Problema indigenista Roberto E. Porcel
E der Instituci贸n de Magistrados Judiciales de la Naci贸n en Retiro
Problema indigenista
Problema indigenista
Roberto E. Porcel
E der
Porcel, Roberto Edelmiro Problema indigenista. - 1a ed. - Buenos Aires : Eder, 2011. 72 p. ; 20x14 cm. - (Conferencias) isbn 978-987-27539-0-0 1. Historia. I. Título. cdd 907
Fecha de catalogación: 27/10/2011 Edición y diseño: Javier Beramendi ilustración de cubierta: Rugendas, Juan Mauricio. El rapto, óleo sobre tela, 1845. Colección privada. Auspiciado por la Institución de Magistrados Judiciales de la Nación en Retiro. Fundada el 19 de diciembre de 1960. Sede en Suipacha 576 – 4° piso, Oficina 1 – Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Teléfonos (011) 4322–4863 y 4322–8658 E–mail: instituciondemagistrados@speedy.com.ar © 2011, eder Perú 89, 5° piso. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Teléfonos (011) 15–5752–3843 editorialeder@gmail.com http://editorialeder.blogspot.com Reservados todos los derechos. Queda prohibida, sin autorización expresa de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático. Queda hecho el depósito que previene la Ley 11.723 Impreso en Argentina isbn 978–987–27539–0–0
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Presentación Ha sido de gran interés histórico y jurídico la exposición de nuestro invitado el Académico Dr. Roberto Edelmiro Porcel, el que disertó el día 23 de junio de 2011 sobre el tema El Problema Indigenista. El valor de su exposición excede el mero relato sobre la distribución territorial y costumbres de las poblaciones que habitaron nuestras tierras, al adentrarse en el estudio de sus derechos a ser considerados como nuestros pueblos originarios. El interés no es menor si tenemos en cuenta que, a partir de la reforma constitucional del año 1994, el artículo 75, inciso 17 de nuestra Carta Magna reconoce la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos, y les reconoce, entre otros derechos, la propiedad comunitaria de las tierras que tradicionalmente ocupan. Está pendiente todavía una adecuada reglamentación que haga operativa la norma constitucional, mereciendo el estudio que ahora presentamos ser tenido en cuenta para un legítimo otorgamiento. Pedro A. Miguens Presidente
Problema indigenista
Conferencia de Roberto Edelmiro Porcel pronunciada en la Institución de Magistrados Judiciales de la Nación en Retiro el 23 de junio de 2011
Introducción No quiero excederme en el tiempo concedido. Por consiguiente, voy a leer para evitar involuntarias aclaraciones que alargarían mi charla. Ustedes, ex magistrados, saben que nuestra vieja Constitución Nacional determinaba, con relación a las comunidades aborígenes, “conservar el trato pacífico con las mismas y promover su conversión al catolicismo”. Pero, ¿cuáles eran estas comunidades aborígenes a las cuales se hace referencia? La ley Nº 23.302, san13
cionada el 30 de septiembre de 1985, sobre “Política Indígena y Apoyo dichas Comunidades”, fue la que determinó que “se entenderá, como comunidades indígenas, a los conjuntos de familia que se reconozcan como tales, por el hecho de descender de poblaciones que habitaban el territorio nacional, en la época de la conquista o colonización, y como indígenas o indios a los miembros de esas comunidades”. Contemporáneamente, con el nacimiento de la corriente denominada “INDIGENISMO”, la Constitución Nacional, en su última reforma del año 1994, derogó aquella norma inicial y dispuso en su artículo 75, inciso 17: “la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas originarios de nuestro país, concediéndoles derechos a una educación bilingüe e intercultural, reconociendo a sus comunidades personería jurídica, para poder obtener la posesión y propiedad comunitaria de tierras, con carácter de no enajenables e inembargables”. Posteriormente, el artículo 1º de la Ley 26.160, sobre “Comunidades Indígenas Originarias del País”, sancionado el 1º de noviembre del año 2006, dispuso: “Declarar la emergencia en materia de posesión y propiedad de las tierras, que actualmente ocupan las comunidades indígenas originarias del país”. 14
Nuestra legislación, por consiguiente, impuso tres condiciones a los aborígenes argentinos, para poder gozar de sus beneficios como pueblos originarios: 1º) Que sus comunidades indígenas fuesen originarias de nuestro territorio nacional. 2º) Que hubieran ocupado en la época de la conquista o colonización española las tierras a otorgarse. 3º) Que las ocuparan tradicionalmente. Pero aclaremos que, para la comunidad internacional, el Convenio Nº 107 sobre “Poblaciones Indígenas y Tribales” de la O. I. T., del año 1957, aprobado por la Ley Nacional Nº 14.932 y el convenio Nº 169 del año 2002 de dicha O.I.T., sobre “Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes”, aprobado por la ley nacional Nº 24.071, calificó como “Pueblos Originales”, a los descendientes de pueblos que habitaban en cada país o en una región del mismo, en la época de la conquista y colonización. Todas estas normas nos retrotraen por consiguiente al siglo xvi. Corresponde, por consiguiente, como primer paso, determinar cuáles son los pueblos originarios de nuestro territorio; es decir, los que poblaban lo que es ahora nuestro país o una región del mismo, al producirse la conquista española, puesto que estos y 15
solo estos, son los amparados por nuestra norma constitucional. En busca de los orígenes Según la opinión autorizada de Alcides D`Orbigny, publicada en su libro El Hombre Americano, editado el año 1839, los Pueblos Originarios de nuestra región, pertenecían a tres razas distintas: Brasilios o Guaraníes, Ando-Peruanos y Pampidos o Pampeanos. Los de RAZA BRASILIO o GUARANÍ eran y son de piel amarillenta. Su estatura es baja, la media es de 1,62 m. D`Orbigny los describe como de formas muy macizas, cara redonda, con nariz corta, boca mediana; ojos generalmente oblicuos, pómulos poco salientes; facciones afeminadas producida por su fisonomía dulce. En cambio, los de raza ANDIDO o ANDO-PERUANA, tienen su piel de color moreno-oliva, frente comba, ojos horizontales, y su tronco proporcionalmente más largo que sus extremidades inferiores. Su fisonomía en cambio, marca que es seria, reflexiva y triste. Esta raza, D`Orbigny, la divide en tres sub-ramas: la Peruana, la Antisiana y la Araucana. Solo la subrama PERUANA es la que nos interesa como fuente de pueblos originarios argentinos. 16
Pertenecen a ella nuestros llamados Coyas, o sea los sucesores de los OMAGUACAS de Jujuy, descendientes de los Aymarás, que al igual que los Quichuas, cuya lengua utilizan, median y miden alrededor de 1,60 m de estatura. También, debemos incluir a los ATACAMAS que pueblan la punta Noroeste de nuestra tierra y a los KAKANOS, o sea a los DIAGUITAS, los CALCHAQUIES, los QUILMES, nombres distintos con igual identidad. No hay ni hubo, en nuestro país, pobladores originarios de la SUB-RAMA ANTISIANA, pero sí tenemos, aunque no son originarios, aborígenes de la SUB-RAMA ARAUCANA, provenientes de Chile. Ratifico que estos no integran nuestros Pueblos originarios, por ser aborígenes chilenos, naturales del Arauco, territorio situado en Chile, entre el Río Bio Bio al Norte y el Toltem al Sur, el Pacífico al Oeste y los Andes el Este, que les fue reconocido por el Rey de España en el siglo xvii, como territorio propio, por los tratados de Negrete. El Arauco cortó a Chile en dos hasta 1883, cuando ese país realizó también su campaña de ocupación, al término de la guerra contra Bolivia y Perú y, contem17
