Euskalherria, la tierra de los vascos

Page 1

1° archivo Introducción por Magdalena Bènard Lanusse Euskalherria, la tierra de los vascos

1

Historia

10

Historia contemporánea

27

Sabino de Arana Goiri

34

Cultura

40

Historia de la inmigración

52

El pueblo vasco por Enrique de Gandía

72

Migración, identidad ...

76

El caserío vasco

109

Salutación a Enbeita por L. Lugones

116


1

EUSKALHERRIA La tierra de los vascos

Magdalena Bénard Lanusse de Arichuluaga

El País Vasco o Euskalherria es una región inserta en Europa Occidental que actualmente comprende dos Estados: España y Francia. Un mar baña sus costas: el Cantábrico que en su extremo sudoeste forma el Golfo de Vizcaya.

de), los territorios de Alava, Vizcaya y Guipúzcoa, que integran la Comunidad Autónoma de Euzkadi regida por un gobierno común: el Gobierno Vasco y Navarra que constituye una Comunidad Autónoma. Al norte, entre los Pirineos y el río Adour (Iparralde) se sitúan Laburdi, Benabarra (Baja Navarra) y Zuberoa, que forman junto con el Bearn el departamento francés de Pirineos Atlánticos dependiente de la administración central. El espacio geográfico que ocupa Euskalherria (Egoalde e Iparralde) tiene una extensión de 20.719 Km2., un poco menor a la superficie de la provincia de Tucumán, Argentina, con 22.524 km2. ÁLAVA (Araba)

Abarca el territorio occidental de la cadena montañosa de los Pirineos con sus zonas adyacentes. Hoy en día Euskalherria constituye al sur de los Pirineos hasta el Ebro (Egoal-

Limita al norte con Vizcaya y Guipúzcoa, al este con Navarra, al sur con Logroño y Burgos y al oeste con esta última. Con una extensión


2 de 3.122 Km2 es la más extensa de las tres provincias vascongadas, cuyo vértice meridional ocupa. El “país entre montañas” o “próximo a las montañas” se sitúa sobre las montañas que dan al mar Cantábrico y las llanuras que se abren sobre el valle del Ebro y la meseta de Castilla. En el norte el paisaje de valles con montes de pinos y hayas y caseríos con huertos pequeños y prados donde pasta el ganado vacuno recuerda a las provincias vecinas de Guipúzcoa y Vizcaya. A medida que se avanza hacia el sur el terreno se hace más llano y árido. Las comarcas más occidentales se asemejan a las de Burgos. En la zona de la Rioja, traspasada la sierra de Cantabria, el horizonte se abre hacia el gran río Ebro. El centro de la provincia es una gran llanura -la llanada alavesa- donde se asienta la capital Vitoria-Gasteiz. Los tres ríos más importantes son el Nervión,

el Ega y el Arga, los que vierten sus aguas en el Cantábrico y en el Mediterráneo. La economía de la provincia se basa en la ocupación productiva del suelo, realizada en pequeños predios trabajados directamente por sus propietarios con cultivos de cereales, forrajes , hortalizas y frutales, la explotación de la riqueza forestal, especialmente la pinariega, el aprovechamiento de los pastos y la ganadería vacuna y lanar. La industria radica casi exclusivamente en la capital, Vitoria y la zona de Lodio-Amurrio. A las industrias tradicionales de naipes, maquinaria agrícola y muebles, se añaden a partir de 1950 empresas de todo tipo. La capital de la provincia y de la Comunidad Autónoma de Euzkadi, sede del Gobierno Vasco desde 1980, VITORIA-GASTEIZ, es además


3 el núcleo comercial de la provincia, sobre el que gravitan todos los municipios alaveses y también varios de otras provincias.

VIZCAYA (Bizkaia) Vizcaya ocupa una extensión de 2.217 km2. Limita al oeste con Guipuzcoa, al sur con Alava, al este con Burgos y Santander y al norte con el mar Cantábrico. Su densidad de población es muy alta debido fundamentalmente a su gran industrialización. Aún así otros sectores de la economía como la agricultura, la ganadería y la pesca, tienen gran importancia económica y constituyen modos de vida tradicionales del ser vasco. Su territorio es predominantemente montañoso al formar parte de la Depresión Vasca comprendida entre los Pirineos y el Sistema Cantábrico. Sus ríos cortos y caudalosos desembo-

can en el Cantábrico en forma de estuarios en donde se asientan los principales centros turísticos y puertos pesqueros. BILBAO es la capital del Señorío de Vizcaya. El Señorío se rigió durante siglos por los Fueros, conjunto de leyes antiguas, usos, costumbres y derechos, codificados en 1452 y simbolizados en el árbol de Gernika o Guernica, villa en la que se juraban esos Fueros, comprometiéndose a respetarlos los Reyes y Señores. La ría de Bilbao congrega por sí sola más de 900.000 habitantes, la cuarta parte de la población, gracias a la vitalidad de un centro industrial pujante y diversificado que desde la segunda mitad del siglo XlX ha ido transformándose en la primera conurbación fabril del País Vasco y la tercera de España, luego de Madrid y Barcelona. El 19 de octubre de 1997 fue inaugurado por


4 los Reyes Juan Carlos y Sofía de España en Bilbao, el Museo Guggenheim. La ciudad que alguna vez fue un gran astillero, gracias a su museo diseñado por el arquitecto Frank Gehry será el gran centro cultural modelo del siglo XXl.

GUIPÚZCOA (Gipuzkoa) Con una extensión de 1977 Km2 y abierta al Mar Cantábrico que marca su límite septentrional, a lo largo de su historia Guipúzcoa ha supuesto una vía de relaciones muy variadas entre el interior peninsular y la Europa continental. Limita al oeste, sur y este con las provincias vecinas de Vizcaya, Alava y Navarra y el curso bajo del río Bidasoa la separa de Laburdi. Rodeada en todas direcciones por territorios vascos, ha conseguido mantener mejor ciertos

rasgos culturales que como la lengua, el euskera, conforman la individualidad vasca. Ofrece un paisaje enormemente accidentado, en el que montañas, sierras, colinas y valles se suceden sin dar ocasión a las llanuras salvo en sectores muy concretos del litoral y al pie de las sierras divisorias. La costa es de acantilados abruptos en su mayor extensión, que se abren de cuando en cuando permitiendo un litoral de playas de gran belleza. Los ríos en general vierten sus aguas en el Cantábrico y por lo intrincada de su topografía, el Deva, Urola, Oria, Urumea, Oyarzun y Bidasoa son los caminos naturales de penetración desde la costa hacia el interior, constituyéndose a su vez en importantes ejes sobre los que se articula la vida de la región. Los bosques con las especies autóctonas como el haya, el roble y el castaño, han ido sustitu-


5 yéndose gradualmente desde el siglo XlX con coníferas por su mayor valor industrial.La escasez de tierras llanas hizo que la agricultura se organizara no sin dificultades en torno a la vida del caserío. Al crecer la población y sus necesidades alimenticias, fue necesaria la ocupación del territorio a expensas de las zonas de bosque. Dentro del sector primario la ganadería es la actividad principal. Más de la mitad de las tierras cultivadas se destinan a la producción forrajera. El caserío, unidad básica de explotación, desde el siglo XlX, optó por la especialización ganadera, quedando en segundo término los cultivos tradicionales como el trigo, lino y los frutales. En la zona costera, desde Fuenterrabía hasta Motrico, se desarrolla una actividad pesquera con puertos con antigua tradición marinera y una considerable parte de la población dedicada a ella.

Guipúzcoa respondió tempranamente a la revolución industrial del siglo XlX con su vocación metalúrgica canalizada en la fabricación de armas e instrumentos de ferretería. Hoy en día todo el territorio muestra las huellas tanto de la dispersión industrial (siderurgia, metalurgia no férrea, industria de transformación) como de la urbana. A escasamente veinte kilómetros de la frontera francesa, en el litoral cantábrico, San Sebastián (Donostia), es desde 1854, capital de la provincia de Guipúzcoa. Por la belleza del paisaje y la suavidad de su clima, en aquellos años fue elegida como lugar de veraneo de la Corte Española y la aristocracia europea, dándole un gran impulso turístico a todo el litoral marítimo.


6 NAVARRA La Comunidad Foral de Navarra situada en el extremo occidental de los Pirineos tiene una extensión de 10.421 Km2. Limita al este con Aragón -Huesca y Zaragoza-, al sur con La Rioja y al oeste con Alava y Guipúzcoa. Se divide en tres subregiones: Montaña, Zona Media y Ribera, las que pueden subdividirse en Navarra húmeda, valles pirenaicos y cuencas prepirenaicas; Tierra Estella y Navarra Media Oriental; Ribera Estellesa y Ribera Tudelana. La montaña es la parte norte de Navarra y su límite sur lo forman las sierra de Urbasa, Andía, Sarbil, Perdón, Alaiz, Izco y Leyre. La Zona Media es un territorio intermedio, de transición de norte a sur, gradual y matizada entre la zona de montañas y los pequeños valles con las grandes llanuras aluviales. La Ribera con sus dos núcleos rectores -Estella y

Tudela- se caracteriza por un suave relieve de crestas, valles, llanuras, cerros y planicies escalonadas.Gracias al Ebro, sus afluentes y el sistema de regadíos, la Ribera es la zona agrícola por excelencia de Navarra. Al recorrer Navarra de Norte a Sur se pasa de territorios montañosos de gran riqueza forestal, con abundancia de prados, cultivos de maíz y remolacha y eminentemente ganaderos, a la Zona Media donde predominan los cultivos cerealistas y forrajeros, los frutales y las plantaciones industriales, como el girasol y la colza. En la Ribera la especialización agrícola y ganadera se ve prestigiada con la fama del queso de Idiazábal para la zona de Urbasa, queso de Roncal, espárragos y vinos de Navarra y pimientos del piquillo de Lodosa. La industria se asienta en el corredor AlsasuaPamplona y en la comarca de la Ribera del


7 Ebro. Desde la década de 1960, el despegue industrial impulsado por la administración foral significó el cambio de una economía básicamente agrícola, que ocupaba la mitad de la población activa a una economía equilibrada y dinámica con elevada integración a los mercados internacionales. Pamplona, es la capital de la Comunidad Foral de Navarra. Situada en una estratégica meseta, rodeada por el río Arga, que domina amplias tierras, la capital se ubica en el centro de Navarra y goza de buenas comunicaciones con el resto de las ciudades importantes de la Comunidad, así como con las capitales de regiones limítrofes.

LAS PROVINCIAS FRANCESAS

Laburdi, Benabarra y Zuberoa son los tres estados pirenaicos comprendidos hoy en el territorio francés. A pesar de los intentos de independencia en 1789, las provincias vascofrancesas junto con el Bearn y otras parroquias de Burdeos pasaron a formar el departamento de BAJOS PIRINEOS, actualmente PIRINEOS ATLANTICOS. La unidad básica administrativa francesa es la comuna, cuyo equivalente en los territorios vascos del sur sería el municipio. Las comunas son rurales cuando no superan en población a los dos mil habitantes y urbanas, cuando reúnen un número mayor en torno al núcleo principal. La agrupación de las comunas constituye el cantón, similar a la comarca o región del lado español. Las comunas forman el Departamento y equi-


8 valen a las provincias peninsulares. Los territorios de Laburdi, Baja Navarra y Zuberoa no tienen oficialidad administrativa alguna. La actividad administrativa y económica de las comunas de Laburdi, gira en torno de Bayona como sub-centro de Burdeos.

LABURDI Laburdi con 857 km2 de superficie tiene por límites al norte el río Adour, al sur, los Pirineos, al oeste, el mar Cantábrico y al este, una línea curva contorneando los cantones bearneses de Sauvaterre, Navarrenx, Sainte-Marie d’Oloron y Aramitz. El paisaje que se puede ver en Laburdi es homogéneo, con grandes extensiones de landas y de cultivos y pequeños bosques de robles, castaños y abedules. Sus ríos son cor-

tos y caudalosos y desembocan en el Atlántico. El principal es el Adour, que recibe la mayor parte de las aguas de los ríos que recorren Laburdi, Bidasoa, Errobi o Nive, Ugarana o Nivelle. Hoy día, la principal fuente de ingreso de la provincia la constituye la actividad comercial y turística especialmente en su franja costera. La pesca tiene una gran tradición en Laburdi, especialmente en Ciboure y Saint-Jean-de Luz, en donde se concentra la industria. En relación con las provincias españolas, conjuntamente con Baja Navarra y Zuberoa, Laburdi está mucho menos industrializada y con escasa población dedicada a la misma, a excepción de la zona que rodea a Bayona, La agricultura de los años 80 se caracteriza por las pequeñas unidades de explotación y con orientación eminentemente ganadera. Bayona es la ciudad principal de Laburdi, situada sobre una colina, en la confluencia de


9 los ríos Adour y Errobi. Es la capital del distrito y centros religiosos, administrativo, comercial, industrial y militar. Es además un tradicional nudo de comunicaciones entre el norte de Francia, Mediodía y la península Ibérica. Luego de Bilbao y Pasajes, es el tercer puerto comercial del país vasco. San Juan de Luz (Donibane), ciudad capital del cantón de su nombre, distrito de Bayona, es una de las ciudades más bonitas y mejor situadas de la costa cantábrica.

BAJA NAVARRA (Baxenabar, Basse Navarre o Benavarra) Es la más extensa de las provincias francesas, con sus 1336 Km2. Limita con Navarra al sur y suroeste, con Zuberoa al oeste, con Laburdi

al norte y noroeste y con Bearne al noreste. El paisaje va descendiendo desde las más altas montañas, cuyo centro es el paso de Roncesvalles, a una región de colinas y luego planicies bajas. Sus ríos son el Errobia (Nive), Arnegi, Aldude o Baigorri. Es una región escasamente industrializada, con grandes porcentajes de población que emigra del campo a los centros urbanos, en parte debido al abandono por la administración francesa. Su economía es eminentemente rural. La agricultura y la ganadería se han intensificado a partir de la última posguerra. Se desarrolla en torno al caserío, teniendo como soporte el monte comunal. La Baja Navarra es una de las regiones más interiores de Euskalherría y más intensamente euskalduna del país, convirtiéndose en la reserva euskérica ultrapirenaica.


10 Entre las ciudades de mayor movimiento turístico se encuentra San Jean Pied de Port (Donibane Garazi).

ZUBEROA (Soule) Con 789 Km2 de extensión, limita al norte y al este por el Bearn, al oeste por la Baja Navarra y al sur con los Pirineos. Comprende los cantones de Mauleon y de Tardets. Con excepción de la capital, Mauleon, la estructura económica de la provincia es muy pobre, con una emigración casi constante. Más de la mitad de la población se dedica a la ganadería. Casi toda la superficie de las explotaciones agrarias están ocupadas por cultivos propios de la ganadería: plantas forrajeras y praderas. La industria es de escasa importancia y gira en torno a Mauleon.

HISTORIA Para conocer la historia de los vascos debemos remontarnos a los tiempos prehistóricos y comenzar a buscar las huellas de los que fueron los ancestros del vasco actual. El paleolítico, época de la piedra vieja, en España tiene una antigüedad de 400.000 años A.C. hasta 5000 A.C. Aunque en los bordes del territorio histórico de los vascos se encuentran los yacimientos más representativos de Europa, del paleolítico inferior (400.000-150.000 A.C.) quedan pocos restos en la zona. Lo mismo puede decirse del paleolítico medio (150.000-40.000 años A.C.) El paleolítico superior tiene los yacimientos más grandes e importantes de Europa (cuevas de Lascaux y Altamira). El hombre de estos yacimientos es el de Cro Magnon y según el eminente prehistoriador vasco José Miguel de


11 Barandiaran es el ancestro del hombre vasco actual aunque no existen pruebas suficientes para afirmarlo. En el epipaleolítico, última fase de la era de la piedra vieja, del 10.000 al 5000 A.C. se producen grandes transformaciones que marcan las sociedades neolíticas: la aparición de la agricultura, la consolidación de la ganadería, la creación de la minería, el surgimiento de sociedades estructuradas y la noción de Estado. Entre el 5000 y el 1000 ac. se da en Europa la Cultura Megalítica (de la gran piedra) con la construcción de templos y sepulcros de piedras de grandes dimensiones. Se inicia al sur de Portugal y se difunde en Andalucía, Portugal, Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco, Cataluña, Francia, Dinamarca, norte de Alemania y Suecia e Islas Británicas. Probablemente estos

pueblos sean los ancestros de los vascos por varias razones: 1º) En el área histórica de los vascos no hay discontinuidades que permitan deducir que los vascos, viniendo de otro lugar, se hayan asentado en la zona. 2º) El conjunto de los pueblos indoeuropeos originado supuestamente en Asia central hacia el 4000 ac. se dirigió hacia el 3000 ac. a Europa Oriental. Pasaron al resto de Europa en sucesivas oleadas entre el 1800 y el 1200 ac. En el 950 ac atraviesan los Pirineos y se instalan en España, y luego en una nueva oleada en el 650 ac. Las distintas ramas en que se fueron dividiendo a lo largo de los siglos y su pasado prehistórico hoy pueden rastrearse sólo a través de la lingüística. Todos los idiomas hoy hablados en Europa (latinos, germanos, eslavos) vienen de Asia excepto el vasco.


12 Los vascos son el último pueblo que queda de la vieja Europa. Es improbable que vinieran acompañando a los indoeuropeos, porque hubieran tomado estructuras lingüísticas de éstos. Los vascos son conservadores en su lengua y carecen de relaciones con los indoeuropeos. Estaban en el Pirineo antes del 950 ac. ya que después no se registra ninguna invasión que no sea indoeuropea. Hay distintas características del idioma vasco que permiten deducir que se formó en la edad de piedra y la edad de los metales. Ejemplo de ello son los nombres de instrumentos cortantes “aizkora” (hacha) “aiztur” (azada) “aizto” (cuchillo) “zulakaitz” (cincel) que derivan de la palabra piedra en vasco “aitz”. Entre los vascos es muy alta la presencia de RH negativo con respecto a la población euro-

pea, mientras que hay escasez de sangre B y mayor proporción de 0. Se puede afirmar que hubo un continuum vascoide en el norte de España (Asturias, Galicia, Navarra, provincias vascongadas, Aragón pirenaico y Cataluña) hasta el año 1000 A.C. que se vió quebrado por la invasiones indoeuropeas. Lo testimonian los yacimientos megalíticos en las sierras de Gibijo, Arreato, Gorbea, Oiz, Aizkorri, Entzia-Urbasa, Aralar, Irati, etc. y en zonas bajas los dólmenes de Añes, Elgea, Gorriti, Belate, etc. Durante la cultura megalítica se inicia la EDAD DEL BRONCE (2000 al 900 A.C.). Sus artefactos se difunden por toda la península comenzando por Andalucía. A esa industria local se sobrepone alrededor del año 1000 A.C. la del bronce atlántico vinculada esta corriente a los indoeuropeos en expansión.


13 EDAD DEL HIERRO (del 900 al 200 ac.)

El panorama de la península ibérica

Este material más duro, que en sus principios se usó como adorno y luego pasó a constituir el material de las armas, triunfó en Oriente y se expandió a Occidente con los celtas. Entre los vascos hay hallazgos de hierro casi únicamente en las zonas más llanas, como por ej, en Alava, en donde se asientan indoeuropeos en previos poblados vascos, como también en Cataluña, extremo de la población vascoide.

Por el sur se empezaron a asentar los semitas venidos de lo que es el Líbano actual y fundaron la ciudad de Cádiz. Los fenicios hacia el 1000 A.C. visitaban las costas españolas. Los semitas encontraron una serie de pueblos andaluces cuyo centro de poder era la ciudad de Tartesos, la que nunca pudo ser hallada.

Los celtas se desplazaron por el valle del Ebro sometiendo a otras comunidades ibéricas y formando un pueblo mixto que se autodenominaba celtíbero y en el que predominaba una lengua céltica para escribir.

En el este de Andalucía se desarrollaba un pueblo denominado ibérico que hacia el 700 A.C. creó la primera escritura de Occidente. Es la primera escritura que los vascos adoptaron y usaron por más de un siglo. La escritura ibérica se extendió por la costa valenciana, Cataluña, el valle del Ebro (incluyendo a los vascos) y el sur de Francia, coincidiendo con la expansión de los íberos desde Andalucía hasta el


14 Ródano en el 500 A.C. a pesar de los celtas. Esta escritura se dejó de usar aproximadamente en el siglo I A.C. Iberos y vascos eran dos pueblos diferentes, que sólo compartían palabras en común por contacto cultural. A pesar de sus diferencias tenían una relación de familiaridad. No fue así entre vascos y camitas o vascos y caucásicos que tenían lenguas sin parentesco alguno. Vascos y celtas entraron en contacto alrededor del 1000 A.C., probablemente en forma violenta. Los vascos no adoptaron más que un reducidísimo número de palabras celtas. Por lo general los vascos adoptaron palabras de los pueblos con los que tuvieron una relación cultural y amistosa. Los celtas se asentaron en zonas de población vascoide y con el correr del tiempo celtizaron la montaña y Asturias. Los vascos estaban presentes en el campo y los celtas dominaban las ciudades.

EDAD ANTIGUA Y TEMPRANOMEDIEVAL (194 A.c. 824 d.c.) Estas fechas (194 A.C.: presencia de Roma en la conquista de la primera ciudad vasca, 824 dc. comienzo de la monarquía vasca con la fundación del reino de Pamplona) remarcan este período fundamental en la historia vasca en que se van conformando las características del pueblo vasco: idioma, religión, afán de independencia, individualidad, sus valores esenciales. Así también se produce la desaparición de todas las lenguas emparentadas con el vasco desde Portugal hasta Italia y queda este pueblo aislado y único representante de la vieja Europa no indoeuropea. Desde antes de la era cristiana, hay citas sobre los vascos en la literatura de griegos y romanos. Rufo Festo Avieno, Tito Livio, Plinio, Pomponio Mela, Estrabón y Claudio Ptolomeo


15 les dan el nombre de vascones. Luego de vencer a los cartagineses que habían llegado a dominar parte de España y Portugal, Roma comenzó el dominio de la parte de la península Ibérica que da sobre el Mediterráneo, organizándola como provincia con el nombre de Hispania Citerior. Hasta el 195 ac. la provincia mostró signos de independencia al no prestarle Roma gran atención ocupada en sus guerras en Oriente. Ese año el cónsul Marco Poncio Catón dirigió las operaciones militares y en una serie de combates logró afianzar la Citerior y la Ulterior (Andalucía). Dirigió la expansión de Roma por el Ebro y llegó a la tierra de los iaquetanos (o jacetanos), habitantes de la zona de Iaca (actual ciudad de Jaca en el Pirineo aragonés) y conquistó la ciudad. Jaca sería la primera ciudad vasca que entrara dentro de la órbita de la República Romana. Roma entró en lucha con los celtíberos instalados en el valle medio del Ebro y cuya ciudad

Saldube (actual Zaragoza) estaba casi en el límite con los vascos. La parte sur del territorio vasco estaba infiltrado de celtíberos, como lo prueba el caso de la ciudad vasca de Calahorra (Calagurris), dominada por aquéllos. Con estas constantes luchas con celtíberos y celtas, Roma se fue expandiendo. En la primera mitad del siglo ll A.C. todas las ciudades vascas fueron adhiriéndose a la República Romana sin necesidad de una guerra. Gracias a Roma, los vascos recuperaron la zona sur de su territorio que se estaba celtiberizando. Desde el 150 A.C. las ciudades vascas más importantes tenían moneda con inscripciones en el alfabeto-silabario íbero. En el 84 A.C. a un cuerpo de caballería de Saldube se le concedió la ciudadanía romana. En esa época, los vascos tenían un territorio constituido por la actual Navarra, parte de La Rioja, parte de la provincia de Zaragoza linde-


16 ra a Navarra y que hasta la Edad Media le pertenecía al reino vasco, parte de la provincia de Huesca (la zona de Jaca) y parte de la provincia de Guipúzcoa (Irún). Los celtíberos rodeaban a los vascos por el sur y los celtas por el oeste. Guipúzcoa y parte de Alava eran habitadas por los bárdulos, Vizcaya y parte de Alava por los caristios y las Encartaciones de Vizcaya y la parte de Cantabria que antiguamente era Vizcaya por los autrigones. Estas tres poblaciones se las clasifica como celtas pero hay elementos vascos entremezclados entre ellos.

de excepto en la zona de Burdeos y de Tolosa, que eran dos cuñas celtas. Los aquitanos fueron conquistados por los romanos en el 60 A.C. y de esa manera todos los pueblos vascos formaron parte de la República Romana.

