista conocida por derecho propio. El arte de John implicaba escribir letra y música, pero la clave en el arte de Yoko era su «concepto». En su mundo, la idea era más importante que el artefacto, lo que podía ser cualquier cosa, desde una película sobre una sonrisa hasta pasar una tarde sobre un escenario dentro de una bolsa.

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IT’S SO HARD Mientras que la frágil «Jealous Guy» describía a un hombre salvaje en busca de la parte más amable de su naturaleza, el siguiente tema, «It’s So Hard», confirmaba que Lennon no se había olvidado del rock and roll. Un blues boogie incisivo, del tipo que las bandas de rock apreciaban en gran medida en ese entonces, con un crujido como el de un camión que circula sobre gravilla y un épico saxofón de la década de 1950.

L

a canción en sí no es una declaración especial sobre algo relevante, y se limita a las estoicas observaciones de John sobre las exigencias diarias de la vida, el amor y el trabajo. John nunca intentó facilitarse la vida, más bien al contrario, pero se reservaba el derecho de quejarse alto y claro cada vez que le parecía que había llegado a su límite. No obstante, «It’s So Hard» es más una fanfarronada altanera que un la­ mento autocompasivo. Y el grunge atropellado de la pista de base recibe un estímulo mágico gracias a la adición de cuerdas de Spector, que se arremolinan en un Hollywood-Oriental que él y John tanto apreciaban. Spector había tenido unos cuantos años flojos desde su apogeo en la década de 1960, y parecía disfrutar de la amplitud de este nuevo álbum. El fotógrafo Kieron Murphy recuerda que le invitaron a Titten­hurst Park para escuchar el álbum Imagine acabado. Encontró a John ansioso por conocer la respuesta del público después de la fría acogida de su álbum anterior. Pero «It’s So Hard», al igual que el siguiente tema, «I Don’t Want To Be A Soldier», le animaron mucho, gracias a la inclusión del legendario saxofonista King Curtis, sobrepuesto por Spector en Nueva York. «Realmente se sentía orgulloso —recuerda Mur­phy—. Decía: “¡Hemos conseguido a King Curtis!”. No parecía

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entender que la gente habría matado a su propia madre por participar en alguno de sus álbumes». Sin embargo, John tenía muchas razones para ser humilde. Tratán­ dose de uno de los primeros conocedores del rock and roll de Inglaterra, reverenciaba a «King» Curtis Ousley, cuyo saxo tenor definió a «Yakety Yak» de los Coasters y docenas de clásicos del R&B de Atlantic. Justo antes de las sesiones de Imagine, Curtis había tocado para Aretha Franklin y había formado su propia banda, en la que participaba Billy Preston. Pero el 15 de agosto de 1971, Curtis fue apuñalado por un vagabundo en las escaleras de acceso a su casa de Nueva York. Podemos comprender el asombro de John cuando leemos el tributo del productor Jerry Wexler al gigante del saxofón: «Un metro ochenta y dos, potente, sereno y radiante [...]. Curtis era noble, con agallas y avispado como no he cono­cido a nadie más». «It’s So Hard» («Es tan difícil») parece un epitafio muy adecuado. Inferior: aunque llegaron a estar prohibidas para preservar su imagen de estrella del pop, las gafas de John llegaron a convertirse en su sello característico. Los cigarrillos tampoco solían estar demasiado lejos.


Imagine

It’s so Hard

You gotta live You gotta love You gotta be somebody You gotta shove But it’s so hard, it’s really hard Sometimes I feel like going down You gotta eat You gotta drink You gotta feel something You gotta worry But it’s so hard, it’s really hard Sometimes I feel like going down But when it’s good It’s really good And when I hold you in my arms baby Sometimes I feel like going down You gotta run You gotta hide You gotta keep your woman satisfied But it’s so hard, it’s really hard Sometimes I feel like going down

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NOBODY TOLD ME Cuando Lennon concibió los primeros esquemas de este tema lo tituló «Everybody’s Talkin, Nobody’s Talkin», inspirado, quizá, en el éxito de Harry Nilsson. El texto presenta una serie de paradojas: «There’s always something happenin’/And nothing is going on» («Siempre pasa algo, pero no pasa nada»), hasta que, en el coro, John alza los brazos con exasperación. «Nobody Told Me» es un buen rock and roll recio y una demostración de que su cínico ingenio no había desparecido.