poráneamente, con la ocupación del cuadrilátero por las tropas Argentinas comandadas por Villegas. Estos aborígenes entraron a territorio argentino para comerciar en el siglo xvii, para malonear a partir del siglo xviii, pero recién para asentarse en el siglo xix. Primero lo hicieron los Moluches o Arribanos, de raza araucana, con el apoyo del ejército del país vecino y un cañón. Vencieron a nuestros pampas serranos o puelches en la batalla de Choele-Choel (año 1820), y se hicieron dueños del paso del Río Negro. Posteriormente, los Vorogas, Araucanos de la zona del río Imperial, defensores de Fernando VII, vencidos en Chile durante la guerra a muerte, huyeron en 1822 a nuestro país, donde se dedicaron al saqueo, con el apoyo de los guerrilleros realistas de los hermanos Pincheira. Optaron, finalmente, por asentarse en la zona de Guaminí, donde derrotaron y expulsaron, nuevamente, a nuestros originarios tehuelches septentrionales más al Este Finalmente, en 1834, Rosas dejó entrar a los Huilliches, indios chilenos de etnia Pehuenche, capitaneados por los caciques Calfulcurá y su hermano Namuncurá, que derrotaron a los Vorogas, sus enemigos en Chile 18
durante la guerra de la independencia, en la llamada traición de Masallé, en Guaminí. Rosas, como premio, les permitió asentarse en la región de las Salinas Grandes, uno de los errores más grande de nuestro pasado histórico. Estos indígenas de origen chileno, vencidos durante la conquista del desierto comandada por el general Julio Argentino Roca y la campaña de Neuquén, a cuyo frente estuvo el General Villegas, en su mayoría regresaron a su tierra, pero últimamente, volvieron a territorio Argentino a partir de mediados del siglo xx, a punto tal que hoy tenemos en nuestro sur aproximadamente 130.000 Mapuches (que significa hombre de la tierra), nuevo nombre con el que ahora se denominan a los aborígenes chilenos. De la Historia de Chile de Tomas Guevara, he extraído esta descripción, que leo en detalle para que ustedes aprecien sus diferencias con nuestros aborígenes sureños: “Miden alrededor de 1.60 a 1, 64 m, su piel es moreno-oliva, su cuerpo macizo, su tronco más largo que las piernas. Tienen una frente poco elevada, rostro circular, nariz corta y chata, ojos horizontales, boca mediana, labios finos, pómulos salientes, manos y pies chicos, pelo negro y lacio, fisonomía seria y fría. 19
Su cráneo es braquiocefálico. Fueron excelentes guerreros, con lengua propia. Eran sedentarios, ya que cultivaban la tierra además de ser cazadores y recolectores, y vivían en rucas, casa de piedra o madera según la región”. Tehuelches, originarios del territorio patagónico Nuestros Tehuelches o aborígenes sureños, en cambio, eran de raza RAZA PAMPIDA o PAMPEANA. De alta estatura, sus cuerpos eran físicamente perfectos Median según fueran septentrionales, meridionales o australes, entre 1,70 y 2 m. Además, su cráneo era Dolicocéfalo y su piel moreno-oliva a castaño pronunciada. Como vivían de la caza y recolección, eran nómadas y en lugar de casas, habitaban en toldos de piel, fácilmente transportables de un lugar a otro. Los aborígenes Pampidos, los encontramos en la Argentina, desde el Pilcomayo hasta en Tierra del Fuego. Son sus sub-ramas, la Pampeana y la Chiquitana. Esta última no nos interesa, por ser originaria de Bolivia. La sub-rama que pobló Argentina es la Pampeana. Podemos decir que los Charruas son los más oscuros de nuestras razas aborígenes y los Aonniken y Sher20
nam, o sea los PATAGONES y los ONAS, los más altos de los indígenas de Sudamérica. La estatura de los Pampidos, desde el Pilcomayo hasta la Isla Grande, varia por consiguiente entre 1,70 y los 2 m. Sus cuerpos tienen formas atléticas; sus frentes son combas, rostros anchos, aplastados y oblongos; narices cortas, chatas, bocas grandes, ojos horizontales, pómulos salientes; fisonomía fría y en algunos feroz. Sus cráneos son dolicocéfalos. En el litoral Los Pueble originarios Litoraleños, o sea los CHANA, los BEGUA, los TIMBUES, los MOCORETA, los CORONDAS, los CALCHAQUIS, los MEPENES, los MINUANES y los CHANAS SALVAJES, se han mestizado y extinguido. También, en Córdoba, ya a fines del siglo xviii, desaparecieron como pueblos los SANAVIRONES y los COMECHINGONES. Tenemos el mismo problema con nuestros verdaderos sureños, que poblaban al sur de los ríos Diamante en Mendoza, del Río Quinto en San Luis y Córdoba y del Río de la Plata, primero, y después el Salado en Buenos Aires. 21
Me refiero a los Tehuelches Septentrionales, Meridionales y Australes. En la parte septentrional de nuestro territorio, en la zona chaqueña, es donde quedan nuestros pueblos originarios, los GUAYCURUES, etnia comprensiva de los TOBAS, MOCOVIES, ABIPONES y PILAGAS, (antes también de los PAYAGUAS, MBAYAS, y FRENTONES), los MATAGUAYOS, o sea los WICHI o MATACOS y COROTIS, (antes también los TEUTAS, IMACAS, PALOMOS, etc.); los LULES, los VILELAS y los TONOCOTES. El rol del Estado La encuesta complementaria al censo del 2004/2005 censó 69.500 TOBAS, 40.000 WICHIES o MATACOS y 92.000 aborígenes de todas las otras etnias del centro norte, del Chaco y del noreste. También, están los COYAS, que reitero, sumaban 70.500 personas, mestizados con Omahuacas, Atacamas y Kakanos y los HUARPES, sobre todo, PUNTANOS. En Misiones, quedan los Guaraníes MBYA y en el N.E. de Salta, los Guaraníes CHIRIGUANOS. 22
Sin embargo, las autoridades nacionales, provinciales y municipales de nuestro país siempre se han desentendido del problema de nuestros verdaderos pueblos originarios, principalmente de los Chaqueños. ¿Pero, en cambio, qué ocurre con los aborígenes invasores chilenos que araucanizaron nuestro sur en el siglo xix e impusieron su lengua Mapu-dungo, como lengua franca de toda la región? La ya citada encuesta del censo de los años 2004/05 nos dio un número, hoy muy superado, de 113.500 personas de etnia mapuche, más que los Coyas, de los cuales 78.500 estaban en nuestro sur, 20.500 en las provincias de La Pampa y Buenos Aires, 9.500 en el cordón del gran Buenos Aires y el resto en la parte central y norte del país. Pero, de ellos, el 80%, 90.800, vivían en zonas urbanas, no las que hoy pretenden reivindicar sin derecho alguno. Las autoridades parecen ignorar que se ha producido una sustitución étnica en el sur argentino, que abarca un enorme ámbito geográfico, por parte de un pueblo invasor que pretende reivindicaciones geográficas inexistentes, afectando nuestros derechos soberanos. 23
La invasión araucana Outes y Bruch, en su opúsculo publicado en 1910 sobre “Los Aborígenes en la República Argentina”, nos informaron que los Araucanos, que, a partir de mediados del siglo xviii, fueron ocupando espacios de nuestros pampas, no pasaban en nuestro país a principios del siglo xx, de unos pocos centenares de personas, diseminados en la provincia de Buenos Aires y las gobernaciones de La Pampa, Neuquén y Río Negro. Horacio Zapater, que a mediado del siglo xx viajo al Arauco en Chile, explica con claridad en las Notas de su Viaje por el país Araucano el problema de su aumento poblacional y gran expansión, que se extiende hoy también a nuestro país. La cultura araucana, en su tierra de origen (Chile), se encontraba en 1950 en una encrucijada. Algunos buscaban la asimilación a la civilización occidental católica; otros, en cambio, se aferraban a sus tradiciones. Ya era entonces una etnia muy numerosa, merced a que el termino medio de hijos de cada familia rondaba en seis o siete y que carecían de enemigos que los diezmasen desde que en Chile fueron batidos por el coronel Urrutia, como ya hemos dicho, en la misma época de la segunda campaña de Neuquén del general Villegas. 24