Los vascos limitaban con los aquitanos que ocupaban la tierra entre el río Garona, el océano Atlántico y los montes Pirineos. Antes se creía que eran celtas pero esta zona era habitada por población vascoide (hablaban una lengua estrechamente emparentada con el vasco o era un dialecto vasco). Aquitania era vascoi-

Quintiliano (30-96 D.C.) el autor latino de “Institución Oratoria” en 10 tomos, era vasco nacido en Calahorra. También de esta ciudad era el escritor de obras cristianas Aurelio Prudencio Clemente (348- 405/410 D.C.). La montaña, el campo y las pequeñas ciudades todavía no se habían convertido a la cultura

En las tropas del Imperio hubo soldados vascos, como por ej. una cohorte de vascos que estuvo en la frontera del Rin y luego en Inglaterra y en Marruecos. Los vascos pertenecieron íntimamente al Imperio Romano y colaboraron con los emperadores (ej: tropas de Augusto hasta el 31 A.C.).


17 romana. Pero tan vascos eran los habitantes de las montañas como de la ciudades. Entre los siglos lll y V dc. el norte de España sufre un retroceso económico. Los propietarios latifundistas se desplazan a sus propiedades agrarias. La zona rural conserva con fuerza las costumbres prerromanas y ante la decadencia de las ciudades vascas asumen la caracterización del país ante los ojos de los extranjeros, que es visto como peligroso. Entre fines del siglo V y durante todo el siglo Vl hay silencio en las fuentes sobre los vascos. El territorio vasco se organizó en un conjunto de estados independientes dominado por varios caudillos regionales. En el 574 el rey visigodo Leovigildo entra en Cantabria para apoderarse de sus ciudades, entre ellas Amaya y somete a la región y en el 581 se dirige contra los vascos. Este es un período turbulento en que cada rey visigodo,

franco o borgoñón emprende campañas contra los vascos. En el siglo Vlll entre constantes luchas se empieza a perfilar las organizaciones nor y sur pirenaica de los vascos. En el norte se consolida el ducado de Aquitania y el de Vasconia, que era la Aquitania más pegada a los Pirineos. En el 693 los godos dominan Pamplona, el dominio en el sur parece más precario que en el norte. En el 711, Rodrigo, el último rey godo antes de la dominación árabe está guerreando con los vascos, luchando por conquistar Pamplona. Por el sur los árabes invaden su reino y es muerto por los mismos. Entre el 718 y el 734 los árabes conquistan y reconquistan Pamplona. Entre el 710 y 735 Eudes gobierna semidependientemente el ducado de Vasconia. En el 731 es atacado por Carlos Martel y Aquitania y Vasconia son devastadas.


18 Al año siguiente los musulmanes atraviesan el país vasco para atacar Francia. Eudón pide ayuda a Carlos Martel y los musulmanes son vencidos en Poitiers. Mientras que en la península la resistencia contra los árabes se organiza en Asturias durante el reinado de Pelayo, la España musulmana sufre una serie de transformaciones, de ser una parte de un imperio con capital en Siria, llega a ser un reino independiente con capital en Córdoba. En el 778 Carlomagno, rey de los francos intenta conquistar a Zaragoza y pasa por el país de los vascos. Fracasa y pasa por Pamplona, le derriba las murallas y se retira por el paso de los Pirineos de Roncesvalles. Cuando el grueso del ejército ha pasado, la retaguardia con el botín robado en España es atacado y mueren grandes magnates francos, entre ellos

el célebre Roldán, sobrino de Carlomagno. De esta manera, el 15 de agosto de 778 terminó la posibilidad de anexar a los vascos surpirenaicos al reino de los francos. Carlomagno crea en el norte el nuevo reino de Aquitania, en favor de su hijo Ludovico, dependiente del rey de Aquisgrán. El período 750-824 es uno de los más difíciles en la historia vasca, por la escasez de fuentes y por momentos contradictorias. Pero es muy importante porque precede al establecimiento de la monarquía vasca. Los vascos nunca se incorporaron al reino visigodo ni al de los árabes y los francos intentan dominar la Aquitania en manos de los vascos. A partir del 750 se va consolidando un sistema de agrupamiento de los vascos en la península ibérica en diversos estados minúsculos acaudillados por reyezuelos locales. El Ducado de Vasconia (entre el Garona y los


19 Pirineos) se fue franquizando, con la sustitución de sus dirigentes por francos. Algunos de los caudillos pasaron al sur.

ALTA EDAD MEDIA (824-1234)

En el 803 francos y vascos conquistan Tudela y luego Barcelona. Los musulmanes recuperan Tudela y se enfrentan a los vascos. La caída de Barcelona en manos cristianas es definitiva y los francos crean una marca, que luego será Cataluña. En el 824 los reyezuelos vascos se empiezan a vincular y eligen un caudillo único, Eneco Arista, como rey de Pamplona y de Navarra.

En este período se da la génesis del primer estado vasco. Los reyes guerreros se enfrentan a musulmanes, francos, señores locales y son derrotados por los normandos en el 859.

Los francos intentar establecer su dominación, pero al no lograrlo, pierden la posibilidad de anexar a los vascos peninsulares.

Con Sancho I Garcez (905-925) se inicia el primer reino pamplonés formado por Navarra, Alava y Aragón y en el siglo X se incluyen Vizcaya y Guipuzcoa. Durante el reinado de Sancho lll Garcez, el Mayor o el Emperador (1000-1035) el reino pamplonés llegará a su mayor extensión y apogeo, desde Vascongadas y Castilla hasta Ribagorza. Con Sancho Vll (1194-1234) en 1200 las provincias vascongadas se pierden definitivamente tomadas por Alfonso Vlll de Castilla.


20 BAJA EDAD MEDIA (1234-1512) A la muerte de Sancho Vll la realeza tomó por rey al esposo de su hermana Blanca, Teobaldo lll conde de Champagne y l de Navarra, comenzando así una serie de dinastías francesas (a excepción de los Habsburgos y del Saboyardo) que gobernarían hasta el final del reino en 1512, 1620 y 1789. Navarra, aunque actuaba en las dos vertientes del Pirineo se destacaba en la parte peninsular. Luego de reinar las casas de Francia, de Evreux y de Foix, en 1513 las Cortes convocadas en Pamplona proclamaron rey a Fernando de Aragón, el rey católico, como Fernando l de Navarra y éste juró respetar los fueros y privilegios de los navarros. En 1515 en las Cortes de Castilla en Burgos cedió el reino de Navarra a su hija Juana y a su nieto Carlos.

Vizcaya Históricamente se divide en tres regiones completamente independientes: las Encartaciones, con una temprana tendencia a unirse a Castilla, el Duranguesado, unido muy estrechamente al rey de Navarra, que recién en el año 1200 se une a la Vizcaya Nuclear, varias veces es recuperado por el reino de Navarra pero se pierde a la larga y la Vizcaya Nuclear, que oscilará como condado entre las casas de Ladrón, pronavarra, y la de Haro, procastellana. Finalmente, Diego Lope de Haro (1170-1214) la anexa a Castilla. Hacia el siglo Xlll toda Vizcaya debe pleitesía a los reyes castellanos y atacan a Navarra. En 1379, por relaciones matrimoniales, Juan, rey de Castilla, toma el título hereditario de Señor de Vizcaya uniendo de hecho y derecho Vizcaya con Castilla. A partir de allí, la provincia será gobernada por corregidores, nombrados y removidos por él.


21 Guipúzcoa

Lapurdi

En 1200 se incorpora a la corona de Castilla. La parte pirenaica, Ondarribia y sus alrededores, osciló entre Navarra y Castilla durante todo el siglo Xlll. La suerte de esta provincia está unida a la familia de Haro.

Es un vizcondado fundado en el 1023 por Sancho lll, el mayor, rey de Navarra, para su primo Lope Sancho. Hacia 1200 depende del duque de Aquitania, cuyo principal título era rey de Inglaterra. En 1216 Juan sin Tierra otorga a Bayona su carta constitucional, donde se une el derecho público inglés con las libertades vascas.

Álava Es la última zona vasca en separarse del reino troncal de Navarra. Durante el siglo Xlll oscilará entre ambas coronas y en 1332 pasa a depender de Castilla. Los señores dueños de las tierras luchan entre sí por el control efectivo del terreno. El bando oñacino, procastellano y el bando gamboíno, pronavarro desgarran el país durante más de un siglo.

En 1350 se refeudaliza la tierra y Eduardo lll de Inglaterra la entrega a uno de sus nobles, con lo que recomienza la transmisión hereditaria. En el siglo XlV se divide en dos zonas claramente diferentes: Bayona, que se enriquece con la gran cantidad de comerciantes ingleses y judíos, y Ustaritz, vasquista y democrática.


22 Benavarra

Condado de Treviño

La Baja Navarra durante este período no existe como unidad política. Son un sinnúmero de países y cantones que tienen en común su raigambre vasca y su incorporación paulatina en el reino de Navarra, representado siempre por el Capitán del castillo de Saint Jean Pied-dePort. Su relación es estrecha con la Casa de Navarra y será la más fiel de las regiones, aún hasta 1789.

Es un enclave de la provincia de Burgos en territorio de la provincia de Alava, cuyos habitantes son de estirpe vasca y que se han manifestado a favor de la incorporación a esta última.

Zuberoa El vizcondado de Soule es medianamente independiente y oscilará en su pleitesía entre las coronas de Navarra y Francia.

LOS FUEROS VASCOS Uno de los aspectos más importantes de este período es el desarrollo del Fuero General. Fuero significa código y derecho a la vez. Los reyes concedieron a algunas ciudades unos privilegios o derechos y entre los vascos surgieron familias de fueros. El siglo Xll es el de las redacciones extensas de los fueros municipales. Los reyes antes de ser coronados debían jurar los fueros y recibir el juramento de fidelidad de los navarros. Esta


23 constitución y código se vió favorecido cuando por la ausencia de los monarcas en tierras de Francia ambas partes querían ajustarse a ciertas reglas.

Economía del período Se ocupan nuevas tierras y se puebla el espacio más intensamente. Además de la ganadería trashumante tradicional se hacen cultivos de exportación. Es importante la actividad pesquera y en la costa cantábrica se realiza la caza de la ballena. Se desarrolla la industria naval gracias a los abundantes bosques y se extiende el comercio a otros países como los Países Bajos que recibe a comerciantes vizcaínos con representación consular. Una de las principales industrias es la siderometalúrgica, con yacimientos de hierro y

de madera . Las ferrerías (ola, en vasco) eran los lugares donde se elaboraban el hierro y sus productos.

HISTORIA MODERNA (1512-1789) En 1510 el rey de Francia entra en conflicto con el Papa Julio ll, aliado de España, Inglaterra y Venecia. Navarra intenta acatar al Papa y mantenerse neutral con respecto a España y Francia. Ese año las Cortes de Pamplona respaldan a sus reyes por unanimidad. Ingleses y castellanos están decididos a la guerra con Francia. Por ello estos últimos solicitan a Navarra el libre paso y la entrega de importantes castillos como garantía. Navarra no acepta la pérdida de la soberanía y continúa neutral. El 25 de julio de 1512 el


24 duque de Alba, castellano, entra a Pamplona. Los reyes se retiran cruzando los Pirineos, esperando un refuerzo que nunca llegaría. Fernando el Católico tomó Navarra, pero no atacó a Francia sino que consolidó sus posiciones.

Reino de Navarra (1512-1789)

con Margarita, la hermana del rey Francisco. Tuvieron varios hijos pero sólo sobrevive Juana, quien se casa con Antonio de Borbón, duque de Vendome. Al morir Enrique ll en 1555 el reino recae en su hija Juana y su yerno Borbón. Esta es la primera monarquía borbónica de Europa, que en los siglos posteriores se extenderá por todo el continente.

A la muerte de Juan II en 1516 y de Catalina al año siguiente, corresponderá el reino a su hijo Enrique II, bajo la protección de su abuelo Alain de Albret. Francisco I, el rey de Francia era además de pariente, amigo personal de los Albret. Los reyes legítimos intentaron recuperar Navarra varias veces. En 1530 Carlos I de España y su ejército cruzan definitivamente los Pirineos dejando la Baja Navarra para Enrique II de Albret. Este, Enrique II de Albret, rey de Navarra, se casa

Estallan las guerras de religión (hugonotes contra católicos) en Francia. Juana abjura del catolicismo. Su hijo Enrique, con tropas hugonotas logra reconquistar la Baja Navarra y se casa con la princesa católica Margarita, hija de la reina y regente de Francia, Catalina de Médicis. En 1572 muere la reina Juana. Enrique lll de Navarra era rey propietario de Navarra (sólo le quedaba la Baja Navarra), el Bearne, Donnezan y Andorra como sus estados soberanos y además era vasallo del rey de Francia por sus


25 estados de Albret, Foix, Vendome, Limoges, etc. Tolera en lo interno tanto a católicos como a hugonotes y externamente dedica sus esfuerzos a las guerras civiles y religiosas de Francia. Gana la guerra de los tres Enriques, ya que Enrique de Guisa, jefe del partido católico es asesinado por el rey de Francia, Enrique lll, que a su vez es asesinado al año siguiente. Llega a ser rey de Francia como Enrique lV. Los juristas franceses y el Parlamento de París asimilan Navarra a Francia pero Enrique IV por carta patente de 1590, excluye de la unión de la corona a Navarra, Bearne, Donnezan y Andorra, quedando su hermana Catalina como lugarteniente. En 1610 es asesinado y lo sucede su hijo Luis Xlll de Francia y ll de Navarra (1610-1643), quien asimilado a lo francés, cercena las libertades y fueros de Navarra y declara con la ayuda de sus tropas la unión de las coronas de Navarra y Francia con la ley sálica y el Parla-

mento de Pau, sin derogar los fueros, libertades, etc. Luis lll de Navarra y XlV de Francia (1643-1715) respeta las libertades y jura los fueros 17 años después de ser coronado en Francia pero se niega a jurarlos en territorio navarro como lo marcan las leyes.

La Revolución Francesa En 1789 , los diputados franceses juran en la cancha de pelota no separarse hasta darle una constitución a Francia. El 14 de julio cae la Bastilla. En junio la Asamblea (estado) reunida en Saint Jean Pied-de-Port dice no renunciar a su constitución hasta que la nación francesa se dé una constitución lo bastante prudente y juiciosa. Piden el juramento recíproco del rey a los fueros y de la diputación al rey en nombre del reino de Navarra. En París la diputación de Navarra no se incor-


26 pora a la Asamblea, puesto que significaría reconocer ser parte del reino de Francia. Sí lo hacen los vascos de Laburdi. El 4 de agosto de 1789, la Asamblea vota la abolición de los provilegios de la nobleza, el clero y privilegios particulares de provincias, principados, países, cantones, etc. Los navarros no las votan, sí los habitantes de Laburdi. Navarra se opone a las arbitrariedades de la Asamblea nacional francesa. Ésta, el 8 de octubre de 1789 cambia el nombre “rey de Francia y Navarra” por el de rey de los franceses”. Mientras, en la Navarra sur, entre 1512 y 1800 los reyes navarros tuvieron numeraciones diferentes de la castellano-asturleonesa. Fueron representados en el tiempo que Navarra estuvo unida a Castilla por virreyes. Siendo la actividad agraria fundamental, los

grandes bosques de haya, roble, aliso, fresno, abedul,etc. eran la base de la industria. En el siglo XVll, el maíz, produjo una revolución agrícola. La industria del hierro, con 300 ferrerías en 1550 en Vizcaya y Guipúzcoa era esencial para la industria del hierro, de anclas y de armado de buques tanto para la guerra, como para el comercio y el transporte de pasajeros. Se fueron armando grandes compañías comerciales como la Compañía Guipuzcoana de Caracas, creada en 1728, la que en 1785 se fusionará con la de Filipinas. Guipúzcoa, Álava y Vizcaya se constituyeron parte del reino de Castilla pero mantuvieron sus identidades a diferencia de otras regiones vascas como por ej. La Rioja que perdió el idioma vasco en el siglo XV, el condado de Treviño y lo que hoy es la parte occidental de la región de Cantabria.


27 HISTORIA CONTEMPORÁNEA Los vascos y la pérdida de las libertades

Las libertades que vivieron los vascos en las épocas anteriores, nada comunes al resto de los otros pueblos europeos, fueron perdiéndose en el transcurso de los últimos dos siglos. Las garantías individuales sólo podían suspenderlas las Cortes de Navarra y los vascos no estaban obligados a dar tributos al rey, se reservaban su libre facultad para determinar la cantidad, el tiempo y el modo de fijar las aportaciones y el de negarlas cuando así lo estimaran conveniente. Los llamados fueros urbanos o cartas de población de las villas eran privilegios o exenciones que concedieron los monarcas navarros y luego castellanos por propia voluntad, que así como podían darlos podían quitarlos.

Al hablar de los fueros vascos hacemos referencia a un fenómeno distinto, que fue consecuencia de un proceso histórico específico. Los fueros vascos se refieren a una autonomía en materia fiscal, militar, administrativa y legislativa, una organización política basada en la federación de municipios y cuya voluntad deriva de éstos y no del monarca. Fue diferente la actitud de las provincias vascas del norte al producirse la Revolución Francesa. Mientras Baja Navarra no asiste a la convocatoria de los Estados Generales, Lapurdi y Zuberoa acuden para reclamar por los avances constantes del poder real sobre las atribuciones legislativas. A partir del 4 de agosto de 1789 los Estados Generales que se proclamaron Asamblea Constituyente instituyen un único poder legislativo en todo el territorio de la monarquía francesa.


28 Los vascos protestarán por lo que consideran un atropello a su tradicional régimen político y a su libertad. Se instaura una ley , una lengua, un ejército nacional y una hacienda estatal única. En 1790 el gobierno francés crea el departamento de Basses Pyrénes, actualmente Pyrénes Atlantiques, formado por vascos y bearneses. La autoridad política máxima es el prefecto con sede en Pau y nombrado por el gobierno de París. En 1793 los vascos se resisten cuando se los obliga a tomar las armas en la Guerra de la Convención entre la Francia republicana y liberal y la España monárquica y absolutista. Son deportados a las landas 4000 habitantes de Sare, Biriatu, Ascain, etc. y la mitad morirán de hambre. Mientras que las provincias vascongadas se muestran reticentes ante el conflicto, Navarra

se resiste a los franceses. En las Juntas Vascas las capitales como San Sebastián, Bilbao, Vitoria y Pamplona simpatizan con las ideas liberales y negocian con los franceses. Vizcaya y Guipúzcoa se declaran neutrales en la guerra franco-española. Alava, está por hacerlo pero antes se firma la Paz de Basilea entre París y Madrid. La actitud reciente de los vascos genera en el primer ministro de Carlos lV, Manuel Godoy, una ofensiva española sobre los fueros y así entre fines del siglo XVlll y comienzos del XlX se va gestando en España un sentimiento antiforal y antivasco. Los franceses por la alianza de Godoy y el Emperador ocupan el territorio español. En 1808 Godoy es derrocado y Carlos lV abdica en favor de su hijo Fernando Vll. Napoleón decide ocupar Madrid y traslada a Carlos lV y su hijo a Bayona, donde abdica Fernando Vll y se pro-


29 clama a José Bonaparte rey de España. El 2 de mayo de 1808 el pueblo de Madrid se subleva contra el poder francés.Surge así el nacionalismo español que se manifestará durante cuatro años en una guerra contra el ejército napoleónico. En Cádiz se reúnen las Cortes Generales (Parlamento) del Reino que darán la Constitución española de 1812. Tras elogiar a los fueros en su discurso preliminar, la Constitución los hace desaparecer prevaleciendo como ley suprema para todos los habitantes. En 1814, con la ayuda de Inglaterra, es repuesto como rey español Fernando Vll quien deroga la Constitución de Cádiz y restablece los fueros. En 1820 un golpe militar proliberal restablece la Constitución y Fernando Vll jura respetarla pero en 1823 la Santa Alianza, reunión de las monarquías absolutistas europeas, restablece en España la situación anterior y acaba con el liberalismo. El ejército francés entra por Bera de Bidasoa y nuevamente rigen los fueros.

Las guerras carlistas (1833-39)

Así se llaman las guerras que estallan al morir Fernando Vll, entre los liberales que sostienen los derechos de Isabel ll, hija de Fernando y partidarios de un régimen centralista y los absolutistas o carlistas, seguidores de Carlos María Isidro, hermano de Fernando, pretendiente al trono por aplicación de la ley sálica y que propiciaban el mantenimiento de las estructuras tradicionales. Se enfrentan dos concepciones del Estado: tradicional y liberal. Para muchos vascos el centralismo se convirtió en un mal, una amenaza para sus libertades históricas y el liberalismo, un enemigo de la Iglesia. El campo fue en general carlista, tradicionalista, en los fueros y libertades antiguas veían la razón de su existencia, religión y modo de vivir, mientras que


30 en las ciudades triunfó el liberalismo, amparado por las guarniciones militares y encarnado en una burguesía mercantil acomodada, con nuevas ideas. Esta guerra finaliza con un acuerdo denominado “el abrazo de Bergara” El 25 de octubre de 1839 las Cortes Españolas (Parlamento) sanciona una ley que dice en su artículo 1° “se confirman los fueros de las Provincias Vascongadas y Navarra, sin perjuicio de la unidad constitucional de la monarquía.”. Así un texto jurídico establece la preeminencia de la unidad constitucional de España sobre los fueros o leyes vascas. Esta ley significa la abolición de iure de los fueros vascos. En 1841 Navarra acuerda con el estado español la Ley Paccionada, que le permitirá un régimen administrativo y económico particular denominado Convenio Económico que regula la cuota que navarra aporta al gobierno central.