C

on su catálogo de frustraciones cotidianas, «Nobody Told Me» es otra señal de que los últimos años de John no fueron tan felices como se afirmó. (Otra maqueta de la misma época, titulada «You Save My Soul», sugiere que, en realidad, casi llegó al suicidio). Durante su carrera, Lennon aprendió a su costa que es una tontería mostrarse totalmente abierto con los medios. Su cita «más grande que Jesucristo» le creó problemas interminables; hablar de drogas fue la causa de más problemas con las autoridades; las referencias a su familia a menudo le causarían dolor. En 1980, John era experto en organizar la agenda de sus entrevistadores, y así mostraban la imagen que él y Yoko habían acordado. Pero los temas que escribió parecían inmunes a esta autocensura. Algo que no puede evitar es su sinceridad. El tema de Yoko «O Sanity», el siguiente en el álbum, echa un vistazo a sus propios momentos de duda en el imaginario período posterior a 1980. Parece ser que John tenía la intención de ofrecerle «Nobody Told Me» a Ringo. Si eso fuera cierto, habría sido uno de los mejores regalos

Superior: en su último año juntos, los Lennon se toman un descanso en Central Park.

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de Lennon a su viejo batería, que había recibido composiciones menos clásicas. Ya en 1976, John había donado el mediocre «Cookin’ (In The Kitchen Of Love)» para el álbum Ringo’s Rotogravure. En 1974, aportó el tema principal a Goodnight Vienna. Y, un año antes, le había ofrecido a Ringo «I’m the Greatest», un tema que había escrito para sí mismo, antes de decidir que la famosa frase de Muham­mad Alí podría sonar menos arrogante si procedía de Ringo Starr que de John Lennon. Posiblemente la frase más extraña en «Nobody Told Me» se refiera al «pequeño ídolo amarillo». De hecho, es casi la cita de un poema de 1911, «The Green Eye Of The Yellow God» («El ojo verde del dios amarillo»), «Hay un ídolo amarillo de un solo ojo al norte de Katman­ dú», escrito por J. Milton Hayes, quien murió el año del nacimiento de Lennon. Al igual que la obra de Rudyard Kipling, este poema era bien conocido por la generación de los padres de John, un elemento básico de los recitales en pubs y salas de música durante los años de formación de John.


Milk and Honey

nobody told me

...Three, Four! Everybody’s talking And no-one says a word Everybody’s making love And no-one really cares There’s Nazis in the bathroom Just below the stairs Always something happening And nothing going on Always something cooking And nothing in the pot They’re starving back in China So finish what you’ve got Nobody told me there’d be days like these Nobody told me there’d be days like these Nobody told me there’d be days like these Strange days indeed Strange days indeed Everybody’s running And no-one makes a move Everyone’s a winner And nothing left to lose There’s a little yellow idol To the north of Kathmandu Everybody’s flying And no-one leaves the ground Everybody’s crying And no-one makes a sound There’s a place for us in movies You’ve just got to lay around Nobody told me there’d be days like these Nobody told me there’d be days like these Nobody told me there’d be days like these Strange days indeed Most peculiar mama Everybody’s smoking And no-ones getting high Everybody’s flying And never touch the sky There’s a UFO over New York And I ain’t too surprised Nobody told me there’d be days like these Nobody told me there’d be days like these Nobody told me there’d be days like these Strange days indeed Most peculiar mama, woah