Explica Zapater que, en 1883, tras pacificarlos, el gobierno de Chile dispuso que se le repartieran extensiones importantes de tierra en el Arauco para su subsistencia, pero esta disposición no se cumplió. En Chile se pensaba que conviviendo el aborigen con el hombre blanco, por su debilidad para soportar las enfermedades de estos últimos, como eran por ejemplo en esos tiempos la peste y el cólera, estas los diezmarían y con ello y el lógico mestizaje, estaban llamados a la extinción. Nada de eso ocurrió. Hoy su número es varias veces mayor que en épocas de la guerra del Arauco (Son más de 500.000), y, por sus reclamos de tierras en Chile, en los que emplean medios violentos, se hace cumplir la ley antiterrorista: se los reprime con severidad por las fuerzas de seguridad (los carabineros), lo que evita así sus intentos de apropiación de tierras por la fuerza. En cambio, en nuestro país no solo no se los reprime, sino que se le viven haciendo concesiones. Por eso, cada vez son más los que cruzan la frontera en nuestra sur y aunque sus padres o sus abuelos son chilenos de nacimiento, los que llegan pretenden derechos sobre tierras que tienen legítimos propietarios y que a ellos no les correspondieron jamás. 25
Su número actual, en la Argentina, se estima que supera las 130.000 personas. Pero debe hacerse respecto de los mismos una diferenciación. Son muchos -sobre todo los más antiguos en nuestra tierra- los que están asimilados a nuestro modo de vida y se sienten argentinos, que por cierto lo son, como por ejemplo los descendientes Vorogas de Coliqueo, de la localidad de Los Toldos. Estos no participan ni apoyan el movimiento denunciado. Ellos son ajenos a estos reclamos y a este proceder de las comunidades organizadas para usurpar. Los mapuches tienen su centro operacional en Inglaterra. La Organización Mapuche, “INTERNATIONAL LINK” o “ENLACE MAPUCHE INTERNACIONAL”, que reemplazó al Comité Exterior Mapuche, tiene su sede en 6 Lodge Street, Bristol, Inglaterra, y de sus 19 dirigentes de apellido predominantemente Anglo-Sajón o Francés, solo uno, Mariqueo, es de origen araucano. Entren ustedes a través de Internet y vean su publicidad y sus pretensiones sobre nuestro territorio sureño. Podrán leerla en varios idiomas. En Suecia, también mantienen un Centro de Documentación Mapuche, denominado “Ñuque Mapú”. 26
Me pregunto ¿De dónde sacan los fondos para mantenerlos? Entre sus socios y defensores mencionaré a Bratosuma, la rama política de la banda terrorista ETA, en España, y la Fundación Folil, en Holanda.- También mantienen una fluida relación con Amnistía Internacional y por supuesto en nuestro país con las Madres de Plaza de Mayo, que preside Eve Bonaffini, otras organizaciones de las denominadas defensoras de los derechos humanos y movimientos de extrema izquierda. Hasta lograron que el “Parlamento Europeo” aprobara una declaración contra nuestro país, por violación a sus derechos humanos. Estas comunidades Mapuches existentes actualmente en nuestro Sur, mediante el uso consentido de la fuerza, usurpan y ocupan campos y terrenos que no les pertenecen, ya sean de propietarios privados, del Estado Nacional, de las Provincias o de Parques Nacionales. Yo comencé a denunciar públicamente este tema,} en el diario Nueva Provincia, cuando la comunidad mapuche Cayún, cercana a San Martín de los Andes, ocupó por la fuerza en el año 2008, el lote pastoril 30 de Pampa de Trompul, para evitar que nuestro ejerci27
to continuara realizando maniobras en el mismo. El lote, de 100 has., era de Parques Nacionales, pero estaba desde hacia muchas décadas dado en comodato al ejército, que lo usaba para los ejercicios militares del regimiento 4 de caballería de montaña. Su jefe pidió instrucciones para actuar al Ministerio de Defensa, entonces a cargo de Nilda Garre, que laudo el tema a favor de los mapuches. El ejército tuvo que abandonar el lote que hoy lo ocupan ellos. Poco después, en enero del 2009, en la zona de Litran, Zapala, centro de Neuquén, los mapuches tomaron con suma violencia un importante campo de veranada, con el pretexto que era de ellos, a pesar que su dueño, Roberto Hiriart, tenia títulos perfectos de dominio y una ocupación permanente desde el año 1950. El legítimo propietario denunció la usurpación, que degeneró por supuesto en un largo litigio judicial. Esos “pobres” mapuches arribaron para ocupar lo ajeno en “siete camionetas” propias y tras ellas ingresaron las tropas de sus animales. En diciembre del año 2008, la SOCIEDAD RURAL DE NEUQUEN denunció la ocupación violenta de cincuenta y tres campos o estancias de propiedad privada, haciendo caer en saco roto el plan ganadero 28
provincial. Ya desde cinco años antes, ocupaban ilegalmente en Poi Pucón, un campo de 5.400 hectáreas. En CHAPELCO, la Municipalidad debió desafectar el lote 69 A de su propiedad, en la base del cerro, para traspasarlo a la provincia, que se había comprometido a transferirlo a una comunidad mapuche, para que esta cumpliera su compromiso. Mientras tanto, por una ordenanza Municipal, la empresa concesionaria del cerro fue obligada a pagar a la mencionada comunidad mapuche, un canon de 50.000 dólares anuales, por su usufructo. Contemporáneamente, desalojaron a las autoridades y maestros de la escuela provincial Nº 161, ubicada en la base del cerro. El intendente de Neuquén se comprometió personalmente a cederles 50 has. en la meseta aledaña. Creo que ya les ha dado 25, para que inicien un emprendimiento. En Zapala la comunidad Mapuche tomó la planta compresora de gas del Yacimiento Anticlinal operado por la empresa Apache, que abastece de gas a esa ciudad y a Las Lajas, por considerarse dueños de los terrenos, exigiendo que se les reconozca la propiedad de la tierra donde está la planta. Han desalojado de su colegio Mamá Margarita, ubicada en el Parque Nacional, en el en el Lago Lacar, 29
a las hermanas educadoras de María Auxiliadora, contando con la pasividad del obispo Melani y la comunidad salesiana, con el argumento de que la religión católica interfiere en sus creencias y, como si fuera poco, prohibieron con uso de la fuerza la practica de nuestro culto católico, a los pobladores de la región, en una capilla de Quila-Quina, dentro de un Parque Nacional. No obstante, obispos Patagónicos siguen respaldado sus inexistentes derechos. Han ocupado un hotel 5 estrellas, el resort Piedra Pintada, en Villa Pehuenia, propiedad de un Suizo Italiano que amenaza demandar por los daños a la provincia de Neuquén, ya que había realizado hasta ese momento, una inversión superior a U$S 5.000.000. Han ocupado el cerro Belvedere, en Villa La Angostura, gracias a una medida cautelar dictada por el Juez Federico Sommer, en la que les reconoce la existencia de un “lugar sagrado”, prohibiéndole a su propietario realizar ningún trabajo. Pretenden reformar la Carta Orgánica Municipal de San Martín de los Andes, para que esta los reconozca como “Pueblo Originario”. Se oponen a la creación del Municipio de Villa Pehuenia, diciendo que el Estado no puede tomar deci30
siones en sus tierras ancestrales -que no lo son- entre las cuales pretenden la Villa, caso que ha sido llevado al Superior Tribunal de Justicia de Neuquén. Ocuparon la estancia Tiger Way en el lago Quillén; reclaman 500 hectáreas alrededor del Cerro Otto en Bariloche y un campo que el ejército usaba para la instrucción de la escuela militar de montaña, en el Circuito Chico. El lote 85 bis, sección V. del Arroyo Chacay, (625 has.), que la provincia había otorgado en tenencia precaria para su explotación a Alberto Rodríguez (mapuche chileno), su hijo al morir aquel lo vendió, a pesar de no ser dueño sino tenedor. Sus compradores están demandados ahora por la comunidad mapuche que pretende ser heredera y exige su dominio. La Cámara Provincial de Apelaciones de Neuquén aparto a la jueza Carina Alvarez, de Zapala, en un proceso de “usurpación de tierras, en concurso ideal con desobediencia a ordenes judiciales”, por no querer designar la magistrada un “interprete” para la declaración de los usurpadores, que hablan perfectamente el español. La decisión de la magistrada era ajustada al Código Procesal local, que establece la obligación de usar el idioma nacional. No obstante, el fundamento del Tri31