El gobierno español dicta en 1876 la llamada ley del 21 de julio que impuso a todos los españoles, incluso a Vizcaya, Alava y Guipúzcoa, servir a las armas y contribuir en proporción de sus haberes a los gastos del Estado. Se producen cambios fundamentales. En lo sucesivo las Cortes ejercerán el poder legislativo y el gobierno de España el ejecutivo. El virrey en Navarra y los corregidores en las provincias vascongadas son sustituidos por los gobernadores civiles nombrados directamente por Madrid. Jueces y magistrados imparten justicia conforme a los códigos españoles. Los vascos están obligados como todos los españoles al servicio militar obligatorio. Todo está puesto en manos del Estado. En Navarra el Código Civil es supletorio, prevalece el navarro y las diputaciones se ocupan del régimen fiscal y de la administración local. En febrero de 1878 un decreto gubernamental


31 establece para las provincias vascongadas (Navarra lo tenía desde 1841) un régimen denominado Conciertos Económicos, esto es la recaudación libre de impuestos para las Diputaciones Provinciales con la obligación de entregar al gobierno central una cantidad de dinero fijada de antemano. Este régimen se mantuvo para Alava, para Vizcaya y Guipúzcoa fueron derogados en 1937, aunque hoy han recuperado su vigencia. Hasta aproximadamente 1860 el País Vasco fue básicamente una sociedad campesina. Algunos eran pequeños propietarios, otros arrendatarios enfitéuticos. Existían además terrenos comunales, propiedad de los ayuntamientos, donde los campesinos encontraban terrenos de pasto y productos del campo. Este sistema, bajo el régimen foral, les permitía vivir. El aumento de población los vascos lo resolvían mediante la transmisión indivisa del

caserío y la emigración a América de los familiares sin trabajo. Los sectores liberales luchaban por el pago de alquileres en metálico (se hacía en especies), eliminación del arrendamiento enfitéutico por el de limitada duración, eliminación de los terrenos comunales, que fueron obligados a venderse y adquiridos por particulares, traslado de las aduanas ubicadas en el límite del País Vasco con Castilla, a los Pirineos, límite político con el estado francés. Con los fueros podían importarse por mar sin pagar impuesto alguno las mercaderías necesarias para el consumo de los habitantes. Las mercancías debían sólo servir para el consumo de los pobladores y al pasar a Castilla debían pagar impuestos de importación. El país se convirtió en una zona de contrabando hacia este reino. La pérdida de las colonias de España en América (de 1810 a 1824) resintió gravemente el


32 tráfico comercial de los puertos vascos de Bilbao y San Sebastián. Los comerciantes e industriales de las villas no podían competir con los productos europeos que entraban libremente sin pagar impuestos. En cambio, si ellos querían entrar sus productos en España debían pagar impuestos en las aduanas españolas del Ebro. Por ello, serán liberales, partidarios de la desaparición de los fueros y del traslado de las aduanas al Pirineo. Buscan la creación de una barrera aduanera que grave el producto europeo y crear un solo mercado en toda la península, mucho mayor para todos sus productos. Para ellos, la unidad constitucional de España es la unidad de mercado. En 1870 España fue el principal país europeo productor de mineral de hierro, y de éste una gran parte procedía del País Vasco. En esa década, el acero, que en gran parte se exporta-

ba, fue la plataforma del capitalismo vasco. Compañías europeas inglesas, francesas y belgas se instalan en Vizcaya tras la desaparición de los fueros. Desde 1880 la siderurgia vasca estuvo a la cabeza de la producción española con los Altos Hornos de Vizcaya. A fin de siglo la prosperidad vizcaína se apoyaba en los bancos (Banco de Bilbao creado en 1857), la minería, la siderurgia y la industria naval. De esta manera la maquinaria y el hierro vizcaíno, los tejidos catalanes y la agricultura castellana y valenciana dieron una relativa estabilidad al período de la restauración en España. El poderío vasco se implantó en forma fuerte en toda España y surgió un nuevo tipo de empresario más semejante al británico o americano. Mientras, el campesino vasco, el gran derrotado de las guerras carlistas, canta a sus fueros perdidos en vasco. El bardo Jose María Iparra-


33 guirre (1820-1881), compone en 1853 un zortziko llamado Gernikako arbola que se difunde rápidamente por todo el país y expresa la nostalgia y esperanza del pueblo vasco. En tanto los terrenos comunales se venden a comerciantes e industriales de las villas, los bosques son devastados por los nuevos dueños que venden su madera a las papeleras y a la construcción. Así el paisaje rural vasco se va modificando. Para el campesino vasco, que ha sufrido las guerras carlistas, el empobrecimiento general y además ahora está obligado a cumplir con el servicio militar verá a partir de 1855 en la emigración a Argentina, Uruguay y Chile una vía de solución. Ya desde 1840 lo habían hecho los vascos de Iparralde y en mayor cantidad a partir de 1870 por la guerra franco-prusiana. Con la abolición de los fueros se inicia una

resistencia, resultado del planteamiento del problema vasco. Va surgiendo gradualmente entre los intelectuales un pensamiento nacionalista vasco que se afirma en la necesidad de crear un estado vasco separado de España y Francia. Simultáneamente se produce un renacimiento cultural apoyado en estudios antropológicos y científicos que continuarán en el siglo XX y en un resurgimiento de la lengua vasca a través de revistas, libros, obras de teatro, bertsolariak, etc. Entre los distintos núcleos de intelectuales se destaca la Asociación Euskara de Navarra, que creó el lema “Zazpirak bat” (“siete, uno”, los siete territorios que constituían un país). La figura más importante de esta asociación fue el escritor Arturo Campión, principal precursor del nacionalismo vasco.


34 Sabino de Arana

Nació el 26 de enero de 1865 en Abando, un barrio de Bilbao, en un hogar carlista, Sabino de Arana Goiri. Estudia con los jesuitas el bachillerato y en 1882 se inicia en su vocación nacionalista. A partir de allí se dedica a estudiar con fervor la historia, las leyes, la cultura vasca. Aprende el euskera y publica libros sobre gramática, historia y un periódico de divulgación que implantase el patriotismo que sacudiese el yugo de la esclavitud y restaurase la patria. En 1883 se traslada a Barcelona para estudiar derecho. En 1888 abandona la carrera, dominado por los estudios históricos y lingüísticos. En 1894 publica su primera obra nacionalista Bizkaya por su independencia. Sabino de Arana fue quien creó el nombre de Euzkadi para designar la patria de los vascos,

creó su bandera nacional, la ikurriña, el escudo y la letra de su himno. Fue el fundador del Partido Nacionalista Vasco. Falleció el 25 de noviembre de 1903. A su muerte el país se estructuraba en varios partidos políticos. El Partido Nacionalista Vasco, promotor de una conciencia nacional y de un estado vasco conformado por los vascos de Egoalde e Iparralde, era un partido confesional, católico y partidario de las estructuras tradicionales campesinas del país. Culturalmente promovía el uso del euskera, lo que permitió el renacimiento de la lengua. Nacido en Vizcaya, se extendió a Guipuzcoa y menos en Navarra y Alava, no llegó al norte de los Pirineos. Lo constituían básicamente los campesinos de Vizcaya y Guipúzcoa, la clase media y parte del clero.


35 Los partidos políticos

El Partido Carlista, nacionalista españolista, partidario de la vigencia de los fueros y de la reintegración foral, era fuerte en Navarra y Álava y de menor influencia en Guipúzcoa y Vizcaya, por acción del Partido Nacionalista Vasco. Sus partidarios más importantes eran el campesinado y el clero navarro. Eran monárquicos y tolerantes con el idioma vasco.

formaban la clase media e intelectuales castellanoparlantes de las capitales de provincia. El Partido Socialista Obrero Español, integrado especialmente por sectores emigrados de España al País Vasco, con base en las zonas de reciente industrialización. Tampoco sostenían el idioma vasco. También estaban representados otros partidos como los anarquistas.

El Partido Monárquico Dinástico, nacionalista españolista, con conservadores sostenía la monarquía española. Era fuerte en los sectores económicos más poderosos, especialmente en Vizcaya y no mostraban mayor interés por el sector vascoparlante.

Hasta 1923 el PNV se irá expandiendo y también el socialismo en las áreas industriales. El carlismo quedará en Navarra y Álava. Ese año se produce en España el golpe de Estado y la posterior dictadura del general Miguel Primo de Rivera. Con el apoyo del rey, disuelve los partidos políticos y las Cortes. Prohíbe los nacionalismos catalán, vasco y gallego.

El Partido Republicano, sostenía la forma republicana de gobierno. Era liberal, anticlerical. Lo

En 1930, ante el fracaso de su gobierno, Primo de Rivera abandona el poder, y tras un interi-


36 nato, en abril de 1931, se proclama la República, como resultado electoral favorable de las fuerzas antimonárquicas. En el País Vasco, ante los hechos, hubo un intento de proclamar una República Vasca, por inspiración del alcalde de Guecho, José Antonio de Aguirre. En 1930 surgen otras fuerzas nacionalistas vascas, como Acción Nacionalista Vasca, liberal en lo político y socialdemócrata en lo económico y el grupo Mendigoizale (montañeros) formado por sectores juveniles radicales, antiestatutistas e independentistas.

Al año siguiente, mientras se busca adecuar un estatuto a la Constitución, la alianza de ambos partidos se quiebra. Hacia 1936 había una triangulación política en Alava, Vizcaya y Guipúzcoa: un tercio, nacionalismo, otro izquierda española (republicanos, socialistas, etc.) y el tercer tercio, la derecha (carlistas y monárquicos). Aún no se aprobaba el estatuto vasco y Navarra conspiraba contra la República Española.

La Guerra Civil Los nacionalistas a partir de esa época buscan un estatuto de autonomía que permitiese a los cuatro territorios vascos autogobernarse. Este “Proyecto de Estatuto de Estella” apoyado por el PNV y el carlismo, no pudo concretarse por oponerse en varios puntos al texto de la Constitución Española de diciembre de 1931.

El 18 de julio de 1936 se inició una guerra que para el territorio vasco finalizó en junio de 1937 con la toma de Bilbao por las fuerzas sublevadas contra el orden constitucional. Los vascos militaban en ambos bandos enfrentados en distintas concepciones ideológicas.


37 En 1936 se aprobó el Estatuto de Autonomía, lo que llevó a la instauración del primer gobierno vasco, el 7 de octubre de ese año en Guernica, presidido por José Antonio de Aguirre con un gabinete formado por miembros del PNV, los partidos Republicano, Socialista y Comunista. Su acción fue ejercida casi exclusivamente en Vizcaya. Desde el comienzo de la guerra, Vizcaya y Guipúzcoa estuvieron en el bando republicano y Alava y Navarra, en el del Alzamiento nacional. Los carlistas fueron obligados a fusionarse en el Movimiento Nacional, partido único fascista español que gobernó a España hasta 1978. De esta forma el carlismo desapareció finalmente. El 26 de abril de 1937 se produjo el trágico bombardeo de la ciudad de Guernica por la aviación alemana que actuaba al servicio de Franco. Fue el primer experimento de bombardeo a una población civil.

El Gobierno vasco en este período creó una Universidad Vasca, emitió moneda, sellos postales, adoptó la bandera como símbolo nacional (antes había sido la del PNV), declaró la oficialidad de los idiomas vasco y castellano, la libertad religiosa, etc. En junio de 1937 entran las fuerzas franquistas en Bilbao y finaliza la guerra en el País Vasco. Franco se manifestó contrario a toda expresión vasca y continuó la represión hasta comenzada la década del cuarenta. Durante la segunda guerra mundial, aunque Franco se inclinaba por el eje Berlín-RomaTokio, España, no fue beligerante. Los nacionalistas y antifranquistas vascos participaron activamente en Francia con el general DeGaulle en la Resistencia. Al finalizar la guerra con la victoria de los aliados, el Gobierno Vasco en el exilio a la espera de la pronta caída del régimen se instaló en París.


38 Pero no se cumplieron sus ilusiones. Comenzaba la Guerra Fría en toda Europa.

timas en ambos bandos y el caso vasco va tomando mayor repercusión a nivel mundial.

En la década de 1950, los jóvenes nacionalistas hacen un replanteamiento del problema vasco. Tomarán como ejes de su acción el aprendizaje del idioma vasco y de su historia y llevarán el nombre de EKIN (hacer o acción).

En el norte de los Pirineos, donde antes no se había registrado la presencia política del nacionalismo, se comienzan a constituir algunos centros de actividad. El movimiento Enbata que propone la creación de un departamento vasco en el estado francés se presenta a elecciones, tiene un 5 % de votantes pero luego es prohibido por el gobierno.

En 1959 cambian su denominación por “Euzkadi ta Askatasuna” (Patria Vasca y Libertad). En 1960 fallece el primer presidente vasco, Aguirre, y le sucede siempre en el exilio Jesús María Leizaola. Ya el grupo ETA comienza a realizar acciones como colocar banderas vascas, eliminar símbolos franquistas, etc. Ante estos hechos las autoridades responden y la mayoría de sus primeros dirigentes se exilia. A partir de 1968 se producen las primeras víc-

A la muerte de Francisco Franco, el 20 de noviembre de 1975, asume el trono de España, Juan Carlos de Borbón, abriéndose un período de transición en lo que respecta al País Vasco. Se lucha por la llamada Amnistía (libertad a todos los presos de la época del franquismo y la búsqueda de nuevas formas de expresión política). Se suman nuevas fuerzas que provienen de los sectores internos en que se


39 había dividido ETA. Aparecen Herri Batasuna (Unión Popular) y Euzkadiko Eskerra (Izquierda del País Vasco), en Navarra, la casi desaparición del carlismo y el surgimiento de la Unión del Pueblo Navarro. A nivel estatal aparecen los nuevos partidos españoles: UCD, Alianza Popular, Partido Comunista y el antiguo PSOE (PSOE-PSE). Instalada la democracia en España, una Constitución abarca todo el territorio nacional. Sometida a la consulta popular, la mayoría de los navarros la aprueban, mientras que en las otras tres provincias la mayoría se abstiene o la rechaza. Navarra se constituye en Comunidad Foral y a su vez Álava, Vizcaya y Guipúzcoa se conforman como una Comunidad Autónoma a la que se denomina País Vasco o Euzkadi. Este ordenamiento jurídico-administrativo está determi-

nado por un Estatuto emanado de la Constitución española y que determina las competencias administrativas que puede ejercer el Gobierno vasco, que son aquellas no reservadas por el estado para el gobierno central. Este estatuto fue sometido a plebiscito en la tres provincias y aprobado, con lo cual fue ratificado por las Cortes Españolas y promulgado por el rey. Ambas comunidades tienen un sistema parlamentario con un jefe de gobierno designado por el Parlamento. En el caso de Euzkadi este parlamento tiene igual número de diputados para cada provincia. El Poder Judicial no es autónomo y el estado central se reserva entre otras las siguientes facultades: relaciones exteriores, fuerzas armada, emisión de moneda, control de aduanas, etc. y la Constitución prevé que en caso de grave conmoción interna quedan suspendidos los estatutos.


40 En las provincias francesas, la República francesa es unitaria. La Constitución ha creado los departamentos, demarcaciones administrativas con una autoridad delegada por el gobierno de París. Los vascos forman el departamento de Pyrénés Atlantiques, que incluye además al Béarne, región donde está la capital del departamento Pau.

CULTURA Posiblemente la imagen que tengamos del vasco sea la de un hombre serio, grave, corto en palabras, fiel cumplidor de sus compromisos, austero, respetuoso con la autoridad, incorruptible, honrado, de una gran tenacidad y amante por sobre todo de la libertad. Al mismo tiempo la mujer vasca puede representársenos como una mujer de gran modestia, sostén de la

familia y muy apegada a la misma. La historia, las instituciones y las tradiciones vascas nos permiten conocer el carácter de los vascos de ayer y también de hoy. Por ello repasaremos algunas de las tradiciones que identifican al pueblo vasco.

El caserío El caserío (baserri o basarri) es la casa rural del país vasco. Se considera caserío a la unidad de explotación agrícolo-ganadera con la vivienda. Como unidad de población dispersa, se halla más o menos lejano de los núcleos urbanos (kale). “Baserritar” es el casero, mientras que “kaletar”, es el hombre de la ciudad. La “borda” es de menos categoría que el caserío y muchas veces es una simple dependencia del caserío o de las casas urbanas y no se habi-


41 ta, aunque sí en siglos anteriores. La borda como dependencia, radica en el monte lo mismo que la cabaña y la choza, todavía de menos categoría. El corral es de localización urbana y contigua a las casas ya que el caserío suele añadir a la construcción principal anexos especiales para tales fines. Caro Baroja sintetiza su función agraria: establos para las vacas, pocilgas para los cerdos, lugar para las gallinas y otros animales domésticos, espacios para depositar y reparar los aperos de labranza, prensas para hacer sidra, graneros y almacenes para la cosecha en general (maíz, alubias, nabo o remolacha, trigo, lino, habas, etc.) El animal de tiro empleado es el buey. La extensión de tierras cultivadas en los caseríos de la vertiente cantábrica es de cuatro a seis hectáreas y mayor en Zuberoa, Álava y centro de Navarra. Los habitantes típicos del caserío son una per-

sona mayor, viuda o viudo del antiguo dueño, la “amama” o el “aitona”, un “mutilzarra” (muchacho viejo o solterón), la pareja de los actuales caseros y sus hijos. Cada uno de ellos colabora en el trabajo familiar, de acuerdo con lo que su edad le permite hacer. Por las características propias del caserío, existe la limitación del espacio físico, para que éste sea rentable. Esto obligó a que el caserío sólo pudiese ser transmitido en herencia a uno solo de los descendientes. Este podía ser elegido y no estaban excluídas las mujeres en dicha elección. El “basetxe”, nombre en euskera que se le da al caserío, en cuanto construcción material, en un principio era madera y posteriormente fue haciéndose de materiales más durables, con piedra en la parte inferior y madera en el primer piso. Más tarde, la madera se reemplazó con un entramado relleno con mampostería o


42 ladrillos. Finalmente fueron enteramente de piedra. Este tipo de explotación, muy difundido en el territorio vasco, no se encuentra en otras regiones de España.

La música vasca Los vascos son conocidos en todas partes por su gran afición a la música. La música vasca es la misma en ambas vertientes del Pirineo. Se destaca la música dedicada al canto propiamente dicho y la dedicada al baile. Esta última se acompaña con un instrumento típico: el txistu de origen antiquísimo. Se toca con la mano izquierda mientras la derecha bate el tamborcillo. La canción vasca es silábica, cada nota lleva una sílaba de la canción. La mayoría de las

canciones cantables, son del tipo andante, cuya placidez y gravedad concuerdan perfectamente con el carácter vasco, nada propenso a exteriorizaciones ruidosas de alegría incontenible. Los vascos huyen de cantar al unísono sus canciones. Inmediatamente aparecen las diversas voces formando instintivamente acordes que la mayoría de las veces por el buen oído musical, son absolutamente armónicos. La primera colección de aires vascos recopilados fue realizada en 1826 por Pedro de Albeniz para el libro de danzas vascas, de Iztueta. Posteriormente, además de los magníficos trabajos y colecciones de Azkue y del P. Donosti, diversos maestros vascos como Guridi, Usandizaga, Uruñuela, P. Madina, Mokoroa, P.Olazaran de Estella, Almandoz, Sorozabal, Busca de Sagastizabal, etc. han recogido la riqueza de los cantos vascos en sus diversos aspectos:


43 canciones de cuna, amorosas, elegías, de baile, satíricas, infantiles, de ceremonia.

Los bailes vascos

Los vascos han hecho famosos el Guernikako Arbola o zortziko dedicado por el bardo José María de Iparraguirre al roble simbólico de las libertades vascas. Cleto de Zabala armonizó el Himno de la raza vasca, inspirado en viejas melodías de la ezpatadantza vizcaína, con letra de Sabino de Arana, aceptado como suprema expresión de la unión de los vascos.

Pocos pueblos hay que tengan la riqueza y variedad de bailes como el pueblo vasco. Cada región, cada localidad, tiene los suyos propios, sus tipicismos, y de ellos no se conoce su origen ni su antigüedad.

Uno de los aspectos más típicos de la música vasca es el ritmo llamado de zortziko de cinco por ocho. Es una compás de los llamados de amalgama, porque entran en una parte el valor de tres corcheas y dos en la otra.

La danza es para los vascos patrimonio de todos. Se baila en la plaza pública, en los domingos y días de fiesta. Tanto hombres como mujeres intervienen en las diversiones tradicionales y populares y antiguamente estos actos eran presididos por el párroco y el alcalde. El vasco es sobrio y parco en el trato cotidiano, pero en los actos públicos se manifiesta especialmente ceremonioso y fiel a sus tradiciones. Son innumerables los bailes vascos, pero entre los más conocidos y populares se encuentran:


44 -el aurresku: en Guipúzcoa y Vizcaya es el baile solemne y elegante por excelencia. Lo bailaba el pueblo en las grandes fiestas, pero lo bailaban también los diputados. En estos casos, era costumbre sacar por pareja del aurreskulari a la señora o hija del alcalde, la que no hacía más que presenciar la fiesta, ya que en este baile la mujer no baila sino que es bailada. Una fila de ocho, diez o más personas que lo forman entran en la plaza, unidas por las manos, saliendo generalmente del Ayuntamiento. Se compone exclusivamente de hombres, de los cuales el primero (el aurresku) y el último (el atzesku) tienen en la mano sus boinas o sus sombreros. Estos dos son los personajes importantes de la danza. Se da solemnemente una vuelta por la plaza y al llegar frente al Ayuntamiento el aurreskulari baila sus primeros movimientos coreográficos. Cuatro o dos de los de la cuerda salen entonces y traen a la que ha de ser la pareja del

aurreskulari. Una vez en la plaza, se adelanta éste y baila ante ella uno de los tiempos de la danza. Igual ceremonia se repite con el atzesku, para quien se trae otra pareja, bailando ante ella en forma semejante al anterior. Sucesivamente son traídas más parejas para los demás que forman la cuerda o fila quedando separadas de los hombres por unos pañuelos. Entonces se baila el llamado desafío, en el que el aurresku y el atzesku bailan otro de los tiempos, con su adecuada música, original y movida y en el que ambos ejecutan y lucen sus agilidades. -el mutildantza del Baztan, es baile exclusivamente de hombres, pero en cuya cuerda entran niños, jóvenes y ancianos que ejecutan graves movimientos. -la mascarada suletina así llamada por su aspecto algo carnavalesco o porque tradicio-


45 nalmente coincide su ejecución con esta fiesta y suletina porque es la danza preferida de la Soule o Zuberoa y una de las que más llama la atención. Son muchos los personajes que toman parte en las mascaradas, pero los principales son cinco: el zamaltzain que lleva un armazón de madera y tela representando un caballo de minúscula cabeza. Lleva un extraño sombrero compuesto de flores, plumas, cintas y pequeños espejos, y representa el hombre-animal. El segundo personaje es el edaridun o cantinera que pretende ser un personaje femenino, que simboliza el culto que al vino se dedicaba en esas antiguas fiestas. El gatusain, es otro de los danzantes que lleva un enrejado de madera que se abre en zigzag, representando al rayo que trae la lluvia para las cosechas. Suele venir con ellos en primer lugar el txerrero que tiene por tarea la de barrer

el suelo y el ambiente con una escoba de crines de caballo, para alejar los malos espíritus. Finalmente viene el ikurrindun o abanderado que representa al país bajo su insignia. El momento más típico de este baile es el Godalet Dantza u Ontzi Dantza que consiste en colocar en el suelo un vaso a medio llenar de vino, y ante él y sobre él realizan difíciles pasos de baile sin llegar a tocarlo, y finalmente, deben colocarse sucesivamente de un salto sobre el vaso mismo, cuidando de no volcarlo y derramar su contenido. Esto representa un juego de mucha destreza y habilidad,sobre todo para el zamaltzain, el hombre-caballo, cuya indumentaria no le permite ver bien el vaso. Este baile se acompaña por la txirula, txistu de dimensión más pequeña. -la ezpatadantza, de gran vistosidad, de ritmo original y difícil por el cambio constante de


46 compás. Su tiempo final, cuando uno de los bailarines es elevado en alto, simboliza el homenaje al soldado muerto en defensa de su patria. Es en la música y no en detalles accesorios como palos o armas que usan los bailarines lo que caracteriza a esta danza vasca, ya que el baile con espadas se conoce también en Inglaterra, Valencia, Castilla, etc. El salto vasco no es un baile en sentido estricto sino un género que se pone en práctica en muchas obras. Estos pasos configurados hacen que el danzante avance hacia adelante, o lo obligan a dar media vuelta sobre sí mismo, dejándole en una posición de 180° respecto de la orientación de la que había partido. Estos pasos se van encadenando, combinando y renovando desde el comienzo hasta el final del baile. Con el cuerpo erguido y los brazos pegados al cuerpo, el danzante concentra la atención en el trabajo de las piernas. Los saltos tie-

nen una función recreativa y ceremonial. Abren los bailes y los cierran y señalan los momentos fuertes de los días de fiesta. El irrintzi es el grito o llamada de alegría o de aviso de guerra. En las fiestas vascas suele haber concursos de irrintzilaris, y en ellos se destacan los pastores, quienes los utilizan para hablar de montaña a montaña.

