aguas abiertas
Una guía práctica para nadar al aire libre días al año
GRIFFITHS
Título original Swim Wild and Free
Traducción Alfonso Rodríguez Arias Revisión y asesoramiento de la edición en lengua española Annabel Salinas y Albert Font Barcelona Swimmers (Club de Natación en aguas abiertas)
Coordinación de la edición en lengua española Cristina Rodríguez Fischer
Primera edición en lengua española 2024
© 2024 Naturart, S.A. Editado por BLUME Carrer de les Alberes, 52, 2.o, Vallvidrera 08017 Barcelona
Tel. 93 205 40 00 e-mail: info@blume.net © 2022 Bloomsbury Sport, Londres © 2022 Simon Griffiths © 2022 de las fotografías, Getty Images, a excepción de: página 6 © Jerome Quartey; página 8 © Lee Williamson; páginas 7, 10-11, 24-25, 36, 67, 79, 81, 134, 144, 161, 170 y 183 © Simon Griffiths; páginas 17, 63, 73, 120, 123, 127, 128 x 2 y 148 © Orca; páginas 106-107 y 129 © Ginés Díaz/Orca; página 23 © Lucy Baker; páginas 26, 45, 69, 118, 125, 126, 146-147, 171, 177 (inferior), 192, 193 y 197 © Katia Vastiau; página 31 © Liz Tarr; páginas 60-61 © Darrell Skipper; página 83 © Julie Hacket; página 89 © Caroline Hurley; página 95 © Andrew O’Regan; página 105 © Keri Hutchinson; páginas 109, 110 y 111 © Deakin y Blue; iconos páginas 112,114, 115, 119, 121, 122, 125, 128, 130, 131, 134 y 135 © Shutterstock; página 113 x 2 © Funky Trunks; página 114 © Malmsten; página 132 © Ella Foote; página 142 © Rachael Boughton; página 145 © Katie Macleod Peters; página 163 © Fitand Abel; páginas 174-175 © Jumpy James; páginas 87 y 177 (superior) © Jonathan Cowie; páginas 186 y 191 © BEST Centre; página 189 © Elaine Howley; página 194 © Pete Langdown / Great East Swim; página 195 (superior) © John Coningham Rolls; página 198 © Steve Ashworth / Great North Swim; página 199 © Simon Emm; portada © Ray Wod / Stockimo / Alamy Stock Photo; contraportada © Gary Yeowell / Getty Images
ISBN: 978-84-19785-38-1
Depósito legal: B. 8761-2024
Impreso en China
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aguas abiertas
NADAR en SIMON
Una guía práctica para nadar al aire libre días al año
GRIFFITHS
Practicar la natación de un modo responsable
El único propósito de esta publicación es ser una guía para la natación al aire libre y ayudar en la planificación básica para practicarla en entornos naturales. En muchos casos no hay socorristas, se desconoce la profundidad del agua, esta puede estar muy fría y las condiciones pueden cambiar con rapidez. Aunque se ha prestado el máximo cuidado en la compilación de esta publicación, puede contener inexactitudes y no sustituye su propia evaluación de las condiciones en el momento de la práctica de la natación ni cualquier consejo de otro experto que esté presente. Cualquier decisión de nadar debe tomarla usted mismo, evaluando cada vez los riesgos antes de hacerlo. Si no está seguro de los riesgos o no se siente cómodo al entrar en el agua, no nade . Los editores y sus agentes no aceptan ninguna responsabilidad por errores u omisiones, ni por ningún accidente, pérdida o daño (incluidos, entre otros, daños indirectos, consecuentes, especiales o particulares) que surjan del uso o mal uso, o de la confianza en la información contenida en esta publicación.
La decisión de utilizar y confiar en cualquier información u orientación de esta publicación queda totalmente bajo su discreción y responsabilidad.