bunal Superior, fue: “su indiferencia, ante la particular situación de una comunidad, ya que los 22 procesados solicitaron declarar en ‘Mapu-dungu’, negándose a hacerlo en idioma español”. He leído, en el diario Río Negro de febrero de 2010, que las comunidades mapuches del centro neuquino se alzaron en pie de guerra (textual), para advertir al gobierno provincial que no están dispuestas a tolerar “una sola concesión más hidrocarburífica”, sin consulta previa a las mismas, como si ellas fueran las dueñas de la riqueza que encierra nuestra tierra. También, el año pasado, en Loncopué, la comunidad Mila Currical cortó la ruta de esta localidad con Caviahue (acceso al centro turístico) hasta que se accedió a la entrega, a la misma, de dos vehículos gratuitamente. Obraron así, según ellos, por haber perdido la paciencia en la espera de algo que les era necesario. El 17 de marzo del año pasado, descendientes de Lorenzo Pulgar, mapuche, ingresaron a lo que ellos llamaron un “territorio ancestral” en Rincón de Lobos, camino a Puerto Patriada, ya que su nombrado ascendiente se asentó en esa zona en el año 1955. ¿Dónde esta entonces el territorio ancestral? 32
Se atreven, cuando viajamos por el sur, a cobrarnos peajes, sosteniendo que entramos a tierras mapuches. Han tenido la osadía de arriar nuestra enseña patria para enarbolar la inventada bandera Mapuche, diseñada en 1992. Cuatrocientos propietarios neuquinos debieron recurrir a los auxilios de nuestros colegas, Jorge Vanossi, Juan Carlos Cassagne y Carlos Sanchez Herrera, para presentar ante el Superior Tribunal de Justicia de su provincia , una PETICION DE GARANTIA, ya que en ningún momento la Ley 26.160 anuló, ni podría hacerlo, el derecho de propiedad, que los mapuches están violando, consagrado en la Primera parte de nuestra Constitución Nacional. No voy a seguir con esta enumeración de abusos que me hacen llegar, día a día, gente del sur. Las comunidades Mapuches, con su accionar ilegal, ya han ocupado millares de Hectáreas de tierras sureñas. Por consiguiente, pensemos qué buscan. A mi modo de ver, como primer paso y por ahora, hay un gran negocio inmobiliario, de hidrocarburos y explotación turística, con apoyo evidente de capitales foráneos, lo que ha sido posible gracias al desinterés, cuando no el apoyo de nuestras autoridades y a nuestro indeferencia como argentinos en el tema. 33
Como segundo, tener un territorio propio, un país Mapuche. Ellos pretenden que el Arauco y otras Regiones en Chile, más la totalidad de Neuquén y La Pampa, el sur de Mendoza, San Luis, Córdoba y Santa Fe y parte de Buenos Aires, sean tierra Mapuche, con dos ejes fundamentales de puertos de aguas profundas, Talcahuano sobre el Pacífico e ingeniero White sobre el Atlántico. Su líder en Argentina, Mariqueo, por ahora reclama públicamente “algún grado de autonomía o autodeterminación para el pueblo mapuche”. Señores, no quiero cansarlos más, termino con esta pregunta: ¿frente a las agresiones de esta comunidad no originaria, a nuestra constitución, nuestras leyes y nuestra soberanía, seremos capaces de reaccionar los argentinos?
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La extinción de nuestros aborígenes sureños
La extincion de nuestros aborigenes sureños
Roberto Edelmiro Porcel
Si queremos hablar seriamente de las causas de extinción de nuestros aborígenes sureños, los Tehuelches Septentrionales (Los Gününa kune, y Guenaken), los Tehuelches Meridionales (Los Aoniken y Payniken), y los Pehuenches de Neuquén y sur mendocino, debemos remontarnos a los combates sostenidos no solo entre ellos mismos, sino fundamentalmente entre estos Tehuelches y Pehuenches (etnia de indios argentinos), con los indios chilenos. 37
Me refiero a los Araucanos (Costinos, Abajinos, Arribanos o Moluches y Vorogas, pobladores de la Araucania), los Huilliches (del sur del río Tolten) y los Picunches (del norte río del Bio-Bio). Estos aborígenes entraron a nuestras tierras para comerciar con nuestros naturales, a partir de mediados del siglo xvii. Posteriormente, en la mitad del siglo xviii, ingresaron para malonear, ya sea acompañando a nuestros indios o directamente solos. Finalmente, durante el siglo xix, a partir de la guerra a muerte en Chile, ingresaron ya para radicarse o para continuar con sus malones, muchas veces, ayudados por milicias patriotas chilenas, bandoleros que se refugiaban entre ellos y/o con los guerrilleros realistas de los hermanos Pincheira, lo que les daba la ventaja de poseer armas de fuego. Vale la pena aclarar que los Huilliches y los Picunches no eran Araucanos, más allá de que estaban araucanizados desde la época de las guerras contra los Incas primero y los españoles después. Por supuesto que a esto debemos añadir los que murieron como consecuencia de las enfermedades que llegaron con la conquista; principalmente, las epidemias de viruela, para la que no tenían anticuerpos ni 38
defensa, y los que cayeron en los enfrentamientos producidos como consecuencia de sus continuos malones. Los Pehuenches Mendocinos. Citaremos, como ejemplo de lo que hemos manifestado, los enfrentamientos entre los Pehuenches que poblaban el sur de Mendoza (de Malal Hüe hasta el Campanario), y los Huilliches. El viejo cacique Pehuenche mendocino Ñaincul, durante muchos años cacique gobernador y con el que tuvo trato directo, en el fuerte de San Carlos, el Gral. San Martín, tuvo un enfrentamiento interno por el mando que terminó con su asesinato en 1825. El gobierno de Mendoza designó entonces cacique gobernador a Antical. Entre nuestros aborígenes era una costumbre inevitable la venganza. En esta oportunidad, un hermano de Naincul, Llanca Milla, pidió para poder efectuarla la colaboración de indios trasandinos (chilenos), tradicionales enemigos de los Pehuenches, recurriendo a un cacique de los Huilliches llamado Anteñir. Este logró reunir, para atacar a los Pehuenches mendocinos, 5.000 loncos (indios de lanza) y el apoyo de los guerrilleros pincheiranos que lo acompañaron bajo 39
el mando de uno de los lugartenientes de los hermanos Pincheira, llamado Hermosilla, que llevo consigo un grupo de soldados con armas de fuego. Los Huilliche sorprendieron a los Pehuenches, que no esperaban el ataque y los masacraron sin distinguir entre loncos y chusma (ancianos, mujeres y niños), dando muerte incluso al mismo Cacique Antical. Solo pudieron huir y se salvaron de la sangrienta matanza, un millar de Pehuenches, la mayor parte chusma. El gobierno Mendocino pretendió ayudar a los sobrevivientes de la matanza, pero el cacique Anteñir, mandó emisarios a los fugados que ofrecían el perdón a cambio de su entrega, sometidos y sin armas, haciéndoles creer que en cambio perderían la vida si buscaban el apoyo de los soldados del fuerte de San Carlos. Creyendo el embuste, así lo hicieron los Pehuenches y todos sin excepción, loncos, ancianos, mujeres y niños, una vez frente a Anteñir y sin la más minima posibilidad de defensa, fueron ferozmente lanceados por orden de este. Retrocedamos en el tiempo y veamos ahora, a titulo de ejemplo, una de las muchas matanzas internas entre los mismos Tehuelches. 40