La pelota vasca Desde el siglo XV las referencias son cada vez numerosas y demuestran la importancia que tenían los partidos para los vascos. Una de las formas de juego más antiguas es la de mano. Pero después y en el deseo de dar mayor amplitud al juego, debió inventarse el guante de cuero, con el cual se jugaba a largo, en plena plaza y sin pared alguna.


47 Vino después el juego de rebote, parecido al juego a largo, pero utilizándose en él, además del guante de cuero, la cesta de mimbre o chistera, inventada por Gantxiki de Iturbide en Laburdi en 1857,con la que se jugaron los grandes partidos de la segunda mitad del siglo XlX y comienzos del XX. La variedad del juego de la pelota es enorme. Indudablemente el primitivo juego sería a mano, pero el de la pala también tiene su antigüedad. También muy antiguo es el juego en cancha cerrada o trinquete. Una de las modalidades más antiguas es la de juego a sare o red, de gran vistosidad. Hasta mediados del siglo XlX el juego a guante de cuero estuvo en auge. Pero el gran momento del juego de la pelota fue a fines del siglo pasado, cuando se practicaba en grandes plazas, primeramente abiertas y después cubiertas, que se construyeron dentro y fuera

del País Vasco y los grandes pelotaris rivalizaban en agilidad. La necesidad de reducir el juego a lugares o canchas más pequeñas, ya que en las grandes ciudades era difícil conseguir esos grandes locales, hizo que Gabriel Martirena, vasco que residía en los alrededores de Buenos Aires inventase a principios de este siglo el juego llamado a paleta con pelota de viento, muy adecuado para canchas pequeñas, siendo el más utilizado en la actualidad. La boina vasca (txapela) Aunque se discute su origen y según algunos autores es de introducción reciente, la boina azul oscura o negra se ha usado desde hace algunos siglos. Cada persona la lleva a su manera y ha pasado a ser una prenda característica de la identidad vasca.


48 La alpargata vasca (abarka)

Acostumbrado al baile ágil y ligero, a la pelota, a la montaña, el vasco empleó como calzado la alpargata. Confeccionada en suela de cáñamo y en su parte exterior en tela, atada con cintas, su ligereza hizo que muchos, sobre todo los pelotaris, la utilizaran en sus luchas deportivas. Otras de las prendas muy usadas por los pastores de la montaña es el txartes o kapusai, especie de dalmática hecho en lana, que unido a las abarka-mantarrak o paños de lana que envuelven las piernas, ayudan a soportar el frío de la montaña.

Objetos de la casa y de la agricultura Entre los instrumentos del campo la laya, tan

utilizada por los campesinos para voltear la tierra donde el arado no puede trabajar, además de todos los utensilios que lleva nombre vasco, basado en la palabra aitz, la argizaiola, artística tabla tallada en la cual se envuelve la cera que arde en las iglesias sobre las antiguas sepulturas familiares y la ya célebre makilla, bastón y defensa, que algunas familias que la fabrican pasan de generación en generación.

La cocina vasca La cocina vasca ha recibido a lo largo del tiempo la influencia de las distintas culturas que han tenido contacto con su pueblo: la romana, la árabe, la inglesa, la americana, etc. Abierto al mar y con tradición marinera, sus habitantes incluyeron en su cocina los hábitos culinarios de otros pueblos. El descubrimiento de América y la posterior


49 importación de productos como el maíz, patata, alubia, pimiento, tomate, chocolate, etc. revolucionaron la alimentación de los europeos y entre ellos los vascos. Alubias y panes de maíz, manzanas asadas en otoño y castañas cocidas en invierno, mitigaron el hambre de muchos en épocas de penuria. Hace un siglo la mayoría de los caseríos de Guipúzcoa y Vizcaya elaboraban su propia sidra o txacolí, destinados a consumo propio y al de aquellas personas que se acercaban a sus casas. Los caseros y pastores eran proclives a ofrecer un bocado o un trago a la persona que se acercaba. En otras ocasiones se elaboraba más sidra que la necesaria y se invitaba a los vecinos, que se reunían con sus cazuelas, sus tortillas de bacalao y sardinas viejas. Al comienzo de la primavera, una vez embotellados los txacolís, algunos baserris recibían los domingos y días de fiesta a los excursionistas

y les servían una tortilla de patatas, huevos, jamón, chorizos, quesos,etc. cobrándoles por el precio de las mercancías. Algunos de estos caseríos, por su ubicación en lugares de gran circulación, o por una muy buena cocina, fueron asiduamente frecuentados y se convirtieron en restaurantes de fama. Así, son abundantes a lo largo de la geografía vasca las ventas, herriko ostatus, asadores, sidrerías y bordas pastoriles donde se sirven comidas. Los platos de la cocina vasca son sencillos y nobles, los más conocidos y originales giran en torno al pescado que se obtiene directamente en la costa vasca o procede de los lejanos caladeros que explotan desde hace siglos los pescadores vascos. Algunas de las variedades más comunes son la merluza, el besugo, el bonito, el rodaballo, el rape o la lubina y algunos más humildes como las sardinas o anchoas. Se acompañan con algunas pocas salsas bási-


50 cas y ligeras como la salsa verde o el pil-pil con que se prepara el bacalao. Aprovechan al máximo lo que ofrece la tierra y el mar, al incorporar piezas como las kokotchas, pequeñas piezas gelatinosas que se extraen de la cabeza o del cogote de la merluza. Algunos platos de su recetario son los chipirones cocinados en su tinta negra o salteados con cebolla y pimiento, angulas frítas durante unos segundos en cazuela de barro. En Álava, se destaca el guiso de cordero, mientras que en Guipúzcoa y Vizcaya la carne más apreciada es la chuleta, especialmente de buey, a la parrilla. El producto más típico de la huerta es la alubia, la judía seca. La alubia roja de Guernica o Tolosa se cocina a fuego muy lento y se sirve acompañada de morcilla, chorizo, costilla, toci-

no, etc. En Alava prefieren las habas, las judías verdes llamadas vainas o la sopa de puerros con patatas, la porrusalda, y en las menestras combinan todo tipo de hortalizas. Se consume en todo el país, pero es típico de Bilbao, el piso, un guiso de verduras con tomate, calabacín y pimiento. En la cocina rural hay preparaciones muy corrientes como manzanas y castañas asadas, gallina, sopas de alubias, más de un centenar de guisos y por sobre todo platos con carne. En los caseríos es menor el consumo de pescado por el transporte costoso y su difícil conservación. Forman parte del recetario las sopas, patés de cerdo, verduras, huevos fritos con jamón o chorizo, tortillas de patatas o bacalao, revueltos de perratxikus, pollo con “txapela”, asados al “burruntzi”, guisos navarros, “sartenako” vizcaíno, el “gigot” o pierna de carnero o cordero servido con alubias blancas, los pla-


51 tos de caza como la paloma, la becada, las carnes de jabalí. Chorizos, morcillas, txistorras, birikas, mondejus, buskantzas, tripochas, txurita beltz, etc. muestran la riqueza de embutidos que saben preparar en los caseríos vascos. El queso, la mamia (gastanbera para los navarros y gatzatu para los vizcaínos) y arroz con leche son los reyes de la repostería casera. La sidra que puede degustarse en las sidrerías, el vino tinto navarro o de La Rioja alavesa (éste compite con los mejores del mundo) y el txacolí (vino joven, fresco y afrutado) son las bebidas más comunes. No es necesario sentarse a la mesa para comer. En las barras de muchos bares, los “pintxos”, diminutas raciones de los platos más diversos pueden ser una auténtica comida, En los años 70 surgió la “nueva cocina vasca”

por el esfuerzo de jóvenes cocineros sensibles a la cocina internacional. Han aparecido en los últimos años las sociedades gastronómicas, especie de clubes privados, cuyos miembros son exclusivamente hombres y las mujeres tienen acceso en muy escasas oportunidades, donde se ocupan de cuidar la buena cocina. Hoy día la cocina vasca goza de fama notable por la riqueza y sencillez de sus platos, basados en las excelentes materias primas que brinda el entorno.


52 HISTORIA DE LA INMIGRACIÓN A AMÉRICA Y ARGENTINA Los vascos y el mar

Desde siempre el vasco ha emigrado. Nunca fue un pueblo aislado y encerrado en sí mismo. Tempranamente hay testimonios de la época romana sobre navegantes vascos en la Bahía de Vizcaya. Vizcaya, Guipúzcoa y Laburdi por su situación frente al mar, por lo pequeño de su territorio y su gran población se volcaron a las actividades marítimas y portuarias. Fueron puertos de entrada y salida de mercaderías importadas y exportadas de las provincias vascas del interior y de otros productos como las lanas castellanas para los mercados de Flandes e Inglaterra. Fueron sobre todo los barcos vizcaínos los que se dedicaron tanto al comercio marítimo como a la pesca y caza de la ballena.

Llegaron a tierras muy distantes como la península de Terranova en América y cimentaron rápidamente fama de marinos avezados. Los vascos explotaron, industrializaron y comercializaron los productos de la ballena, como la grasa introducida en el mercado francés. Rápidamente la grasa de la ballena pasó a reemplazar los productos del aceite de oliva en los hogares europeos, en tiempos en que los árabes, desde Gibraltar al Ebro ocuparon las tierras de olivares. Juntamente con su actividad ballenera, los vascos se vieron obligados a desarrollar la industria de la construcción de barcos. La industria ballenera y bacaladera, llegó a ser después de la industria del hierro, la segunda en importancia en la economía vasca hasta el siglo XVll en que comenzó a declinar. La expansión del comercio y la flota castellana llevaron a la mayoría de los pescadores vascos a


53 dedicarse al tráfico de mercaderías. La industria pesquera vasca no recuperó jamás la importancia que tuvo en el siglo XV.

El hierro vizcaíno Aunque en Europa la mayor parte de los países producía el hierro para sus necesidades locales, el gran productor de hierro de alta calidad empleado en armamento y en la construcción de grandes edificios y barcos fue Bilbao. Desde allí se trasladaba a los puertos, dividiéndose su uso en el consumo interno y por sobre todo la exportación, en primer lugar a Inglaterra. La siderurgia fue la principal industria vasca, para la cual contaban con mineral abundante y de buena calidad, extraído especialmente de las minas de Somorrostro, Encartaciones de Vizcaya y en menor medida de la provincia de

Guipúzcoa, además de contar con riqueza forestal y ríos rápidos y caudalosos. Desde mucho antes de 1492 Bilbao se perfiló como el gran centro económico de la costa vasca, capaz de liderar actividades económicas de gran envergadura. El descubrimiento de América impulsó aún más la industria naval, por la urgencia de barcos mayores para transportar hombres y ganado al nuevo mundo. De 1492 a 1588 el litoral vasco se pobló de astilleros y el interior, de ferrerías mayores y menores. Muchos técnicos navales y hombres de negocios vascos acompañaron a los conquistadores en la aventura americana. Este esplendor económico sufrió un duro golpe en 1588 en las aguas del Canal de la Mancha y en las costas de Escocia con el desastre de la Armada Invencible de Felipe ll, al ser vencida por los ingleses.


54 Los puertos vascos

Toda la costa vasca sobre el Cantábrico y el Golfo de Vizcaya se halla marcada por puertos naturales y artificiales. En Guipúzcoa está el puerto de Fuenterrabía, a orillas del río Bidasoa, Pasajes, puerto natural en la ría del mismo nombre, considerado el más eficiente y seguro y desde donde emigraron muchos vascos de Guipúzcoa y de Navarra y clandestinamente del País Vasco francés y San Sebastián, en el fondo de la bahía de la Concha. También en Guipúzcoa, se encuentran los puertos de Orío, en la desembocadura del río Oria, Guetaria, Zumaya en la desembocadura del río Urola, Deva en la desembocadura del río homónimo y finalmente Motrico. En la costa vizcaína, junto con el puerto de Bilbao, están Ondarroa, Lequeitio, Mundaca, Bermeo, Portugalete y Zarauz.

En el país vasco francés, en Laburdi, existen los puertos de Hendaya, Saint Jean de Luz y Bayona. Vascos en Andalucía Ya en tiempos de la reconquista, había muchos vascos en el sur de España. Se asimilaron a la población local pero no perdieron su identidad sino mantuvieron sus costumbres y sus apellidos vascos. Adquirieron en su mayoría una buena posición económica y desde Andalucía pudieron operar comercialmente con el Nuevo Mundo en forma muy favorable.

Temprana presencia vasca en América Según Magnus Mörner, la población de las Vascongadas algo más densa del promedio español puede haber sido un factor de expul-


55 sión, lo mismo que la necesidad de comerciar, importando aquello que carecían en Guipúzcoa y Vizcaya, como pan y vino y exportando hierro y lanas. A esto podría sumarse el sistema hereditario vasco, que obró como motivo de expulsión para los hijos no favorecidos. Pero ante todo, los vascos siempre estuvieron dispuestos a lanzarse a empresas riesgosas pero posiblemente rentables. Por ello, desde 1492, junto con los andaluces y extremeños, fueron atraídos por las oportunidades que podía brindar el continente descubierto. Ya tenemos presencia vasca en el primer viaje de Colón. La nave capitana Santa María fue construida en astilleros vizcaínos y su maestre fue el vizcaíno o cántabro Juan de la Cosa, además de dueño, armador y segundo de a bordo de la Santa María, después del propio Colón. Fue el gran cartógrafo de la época y en el 1500 confeccionó el primer mapa mundi que incluía tierras americanas.

En la primera expedición de Colón la mayor parte de los tripulantes embarcados eran naturales de la baja Andalucía y había una minoría de vascos ( 8 del total de 87). De la expedición de Magallanes, sólo la nave Victoria, al mando del vasco natural de Guetaria, Guipúzcoa, Sebastián Elcano, luego de 1124 días, llegó al puerto de Sanlúcar el 7 de septiembre de 1522, dándole el honor a su capitán de ser el primer hombre que circunvaló el mundo. Según los historiadores Douglass y Lynch, por estimaciones, entre 1520 y 1580 los vascos proveyeron el 80 % de los tripulantes y navíos en la ruta a América. De los 131 hombres de Pizarro en la conquista del Perú, diez eran de Vizcaya y Navarra. En el siglo XVll en la ciudad de Méjico, alrededor del


56 14 % de los 1182 peninsulares radicados eran vascos, luego de andaluces y castellanos y eran sobre todo comerciantes. También eran un grupo significativo en las ciudades mineras del norte como por ej. Zacatecas, y en el Alto Perú, en Potosí eran una mayoría aplastante. Muchos comerciantes vascos que residían en Andalucía, sobre todo en Cádiz, desde el siglo XVl viajaron con frecuencia a América, favorecidos por vínculos con familiares que ocupaban puestos claves en la burocracia, por. ej. los Consulados de Lima y Buenos Aires. La emigración a América tanto de canarios como del norte de España creció considerablemente en el siglo XVll y la primera mitad del siglo XVlll, siendo los grandes centros mineros de la plata, como Perú y Méjico y también Venezuela los lugares más atractivos para los emigrantes, especialmente guipuzcoanos y

navarros. Es en este último país, en que con el establecimiento en 1728 de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, que los vascos ejercerían una autoridad y monopolio comercial nunca alcanzado en otras partes de la América Española. En el siglo XVlll no menos del 45% de los 24.000 españoles que residían en Chile eran vascos. Allí invirtieron grandes sumas de dinero en adquirir haciendas convertidas a menudo en mayorazgos. En el siglo XVlll la expansión de los terrenos de cultivo en el País Vasco había alcanzado sus límites. Aumentó la densidad de población en Vizcaya y Guipúzcoa, de 50 a 70 por km2. Las industrias pesquera y siderúrgica se encontraban estancadas. Estos fueron factores para que se fortaleciera la emigración a América. Los vascos franceses en este siglo, cruzaban la


57 frontera y por España buscaban emigrar clandestinamente a América, luego de conseguir un certificado de bautismo fraudulento, y a la inversa lo hacían los vascos españoles.

Los vascos en el Río de la Plata La exploración y conquista del territorio argentino se realizó por la corriente procedente del Perú y Chile con Francisco de Aguirre (fundador en 1553 de la ciudad del Barco, luego Santiago del Estero) y por la proveniente de España con Pedro González de Mendoza. El alavés Mendoza llegó al Río de la Plata en 1536 con los títulos de gobernador, capitán general y primer adelantado, al mando de una escuadra de 11 naos y 1300 hombres. Lo acompañaban el vizcaíno encartado, capitán Juan de Ayolas, Jerónimo Ochoa de Eyzagui-

rre, Andrés de Arzamendia, Juan de Estigarribia, Galaz de Medrano y Fernando de Vitoria. Funda en febrero de ese año la ciudad de Nuestra Señora del Buen Aire pero la hostilidad indígena y la escasez de víveres hicieron que terminara en un fracaso y finalmente fuera despoblada. Mientras Ayolas, segundo de Mendoza y Domingo Martínez de Irala, habían sido enviados por Mendoza, por el Paraná en búsqueda de la Sierra de la Plata. Posteriormente, Juan de Salazar, navarro o vizcaíno , funda el 15 de agosto de 1537 el fuerte de Asunción, el que tras la despoblación de Buenos Aires, será el principal foco de expansión y en el futuro la capital del Paraguay. En 1537 fue elegido gobernador de Asunción Domingo Martínez de Irala, nacido en 1509 en Vergara, Guipúzcoa, quien se había embarcado como simple soldado en la expedición de


58 Mendoza, luego de haber vendido su mayorazgo de Dueñas. En Asunción, Irala inició su gran labor de gobierno durante 17 años y por ello se lo considera el fundador de Paraguay por su obra de colonización y expansión, sus leyes humanitarias y justas y la prosperidad de su época. Continuó su obra Juan Ortíz de Zárate. Había nacido en Orduña, Vizcaya y siendo muy joven marchó al Perú. Allí, gracias a su acierto en las explotaciones ganaderas y mineras se transformó en uno de los hombres más ricos de América, con una fortuna que emplearía en sus exploraciones. Fue nombrado Adelantado del Río de la Plata por sus valiosos servicios en la conquista del Perú. En Asunción con gran visión de futuro siguió impulsando la colonización iniciada por Irala e introdujo miles de cabezas de ganado. Fue vasco, nacido en Orduña, en 1528, en una

familia humilde, el segundo fundador de Buenos Aires, Juan de Garay. Había llegado a estas tierras a los 14 años junto con su tío Pedro Ortíz de Zárate. En 1573 fundó la ciudad de Santa Fe. Al fundar Buenos Aires en 1580 acompañaban a Garay el alcalde Rodrigo Ortíz de Zárate y los criollos descendientes de vascos: Luis Gaytán, Domingo de Irala, Pedro Gaytán, Pedro Izarra, Fernández de Zárate, Rodrigo de Ibarrola, Domingo de Aramendia, Ochoa Marqués, Juan de Garay “el mozo”, Miguel de Urso, Pedro Sayas Espeluca, Cristóbal Altamirano y Hernando de Mendoza. Buenos Aires fue fundada por 10 europeos y alrededor de 155 criollos. Entre los europeos la mitad eran vascos. Entre los criollos 21 eran de ascendencia vasca, como los regidores y el alcalde. Entre los militares destinados a la guarnición de Buenos Aires, hay muchos vascos procedentes en su mayoría de Andalucía. Principal-


59 mente vienen navarros, solteros, jóvenes y fácilmente se casan en Buenos Aires. El deseo de prosperar atrae a muchos vascos sin fortuna, en las primeras décadas del siglo XVlll, motivados por la activación económica de Buenos Aires producida por el contrabando anglo-portugués de la Colonia de Sacramento, el asiento de negros y los barcos españoles y franceses que llegan a la región. Algunos se dedican al comercio de mulas desde el puerto hasta el mercado altoperuano. Con el capital obtenido, regresan a su tierra o bien se casan con alguna vasca en Buenos Aires, compran tierras y participan como vecinos en el cabildo local. Como sostienen Douglass y Bilbao la emigración colonial se basó en misioneros, militares, marineros y comerciantes y también por funcionarios que ocuparon los puestos claves de la burocracia administrativa.

La emigración en los siglos XlX y XX

¿Cuáles fueron las causas que impulsaron a los vascos a emigrar en el siglo XlX ? -la presión demográfica. La población vasca desde aproximadamente 1840 fue creciendo con respecto a la media nacional española y francesa. -la situación económica del País Vasco. La falta de trabajo unida al aumento de la población y del traslado de las aduanas a la costa, en el caso del País Vasco español después de 1841, junto con la gran carestía de cereales a partir de 1847 y en 1856 la epidemia de las viñas que afectó especialmente La Rioja alavesa fueron motivos fundamentales para que muchos vascos campesinos se trasladaran a la Argentina y al Uruguay.


60 Por lo general el vasco del caserío, acostumbrado a trabajar la tierra con técnicas muy primitivas para la subsistencia familiar no se adaptó fácilmente a la apertura de las importaciones y al proceso de industrialización que se estaba desarrollando. No le atraía el trabajo en la fábrica ni la vida en la ciudad, como a los españoles migrantes que se instalaban en el País Vasco. -el “mayorazgo”. Era una institución jurídica que tuvo vigencia en las provincias francesas y el Béarne hasta la Revolución francesa en que fue derogada y en el sur de los Pirineos hasta 1836, pero en realidad subsistió de hecho. Por la misma todos los bienes rurales familiares eran heredados por un hijo o tal vez una hija dado que la heredad no podía subdividirse porque sólo podía sostener a un determinado número de habitantes. De esta forma se perpetuaba íntegramente el patrimonio

familiar. Los hijos no herederos debían proveerse su sustento dentro o fuera de la localidad y por ello muchos optaron por labrarse su porvenir fuera de la misma. -la guerra y el servicio militar obligatorio. Antes de ser reclutados en un servicio militar obligatorio de siete años durante las guerras carlistas o en el norte de Africa, Cuba y Filipinas, los jóvenes preferían no perder esos años y emigrar. Muchos lo hicieron clandestinamente. Los vasco-franceses salían de puertos del sur del Pirineo, como Bilbao o Pasajes, mientras que los vasco-españoles buscaban los puertos franceses de Bayona, Burdeos, y también Angers, Marseille, etc. -la constitución española de 1869 fue la primera que reconoció el derecho del individuo a emigrar. Anteriormente los obstáculos legales prácticamente impedían hacerlo y por tanto la


61 emigración era básicamente clandestina. -los cambios ideológicos y la abolición de los fueros. Muchos derrotados por el centralismo prefirieron una alternativa pacífica antes que la cárcel u otra forma. La abolición de los fueros fue determinante en el ánimo de muchos vascos emigrantes. - el desarrollo en los medios de comunicación. En el siglo XVll un viaje entre Europa y América del Sur duraba tres meses y muchos pasajeros morían en la travesía. A mediados del siglo XlX, de acuerdo con los vientos y tormentas, se redujo a 45 días. En las últimas décadas del siglo XlX, con navegación a vapor sólo se tardaba 20 días, con mayores seguridades. - el espíritu aventurero y el deseo de prosperar, entre los vascos, como en otras comunida-

des migratorias, además de las razones ante nombradas, jugaron un papel fundamental. No hay que descartar los problemas familiares o personales, la insatisfacción o el descontento ante las condiciones políticas, sociales y religiosas de Europa. América era un continente nuevo, lleno de esperanzas para quienes llevaban una vida dura y tenían escasas posibilidades de mejorar en su país de origen. Allí podrían crear una sociedad de acuerdo con sus propios deseos.