Contenido
Hay cientos de especies de medusas en todo el mundo, además de otros organismos colonizadores como la carabela portuguesa, que pueden picarle, algunas más que otras. Antes de nadar en un lugar nuevo, siempre vale la pena consultar con los lugareños. Infórmese de qué especies de medusas están presentes o si las condiciones meteorológicas pueden hacer que se acumulen en algún lugar. No solo hay que tener cuidado al nadar. También hay que tenerlo en las playas. Los peces de la familia de los tranquínidos, como el pez araña, son comunes en las playas de Reino Unido, Europa y el norte de África, y causan una picadura dolorosa si los pisa. Pueden sobrevivir durante un tiempo fuera del agua y, a veces, permanecen enterrados en la arena cuando baja la marea. Puede reducir el riesgo de picadura usando cangrejeras o calcetines de neopreno. El tratamiento contra sus picaduras es poner el pie en remojo en agua lo más caliente que pueda tolerar.
Cómo tratar las picaduras de medusas
El tratamiento de primeros auxilios por una picadura de medusa es lavar la zona afectada con agua de mar. Si hay espinas visibles, retírelas con cuidado con unas pinzas o con el borde de una tarjeta de crédito. Si es posible, ponga la zona afectada en remojo en agua caliente (o aplique toallitas húmedas y calientes), durante treinta minutos. Si lo desea, puede tomar analgésicos de venta libre. Si siente dificultades para respirar o muestra una reacción alérgica grave, solicite asistencia médica de inmediato.
En Florida y en otros muchos lugares, a veces las mantarrayas se entierran en aguas poco profundas cerca de la costa. Para evitar pisarlas, arrastre los pies lateralmente. El movimiento provoca vibraciones que las mantarrayas detectan, lo que las aleja.
Lo primero es pensar
Hemos mencionado muchos peligros presentes en las aguas abiertas y he compartido un par de ejemplos de cuando algo salió mal en mis travesías. No pretendo alarmar ni desanimar, sino ofrecer la información necesaria para nadar seguro. He realizado cientos de recorridos en aguas abiertas en los que solo sucedieron cosas buenas y muy pocos con resultados adversos, y estos últimos podrían haberse evitado. El mejor consejo de seguridad que puedo darle es que piense antes de nadar y consulte a los nadadores locales si hay algo de lo que no está seguro.
De vez en cuando, alguien me envía una historia sobre un gran tiburón blanco que se dirige hacia las costas de Inglaterra. Por lo general, se trata de algún cuento de pescadores que se recicla periódicamente cuando los periódicos se quedan sin noticias reales sobre las que escribir. Sin embargo, es plausible, dado que todos nuestros océanos están interconectados y la sombra de tiburón es alargada. Por improbable que sea, todavía hay momentos en el mar en los que me siento con el corazón en la boca, y sé que a muchos otros nadadores también les pasa. Para que se acelere mi pulso, solo hace falta una sombra creada por una nube que pasa frente al sol o un trozo de alga que roza mis piernas.
El peor momento Tiburón que he tenido fue nadando una vez en una playa tranquila en el norte de Cornualles. Había nadado hasta bastante lejos para jugar con las olas cuando algo apareció a mi lado. Soy miope y no veía con claridad, pero parecía grande. Nadé apresuradamente de regreso a la orilla y corrí hacia la playa. Una vez que me calmé y me puse las gafas, vi que se trataba de una foca y que mi pánico no había sido justificado.
No conozco ninguna cura para el miedo a los tiburones excepto nadar en el mar con más frecuencia. Descubrí que cuantos más encuentros he tenido con
cosas que no son tiburones, más seguro me siento. A veces, pienso que la solución sería nadar con alguien que nade más lento; es una broma, o no tanto…
En cuanto a las medusas, me aterrorizaron durante años. El nadador de larga distancia Adam Walker me mostró una vez una fotografía de las quemaduras en todo el cuerpo que sufrió por picaduras de medusa mientras nadaba en el canal Molokai en Hawái. Aun así, Adam logró completar el recorrido, a pesar del dolor casi paralizante. Conozco nadadores que han tenido que abandonar travesías a nado debido a picaduras de medusas. Sin embargo, se trata de nadadores extraordinarios que se enfrentan a las travesías más difíciles del mundo.