Cacique Bravo o Cangapol. Recordemos primero que nuestros Pampas o Gününa Kune, que habitaban en las costas del río Salado, solicitaron en 1740 al gobernador Salcedo, de Buenos Aires, la formación de un pueblo en su territorio, con misioneros y apoyó español, para evitas los ataques con muertes y robos que le hacían de continuo los Pampas Serranos o Puelches, lo que dio origen en 1741, a la fundación que efectuaron los padres Jesuitas Manuel Querini y Matías Strobel, de la Reducción de La Concepción, al sudeste de dicho río, en el llamado Rincón de López, sobre el arroyo Dulce, cerca del mar. El famoso Cacique Bravo o Cangapol, de los Pampas Serranos , que tenia sus toldos sobre el río los Sauces, pero extendía su dominio o influencia hasta el Río Salado, en sus andanzas, visitó las Reducciones Jesuitas de Mar del Plata, al Noreste de la Laguna de los Padres (Nuestra Señora del Pilar) y el Vulcán en Balcarce, junto a la fuente Copelina (Nuestra Señora de los Desamparados), que eran respectivamente de indios Puelches la primera y de Patagones la segunda, fundadas posteriormente a la de La Concepción (que era para los Pampas o Gûnuna Kune). A pesar de lo bien que fue recibido por los padres jesuitas, decidió destruirlas y matar a los curas misioneros. 41
A tal fin convocó a los cacique de sus dominios y uno de ellos, Ayalep, contestó que el no le prestaría ayuda con su gente, ya que en realidad siempre había recibido regalos y buen trato de los misioneros, que nunca lo habían agraviado. Cangapol decidió castigarlo a él y a su tribu. Le envió mensajeros para avisarle que visitaría al amigo, y cuando llegó con sus lanceros, aprovechando que Ayalep lo esperaba pacíficamente y con su gente desarmada, ordenó lancearlo, al igual que a todos sus guerreros, matándolo con más de 50 loncos. Como era también una costumbre del vencedor, a continuación le robó la chusma, que llevó a sus toldos. Conviene aclarar que estas matanzas y robos eran comunes entre los indios, invocando siempre como causa, injurias que motivaban venganzas. Otras veces se hacían directamente para robarse la hacienda, producto de malones en que habían intervenido los agredidos. Matanzas de Patagones. La invasión de indios chilenos tuvo también, en el siglo xix, una grave repercusión en nuestros Patagones (Tehuelches Meridionales). 42
Mucho menos numerosos, con armas más rudimentarias (la bola y el sable), fueron atacados y vencidos por los malones araucanos, que en sus correrías descendían por el oeste de la Patagonia con dirección sur. Ello ocurrió en las batallas de Languiñeo, Barrancas Blancas, Shótel Naike y Senguer, con grandes bajas entre nuestros indios. No olvidemos que a su gran experiencia guerrera (de la que carecían los pacíficos patagones), los araucanos y huilliches agregaban la ventaja de saber luchar de a caballo, con sus largas lanzas y sus corazas de cuero, elementos que poco a poco fueron copiando nuestros indios del sur del río Chubut, que fueron los últimos aborígenes sureños que utilizaron caballos para sus traslados y la guerra. Pero de todos modos, en sus enfrentamientos, preferían desmontar para pelear a pie, como siempre lo habían hecho. Combate del vado de Choele-Choel. Tenemos noticias de este importante combate a través del informe que le envía don Calixto Oyuela, jefe de Carmen de Patagones, al entonces gobernador de Buenos Aires, general Martín Rodríguez. 43
Ocurrió en el año 1821. Fue una masacre de nuestros Pampas Serranos. Un gran malón de moluches (araucanos) había entrado a nuestro sur, acompañados por una partida de milicianos patriotas de Chile, que incluso llevaban un pequeño cañón. El hecho ocurrió durante la denominada guerra a muerte en Chile, que duro desde el año 1818 hasta 1824, en que los realistas fueron vencidos definitivamente. Nuestros Puelches o Pampas Serranos (Tehuelches septentrionales) se reunieron y juntaron, aproximadamente, unos 1.800 guerreros, con la intención de cortarles la entrada a sus tierras del Río Negro. Lo hicieron en el vado de Choele-Choel, fundamental en el camino a Chile, pues era el mejor paso para el ganado que se robaba en nuestras pampas con destino a ese país. Por allí pasaban los grandes arreos. Pero los moluches, apoyados por los milicianos, hicieron una tremenda matanza de nuestros indios, dando muerte incluso a sus jefes, los caciques Ojo Lindo y Anapilco. A partir de ese momento, nuestros Tehuelches debieron abandonar gran parte de su territorio original (la región de Entre Ríos Sur, que abarca las tierras entre los ríos Negro y Colorado y también la actual provincia de 44
La Pampa). Por consiguiente, el paso de Choele Choel quedó, desde entonces, en manos de aborígenes chilenos. Nuestros Pampas Serranos debieron trasladarse al sur del Río Negro (llamado entonces Río de los Sauces) y a la provincia de Buenos Aires, que por supuesto ya ocupaban desde la llegada de los españoles. Invasión de los Vorogas. Casi en forma simultánea, los Vorogas (Mapuches), que poblaban el Arauco a la altura del río Imperial y luchaban en Chile a favor de Fernando VII, fueron vencidos y se vieron forzados a abandonar la Araucania, su tierra natal. Cruzaron la cordillera junto con los guerrilleros realistas de los hermanos Pincheira. Una vez en tierra Argentina, primero, malonearon robando y saqueando el Sur de Mendoza, San Luis, Córdoba, Santa Fe y noroeste de Buenos Aires. Finalmente, sus caciques mayores, Rondeau, Melian (o Melín) y Cañiuquir, con varios miles de loncos y chusma, desalojaron a nuestros Pampas Serranos de la zona de Guaminí (Laguna de Monte), Carhué y Epecuén, de la provincia de Buenos Aires, haciendo allí su asiento, con el apoyo siempre de los guerrilleros de los hermanos Pincheira. 45
Debemos tener en cuenta la importancia de estos puntos para los arreos de ganado robado, por sus buenos pastos y abundante agua, a punto tal que, cuarenta años más tarde, Calculfurá antes de morir, instruye a sus hijos para que jamás dejaran al blanco ocupar esas tierras. Nuestros Pampas Serranos nuevamente debieron retirarse más al Este, a la región de las Sierras de la provincia de Buenos Aires. A partir de su entrada, los Vorogas y los Pincheiras, pasaron a ser un grave problema para nuestros pampas serranos y también para los gobiernos de Buenos Aires y Mendoza, a punto tal que Don Juan Manuel de Rosas comenzó a negociar con el cacique mayor Cañiuquir, para tratar de apartar a los indios de los guerrilleros realistas, de modo de debilitar su poder. Durante el curso de estas negociaciones, a fines de 1830, los Vorogas, con apoyo nuevamente de los guerrilleros de Pincheira, a su cuyo frente estaba otro de sus lugartenientes, Zuñiga, atacaron a los Pampas Serranos asentados en la Sierra de la Ventana y Sauce Chico, haciendo una gran matanza entre los mismos, que incluyó la muerte de sus caciques Curitripay, que cayó junto con sus dos hijos y sus capitanejos Catrileu y Lomo Colorado. Este último, poco antes, había de46
nunciado a Martiniano Rodríguez, jefe de la Fortaleza Protectora Argentina, que los araucanos y guerrilleros chilenos planeaban esta masacre, por lo que le solicitaba protección. No conformes con la lanceada, los persiguieron con saña hasta la misma Bahía Blanca, donde les dieron muerte a los que habían logrado llegar frente a la misma Fortaleza Protectora Argentina, que no pudo abrirles sus puertas. Su Jefe, Martiniano Rodríguez, nada pudo hacer para ayudarlos, dada la orden recibida de Rosas de mantenerse prescindente, para no estorbar sus negociaciones, convirtiéndose así en un mudo e impotente observador de la masacre de los indios tehuelches. Martiniano Rodríguez anotó en su parte diario que, desde la muralla de la fortaleza, “escuchaba los galopes cortos de los lanceros vorogas y soldados pincheiranos y el griterío de la chusma cuando era lanceada o sableada. A pesar de la noche, podía intuir lo que estaba pasando. Era, dice, el “ruido característico de las persecuciones y las matanzas que se estaban produciendo de los indios Pampas, que intentaban en vano llegar hasta el refugio de la fortaleza”. Esta matanza de indios Pampas Serranos, agravaba una anterior, ya que los Vorogas siempre con los Pin47