Argentina, el país receptor A partir de principios del siglo XlX el 70% de los emigrantes vascos eligieron el destino rioplatense junto con otras repúblicas latinoamericanas y el oeste norteamericano. A partir de la terminación de la guerra con el Brasil en 1827, se establece una corriente


62 migratoria europea continua, que fluctúa entre Montevideo y Buenos Aires como destinos, según los conflictos que se produjeran en estas regiones. Hacia 1840, ya producida la independencia del Uruguay, vasco franceses y bearneses comenzaron a arribar a Montevideo, durante la presidencia de Rivera, atraídos por su ministro Lucas Obes, quien fue un gran impulsor de la inmigración vasca y canaria, inicialmente explotadas por la agencia inglesa de Fisher y Lafone. Este país, en muchos casos significó el acelerador de los procesos de inserción y asimilación para quienes posteriormente pasaron a radicarse en la Argentina. También se dio el movimiento inverso. Así como los vascos comenzaron viniendo a la Argentina entre los años 1825 y 1835, muchos se orientaron al Uruguay durante el gobierno de Rosas. El sitio federal de Montevideo a partir de 1843 aumentó el traslado de

vascos hacia estas orillas. La caída de Rosas mejoró el flujo migratorio hacia el país vecino, dados los conflictos entre la Confederación y el Estado de Buenos Aires y la renovación de los malones indios. Argentina se presentaba en el siglo XlX, como uno de los países menos poblados de América del Sur, con una gran falta de mano de obra. La élite dirigente que gobernó el país durante la segunda mitad del siglo XlX reconoció la necesidad de favorecer la inmigración como instrumento para modernizar la Argentina. Desde 1853 la Constitución ofrecía al extranjero los mismos derechos que al argentino, salvo votar y ser elegido. La libertad de cultos, la exención del servicio militar y la estabilidad jurídica y política atraerían a la inmigración masiva que comenzaría a llegar. Pacificado el país, desde 1870, la inmigración


63 a la Argentina creció en forma notable. La Argentina se vio mucho más favorecida que el Uruguay en el aumento del flujo migratorio, que hasta la década de 1930 se mantuvo a un ritmo sostenido.

Medios de atracción de inmigrantes En Europa muchos agentes de inmigración realizaron una activa propaganda. Seguramente entusiasmaron especialmente en los primeros tiempos a muchos que ignoraban la realidad argentina, prometiéndoles el paraíso una vez que pisaran la nueva tierra y no eran pocas las veces que terminaban embaucándolos. Las compañías de viaje estaban vinculadas a las autoridades consulares y a los armadores de barcos que realizaban el circuito de Europa a América. A su vez accionaban combinados

con las empresas de inmigración como por ejemplo la firma Fisher y Lafone en Montevideo. Hubo también intermediarios que eran al mismo tiempo alcaldes o cónsules en las ciudades vascas. Pero la forma más común de emigrar fue por las llamadas “cadenas migratorias”. Generalmente algún pariente, padre, hermano, hijo, novio, tío, amigo, conocido o quien fuere que había viajado antes y se había abierto un camino, mandaba llamar por carta o por algún tercero, al pariente o amigo que aún vivía en la tierra de origen, ofreciéndole trabajo. Son innumerables los ejemplos de emigrantes que vinieron de esta forma.

El precio del pasaje El precio del pasaje era accesible para pocos, ya que la mayoría emigraba por causas económi-


64 cas. Las compañías se aprovechaban de esta situación e imponían duras condiciones a los emigrantes. Hubo otras formas de pago. Hacia 1840, la mayoría se obligaba a trabajar durante algunos meses a favor del armador del barco, quien a su vez transfería esta obligación a terceros que vivían en Buenos Aires o Montevideo. Otros vendían o hipotecaban sus bienes en el País Vasco y otros lo obtenían mediante garantías de fiadores que en plazos preestablecidos cancelarían la deuda, contando con los reembolsos del inmigrante.

Licencia de emigración La inmigración vasca estuvo constituida mayoritariamente por personas jóvenes y muy jóvenes de ambos sexos, con edades aproximadas entre los 12 y los 30 años, en plena

edad productiva y reproductiva lo que significó una pérdida importante para el país de origen y un aporte importante para nuestro país. Todo menor de edad o asimilado para abandonar su país de origen debía tener su licencia de emigración. Era concedida ante escribano público y testigos por padres, tutores o maridos a los hijos, sobrinos o esposas emigrantes. Las leyes de 1853 detallan el conjunto de documentos a presentar con esta licencia, para obtener el imprescindible pasaporte: un certificado de buena conducta del alcalde del municipio, fianza otorgada por tres fiadores y obligación de paga de reales para garantizar el pago por parte del emigrante del pasaje detallando en que barco viaja, precio y plazo del pasaje a pagar, garantía del pago por un fiador que se hará cargo. Aún con estos requisitos era muy practicada la falsificación de licencias. En Navarra, para obtener el pasaporte el


65 gobierno exigía: el consentimiento paterno, el recibo de haber pagado la fianza si el candidato estaba en edad militar -18 a 25 años- para pagar un sustituto que cumpliera en su lugar el servicio militar y el contrato de viaje.

parte de 1950 algunos ingresaron por el puerto de La Plata (pcia. de Buenos Aires). A principios del siglo XX hubo arribos directos al puerto de Bahía Blanca, donde desde 1890 funcionaba un Hotel de Inmigrantes. Las condiciones del viaje

Puertos de donde partieron y adonde llegaron Generalmente, cuando salían del norte de España, lo hacían por Bilbao y Portugalete, sobre el río Nervión en Vizcaya y Pasajes en Guipúzcoa. Otro puerto de salida de contingentes numerosos fue Barcelona en el Mediterráneo y Vigo en el Atlántico. También embarcaron en Burdeos, Francia, en Lisboa, Portugal y en Gibraltar. En la mayoría de los casos y en todas las épocas ingresaron a la Argentina por el puerto de Buenos Aires , pero en las décadas de 1940 y

Aunque se acortaron los días de viaje gracias a los adelantos náuticos, el viaje era penoso. El hacinamiento facilitó la difusión de enfermedades infecciosas a bordo, que cobraban víctimas entre los jóvenes y viejos. El arribo Al llegar a Buenos Aires, luego de la inspección sanitaria, debían hacer los trámites de visado de entrada. Posteriormente, con su equipaje, eran llevados al Hotel de Inmigrantes, inaugurado en 1888, o a los distintos hoteles en las


66 ciudades y pueblos. Generalmente los vascos casi no utilizaron el Hotel de Inmigrantes, del que se podía ser huésped por ocho días, ya que frecuentemente venían consignados, siendo muy jóvenes (12 o 14 años) a parientes o compadres que los estaban esperando. La inmigración en el siglo XX En la década del 30 y hasta 1942-43 llegaron inmigrantes vascos por causas políticas. Fueron quienes se exiliaron como consecuencia de la guerra civil española. Más de 150.000 huyeron y se refugiaron primordialmente en Francia donde fueron sorprendidos por la invasión nazi. Luego del alzamiento militar del 18 de julio de 1936 y al no poder apoderarse de Madrid, comenzó la ofensiva franquista contra los vascos entre agosto de 1936 y octubre de 1937,

que tuvo como punto culminante el bombardeo de Guernica, Durango y otros pueblos vascos. Los vascos fueron derrotados, muchos dirigentes políticos, militares y sociales republicanos y el clero antifranquista se expatriaron. Uruguay recibió a los vascos y otorgó la ciudadanía uruguaya al presidente del gobierno vasco en el exilio, el Lehendakari José Antonio Aguirre. En 1936 se constituyó en la Argentina la Junta Pro-Euskadi, promovida por la dirección de Acción Nacionalista Vasca y por Rosario ‘Ko Emakume Abertzale Batza. Dos años después, se fundó en Buenos Aires el Emakume Abertzale Batza y en 1939 nació la Liga de Amigos de los vascos, presidida por el editor Sebastián de Amorrortu, que publicó el periódico Euzko Deya, órgano de la colectividad vasca. Por otra parte los vascos franquistas forman la


67 Junta Nacionalista Vasca, denunciada y anulada por los nacionalistas vascos en la Argentina. El 30 de agosto de 1938 se constituye en Buenos Aires por iniciativa de un grupo de vascoargentinos dirigido por el Ing. José Urbano de Aguirre el Comité Pro-inmigración vasca. Lo integraron: Iván L. Ayerza, Adolfo Bioy, Juan B. Ibarra, Juan Esperne, Elpidio Lasarte, Ramón Mendizábal, Nemesio de Olariaga, Fermín Ortíz Basualdo, Martín Pereyra Iraola, Saturnino Zemborain, Isaac Ayerza, Mariano Olaciregui, José Cigorraga, José Artayeta, Aurelio Payseé, Florentino Ayestarán, Raúl Martín Puchuri, Bautista Elola, Félix Loizaga, Vicente Colmegna, Pedro Imaz, Raúl Chilibroste, Luis de Ibarra y Diego Joaquín de Ibarbia. Posteriormente se incorporaron el padre Pedro de Goicochea y Sebastián de Amorrortu. Tenían como objetivos agilizar y garantizar moral y

materialmente las solicitudes de los inmigrantes que llegaran. El 10 de julio de 1940 con la presidencia conjunta de José Antonio de Llodio y Sebastián de Amorrortu se funda Eusko Anaitasuna para socorrer económicamente a los inmigrantes vascos. El presidente de la Nación, Roberto M.Ortiz Lizardi, hijo de emigrante vizcaíno, por decreto n°53.448/41 publicado el 20 de enero de 1941 y complementado en junio por el n° 65.384/41 autorizó la entrada de vascos “sin distinción de origen y lugar de residencia”, con la mediación del mencionado Comité. Este trato fue una honrosa excepción para los vascos en tiempos en que la Argentina había puesto un freno a la inmigración masiva. Muchos vascos se beneficiaron con esta medida y Argentina fue en 1940 el primer país receptor. Pero duró poco. Los representantes franquistas lograron al año de su publicación


68 que el gobierno argentino dejara sin efecto el decreto.

“Buenos Aires, 11 de julio de 1860 Al Ilustrísimo General D. Justo José de Urquiza Excmo. Señor:

No somos los primeros, no seremos los últimos Finalmente, como síntesis de esta breve introducción, debemos decir que no somos originales en la idea de reunir en esta obra la vida y el desarrollo de los vascos en Argentina. Revisando el Archivo Urquiza, en el Archivo General de la Nación, descubrimos un interesante documento que revela que nuestra preocupación ya la tuvieron otros hombres recién llegados a nuestra patria. En el Legajo 204, al folio 35 un señor Lespada le escribe a Urquiza la siguiente carta que transcribimos a continuación:

De nación francesa y de sangre vasco, edad de 48 años, estoy hace ya 16 meses en América, solo en Buenos Aires, aislado y como de nadie conocido, con mis envanecidas ambiciones. Nada pues, habiendo podido alcanzar aún en ésta, una cualquiera profesión que me permitiese reparar mis infaustas desdichas en Europa, salvo mi honor, me dedique, en los momentos que me dejaban libres mis moderadas y muy poco remuneradas ocupaciones de una agencia privada de comisiones y de asuntos que dirijo, en componer un ´Resumen histórico y moral sobre el pueblo vasco que habita en estas tierras, con rápido análisis de su hermosísima lengua, acompañado de consideraciones retrospectivas políticas y actuales


69 en cuanto a la América del Sur. Con epígrafe de A César lo que pertenece a César, a Dios lo que es a Dios´. Con este motivo, Excmo. Señor, y sabiendo que su alta protección acogió, con benevolencia, toda buena intención de alguna utilidad pública, vengo aprovechando su presencia en esta ciudad, a pedirle respetuosamente una audiencia particular, en día y hora que se digne Su Excelencia recibirme, para se me sea permitido ofrecerle una dedicatoria en mi obrita bajo sus auspicios y con su apreciable e indispensable suscripción que me anime a editarla en la tierra americana del Sur, de la cual como primera figura me parece un deber de cada uno considerarle hoy por su puesto a la suya. Esperando su lisonjero favor, soy de su E. Ilustrísimo General, el muy respetuoso, muy obediente y muy agradecido servidor, Augusto Lespada Cuyo Nr. 225”

BIBLIOGRAFIA

Aramburu, Enrique Jorge. Los vascos. Buenos Aires, Fundación Vasco Argentina Juan de Garay, 1994. Azcona Pastor, José Manuel, García-Albi Gil de Biedma, Inés, Muru Ronda, Fernando: Historia de la emigración vasca a la Argentina en el siglo XX. Vitoria-Gasteiz, Servicio Central de Publicaciones, Gobierno Vasco, 1992. Beramendi, Jorge Fernando, Beramendi, Pedro Martín, Ezquerro, Miguel. Historia Vasca. Buenos Aires, Edición auspiciada por la Fundación Vasco-Argentina Juan de Garay, 1993. Caviglia, María Jorgelina, Villar, Daniel. Inmigración vasca a la Argentina. Vete a América.


70 La inmigración vasca en la región pampeana de Argentina durante los últimos cien años. Departamento de Cultura del Gobierno Vasco, 1994. Cocina vasca. Nuestra cocina por nuestros mejores cocineros. 4 ed. San Sebastián, SENDOA Argitaldaria. Tomos 1 y 2. Director de la edición: Joaquín Berasategui. Enciclopedia Auñamendi, varios tomos. López Mendizabal, Isaac. Breve historia del País Vasco. Buenos Aires, Editorial Vasca Ekin, 1945. Biblioteca de Cultura Vasca. Morner, Magnus. Inserción del fenómeno vasco en la emigración europea a América. En: Emigración y redes sociales de los vascos en América. Edición a cargo de: Ronald Escobedo Mansilla, Ana de Zaballa Beascoechea, Oscar

Alvarez Gila. Vitoria-Gasteiz, Universidad del País Vasco, 1996. País Vasco. Madrid, Publicaciones de la Fundación Juan March, Ed. Noguer, 1987. Colección Tierras de España. Ruiz de Azúa. Vascongadas y América. Madrid, Fundación MAPFRE, 1992. Sarramone, Alberto. Los abuelos vascos en el Río de la Plata. Azul, Biblos, 1995. Varios autores, bajo la dirección de Jean Haritschelhar. Ser vasco. Bilbao, Mensajero. Varios autores bajo la coordinación de John Bilbao Azkarreta. América y los vascos. Gobierno vasco, Departamento de cultura, DEIA Diario de Euzkadi.


71 Folletos turĂ­sticos de: Euskadi, Araba, Bizkaia, Gipuzkoa, Vitoria Gasteiz, Bilbao, Donostia San SebastiĂĄn, Navarra en la mano, Pamplona. Publicaciones del Gobierno Vasco y el Gobierno de Navarra.


72

EL PUEBLO VASCO Enrique de Gandía

Antes de la historia un pueblo vivía en las tierras que van del Cáucaso al Atlántico y otras partes de Europa. Estaba allí desde tiempo inmemorial. Eran euskos, o sea, hombres, gentes. En sus tierras había dólmenes o tumbas de piedra y un signo, misterioso: una roseta de cuatro brazos o piernas dobladas. Los griegos, siglos mas tarde, le dieron el nombre de tetraskele. Es el signo propio de los vascos. Por último se estabilizó en cuatro líneas dobladas que tomaron el nombre de svástica. Es la forma humana más antigua y única en el mundo. En su nombre se halla el sonsonete sv:

prueba de su origen vasco. La cruz llamada svástica no es propia de los arios, ni de los hindúes, ni de otros pueblos lejanos. No indica el trueno, ni el rayo, ni el sol. Son piernas en marcha o brazos que trabajan. Representan la rueda, la más grande invención del hombre prehistórico. La expansión de los arios, en sánscrito, pastores guerreros, cubrió con una nueva etapa lingüística el idioma de los pueblos prearios. Sólo quedaron nombres de lugares en muchas partes de Europa y, como un milagro, siguió hablándose hasta estos momentos en el País de los vascos. Hay una palabra que ha penetrado en no pocos idiomas: aitz, piedra, o sea, el hacha, instrumento de trabajo. La palabra euzko, nombre indígena de los vascos, es imposible saber con seguridad qué significa. Está emparentado con el asc de los lígures, los abascos del Cáucaso y a algunas palabras ára-


73 bes que designan el monte o el bosque. Todas son prueba que el idioma de los vascos es anterior al llamado aria y el más antiguo que puede concebirse en la humanidad. Del ario surgieron los grupos eslavo, griego, sajón y latino. Del latín nacieron los idiomas actuales llamados neolatinos. La historia de los vascos, como pueblo nunca vencido, comienza con los historiadores y geógrafos de la antigüedad griega y latina. Poco se sabe de él en los siglos de la primera Edad Media. Peregrinos a Santiago de Compostela los vieron como paganos. Vivían en sus casas, aislados en los campos. Era el caserío: el hogar. Los vascones derrotaron a Roldán y a las fuerzas de Carlomagno, el Abuelo de Europa, en Roncesvalles. Los pescadores de ballenas y de bacalao llegaban, antes de Colón, a las costas americanas. El pueblo vasco fue el primero que tuvo el sen-

tido de la libertad. Era un culto sagrado que hacía respetar la individualidad del hombre, de su hogar y de su tierra. Entre los vascos no había inferiores ni superiores. Todos nacían hidalgos, hijos de algo, porque cada familia era dueña de su caserío. La hidalguía es una nobleza originaria. Ningún otro pueblo tiene la hidalguía de los vascos. El hidalgo nace hidalgo. El rey puede hacer un duque, un marqués, un conde. No puede hacer un hidalgo. La hidalguía de los vascos se extendió en la península ibérica con el mismo sentido y valor que le daban aquéllos. Los Fueros hacen respetar su libertad y declaran que todos los vascos son notoriamente hidalgos. Los reyes de España juraban respetar los Fueros, por ello fueron reconocidos como señores. Así quedó unido el pueblo vasco a la corona española. Los reyes eran reyes de España y señores de los vascos. Los vascos


74 conservaban su independencia. La nobleza originaria o hidalguía de los vascos llegó a ser tan severa que, el 3 de julio de 1527, el emperador Carlos V dispuso que en el señorío de Vizcaya no se debía admitir a quien no probase ser hidalgo notorio. Al mismo tiempo debían ser expulsados de Vizcaya las personas que, en el término de seis meses, no probasen su hidalguía. El País Vasco era el país de los hombres que nacían hidalgos nobles: caso único en la historia de la humanidad. La importancia de los juristas y teólogos vascos es inmensa en el historial de los derechos naturales del hombre y de la libertad. Ellos enseñaron, con Martín de Azpilcueta, que el poder reside en el pueblo. Es un eco del pensamiento de Santo Tomás. El caserío, la familia, es la base de la democracia vasca. Los Estados Vascos fueron federaciones de

municipios democráticos. Los vascos no concibieron la institución monárquica. Las leyes y el poder ejecutivo estuvieron en manos del pueblo. Los vascos sólo permitieron al rey el poder judicial. En Vizcaya y en Guipúzcoa no hubo clases sociales. En Álava y en Navarra vivieron labradores hidalgos y señores feudales. Los labradores fueron nivelados a hidalgos por el Fuero. El pueblo derrotó a los llamados parientes mayores que pretendían erigirse en señores feudales, las casas torres fueron derribadas. Un lema vasco decía en latín: Por la libertad de la patria sea el pueblo libre. En el País Vasco no hubo tormentos. Los vascos no admitieron la inquisición. No había títulos que implicasen un dominio sobre la tierra.


75 El hábeas corpus británico disponía que no se aprisionase a ningún hombre libre, o sea, con privilegios. La Ley XXVI de la Constitución Vasca ordena que no se retenga a ninguna persona. Los vascos imponían las leyes a sus gobernantes y no los gobernantes a los pueblos. El Padre Francisco de Vitoria, vasco, defendió la igualdad de todos los pueblos de la tierra y su libertad. Impidió que Carlos V ordenara el regreso de los españoles en América por creer que cometían una injusticia. Vitoria le enseñó que Dios había hecho la Tierra para todos los hombres, que todos eran libres de ir donde quisiesen, que la fe de Cristo no debía imponerse y que los indios que reconociesen al rey eran súbditos y los que no lo admitiesen podían seguir viviendo en sus tierras, con sus caciques y sus costumbres. Fue el creador del derecho internacional.

En la historia del nuevo mundo desde los compañeros de Colón hasta los tiempos actuales, los vascos han tenido una gran trascendencia. Un vasco de Guetaria, Juan Sebastián de Elcano, llevó la Victoria, la última nave de Magallanes, hasta dar por primera vez la vuelta al mundo en 1522. Domingo Martínez de Irala, en el Paraguay, hizo posible la colonización en esta parte olvidada del Río de la Plata después de la destrucción de la primera ciudad del Espíritu Santo en el puerto de Buenos Aires. Otro vasco, de Orduña, Juan de Garay, dio vida a la nueva ciudad de la Trinidad en 1580. Juan Ortíz de Zárate, tuvo una gobernación que se extendía desde las regiones amazónicas hasta la Tierra del Fuego. Justo José de Urquiza, hijo de vascos, organizó la nación argentina. Juan Bautista Alberdi, otro hijo de vascos, fue


76 el autor de la Constitución Argentina, luchó por la capitalización de Buenos Aires y dio las bases rentísticas de la nación. Hoy se sabe, que el vasco Martín de Álzaga, expulsó a los ingleses de Buenos Aires, en 1806 y 1807, logró la libertad de Montevideo, fue el creador de las primeras Juntas de Gobierno en América y el primero que concibió la independencia del Virreinato del Río de la Plata, como una república democrática, en 1808 y 1809. Ella debería basarse en un Congreso que expresase la voluntad del pueblo argentino.

Migración: estrategia, identidad y construcción cultural Eduardo Balestena

Este artículo es un análisis científico reciente sobre el fenómeno migratorio, indispensable para su comprensión a mi abuelo, José Ramón Baleztena “Joan biar degu urrurtira, urrurtira Ez det, ex det nik ikusiko zure plai ederra, plai ederra”.(tenemos que ir lejos, lejos No veré tu hermosa playa, tu hermosa playa) Canción marinera


77 Nosotros los argentinos.

todo manejable y que nos daría a cambio, la identidad europeísta tan deseada.