Perdí el miedo extremo a las medusas después de que me picara una de aguijón malva en Italia. En plena competición, sentí un pinchazo agudo en el hombro y un hormigueo eléctrico en el brazo. No vi a la culpable, pero sentí que rodaba por mi espalda y me picaba de nuevo dos o tres veces más. Fue muy desagradable, tal vez comparable a una picadura de avispa, o quizá algo peor. Ciertamente, no me gustaría que me picaran de nuevo, pero de algún modo, saber cómo es disminuye el miedo.
La milla de hielo
Inevitablemente, como ocurre con muchas actividades, algunas personas quieren saber cuáles son sus límites físicos y mentales. En 2007, Lewis Pugh nadó un kilómetro en el agua a una temperatura de -1,7 °C en el Polo Norte. El agua dulce se congela a 0 °C, pero el agua de mar puede estar más fría antes de congelarse. De todos modos, en aquel momento, el Polo Norte debería haber estado congelado y Pugh realizó su proeza para llamar la atención sobre el hecho de que no lo estaba. Si aún no la ha visto, vale la pena buscar su charla TED sobre natación.
Si bien el de Pugh fue un desafío único, la idea de nadar distancias largas (más o menos) en agua helada se ha popularizado. La Asociación Internacional de Natación en Hielo (IISA, por sus siglas en inglés) fue creada en 2009 por el nadador extremo sudafricano Ram Barkai para formalizar la natación en agua helada, considerando como tal el agua a menos de 5 °C, e introdujo la milla de hielo, que consiste en nadar una milla (1,6 km) en agua a esa temperatura, con un bañador estándar, gafas y gorro. No se permiten trajes de neopreno.
No hay que engañarse: la milla de hielo es algo muy serio, una prueba deportiva extrema de gran exigencia física y mental, y que conlleva un alto riesgo de hipotermia. Para ponerlo en contexto, una milla de hielo típica dura entre veinte y cincuenta minutos, aunque algunos nadadores han tardado más de una hora en recorrerla. El grupo de trabajo de Búsqueda y Rescate de Estados Unidos afirma que, en el agua a esa temperatura, el tiempo normal hasta el agotamiento
o la pérdida del conocimiento es de entre quince y treinta minutos. El tiempo de supervivencia esperado (suponiendo que las vías respiratorias no se bloqueen y no se produzca el ahogamiento) es de treinta a noventa minutos. Casi todas las personas que completan una milla de hielo permanecen en el agua durante más tiempo del que se considera que una persona quedaría inconsciente.
El entrenamiento, la aclimatación y la forma y el tamaño del cuerpo pueden aumentar el tiempo que se puede nadar en agua fría, pero a estas temperaturas no es posible detener la progresión hacia la hipotermia. En una milla de hielo a la que asistí como espectador, todos los nadadores comenzaron con fuerza, pero empezaron a disminuir la velocidad a medida que el frío comenzaba a actuar. Un nadador mostró un caso clásico de incapacidad para nadar; su ritmo de brazada disminuyó y sus piernas se hundieron hasta que dejó de moverse y tuvo que ser rescatado. Pasó un par de horas recuperándose de la hipotermia en la tienda médica. Solo se debe intentar una milla de hielo después de un largo entrenamiento y aclimatación y cuando se cuenta con un buen equipo de seguridad completo de acuerdo con las pautas de la IISA.
La IISA (organización independiente de la IWSA) organiza y autoriza su propia serie de competiciones de natación en hielo en las que las distancias más largas son de 250, 500 y 1000 metros. Los detalles se pueden consultar en su web.
«Me encanta este libro porque anima a otros a salir, a ser valientes y a experimentar el puro placer de nadar al aire libre».
LOUISE MINCHIN
PERIODISTA DE LA BBC
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SIMON GRIFFITHS es el fundador y editor de Outdoor Swimmer. Reside en Richmond y nada en el Támesis todo el año.