cheiras, el 25 de septiembre de 1830, habían acuchillado a los a la tribu del cacique Tetruel, que tenía sus toldos en Curamalál, cerca de la actual Pigüe. Era evidente que Vorogas y Pincheiras querían demostrar, al gobierno de Buenos Aires, su superioridad frente a los indios locales, y su dominio absoluto del terreno, lo que era cierto, a punto tal que los caciques Reynagual y Chocori, para salvar a su gente de las matanzas, debieron trasladar sus toldos a la ya mencionada orilla Sur del Río Negro y/o de los Sauces. El jefe guerrillero chileno Zuñiga, incluso, mandó una carta a Martiniano Rodríguez, y tras informarle de la matanza efectuada, le pedía “hipócritamente autorización”, como si le hiciera falta, para continuar la persecución de los Serranos de lanza y de su chusma. Por supuesto que, aunque Rodríguez contestó negándole el permiso, ambos sabían que tanto la petición como la denegatoria, carecían de todo valor efectivo. Zuñiga y los Vorogas harían lo que ellos decidieran. Venganza del cacique Toriano. Conforme una vieja costumbre entre los indios, poco después, el cacique Toriano, Pehuenche, pero nacido en Chile, maloqueó contra los toldos Vorogas 48
para vengar la masacre de los Puelches, dándose prontamente a la fuga para evitar la reacción de aquellos, lo que ocasionó gran indignación de los caciques Cañiuquir y de Rondeau que fueron los afectados y no tuvieron oportunidad de tomar a su vez posterior venganza. Campaña del desierto de 1833. Durante la campaña al Desierto del año 1833, don Juan Manuel de Rosas, comandante del ala Izquierda, tras organizar prolijamente la tan necesaria expedición, marchó al sur y estableció su cuartel general en Medano Redondo, sobre el Río Colorado, lugar al que llegó evitando todo tipo de enfrentamientos con los indios, especialmente con los poderosos Vorogas. Desde allí despachó a sus segundos en una campaña que fue solamente de exterminio, escarmiento y exploración, pero lamentablemente no de ocupación. Esto permitió que al termino de la campaña (1834), los indios volvieran nuevamente a los territorios abandonados ante el avance de las tropas de los jefes de las tres columnas enviadas por Rosas, que partieron desde Medano Redondo al Sur y al Oeste. La primera columna estuvo al mando del General Ángel Pacheco y marchó directamente al Río Negro, 49
siendo el primer argentino que llegó a este río por tierra. Lo remontó por ambas orillas hasta la isla de Choele-Choel y posteriormente su expedición llegó hasta la confluencia con los ríos Limay y Neuquén. Su actuación, desde el punto de vista militar, fue brillante. Del mismo modo, Rosas envió a sus coroneles Pedro Ramos y Manuel Delgado, a uno remontando el Colorado, cruzando el Chadi- Leuvú y siguiendo hasta la región de los Pehuenches, en Neuquén. Al otro, hasta el sur de Mendoza, atravesando la tierra de los Ranqueles, los eternos y peores enemigos que tuvo siempre Rosas. Estos, que habían sido derrotados en “Las Acollaradas” por el jefe del ala del centro, el general Ruiz Huidobro, combate en el que incluso perecieron dos hijos de Yanquetruz, prefirieron ocultarse ante el avance de las tropas, evitando todo tipo de enfrentamiento. Isidoro Ruiz Moreno, en su libro “Campañas Militares Argentinas, To. II, transcribe la orden dada por Rosas al coronel Pedro Ramos: “No conviene que al atacar una toldería traigan muchos prisioneros vivos: con 2 o 4 hay bastantes, y si más agarran, esos allí en caliente nomás se matan a la vista de todo el que este presente, pues que entonces en caliente nada hay de extraño, y es lo que corresponde. Pero estos prisioneros no se descuide con 50
ellos, si alguno es de importancia tal que yo hable con él, mándemelo, pero sino, lo que usted debe hacer, es luego que ya enteramente no los necesite para tomarle declaraciones, puede hacer al marchar un día quedar atrás una guardia, bien instruido el jefe encargado, que me parece puede ser bueno para ello Valle, que luego que no haya ya nadie en el camino, los puede ladear al monte y allí fusilarlos. Es por eso que el padre Furlong sostiene que la campaña de Rosas fue también de exterminio. A pesar de que Rosas no participo personalmente en los combates contra los indios, fue el organizador de la campaña y el que dio las directivas a sus jefes militares. Por ello, fue nombrado por la legislatura porteña “Héroe del Desierto” y se le otorgó en premio la isla de Choele- Choel. Rosas rechazó la isla (que por otra parte ya estaba nuevamente en poder de los indios al haberse retirado Pacheco), manifestando que allí oportunamente habría que establecer una guarnición militar, pero pidió en su reemplazo una fracción de tierras en la provincia de Buenos Aires, donde la Legislatura resolviera. La Legislatura Porteña decidió entonces regalarle 60 leguas cuadradas en la provincia, dejando el lugar o los lugares a su elección. 51
Según Rosas (publicación efectuada en La Gaceta Mercantil del 24 de diciembre de 1933), en esta campaña murieron 3.200 indios; o sea, más del doble de los que cayeron en la campaña al desierto del general Julio Argentino Roca. Sin embargo, esta cifra está en discusión. Muchos historiadores sostienen que fueron menos, y otros, la mayoría, elevan la cantidad de muertos, a alrededor de 6.000 indios. Caciques Huilliches Calfulcurá y Namuncurá. Terminada la campaña del desierto, el general Guido, informado desde Chile por Bulnes, avisó a Rosas que se aprontaban para entrar al país, al mando de los caciques Juan Calfucurá y su hermano Antonio Namuncurá (tío de Manuel Namuncurá, también nacido en Chile), alrededor de dos mil indios Huilliches, aborígenes chilenos del sur del río Tolten, de etnia propia distinta de la mapuche (pehuenches), pero araucanizados, como ya he dicho, desde la época de sus luchas, primero contra la invasión de los Incas (Tupac Yupanqui comenzó la conquista de Chile en el año 1443, tras sofocar la rebelión Aymará del Lago Titicaca y la continuó su hijo Huaina Cápac, que murió en el año 52
1525) y, posteriormente, la de los conquistadores españoles, don Diego de Almagro en el año 1536, y poco después don Pedro de Valdivia, fundador de la ciudad de Santiago sobre el río Mapocho, en 1541. Los aucas del sur del río Maule se unieron frente a estas invasiones, para luchar juntos contra los que eran un enemigo común. Rosas pactó con Calfulcurá, lo que le pemitió el ingreso a condición de que atacaran a sus enemigos, los Ranqueles. Este pacto está probado e incluso hay una carta en que Calfucurá le informa a Mitre casi treinta años más tarde: “También le diré que yo no estoy en estas tierras por mi gusto, ni tampoco soy de aquí, sino que fui llamado por don Juan Manuel, porque estaba en Chile y soy chileno, y ahora hace como treinta años que estoy en estas tierras”. Pero los Huilliches, si bien no atacaron a los Ranqueles, dejaron a Rosas más que satisfecho con su accionar. Dirigieron sus lanzas contra lo Vorogas, sus mortales enemigos durante la llamada guerra a muerte en Chile y además enemigos tradicionales en épocas anteriores. Calfucurá, desde Chilue, envió sus mensajeros a Rondeau, haciéndole saber que marchaba en paz a sus 53