“somos también conocidos por nuestra humildad.../por eso a los argentinos, nos quieren en todas partes/ porque somos el baluarte de toda la humanidad” (canción de Horacio Fontova)

Antes de la inmigración la tierra era infinita. Mafud ( Mafud Julio. 1974. Psicología de la Viveza criolla, Americalee, primera edición, 1965) trabaja un paralelismo entre la tierra y lo rural y el estado y lo urbano. El hombre rural espera todo de la tierra y el hombre urbano espera todo del estado. Como si fuese un estado ideológicamente neutral y que brindara igualdad y como si la tierra pudiera ser para todos. Este es el marco de la antigua migración. Un espacio de pura igualdad y disponibilidad y donde los rasgos se diluirían en un pintoresquismo. Esta implícita hegemonía de lo nacional, de lo estatal -capaz de soportar lo externo sin alterar su identidad o en todo caso capaz de generar, en la cópula entre un modelo de estado y una inmigración, otra identidad supera-

En un principio fue la tierra y la desmesura y el llamado a todos los hombres de buena voluntad. La tierra era un símbolo de que sólo existía lo posible en un espacio abierto, inacabable donde, si bien marcadas por el poder, había lugar para todas las experiencias, y entrañaba otro sentido: el de que todo lo cultural que viniera se inscribiría en esa posibilidad y que a cambio dejaría la cultura del trabajo y el color de sus rasgos típicos. Algo, después de


78 dora- fue el contexto en que se constituye lo urbano. Qué idea marcaría la constitución de una identidad desde lo plural?: la subordinación, la alteridad, el trasvasamiento de lo vernáculo a los nuevos símbolos que llegaban, o simplemente la inserción de lo nuevo en una estructura de poder y desigualdad?. El verdadero construido del Estado fue un aparato de desigualdad: “Con Rosas cayó el tirano, pero no la tiranía, que vive constituida y organizada en el estado tradicional de los intereses económicos de que fue producto el mismo Rosas. Todos los que le sucedan en el gobierno serán tiranos a su vez, mientras dure la tiranía que vive constituida en el orden de cosas geográfico, económico y social de los países del Plata” (Juan Bautista Alberdi, ‘Escritos Póstumos’).

La idea del Estado es la de construcción no de un orden que incluye sino de un orden que excluye. Excluye al gaucho y al indígena y disciplina al hombre de ciudad, por eso quizá las masas migrantes -a diferencia de lo que se esperaba- hayan aparecido tan díscolas y difíciles de manejar y motivado la ley de Residencia de 1902 -que permitía expatriar a los elementos “indeseables”: estigmatización que de por sí supone una categoría previa, un modelo de Estado y orden deseables y una relación con el poder que así, discrecionalmente, decide quien cotiza para el modelo de nuevo estado-. La ley de residencia obedece a una coyuntura precisa originada en la Huelga de Panaderos y en otros conflictos, pero introduce esta valorización de deseable o indeseable, que puede ser pronunciada por una autoridad estatal, de un modo discrecional: el soporte jurídico después de todo se borra a la hora de ser exigido.


79 La constitución de lo urbano se hará desde un proyecto hegemónico. El migrante tampoco será un otro visto como alteridad sino algo que se inserta dentro de una constelación definida. Este rasgo subsistirá como un Estado de desinstitucionalización del migrante, al que se ve como aquel a quien, generosamente, le fue permitido venir -visión desde la prodigalidad, el centralismo, la hegemonía- y que vive en un perpetuo afuera marcado por el desarraigo. El estado y la geografía eran abarcadores. Qué sucederá entonces ante el retroceso del Estado y de la propia idea de posibilidad. En la migración contemporánea subsisten algunos elementos: el abandono de un lugar propio ante la inexistencia de una posibilidad básica y de un proyecto. Pero no hay un Estado que se presenta a sí mismo como benefactor y no hay una disponibilidad.

El ideal europeísta, la cultura del trabajo, la tradición agrícola, también requerían la unidad y el disciplinamiento que, en el proyecto de Sarmiento se verificó con la Escuela pública. Este fue un factor de unidad, la creación de símbolos comunes e integradores: los símbolos patrios, los próceres: Belgrano creó la bandera, San Martín cruzó los Andes. Esta idea también está asociada con la libertad: era una tierra de promesa y libertad, pero que se consolidaba con la agonía del gaucho y el indígena (qué sería de los gauchos que arriaban ganado cuando éste se transportase directamente en ferrocarril ) . La escuela funcionó, en el sentido foucaultiano de un aparato de fijación y de producción simbólica, en el contexto de un modelo de Estado. En este caso, la escuela fue una especie de línea de producción de argentinidad, (Diéguez,


80 1997 ) que operaba el proceso de borrar las otras referencias anteriores - los descendientes de italianos no se acuerdan quizá de Garibaldi pero todos saben que San Martín cruzó los Andes-. García Canclini ( García Canclini, Néstor. 1992. Culturas Híbridas. Sudamericana) refiere este proceso de construcción de un acervo desde una pauta que estructura, hace uniforme, desplaza y en cuyo contexto se desarticula un paradigma alternativo (Rockwell- Mercado 1986) “...en el estudio de la historia se relatan los acontecimientos en que se logró fijar esos límites en lucha contra adversarios externos e internos. Pocos lo han formulado con la claridad de Domingo F. Sarmiento, fundador del sistema escolar laico en la Argentina (‘padre del aula’ dice el himno que cantan los alumnos) y uno de los organizadores de la sociedad moderna en ese país. Su lema ‘civilización o barbarie’

diferencia el polo indígena mestizo, inculto, del desarrollo progresista y educado, definido por los grupos criollos, que hizo posible la existencia de la nación. La Educación liberal, que él fundó, con el mérito de liberarla de la tutela religiosa, separa sin embargo un patrimonio legítimo -sagrado desde cierto punto de vista-, en el que podrían reconocerse los ‘mejores’ habitantes del país, y excluye a los pobladores originarios del territorio. El programa escolar separa con ese corte fundador de procesos históricos que fueron estableciendo las maneras correctas de ocupar el espacio nacional...para pasar del patio del recreo al aula se aduce que ‘se acabó la hora de los indios’ “ -pág.154/ 155-. En este sentido diacrónico se funda una tradición, una modalidad de perpetuarla en los rituales “nacionales” y una frontera geográfica que es además histórica. Se funda una historia


81 donde se leen hacia atrás los signos de barbarie, volviendo así ideológica esa percepción, naturalizada por la escuela. Al mismo tiempo se inaugura un control social desde lo simbólico de tal modo que, luego de traer la noción de patria, cualquier desviación del modelo es una desviación de la patria: ese concepto aglutinante que da cohesión a lo social y lo hace funcionar -al menos simbólicamente- como un todo. El gaucho era nómade, hombre de a caballo y cuyo espíritu estaba en la libertad. En cuanto al indígena, fue exterminado sistemáticamente (Borrero José María. 1ra. edición 1921. La Patagonia trágica . Editorial Americana, 1972. Bayer Osvaldo. 1974 Los Vengadores de la Patagonia Trágica.Editorial Galerna, tomo 1). - Formas de vida vernáculas que no se sintetizaron por no encontrar espacio en el modelo : “le alvertiré que en mi pago/ Ya no va quedando un criollo;/ Se los ha tragao el

hoyo,/ O juido o muerto en la guerra; Porque, amigo, en esta tierra/ Nunca se acaba el embrollo.”- José Hernández, Martín Fierro). El propio modelo de migración fue el de un “crisol de razas”, o sea una síntesis que no preservaba el bagaje cultural de cada grupo sino que lo fundía en algo mayor.

Práctica y política: Podemos advertir una red atravesada por: la globalización del capital, la relación entre capital y desplazamiento poblacional, los estereotipos culturales y las políticas concretas así como los intereses privados a los que se encuentran supeditadas. Por reacción, se actúa desde esa identidad constituída en rasgos muchas veces negativos y en el marco de luchas sindicales.


82 Si concebimos la inmigración masiva que aparece en el tardío siglo XIX desde esa visión, el modelo no parece muy diferente al actual existe además una relación similar entre lo privado y lo público donde en lo público, se traducen concretos intereses de lo privado-, salvo el desplazamiento de ejes primarios: en lugar de industrialización, proletarización y masividad, hay otras cuestiones que se inscriben en el contexto posmoderno. En el estado moderno hubo una relación entre países industrializados y países productores de materias primas. En la circulación internacional de los capitales y en la división internacional del trabajo, los países hegemónicos situaron sus intereses en los países receptores. Un ejemplo se encuentra en el trazado de la red ferroviaria británica en la Argentina, que de hecho empleó migrantes. Por medio de esta red era fácil y rápida la confluencia de los produc-

tos agropecuarios en el puerto de Buenos Aires, mientras las empresas encontraban un piso de rentabilidad asegurado, y les eran cedidos los terrenos para el tendido. A su vez, se insertaban en el circuito de producción que favorecía el conjunto de esos mismos intereses. éstos intereses se veían reflejados en la política inmigratoria, destinada en mucho a proveer de “combustible” a este mecanismo. Antes de la migración masiva y hasta los años 1870, hubo agencias primero privadas y luego estatales que posibilitaron la acción lobbysta entre distintos sectores interesados en monopolizar los desplazamientos transoceánicos. Es interesante rescatar la definición de migrante de la ley 817, del 19 de octubre de 1876, destinada a ordenar el casuismo de los distintos decretos aislados que regularon la cuestión hasta ese momento, en una materia que había


83 sido de competencia de los jueces de Paz: “Repútase inmigrante para los efectos de esta ley, todo extranjero jornalero, artesano, industrial, agricultor, o profesor, que siendo menor de sesenta años, y acreditando su moralidad y sus aptitudes, llegase a la república para establecerse en ella, en buques a vapor o a vela, pagando pasaje de segunda o tercera clase, o teniendo el viaje pagado por cuenta de la Nación, de las provincias o de las empresas particulares, protectoras de la inmigración y la colonización” ( Pannettieri José. 1971. La Política Inmigratoria.Historia Integral Argentina. Centro Editor de América Latina, tomo 3, pág 218. La norma incluye una red de circulación y de prácticas donde lo público reconoce una modalidad de operar, una dinámica donde intervienen distintos sectores ( “provincias, empresas particulares y las relaciones que ello supone entre estas agencias” ) y un modo de asumir al

otro. El texto incluye una cuestión cultural que aparece jugando además otra misión, una misión ordenadora de conflictos, ya que la protección y el reconocimiento parecen relacionarse íntimamente con el trabajo a partir de agencias -o dispositivos- reconocidas por la ley. Ésta, en su segunda parte, se ocupaba de la Colonización por empresas particulares, lo cual significó abuso y especulación. El proceso migratorio se operó en estos factores: dificultad del acceso a la tierra por la mediación de grupos poderosos, desvalorización de las tareas que se llevaban a cabo en las grandes ciudades, donde el número de migrantes fue cada vez mayor: “De un excelente operario de paños hacemos un sereno, de un tejedor de sedas de Lyon un cochero o cocinero, y de un relojero o artista, un medianero de ovejas” ( Senillosa, Felipe, Anales de la Sociedad Rural, agosto 1869 ). Al mismo tiempo, la rea-


84 lidad no se compadecía enteramente con la visión de Felipe Senillosa, ya que la inmigración masificada de los años de 1890 en adelante estuvo marcada por personas escasamente calificadas. “Cada europeo que viene nos trae más civilización en sus hábitos que luego comunica en estos países, que el mejor libro de filosofía...El más instructivo catecismo es un hombre laborioso” (Juan Bautista Alberdi, diario El Mercurio, de Valparaíso, 10 y 11 de agosto de 1845, reproducido por Panettieri). Esta visión prejuiciosa sobre la potencialidad propia, y utilitarista en cuanto al sentido cultural que podía aprovecharse del migrante, choca con la extracción de los propios migrantes y con el hecho de que “Cuando la corriente inmigratoria se intensifica, el acceso a la propiedad de la tierra ya es muy difícil. La forma en que el Estado utilizó la

tierra pública hizo que lo mejor de ella pasara al dominio privado; y esa estructura de la propiedad de la tierra estaba ya prácticamente consolidada en momentos de iniciarse la migración masiva “ (Panettieri, obra citada, pág. 224). El Estado moderno, así, se constituyó en un proceso de inclusión selectiva y de exclusión.

Desarraigo y des-solidarización. “y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”-del preámbulo de la Constitución Nacional. Mafud (1974) caracteriza al desarraigo como “partes inconexas, particularizadas y disociadas del cuerpo social” en un contexto de atomización y desajuste del todo.


85 Podemos tomar este concepto de “todo” y el de tradición, al cual también alude Mafud y preguntarnos si es que existe un todo y por consiguiente un desarraigo que alterna con el todo, si una tradición vernácula colisiona con una tradición que viene de afuera -lo cual supondría cuerpos representativos de los migrantes que impongan de algún modo esas tradiciones más allá de las prácticas individuales de sus actores- y por último, si ello no es de algún modo, el preanuncio de una posmodernidad atomizada y des solidarizada. Podemos pensar que en realidad el todo es un mito. Si aceptamos la idea de un todo también aceptamos, implícitamente, la de un funcionalismo y un sistema que se articula dentro de sí mismo sin dejar espacios. Sin espacios donde boyar la falta de anclaje al sistema, no es posible el desarraigo: dentro de esta lógica, todas las combinaciones pueden ser absorbidas sin

conflicto porque hacen al modo del sistema de perpetuarse, convalidarse -encontrando en sí mismo un sentido y una legitimación- y manejar lo que aparece como una alternativa dentro de un paradigma de posibilidades. Parece necesario pensar más bien, en espacios y relaciones desplazándose a sí mismas y produciendo realidad, produciendo efectos accidentales y que ese operar hace sólo a su propia expansión y reproducción. Relaciones sin otro anclaje que la supervivencia en el modelo, donde además, parece no haber lugar para tradiciones sino sólo para circular. No obstante, lo tradicional -en un sentido conservador- es precisamente aceptar el valor y legitimar que los actores se encuentran desigualmente dotados y que ellos mismos y sus conductas “significan” desde una situación de poder social definida y definitoria, con lo cual tradición y globalidad parecen de algún modo congeniar,


86 aunque las tradiciones aparezcan formando parte de un lugar social y sólo operando simbólicamente. Quizá existan nada más que redes de posibilidades o no posibilidades y de acciones que se ejercen y en las cuales la cultura de origen y el lugar ocupado socialmente, conforman una posición y en donde esta posición es parte de una estrategia. Estamos próximos y vinculados en lazos que no importan una relación de alteridad y que están dados en la sociedad globalizada. Estamos próximos y no estamos próximos o estamos próximos pero no estamos juntos. Así, la alteridad es una cuestión básica: la representación de un otro que no es prójimo, que no es un tú sino un rival -comienza desde el vivo y el pícaro- (Mafud. 1974) . La historia argentina aparece marcada por esta exclusión

del otro desde un modelo violento: el caudillo, el guapo, y más cercanamente, el hombre de éxito que se alza sobre sus adversarios como producido y símbolo de la sociedad global y posmoderna, y en consecuencia, de la lógica del modelo. Siempre fue necesario luchar e imponerse sobre algo: derrotar a Rosas, conquistar el desierto, jurar la Constitución, derrotar a Yrigoyen, llenar el “vacío de poder” haciendo que vinieran los militares, lograr que los militares no vuelvan..., lo cual marca un modelo de lucha contínua que no es inclusivo, que no importa articularse con un otro sino excluirlo, ni importa tampoco la gestación en un proceso, de un modelo humano que pueda surgir -el hombre crisol de razas no germinó sino que fue transplantado-. Se trata de tomar un modelo e imponerlo: el modelo de argentinidad era el de la inmigración europeísta, el de obtener sus “rasgos típicos” y así se configuró una masa que operó desde el desarraigo a lo


87 largo de distintos modelos políticos que aparecieron dados con la participación masiva como referente. Al referirse al concepto de tradición -una idea básica si asumimos el punto de vista de la cultura en lo migratorio- lo piensa (Mafud. 1974) originado en un saber de fórmulas - “homo faber, homo aeconómicus”- dentro de corrientes conservadoras y como la puesta de etiquetas y nombres que en esa identidad estática, favorecen una comprensión de lo social. Sin embargo rescata la idea de Bernardo Canal Feijoó, para quien “tradición tiene una raíz que subsiste más visible en la palabra inglesa draw, extraer, y en la palabra francesa traire, ordeñar; tradición es eso, sacarle a la cosa sustancia alimenticia y absorberla en la sustanciación vital del presente; no es exhumación de trapos ya usados, es savia, es leche, es gajo verde...” (Confines de Occidente) así, no se tra-

ta del rescate de factores de poder ni de un estado idílico sacralizado en un tradicionalismo a-crítico, sino un imperativo de construir desde un ligamen, lo cual rescata precisamente la idea de ligazón antes que la de desarraigo. Ligazón que no es fijación, la cual supone un poder que fija y somete y que adscribe forzosamente a la lógica del modelo. La construcción de nuevos sujetos sociales estuvo dada en la subsistencia, fragmentaria, de un tejido de rasgos que, en su conjunto, desde la actualización de innumerables, dispares y lejanas experiencias culturales, produjo una visión prismática de lo social, interiorizando la imagen de un otro con la misma falta de raíces que el yo que percibe y una actuación que fue mucho más allá del proyecto inmigratorio de quienes generosamente -o quizá no tan generosamente- invitaron a todos los hombres del mundo que quieran poblar el suelo argentino.


88 El proceso de consolidación de nuestro estado moderno no hubiese sido posible sin lo masivo. En este contexto, el número de extranjeros en edad de ejercer derechos civiles, durante medio siglo, fue mayor que el de los nativos-. Las nuevas masas eran cosmopolitas, rebeldes y aun marginales. La participación se operaba desde este percibir a un otro cosmopolita, en una sociedad que valoraba la cultura del trabajo y el lucro, donde no aparecía además otra tradición más visible.

Los movimientos obreros de la época son ejemplo por una parte de la fidelidad a un ideal -el gremio de los panaderos, por ejemplo, ocupado mayoritariamente por gallegos anarquistas, que también predominaba en los kioscos de diarios. Bautizaron a los panificados con nombres irónicos: sacramento, cañón, bolas de fraile -. Y por otra, marcan el triunfo de caudillos que capitalizaron el sentimiento de desajuste y consiguieron unificarlo en una idea y una práctica del poder.

El primero de estos factores es el destinado a lograr la ligazón con el todo. Una “totalidad” sin embargo desarticulada culturalmente, con la sola ligazón de un lazo conflictivo, masificado y utilitarista. La constitución de una masa “operativa” y desestructurada produjo de algún modo -desde la manipulación- la necesidad de identificaciones con la idea de autoridad.

La nueva Babel -de la que hablaba Alberdi, quien en verdad deseaba una migración anglosajona, antes que de españoles e italianos, a quienes consideraba más atrasados-, la tierra de pura aspiración fue un construido donde subsistió el desarraigo que vino precisamente de anular otra memoria. La gran diferencia entre aquel proceso migratorio y el actual puede encontrarse en la idea de un estado que se


89 construye y -en la actualidad- un estado que se deconstruye, que borra sus límites en lo privado. El ideal aglutinante de una sociedad total e inclusiva en un esquema de medios fines - los medios procuran fines, a diferencia que en la sociedad desintegrada donde los medios obtienen fines parciales que se convierten en nuevos medios- , era el espacio como metáfora de la posibilidad y de que esa posibilidad era igual para todos. Esto funda una idea de ciudadanía: ser sujeto con derecho a la posibilidad y que la posibilidad es algo jurídicamente sustentado. El proceso de la escuela, de la construcción y nivelación simbólica, del borrar las huellas de origen forma parte de esto. Los símbolos patrios y el himno en las páginas del documento de identidad, la enorme libreta de enrolamiento. Pero en el fondo, tras el imperativo del gran

sueño de hacer la América, estuvieron -o están- los estilos de vida plurales, los mundos posibles de una irracionalidad cultural soterrada, y la ausencia de un valor integrador -que no sea formal y vacío- por encima de la contingencia social. Los símbolos están, pero subsisten otros. De este modo, nunca podrá hablarse de un todo sino más bien de afluentes que se acercan o alejan de las vías por las cuales circulan los bienes. La referencia cultural de la sociedad de orígen se construyó en hábitos, en un enclave, en un lugar. Separado de ese ámbito sólo queda circular el desarraigo y divorciar la referencia cultural de su orígen, condensarla en unos pocos recuerdos que no tienen conexión ahora con la nueva estrategia de subsistencia. Lo cultural se borra pues la estrategia de subsistencia, lo económico, el discurso de un estado ausente, crean de por sí realidad social y marcan la inutili-


90 dad de la experiencia de origen en un nuevo mercado simbólico, signado por el acceso a otros bienes, por la posibilidad o no posibilidad de la propia subsistencia. Pareciera que el migrante construye desde cero y que nosotros, por nuestra parte, hemos heredado algo que nadie nos entrega. Este legado “fabuloso” y a la vez reclamable, el de esa prosperidad de tierra prometida -”somos un país rico, inmenso, lleno de abundancia, el granero del mundo, que transitoriamente está pasando un momento de crisis”-, está marcada por lo inaccesible: sabemos que nunca llegará o que sí ha llegado para los gobernantes que, después de todo, no nos representan -se trae así la idea de crisis de representación que de algún modo sustenta lo autoritario-. El migrante en cambio ha perdido un mundo y sólo le queda construir, despojando a la sociedad receptora de todo componente fantástico y

recogiendo tan sólo las estrategias de subsistencia, los mecanismos, los hilos descarnados por los cuales las cosas suceden. Sin embargo adjudicamos a un secreto de su raza ese operar desde la pura acción silenciosa, despojada de todo aditamento -nos parecen oportunistas, huraños, callados, como si ocultaran algo que tiene que ver con una tierra tan pobre como misteriosa-. Con este prejuicio, traemos dos conceptos: el de raza y el de cualidades o defectos que corresponderían a esas razas, agregando así otra capa más a esa visión que hace que las cosas aparezcan de un color. En nuestro imaginario hay una separación de la que resultan dos migraciones: la legítima y la ilegítima. Una tiene prestigio histórico: descendemos de ella, la evocamos en estereotipos, en colectividades, en costumbres que vienen


91 de alguna parte que nadie indaga dónde es y que se recortan en el conjunto, en la feria de las nacionalidades, en un plato de comida típica, en un baile. Tiene que ver también con el culto a tradiciones, lo que trae un componente conservador, el de aceptar lo que fue, una suerte de historia oficial que tiene que ver con nuestros abuelos, la construcción de un lugar detenido en el tiempo. La otra es algo desconocida: después de todo, nadie sabe bien qué migraciones están produciéndose. Son silenciosas y fluyen como por debajo. De pronto hay coreanos, de pronto hay bolivianos en las quintas de las afueras. Es una presencia extraña y no pintoresca, como la otra. Es el paisaje urbano con nuevos actores a quienes vemos sólo los rasgos negativos, nos parecen todos iguales y también nos parece que han captado mejor que nosotros las reglas de un mundo global y que sus posibilidades de “abrirse camino” son por eso mayores ya que

además, no tienen nada que perder, todo lo dejaron en ese otro sitio desconocido y fantástico del cual provienen -así los bolivianos y chilenos aparecen como pobres y sacrificados y los coreanos como oportunistas-. Eso nos delata que, en otras capas, hay otras presencias, hay costumbres desconocidas y hay menos oportunidades para “nosotros”. Es decir que por una parte estamos nosotros y por otra están ellos, con lo cual no hay una unidad sino más bien un principio de colisión. El imaginario se conecta con la cultura de los lugares, establece referencias con lo ya explorado, un diálogo, una historia. La aparición de nuevos actores es otra referencia, una nueva, desconocida y global en esa domesticación de los espacios, y en lugar de incluirse como uno de los modos de operar de lo posible, se lo vive como una invasión. Es la certeza, además, de


92 que nuestro modo de comprender el mundo es insuficiente y de que las estrategias que buscan seguir, crear, unir líneas de no supervivencia en una supervivencia efectiva, se expanden. Esta expansión es también la de lo soterrado, la de otro estrato con su cultura, que, ante la falta de imbricación con un todo -un todo inexistente, un todo que no es más que conexiones parciales de otras líneas en expansión- , se encuentra condenada a colisionar con otros estilos que reclaman ese lugar para sí. Se acepta al migrante sólo si se mantiene en un lugar periférico y no interfiere con ese juego que fluye en lo conocido. La invitación inicial incluía -bajo una convocatoria abierta y benevolente- la idea de selección y eliminación, la de disciplinamiento, la del ideal europeísta. Era entonces una idea después de todo inclusiva? y si es así, si el estado benéfico era sólo un Estado hegemóni-

co, existe una diferencia marcada con este otro Estado en retroceso, un Estado que es en realidad un mercado?.

