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Postales de una ciudad que ya no existe / Daniel Salinas Basave pág. 11, 12 y

Kingo Nonaka, fotógrafo.

El Gremio de Choferes Amarillos de Tijuana, que en 2017 se ha vuelto tristemente célebre por sus recurrentes actos violentos y los métodos gansteriles con que enfrentan a los operadores de Uber u otros competidores, posan en la celebración de su cuarto aniversario en 1926. Todos elegantes, bien peinados, derrochando orgullo gremial.

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Petra García y sus hijos posan junto a una recién construida escuela en el entonces lejano poblado de San Antonio de los Buenos. La escuela ha sido gestionada y patrocinada por la Logia Femenina Minerva a la que Petra pertenece. Dado que él está atrás de la Graflex, son poquísimas las fotos que hay de Kingo Nonaka en esa época, pero Genaro Nonaka porta unas cuantas imágenes que revelan cómo era su padre en su etapa de fotógrafo. Kingo parece haber efectuado una suerte de pacto fáustico o pertenecer a la estirpe de Dorian Gray, pues su afilado rostro sigue siendo el de un joven pese a que ha cumplido cuarenta años de edad. Ya no lleva uniforme de soldado o de enfermero, sino que luce un elegante traje color beige, una corbata perfectamente anudada y un sombrero Panamá que le

“Para Kingo Noda un aire de Dandy. naka su oficio requiere una elevada Para Kingo Nonaka dosis de formalidad. su oficio requiere una En realidad, es ésa elevada dosis de formalla característica de idad. En realidad, es ésa la mayoría de los fotógrafos a principios del siglo XX” la característica de la mayoría de los fotógrafos a principios del siglo XX. Las fotos de Kingo o las de los hermanos Casasola los muestran siempre con traje impecable. Aunque su labor implique trabajar al aire libre y sudar bajo un sol picoso, los fotógrafos suelen anudarse sus corbatas y trabajar con el saco puesto. Aunque cada vez hay menos, aún sobreviven en la Tijuana del siglo XXI viejos fotógrafos hijos de aquella tradición que hoy rondan los 80 años de edad y aún se les ve, siempre de traje y corbata, enfocando con sus viejas cámaras de rollo a jóvenes políticos que podrían ser sus nietos, perdidos entre una horda de veinteañeros reporteros con facha de hípsters que disparan miles de veces sus dispositivos digitales mientras trasmiten en vivo por Facebook y suben sus imágenes a Instagram.

danibasave@hotmail.com

*Ensayista y periodista. Reside en Tijuana desde 1999. Autor de Juglares del Bardo, El lobo en su hora, El samurái de la Graflex.

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Fo tos: Iván Gu érr ez .

POR IVÁN GUTIÉRREZ*

Esto ocurre un sábado 19 de marzo entre las sombras y luces rojizas del Black Box. Nacho Vegas canta con los ojos cerrados, se va dentro de sí para dar vida a la canción. Su traje brilla fastuoso ante el mar de luces que se balancean sobre el escenario, donde sólo él se mueve con la solemnidad de un mago. “Volverás cuando estés limpia y yo, no te haga falta, gritaré lleno de orgullo, tu nombre en el andén…”, corean los seguidores del compositor español en cada esquina del lugar.

El cabello cubre el rostro que guarda ese aire de misterio tan de él, mientras que su voz gruesa nos pone a temblar hasta los huesos: la música es increíble, pero todo fan de Nacho sabe que la fuerza está en la lírica, y cuando te sabes la letra, no hay vuelta atrás. del infierno de la precariedad tercermundista y visitar por unos minutos el paraíso. Y si a la ecuación le agregamos cerveza y amigos, la perfección llega a niveles indescriptibles.

Lo que sí es que, al concluir el show, no perdimos la oportunidad de conversar con Nacho, aunque fuera por cinco minutos, elaborando preguntas con el mayor profesionalismo posible tras tantos litros de cerveza y la sangre galopando a mil por hora. De eso salió la siguiente aproximación a uno de los cantautores vivos más impresionantes del siglo XXI.

Hoy Nacho nos conecta, nos hacer sentir el éxtasis que casi olvidamos con la llegada de la pandemia. Nacho observa la frontera, ve que la mayoría del público se aglutina al fondo del área general, y sin previo aviso baja del escenario, atraviesa la zona VIP y se sumerge en el mar de gente para dar inicio a Big Crunch, haciéndose uno con el público.

Durante el resto del concierto habrá otras obras maestras en escena como La gran broma final, La pena o la nada, El Ángel Simón y para un cierre épico, El hombre que casi conoció a Michi Panero. De esa experiencia no quedan muchas letras para compartir, cualquier seguidor de este músico podrá imaginar que escuchar y cantar en vivo los temas favoritos de Nacho fue como salir un rato

¿Cómo te sientes? Fue un gran concierto, creo que todos terminamos muy emocionados Fue muy especial. Es la primera vez que vengo a Tijuana, y la verdad el público me sorprendió, por alguna razón pensé

“La frontera del que iba a ser un poquito más frío, y muro aquí en Tijua- todo lo contrario. A los que venimos na me recuerda a las fronteras que establecemos en Europa. Los del oeste de Europa, donde todo está rancio, traemos eso en la cabeza. migrantes que son detenidos y enviados ¿Cómo ves la cuestión de la frona instituciones que en tera en Tijuana? Y a la par la fronrealidad son cárceles tera aquí, en el concierto. Siento encubiertas”. Nacho que de alguna manera intentaste Vegas. trascender esta división públicoespectador cuando empezó Big Crunch y te acercaste con todos los que no estaban en la zona VIP… La frontera del muro aquí en Tijuana me re-

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