toldos para comerciar los numerosos productos que traía desde Chile. Los Vorogas creyeron el embuste. Los esperaron como amigos, sin precaución alguna. Así, los Huilliches. cayeron con sus lanzas en forma sorpresiva y traidora. Masacraron a los loncos Vorogas en horas que estos estaban entregados al descanso, sin precaución alguna, pues esperaban la llegada de los Huilliches, en tanto comerciantes amigos. Los Huilliches asesinaron, además, a los caciques mayores Mariano Rondeau y Melín oMelian, en lo que la historia conoce como la “Traición de Masallé” (año 1834). Finalmente, como era una costumbre en estos casos, les robaron su chusma. Se salvaron de esta masacre por tener sus toldos más apartados, los caciques Vulta Pincen y Coliqueo, y el cacique mayor Cañiuquir, que tenía los suyos en Guaminí. Pincen y Coliqueo, buscaron refugio entre los Ranqueles, con quienes convivieron varios años. En premio por la matanza, Rosas autorizó a Calfucurá y Namuncurá, a establecer sus toldos en las Salinas Grandes. Cañiuquir, por su parte, se asentó en el arroyo “El Pescado”, cerca de la Laguna de Montes. Dos años más tarde, Rosas envió a los coroneles Zellarrayán y Fran54
cisco Sosa, con los Blandengues de la Fortaleza Protectora Argentina, a sorprenderlo en sus toldos. Allí se celebró el combate de “El Pescado”, en que Cañiuquir perdió 900 lanzas, pero él logró escapar con cerca de un tercio de sus hombres. Pero, pocos días después, el 28 de abril de 1936, fue alcanzado nuevamente por las tropas y derrotado totalmente en el Pasaje Llanguil. Cañiuquir y los 300 indios que lo acompañaban fueron cercados y acuchillados. Se tomo prisionera a toda su chusma. Cacique moluche Raylef. El cacique chileno Arribano o Moluche (Araucano) Raylef decidió vengar la muerte de Cañiuquir. Cruzó los Andes con veintitrés caciques y capitanejos y más de 1.500 indios de lanzas chilenos, además de su chusma, y dirigió un malón que debió soportar Bahía Blanca, en agosto de 1837, sin lograr su propósito de tomar la Fortaleza Protectora Argentina. En cambio, consiguió dar muerte al Cacique Venancio, que había participado con las fuerzas argentinas en las acciones de El Pescado y Pasaje Llanguil. En vista de ello, se dedicó a malonear en nuestro territorio, formando en arreo de miles de cabezas de 55
ganado, robadas en el Sur de Córdoba, Santa Fe y Noroeste de Buenos Aires, tomando además numerosas cautivas, con todo lo que marchó de regreso a Chile. En su retirada, Rosas envió sus tropas a enfrentarlo y perseguirlo, por lo que Raylef debió desviar su camino, buscando para seguridad la ruta del Río Colorado hasta Neuquén, haciendo alto para descansar y engordar el ganado recién en el Río Agrio. Allí fue sorprendido descuidado por los Huilliches de Calfucurá, que venían en apoyo de los soldados de Rosas, los que dieron muerte a lanzazos a Raylef y a la mayor parte de sus loncos. De éstos, pocos lograron huir, debiendo forzosamente para hacerlo tomar el camino del este, donde cayeron en manos de los soldados que venían siguiendo su rastrillada, en su persecución. Estas tropas, de regreso, atacaron los toldos del hijo de Raylef, José María, en Tapalqué, el que era ajeno a los malones de su padre, dando muerte a pesar de eso a ochenta indios de pelea y tomando numerosos prisioneros. Cien moluches de los indios de Raylef fueron enviados presos a Palermo, donde fueron fusilados por orden de Rosas. Calfulcurá obtuvo un nuevo premio. Rosas le per56
mitió quedarse con todo el ganado robado por el malón y además con la chusma de Raylef. Despues de Caseros. Después de Caseros, Calfucurá, que había perdido a su protector, formó en Salinas Grandes, donde se calcula que había más de 13.000 indios chilenos, en su mayor parte Huilliches, una gran confederación indígena. Contó para esto con el apoyo de su hermano Renque-Curá (o Reuque-Curá), que se estableció en el centro de Neuquén (entre los tehuelches Manzaneros y los Pehuenches), también con otros 2.000 loncos. En cuanto a los Pampas Serranos, nuestros originarios, estaban reducidos en Buenos Aires a las zonas de Junín, 25 de Mayo, Azul, Tandil y Talalqué. En el año 1852, Calfucurá hizo notar su poder con un gran malón contra Bahía Blanca y, en 1855, con otro contra Azul, en el que dio muerte a más de 300 pobladores de la región. Para este ataque, contó con el apoyo de nuestros Pampas, comandados por sus caciques Catriel y Cachul. A raíz de esto, el General Mitre inició partiendo de Azul, una campaña contra los serranos, llevando al coronel Díaz como su segundo en el mando. Dividió sus 57
fuerzas. Mando a Díaz a combatir a Catriel y el marcho contra Cachul, al que sorprendió en Sierra Chica. A pesar de la sorpresa, fue rechazado por Cachul, por lo que optó por acampar a la espera de Díaz. En lugar de llegarle estos refuerzos, llegó Calfulcurá con 600 lanzas, por lo que Mitre optó por escapar a la ciudad de Azul. A esta derrota del General Mitre en Sierra Chica, siguió en 1856 la del General Manuel Hornos en San Jacinto (1856), razón por la cual el gobierno de Buenos Aires optó por firmar un acuerdo de paz con Catriel y Cachul, pacificándose así la zona de Azul y Tapalqué. Sin embargo, la denominada frontera siguió azotada por Calfucurá, los Pehuenches y los Ranqueles, más los araucanos que cruzaban continuamente los Andes para venir a malonear y robar ganado por su cuenta, o uniendo sus lanzas a las de las otras tribus. Calfucurá, finalmente, fue derrotado en su último gran malón, en el año 1872, en que lo venció el general Ignacio Rivas, en la batalla de San Carlos (8 de marzo de 1872), cerca de la localidad de Bolivar, recuperando el vencedor además la mayor parte del arreo que habían levantado los indios de más de 200.000 cabezas de ganado vacuno, principalmente de las zo58
nas de 25 de Mayo y 9 de Julio. El malón contó con el apoyo de las 6.000 mil lanzas que lo acompañaban. En este malón los indios nuevamente asesinaron a más de 300 vecinos y tomaron alrededor de 500 cautivos. Rivas, por su parte, contó a su favor con 800 indios de Cipriano Catriel y casi 200 de Coliqueo, todos los que tuvieron una participación activa e importante en el combate, ya que las tropas del general eran solo 365 soldados de línea y 300 milicianos voluntarios. En el encuentro combatieron 3.500 lanzas al lado de Calfucurá, o sea por cada soldado había cuatro indios. Un año después, Calfucurá, que salvó su vida huyendo al desierto, moría de muerte natural el 4 de junio de l873, en Salinas Grandes, en sus tolderias de Chiloe. Sin embargo, todavía tendría que soportar Buenos Aires otro gran malón en 1876, dirigido por el hijo de Calfucurá, Manuel Namuncurá, su sucesor, que no pudo tener el poder de su padre sobre otras tribus o etnias. Tanto en cacique Pincén, temible y terrible, como Mariano Rosas, cacique principal de los Ranqueles, mantuvieron su independencia. Al malón de 1876 se lo denominó “La Invasión Grande”, ya que intervinieron más de 5.000 lanceros, 59
que primero rodearon Azul, saqueando su campaña, extendiendo su frente desde Tapalqué hasta Bahía Blanca; tras lo que lograron un botín, según Estanislao Zeballos, de alrededor de 300.000 animales, y causaron nuevamente alrededor de 300 muertos y 500 cautivos. Pero las tropas nacionales reaccionaron de inmediato, y, pese a que Namuncurá lanzó ese año continuos malones por diferentes puntos, terminaron todos derrotados. 1876 marca el fin de los grandes malones. Roca reemplazará pronto a Alsina, que fallece siendo ministro de guerra y comenzará una guerra ofensiva por parte de las tropas nacionales, que culminará con la gran Campaña del Desierto. Ella pondrá fin al dominio y saqueo del indio y agregará todo el sur a la patria.