“Los abuelos vascos” o “no soy de aquí, ni soy de allá”. “Los que migran viven dos realidades: ‘Cuando fui a España, en la plaza, en Madrid, me decían que no era española y acá me dicen que soy española; al final ahora no soy de aquí, ni soy de allá (LL)’...’Uno en cuanto a que es de aquí y es de allí o no eres de allí y no eres de aquí entonces claro, empiezas a estar en cada lugar y siempre estás añorando un poco lo que has dejado atrás o lo que tienes por delante, que vuelve a ser una sucesión de lo que has dejado atrás...! ‘ “ (Diéguez Alberto José. 1997. Historias de vida en Estrategias adaptativas e identidad de migrantes galle-


93 gos, en la ciudad de Buenos Aires. -pág. 16Ponencia del 5to. Congreso Internacional de Estudios Gallegos (AIEG) Universidad de Trier, Alemania, Octubre, 1997). El migrante vive desgajado, generando historia desde otra historia anterior. Este lugar de constituir la realidad y el lugar de destino en la sociedad elegida son dos ejes que no terminan de coincidir y de los cuales resulta una percepción descentrada que es el punto de constitución de una cultura sin raíces, que discurre en el puro acontecer. “la migración es un fenómeno tan natural, universal y antiguo que hasta muchos animales instintivamente lo practican” (Sarramone Alberto. 1995. Los Abuelos Vascos en el Río de la Plata edit. Biblos, Azul) Esta idea explica el nomadismo, constituido como un modo de vida y que, después de todo,

la exploración quizá venga antes que la cultura. Intuir que lo desconocido es una posibilidad desde antes de haberla pensado como una solución. Concebir al riesgo y lo desconocido como un impensado tan poderoso que termina por aventurar a lo que está más allá y a partir de ese lugar, construir una cultura que es lo otro y que es esto y que, con el paso de las generaciones, pueda volver a ese “esto” originario - ”lo que el abuelo olvida el nieto desea recuperarlo” dice Sarramone -1995-. La migración como fenómeno de la modernidad implica de por sí la construcción de un sujeto social. Antes el hombre estaba fijado a la tierra ( Sarramone, 1995) y es la modernidad quien lo constituye como instancia que decide, atravesada por procesos sociales. Esta subjetividad es la que imbrica la constelación de causas: “a) La presión demográfica..b) La escasez de trabajo...c) El ‘mayorazgo’ pirenaico...d) El


94 espíritu aventurero y las ansias de superación...e) Los factores bélicos...f) los cambios ideológicos -avance del centralismo español...g) la abolición de los fueros -menoscabo de un estatuto liberal-...h) despoblamiento en los países receptores...i) falta de mano de obra...j) una activa propaganda...k) la atracción familiar o aldeana en cadena...Casi todos los pueblos vascos contaban, hacia el siglo pasado, al menos con una historia de la fabulosa prosperidad de uno de sus hijos conseguida en el nuevo mundo...l) las excepcionales posibilidades que ofrecía el Río de la Plata” ( Sarramone, obra citada. Capítulo XI La emigración del siglo XIX y principios del XX. Pág. 185/ 201. La constitución de un Estado moderno, requería de la cultura del trabajo y esta cultura del trabajo, en el imaginario dominante, era susceptible de ser encontrada sólo en la inmigración. Este imaginario se encuentra trabajado

por una estilización de rasgos, por estereotipos por los que se representa al migrante, lo cual implica una impresión codificada, definida, que categoriza a poblaciones según su orígen y que en la operación, tácitamente desmerece la posibilidad de inserción de lo vernáculo. Si bien el trabajo aparece como elemento de fijación virtualmente autónomo -es solamente el trabajo el que puede construir posibilidad en un lugar inmenso y desconocido: es el trabajo lo único que se posee-, en la sociedad de orígen estaba unido a rituales sociales, a un universo dador de contención, sentido y de un sentimiento acerca de lo comunitario. Baste evocar que había quehaceres que en los caseríos se llevaban a cabo por toda la comunidad que iba peregrinando semanalmente de caserío en caserío. Un resabio cultural puede encontrarse en las comunidades o centros de residentes, que intentaron un anclaje en la preservación


95 de estos modos originarios que buscaban rescatar un sentido ya divorciado de prácticas y subsistente en tanto sentido: una representación que descompone lo descarnado y plano de la realidad y la reconcilia con hilos de lo que quedó. Una realidad limitada a “una multifacética variedad de extranjeros, la mayoría de los cuales poseía pobres habitaciones en un espacio que no superaba los diez pies cuadrados y donde solamente se encontraban una mesa y una cama” -Sarramone, obra citada, pág. 268/ 269-. Tiempo y espacio no resultan ya dos caras de lo dado, de aquello que estaba allí y discurría. Aparecen no como invariables sino como alteraciones y construcciones: los rostros visibles del proceso y su desfasaje. No soy de un aquí desmesurado donde las huellas se borran y reducen a una pieza con una habitación de no más de diez pies cuadrados, a calles empedradas y cosmopolitas, a un tren que atraviesa

una pampa inacabable y un presente borra las huellas del pasado y absorbe; ni soy de allá, un allá donde no tengo lugar. Todo se hace más borroso y sólo queda trabajar, construir, regresar o echar raíces. La vivencia del desarraigo es precisamente eso: que lo apenas dejado atrás aparece como mítico y lejano, al mismo tiempo que se desconocen las reglas para circular en este presente, que es asumido como hostil. Apenas abandonadas, las referencias, las cualidades de aquello cotidiano e inmutable son como un sueño, a la vez que no nos reconocemos en lo nuevo y debemos resolver ese sentimiento sólo en la acción que busca crear un ámbito de posibilidad, con huellas reconocibles, con hábitos, con el resabio de antiguas prácticas. El sentido se invierte generaciones más tarde, cuando en general los jóvenes, hurgan en un pasado de donde puedan extraer un antepasa-


96 do extranjero y con ello una solicitud de doble nacionalidad a España o Italia. En la década del ochenta, hacen largas filas ante los consulados con la idea de un allá donde todo se consigue más fácilmente y de que existe una posibilidad que ya no existe aquí. Los procesos sociales - donde aparecen formas de poder y sometimiento - terminan siendo aquello ajeno que se entreteje en el microcosmos de lo que íntimamente nos concierne y en lo cual se juega lo más significativo de nuestra vida. Somos extranjeros en la lógica de esos procesos que terminan siendo nuestra intimidad. Este trasva-samiento de lo social con lo subjetivo nos constituye como sujetos sociales en el desarraigo - un sujeto social como trabajador “no ciudadano”, con todo lo que ello implica, ya que los derechos tienen que ver con esa condición, y desgajado de un enclave con el medio -. Un desarraigo relativo a condicio-

nes de decisión que importan, de un modo u otro, avanzar sobre la propia subjetividad y hacer que su proyecto sea el precario equilibrio que podemos encontrar entre factores externos, posibilidades y nuestra propia visión. Ello no incluye a quienes, por detentar poder, crean condiciones y reglas. Aquí vemos este desfasaje de lo simbólico en la migración: algo que nos expulsa y rompe con un esquema de posibilidad para ofrecernos el andamiaje de otro. Sólo que éste no nos es deparado sino que debe ser construído a costa de renunciar al abrigo y a parte de la tradición, de despegarse de lo entrañable y abocarse a subsistir y colonizar algo que si bien es desconocido, resulta lo único posible. La visión de lo originario se congela. El pueblo, el caserío, permanecen en un tiempo detenido y eterno. No están en el transcurso. Han quedado en una imagen fija. Durante años serán


97 evocados desde esta inmovilidad, sacralidad e idealización que es un modo de lograr algo estable en un tiempo de acomodación donde las referencias más cercanas tienen que ver con lo desconocido y lo provisional. Pareciera que si fuera posible regresar, se encontraría todo como cuando fue dejado. Los hábitos se han divorciado de la realidad y el transcurso, tomaron no acciones -agotadas en el propio hecho de llevarlas a cabo- sino una imagen y allí se quedan. Paradójicamente, en el lugar de destino todo es acción, pero es un lugar donde hacia abajo, no es posible encontrar nada o en todo caso, es posible encontrar un rastro de aquello que se dejó , una copia sin colores o matices o con colores o matices vistos desde un presente que los lava o acentúa. Así, lo abandonado es un lugar con raíces pero sin posibilidad y el lugar de destino es la pura

posibilidad sin raíces. El pasado que se sacraliza y el presente profano. No soy de aquí ni soy de allá. Se evoca como entrañable algo que quizá ya no exista y se vive en otro algo que no es entrañable. Este proceso de la evocación no es individual sino que se encuentra marcado por representaciones sociales: el valor que en la sociedad de destino tiene la sociedad de procedencia y la importancia dada a ese país -visto como inferior ya que fue necesario salir de él- ; y la alternancia con sujetos sociales desconocidos o no frecuentes en la sociedad de origen, y que brindan una nueva visión prismática de la sociedad de procedencia del migrante. Por ejemplo los uruguayos que alternan con argentinos en Brasil y brindan una experiencia y un “juicio” sobre lo porteño. Es importante el espacio dado en la información del país receptor al de la sociedad de ori-


98 gen porque marca esta instancia de superioridad desde las representaciones de lo cultural y desde lo económico. El abierto conflicto entre las culturas, marca más claramente el proceso de choque. En el caso de Cuba y Estados Unidos, existe un cruce de percepciones: la imagen de los Estados Unidos en los jóvenes cubanos, asociada al consumismo y por otra parte la idea de sus padres que así, ven peligrar la revolución por la que lucharon ( “Angustia, identidad y ‘cubanidad’ “. Reportaje a la psicóloga Cubana Carolina de la Torre. Diario Página 12, 16 de abril de 1998). En este cruce se encuentran las distintas oleadas migratorias que coinciden también con distintos tiempos y estratos sociales involucrados con la contrarrevolución -una primera oleada de emigrantes latifundistas, una segunda de sus hijos y una tercera generación asimilada a la sociedad receptora. No obstante, hay percepciones que se vuelven inconscien-

tes: “Es verdad que soy un contra-rrevolucionario pero me parece muy injusto que aquí, en Estados Unidos, en el trabajo donde estoy, no haya un sindicato” -Diario Página 12, 16.4.98, pág. 25. Los migrantes que finalmente -durante la tercera edad- regresan a sus países originarios, también regresan a un lugar nuevo: ya no existe la imagen detenida, ya se hace evidente la idealización. Con el paso de las generaciones subsisten viejos símbolos de ese mundo detenido. Un retrato, un antiguo pasaporte. Son testigos de lo anterior y de la decisión y a la vez, para nosotros, los descendientes, vienen de ese mundo de más allá. Entre nosotros y él se interpone otro mar: hecho de tiempo, distancia y diferencias culturales; un mar oscuro y a veces insalvable, una valla que está en la subjetividad, el propio tiempo y la propia distancia. Esos ojos


99 del retrato han visto lo que nosotros desconocemos mientras que no han podido ver lo que nosotros constituimos -una descendencia, una familia, un lugar propio que tienen que ver con ese viaje mítico entre el aquí y el allá, viaje que para nosotros ha originado nuestro aquí intransferible que sin embargo contiene preguntas sin respuesta acerca de ese allá-. De este modo, desde lo simbólico, pasado y presente se comunican y se incomunican en una suerte de nuevo “no soy de aquí ni soy de allá”. Traspuesta la valla y hacia atrás, hay raíces y contestaciones a preguntas eternas que, sutiles, casi silenciosas, constituyen la base de nuestra vida, esa que nos dice que en una sociedad construída por el proyecto inmigratorio, se han borrado tanto las huellas propias del terruño como la de nuestros abuelos migrantes: venimos de un pasado híbrido que discurre entre distintos y opuestos olvidos. Vivir una posmodernidad desimplicada e indiferente no

ayuda a bucear en pos de las respuestas y el modo de encontrar las respuestas viene o bien desde las colectividades -que codificaron esos resabios y le dieron la calidad de un folklore sui generis- o desde tratar de recuperar antiguos lazos quebrados por ese mítico viaje en que nuestros abuelos, se aventuraron más allá del puerto de Burdeos en pos de algo nuevo.

Multiculturalidad y significación Las estrategias, en el sentido que podemos dar al término, constituyen procedimientos de actuación en el mundo, dados desde lo social: una posición, una representación de lo posible, una posibilidad concreta de actuar marcada por las vías existentes en el modelo y lo institucional. Buscan un rédito: subsistir, llevar a cabo un proyecto, apropiarse de fuentes de bienes concretos y simbólicos y de espacios.


100 Esta organización de los espacios está dada por el juego de lo cultural ya que éstos se vuelven reconocibles, susceptibles de actuación sobre sus fronteras y también fuentes de conflicto. En el espacio se esculpe la pugna con el otro. Se piensa al migrante como sujeto que se inserta en un orden dado, homogéneo, una unidad mayor cuyos símbolos deben ser leídos: lo cual supone un conjunto de estructuras previas a descifrar, sin un lugar fundante de este nuevo lector como constructor del propio texto y sujeto que refunda el entorno en una fisonomía nueva. Ello reivindica el lugar como lo hegemónico, una instancia superior donde se contextualizan las prácticas y la heterogeneidad de sus procedencias. Pero existe esa unidad o es simplemente una visión desde la hegemonía y en realidad hay un construido social heterogéneo, que se fija geológicamente en capas que se comunican y establecen nuevas ligazones

con lo institucional -y lo fuerzan y provocan produciendo a la larga cambios- y que, finalmente, originan un suelo en permanente mutación?. La idea de esa totalidad puede no ser sino un mito, pero un mito capaz de producir consecuencias tales como el hecho de medir como desviadas - o más deseables que las propias- a otras pautas alternativas y a otros modos de explicación del mundo, vividos como avanzados o -por el contrario- atrasados, provisionales, intuitivos: en fin, puestos en un lugar conceptual que les es ajeno. El conflicto aparece entre un rasgo cultural esencializado y naturalizado y una práctica a su vez esencializada y naturalizada en otro lugar pero que resultará fuera de su contexto explicativo apareciendo como una alternativa probablemente no válida: “las ‘diferencias’ son construcciones sociohistóricas producidas y reproducidas también en las prácticas del conjunto de los agentes y


101 en sus interacciones” ( Grassi Estela. 1996 coordinadora- Las Cosas del Poder. Acerca del eEstado la Política y la vida cotidiana. Espacio Editorial. Buenos Aires -pág. 19- ). Agrega que “En esta compleja trama de saberes y construcciones ideológicas, se dan las condiciones a partir de las cuales las desigualdades sociales resultan subsumidas en ‘diferencias culturales’” -obra citada -pág.21- . Si bien se refiere a la formación de un grupo: los habitantes de una villa de emergencia, el esquema puede ser pensado respecto al migrante ya que la idea de superioridad cultural y de naturalización hegemónica, parece ser la misma. Esta explicación implícita oculta la desigualdad y que ésta es reproducida por la captación clientelar de las instituciones, y la presenta como una diferencia cultural. El mapa urbano es la huella de esa heterogeneidad que es económica y cultural no en tan-

to una jerarquía de una cultura superior y otra inferior sino como construcción simbólica diferenciada y testimonio de una distinta posición dentro de lo social como espacio de clase y de poder. Los grupos generan un sentido y una comprensión del mundo que se hace autónoma y avanza sobre la captación de otras. Generan así esquemas de sentido común por el cual se procesa y vuelve explicable la realidad externa. La misma idea de marginalidad viene de este modo de explicar, ya que nada es marginal por sí mismo puesto que todos los actores construyen cultura, aunque desde distintas posiciones de poder, posibilidad y disponibilidadEs lo desigual del modelo manifestándose, produciéndose o reproduciéndose en el espacio. De este modo se introduce la idea de una acción de control, ideologizada, construida por actores sociales cuya homogeneidad es superficial y que adjudican a otro, patrones de con-


102 ducta no deseada o que a su vez se viven como no deseados desde la representación de cómo son vistos, a su vez, por otros actores sociales -Mónica Lacarrieu. 1995. Que los conventillos no mueran: disputas por el espacio barrial, en Políticas Sociales y Estrategias habitacionales Oscar Grillo, Mónica Lacarrieu, Liliana Raggio, Espacio editorial, -. ( También Silvia Kuasñosky y Dalia Szulik. 1996. Desde los márgenes de la Juventud en La Juventud es más que una palabra. Editorial Biblos. Buenos Aires, editor Mario Margulis). Así, hay una representación de lo social desde estas fronteras que son del espacio barrial, urbano, étnico, y que se ejercen en la medida en que el actor adquiere la aptitud de estigmatizar y un poder desde donde ejercer esta estigmatización ( éstas visiones ya se advierten en la temprana novela urbana de Roberto Arlt, en cuentos y relatos y en sus Aguafuertes Porteñas y resultan muy presentes en la referencia cotidiana a los inmi-

grantes. También Sebreli, Juan José. 1964. Buenos Aires, vida cotidiana y alienación). Esta cuestión ( Lacarrieu; 1995, obra citada, pág.68 ) relativiza “aquellos (...aspectos...) ligados a las condiciones de vida”. De este modo, la constitución de un mapa simbólico naturaliza los rasgos atribuidos al otro en un estereotipo, trae una visión activa y militante y al mismo tiempo pone en una suerte de segundo plano la otra visión crítica que tiene que ver con las condiciones de vida. Quien consigue echar raíces se vuelve conservador como todo beneficiario de la idea de meritocracia social- y tiende a resguardar los rasgos que, en su representación, tiene la sociedad que le posibilitó “superar” el desarraigo generado por las circunstancias expulsivas en su sociedad originaria. En esta sociedad es extranjero pero puede ser militante, de hecho esta sociedad lo ha constituido como actor simbólico.


103 El barrio de la Boca (Lacarrieu; 1995) , por ejemplo, y como lugar paradigmático, es un testimonio de la circulación de los migrantes, quienes una vez consolidados se iban a otros barrios más eminentemente porteños y menos cosmopolitas, y sus lugares eran ocupados por nuevos migrantes: “Casi mecánicamente y desde la nada, se produce el recambio ‘los descendientes de los gallegos y los italianos se mudaban de La Boca, había una migración de la Boca hacia Capital y Gran Bs.As., por cierto ese espacio vacío lo ocupaba la migración del interior y los países limítrofes...’(vecinalista) ( Lacarrieu, 1995, ob. cit. pág.71) “ . La presencia del otro importa así una representación, una “necesidad” y una posibilidad ya de control, ya una presencia que condiciona ciertos hábitos -excluir ciertos lugares, sentir inseguridad.... El migrante incluye la circulación como parte de esa identidad errante y así, aparece inicialmente- divorciado de otras ataduras. Es

percibido desde esta visión que no es en el fondo real. Se crea una idea que no coincide necesariamente con lo real ya que, en el caso de la Boca, no existe hoy la misma circulación migratoria que fundara esa visión en el pasado: la visión subsiste autónoma, funciona dentro de un modo de percibir que es social y es simbólico, es adjudicar un sentido -movilidad, desarraigo- desde un esquema de ver que no se presenta como tal sino como algo “natural” que por eso mismo, no se interroga. Ello importa la constitución de un otro que es visto desde un lugar que se enuncia como fijo y seguro y que no lo es, que es parte del mismo discurrir de aquello que es percibido y “juzgado”: después de todo, como destinatarios, no somos más que una instancia en la vida de esos otros, en un lugar acaso tan relativo como el de ellos. En la mixtura de símbolos, va constituyéndo-


104 se otra tradición híbrida. Los lugares son marcados por esa fisonomía de extranjeridad no extranjera y van cargándose de un sedimento que no siempre coincide con lo real. La Boca es también -según las cifras citadas por Lacarrieu- un ejemplo de consitución poblacional de nacionales -migrantes internos- pese a conservar un “prestigio” dado en la imagen de la otra migración, la extranjera, la que dota al escenario de ese bagaje y ese prestigio simbólico.