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NOBODY TOLD ME Cuando Lennon concibió los primeros esquemas de este tema lo tituló «Everybody’s Talkin, Nobody’s Talkin», inspirado, quizá, en el éxito de Harry Nilsson. El texto presenta una serie de paradojas: «There’s Una vez liberado de las restricciones de los Beatles, los temas de John Lennon always something happenin’/And nothing is going on» («Siempre pasa algo, pero no pasa nada»), hasta

en el coro, John alzaconfesionales los brazos con exasperación. ToldyMe» es un buen rock and transmitir roll recio se que, tornaron más que«Nobody nunca consiguieron a sus y una demostración de que su cínico ingenio no había desparecido.

seguidores una extraordinaria visión de su vida, sus sentimientos y creencias. Juntooncon las letras al completo, este libro contiene un detallado análisis, tema su catálogo de frustraciones cotidianas, «Nobody Told Me» de Lennon a su viejo batería, que había recibido composiciones menos

C

es otra señal de que los años de John fueron tan felices clásicas. Yapor en 1976, había donado el mediocre «Cookin’ (In The a tema, de todo suúltimos catálogo ennosolitario, realizado elJohn reconocido experto como se afirmó. (Otra maqueta de la misma época, titulada «You Save My Soul», sugiere que, en realidad, casi llegó al suicidio). Durante su carrera, Lennon aprendió a su costa que es una tontería mostrarse totalmente abierto con los medios. Su cita «más grande que Jesucristo» le creó problemas interminables; hablar de drogas fue la causa de más problemas con las autoridades; las referencias a su familia a menudo le causarían dolor. En 1980, John era experto en organizar la agenda de sus entrevistadores, y así mostraban la imagen que él y Yoko habían acordado. Pero los temas que escribió parecían inmunes a esta autocensura. Algo que no puede evitar es su sinceridad. El tema de Yoko «O Sanity», el siguiente en el álbum, echa un vistazo a sus propios momentos de duda en el imaginario período posterior a 1980. Parece ser que John tenía la intención de ofrecerle «Nobody Told Me» a Ringo. Si eso fuera cierto, habría sido uno de los mejores regalos

Kitchen Of Love)» para el álbum Ringo’s Rotogravure. En 1974, aportó el tema principal a Goodnight Vienna. Y, un año antes, le había ofrecido a Ringo «I’m the Greatest», un tema que había escrito para sí mismo, antes de decidir que la famosa frase de Muham­mad Alí podría sonar menos arrogante si procedía de Ringo Starr que de John Lennon. Posiblemente la frase más extraña en «Nobody Told Me» se refiera al XX la cita de un poema de «pequeño ídolo amarillo». De hecho, es casi 1911, «The Green Eye Of The Yellow God» («El ojo verde del dios amarillo»), «Hay un ídolo amarillo de un solo ojo al norte de Katman­ dú», escrito por J. Milton Hayes, quien murió el año del nacimiento de Lennon. Al igual que la obra de Rudyard Kipling, este poema era bien conocido por la generación de los padres de John, un elemento básico de los recitales en pubs y salas de música durante los años de formación de John.

Paul du Noyer, quien analiza los mensajes de protesta, rebeldía, amor y paz del antiguo Beatle, citando sus fuentes de inspiración e inuencias.

John Lennon es uno de los compositores más importantes del siglo

, y su

trabajo continúa siendo popular incluso hoy en día, cuarenta años después

de su muerte prematura, cuando nuevos seguidores, compositores, activistas e intérpretes descubren su asombrosa producción. Ahora todos podemos

apreciar, entender y reconocer el trabajo en solitario de Lennon como nunca antes había sido posible. Paul du Noyer nació en Liverpool. Comenzó como redactor musical en NME, fue editor de la revista Q y posteriormente lanzó Mojo. Trabajó como consultor editorial para Yoko Ono en los artículos para los relanzamientos de Lennon durante la década de 2000.

ISBN 978-84-18075-98-8

Superior: en su último año juntos, los Lennon se toman un descanso en Central Park.

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Portada: © 2019 The Andy Warhol Foundation for the Visual Arts, Inc. / Con autorización de DACS/Artimage, Londres

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