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Protagonistas de nuestra integraci贸n territorial
Protagonistas de nuestra integración territorial
Roberto Edelmiro Porcel
Cuando se habla de la generación del 80 y nuestra integración territorial, el primer nombre que salta a nuestra memoria es el de Julio Argentino Roca, militar, político y estadista por sobre todas las cosas. Hombre que, como militar primero, y presidente después, llevó adelante la ocupación real y efectiva de todo el territorio nacional. En aquella época, nuestra vasta geografía estaba poblada en escasas superficie tanto en el centro norte como en el sur, por indígenas que dominaban no obstante miles de hectáreas ociosas. 63
En el Norte, teníamos las actuales provincias de Chaco, Formosa, Noreste de Salta y norte de Santa Fe y Santiago del Estero, el llamado Impenetrable, parte del Gran Chaco Gualamba, dominado por nuestros verdaderos Pueblos Originarios, pertenecientes según D’orbigny a las raza Pampeana, los Guaycurues y Mataguayos, Brasilio- Guaraní, los Chiriguanos y Huarpidos, los Vilella. En el Sur, trazando una línea desde Mendoza, a través del Río Diamante, hasta el Salado o Chadileubú, continuando por el río Quinto en su curso por San Luis y Córdoba y el río Salado, desde su naciente en el noroeste de Buenos Aires, hasta su desembocadura en el Atlántico, más allá de las poblaciones de frontera o fuertes de avanzada, y teniendo como límite sur el Rio Negro y el Limay, lo detentaban los Ranqueles (pueblo que se integra a partir del año 1750) y aborígenes invasores procedentes de Chile, que ocupaban el mal denominado Desierto y la región de entre ríos Sur (Entre los ríos Colorado y Negro). Estos últimos se puede decir que eran indígenas recién llegados, causantes del exterminio de nuestros aborígenes originarios, Tehuelches y Pehuenches, que sometían a todos los no eran indios de origen trasandi64
no, o sea Huilliches, Araucanos o Picunches, más allá de que fueran blancos (huincas) o aborígenes (guenaken o gununa kena), haciendo vivir a los que poblaban al sur del ría Salado, sometidos a la constante incertidumbre de su suerte, de su vida o de su muerte, cuando resonaba en la pampa los gritos de sus lanceros y chocaban el suelo los cascos de su caballada, avisando la llegada del malón, asesino y ladrón. Ese malón, que robaba nuestra riqueza ganadera, millares de cabezas de ganado vacuno, caballar y lanar, para negociarla abiertamente y sin vergüenza en Chile; que mataba sin piedad por igual a nuestros sacrificados pobladores, a nuestros pueblos originarios y a los valientes fortineros; que secuestraba sus mujeres y sus niños para esclavizarlos o para venderlos. Que cómodo es hoy para algunos, desde la seguridad y tranquilidad del mundo civilizado, que nuestros antepasados nos legaron, criticar con mentira y vileza a los que hicieron la Argentina, regando la tierra con su sangre o explorando la misma con el sacrificio de sus privaciones, sus sufrimientos y su coraje. Militares como Julio Argentino Roca y sus hermanos Rudecindo y Ataliva, Conrado Villegas, Eduardo Racedo, Nicolás Levalle, Napoleón Uriburu, Hilario 65
Lagos, Lorenzo Wintter, Marcelino Freyre, Salvador Maldonado, Teodoro García, Enrique Godoy, Rufino Ortega, Nicolás Palacios y Manuel Ruybal, entre otros. Destacados jefes que, a pesar de sus meritos, me veo forzado a omitir nombrar, a exploradores de la talla de Carlos Moyano, primer gobernador de Santa Cruz, Ramón Lista, que lo sucedió y murió posteriormente en el Pilcomayo, Luis Jorge Fontana, primer gobernador de Chubut y el grande entre los grandes, el perito Francisco P. Moreno, que impuso, gracias a los conocimientos adquiridos en las exploraciones realizadas en su juventud, años más tarde, la teoría de las altas cumbres en el diferendo fronterizo con Chile, contra la tesis de Barros Arana. No puedo dejar de mencionar al benemérito marino, explorador y primer poblador de la isla Pavón, como prueba de nuestra soberanía en Santa Cruz, don Luis Piedra Buena, al teniente coronel de marina Martín Guerrico, el almirante Rivadavia, el comodoro Py y tantos otros marinos que llevaría largo tiempo enumerar, a lo largo de esta breve exposición. Ellos y nuestros heroicos fortineros y soldados de los cuerpos de línea, hoy olvidados por muchos y lamentablemente muchas veces desconocidos, fueron 66
la cabeza de un gran cuerpo integrado por hombres anónimos para la historia, pero grandes para la patria, que hicieron con su valor y sacrificio, que nuestra azul y blanca flameara en el llamado desierto, en Neuquén, en la Patagonia y en Tierra del Fuego. A ellos, honor y gloria. A ellos y a los que igual misión cumplieron en nuestro Norte, más allá del apoyo que debemos brindar a nuestros aborígenes originarios, guaycurúes, mataguayos y guaraníes, abandonados a su suerte por los gobiernos nacional y provinciales. Debo citar nuevamente a Luis Jorge Fontana, que dejó uno de sus brazos en el río Pilcomayo luchando con los Tobas, a Carlos O`Donnell, al coronel Olascoaga, a Manuel Obligado, a Juan Sola, a Francisco Bosch, a José María Uriburu, a José Ferreyra, al entonces Cnel. Ignacio Fotherigham, entre varios otros, que hacen que también esta nomina peque de incompleta. Fue en el año 1884, con Roca como presidente de la República, cuando su ministro de guerra Benjamín Victoríca, puso fin a la ocupación del Chaco, durante la campaña que dirigió personalmente y culminó con el encuentro de las tropas en Las Juntas del Bermejo y el Teuco, en el cuartel general de Cangayé, quedando 67
abierto el paso para la civilización desde Colonia Rivadavia en Salta, hasta Formosa sobre el río Paraguay y Resistencia sobre el Paraná. El territorio de nuestro país, medio país, finalmente se había integrado.
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Índice
Presentación
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Problema indigenista
1.Problema indigenista
2.La extincion de nuestros aborigenes sureños
3.Protagonistas de nuestra
integración territorial
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Este libro se termin贸 de imprimir en el mes de noviembre de 2011 en Imprenta Dorrego, Av. Dorrego 1102, caba.