“Culturas híbridas” En este cruce de culturas alternan las fiestas vernáculas con las tradicionales. Por ejemplo la Falla Valenciana, acompañada por carrozas con motivos camperos, una bandera argentina y alguien que, disfrazado de gaucho, grita “viva la patria”. Hace pocos años, el centro Navarro organizó una novillada. Consistió en

que en una plaza céntrica, frente a la intendencia, se colocaron vallas de madera formando una especie de pasadizo de unos cuantos metros. Los novillos correrían -en la fecha de San Fermín- por ese pasadizo como parte de la fiesta. Hubo organizaciones protectoras de animales que interpusieron un amparo judicial para impedirlo. Se generaba el conflicto entre órdenes simbólicos distintos. Finalmente se llevó a cabo y los tiernos vacunos pudieron trotar ante la tibia curiosidad general. También sucede que las fechas de las fiestas originales por ejemplo la tamborrada donostiarra- se desplazan desde los países de origen por ejemplo, el aniversario de Mar del Plata. Lo que se genera es un producto híbrido que contiene huellas, significados y ausencia de significados. Para algunos tienen un sentido aunque no sean como esas fiestas que quizá nunca vieron. Para otros no lo tiene, se trata


105 sólo de una presencia extraña que además, viene extrapolada, despojada de contexto. Las colectividades, los centros, las fundaciones, se apropian de la nostalgia, la codifican y la institucionalizan. Introducen el juego de lo oficial, de intereses de un presidente, un consejo directivo, una autoridad. Así, pareciera que se adueñan de la tradición híbrida -los antiguos símbolos desgajados y transplantados al nuevo mundo- y la administran. Este acto de administrar decide si esos bienes simbólicos, patrimonio que si bien es común está siendo administrado por esa autoridad que es como la de un gobierno en el exilio, se comparten o no. El recuerdo así, se enhebra en celebraciones y fiestas y adquiere otro sesgo donde la vivencia subjetiva se pierde en esa codificación. Las colectividades y su color local, al tiempo que preservan una cultura introducen una ver-

sión oficial de esa cultura, rescatando no sus elementos de conflicto o su enclave, sino una serie de rituales que se inscriben en el colectivo social, formando una presencia que es más que nada una referencia, que no es en sí el reflejo de una realidad o una historia. éstas aparecen en la versión de quien presenta y relata la fiesta, que aparece como un sujeto que cuenta algo que se ignoraba y que es, precisamente, el sentido fundante y convocante. De este modo, este sentido es posible de ser introducido una vez comenzada la fiesta. El ritual ha generado su propio sentido que se amalgama al otro, al introducido luego por el relator : en verdad no sabíamos qué era lo que se festejaba pero habíamos decidido venir y estamos juntos: vinimos porque era eso, una fiesta vasca. Se erigen entonces como espacios sociales en torno a una supuesta tradición - del mismo modo que un club deportivo es un lugar social


106 construído a partir del deporte - y contribuyen a generar espacios en los cuales podamos representarnos otros órdenes simbólicos que son otros pero no nos son ajenos o que, directamente, no sentimos que sean otros y aquí, en esta dulce confusión es donde se produce la mixtura. Se reconstruye un imaginario de postal y de fiesta que sólo en menor medida se asocia por ejemplo a bolivianos, y que tienen que ver más con lo tradicionalmente aceptado o con lo que tradicionalmente nos constituyó y que tiende a religarnos con la cultura europea. Los bolivianos, por ejemplo, nos recuerdan que pese a todo, somos latinoamericanos y que precisamente hemos tratado de inhibir esa otra tradición morena y aindiada, como si su riqueza, atractivo cultural, y aporte fueran menores o secundarios. Este imaginario tiene sus oficiantes -las autoridades de los Centros- que de algún modo son

los depositarios de esa tradición recreada. Autoridades que convocan a otras autoridades -Municipales, culturales- y generan un acontecimiento desde esos lugares, forzando de algún modo el reconocimiento público de esa cultura latente: lo público es en sí, una alteridad y una heterogeneidad de colectividades reclamando ese escenario y su lugar para la celebración así como que ésta sea colectiva y “multicultural”. La fiesta une en un sentido de contención y pertenencia y en el olvido momentáneo de una circunstancialidad externa y en este sentido sí hermanan con otra tradición olvidada pero hermanan en el transplante y la hibridación: después de todo, la tradición no ha muerto sino que ha renacido, vuelve en un momento en que las redes -de fijación, del trabajo, de lo masivo- retroceden. Un momento en que la magia se conjuró de nuevo y hace olvidar la ligazón y el sometimiento. Ese olvido se opera


107 precisamente desde reinventar, redescubrir o cultivar algo que estaba en alguna parte o bien desde afiliarse -por mero placer- a ese mensaje de sencillez originaria que deparan las colectividades que rescatan sin proponérselo, resabios de antiguos medios campesinos o huellas de otra urbanidad, la originada en otras ciudades y en otros tiempos, cuando vivían y eran jóvenes esos abuelos que nunca terminaron por contarnos todo lo que habían vivido -con lo cual, de algún modo, contribuyeron a perpetuar el mito y esa eterna sensación de pregunta sin respuesta-. Este culto informal sin embargo explora desde una apelación a la irracionalidad y a lo ancestral, va más allá y transgrede lo mediático: por un momento la cultura mass mediática queda allí, suspendida ante un ritual antiguo. Se ha roto por un instante -el de la fiesta- con códigos que rigen el ocio, con un modo de percibir

la indetenible constelación de imágenes de una pantalla y con el hecho de que en esa constelación no existimos como sujetos. Igual que una especie de fuga, busca recuperarse un mundo de detenimiento y antigüedad y quizá encontrar otra ligazón, otras redes, otro modo de sentirnos pertenecer a algo. Como diría Borges, ir tras un mundo “más antiguo y más firme” ( “El Sur” , de “Artificios” 1944). No venimos -la mayoría- del indio ni del gaucho -y los que vienen de ellos son minorías estigmatizadas-. Venimos de un viaje remoto a través del mar en un pasado también remoto, de lugares y mezclas que muchos no conocen. Vivimos desde esa imprecisión sin raíz definida que vino a un país que borró sus raíces. De algún modo seguimos escenificando -en esta posmodernidad- la consigna de ese desarraigo: no soy de allá, ni tampoco soy de aquí.


108 Desde este lugar y de la necesidad de ruptura con la mecánica fragmentaria e inexplicable del modelo, ocasionalmente regresamos a la oscura memoria de un “mundo más antiguo y más firme” que quizá, después de todo, no sea más que otro sueño aunque tenemos la esperanza de que no; o que ese sueño sea más que una explicación, un sentimiento hondo, cálido y entrañable, un círculo que se cierra, una memoria enterrada y una historia que al final, puede comprenderse.

Bibliografía Bayer, Osvaldo. 1974 Los Vengadores de la Patagonia Trágica, Editorial Galerna. Buenos Aires. Borrero, José María. 1922. La Patagonia Trágica. Editorial Americana, edición de 1967. Buenos Aires. Diéguez, Alberto José. 1997. Estrategias adaptativas e identidad de migrantes gallegos, en la ciudad de Buenos Aires (Argentina) Ponencia para el 5to. Congreso Internacional de estudios Gallegos (AIEG). Universidad de Trier, Alemania. Mar del Plata. García Canclini, Néstor. 1992. Culturas Híbridas Editorial Sudamericana. Buenos Aires. Grassi Estela. 1996 Las Cosas del Poder. Acer-


109 ca del Estado, la Política y la vida cotidiana Espacio Editorial. Buenos Aires.

EL CASERÍO VASCO

Grillo, Oscar; Lacarrieu Mónica; Raggio, Liliana. 1995. Políticas Sociales y Estrategias habitacionales Espacio Editorial. Buenos Aires.

Antonio de Echevarri y Llano

Mafud, Julio. 1965 -edición de 1974- Psicología de la Viveza criolla. Americalle, Buenos Aires. Panettieri, José. 1971. La política inmigratoria. Centro Editor de América Latina. Buenos Aires. Sarramone, Alberto. 1995 Los Abuelos Vascos en el Río de la Plata. Editorial Biblos. Azul.

Estas palabras, que modestamente son una exaltación del entrañable caserío vasco, son también como el homenaje del recuerdo personal que quiero ofrecer ante ustedes en honor de un hombre universal, un suizo que se instaló en Garay, en las faldas del monte Aoiz, alrededor de los años 28 al 30, después de que llegara de su Suiza natal, donde había sido profesor en una Escuela de Artes y Oficios del Cantón de Berna. Este suizo era un hombre extraordinario, cuya biografía, interesante por demás, sería larga de contar; como largas de


110 narrar serían las andanzas y la actividad que desplegó entre nosotros. Conocí a Boeschlin por mediación de mi padre. Le acompañé a menudo en su peregrinar a la búsqueda de caseríos que dibujar, y de esa asociación dichosa saqué las primeras lecciones de perspectiva, que por siempre, con la amable voz de aquel hombre, he atesorado en mi mente. Cuando se marchó del País Vasco con intenciones de ir a la Argentina, mi padre le dio una carta de presentación para una familia de arquitectos de allá, los Canosa, quienes tenían, además, una Editorial en Barcelona. Emilio Canosa se interesó grandemente por los magníficos dibujos de caseríos de Boeschlin –dibujos que asiduamente publicaba el vespertino bilbaíno La Tarde-, y tras un viaje que efectuó por todo el País Vasco para informarse in situ y conocer de cerca las peculiaridades de esta tierra, dio a la estampa la primera edición de un

magnífico libro que se había ido fraguando: un libro altamente interesante, sobre la arquitectura rural vasca. La dirección del periódico La Tarde, por otra parte, a falta de su colaborador habitual, me ofreció a mí el continuar con los dibujos de caseríos; y éstos, aunque de inferior calidad a los de mi amigo suizo (que era un gran dibujante y ya consagrado), fueron apareciendo en la primera plana del vespertino bilbaíno; pudiéndoseles ver con sólo hojear la colección de La Tarde archivada en la Biblioteca de la Diputación. Fueron dibujos de caseríos y casas-torre; y ello es la muestra de que mi enorme afición por la arquitectura rural vasca, y en especial el caserío, no es cosa reciente ni fruto de una moda más o menos sentida; sino que, como el caserío mismo, es algo que hunde sus raíces en el más lejano pasado. De aquellos dibujos publicados en La Tarde bajo el encabezamiento de Album de un


111 Excursionista, he llegado, en mi afición al caserío de mi tierra, a completar la ilusión de tener un caserío propio para reunir a mis amigos o para, en momentos como el presente, acoger dentro de su entorno a todos los que, sin duda igual que yo, rinden homenaje de veneración y cariño a tan noble muestra de la tradición de esta tierra. Después de varios años pasados desde el día en que Boeschlin nos dejara, tuve la oportunidad de visitar a los Canosa en su casa de Madrid. Se habló, como no podía menos de ser, del gran amigo suizo y Emilio Canosa me relató que Boeschlin y él se habían escrito todo el tiempo desde que aquél regresara a su patria. Me dijo Canosa que el buen amigo había quedado ciego en sus últimos años, que para sobrevivir se hubo de dedicar a traductor de libros, cosa que hacía a las mil maravillas por conocer varias lenguas. En ese oficio se valía de una secretaria, y así vivió hasta su final,

ocurrido en Basilea. Tengo de mi amigo Canosa el testimonio cierto de que Boeschlin nunca olvidó al caserío y la tierra vasca, que mencionaba de continuo, y que fue el motivo de sus mejores recuerdos hasta el mismo día de su fallecimiento. Boeschlin creía que la arquitectura de un país, conservada en el medio rural, tiene fuerza de evocación suficiente para arraigar a la gente espiritualmente a lo suyo. Y aún a lo de otros, por el sentido de la identificación de unos seres y unos pueblos con otros. Por eso como Boeschlin, creo yo que no es posible desestimar la presencia física de un legado histórico y tradicional, que comporta la evidencia de un carácter, de un ambiente. No es posible, desde luego, concebir un paisaje vasco, sin la alegre nota de sus caseríos, tan ligados a sus valles y colinas. Se diría, que forman parte integrante de la misma tierra, en la que se alzan humildes y suaves, en la llamada,


112 como en las ondulaciones de los montes. Particularmente pienso que nada hay tan popular para el arte y tan encantador para plasmar en el lienzo como son esos caseríos que, como casitas de un nacimiento, han florecido en nuestro paisaje. Podemos decir que las primeras labores de los vascos fueron las del campo. Y en el correr de los siglos, uno de los hechos más importantes, ligados al descubrimiento de América, fue la importación del maíz del nuevo Continente, hecho que llevó a cabo el guipuzcoano de Hernani, Gonzalo Percaistegui, lo que motivó una época de esplendor y supuso una gran evolución en nuestro caseío y en la agricultura. La parte principal, la base de la vivienda, es la patriarcal cocina. La sala constituye su refinamiento, y aparece en la planta principal, coincidiendo en casi todas con el techo del portalón, que se usa para comedor, incluso en la actualidad, en las fechas más memorables que

festejan la vida humana: el bautizo, la boda, y el entierro. Las habitaciones de dormir están orientadas al mediodía, con sus ventanas florecidas, hechas de grandes piedras de sillería. Como dato curioso, se observa que algunas de estas ventanas han sido blanqueadas. Es una tradición secular que así se haga cuando la habitación es ocupada por una neska (chica casadera). También hoy existe en muchos caseríos el legendario laurel, como ornamento, además de que su ramaje es empleado familiarmente en acontecimientos religiosos, usándolo como hisopo para bendiciones dentro del seno familiar. El típico portalón, acogedor para todos los caminantes que al caserío pueden llegar, está generalmente en el centro de la fachada principal, y se emplea para múltiples servicios.Trabajan en él las mujeres, juegan los niños, convive el perro, se guardan los aperos de labranza y toman el sol los viejos baserritarras.


113 Cuando el escudo de la fachada se halla cubierto con un paño negro significa que uno de los principales moradores de la casa ha fallecido. No se olvide tampoco la cruz, puesta en el sitio más visible del caserío. Si viene Dios que vea la luz. Si viene el diablo que vea la cruz. Para el vasco, las abejas son sagradas, porque producen la cera para el culto y la colmena no debe comprarse ni venderse a cambio de dinero, sino a trueque de una cantidad convenida de trigo. Persiste en el País Vasco una creencia, según la cual el enjambre conoce a su dueño, cuya muerte suele comunicarse ritual y solemnemente a las abejas, por su heredero. Para mí es una pena que hayan desaparecido los hornos, algunos sostenidos por largueros de roble, sobre las fachadas laterales y coincidiendo generalmente con las cocinas y los más como pequeños establos delante del caserío, que también sirve, en su parte delantera, para almacenar la leña.

El pan cotidiano del caserío, antes era la borona, que nada tiene que ver con el talo, ya que era cocido en estos hornos familiares, juntamente con los asados, tan típicos de esta tierra. El llamado talo o torta de maíz juntamente con el moroquil, casi extinguido, especie de natilla espesa, hecho con harina de maíz, agua y azúcar, eran alimentos típicos cotidianamente empleados por los aldeanos vascos. Quiero tener también un recuerdo para esas pobres ermitas, que tanto me gusta pintar, siempre diseminadas y olvidadas, con sus toscos benditeros, que eran labrados por las mismas manos que levantaban los caseríos. La ermita es como el Caserío del Santo de la pequeña barriada que preside el humilde barrio. No hay fiesta tan pintoresca y simpática, como las de esas romerías en honor del Santo, celebradas en su día frente a su ermita. Caminando por los montes vascos, se encuentran en los altos, de vez en cuando, torreones


114 de planta circular, con forma de cono truncado, construidos de recia mampostería. Son los vestigios de los molinos de viento, cuyas aspas giraban al empuje de los fuertes vientos de las alturas. Esos molinos, molían el maíz, para hacer la borona, el pan de cada día. Hoy en día vacíos los molinos, caídas sus aspas, sirven para guardar helechos. Hay uno, aquí en Bilbao, en lo alto de Archanda, convertido en caserío, habiéndose agregado los locales para este fin. Es conocido el refrán: Llevar hierro a Bilbao, es como llevar agua a la mar. En efecto, Vizcaya es la tierra del hierro. Por eso no es extraño encontrar en su arquitectura rural una serie de aplicaciones decorativas, de trabajos de forja, bocallaves, verjas, rejas, cerrojos artísticos y bellas veletas, aunque, sin embargo, hoy casi ha desaparecido por completo la costumbre de poner estos adornos de hierro. Las veletas y girardillos, caen roídos por los años, y no se

sustituyen. Se ha podido comprobar que la madera de roble resiste principalmente en la marina mucho mejor los aires salinosos, que el hierro forjado. Esto explica que tantos balcones hayan desaparecido, cuando no tienen la suerte de acabar sus días en algún museo, como otros muchos adornos de hierro. Hay algunos caseríos que, por ciertos detalles, pueden suponerse que están construídos sobre los restos de edificaciones del siglo XV o XVI. Como dato curioso, hoy puede verse en caseríos que no han sido objeto de reformas posteriores, que las ventanas se cierran con postigos, sin cristales, muy decorativos, pues el uso del cristal no empezó a implantarse en el caserío hasta el siglo XIX. El mejor adorno del caserío es la bellísima parra, que en verano invade de tal modo la fachada principal que apenas deja libre el portalón. Y por ser todo tan bello, no habrá bocallave, ni aldaba, veleta, giraldillo o cerrojo, que


115 no merezca por lo menos una larga mirada. Los escudos de armas tan abundantes en los caseríos de este país, faltan completamente en los vasco-franceses. Es interesante observar los entramados de madera y los dinteles, tan característicos en la construcción de los caseríos vascos. Contemplando las estructuras de madera en las construcciones del Japón, no pudo menos de llamarme la atención su similitud con las de nuestros caseríos. El parecido es enorme. No tenemos que olvidar en el típico caserío vasco, el famoso patín como se llama a las escaleras con barandilla, que conducen desde la fachada principal al balcón central de la casa, tan característico. Muchos de ellos son de piedra y otros de madera. El problema planteado a la arquitectura vasca de hoy es la continuación de nuestra trayectoria constructiva tradicional. Por eso me dirijo especialmente a los que piensan restaurar algún caserío, cosa

que afortunadamente está bastante de moda actualmente. Me permito aconsejarles que se aficionen a él, que traten de no romper caprichosamente el hilo secular de las construcciones del país, y eviten que el intentar modernizarlo sin tener en cuenta las características propias del caserío, le quiten su sabor tradicional, como desgraciadamente ocurre muchas veces y lo conviertan en un chalet más,sin carácter alguno, con lo que poco a poco se está desvirtuando el paisaje. El País Vasco, no lo forman únicamente sus montes y sus valles, sus lenguas y sus costumbres, sino las arquitecturas rural, palaciega y urbana, que en él florecieron durante cientos de años. Finalmente, y aunque no soy poeta de forma, sí que, por serlo de sentimiento e inspiración en mi querido caserío, diré que me he permitido pergeñar este poema que vale por toda una honda y santa emoción sentida, y que dice así:


116 Olagorta, mi rincón querido, envejeces orgulloso sin hablar, mostrando al tiempo los blasones de tu vieja historia sin datar. Los prados verdes que te cantan alegran tu existencia al despertar y la sombra de los viejos robledales te acompañan en la vida al meditar.

Esperas en silencio que te mimen sin que sientan pena, al contemplar las maderas carcomidas por los años que te acompañan por la noche a descansar. Santo Caserío de mi tierra. Vivo contigo en mi soñar y tu larga vida de inocencia desearía mi alma al declinar.

SALUTACION A ENBEITA Saludo al bardo libre Pedro de Enbeita el vasco, En la raza que él canta bajo el frontal peñasco Con que el cielo apuntala su Pirineo agreste, Grave, arduo, inconquistable, claro, audaz, fiel, celeste De elevación él mismo, como si, héroe y monte, Le abriera a Euzkadi el cénit por supremo horizonte; Conforme, antes que al cebo domesticarse entecos, Su páramo prefieren águilas y rebecos. Lo saludo en la nieve de sus cumbres, emblema De la pureza heroica que como el fuego quema. En el risco que la árida llaga del liquen muerde, Y en la frescura virgen de la soledad verde. En las serenidades sin fondo que, a lo lejos, Parece que empavonan de torvo azul los tejos;


117 Y en la tormenta brava que con tajante lampo Azufra su hacha lívida sobre el pavor del campo. En el vigor genuino del roble y del alerce, Que ni en la viga ni en la cuba se tuerce. En la dichosa umbría del castaño. En la gruta Y en la hiedra de lóbregos párpados que la enluta, Cobijando el misterio de la montaña inmensa Y en el azul ambiente con el abeto inciensa. Lo saludo en la acerba virtud de la genciana. En la suavidad de la clemátide temprana. En el forzudo cáñamo del obenque y la sirga, Y en la gleba entrañable que el arado desvirga. Lo saludo en la clara facilidad del agua Y en el jadeante fuego que atarea la fragua. Lo saludo en la bulla pueril del manantial Que trisca con su gárrulo cascabel de cristal. En el torrente que su vidrio grueso destriza.

En la fontana que íntima calla y se profundiza. En el mar de Vizcaya, que ora se desenfrena, Con la negrura oleosa de la antigua ballena Perseguida hasta Islandia por el recio arponero De la boina calada y el braceral de cuero; Ora mece, peinándola a la luz de la luna, Sobre su piel de plata, la sirena euskalduna. En la copla marina que dio ritmo a la cabria, Templando la maroma de la urca de Cantabria Y el espinel de altura que atesó el bacalao. En la sorda quejumbre que zumba el birimbao. En la cuerda que afija la voz del koblakari En el loco pandero que tunde el charivari En el soplo del rústico albogue que arrebata Con el frenesí ardoroso la bien danzada espata En la feliz zampoña que improvisa el zortziko, Y bajo la pineda finge al oriol y al pico. En el rebaño dócil al pastoril cencerro, Y en el valiente júbilo de buen pastor, del perro. Lo saludo en el oso que, astutamente huraño,


118 Ablanda su peluda descalcez de ermitaño. En el lobo, sorbido por su aullante oquedad. En el águila obscura como la tempestad. En el jabalí ríspido que casca la bellota Bravía. En la instantánea gamuza que rebota Con brinco abismal, como si restara en la cuesta su encorada pelota la formidable cesta. En la azorada gracia del corzo y de la ardilla. En el pitón del ciervo, que enasta la cuchilla, Y la enarbola, estampándola sobre el azul del cielo, La candente soberbia del almizclado celo. En la cabra montesa, que ante el tajo inaudito, Plantada con rugosa brusquedad de granito, Donde el insostenible ventisquero se licua, Precipitando en vértigo su insensatez oblicua, Barbada por la aurora con un mechón de sol, Arriesga el salto vasco desde el natal peñol. Lo saludo en la fuerza coordinada del buey. Lo saludo en el áspero hierro de buena ley

Que el mozo de Guipúzcoa forja y tira en la barra. Y en el porfiado brío del mulo de Navarra. En la cantante hidráulica que acompasa el rodezno, Y en el tenaz aguante del pértigo de fresno. Lo saludo en la industria seria y fina, que es gloria De la armería en Eibar, del telar en Vitoria, Ya la pistola incruste ya trame el leve tul. (De terciopelo de Alava me haré una boina azul.) Lo saludo en la limpia firmeza del camino. En la hidalguía rústica del garzón campesino, Que del jarrete elástico al entrecejo escueto, Descuella con la esbelta pujanza del abeto. En la beldad que impone la moza fresca y dura, De la alpargata cándida y la airosa cintura. En la espumante sidra que el regocijo exalta,


119 Y en la cordial nobleza del rancio de Peralta.

Acuchilla la vida cual si fuese una res.

Lo saludo en la gloria del himno que alto y puro, Cantando a Roncesvalles con el cuerno del uro, Saca por las espaldas de la invasión dispersa, La cuenta de Altabískar, trágicamente inversa. En la prez sin jactancia del corazón entero. En el rencor durable del varón verdadero, Que soliviando el hígado, desde la roja faja Vívida lengua erige flameando en la navaja. Y en el silencio de águila del dolor arrogante Que a la virtud de Ignacio dio talla de diamante.

Lo saludo en la fama de Iparraguirre el Grande, Que un día, ennoblecido de Pirineo y de Ande, Cantó con voz que el alma de dos patrias encierra, En la guitarra gaucha su loa donostiarra. Lo saludo en la aurora que entreabre su granada, Y en el día que parte su toronja dorada. Lo saludo en la tarde gemida por los píos, Que reina como un ángel en los montes sombríos. Lo saludo en la noche, que cernida de estrellas, Junta en la misma Vía de esplendor nuestras huellas. En su idioma de hierro, dulcemente sonoro, Que cual batido yunque canta con timbre de oro. En el mirlo, su chistu, y en la alondra, su flauta. En su verso sin letras y en su canción sin pauta.

Lo saludo en el orbe de Sebastián Elcano, Y en el blasón antiguo que juntó, soberano, Como las dos del nuestro, las tres manos de Arriaga. Lo saludo en el bravo pincel de Zuloaga, Que hasta la entraña hundiéndose de punta y de revés


120 Lo saludo en la Patria que toda gloria explica. Lo saludo en el vรกstago del Arbol de Guernica. Lo saludo en el Fuero de la honra y la equidad. ยกPedro de Enbeita el vasco!, ยกviva la Libertad!

Leopoldo Lugones


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.